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EXPLORACIÓN DEL PAPEL DE LAS ACUAPORINAS EN LA INTERACCIÓN

PLANTA - MICROORGANISMO

REVIEW

Ruirui Wang 1,†, Min Wang 1,†, Kehao Chen 1 , Shiyu Wang 1 , Luis Alejandro Jose
Mur 2 and Shiwei Guo 1,*

1. Laboratorio de la provincia de Jiangsu para la utilización de los desechos orgánicos sólidos, Centro de
Innovación Colaborativa de Jiangsu de Residuos orgánicos sólidos, Ministerio de Educación, Centro de
Ingeniería de Fertilizantes de Ahorro de Recursos, Universidad Agrícola de Nanjing, Nanjing 210095, China;
2017203055@njau.edu.cn (R.W.); minwang@njau.edu.cn (M.W.); 2018103104@njau.edu.cn (K.C.);
14116303@njau.edu.cn (S.W.)

2. Instituto de Ciencias Biológicas, Medioambientales y Rurales de la Universidad de Aberystwyth,


Aberystwyth SY23 3DA, Reino Unido; lum@aber.ac.uk

* Correspondencia: sguo@njau.edu.cn; Tel.: +86-258-439-6393


† Estos autores contribuyeron igualmente a este trabajo.

Alejandra Rodriguez - Carolina Castillo - Stephanny Gil

Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Facultad de Ciencias y Educación, Proyecto curricular
Licenciatura en Biología, Fisiología vegetal, 2020-I.

RESUMEN

Las acuaporinas (AQP) son proteínas transmembrana que regulan el flujo de agua y otros
pequeños solutos a través de las membranas. Se han hecho progresos significativos en la
comprensión de los papeles de las AQP en los procesos fisiológicos de las plantas, y ahora
sus actividades en varias interacciones planta-microorganismo están recibiendo más atención.
Este review resume los papeles de las diferentes AQP durante las interacciones con los
microorganismos que tienen consecuencias positivas y negativas en las plantas huéspedes. En
las interacciones positivas entre planta-microorganismo que implican rizobio, micorrizas
arbusculares (AM), y las rizobacterias promotoras del crecimiento de las plantas (PGPR), las
AQP juegan un papel importante en la fijación del nitrógeno, transporte de nutrientes,
mejorando el estado del agua y aumentando la tolerancia al estrés abiótico. Para las
interacciones negativas que resultan en patogénesis, los AQP ayudan a las plantas a resistir
las infecciones previniendo la entrada del patógeno, influyendo en la apertura de los estomas
e influyendo en las vías de señalización defensiva, especialmente a través de la regulación de
la resistencia sistémica adquirida. Las interacciones con patógenos bacterianos o virales
pueden ser directamente perturbados por la interacción directa de las AQP con las arpas o la
réplica. Sin embargo, mientras que estas observaciones indican la importancia de los AQP, es
necesario seguir trabajando para desarrollar una comprensión mecánica de sus funciones.

Palabras clave: ​Acuaporinas; interacción planta-microorganismo; homeostasis del agua;


transporte de solutos; señalización.

APORTES:
Las AQP son proteínas transmembranosas que delimitan un canal de 2 nm de largo por 0,3
nm de ancho, por lo cual solamente puede ser atravesado por moléculas de agua. Los iones,
incluso el ión hidróxido y los protones, no pueden pasar a través de este canal, cuyo diámetro
de aproximadamente 0,28 nm, es sensiblemente menor al tamaño de cualquier ion hidratado.
Se calcula que las AQP son capaces de transportar 3 mil millones de moléculas de agua por
segundo. Así, una porción de membrana de 10 cm2 filtraría un litro de agua en unos 7
segundos (Coppo, 2008). No obstante, el agua no es la única molécula que puede transitar a
través de las acuaporinas, también solutos de bajo peso molecular como glicerol, urea,
amonio, además del (CO2) que pueden atravesar estas proteínas (Ruíz et al., 2011).

Son proteínas que forman poros en las membranas celulares, a través de los cuales se mueve
el agua por ósmosis, en respuesta a diferencias en las concentraciones de agua en ambos
lados de las membranas. A diferencia de animales, hongos y bacterias, las plantas tienen una
gran cantidad de acuaporinas. Las acuaporinas se encuentran en todos los tejidos y órganos
de las plantas; sin embargo, no todas están presentes en las mismas células ni en los mismos
tejidos y órganos. Algunas acuaporinas se encuentran presentes en células, tejidos u órganos
durante todo el ciclo de vida de las plantas, mientras que otras sólo aparecen durante alguna
etapa específica del desarrollo, o bajo ciertas condiciones ambientales. La gran diversidad de
las acuaporinas en las plantas denota la importancia que deben tener estas proteínas durante el
crecimiento y desarrollo de las plantas (Amezcua y Vera, 2012).
.

Figura 1.​ Moléculas de agua (A) que atraviesan una acuaporina (B) encontrada en la
membrana (superficie externa (C), superficie interna (D)). (Tomada de Coppo, 2008).
INTRODUCCIÓN

Las plantas están constantemente expuestas a una multitud de microorganismos, con los que
pueden formarse interacciones con consecuencias negativas o positivas. Las interacciones
positivas están ejemplificadas por la simbiosis microorganismos que son beneficiosos para el
crecimiento de las plantas o activan las defensas naturales. Las interacciones negativas
involucran a los patógenos y pueden llevar a la enfermedad. Muchos estudios se han centrado
en los mecanismos de las interacciones planta-microorganismo en términos de sus aspectos
físicos, bioquímicos y moleculares, como la disponibilidad de agua [1,2], los nutrientes [3-6],
los exudados de las raíces [7-9], o los aspectos de señalización [10-13]. Estos han establecido
que el agua y los nutrientes juegan un papel fundamental en el establecimiento de
interacciones planta-microorganismo.

APORTES:
La arquitectura radicular de una planta (raíz), está compuesta por un órgano subterráneo de
forma lineal con patrones de arquitectura y crecimiento muy complejos, estando el sistema
radicular en sí definido principalmente por el tipo de planta, la estructura del suelo, y las
interacciones entre los dos.Mientras que la forma de las hojas y otros órganos pueden ser
interpretados como adaptaciones a un ambiente o condiciones ambientales, esta situación no
es paralela a lo ocurrido en las partes subterráneas de las plantas. En el ambiente de la raíz
son muy pocas las variaciones significativas encontradas, y por ello, la carencia de
variaciones importantes en los rasgos externos o morfológicos de las raíces. Sin embargo, se
ha registrado una cierta plasticidad fenotípica, pues el ambiente, aunque macroscópicamente
homogéneo, es micro heterogéneo, pero lo suficiente para ser detectado por la raíz durante su
crecimiento, tanto en el tiempo como en el espacio, y es gracias a esta plasticidad la que le ha
permitido al sistema radicular desarrollar raíces fibrosas llamados "cabellos radiculares",
cuya función primordial ha sido asociado al anclaje de la planta con el medio suelo. Además
de esta función, las raíces también poseen otras, no tan obvias, que le confieren una
importancia vital para la supervivencia y ecología de la planta, por ser además un sitio con
una alta actividad fisiológica, dando origen a la síntesis, acumulación y liberación de
compuestos, que interfieren en los patrones poblacionales intra e interespecie (Oliveros et al.,
2009).

Ante ciertas situaciones de estrés ambiental (e.g. crecimiento en suelos con deficiencia en
nutrientes, toxicidad por metales pesados), algunas plantas pueden presentar una respuesta
fisiológica liberando compuestos que pueden modificar el pH del suelo (protones,
bicarbonatos, ácidos orgánicos) o pueden reaccionar exudando ligandos orgánicos (ácidos
orgánicos, fitosiderosporas) para solubilizar los nutrientes necesarios para su desarrollo. Estos
procesos, los cuales son altamente específicos de acuerdo a las especies vegetales, el estatus
nutricional de la planta y las condiciones del suelo, pueden modificar la solubilidad y la
disponibilidad de elementos traza en el suelo (Ibarra, 2011).
Un aspecto fundamental en las relaciones suelo-raíz es que los sistemas radicales de las
distintas especies vegetales afectan de manera diferente la agregación del suelo. El impacto
del crecimiento de las raíces sobre la estructura del suelo es diferente en los sitios donde
habitan vegetación natural, plantas cultivadas o pastizales; por lo tanto, el tipo de vegetación
modifica parámetros físicos y químicos del suelo como densidad aparente, humedad relativa,
porosidad total, porosidad interna de los macroagregados y pH, entre los más importantes.
Durante el crecimiento de las raíces son generados una gran cantidad de compuestos
orgánicos denominados exudados de las raíces. Entre estos compuestos se encuentran
principalmente carbohidratos, ácidos carboxílicos y aminoácidos en diferentes
concentraciones. Dichos compuestos pueden ser agrupados en dos conjuntos: los que
contienen bajas y altas cantidades de mucílagos (bajo-M y alto-M respectivamente). Entre los
bajo-M se encuentran los aminoácidos, ácidos orgánicos, azúcares, fenoles y otros
metabolitos secundarios; mientras que los alto-M incluyen los mucílagos (polisacáridos) y las
proteínas. Los exudados de las raíces desempeñan un papel importante en las plantas como
atrayentes y repelentes químicos en la rizósfera y su zona de influencia. Tales compuestos
pueden inhibir el crecimiento de otras plantas, absorber iones específicos y regular las
comunidades microbianas del suelo, proporcionando relaciones simbióticas benéficas para el
desarrollo de la planta y la estructura del suelo (Torres et al., 2013).

