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Autor: Aníbal Quijano.
Año: 1999.
La principal premisa de la lectura parte del conflicto que se genera en América Latina y el Caribe
entre la reorganización cultural, las tendencias represivas hacia las culturas locales y la absorción
de estos ámbitos culturales en el poder social dominante. Conflicto cuyo origen es la experiencia
histórica de la constitución de América - su conquista y colonización-.
En este proceso de reorganización cultural la globalización se forma como una parte
fundamental. De modo que, se experimentan varias cosas: la reconcentración del poder en
manos de funcionarios del Estado y el capital, la globalización de las luchas de los dominados y
la irrupción de la diversidad.
En este sentido, el lugar de América Latina y el Caribe es fundamental indagarlo en el foco de
atención a esta reorganización cultural. La colonialidad del poder funge como categoría para
explicar la estructuración de la modernidad a partir de América Latina y el Caribe. La
constitución de tal colonialidad parte desde un hecho histórico preciso: la conquista. Poblaciones
amerindias fueron obligadas a integrarse a un patrón de poder configurado por los siguientes
rasgos.
En primer lugar, la idea que subyace en la relación entre colonizados y colonizadores es la
clasificación social a partir de la raza. En un segundo momento, también se construyen
identidades a partir de aquella clasificación social, de modo que surge las categorías de Indio,
Blanco y Mestizo. Aquella distribución de identidades, fundamento de la configuración colonial
americana, da como resultado también la articulación de las diversas formas de explotación y
control del trabajo a partir de las relaciones raciales y de género. De igual forma, la relaciones
jerarquizadas también produce una reproducción de tales relaciones. En términos culturales y de
cosmovisión, las sociedades dominadas fueron reprimidas por parte del poder colonial, de modo
que símbolos, creencias y experiencias colectivas fueron suprimidas o asimiladas bajo el nuevo
patrón de poder.
Estas lógicas, también implica dependencia histórico-estructural entre dominados y
dominadores. Así pues, el eurocentrismo como. perspectiva de conocimiento se vuelve
hegemónica.
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Lectura: Imperialismo y cultura.
Autora: Madan Sarup.
El propósito de la presente lectura es indagar la relación que existe entre cultura e imperialismo
desde la perspectiva poscolonial, cuyo énfasis en la constitución de identidades mundiales. Así,
Madan Surup nos dice que el colonialismo e imperialismo tuvieron como. proyecto la
constitución de un individuo/sujeto, que parte de la idea de educar a los nativos. Ya fuera en la
medida de la evangelización o de la educación letrada y científica. Aquel proyecto parte de la idea
de que el europeo era superior en comparación con otros pueblos y culturas no europeos.
En esta lectura se toma como punto de partida la postura teórica de Said en referencia al
orientalismo, colonialismo e imperialismo. Respecto al primero dice que la disciplina del
orientalismo fue un estilo europeo para tener autoridad sobre oriente y dominarlo, en donde
subyace una rígida oposición binaria entre lo nuestro y lo de ellos. De modo que, a partir de esta
referencia se puede extrapolar la afirmación de que los saberes académicos y las instituciones del
poder tuvieron una convivencia estrecha. Nos dice Sarup que el orientalismo justificó el
colonialismo por anticipado (P. 26).
Referente al imperialismo, la idea con la cual empieza Sarup es que para Said, la relación entre
amo y esclavo participan de una misma historia, cuyo inicio puede verse con cierta consciencia
de modernizar, instruir y "civilizar" los nativos. En este sentido, la historia parece originarse en el
momento del contacto cultural dejando de lado la historia nativa en la medida en que es
caracterizada como una época de Barbarie (Fanon). Así mismo, también el poder colonial e
imperial construye actitudes de control (p. 27) que se constituyen como estructuras de actitud y
referencia que relaciona intereses grupales y crea unas ideas y deseos socialmente deseables. Estas
actitudes de control conforman una unanimidad sobre la idea de la existencia de razas sometidas
que deben ser gobernadas, así, también crean diferencias entre razas subyugadas y primitivas, y
pueblos superiores o civilizados (p. 29).
