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LA DEFENSA JURÍDICA Y PATRIMONIAL DEL ESTADO COLOMBIANO: UN

RETO INSTITUCIONAL EN EL MARCO DE LA GUBERNAMENTALIDAD.

Por: Jaison Julio López

RESUMEN:

Para comenzar, se hace relevante destacar la creación de la Agencia Nacional de Defensa

Jurídica del Estado en el año 2011 bajo la Ley 1444, con el fin de atender y velar por la

prevención del daño antijurídico, sus efectos, la defensa pública y la protección efectiva

del Estado en procesos litigiosos y demandas contra este. No obstante, también se

contemplan tres componentes básicos y especiales, que van en favor del estado y sus

fines, y que contribuye a propiciar una línea de trabajo, congruente con lo expuesto,

(Urrego, 2015) los refiere como: “I) prevención del daño antijurídico, II) Protección

efectiva del patrimonio público, y III) recuperación de recursos públicos a través de

acciones de repetición”.(p. 64); ahora bien, bajo estas perspectivas la citada agencia

estatal fundamenta su actuar bajo tres frentes de defensa, los cuales van desde el Sistema

Único de Información Litigiosa, la Defensa Jurídica de los Intereses Litigiosos del

Estado, hasta la formulación de Políticas y Estrategias para la prevención del daño

antijurídico, al respecto conviene decir que la agencia en su necesidad e interés por actuar,

intervenir y defender al Estado, se ve obligado a realizar grandes esfuerzos en pro de que

el gobierno reestructure sus políticas y contribuyan a generar una renovación de la

administración pública, toda vez que el establecimiento del Estado se torne más

gerencial, que la administración de lo público sea cada vez más eficiencia, económico y
eficaz, así como se mire siempre la austeridad en el gasto y los resultados sociales

esperados.

Por consiguiente, toda vez que el estado en su ejercicio y actuar, propiciarán hechos sea por

omisión o acción que vayan en detrimento con ciudadanos, tales que estos ven en ese actuar

un riesgo que amerite una indemnización, tal cual lo afirma (Urrego, 2015), cuando dice

que “Quienes actúan en nombre del Estado y generan un hecho adverso, inmediatamente el

Estado entra a resarcirlo. Pero la responsabilidad pecuniaria y penal recae sobre este y pone

de manifiesto la inoperatividad del mismo, en la medida que su papel, desde un enfoque

administrativo, se limita a subsanar las falencias de su quehacer –garantizar bienestar y

legitimidad antes sus gobernados.” (p. 67), por lo anterior, se evidencia que el estado solo

tiene un papel interventor en cuanto al pago de las demandas y pretensiones, causadas en el

actuar de sus funcionarios, y por otro lado realiza e implementa acciones cada vez más

acertadas en mejorar las acciones en pro de mermar o reducir las insatisfacciones o

desagravio en contra de las personas por el actuar de sus servidores públicos, es por esto

que (Urrego, 2015) señala que la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado y de

conformidad con su manual 11, implementa la elaboración de políticas de prevención del

daño antijurídico, en los cuales se destacan procedimientos para consolidar, por parte de los

entes territoriales, las demandas contra el Estado, así:

i) La identificación de un problema; ii) una solución al problema: un

plan de acción para eliminar o disminuir las situaciones generadoras de

daño; iii) el costeo de dicha solución; iv) el cronograma para el uso de los

re cursos implicados en la solución y v) un plan para su seguimiento y


evaluación. Así, el documento de la política de prevención del daño es

un plan de acción integral a llevar a cabo por parte de la entidad para

solucionar, mitigar o controlar la problemática generadora del daño. (p.

68).

Bajo esa óptica, cada vez más se evidencian las fallas y falencias en lo referente al

actuar del estado en todos sus niveles, trayendo como consecuencia una ilegitimidad

específicamente por quienes ejercen funciones en nombre del Estado, igualmente se

genera una afectación hacia las finanzas públicas, debido a que al momento que por fallo

judicial se realice el proceso de resarcimiento del daño causado, estos generalmente son

por vía económica, ayudado por una ineficiente defensa del estado en estos procesos,

tal cual lo refiere el Ministerio del Interior y Justicia:

El Estado soporta una gran carga de procesos judiciales en contra, que

afecta de manera directa el patrimonio público por el monto de las

eventuales condenas. Varios factores confluyen en esta situación: Una

mayor responsabilidad del Estado a partir de la Constitución Política de

1991, en tanto éste tiene una estructura más amplia y garantista de los

derechos fundamentales; el aumento de los daños antijurídicos causados

por el Estado Colombiano a los particulares, el ineficiente manejo de la

defensa litigiosa estatal, entre otros. (citado por Urrego, 2015, p. 68).

Por consiguiente, es de recalcar que en el en Colombia las finanzas públicas, y

especialmente el gasto público, no se planifica en función de las obligaciones,


contingencias y responsabilidades emergentes, lo advierte (Urrego, 2015), cuando afirma

que “la programación y ejecución de las finanzas públicas están reglamentadas por el

principio de que todo lo que se programa se ejecuta. Por tanto, el resarcimiento del daño

por el Estado en el marco del presupuesto público está ante un fenómeno de proporciones

económicas, agobiado por restricciones y la racionalización del gasto público.” (p. 68).