Los exudados alteran el suelo circundante a las raíces con la secreción continua de
compuestos orgánicos y el crecimiento de células de la cofia, provocando el secado del suelo.
A medida que el suelo se seca, la conductividad hidráulica disminuye. Cuando esto ocurre la
viscosidad de los exudados aumenta y la resistencia al movimiento de las partículas del suelo
en contacto con los exudados se incrementa, alcanzándose el grado de estabilización máximo
dentro de la rizósfera. El grado de influencia de las raíces sobre la estructura del suelo a
través de los exudados es muy variable, debido a que la producción y composición de los
exudados depende de: el régimen hídrico, las comunidades bacterianas asociadas con el
metabolismo de los exudados, la profundidad del suelo, el tiempo (las mayores producciones
se han observado en estadios tempranos del desarrollo radical) y las especies vegetales. Esta
última característica es de vital importancia, ya que la producción de exudados en las plantas
responde principalmente a la arquitectura de los sistemas radicales, el flujo y la absorción y
disponibilidad de nutrientes en el suelo. Se sabe que las leguminosas(plantas que exploran la
parte superficial del suelo y que tienen un mayor flujo de nutrientes a diferencia de otros
sistemas radicales), pueden beneficiar con una mayor producción de exudados (Torres et al.,
2013).

El mantenimiento de la homeostasis del agua es críticamente importante para que las plantas
mantengan la homeostasis celular y homeostasis funcional durante varias condiciones de
crecimiento. El agua puede fluir a lo largo de las estructuras de la pared celular (camino
apoplástico) o de célula a célula, a lo largo de los plasmodesmos (camino simplástico) y
ambos a través de la membrana celular en la raíz o en las hojas. Las acuaporinas de las
plantas, como proteínas de canal, se encuentran en la membrana plasmática y las regiones
citosólicas, y desempeñan funciones reguladoras clave en el transporte de agua de las plantas
[14-19]. Además de transportar agua, las acuaporinas (AQP) pueden controlar el movimiento
transcelular de pequeñas moléculas neutras, como el CO2 [20-22], amoníaco [23], peróxido
de hidrógeno [24-26], y metaloides (ácido bórico, silicio, antimonita, arsenito) [27-29], o
funcionan como canales iónicos cerrados bajo ciertas condiciones [30-32]. Dadas estas
funciones, la AQP influye en la regulación del crecimiento, la regulación hidráulica,
adquisición y translocación de nutrientes, y la fijación de carbono en las raíces y hojas
[15,33-37], y también están involucrados en las respuestas de las plantas a las tensiones.

APORTES
Las células de un organismo sólo funcionan correctamente dentro de un intervalo estrecho de
condiciones como temperatura, pH, concentraciones iónicas y accesibilidad a nutrientes, y
deben sobrevivir en un medio en el que estos parámetros varían hora con hora y día con día.
Los organismos requieren mecanismos que mantengan estable su medio interno intracelular a
pesar de los cambios en el medio interno o externo, por lo que la homeostasis se ha
convertido en uno de los conceptos más importantes en fisiología y medicina. Se usa el
término homeostasis para describir los mecanismos que mantienen constantes las condiciones
del medio interno de un organismo, a pesar de grandes oscilaciones en el medio externo
(El-Samad et al., 2002).

Las funciones o mecanismos específicos de las AQP de las plantas en las interacciones
planta-microorganismo han sido en gran medida inexplorado. La mayoría de los estudios han
caracterizado las actividades y la expresión génica de las AQP en plantas tanto positivas
como negativamente en interacciones planta-microorganismo. Por ejemplo, los genes de las
AQP están regulados por la colonización micorrícica en las raíces de ​Medicago truncatula
[42,43]. ​Candidatus la infección Liberibacter asiaticus reprimió la expresión de los genes que
codifican las AQP, mientras que otra fue inducida en los tallos de cítricos [44] o aumentaron
en las hojas de pimienta después de la infección de ​Phytophthora capsici [45]. Considerando
la diversidad de AQP, plantas y microorganismos, es necesario considerar su diversidad, la
localización celular, y los papeles en las diferentes interacciones planta-microorganismo.
Estos son nuestros objetivos en esta revisión.

APORTES
Las micorrizas arbusculares son asociaciones simbióticas formadas entre un amplio rango de
especies de plantas y hongos del orden Glomales. El hongo coloniza el apoplasto y células
corticales de la raíz. El desarrollo de esta asociación, altamente compatible, requiere de la
diferenciación celular y molecular coordinada de ambos simbiontes, para formar una
interface especializada en la cual ocurre la transferencia bidireccional de nutrientes (Guzmán
y Farías, 2005).
Las micorrizas son estructuras que se han observado entre las raíces de la mayoría de las
plantas superiores (90%) y algunos hongos del suelo. Éstas presentan un amplio número de
formas y tipos de hongo involucrados, lo que demuestra que no representan una simple clase
evolutiva de asociación, sino más bien un tipo de sociedad desarrollada en respuesta a una
presión de selección distinta. Por ello, los tipos existentes de micorriza son clasificados,
principalmente, por el grupo taxonómico del hongo involucrado y la alteración morfogenética
del hongo y la raíz, que ocurre durante el desarrollo de la nueva estructura conocida como
micorriza. La micorriza arbuscular es el tipo más abundante de micorrizas y se caracteriza
porque coloniza las células corticales de raíces de las plantas y forma estructuras
intracelulares llamadas arbúsculos. Es una de las asociaciones benéficas más antiguas entre
las plantas y microorganismos del suelo, que tiene amplia dispersión y ocurrencia en la
mayoría de las plantas terrestres, especialmente las que crecen en suelos áridos y semiáridos
de las zonas tropicales, en lugares pobres en fósforo o con elevada capacidad de retención de
este nutrimento (Guzmán y Farías, 2005).

Los arbúsculos, son estructuras que no atraviesan o interrumpen las membranas celulares de
la planta, sino que la membrana invagina a los arbúsculos, formando un nuevo
compartimiento denominado interface arbuscular; ahí, los simbiontes están en contacto
íntimo, separados sólo por sus membranas, entre las cuales hay una capa de matriz interfacial
de la planta y una mínima pared celular fúngica. Esta interface es “supuestamente” el sitio de
intercambio de carbono y fosfato entre los simbiontes, y el arbúsculo es observado como una
estructura clave en la simbiosis (Guzmán y Farías, 2005).

2. Diversidad y función de la acuaporina de las plantas


Las AQP son proteínas de canal pertenecientes a la superfamilia de las proteínas intrínsecas
mayores (MIP), y juegan un papel importante en las relaciones planta-agua. Se han
descubierto más de 100 AQP en plantas, que ahora comprenden una gran y diversa familia de
proteínas [35]. Éstas se agrupan principalmente en cinco subfamilias filogenéticas
dependiendo de la especie de la planta, la localización en la membrana y la secuencia de
aminoácidos. Estas clases son las proteínas intrínsecas de la membrana plasmática (PIP), las
proteínas intrínsecas del tonoplasto (TIP), las proteínas intrínsecas similares a la nodulina 26
(NIP), las pequeñas proteínas intrínsecas básicas (SIP) y las proteínas intrínsecas X no
categorizadas (XIP) [46-48].

