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Proporcionar información sobre las pautas del cuidado de los pies y realizar un seguimiento y
vigilancia periódica, teniendo en cuenta la valoración inicial de cada paciente.
Instruir al paciente en cómo realizar una buena higiene y cuidado de los pies: El paciente debe
conservar la higiene diaria lavándose con agua templada (35º) y jabón neutro, secar los pies
con una toalla de algodón, sin frotar, insistiendo entre los espacios interdigitales y pliegues,
hidratar la piel con vaselina salicilada al 10 %, crema a base de lanolina o urea una vez al día
y usar talco para evitar la humedad y la micosis.
Utilizar protector solar en los pies si se toma el sol. Usar la piedra pómez para eliminar las
durezas.
Deberá inspeccionar, con un espejo en las zonas que no alcance a ver, si hay irritación,
grietas, lesiones, callosidades deformidades o edema en los pies
Enseñar cómo cortar las uñas: Se deben cortar rectas, utilizando tijera de punta roma, limar
los bordes afilados y acudir al podólogo en caso de dificultad.
Se recomienda no andar descalzo, para evitar pinchazos, golpes o cortes y evitar las bolsas
de agua caliente, estufas o mantas eléctricas para prevenir quemaduras. En caso de viajes no
llevar zapatos nuevos.
Informar sobre los métodos de conservar la temperatura de los pies, evitando los cambios
bruscos de temperatura, la presión sobre los dedos, prominencias óseas y talones en la
cama, dejando las sábanas flojas.