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IGUALDAD DE LOS DERECHOS HERENCIALES PARA LOS HIJOS

LEGÍTIMOS, EXTRAMATRIMONIALES Y ADOPTIVOS

Exequibles los artículos 2º y 8º de la Ley 29 de 1982

Corte Suprema de Justicia


Sala Plena

Ref. Radicación número 982

Normas acusadas: Artículos 2º y 8º de la Ley 29 de 1982, sobre igualdad de


derechos herenciales de los hijos legítimos, extramatrimoniales y adoptivos.

Demandante: Jaime Ruiz Rueda.

Magistrado Ponente: doctor Carlos Medellín

Sentencia número 81.

Aprobado por Acta número 69.

Bogotá, D. E., octubre 26 de 1984.

En ejercicio del derecho que le concede la Constitución Política de Colombia, el


ciudadano Jaime Ruiz Rueda ha solicitado a la Corte Suprema de Justicia que
declare inexequibles los artículos 2º y 8º de la Ley 29 de 1982, "por la cual se
otorga igualdad de derechos herenciales a los hijos legítimos, extramatrimoniales
y adoptivos, y se hacen los correspondientes ajustes en los diversos órdenes
hereditarios".

El texto de las normas demandadas es como sigue:

"Artículo 2º. El artículo 1040 del Código Civil, quedará así: son llamados a
sucesión intestada: los descendientes, los hijos adoptivos; los ascendientes; los
padres adoptantes; los hermanos; los hijos de éstos; el cónyuge supérstite; el
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar".

"Artículo 8º. El artículo 1051 del Código Civil, quedará así: A falta de
descendientes, ascendientes, hijos adoptivos, padres adoptantes, hermanos y
cónyuges, suceden al difunto los hijos de sus hermanos.

“A falta de éstos, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar”.

El actor señala como objeto de lesión el artículo 92 de la Constitución, según el


cual "el título de las leyes deberá corresponder precisamente al contenido del
proyecto. . . ". Las razones que aduce se pueden resumir así:

a). Los actuales artículos 2º y 8º de la Ley 29 de 1982, que son los acusados,
corresponden textualmente a los artículos 3º y 9º del proyecto presentado al
Congreso. "Es indudable que en los fragmentos de las ponencias...
correspondientes a los debates de los proyectos ya indicados se quiso colocar
indiscriminadamente a todos los hijos, en igualdad en cuanto a derechos
herenciales y realizar en los diversos órdenes hereditarios las reformas necesarias
para establecer y preservar sólo dicha igualdad y no otra cosa; lo cual se deduce
de las palabras que utiliza el legislador en el título de la Ley 29 de 1982, al decir...
'y se hacen los correspondientes ajustes de los diversos órdenes hereditarios' ";

b). Los Congresistas que fueron ponentes de los proyectos estuvieron de acuerdo
en que éstos, y finalmente la ley, se propusieron determinar igualdad de derechos
herenciales para todos los hijos, e introducir los cambios del caso en los
correspondientes órdenes hereditarios, en cuanto esto fuera necesario. "Es decir,
que éstos sólo se hubieran podido modificar en cuanto fuera dirijida (sic) la
reforma a establecer y preservar dicha igualdad herencial, pues el legislador lo
quiso así al emplear en el título de la Ley 29 de 1982 las palabras... y se hacen los
correspondientes ajustes a los diversos órdenes hereditarios";

c) El contenido de la ley tal como fue expedida por el Congreso, excede lo que su
título enuncia. "El artículo 92 de la Constitución Nacional exige una precisa
correspondencia entre el título de la ley y el contenido del proyecto de ley
aprovado (sic) por el Congreso; lo cual significa que el título de la ley determina el
contenido del proyecto, o viceversa el contenido del proyecto de la ley es
determinador del título de la ley; de tal manera que aquella parte del texto de un
proyecto de ley que se sale del contenido determinado por el título (en este caso la
Ley 29 de 1982), es claramente inconstitucional";

d) Cuando el impugnado artículo 8º modifica el último orden sucesoral


contemplado en el artículo 1051 del Código Civil, lo hace sin fundamento jurídico
constitucional, "pues al no haber hijos de ninguna clase, ni quién los represente en
la sucesión, no se puede introducir una reforma a dicho orden dirigida a establecer
y preservar la igualdad herencial de los hijos";

e) La inexequibilidad del artículo 2º se solicita, "pues al quedar sin base jurídica


constitucional, el artículo 8º de la misma ley, automáticamente aquél pierde el
fundamento para su existencia".