Los PIP se han identificado principalmente en las membranas plasmáticas, y existen en otros
dos subgrupos: PIP1 y PIP2 [49]. Los PIPs funcionan como transportadores de agua, glicerol,
H2O2 y dióxido de carbono. En general, todas las proteínas PIP2 exhiben una alta actividad
en los canales de agua, mientras que las proteínas PIP1 están a menudo inactivas o tienen
baja actividad [50-52]. El PIP2 transporta eficientemente el agua, principalmente dentro de la
ruta de célula a célula [53]. Aunque el PIP1 mostró una pobre actividad de la acuaporina, la
interacción PIP1-PIP2 mejora la permeabilidad del agua. La co-expresión de ZmPIP1;2 y
ZmPIP2;5 resultó en un incremento de la actividad del canal de agua [54]. Los PIP se
expresan de forma ubicua en toda la planta y los PIP1 y PIP2 pueden ser co- o diferentemente
regulados dependiendo de las condiciones, como el suministro de agua y las condiciones
osmóticas [55,56], la luz [57], la temperatura [58,59], o las hormonas [59-62].

Los TIPs son los AQPs más abundantes en el tonoplasto [35]. El TIP1;1 de ​Arabidopsis
thaliana ​fue el primer canal de agua vegetal identificado [63]. Debido a la abundancia de
estas AQP en el tonoplasto, el tonoplasto tiene una permeabilidad al agua mucho mayor [64].
El TIPs, aparte de su función de transporte (glicerol, urea y amoníaco) [65,66], es
indispensable para el crecimiento en condiciones de estrés ambiental [58,66].

APORTES
Tonoplasto es el término utilizado en la biología para identificar a las membranas internas de
las vacuolas en las células vegetales. El tonoplasto tiene una permeabilidad selectiva y
encierra agua, iones y solutos en el interior de las vacuolas. Ya que está implicado en un
tráfico constante de moléculas, iones y enzimas entre el citosol y el interior de la vacuola, el
tonoplasto es rico en proteínas transportadoras, canales y acuaporinas (poros o canales por
donde pasa el agua). La membrana vacuolar (el tonoplasto) se compone de un 18% de lípidos
neutros y esteroles, 31% de glucolípidos y 51% de fosfolípidos. Normalmente, los ácidos
grasos presentes en los lípidos que forman la bicapa son completamente saturados, es decir,
no poseen dobles enlaces. La principal función del tonoplasto es la de funcionar como una
barrera semipermeable, delimitando el espacio comprendido por la vacuola y separándolo del
resto del contenido citosólico. Esta “semipermeabilidad” es aprovechada por las células
vegetales para la turgencia, el control del pH, el crecimiento, entre muchas otras funciones
(Dean et al., 2005).

Los NIP se encuentran en las membranas de plasma o en el retículo endoplásmico. A


diferencia de los PIP o TIP, la expresión de los NIP está restringida a tipos de células o
tejidos definidos [67]. Por ejemplo, los NIP se expresan durante la formación de los nódulos
y desempeñan un papel importante en el transporte de agua entre la bacteria y la planta
huésped. Los NIPs pueden dividirse en cuatro clados paralógicos, NIP-1 a NIP-4, con
diferentes funciones [68]. La nodulina 26 (Nod26), perteneciente a las proteínas NIP-1, se
considera una importante proteína integral de la membrana del simbionte, que rodea a la
bacteria fijadora de nitrógeno con la simbiosis leguminosa:rizobio. En comparación con los
PIP y los TIP, los NIP son menos capaces de transportar agua, pero confieren una mayor
permeabilidad a las pequeñas moléculas orgánicas y a los nutrientes minerales. En particular,
median el transporte de boro (B), silicio (Si), selenio (Se), o arsénico (As) [69-72]. Además,
los NIP también pueden transportar glicerol, amoníaco, H2O2 y otros solutos entre la planta y
los simbiontes bacterianos [73-77]. Los NIP también pueden considerarse un nuevo marcador
del estado micorrícico durante la simbiosis de las micorrizas arbusculares (AM) [78].

APORTES
Es conocida, desde hace más de ciento veinte años, la capacidad de las leguminosas para
utilizar el N2 del aire, a través de la eficiente relación simbiótica que se establece entre estas
plantas y las bacterias fijadoras de nitrógeno (diazotrofas). El proceso de colonización de
estas bacterias, si bien ocurre de forma natural, en ocasiones no resulta del todo eficiente, lo
cual se debe, entre otras causas, a que la carga microbiana en los suelos es muy baja, como
producto de la erosión. En los últimos años se ha incrementado el uso de rizobios como
biofertilizantes, ya que los beneficios para las plantas y el suelo son apreciables. Es por ello
que la obtención de cepas de estos microorganismos para diferentes cultivos de leguminosas
y que se encuentren adaptadas a diversas condiciones edafoclimáticas, constituye una
alternativa económica y ecológicamente sustentable para la agricultura en el mejoramiento de
los cultivos, los suelos y los ecosistemas en general (Pérez et al., 2008).

Los SIP se localizaron en el retículo endoplásmico (RE) y se ha demostrado que facilitan el


transporte de agua con una permeabilidad al soluto diferente en comparación con otras AQP
[79]. Los SIP no están estructural y funcionalmente bien caracterizados. Los SIP de las
plantas pueden estar involucrados en la tolerancia a varios tipos de estrés, como el peróxido
de hidrógeno [80], la regulación B [81] y el estrés osmótico [82]. Curiosamente, al igual que
los XIP, los SIP también tienen un vínculo evolutivo entre las plantas y los hongos [83]. Se
necesita mucho trabajo para aclarar el papel fisiológico específico de los SIPs.

APORTES
Las plantas necesitan continuamente ajustar su estatus acuoso en respuesta a las condiciones
cambiantes del medio y las acuaporinas juegan un papel importante en estos procesos (61,
62). En particular, estudios genéticos y fisiológicos, han proporcionado evidencias del papel
de las acuaporinas en la regulación, en respuesta al estrés abiótico, del transporte de agua de
la raíz y de la conductividad hidráulica de la misma (Chávez et al., 2014).

Las plantas también responden al estrés por déficit hídrico a nivel celular y molecular. Una de
las principales respuestas al estrés hídrico es la modificación de la expresión génica,
relacionada con la producción de enzimas clave en la vía de síntesis de osmolitos, proteínas
con función protectora, enzimas antioxidantes, factores de transcripción y otras proteínas
involucradas en las respuestas al estrés hídrico. Los osmolitos, principalmente compuestos
orgánicos de bajo peso molecular, permiten el ajuste osmótico y facilitan la toma de agua por
la planta (Moreno, 2009).

Tanto la sequía como la salinidad resultan en estrés osmótico, que inhibe el crecimiento y
causa perturbaciones a nivel metabólico. El reconocimiento de los mecanismos bioquímicos y
fisiológicos involucrados en la osmorregulación ante estrés osmótico permite implementar
nuevas estrategias para el manejo y mejoramiento de los cultivos en condiciones de estrés
hídrico y salino. El transporte de agua por acuaporinas, el cierre estomático, la síntesis de
osmolitos compatibles, el transporte de iones a través de sistemas selectivos de sodio y
potasio y los no selectivos localizados en las membranas biológicas y la etrusión y
compartimentalización de sodio, son mecanismos reconocidos en las plantas para adaptarse y
tolerar cambios en el potencial hídrico. La osmorregulación da a las plantas capacidad para
tolerar condiciones de escasez de agua y salinidad elevada, con la expresión de mecanismos
adaptativos que evitan disminución de la fotosíntesis, alteraciones en la traslocación y
distribución de fotoasimilados y pérdidas en rendimiento, hechos significativos en el
funcionamiento normal de la planta y en la productividad de los cultivos (Rodríguez, 2006).

Los XIPs generalmente se asientan en la membrana de plasma y se expresan en toda la


superficie de la célula [84]. Los XIPs han sido caracterizados en protozoos, hongos y algunas
plantas no vasculares y vasculares. Sin embargo, los papeles funcionales del XIP en las
plantas siguen estando mal identificados. Los estudios han sugerido que la subfamilia XIP
funciona como un canal multifuncional no muy permeable al agua pero que favorece a los
solutos más grandes y no cargados [48,84,85]. Los XIP también pueden ser regulados
transcripcionalmente durante la simbiosis con el AM, y el papel potencial de los XIP sigue
siendo oscuro [78].

APORTES
Las acuaporinas pertenecen a una familia de grandes proteínas intrínsecas de membrana (MIP
en inglés) y están presentes en animales, plantas y bacterias. En las características de sus
secuencias se han establecido cuatro tipos de acuaporinas en plantas. Las dos más numerosas
se localizan en la membrana plasmática (PIPs) o en el tonoplasto (TIPs). No obstante, existen
otros dos tipos de acuaporinas, las homólogas a la nodulina 26 de soja (NIPs) y las pequeñas
proteínas básicas e intrínsecas (SIPs). En la literatura se describe la funcionalidad de cada
uno de los tipos de acuaporinas:
1. Las PIPs, presentan una alta permeabilidad al agua, aunque con diferencias entre cada
una de ellas. También permiten el paso de (CO2) y de glicerol.
2. Las TIPs, transportan agua a través de la membrana de la vacuola así como urea,
glicerol y amonio, por lo que se les ha atribuido una función en la osmoregulación del
citosol celular.
3. Para algunas NIPs, se ha demostrado que pueden transportar agua, aunque en menor
cantidad que las PIPs, así como glicerol y otros solutos no cargados.
4. Las SIPs, se localizan en la membrana del retículo endoplasmático y algunas
presentan también una cierta permeabilidad al agua.
Se han encontrado niveles elevados de expresión de genes de acuaporinas en tejidos con tasas
importantes de flujo de agua a través de membranas, como es el caso de las regiones de
crecimiento rápido, tallos, hojas y en las raíces, donde ocurre la captación del agua del suelo
(Ruiz et al, 2011).