A partir de lo anterior hay que anotar dos cosas. En principio, la relación entre el texto/narrativa
y la realidad material y concreta. Said propone un análisis global en el que se considera que textos
e instituciones materiales trabajan en conjunto (p. 27). En segundo lugar, está el papel de los
saberes académicos cuyo ejemplo claro es la geografía. Para Said, el imperialismo también es un
acto de violencia geográfica a través del cual cada espacio del mundo es explorado, cartografiado
y finalmente controlado (p. 24 y 28).
Todos estos elementos ayudan a constituir las identidades del mundo global a partir de una
perspectiva eurocéntrica y polarizadora.
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Lectura: Globalización, procesos civilizatorios y reubicación de lenguas y culturas.
Autor: Walter Mignolo.
En esta lectura se plantea la globalización en vocabulario sociohistórico en el cual se dice que
este proceso comienza con la expansión de occidente desde 1500. Dos posturas leen este
proceso de tal manera, desde un ámbito económico se tiene el modelo del sistema mundo de
Wallerstein. Por otro lado, tenemos la idea de proceso civilizatorio de Norbert Elías, en la cual
éste hace una lectura de una conciencia europea de la preocupación por civilizar y cristianizar el
resto del mundo. De modo que la noción de civilización es la base de una misión civilizadora
construida a partir de la Ilustración europea.
La civilización fue el sello característico de la Europa cristiana y el criterio sobre el cual se medirá
las otras sociedades, esta noción logra un alcance universal una vez Europa se expande por todo
el mundo en lo que se conoce como colonialismo. Así, el discurso de civilización tiene dos caras,
de un lado es funcional para la construcción de naciones Estado mientras que a su vez funciona
para legitimar la expansión colonial. Además de la justificación de la expansión colonial europea,
también sirve para fundar un campo de estudio donde Europa se erige como lugar de
enunciación mientras que los demás pueblos son los lugares enunciados.
En el siglo xix tuvo lugar un viraje en las nociones de civilización, puesto que se deja atrás el
debate de los confines de la humanidad, esto es, quienes tienen alma y quienes no (debate entre
sepulveda y de las casas). Pasa entonces, de los confines de la humanidad a los confines
históricos, pues en vez de una ubicación geográfica (nuevo mundo) ahora el debate de
civilización se centra en un lugar cronológico, es decir, se plantea una jerarquía histórica donde la
civilización europea es el punto más alto de la evolución cronológica. Entonces, a finales del
siglo xix los caníbales del período colonial se convirtieron en los primitivos de la era de la
expansión colonial, así pues, se da el espacio en el siglo xix de construir una línea divisoria entre
civilización y barbarie, que además de ser una línea divisoria espacial y cronológica, también es
una línea divisoria epistemológica. De modo que el bárbaro era quien habitaba en tierras baldías
y geográficamente apartadas de las redes comerciales, pero también era quien tenía "espacios
vacíos" del pensamiento, teoría y la producción intelectual, así pues, los bárbaros no tenían
conocimiento, pensamiento o racionalidad.
Esta dicotomía en Latinoamérica se dio a partir de los procesos de independencia, puesto que
creó las condiciones para articular los dos conceptos; civilización y barbarie, la cual fungió como
justificación ideológica para el colonialismo interno.
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Lectura: Cultura como campo de batalla ideológico del sistema mundo moderno.
Autor: Inmanuel Wallerstein
Para Wallerstein el uso que se hace del término "cultura" en las ciencias sociales esconde una
confusión singular. En primer lugar, el término se usa para dar cuenta de un conjunto de valores,
normas, comportamientos y creencias particulares a cada cultura: características que no son ni
universales ni individuales, sino grupales. De modo, que este uso (uso I) hace referencia a las
formas en las cuales unos grupos se distinguen de otros. Por otro lado, existe otro uso que señala
las formas diferenciales dentro de un mismo grupo, así se usa cultura (uso II) para diferencias las
artes refinadas de la cultura popular o masiva.