CONCEPTO DEL PROCURADOR

El Procurador General de la Nación se refiere, en primer término, a la evolución de


los derechos de los hijos extramatrimoniales en nuestras instituciones civiles, y
alude en particular a las normas pertinentes de la Ley 153 de 1857, de la Ley 45
de 1936 y de la Ley 75 de 1968, así como a las propias del Código Civil, en cuanto
a los derechos sucesorales de aquellos. Refiriéndose a la modificación de los
órdenes hereditarios afirma que "al otorgar la Ley 29 de 1982 igualdad de
derechos y obligaciones a los hijos legítimos, extramatrimoniales y adoptivos tenía
que modificar otras disposiciones. . . El artículo 1010 del Código Civil (85 de la Ley
153 de 1887), llamaba a la sucesión intestada únicamente a colaterales legítimos,
como consecuencia tenía que sobrevenir la modificación del quinto orden
hereditario (C. C., Art. 1051, Ley 153 de 1887, Art. 87), para poner fin a la
exclusión de que eran objeto en este orden los colaterales no legítimos". Y agrega
que:

"El reparo constitucional conforme al cual '...al no haber hijos de ninguna clase, ni
quién los represente en la sucesión, no se puede introducir una reforma a dicho
orden dirigida a establecer y preservar la igualdad herencial de los hijos', carece
de fundamento porque como se vio, en el quinto orden sucesoral sólo se otorgaba
vocación hereditaria a la colateralidad legítima y al concederles la Ley 29 de 1982,
esa aptitud a los hijos de los hermanos (de cualquier clase), éstos personalmente
o representados desplazaron a cualquier otro colateral del mismo grado".

El Procurador solicita que se declare la exequibilidad de las disposiciones legales


impugnadas.

CONSIDERACIONES DELA CORTE

Primera. El demandante ha organizado toda su acusación contra las normas de


los artículos 2º y 8º de la Ley 29 de 1982, a base de un cargo único: que el
contenido de éstos no corresponde de manera precisa al título de la ley; y que lo
excede, circunstancia que, a su entender, es causa de quebranto del artículo 92
de la Constitución. El reparo lo formula especialmente contra el artículo 8º, ya que
éste modifica el 1051 del Código Civil, y al hacerlo altera un orden hereditario que
no ha debido tocar, porque no tiene relación con los hijos extramatrimoniales, cuya
igualdad de derechos herenciales se propone la Ley 29. Además cree que, en
consecuencia de ello el artículo 2º pierde su razón de ser al quedar el 8º "sin base
jurídica constitucional".

Trátase entonces de aclarar hasta dónde la exigencia de la regla 92 de la Carta,


alusiva a la relación del título de los proyectos de ley y de las leyes con sus
contenidos, significa una correspondencia tan exacta como para que ellos se
reflejen íntegramente sobre el encabezamiento de los estatutos legales, o que
éstos los contengan sin lugar a dudas. Porque el argumento mayor de la demanda
consiste en que si la Ley 29 anuncia en su encabezamiento que está hecha para
otorgar "igualdad de derechos herenciales a los hijos legítimos, extramatrimoniales
y adoptivos", y para hacer "los correspondientes ajustes a los diversos órdenes
hereditarios", la modificación del orden prevista en su artículo 8º no cabe en aquel
anuncio del encabezamiento de la ley, que es igual al de los proyectos estudiados
por las Cámaras; y en que de ese hecho exorbitante procede la
inconstitucionalidad de los acusados artículos segundo y octavo.