3. Las acuaporinas en las interacciones planta-microorganismo


Las plantas son huéspedes de una multitud de microorganismos. En las interacciones
positivas, los microorganismos pueden aumentar la productividad y el rendimiento de sus
plantas hospederas e incluyen rizobios, micorrizas y rizobacterias promotoras del crecimiento
de las plantas (PGPR). Contribuyen principalmente a promover la absorción de nutrientes y el
agua o mejorar la tolerancia de las plantas [86-92], a pesar de los escasos efectos negativos de
las interacciones de las micorrizas arbusculares en el rendimiento de los cultivos [93]. Por
otra parte, numerosos hongos patógenos, bacterias y virus pueden disminuir la productividad
de las plantas de manera directa o indirecta.

Las acuaporinas han establecido actualmente funciones positivas en las plantas tanto en las
interacciones positivas como negativas planta-microorganismo. Las isoformas de las
acuaporinas consideradas en este artículo se resumen en el Cuadro 1. Micorrizas arbusculares

3.1. Interacciones positivas entre plantas y microorganismos

3.1.1. Rhizobia
Una interacción positiva bien caracterizada entre la planta y la microbacteria es la simbiosis
entre el rizobio y la legumbre. Las legumbres pueden establecer simbiosis con la bacteria
fijadora de nitrógeno (N2) rizobio, que conduce a la formación del nódulo de la raíz [113]. El
N2 en la atmósfera no está disponible para su uso directo por la mayoría de las plantas. La
simbiosis puede convertir el N2 en amonio inorgánico. La simbiosis de fijación del N2 es
significativamente importante para el aporte de nitrógeno respetuoso con el medio ambiente
tanto en los ecosistemas agrícolas como en los naturales. En la simbiosis rizobio-leguminosa,
las acuaporinas, especialmente las proteínas intrínsecas similares a la nodulina 26,
desempeñan un importante papel regulador en la absorción y asimilación del nitrógeno
(proteínas intrínsecas similares a la nodulina 26).

Los canales NIP tienen probablemente un papel multifuncional y potencial en el metabolismo


y la osmorregulación en los nódulos de la simbiosis rizobio-leguminosa. El papel más
importante de la nodulina 26 en la simbiosis rizobio-leguminosa es la fijación de nitrógeno,
incluyendo el transporte de NH3 y la asimilación de NH4+.

La asimilación de los simbiontes fija el nitrógeno al citosol de la planta, ya que la membrana


del simbionte actúa como una barrera. La nodulina 26 es una amoníaporina [76], y hay una
alta concentración de ésta en la membrana del simbionte, lo que facilita el transporte de
NH3/NH4+ de manera bidireccional [114]. De hecho, la Nodulina-26 posee una preferencia
cinco veces mayor por el amoníaco en comparación con el agua [76]. La dirección del
transporte dependería del gradiente de concentración de NH3 a través de la membrana del
simbionte. Al ser transportada al citosol de la célula infectada, la glutamina sintetasa (GS)
dependiente de ATP puede promover el ión amonio para ser asimilado en forma orgánica
[115]. Este proceso podría ser acelerado por la combinación del nódulo de soja GS citosólico
con el dominio terminal de nodulina 26 carboxilo [116]. La asociación de GS con la nodulina
26 puede facilitar la rápida asimilación del nitrógeno, impidiendo la acumulación de
amoníaco libre en el citosol, que tiene una potencial interacción con la GS para mediar el
flujo y la asimilación del amoníaco (Figura 1).

Figura 1. ​Nódulos radiculares que muestran regiones de fijación activa de nitrógeno, y un


modelo de efluente de nitrógeno y asimilación con la interacción de la nodulina
26/glutamina sintetasa (GS). El nitrógeno fijo dentro de la el espacio simbiótico puede ser
transportado por la nodulina 26. GS que se unen al dominio C-terminal de La nodulina 26
sirve como un sitio en la membrana del simbionte para la rápida asimilación del amoníaco, y
luego se libera en el citosol de la célula infectada. GS, glutamina sintetasa; Glu, glutamato;
Gln, glutamina; AA, aminoácido.

Se han sugerido funciones adicionales para la AQP en la simbiosis rizobio-leguminosa para


la TIP 1 (proteínas intrínsecas del tonoplasto). Durante la diferenciación de los nódulos
radiculares en el trébol de barril (​Medicago truncatula)​ , se demostró que un homólogo de
TIP1 se reorientaba transitoriamente del tonoplasto a la membrana del simbionte [97].
Además, la reorientación del TIP1g es importante para la distribución y maduración de los
simbiosomas en las células infectadas, lo que probablemente puede lograrse aumentando la
disponibilidad de agua [97].

APORTES:
Cabe destacar que la GmNOD26, la primera acuaporina vegetal que se ha identificado, se
expresa específicamente en nódulos simbióticos fijadores de nitrógeno formados tras la
infección de la soja por la bacteria Rhizobiaceae. Se han identificado nodulinas similares en
otras legumbres. La GmNOD26 es un componente importante de la membrana
peribacteroide, una membrana de origen vegetal que rodea al bacteroide y media los
intercambios con la célula de la raíz. Los anticuerpos obtenidos contra la forma nativa o
fosforilada de la GmNOD26 revelan que la máxima expresión de la proteína y su posterior
fosforilación coinciden con la maduración del bacteroide (Maurel et al, 2008).
3.1.2. Micorrizas:
Las micorrizas representan una interacción simbiótica muy común entre los hongos del suelo
y las raíces de las plantas. La interfaz de la planta con los hongos micorrícicos puede ser
intracelular (como en el caso de las micorrizas arbusculares (AM)) o extracelular (como en el
caso de las ecto-micorrizas (EM)). En cada caso, los micelios micorrícicos mejoran el estado
de los nutrientes y las relaciones hídricas de sus huéspedes, mientras que la raíz de la planta
proporciona metabolitos de carbono para la asimilación de los nutrientes. Las acuaporinas
juegan un papel importante tanto en el intercambio de agua como de nutrientes en la
simbiosis planta-micorrizas [117].

La conservación y la absorción del agua son dos mecanismos principales en simbiosis


planta-micorrizas para afrontar mejor las condiciones ambientales estresantes, como la
sequía, inundaciones, frío o salinidad [98,101,103,104,118]. Para mejorar las relaciones con
el agua, las simbiosis micorrícicas puede modificar activamente la función y la expresión
génica de las acuaporinas de las plantas para influir en las condiciones de flujo relativo de
agua apoplástica [42,119-122]. La regulación de las acuaporinas de las plantas parece diferir
entre los especies de plantas y hongos que participan en la simbiosis.

APORTES
Según Munch, el apoplasto o sistema apoplástico de una planta está formado por todos los
espacios intercelulares de los diferentes tejidos, incluida la pared celular y el xilema. Es decir,
que el sistema apoplástico de la planta está formado por la parte no viva de la planta. De otra
parte, el simplasto o sistema simplástico estaría formada por los citoplasmas de todas las
celulas, los cuales están interconectados entre sí por los plasmodesmos que unen los
citoplasmas de células adyacentes. Siguiendo la vía del apoplasto, el agua y los nutrientes
atraviesan la epidermis y la corteza hasta la endodermis vía apoplástica. Al llegar a la
endodermis el movimiento no puede continuar vía apoplasto, debido a la presencia de las
bandas de Caspari que obliga a que, tanto el agua, como los nutrientes penetren al citoplasma
de las células de la endodermis y continúen vía simplasto hasta la estela, donde agua y
nutrientes pasan al xilema de la raíz (Arjona, 1996). .