Esta confusión, sostiene Wallerstein, ha persistido por mucho tiempo lo que hace pensar que son
deliberadas y que por ello, es un punto de partida para el análisis del sistema mundo en el cual ha
tenido lugar, puesto que la confusión intelectual puede ser consecuencia del desarrollo histórico
del sistema y reflejo de su lógica.
En el caso del uso I, Wallerstein sostiene que su uso no lleva a mucho en el análisis histórico, ya
que no queda claro cuales son los grupos que tienen cultura (uso I) y cuáles no, así que al no
poder responder cómo sabemos cuáles grupos tienen cultura el escepticismo frente a su uso
aumenta. En cuanto al uso II, dice el autor, parece más ser una máscara ideológica para favorecer
los intereses de ciertas personas. A partir de tal confusión, el propósito del texto es rastrear el
desarrollo histórico del concepto cultura en el sistema mundo Moderno.
Comenzando se expone las realidades del sistema mundo que tienen implicaciones para las
formulaciones teóricas que permearon el sistema. La primera de ellas es el establecimiento de una
división única del trabajo y de procesos de producción geográficamente muy vastos. En segundo
lugar, tenemos que el sistema funciona siguiendo un patrón de ciclos rítmicos, esto es, expansión
y contracción de la economía mundial, que en cada crisis la economía tiene la necesidad de
expandirse a las fronteras geográficas.
En el capitalismo basado en la acumulación interminable de valor/capital y plusvalía, crea una
presión sobre el trabajo para que produzca más a cambio de menos remuneración, esto sería lo
tercero. En cuarto lugar, esta acumulación de capital requiere la movilización no sólo de bienes y
capital, sino también fuerza humana. Por último, el sistema mundo Moderno polariza y
construye contradicciones, entre una incesante acumulación de capital y un deterioro en la vida
de otros sujetos ¿cómo lidiar con aquellas contradicciones?
Ahora bien, la cultura como autoimagen ideal de la economía mundial capitalista es producto de
los intentos colectivos a lo largo de la historia de manejar aquellas contradicciones socio políticas
que crea el sistema. La categoría cultura ha sido usada para la afirmación de realidades inmutables
en un mundo de constantes cambios y cultura en el uso dos como justificación de las
desigualdades del sistema. ¿Cómo se logra tal cosa? A esto responde el autor que el concepto de
cultura no es una construcción neutral de modo que el proceso mismo de construcción del
concepto se convierte en un campo de batalla ideológico (p. 172).
Para analizar este campo de batalla es ilustrativo ir a un complejo ideológico conformado por
dos doctrinas: el universalismo y el racismo-sexismo. Este complejo forma un zigzag ideológico
que tiene como fondo las confusiones inherentes al concepto de cultura (I) (II).
A continuación se mostrará este zigzag en los cinco elementos antes dados del sistema mundo
moderno.
1. En lo referente a la expansión geográfica del capitalismo el universalismo es reflejo de
este proceso: Política, Ciencia, Derechos y ciudadanía. Igualdad. En cuanto al
racismo-sexismo, el primero legitima las desigualdades y las jerarquías, declarando que un
grupo es inferior desde un punto de vista genético y cultural (II) de modo que el inferior
no desempeña actividades que el superior si puede (p. 176).
2. Desde lo referente a la contradicción entre modernización y occidentalización se presenta
la idea de Europa como cultura universal, donde el carácter evolucionista de la historia es
imperante. Entonces, para ser moderno era necesario ser occidental y adoptar la cultura
de ésta.
