Muchas personas en la actualidad que asisten a la Santa Eucaristía en realidad no la viven
adecuadamente, un ejemplo notorio de esto se ve manifestado en el actuar de algunos fieles, que mascando chicle, chateando en el celular o hablando con el de al lado, pareciera que no les importara de lo que están siendo participes. Pero se podría decir que el vivir como conviene este misterio no solo se palpa en lo que se percibe a los ojos, sino que también existe un factor muy importante que a veces no es considerado, que prácticamente sería el reflejo de lo anterior: el interior de la persona, su pensamiento. El estar pensando en las preocupaciones de la vida, el trabajo, los estudios o cosas superfluas, entre otras distracciones, son las que se abren paso en el pensamiento del feligrés, que como un zombie se encuentra dentro de la celebración, pero que su mente y su corazón yacen en otra parte, porque como lo dicen las Sagradas Escrituras “donde está tu tesoro ahí estará en tu corazón” (Mt 6, 21).