Micorrícico: Simbiosis AM
Las micorrizas arbusculares son capaces de establecer relaciones simbióticas con muchas
plantas [123]. Durante la formación de la simbiosis AM, las membranas plasmáticas de las
plantas sufren extensas alteraciones morfológicas que rodean estrechamente las hifas de los
hongos, lo que da lugar a un aumento de la superficie exterior de las células vegetales [124].
Como resultado, el simbionte puede adquirir nutrientes (principalmente fosfatos) y regar más
eficientemente que la raíz sola [125]. Las AQP promueven las alteraciones morfológicas de
las plantas para aumentar la eficiencia simbiótica. La acuaporina NtAQP1 de la membrana
plasmática del tabaco permite el paso del CO2 y contribuye a la promoción del crecimiento
de las plantas [126]. Además, la simbiosis AM da lugar, de hecho, a tasas alteradas de
movimiento de agua hacia, a través y fuera de las plantas huéspedes [127], y también
modifica la conductividad hidráulica de las raíces en condiciones de estrés específicas
[98,103,128,129]. Estos eventos han sido vinculados a las AQP.
En comparación con las plantas no AM, las plantas AM aumentaron significativamente el
flujo relativo de agua apoplástica [128] e indujeron cambios en la expresión de los genes que
codifican la acuaporina, como los TIP (proteínas intrínsecas de la membrana plasmática)
[119.120], PIP [42.130] y NIP [42]. La cantidad de proteína PIP2 y su estado de fosforilación
contribuyeron en gran medida a la regulación de las propiedades hidráulicas de las raíces
mediante la simbiosis AM en ​Phaseolus vulgaris​, y a la mejora de la conductividad
hidráulica de las raíces en situaciones de sequía, frío y salinidad en las plantas AM [98].

APORTES
La mayoría de las plantas terrestres establecen una asociación simbiótica con un grupo de
hongos del suelo llamados hongos micorrízicos arbusculares (HMA). La simbiosis
micorrízica arbuscular está presente en todos los ecosistemas naturales, incluso en aquellos
con condiciones ambientales más adversas. Los estudios ecofisiológicos que han investigado
la función de la simbiosis micorrízica arbuscular (AM en inglés) en la protección de las
plantas frente a la sequía, han demostrado que la simbiosis origina una alteración de la tasa de
movimiento de agua dentro y hacia fuera de las plantas hospederas, con efectos sobre las
relaciones hídricas y la fisiología de las plantas. Por lo tanto, se acepta que la simbiosis
micorrízica arbuscular (AM) protege a la planta hospedadora frente al déficit hídrico a través
de una combinación de efectos físicos, nutritivos y celulares. Las asociaciones micorrízicas
desarrollan múltiples funciones entre las que se destacan: un aprovechamiento más eficiente
de la zona radical a partir de un aumento en el volumen de suelo explorado, una mayor
resistencia a las toxinas (metales pesados), incremento de la translocación y solubilización de
elementos nutritivos esenciales, aumento de la tolerancia a condiciones abióticas adversas
(sequía, salinidad, etc.), así como cierta protección contra patógenos (Ruiz et al, 2011).
Al igual que en la simbiosis Rhizobia-leguminosa, esta interacción da lugar a profundos
cambios anatómicos de las células radiculares, lo que implica en este caso la diferenciación
de las estructuras de la membrana periarbuscular enroscada, que es el lugar de amplios
intercambios de nutrientes minerales (fosfato), carbohidratos (fotosíntesis) y agua con el
hongo. Esta especialización de la membrana da lugar a marcados cambios en la expresión de
los genes del PIP y el TIP, con un perfil específico que depende de la planta huésped o del
hongo simbiótico (Maurel et al, 2008).

Los primeros indicios de la alteración de la expresión de acuaporinas por parte de la


simbiosis micorrízica arbuscular (AM) fueron propuestos en el año 2000, encontrándose la
inducción de la expresión de acuaporinas tipo TIP en plantas de perejil, por lo que se plantea
que los genes de acuaporinas debido a la simbiosis micorrízica arbuscular serviría
probablemente para optimizar el intercambio de nutrientes y agua entre ambos simbiontes.
En los últimos años se ha encontrado que la respuesta de genes de acuaporinas a la simbiosis
micorrízica arbuscular (AM) es bastante compleja, ya que un mismo gen de acuaporina
responde de forma muy diferente dependiendo de las características intrínsecas del estrés
osmótico aplicado y esa respuesta depende, a su vez, de la presencia o no del hongo
micorrízado arbuscular en las raíces de la planta hospedadora (Ruiz et al, 2011).

Tolerancia a las tensiones abióticas


Ya está bien establecido que los AQP participan en la regulación de la tolerancia de la planta
huésped al estrés en la simbiosis AM como un proceso que depende tanto de los interactores
de la planta como de los hongos. Porcel y otros [99] observaron que las plantas micorrícicas
de tipo silvestre crecían más rápidamente que las plantas de tabaco en antisentido que se
dirigían a la micorriza NtAQP1 bajo el estrés de la sequía. Esto se relacionó con la reducida
eficiencia simbiótica de la AM con hongos, principalmente debido a la reducida expresión de
los genes PIP [99]. Además, la conservación del agua es un importante mecanismo de
tolerancia al estrés, y la reducción de las PCA protege a las plantas AM del estrés de la
sequía. Los genes PIP de ​Glycine max ​(GmPIP1, GmPIP2) y ​Lactuca sativa (LsPIP1,
LsPIP2) fueron regulados a la baja después de la infección por AM (​Glomus mosseae)​ bajo el
estrés de la sequía y las plantas AM aceleraron la regulación a la baja de estos genes en
comparación con las plantas no AM [101].

Esto se alineó con las conclusiones de experimentos anteriores, donde mostraron que la
sobreexpresión de los PIP en el tabaco transgénico o ​Arabidopsis tuvo un efecto negativo en
las plantas, causando un rápido marchitamiento bajo el estrés de la sequía [131,132].
Igualmente, en condiciones no estresantes, la sobreexpresión del gen PIP mejoró el vigor de
la planta. La disminución de la expresión de los genes PIP durante el estrés de la sequía en las
raíces de las plantas AM puede ser un regulador mecanismo para disminuir la permeabilidad
del agua de las membranas y limitar la pérdida de agua de las células [101,133].
Si este es el caso, la diversidad de especies de hongos AM y PIPs podría influir en la eficacia
del mecanismo de resistencia mencionado. Esto se demostró cuando las plantas de lechuga
fueron colonizadas con el hongo AM, ​Glomus intraradices donde no exhibían tal regulación
a la baja de la expresión del gen PIP, y las raíces tenían mayor permeabilidad al agua [101].
En un estudio comparativo de la colonización por ​G. intraradic​e o ​G. mosseae,​ la primera
absorbió el agua de manera mucho más eficiente [102]. Considerando el papel de las
isoformas del PIP, Aroca y otros [98] analizaron cuatro genes del PIP en raíces de ​Phaseolus
vulgaris que fueron o no colonizados por los hongos AM, y sometidos a la sequía, el frío o la
salinidad. La expresión del PvPIP1;1,PvPIP1;2, y PvPIP1;3 mostraron diferencias en las
plantas AM y no AM de acuerdo con el estrés impuesto. Diferentes genes mostraron función
diferencial y regulación por la simbiosis AM bajo las diferentes condiciones. A pesar de
tales sutilezas, la observación general de que las AQP parecen influenciar la permeabilidad
del agua y el flujo de nutrientes más eficientemente en las plantas AM con estrés parece ser
la regla general.

APORTES
Cuando las plantas detectan cambios en la disponibilidad de agua en el medio que las rodea,
sufren una alteración en el potencial osmótico; para balancear este cambio, las células
vegetales regulan la expresión de sus AQP. Se ha demostrado que estímulos ambientales
como sequía y salinidad, así como incrementos en la síntesis del regulador del crecimiento
vegetal, el ácido abscísico (relacionado con la percepción del estrés osmótico) traen como
consecuencia cambios en la regulación de los niveles de expresión de AQP. Trabajos apoyan
el papel de algunas AQP en la tolerancia al estrés hídrico. Se ha observado que la represión
de la expresión de AQP resulta en cambios en la conductividad hidráulica de las raíces,
velocidad de transpiración, permeabilidad osmótica y capacidad de las plantas para
recuperarse en suelos deficientes en agua (Coppo, 2008).

La actividad de las TIP se regula por señales del desarrollo así como ambientales, tanto a
nivel transcripcional como post-transcripcional. Estudios han mostrado que la expresión de
las TIP se regula por la salinidad. Análisis sistemáticos de la expresión de las TIP, en
respuesta al estrés abiótico se han llevado a cabo en ​Arabidopsis ​y maíz. Los resultados
indican que la mayoría de las TIP fueron reprimidas por la salinidad y la sequía en ambos
cultivos (Chávez et al, 2014).