3. La contradicción entre trabajar más y recibir menos se ve motivada ideologicamente por
el universalismo en cuanto a la adopción de una ética del trabajo que funge como valor
universal, así mismo, a partir del racismo-sexismo se crea e institucionaliza una
correlación entre grupos de estatus bajos e ingresos bajos, justificada a partir de la
imposibilidad de estos grupos subalternos de adoptar efectivamente la ética del trabajo.
Esta deficiencia en la adopción también se sustenta en términos genéticos y culturales
(II), creando el contraste entre culturas dominadas y culturas dominantes (p. 179).
4. El problema de la legitimidad en un contexto de cambio como el moderno sistema
mundo, tiene la cultura (I) como un elemento unificador en tiempos de cambios creando
una cultura nacional y apelando a un alma colectiva.
5. En el aspecto polarizador del sistema, la desigualdad en la distribución de recursos se
encubren ideológicamente diciendo que el fenómeno de la desigualdad es transitorio. El
universalismo dice, entonces, que todas las sociedades y estados pueden desarrollarse,
mientras que el racismo sostiene que si unos estados o sociedades se han desarrollado y
otras no, esto es causa de la adopción diferencial de ciertas cosas (el uso uno a nivel
estatal y uso dos a nivel global - adopción de la cultura occidental).
Tenemos que la pareja ideológica del universalismo y el sexismo han sido un medio muy efectivo
para contener las tensiones contradictorias del sistema mundo. Pero a la vez que han servido al
sistema para mantener a raya las tensiones, también han tenido lugar en procesos de cambio y
transformación.
Los movimientos antisistémicos es el último aspecto de la cultura como campo de batalla. ¿Qué
tipo de cultura encaraba?
1. Uso uno, los movimientos encarnan la cultura de la economía mundial capitalista: están
impregnados de la pareja ideológica del universalismo-racismo sexismo.
2. En su uso dos, aboga por la creación de una cultura teorética. Crear la nueva cultura
dominante dentro del sistema.
Lo que han llevado a cabo los movimientos antisistémicos desde mediados del siglo xix es la
satisfacción del sueño liberal a la vez que son sus críticos. Posición que en ninguna medida es
cómoda. La idea liberal del triunfo del universalismo sobre el racismo-sexismo se ha traducido en
dos imperativos operacionales estratégicos; la difusión de la ciencia en el campo económico y la
asimilación en el campo político (p. 185).
La difusión de la ciencia es una expresión natural del triunfo de las ideas de la Ilustración desde
1789 en el sistema mundo. Mientras, la asimilación política el problema fundamental era la
exclusión en relación a la idea de igualdad.
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Lectura: Más allá del eurocentrismo: el sistema mundo y los límites de la modernidad.
Autor: Enrique Dussel.
Hay dos paradigmas que caracterizan la cuestión de la Modernidad: el eurocéntrico y el
planetario. El primero, asevera que la Modernidad es un fenómeno exclusivamente europeo, ya
que está parte del mundo y sus habitantes poseían características internas excepcionales que
permitieron superar, a través de la racionalidad, a todas las demás culturas. El segundo, hace
referencia a que la Modernidad fue una cultura del centro del sistema mundo, el cual se divide en
centros y periferias.
Desde este punto de vista Europa es vista como centro, en vez de imaginarla como una unidad
independiente y autocontenida como la imagina el eurocentrismo.
Para Dussel Europa es centro del sistema no por una superioridad natural, sino que es efecto
fundamental del descubrimiento, conquista, colonización e integración de amerindia (p. 149). A
partir de este momento, Europa se transforma en algo así como la consciencia reflexiva de la
historia mundial. Así pues, la Modernidad empieza con el descubrimiento de amerindia y el
moderno sistema mundo empieza a construirse desde aquel momento, impulsando el atlántico
como centro del sistema mundo.
Entonces, tenemos que la tesis principal es que la modernidad fue fruto de la administración de
la centralidad y su periferia en el primer sistema mundo. Hay una implicación fundamental de
esto: existe dos modernidades.