Segunda. Conocido es el propósito del constiyente(sic) del año 68, al introducir en


la Carta la norma de la regla 92 en que se apoya el demandante. Se trató
entonces de dar efectiva solución a un fenómeno tan reiterado que llegó a
convertirse en mal hábito parlamentario de adicionar proyectos de ley y luego, en
consecuencia, las leyes mismas, con agregados extraños a las materias
anunciadas en los respectivos encabezamientos, y muchas veces ajenos del todo
a éstas. El vicio reclamó un correctivo tan drástico como el establecido por el
constituyente en 1968; se trataba de preservar el orden, la armonía, la unidad, la
lógica, de los cuerpos leales, así como la mesura política y la prudencia jurídica
del legislador en la realización de sus actos funcionales.

Con este mismo propósito se expidió el artículo 12 del Acto legislativo número 1 de
1968 (77 de la Codificación Constitucional), según el cual "todo proyecto de ley
debe referirse a una misma materia y serán inadmisibles las disposiciones o
modificaciones que no se relacionen con ella. El Presidente de la respectiva
Comisión rechazará las iniciativas que no se acuerden con este precepto, pero sus
decisiones serán apelables ante la misma Comisión ". A propósito de posibles
implicaciones de esta norma en cuanto al control de constitucionalidad de las
leyes, en 1970, mediante sentencia del 28 de agosto (Gaceta Judicial número
2338 bis, Pág. 375), la Corte manifestó: "Es en tal etapa y con la resolución del
caso, si el asunto se plantea, cuando precluye toda posibilidad de nuevo examen,
aun en juicio constitucional, porque la propia Carta ha encomendado directamente
al Congreso mismo, por intermedio de sus autoridades y organismos, el definir la
correspondencia y conexidad de las distintas partes de la ley... De todo lo
expuesto fluye la conclusión de que en ciertos casos, especialmente en los de los
artículos 77 y 92, los ordenamientos allí indicados deben cumplirse por el
legislador de la manera que él los entienda, con plena capacidad decisoria, sin
que puedan luego dichas determinaciones ser sometidas al control de la Corte".

Pero posteriormente, en 1975, el 16 de octubre (Acta número 33, Gaceta Judicial,


T. CLII y CLIII, Págs 191 y Sgtes), la Corte modificó tal criterio en estos términos:
"No hay, pues, en la Constitución, precepto alguno, cuya guarda no se haya
entregado a la Corte Suprema... De consiguiente, tanto la forma como el fondo de
los proyectos y de las normas legales pertinentes, se incluyen en la competencia
de la Corte para efectos de revisar su conformidad con todo el articulado de la
Constitución".

Hoy, en el caso presente, la Corte reitera esta última apreciación, y por ello entrará
a decidir el asunto sub judice, para verificar al asiste o no razón al demandante,
cuando afirma que se ha cometido agravio al artículo 92 de la Carta por parte de
las normas acusadas, y si éstas resultan contrarias a cualquiera otra disposición
de aquella, incluida la de su artículo 77. Así se procede porque la circunstancia de
que la Carta contemple en algunos casos especiales otros tipos de control de sus
disposiciones no puede entenderse, sino como la voluntad del constituyente de
crear mayores oportunidades de garantía de la integridad de la Carta, pero no la
de que unos excluyan a otros, como si estuviera vedada su coexistencia y como si
el control que toca a la jurisdicción no fuera típico en ese carácter, y definitivo
hasta la configuración de la cosa juzgada.

Pero la fórmula del artículo 92 no puede entenderse, sino en su diáfano sentido de