Estudios demuestran que el efecto de la disminución de la expresión del gen PIP NtAQP1 en
plantas de tabaco mutantes antisentido micorrizadas para dicho gen, no afectó a la
colonización de la raíz por parte de dos hongos micorrízicos arbusculares diferentes, lo que
sugería que, o bien la función del gen NtAQP1 no es relevante para el proceso de
colonización radical, o que la disminución de la expresión de este gen ha sido compensada
por cambios en la abundancia o actividad de otras acuaporinas. Por el contrario, cuando se
evaluó la eficiencia simbiótica de los dos hongos micorrízicos arbusculares (AM), se observó
que bajo condiciones de sequía, la eficiencia simbiótica de ambos hongos micorrízicos era
mayor en plantas de fenotipo salvaje que en las plantas antisentido y que el transporte de agua
mediado por la acuaporina NtAQP1 es importante para la eficiencia de la simbiosis en
condiciones de sequía. La disminución de la expresión de genes PIP en plantas micorrizadas
en condiciones de déficit hídrico puede ser un mecanismo de regulación para limitar la
pérdida de agua de las células (Ruiz et al, 2011).

Transporte de solutos:
El papel del transporte de solutos mediado por AQP en AM también es importante. Varios
de las AQP de maíz regulados por AM (ZmPIP1;3, ZmPIP2;2, ZmTIP1;1, ZmTIP1;2,
ZmNIP1;1, ZmNIP2;1, y ZmNIP2;2) transportan glicerol, amoníaco o H2O2, así como agua,
que son vitales para el rendimiento fisiológico de las plantas en condiciones de agua de pozo
[103]. El glicerol también es transportado por el tabaco NtTIPa [100], ZmNIP1;1, ZmTIP4;1
y ZmTIP4 de maíz [103], OsTIP1;2, OsTIP3;2, y OsTIP4;1 de arroz [96].

Aunque la función fisiológica del glicerol en las plantas no está clara, el glicerol es una
importante fuente de carbono para los hongos patógenos [134] y puede ser importante para
establecer relaciones simbióticas [135,136]. Así, las AQP que transportan glicerol de la
planta al microorganismo facilitarán la simbiosis AM bajo estrés de sequía sostenido.

La regulación del movimiento del nitrógeno también está estrechamente relacionada con las
AQP en las plantas superiores. El PIP, Las subfamilias NIP y TIP pueden transportar
amoniaco y urea para mantener su equilibrio relativo entre el citoplasma y la vacuola
[37,137,138]. Casi todas las subclases del TIP en ​Arabidopsis transportan urea [139], como
lo hacen ZmNIP2;1, ZmNIP2;4, y ZmTIP4;4 en el maíz [137]. Esto es de relevancia directa
para la simbiosis AM, donde el nitrógeno inorgánico (amonio y nitrato) es asimilado y
transferido a la planta huésped [140],y la urea juega un papel como soluto intermedio
[141,142]. Tales sugerencias de ZmTIP1;1 y ZmTIP1;2, que fueron reguladas por la
simbiosis AM, han demostrado que transportan tanto amoníaco como urea [103].

Más allá de la nutrición, las AQP podría influir en los eventos mediadores de redox. Las
oxidasas generadoras de superóxido de nicotinamida-adenina dinucleótido fosfato (NADPH)
localizadas en la membrana plasmática son las principales fuentes de producción de peróxido
de hidrógeno apoplástico (H2O2) durante la simbiosis con el HAM. El H2O2 se acumula en
las células simbiontes y alrededor de las puntas de las hifas que intentan penetrar en una
célula huésped [143,144]. Esto puede reducir la penetración aumentando la respuesta de
defensa innata de la planta. Sin embargo, el H2O2 podría ser eliminado del sitio de
interacción por difusión a través de la membrana plasmática por los canales de AQP donde
puede ser reducido por potentes sistemas antioxidantes [24]. Por ejemplo, el ZmTIP1;1 se ha
demostrado que transporta H2O2 para su desintoxicación en condiciones de estrés [103]. La
generación de oxígenos reactivos son una característica de las especies común a muchos
estreses y es un acontecimiento central en las plantas. respuestas a ellos, así que el papel de
las AQP en el transporte y la reubicación del H2O2 como una desintoxicación o un
mecanismo de señalización debe ser estudiado más a fondo.

APORTES
Los estudios sobre las acuaporinas han conducido a la comunidad científica a descubrir otras
funciones de las mismas, más allá del transporte de agua a través de las membranas. El
transporte de solutos de gran significado fisiológico, tales como el CO2, H2O, boro, o ácido
silico, permiten relacionar las acuaporinas con muchas funciones que incluyen el
metabolismo de carbono, la respuesta ante el estrés oxidativo, y la nutrición mineral de la
planta (Chávez et al, 2014).

Las AQP también median el transporte de solutos pequeños como glicerol, urea, amoniaco y
manitol. Una acuagliceroporina que transporta agua y glicerol, se encuentra expresada en la
membrana peri-bacteriodal de los nódulos simbióticos de la raíz de plantas leguminosas como
Arabidopsis thaliana (​ Coppo, 2008).

Las plantas sometidas a estrés hídrico presentan un aumento en la acumulación de especies


reactivas del oxígeno (ROS), que generan un estrés oxidativo secundario en sus tejidos. Este
efecto puede detectarse por el estudio del daño oxidativo a lípidos de membrana (DOL). Se
ha visto que las plantas micorrizadas presentan menor DOL en condiciones de estrés hídrico
que las plantas no MA. De hecho, los resultados obtenidos revelaron que los niveles de DOL
no aumentaron en las plantas micorrizadas sometidas a sequía, y el aumento en las plantas
con raíz parcialmente micorrizadas fue (en porcentaje) menor que en las plantas no
micorrizadas. Además, las zonas micorrizadas de la raíz acumularon más glutatión a nivel
local y menos ascorbato reducido, lo que en conjunto dio lugar a una menor acumulación de
peróxido de hidrógeno (H2O2) en respuesta al estrés hídrico. Ello indica que las raíces
micorrizadas tienen un sistema antioxidante más eficiente. De hecho, los efectos diferenciales
en el daño oxidativo encontrados entre las plantas sometidas a sequía parcial nos indican
claramente que cuando la sequía afectó a los compartimentos micorrizados, el daño tuvo un
efecto localizado, restringiéndose a esa zona de las raíces pero manteniéndose en niveles
normales en el resto de la planta. Por el contrario, cuando la sequía afectó a raíces no MA, la
utilización y consiguiente disminución del ascorbato reducido no fue suficiente para evitar la
acumulación de H2O2 a nivel local en estas raíces, a pesar de una mayor actividad de la
enzima Ascorbato peroxidasa (APX), por lo que se generó un DOL mayor que afectó a toda
la planta por igual. De hecho, las plantas no micorrizadas sometidas a sequía parcial no
fisiológica mostraron el mismo comportamiento que las sometidas a sequía total y fisiológica,
demostrando más dificultades para enfrentarse al estrés hídrico desde el comienzo del mismo.
Esto mismo. Por el contrario, las plantas plenamente micorrizadas sometidas a sequía parcial
consiguieron evadir el estrés hídrico en su parte aérea, manteniendo todos sus parámetros
fisiológicos, así como los sistemas de protección osmóticos y antioxidantes, a niveles
similares a los de las plantas cultivadas en condiciones óptimas (Bárzana, 2014).
Micorrícico: Simbiosis EM
Otro tipo de interacción micorrícica es la simbiosis ectomicorrícica. En esta forma de
simbiosis, las hifas fúngicas son extracelulares a las células de las plantas y rodean
estrechamente las raíces, o forman una gruesa red conocida como una red Hartig entre las
células epidérmicas y corticales [145,146]. Los hongos EM proveen a la planta huésped de
nutrientes minerales y agua a cambio de compuestos de carbono del huésped [147]. Las AQP
juegan un papel importante en estos aspectos de la simbiosis EM.

Al igual que con los hongos AM, las AQP regulan las respuestas de las defensas de las
plantas para facilitar la simbiosis EM. En lugar de cultivos (frijol, soja o lechuga), las plantas
huéspedes de los hongos EM son en su mayoría plantas leñosas perennes con una fuerte
estacionalidad, y la simbiosis EM mejorará el transporte de agua de las raíces, lo que se ha
relacionado con el aumento de la expresión de AQP. Se ha demostrado que este aumento de
la AQP influye en la tasa de transporte de agua transmembrana y, en consecuencia, en la
conductancia hidráulica de las raíces, incluso en las vías de comunicación entre células
[35.106].