La primera de ellas fue hispánica, humanista y renacentista, muy ligada al antiguo sistema
inter-regional, cristiano e islámico. En esta etapa es fundamental el debate sobre el derecho de
Europa a conquista y devastar las culturas amerindias, como también la naturaleza humana de los
indígenas. Sin embargo, esto no constituye per se un nuevo paradigma. Este nuevo paradigma
surge a mediados del siglo xvii en Inglaterra y Alemania, en donde empieza a emerger el
capitalismo, y las necesidades que construye este se materializa en un nuevo paradigma de
eficiencia y racionalidad. Entonces, el sistema mundo Moderno presenta la necesidad de
eficiencia, desarrollo tecnológico y gubernamentalidad (p. 158).
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Lectura: Análisis del sistema mundo (2005).
Autor: Inmanuel Wallerstein.
En el desarrollo del sistema mundo moderno hay tres puntos de inflexión: siglo xvi, en el cual el
sistema mundo Moderno tuvo su origen,1789 con la revolución francesa que dio paso durante
dos siglos a la hegemonía de una geocultura, esto es, liberalismo centrista, y, por último,
Revolución de 1968 que marca una fase terminal del sistema mundo moderno, ya que socavó la
geocultura liberal centrista.
Ahora bien, el sistema mundo Moderno tiene como base una economía mundo capitalista que
integra la producción, la plusvalía y la polarización.
¿Qué es economía mundo? Es una zona geográfica dentro de la cual existe una división del
trabajo, intercambio significativo de bienes básicos y flujo de capital y trabajo (p. 22).
Comprende muchas unidades políticas como también muchas culturas, lenguas, que a su vez han
desarrollado patrones culturales comunes (geocultura). El elemento más fuerte de integración del
sistema mundo como estructura es la división del trabajo.
¿Qué es capitalismo? Se encuentra en un sistema capitalista cuando el sistema da prioridad a la
incesante acumulación de capital, a partir de mecanismos estructurales mediante la cual quienes
actúan en contra de esta norma son castigados y quienes la acogen son recompensados.
El sistema mundo capitalista se encuentra conformado por un conjunto de instituciones.
1. Mercado: Es una institución local y virtual (amplia geo), este último en la economía
mundo, en principio, existe como una totalidad. Sin embargo no está del todo integrado
en una unidad homogénea. Se puede medir su realidad en cuanto esta totalidad influye en
procesos de decisión. También encontramos una división axial del trabajo que divide la
producción en productos centrales y productos periféricos (p. 25). Esto se entiende a
partir del concepto relacional de centro y periferia que expone el grado de ganancia del
proceso de producción y el intercambio desigual.
2. Estados; Centrales y periféricos: relación de procesos productivos (p. 26).
3. Clases sociales: Están conformadas por unidades domésticas más que por individuos.
Los individuos también son miembros de grupos de estatus y de identidades.
4. Unidades domésticas: Estas son agencias primarias de socialización conformados por
grupos pequeños y familias.
Todas estas instituciones y las relaciones entre sí están atravesadas por dos temas ideológicos
opuestos pero simbióticos: El universalismo y el racismo- sexismo.
El primero de ellos hace referencia a la prioridad de reglas generales aplicadas en forma igual a
todas las personas y el rechazo a preferencias particulares en la mayoría de esferas de la vida
social, este es el evangelio de la Modernidad. Es una norma positiva, en cuanto afirma una
condición.
El segundo se puede considerar una norma negativa en cuanto exclusión y dominación. Sin
embargo, el término racismo no es del todo apropiado para el fenómeno ya que este término
nació hasta el siglo xix cargado de variedad de connotaciones culturales y políticas. Podría
denominarse en forma abstracta como antiuniversalismo que tiene como característica una
discriminación instituciona y estructural, en la cual cada grupo de identidad tiene una jerarquía
específica en la configuración social. Aquella asignación jerárquica es tanto local como global.