que exista una precisa correspondencia entre el título y el contenido de los
proyectos de ley, para que lo mismo ocurra en las leyes, lo cual no significa que su
título haya de dar noticia de todas las normas que integran el cuerpo de la ley,
frecuentemente múltiples y varias dentro de una indispensable unidad, sino de la
materia y el asunto sobre que versan, para que la ley entera trate sólo de ellos y
en parte alguna se desvíe hacia otros diferentes, tal como lo está ordenando en el
artículo 77 de la Carta.
Con este criterio, que es el adecuado, se ve que la ley 29 de 1982, cuyo objetivo
es el que señala su encabezamiento, introduce algunas reformas en los artículos
pertinentes del Código Civil, entre otros: en el 250 para decir que todas los hijos,
los legítimos, los extramatrimoniales y los adoptivos, tienen iguales derechos y
obligaciones; en el 1040 (artículo 2º de la Ley), para determinar quienes son
llamados a sucesión intestada; en el 1051 (artículo 8º de la Ley), para especificar
que "a falta de descendientes, ascendientes, hijos adoptivos, padres adoptantes,
hermanos y cónyuges, acceden al difunto los hijos de sus hermanos", y que "a
falta de éstos, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ".

Tercera. Pero se advierte una segunda parte en la acusación. Es la que afirma


igualmente lesión del mismo artículo 92 de la Carta, porque la modificación del
orden sucesoral previsto en el artículo 1051 del Código Civil, por virtud de lo que
ordena el acusado artículo 8º de la Ley 29, nada tiene que ver, según piensa el
demandante, con la igualdad de los derechos herenciales de los hijos legítimos,
extramatrimoniales y adoptivos, según el aviso de su título.

Además de lo ya expresado sobre la correspondencia entre títulos y contenidos de


los proyectos de ley y de las leyes, la Corte encuentra que la modificación
introducida por el impugnado artículo 89 de la Ley 29 en el orden sucesoral
determinado por el artículo 1051 del Código Civil, es concordante con el título de
esa ley, y responde a la norma de su artículo 2º para hacer efectiva la vocación
hereditaria, en su orden, de los descendientes de toda índole; de los hijos
adoptivos; los ascendientes; los padres adoptantes; los hermanos; los hijos de
éstos, sin distinción; el cónyuge supérstite; y el Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar, todos ellos dentro de sucesión intestada.

El modificado artículo 1051 del Código Civil, entre otras cosas estipulaba
textualmente: "A falta de descendientes, ascendientes y hermanos legítimos, de
cónyuge sobreviviente y de hijos naturales, sucederán al difunto los otros
colaterales legítimos. . . ".

Clara se aprecia la discriminación de los hijos naturales en este antiguo orden


sucesoral, y ello conduce necesariamente a que, al ser expedida la Ley 29 con el
fin de otorgar igualdad de derechos herenciales a los hijos sin distinción alguna, se
hiciera imperativo eliminar toda diferencia discriminatoria así en su status legal
como en su tratamiento para la efectividad de los derechos en sucesiones mortis
causa, reforma legislativa que se acomoda de la mejor manera al principio
constitucional de la igualdad de las personas ante la ley. Según se aprecia sí
existe relación entre el artículo 8º de la Ley en cuestión y el título de ella,
determinante de su materia y su objetivo, hasta el punto de que, de haber
quedado intacto el artículo 1051 del Código Civil, la Ley 29 habría resultado fallida
al menos en cuanto al otorgamiento de iguales derechos herenciales a los
descendientes dentro del orden sucesoral que dicho artículo contiene. En tal
sentido es acertada la observación del Ministerio Público; sólo los colaterales
legítimos tenían vocación en el quinto orden sucesoral; cuando la Ley 29 otorga tal
aptitud a los hijos de los hermanos, estos personalmente o representados
desplazan a los colaterales del mismo o inferior grado. Para poner fin a la
exclusión que se hacía de los colaterales no legítimos en dicho orden hereditario,
era preciso introducir reforma en el artículo 1051 del Código Civil, como lo ha
hecho el artículo 8º de la Ley 29; y era también necesario modificar el artículo
1040 del mismo Código, que sólo llamaba a la sucesión intestada a los colaterales
legítimos, tal como lo efectúa el artículo 2º de dicha ley. En uno y otro caso las
modificaciones indicadas obedecen a la finalidad y la materia de ésta como
aparecen señaladas en su título.

CONCLUSIÓN

No se encuentra, pues, que las normas impugnadas sean lesivas del artículo 92
de la Constitución, ni de ningún otro precepto suyo.