En el álamo, el PttPIP2;5 fue aumentado en las raíces EM en comparación con las plántulas
no micorrícicas, y esto fue más importante en condiciones de estrés hídrico. Análogamente, la
expresión de PttPIP2.2 y PttPIP2.4 fue mayor en las plantas de álamo micorrizado sometidas
a estrés por sequía [105]. Tarkka y otros [148] también encontraron un aumento en la
expresión de un gen SIP y cinco genes PIP en raíces de ​Quercus robur​ inoculadas con el
hongo EM. Algunos estudios mostraron que el aumento de la regulación de los genes PIP se
correlacionaba con una mayor conductancia hidráulica de la raíz y un mayor transporte de
agua intercelular desde el hongo EM hasta las células de la raíz en el álamo [104,105]. Esta
mayor expresión de los genes PIP con una mayor conductancia específica de la raíz podría
compensar parcialmente el hecho de que ciertas plantas tienen raíces de menor tamaño que,
de otro modo, podrían limitar el transporte de agua en plantas pequeñas [106]. Sin embargo,
el papel de las AQP en la simbiosis EM de las raíces no es una característica de todas las
plantas hospederas. En contraste con el álamo, la inoculación de ​A. muscaria en las raíces de
la pícea no tuvo ningún efecto en la expresión de las AQP de las raíces. Además, dos genes
PIP de la ​Picea glauca-​ inoculada ​Laccaria bicolor se reguló a la baja con una conductancia
hidráulica de la raíz mejorada [107].

Dejando de lado lo que podrían ser excepciones a una regla general, la literatura apoya
firmemente la importancia de las AQP en las simbiosis AM/EM en la regulación de las
relaciones planta-agua (contenido relativo de agua y el potencial hídrico de las hojas) y la
fisiología (morfología, nutrición, moléculas de señalización y otros solutos), que se resumen
en la figura 2.
Figura 2​. ​Modelo del papel de las acuaporinas (AQP) en las simbiosis de las micorrizas
arbusculares (AM)/ectomicorrizas (EM) combinadas con las relaciones planta-agua y la
actividad fisiológica. Las simbiosis micorrícicas promueven el crecimiento de las plantas
micorrícicas, con un sistema de raíces más grande (el lado derecho del sistema de raíces).
La cantidad de AOP en las células de las raíces de las plantas micorrícicas (lado derecho,
azul) es generalmente mayor que la de las células de las raíces de las plantas no
micorrícicas (lado izquierdo, gris). Las proteínas intrínsecas de la membrana plasmática
(PIP) y las proteínas intrínsecas similares a la nodulina 26 (NIP) se encuentran en las
membranas plasmáticas, y las proteínas intrínsecas del tonoplasto (TIP) se encuentran en el
tonoplasto (óvalo blanco). La regulación de las PCA de las plantas contribuye a la
promoción del crecimiento, la conservación del agua, el flujo de agua apoplástica y la
conductividad hidráulica de las raíces para mantener el contenido relativo de agua y el
potencial de agua de las hojas. La favorable relación con el agua promueve el transporte de
solutos y aumenta la tolerancia al estrés abiótico. Las especies de plantas y hongos también
podrían influir en la eficacia de la por encima de los mecanismos de resistencia.

3.1.3 Rizobacterias promotoras del crecimiento de las plantas (PGPR)


Las rizobacterias promotoras del crecimiento de las plantas (PGPR) son bacterias naturales
del suelo que habitan en las rizosferas y que facilitan el crecimiento de las plantas al mejorar
la productividad e inmunidad de las mismas en condiciones normales y de estrés [149]. Se ha
documentado ampliamente que el PGPR contribuye a la tolerancia de las plantas a la sequía y
la salinidad [108.150]. En tales condiciones, las plantas deben disminuir su potencial de agua
celular para seguir absorbiendo agua y así reducir el impacto del aumento de la salinidad o la
limitación del agua. Esto indica claramente una función para las AQP, pero la bibliografía
sugiere que las respuestas de las interacciones huésped-microbioma son específicas y
requieren una mayor caracterización [151].
Se ha demostrado que la inoculación con ​Azospirillum brasilense​, la especie bacteriana
fijadora de nitrógeno, da lugar a un aumento de la regulación del HvPIP2-1 en las plántulas
de cebada [108]. Las plantas de maíz inoculadas con ​Bacillus megaterium han mostrado una
mayor conductividad hidráulica de las raíces en comparación con las plantas no inoculadas
cuando se exponen a la salinidad, y esto se correlacionó con un aumento de la expresión de
ZmPIP1;1 y ZmPIP1;5 [109]. De manera similar, las raíces de ​Pantoea agglomerans y ​Zea
mays ​infectadas por ​B. megaterium mostraron una expresión alta-regulada de PIP2 y
ZmPIP1-1 regulada en condiciones de estrés salino, lo que contribuyó a aumentar la
conductancia hidráulica de las raíces en las plantas inoculadas [152]. Sin embargo, el
ZmPIP2;1 se reguló a la baja en las raíces inoculadas, aunque se reguló a la alza sólo por la
adición de sal. Este efecto de inoculación no se observó después de la transcripción cuando se
produjo la acumulación de ZmPIP1;2 [109], y era probable que aumentara la eficiencia en el
uso del agua de las plantas que interactuaban con el PGPR [153]. En las plantas de lechuga
inoculadas con ​Pseudomonas mendocina,​ el mantenimiento del contenido relativo de agua
durante el estrés de la sequía se correlacionó con una disminución del PIP2. De hecho, la
expresión del PIP2 fue significativamente mejorada por ​P. mendocina sólo en plantas
cultivadas en condiciones de buen riego [110].

3.2 Interacciones negativas entre plantas y microbios


La literatura apoya firmemente los papeles de las AQP en diversas formas de interacciones
simbióticas, pero se desconocen en gran medida los papeles de las AQP en las interacciones
negativas entre plantas y microorganismos. Los patógenos de las plantas utilizan eficazmente
los nutrientes de las plantas sólo para su crecimiento y supervivencia en detrimento de sus
plantas huéspedes. Los patrones de expresión de las AQP, manipulados por el patógeno,
podrían desempeñar un papel en esto, al igual que la deshidratación en el huésped que es un
síntoma común de la enfermedad. Los papeles de las AQP en tales interacciones negativas se
representan en la figura 3.

Al considerar los efectos de la AQP en la actividad fisiológica vinculada a las enfermedades,


los estomas son cruciales para el control del estado hídrico de las plantas en respuesta al
ataque de los patógenos, y son posibles puntos de entrada de los patógenos foliares (Figura 3,
verde). Las plantas tienen la capacidad de cerrar sus estomas después de la percepción de los
patrones moleculares asociados a los patógenos (PAMP) para restringir la invasión bacteriana
[154]. Rodríguez y otros [25] propusieron un modelo en el que el flg22 (un péptido derivado
de la flagelina de 22 aminoácidos, un PAMP) y el ácido abscísico (ABA) activaban el PIP2;1
mediante la fosforilación en un sitio conservado, para facilitar el transporte de agua y H2O2
para promover el cierre estomacal. La producción de H2O2 en las células de la guardia
estomatal parece ser provocada tanto por el ABA como por el PAMP, que pueden ser
transportadas al citosol por las AQP para mediar el movimiento estomatal, actuando a través
del PIP2;1 [25.155].
APORTES
La abertura de los estomas tiene una función esencial para las plantas e indispensable para los
humanos y todos los animales: tomar el dióxido de carbono (CO2) atmosférico y liberar el
oxígeno que respiramos los animales, producto de la fotosíntesis. La abertura y cierre de los
estomas se controla mediante la toma y pérdida de agua, respectivamente, por las dos células
que los forman: las células guarda. Mediante distintas técnicas de detección se han
encontrado ARN mensajeros y proteínas de varias acuaporinas en las células guarda de las
hojas del girasol (​Helianthus annus​) y de la espinaca, lo que sugiere que las acuaporinas
pudieran estar participando en la toma y pérdida del agua por las células guarda y, por tanto,
ser el medio por el cual las plantas controlan su transpiración. Las acuaporinas también
podrían estar participando en la transferencia del agua desde el xilema hasta los estomas de
las hojas. Se ha reportado que el tratamiento de hojas de girasol y de álamo temblón con
mercurio inhibe el movimiento del agua dentro de ellas. Aunque dicha transferencia resultaría
perjudicial para las plantas, se debe tomar en cuenta que la pérdida del agua a través de los
estomas cumple con dos funciones: 1) enfriar las hojas, pues para evaporarse el agua necesita
captar mucha energía, la cual proviene del calor producido durante la absorción de la luz
solar para realizar la fotosíntesis. Por consiguiente, cuando el agua se evapora se lleva
consigo el calor producido en las hojas, evitando que se quemen por la alta intensidad de los
rayos solares. 2) Conducir el agua desde las raíces hasta las hojas: por ser una molécula polar,
el agua tiene un extremo cargado negativamente y otro cargado positivamente. El extremo
positivo de una molécula de agua atrae al extremo negativo de otra, y de ésta manera se
forma una columna de agua en el xilema. Conforme ocurre la evaporación, las moléculas de
agua ascienden por el xilema para reemplazar a las moléculas perdidas, y al hacerlo jalan a
las moléculas que vienen detrás de ellas en la columna de agua. Por tanto, un aumento en la
transpiración de las plantas, mediada por las acuaporinas, en días muy calurosos, aseguraría
un mejor control de la temperatura de las hojas, mientras que la disminución de ésta cuando
la planta necesita mantener sus estomas abiertos para tomar el dióxido de carbono
atmosférico y realizar la fotosíntesis hace más eficiente el uso del agua por las plantas
(Amezcua y Vera, 2012).