La funcionalidad de los dos términos se ve en diferentes arenas.
El universalismo es el principio operativo para lo que denominamos los cuadros riel del sistema
mundo; no es referencia a los más altos sujetos en el poder social ni a los grandes capitales, sino
a la clase que está compuesta por personal técnico, profesional y científico. Grupo que crece en
la medida en que la posición económica del país donde está sea bueno y fuerte y decrece con la
situación contraria. Entonces, dice Wallerstein, el criterio universalista desempeña una función
socio psicológica central en la legitimación de las asignaciones meritocráticas (p. 34/35). El
universalismo es tranquilizador para quienes se benefician del sistema.
El antiuniversalismo realiza una tarea importante para la asignación del trabajo, el poder y los
privilegios dentro del sistema mundo moderno. Entonces, más que medios de exclusión totales,
son a la vez, medios de inclusión que supone la asignación de un espacio social y rangos
inferiores. Así, otra de las características de las normas antiuniversalistas es que se presentan
como codificaciones de verdades naturales y eternas que no están sujetas a modificaciones
sociales. Se presentan como verdades culturales, como necesidades biológicamente determinadas
para el funcionamiento del ser humano, justificando con ello la polarización del sistema mundo
moderno.
Ahora bien, el sistema mundo Moderno también construye una geocultura que comprende
ideologías, movimientos sociales y ciencias sociales.
Como ya se ha mencionado antes, la Revolución francesa fue un punto de inflexión en la historia
cultural del sistema mundo moderno, puesto que dio paso a la constitución de las bases de la
geocultura del sistema a través de dos elementos: la normalización del cambio social y la
reformulación del concepto de soberanía que recae ahora en un pueblo constituido por
ciudadanos. Este último concepto como se sabe no es del todo inclusivo pues ha servido muchas
veces de máscara ideológica para excluir a grupos enteros, en este sentido, se crea un debate en
torno a la inclusión y exclusión, cuyo campo de disputa se ven en las ideologías, los movimientos
antisistémicos y las ciencias sociales.
Nos enfocaremos en las ideologías.
Las ideologías para Wallerstein nacen con la Revolución francesa, y se convierten en estrategias
coherentes en la arena social mediante las cuales se pueden sacar conclusiones políticas. Las
ideologías presuponen que existe grupos en disputa y competencia acerca de cómo se efectúa el
cambio y de quién es el sujeto ideal para llevarlo a cabo.
La revolución francesa suscitó la construcción de ideologías en disputa: en primer lugar, se
concentró un grupo de conservadores para quienes esta revolución y sus consecuencias fueron
un desastre social: eran contrarrevolucionarios. Sin embargo, esta postura no estaba del todo
opuesta al cambio sino que predicaba una profunda cautela, acompañada de una fe en las
instituciones jerárquicas pues era esta la única garantía del orden social.
Por otro lado, tenemos el liberalismo que se separa del reino del terror de la Revolución y apela
por mantener el espíritu transformador subyacente a la revolución. Para estos el cambio era algo
inevitable ya que el mundo social se dirigía hacia un constante progreso, de modo que los
cambios apresurados eran contraproducentes a sí mismo las jerarquías tradicionales eran
insostenibles e ilegítimas (p. 50). Esta corriente ideológica distinguía dos tipos de jerarquías: en
principio, estaban las jerarquías naturales contra las cuales no estaban en contra, ya que suponían
que estas jerarquías eran aceptables para las masas populares y base legítima de autoridad. En
segundo lugar, estaban las jerarquías heredad es contra las cuales se debería luchar, pues eran un
obstáculo para la movilidad social.
Ahora bien, para el liberalismo el cambio debía producirse a un ritmo natural y no con
sobresaltos, además había un tipo de sujeto que era quien debía administrar esos cambios: los
especialistas, que eran personas estudiosas pero en un tipo de educación específica, esto es, en
ciencias naturales pues eran estas las que ofrecían el camino para el progreso material y
tecnológico, por tanto, el progreso material (p. 51).
