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Prof.

Sonia Leyva Salazar


• Tras el paso de Jesús por la tierra, los
Apóstoles y sus seguidores más
inmediatos comenzaron a propagar sus
enseñanzas y a formar pequeñas
comunidades que fueron el germen del
cristianismo. Lógicamente, estas
primeras comunidades cristianas
estaban formadas por judíos, ya que no
hay que olvidar que Jesús perteneció a
ese pueblo y la gente entre la que vivía
procesaba esa religión y en un principio
ambas religiones estaban bastante
unidas, ya que algunos seguidores
trataron de introducir las enseñanzas de
Cristo en las sinagogas. Sin embargo,
no fueron bien recibidos y poco a poco
se forman comunidades separadas que
fueron perseguidos por los judíos
tradicionales.
En este libro se narra como tras la muerte de Jesús se fueron formando
comunidades cristianas en torno a los Apóstoles y también a los seguidores que
lo conocieron y lo siguieron en persona. Son muchos los datos que nos da,
como el hecho que vivían en comunas y aquellos que se unían en muchos
casos vendían todas sus posesiones, poniendo su dinero a disposición de toda
la comunidad.
Pronto establecieron los primeros sacramentos, siendo fundamental la
Eucaristía, que la hacían en recuerdo de lo que Jesús hizo en la última cena, al
partir el pan y compartir el vino. También el bautismo, que era la forma en la que
un niño se desprendía del pecado original y pasaba a formar parte de la
comunidad religiosa.
Muy pronto, las primeras comunidades cristianas se extendieron más allá de
Palestina y comenzaron a llegar a todos los rincones del Imperio Romano. Fue una
expansión muy rápida, ya que todos los fieles participaban del hecho de propagar las
enseñanzas de Jesús.
«Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Acudían asiduamente a la
enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las
oraciones. El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban
muchos prodigios y señales. Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en
común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos,
según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos los días con
perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el
alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la
simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que
se habían de salvar». (Hch 2, 41-47).
Este fragmento de los Hechos de los Apóstoles resume como las primitivas
comunidades cristianas asentadas en la zona de Palestina comenzaron a
organizarse.
Hemos visto ya que los cristianos originales repartían todo lo que tenían entre ellos
y con los menos agraciados y que practicaban el bautismo y la eucaristía. Veamos
otras de las características de estas primeras comunidades cristianas:
– No discriminaban a nadie : aceptaban en la comunidad a pobre y a ricos, a
hombres y a mujeres a esclavos y a libres. Todo esto, que puede parecer muy
normal hoy en día, era altamente revolucionarios para la época y uno de los motivos
por los que eran considerados tan peligrosos por el poder establecido.
– Comenzaron a establecer una organización: aunque todos eran iguales, era
necesario establecer una orden que velara por la comunidad. Comenzaron a
aparecer los primeros diáconos, que eran los que se encargaban del cuidado de
enfermos y débiles y de conseguir la comida y el dinero para que la comunidad
sobreviviera.
Los ancianos más sabios y con estudios eran los encargados de transmitir las
enseñanzas, es decir, hacían el papel de los sacerdotes actuales, dirigiendo también
las reuniones. Se les conocía como presbíteros.
Los llamados profetas se encargaban del ganado, el vino y el aceite. Tanto de su
custodia como de conseguir donaciones para la supervivencia de la comunidad. Estos
profetas eran una especie de sumo sacerdotes, algunos procedentes de los templos
judíos que habían abrazado las nuevas enseñanzas. Con el tiempo estos profetas
fueron alejados de las comunidades debido a diferencias y luchas internas y su
trabajo pasó a realizarse por los presbíteros de rango más elevado, que acabaron
siendo conocidos como obispos.
A finales del siglo I había ya tres ministerios establecidos: Diaconado (los diáconos),
presbiterado (sacerdotes) y episcopado (obispos)
- Se propagaron: La principal de sus misiones era la de propagar la palabra y las
enseñanzas de Jesús por todo el mundo. Las primeras comunidades fueron las
formadas por los Apóstoles, la Virgen María y los seguidores originales de Jesús, así
como los que se unieron en Jerusalén. La primera expansión se realizó hacia
Antioquía y de allí llegaron hasta Roma. -
LAS PRIMERAS COMUNIDADES
CRISTIANAS: LAS PERSECUCIONES

Tras la muerte de Jesús, los cristianos comenzaron a sufrir persecuciones que en un


principio fueron simples arrestos, pero que más adelante fueron a peor. El primer
mártir fue San Esteban, muerto tras una de las persecuciones más duras que se
habían llevado a cabo hasta el momento por parte de las autoridades judías, en el
año 34 de nuestra era, es decir, tan solo un año después de la muerte de Jesús. Uno
de los líderes de esa persecución fue Saulo de Tarso, que más tarde se convertiría al
cristianismo bajo el nombre de Pablo de Tarso.
Cuando las primeras comunidades cristianas llegaron a la misma capital del Imperio
Romano comenzaron a expandirse rápidamente. Solo reconocían a un Dios y eso
iba en contra de la religión politeísta romana, que además consideraban que el
emperador tenía carácter divino. Al negar esto, ya que para ellos el emperador era
un hombre, sin ningún poder divino, se les consideró traidores al poder establecido y
fueron perseguidos y asesinados. La primera persecución fue la ordenada por
Nerón, entre los años 64 y 68, acusando a los cristianos del incendio que asoló
Roma, tratando de este modo de acallar los rumores que decían que fuera él quién
ordenara prender fuego a varios de los barrios de la ciudad. Según cuentan las
enseñanzas cristianas, los apóstoles Pedro y Pablo murieron durante esta época en
manos de los soldados romanos.
La peor de estas persecuciones tuvo lugar entre los años 303 y 313 por orden del
emperador Diocleciano. Es la época de los grandes mártires y de las historias de los
cristianos asesinados en los circos. También es cuando aparecen las catacumbas,
enterramientos bajo tierra que también servían de lugar de reunión para las
comunidades, ya que era un lugar clandestino dónde no se los localizaba fácilmente.
En el año 313 se firma el “Edicto de Milán”, que pone fin a la persecución a los
cristianos y que fue firmado por Constantino I el Grande y Licinio, dirigentes de los
imperios romanos de Occidente y Oriente. En este edicto se promulga la libertad de
culto.
Aunque estas son las persecuciones a los cristianos en sus inicios, cuando se
formaron las primeras comunidades, no hay que olvidar que por desgracia las
persecuciones religiosas han estado presentes a lo largo de toda la historia del
hombre y aun hoy en día siguen existiendo matanzas por cuestión de religión a
cristianos en muchos países de Asia y de África.

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