El transporte de H2O2 apoplástico al citoplasma de las células vegetales se ha demostrado


mediante el AtPIP1;4 tras los desafíos al patógeno bacteriano, ​Pseudomonas syringae [26]
(figura 3, en amarillo). Una vez dentro de la célula, este H2O2, y por lo tanto AtPIP1;4,
desempeña un papel clave en las vías de inmunidad de las plantas. Así, en el citoplasma, el
H2O2 translocado activa la vía de la inmunidad activada por PAMP (PTI) para resistir a los
patógenos. También activa la biosíntesis del ácido salicílico, que actúa a través del
componente de señalización, NPR1, para establecer la resistencia sistémica adquirida (SAR)
[26]. El PIP1;4 también juega un papel en la inmunidad activada por efectores (ETI), en la
que los efectores son entregados por el patógeno al huésped como parte del proceso
patógeno. Ciertos genotipos de plantas pueden reconocer los efectores para iniciar la ETI.
En los patógenos bacterianos, la entrega de efectores se realiza a través de un tipo de
mecanismo de secreción que incluye la proteína harpín hpa1. La hpa1 interactúa con la
acuaporina PIP1;4 de ​Arabidopsis [156] y la OsPIP1;3 del arroz. Las interacciones del Hpa1
con ​Arabidopsis AtPIP1;4 median el transporte de CO2 y H2O y contribuyen a mejorar el
crecimiento de las plantas. En particular, este transporte de CO2 está relacionado con el
aumento de las tasas de fotosíntesis de las hojas. Por lo tanto, la detección de una proteína
bacteriana de arpón está conectada con la fisiología fotosintética para regular el crecimiento
de la planta [156]. En el caso de los virus, los TIP pueden interferir con la replicación viral
intracelular al interactuar con una proteína de replicación del virus del mosaico del pepino
(CMV) en el tonoplasto de la planta huésped [157]. Los datos de los interactótomos
proporcionan importantes indicios sobre la participación de las acuaporinas en las
interacciones huésped-patógeno.

Como el transporte de H2O2 es importante en las respuestas a los desafíos de un patógeno,


los cambios vinculados en la expresión de AQP también son cruciales para desarrollar
nuestra comprensión de la red de defensa. Las principales proteínas intrínsecas de las plantas
de cítricos, CsMIPs, mostraron expresiones diferenciales cuando se infectaron con
Candidatus Liberibacter asiaticus (Ca. L. asiaticus), el agente causal de la enfermedad de
huanglongbing [158]. La infección de Ca. L. asiaticus reprimió la expresión de los genes
PIP1A, PIP1-1, PIP1-3, mientras que indujo la expresión del gen SIP1A para afectar el estado
del agua y los nutrientes [44]. La expresión de AQP podría ser muy específica de la etapa de
infección y refleja diferentes papeles en un proceso dinámico. Así lo sugiere el patrón de
expresión del CaPIP1-1 en las hojas de pimiento afectadas por ​Phytophthora capsici​, que se
regularon al alza en la etapa de germinación de las esporas junto con el metabolismo de la
planta que se observó que cambiaba [112].

Figura 3. ​Modelo de vinculación mediada por AQPs del H202 apoplástico con el cierre
estomacal (verde) y las vías de inmunidad (resistencia sistémica adquirida (SAR) e
inmunidad activada por PAMP (PTI)) (amarillo). El H2O2 apoplásico puede ser inducido
por el patógeno o el patrón molecular asociado al patógeno (PAMPs, flg22), generado a
través de la actividad de la oxidasa NADPH (NOX) y translocado rápidamente en el
citoplasma bajo la regulación de AtPIP2;1 o AtPIP1;4. El ácido abscísico (ABA) y el flg22
(un PAMP) activan el AtPIP2;1 para facilitar el transporte tanto del agua como del H2O2, y
promover el cierre estomacal para restringir la invasión bacteriana. El H202 translocado
coopera con el SAR o el PTI para reprimir la patogenicidad. ABA, ácido abscísico; H202,
peróxido de hidrógeno; PAMP, patrones moleculares asociados a los patógenos; flg22,
péptido eubacteriano de 22 aminoácidos derivado de la flagelina; NOX, NADPH oxidasa;
PR, genes relacionados con la patogénesis; NPR1, no inductor de los genes PR1; SAR,
resistencia sistémica adquirida; PTI, inmunidad activada por PAMP.

APORTES
Es ampliamente conocida la función del ácido abscísico (ABA) en la respuesta de la planta
frente a la sequía en la inducción del cierre estomático y otros mecanismos de defensa de la
planta (Chávez et al, 2014).

4. Conclusiones y perspectivas
Las AQP parecen desempeñar varios papeles en las diferentes interacciones
planta-microorganismo, como se muestra en la figura 4. Las AQP transportan principalmente
agua y otras sustancias fisiológicas para mantener el contenido relativo de agua y el potencial
de agua de las hojas mediante la regulación de la expresión y la actividad de los genes
específicos de AQP en condiciones específicas de crecimiento. El mecanismo anterior es el
más establecido para las interacciones positivas entre plantas y microorganismos. Para las
interacciones negativas planta-microorganismo, las AQP utilizan la señalización en las
células de defensa para ajustar los estomas y pueden interactuar con los efectores de los
patógenos o la replicasa, y también pueden inducir la resistencia de las plantas mediante la
señalización de H202. En total, las AQP son responsables de mantener la homeostasis del
agua y los nutrientes y de aumentar la resistencia contra los patógenos. Aunque numerosos
estudios han dilucidado el posible papel de las AQP en las interacciones
planta-microorganismo, es necesario seguir estudiando los mecanismos detallados de las
AQP que regulan las interacciones planta-microorganismo como canal de otras sustancias o
de señalización. Y en el futuro se debería prestar atención a las siguientes cuestiones:

1. Las AQP es una proteína de canal, y las investigaciones futuras deberían centrarse en
la identificación de su capacidad para transportar micelio, esporas o pequeños
metabolitos secundarios del patógeno.
2. Regulación de la AQP por diferentes interacciones planta-microorganismo en
procesos complejos y señalización así como complejos factores transcripcionales,
traslacionales y postranscripcionales.
3. El papel de las APQ de los microbios en la regulación de la interacción
planta-microorganismo.
Figura 4. ​Actualmente, los AQP han establecido funciones positivas en diferentes
vías de las plantas en las interacciones positivas y negativas entre plantas y
microbios. En el caso de las interacciones positivas entre plantas y microbios, las
AQP transportan principalmente agua y otras sustancias fisiológicas para mantener
el contenido relativo de agua y el potencial de agua de las hojas mediante la
regulación de la expresión y la actividad de genes específicos de las AQP en
condiciones de crecimiento específicas. Para las interacciones negativas
planta-microorganismo, los AQP utilizan la señalización en las células de guarda
para ajustar los estomas y pueden interactuar con los efectores de los patógenos o la
replicasa, y también pueden inducir la resistencia de las plantas mediante la
señalización de H202.

APORTES:
Las acuaporinas están presentes en todos los seres vivos y son las proteínas que regulan el
transporte del agua en la membrana, intracelular y extracelular, así como de otros
compuestos, su comportamiento es regulado por el estrés biótico y abiótico.

Las acuaporinas se encuentran en todos los tejidos y órganos de las plantas; sin embargo, no
todas están presentes en las mismas células ni en los mismos tejidos y órganos. Algunas
acuaporinas se encuentran presentes en células, tejidos u órganos durante todo el ciclo de vida
de las plantas, mientras que otras sólo aparecen durante alguna etapa específica del
desarrollo, o bajo ciertas condiciones ambientales. La gran diversidad de las acuaporinas en
las plantas denota la importancia que deben tener estas proteínas durante el crecimiento y
desarrollo de las plantas (Amezcua y Vera, 2012).

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