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El crujir de la soledad

La soledad obligaba a los habitantes de Cerilia a ponerse de puntillas. Se oía el crujir de


los dedos meñ iques, que no aguantaban má s. El peso del propio cuerpo obligaba a los
cerilenses a acercarse algo má s a la muerte. Carcajadas secas humedecían el aire roto y
veraniego.

Y los cerilenses morían, y estaban solos.

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