Por último, encontramos las posturas radicales y en ocasiones llamadas socialistas que si bien
eran apéndices del liberalismo, para los radicales los liberales eran demasiado tímidos y
temerosos al cambio. A partir de 1848 se transforma el panorama ideológico y define fronteras
claras entre conservadores a la derecha, liberales al centro y radicales a la izquierda. Acá se fundó
el comienzo de un esquema con el que funcionará el sistema mundo Moderno durante los
siguientes 150 años: el inicio de los movimientos antisistémicos como actores políticos claves (p.
150).
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Lectura: La revolución francesa como suceso histórico mundial. En: impensar las ciencias
sociales. (1998).
Autor: Immanuel Wallerstein
A diferencia de dos interpretaciones que batallan en la interpretación de los sucesos franceses
conocidos como la revolución francesa, el presente artículo busca considerar la Revolución
francesa como un suceso histórico mundial en el sentido específico de su trascendencia e
importancia en la historia del sistema mundo moderno, que constituye una transformación
sustancial del sistema.
Para comprender esta interpretación se debe decir dos cosas: en principio, existe la presuposición
de que la economía-mundo existió como sistema histórico durante el siglo xvii, siglo que dio
paso a su construcción. Lo segundo es que a mediados del siglo xvii Inglaterra y Francia
comienzan una competencia por la hegemonía mundial a medida que Holanda empieza su
declive, fueron estas dos unidades políticas quienes compitieron tanto por su eficiencia en operar
el mercado mundial como por la fortaleza político militar que ostentaron.
En aquella larga competencia, 1763 marcó el inicio del "último acto", ya que la paz firmada ese
año dio una victoria a Inglaterra en el mar a la vez que sentó las bases para las dificultades que
afrontarán en las colonias americanas y que condujeron también al proceso de descolonización
del continente.
Tras la ayuda francesa a las colonias inglesas americanas, la monarquía entró en serios problemas
financieros que en conjunto con la derrota de 1763, la firma del tratado de Edén y dos años de
malas cosechas crearon el espacio político para la situación desbordada que se denominan la
revolución francesa (p. 13). También es cierto que las guerras libradas entre 1789 y 1815
formaron la lógica fundamental de revolucionarios franceses que buscaban estructurar el Estado
para imponerse a Inglaterra.
Así mismo, la revolución significó la transformación ideológica de la economía mundo capitalista
y dieron lugar a tres escenarios o conjunto de instituciones culturales que desde entonces han
sido parte crucial del sistema mundo (p. 15).
Pero ¿Qué significó la revolución francesa para los contemporáneos? Para las monarquías y
autoridades establecidos tuvo una interpretación de horror y amenaza para las estructuras de
poder imperantes. En la periferia, tuvo repercusiones importantes en tres lugares; en Haití con la
primera revolución negra de la historia del sistema mundo, en Irlanda procesos de
descolonización y en Egipto el surgimiento del primer hombre moderno, Muhammad Ali, que
tras la invasión napoleónica inicia una serie de reformas modernizadoras.
En el atlántico tuvo, no como única causa, influencia en los procesos de descolonización del
mundo hispánico, proceso mismo que tiene sus orígenes en el proceso de reestructuración
geopolítica después de 1763 y la influencia Ilustrada como doctrina legitimadora. En cuanto a la
burguesía las conclusiones de los sucesos revolucionarios fueron dos: en primer lugar, el temor
por la toma del poder por la plebe y la masa del pueblo, pues en estas condiciones se dieron las
primeras manifestaciones concretas de la iniciativa por parte del campesinado y el pobre de
tomar el poder. En segundo lugar, se toma consciencia de que la aceptación del cambio social es
un elemento indispensable para contener y limitar esa tendencia al cambio social.
Una vez aceptada la normalidad del cambio, surgieron las tres nuevas instituciones.