DECISIÓN

A mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de .Justicia -Sala Plena-, previo estudio


de la Sala Constitucional y oído el Procurador General de la Nación,

RESUELVE

Son EXEQUIBLES los artículos 2º y 8º de la Ley 29 de 1982.

Cópiese, publíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta Judicial y archívese el


expediente.

Luis Carlos Sáchica


Presidente

Jerónimo Argáez Castello; Luis Enrique Aldana R.; César Ayerbe Chaux, con
aclaración de voto; Fabio Calderón Botero; Manuel Enrique Daza A.; José María
Esguerra Samper; Dante Luis Fiorillo Porras; Manuel Gaona Cruz; José Eduardo
Gnecco Correa, con aclaración de voto; Germán Giralda Zuluaga; Héctor Gómez
Uribe; Gustavo Gómez Velásquez; Juan Hernández Sáenz; Alvaro Luna Gómez;
Carlos Medellín; Ricardo Medina Moyano; Humberto Murcia Ballén; Alberto Ospina
Botero, con aclaración de voto; Alfonso Reyes Echandía; Jorge Salcedo Segura;
Pedro Elías Serrano Abadía; Fernando Uribe Restrepo; Darío Velásquez Gaviria.

Rafael Reyes Negrelli


Secretario

ACLARACIÓN DE VOTO

Los suscritos Magistrados consideramos necesario aclarar el voto favorable que


dimos a la anterior sentencia, con las siguientes precisiones:

1ª. El sistema colombiano de control de constitucionalidad es mixto, en el sentido


de que combina el control judicial con controles ejercidos por el Ejecutivo y aun
por el propio legislador. Para demostrar esto basta recordar estos casos.
a). El control de constitucionalidad de los proyectos de ley, establecido en el
artículo 90 constitucional, en el cual participan el Presidente de la República al
objetar el proyecto y la Corte Suprema al arbitrar el enfrentamiento de aquél con el
Congreso;

b). El control previsto en el ordinal 8º del artículo 194, según el cual los
Gobernadores de Departamento pueden revocar los actos inconstitucionales de
los Alcaldes y pasar los Acuerdos de los Concejos que consideren
inconstitucionales a la revisión de los tribunales contencioso-administrativos;

c). El control político que ejerce el Congreso cuando aprueba o imprueba los
tratados internacionales celebrados por el Gobierno, en los términos del numeral
18 del artículo 76, y

d). Podría agregarse también el auto-control que regulan los artículos 22 y


siguientes del Decreto 2733 de 1979, mediante la revocación directa de actos
administrativas que la propia administración considera inconstitucionales, ya por el
propio funcionario que los dictó o por su superior jerárquico.

2ª. En el caso del artículo 77 a que se refiere la decisión que se aclara, se


establece igualmente un auto-control del Congreso sobre los proyectos de ley que
tramita, ejercido por los Presidentes de Comisión, mediante el veto de las
iniciativas que no se refieran a la materia que se trata de regular.

Dicho procedimiento es un dispositivo de carácter técnico para legislar mejor,


aplicada el cual, debe entenderse que el proyecto ha sido elaborado
correctamente desde el punto de vista de la especificidad de sus disposiciones, sin
que se requiera, por un exagerado perfeccionismo, el reiterado control del
Ejecutivo, al sancionarlo, y en tercer término, el control jurisdiccional de la Corte.
Esta fue la acertada interpretación que de dicha norma hizo la Corte en sentencia
de 28 de agosto de 1970 (Gaceta Judicial número 137-Bis, pág. 370).

3º. En consecuencia, consideramos que sólo es procedente el control


jurisdiccional de la Corte, en tratándose de los vicios formales que se deriven de
infracción de los artículos 77 y 92 de la Constitución, cuando el Presidente de la
Comisión respectiva no haya ejercido su facultad de veto. Por el contrario, cuando
ello ha sucedido, la Corte debe abstenerse de conocer de demandas fundadas en
tal aspecto formal.

César Ayerbe Chaux, José Eduardo Gnecco C., Alberto Ospina Botero, Luis
Carlos Sáchica.

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