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CUENTOS POPUPLARES

LA ESQUIZOFRENIA BENDITA

Cuando empecé a escribir estas líneas, eran tiempos duros para la humanidad. El
mundo era flagelado por un virus mortal llamado covid-19, este virus se originó
misteriosamente en la ciudad de Wuhan, en la República Popular China, y llevó
hacia la muerte a miles de vidas humanas. Sin embargo; para Juan José León, no
pasaba absolutamente nada, pues él no habitaba este mundo, porque su
imaginación era de otra dimensión.

Él se encontraba físicamente interno en un hospital psiquiátrico ubicado en la


cálida ciudad de Piura, al norte del Perú. No se daba cuenta de lo que pasaba en
el exterior de su internado, pues vivía en otra realidad con su imaginación
desbordada. Él y yo nos conocimos, cuando yo tenía siete años de edad
aproximadamente, él ya era adulto y muy amigo de mis padres. Siempre pasaba
por casa a conversar, sus visitas eran amenas, pero a pesar de ello; yo ya notaba
la presencia de algunos síntomas del mal que hoy lo aqueja; y por tanto, lo
mantiene internado. Este mal es una enfermedad de tipo siquiátrica que la ciencia
médica ha denominado como esquizofrenia paranoide.
El deterioro de su salud mental tuvo un origen, se le atribuye a una dura e injusta
golpiza que le dio un padre sobre protector de su hija, cuando Juan José era
adolecente. Cuando Joven, Juan José tuvo la mala suerte de encontrarse con ese
tipo en su camino, un sujeto que no toleraba que su muy encumbrada hija se halla
enamorado de un hombre de condiciones humildes, de test oscura y sin abolengo.
Ese fue su pecado y ese fue el origen de su locura.
Aquella dura golpiza le generó la esquizofrenia que hoy padece, le azotaron la
cabeza contra el suelo sin piedad, o lo mataban o lo dejaban Loco, pero por
cualquiera de esos motivos ya no se casaría con quien para él fue el amor de su
vida, sin embargo; Dios le permitió vivir, y no sólo eso, le regaló un mundo para
hacerlo sin maldades y sin prejuicios.
Así empezó su enfermedad y se fue agravando con el pasar del tiempo. No tuvo
otro camino que amar en silencio y desde lejos, a pesar de la injusta golpiza que le
propinaron, aquella joven mujer seguiría siendo el gran amor de su vida, sin
embargo ella murió trágicamente en un accidente de tránsito. Así el destino le
arrebataba de forma cruel lo más preciado a aquel sujeto violento que impidió que
dos seres humanos sean felices juntos, la joven murió inmediatamente, alejándose
para siempre de su impulsivo padre y también de Juan José; a pesar de ello, tuvo
la fuerza de seguir su vida, entre sus crisis y la cordura, logró casarse y tener
hijos, y construir su propia familia.

Un buen día, él y su esposa migraron hacia Madrid, España; buscaban un mundo


mejor, pasaron de todo por esas tierras; sin embargo, tuvieron que regresar
porque a Juan José lo deportaron, su enfermedad empezó a manifestarse y los
españoles decidieron regresarlo al Perú para evitarse problemas.

A su retorno de Europa, pude pasar más tiempo con él, entre diálogos
interminables; su mente demostraba que no conocía el odio, su imaginación le
decía por ejemplo que quienes trabajaban en la NASA, no sabían absolutamente
nada. Por ello; para él, NASA significaba: nada sabe; y en medio de esa locura lo
consideré un hombre sabio; porque sus consejos eran valiosos y oportunos, por
eso; siempre lo escuché y seguí al pie de la letra sus recomendaciones.

Su enfermedad se fue agravando cada vez más y más con el pasar del tiempo,
tuvimos que llevarlo a internar por primera vez a Piura, aparentaba bienestar en su
aspecto físico, era alto, moreno y de rasgos finos, y cuando llegamos al hospital
psiquiátrico, el médico que nos recibió preguntó: quien es el paciente? Y él muy
audazmente sindicó a un amigo que nos acompañaba, generando una situación
anecdótica, pues casi internan a la persona equivocada.

En medio de su locura, le sucedió otro evento trágico, esta vez perdió a su hija, la
niña fue vil y cobardemente asesinada en la vía pública en medio de un asalto, en
la ciudad de Tumbes. Fue un momento nefasto y duro para él y para su familia,
este hecho lo condujo con mayor rapidez hacia la locura.

La vida continuaba, él lejos de la cordura parecía no entender lo que le había


tocado vivir, aquellos momentos trágicos no se encontraban en sus realidades ni
en sus imaginaciones, por eso; su esquizofrenia era bendita, le evitaba el
sufrimiento, Dios quiso que sea así.

Tiempo después, ya totalmente loco, tuvo que ser internado por segunda vez, en
el hospital donde actualmente se encuentra; y mientras pasaba sus días ahí; llegó
la pandemia del mortal virus covid-19 al Perú, y su natal San Pedro de los Incas
Corrales, distrito de Tumbes no fue ajena a la enfermedad. Sin embargo; para él,
ese virus mortal hasta hoy no existe, es más, en su mente no existe nada malo,
todo es bueno; en su realidad construyó ciudades de tres pisos, dónde en el
sótano transitaban autos, en el primer piso describía casas ordenadas donde
habitaba la humanidad y en el último piso, se hacía deporte al aire libre. Así era su
mente, si acrimonia, sin odios ni rencores, sin vanidades y sin imperfecciones.
Estando ya él internado, la pandemia se llevó a quien fue la madre de sus hijos, y
creo que aún no está enterado de este penoso suceso, y si le dijeron o se enteró,
su esposa ya debe ser un personaje hermoso dentro de los cuentos que se
desarrollan en su imaginación y en aquel mundo donde él y sólo gente especial
habita. Quisiera que en esa imaginación que posee, me recuerde con la misma
nostalgia con la que yo recuerdo a mi gran amigo Juan José León, un soldado de
otra realidad, que Dios quiso evitarle el sufrimiento regalándole una vida en otra
dimensión.
Agosto, 2020.

Francisco Dios.

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