1. Ideología: Una ideología es una weltanschauung pero de un tipo muy especial, pues es
formulada de manera consciente y colectiva con objetivos políticos formales (p. 18). Este
tipo de weltanschauung sólo puede darse en una situación en la que la disertación pública
aceptará la normalidad del cambio. Conservadurismo, liberalismo y marxismo:
enunciaron cómo enfrentar políticamente el cambio normal (p. 20).
2. Ciencias sociales: Las agendas políticas solo son una parte de lo que se requiere para
enfrentar el cambio normal, pues las agendas concretas requieren de un conocimiento de
la realidad del momento. En el siglo xix empieza la institucionalización de estas ciencias
sociales cuyo foco de atención era el estudio empírico del mundo social, pues su
intención era comprender el cambio social y de influir en él (p. 21). De modo que las
ciencias sociales se convirtieron cada vez más en instrumentos para gobernar de manera
inteligente un mundo donde el cambio era normal, y por tanto, ayudaron a limitar el
alcance de dicho cambio (p. 23).
3. Movimientos: Quiénes buscaban ir más allá de los límites estructurales de los burgueses,
recurrieron a una tercera institución: los movimientos (p. 24). Los movimientos eran
verdaderas organizaciones que planeaban la política de transformación social y
funcionaban en un marco de tiempo que iba más allá del corto plazo.
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Lectura: ¿Desarrollo de la sociedad o desarrollo del sistema-mundo?. En: Impensar las ciencias
sociales.
Autor: Inmanuel Wallerstein.
Para comenzar, el autor se pregunta sobre los conceptos de sociedad y desarrollo, y sus
significados. En un análisis y recorrido por los sentidos dados en diccionarios históricos ingleses
y alemanes, como también por obras de historiadores o sociólogos, termina por afirmar que en la
mayor parte de los usos que se le otorga a sociedad se suele identificar a esta con unos límites
políticos claros. De modo que Sociedad adquiere significado a partir de la antinomia clásica de
sociedad/Estado. Está a su vez se origina por un intento del mundo moderno por asimilar y
acomodar las implicaciones ideológicas de la Revolución francesa.
Dos problemas surgen de la idea de voluntad popular construida por los revolucionarios
franceses: el primero de eso es el cómo saber quiénes son ese pueblo, es decir, quienes son
considerados como ciudadanos. En segundo lugar, está el problema de saber cuál es la voluntad
popular, en últimas, se pregunta por la legitimidad.
Ahora bien, en cuanto al concepto de desarrollo también tiene varios significados que lo asocian
a un proceso evolutivo, en ocasiones racistas, y que hace énfasis en procesos que parten de
unidades o germen es y evolucionan a partir de esto.
Al juntar los dos términos surgen preguntas. En últimas, Wallerstein termina diciendo que el
concepto de sociedad al estar ligado con el de Estado genera la confusión de un proceso unitario
de una entidad política como una nación o un Estado. Esto genera una visión del desarrollo
social como unidades estatales que se han construido a lo largo de la historia, es decir, hay un
énfasis en la construcción de Estados.
En contraposición de esta imagen, el autor propone otra que pone de cabeza la ecuación, para
empezar nos dice que la transición del feudalismo al capitalismo implicó en primera instancia la
creación de una economía mundo (cosa que ya hemos visto antes). Las cadenas de mercancía y
comercio ya existían antes de la entrada de la economía mundo, al entrar está, la necesidad de
asegurar aquellas redes llevó a la constitución de un sistema interestatal coordinados con los
límites de la división del trabajo. En este sentido, los Estados son instituciones que se crean
dentro de este sistema interestatal.
En este sentido, tenemos que es el sistema mundo y no las sociedades separadas como estados o
naciones, es lo que ha estado en constante desarrollo. Y en este proceso ha destruido
comunidades y culturas, a la vez que ha creado nuevas redes de interacción cultural que han sido
funcionales al funcionamiento del sistema (p. 83).