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Negro. Terrible oscuridad.

Me envuelvo en la hiel del invierno abrumador, tras la lluvia procedente de un


intenso dolor por el amor que pudo ser y no fue.
Suplico a gritos que vuelva. Grito y grito, mas nadie percibe mi atroz
desconsuelo.
Susurro como si de tal manera la bestia fuera a tranquilizarse, pero tan solo
hace añicos los pequeños trozos de corazón ya destrozados.

Una lágrima, otra lágrima, una lágrima más…

Tantas palabras en el olvido, tantos recuerdos por suceder. Reparo en que tan
sólo son eso, recuerdos. Recuerdos de un pasado idealizado, de un amor
abandonado.

Cierro los ojos e imagino que estoy entre sus brazos, visualizo sus dedos
entrelazados con los míos.
Me abraza y me dice que me quiere, que no va a soltarme jamás. Me susurra al
oído que todo estará bien, que no se marchará
Contemplo su rostro acariciando su piel una vez más. Hasta nunca jamás.

¿Dónde estás?

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