En efecto, está marcada y absoluta responsabilidad del Estado que por vía de del

resarcimiento de las demandas interpuestas en contra de él, implica un abultado y aún no

cuantificado monto, y que en todos los casos muestra una relación fallida entre las finanzas

públicas y las demandas en contra del Estado, dejando en evidencia lo expuesto por

Conpes, 2003, cuando dice que : “No existe centralización y uniformidad en las cifras de la

actividad litigiosa del estado; las entidades no tienen una estimación real de las

apropiaciones presupuestales necesarias y suficientes para cubrir el pago de las sentencias

y conciliaciones en cada vigencia y, en la mayoría de ellas, no hay coordinación entre la

oficina jurídica y las áreas financiera y contable, ya que la primera no informa a las segundas

sobre la cuantía de los procesos en curso, ni sobre los fallos en primera instancia o

definitivos” . (citado por Urrego, 2015, p. 69).

Por lo anterior, se hace estrictamente necesario que en defensa jurídica y patrimonial del

Estado colombiano, el reto, no solo se propenda de la institucionalidad, sino también que

en materia de finanzas públicas, especialmente de la Nación, específicamente la Ley 819

de 2003, en la cual se ordena al Gobierno Nacional presentar e incluir la relación de

los pasivos contingentes en el Marco Fiscal de Mediano Plazo de cada vigencia

fiscal, En consecuencia, esto generará una afectación presupuestal en el


comportamiento del rubro de pasivos contingentes, toda vez que se realizaran

asignaciones, adiciones y ejecución del mismo, conforme se afecte el presupuesto de la

vigencia, en tal sentido lo indica (Urrego, 2015) cuando afirma que: “la

gubernamentalidad se encamina hacia la cohesión de la información jurídica- litigiosa y

presupuestal que en materia de demandas contra el Estado se presente.” (p. 74), lo que

indica que al interior de las instituciones públicas se deben observar soluciones

practicables que conlleven a resolver y establecer los contrasentidos del actuar

administrativo, y tener en claro que en materia de gobierno y lo público intrínsecamente

se generarán responsabilidades por las diversas actuaciones de este, por ende se hace

estrictamente necesario e inminentemente la vinculación de quien lleva las riendas de la

defensa jurídica del Estado, para que con ética pública, así como directrices político-

administrativa y mucha disposición, opte por hacer el bien a quien es debido, en éste caso

al Estado, tal cual lo refiere (Urrego, 2015) cuando afirma que:

De ahí que, la defensa del Estado es un tema de competencia, de técnicas

y prácticas administrativas, ante todo, de valores éticos, y para quienes

representan el Estado, un quehacer basado en responsabilidades

profesionales, económicas y penales. Esto alude a que el Estado no asuma

la responsabilidad penal, puesto que, con la implementación de la Agencia

Nacional de Defensa Jurídica del Estado, esta responsabilidad sea

asumida por el servidor público que generó el daño jurídico-económico.

En tanto, la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado como

estrategia institucional pretende responder a una problemática de

deterioro y deslegitimación estatal; defiende los intereses del Estado.


Desde luego, la defensa patrimonial y jurídica del Estado no sólo tiene

incidencia negativa en las finanzas públicas, ya que los recursos que se

destinen para reparar el daño jurídico, son recursos fiscales no

planificados en la programación presupuestal de un periodo de gobierno,

sino que los daños antijurídicos debilitan la credibilidad de las actuaciones

del Estado. (p. 80)

De lo anterior, surge la institucionalidad a través de la Agencia Nacional de Defensa

Jurídica del Estado, en el cual se propone un esquema y diseño metodológico que

contribuya a corregir los daños antijurídicos causados, tales como buscar aquellos temas

que generan problemas, realizar una lista de las posibles causas, igualmente identificar

las causas primarias de esos problema, aunado a diseñar las medidas que contribuyan a

corregir o mermar esos problemas, además, implementar las medidas correctivas

necesarias para su mitigación, al igual que comprobar sus resultados, para finalmente

institucionalizar las nuevas medidas tomadas para su confinamiento, todas estas referidas

por Urrego (2015).

Finalmente, se hace necesario que el estado y quien a bien tenga la potestad de su legítima

defensa institucional, abstente ciertas capacidades profesionales y éticas, tal que le sirva

a la institucionalidad en el mejor ejercicio de defensa soberana en pro de los recursos y

las finanzas del estado, de modo que Urrego (2015) lo confirma cuando dice que:

De ahí que, la defensa del Estado es un tema de competencia, de técnicas

y prácticas administrativas, ante todo, de valores éticos, y para quienes


representan el Estado, un quehacer basado en responsabilidades

profesionales, económicas y penales. Esto alude a que el Estado no asuma

la responsabilidad penal, puesto que, con la implementación de la Agencia

Nacional de Defensa Jurídica del Estado, esta responsabilidad sea

asumida por el servidor público que generó el daño jurídico-económico.

En tanto, la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado como

estrategia institucional pretende responder a una problemática de

deterioro y deslegitimación estatal; defiende los intereses del Estado.

Desde luego, la defensa patrimonial y jurídica del Estado no sólo tiene

incidencia negativa en las finanzas públicas, ya que los recursos que se

destinen para reparar el daño jurídico, son recursos fiscales no planificados

en la programación presupuestal de un periodo de gobierno, sino que los

daños antijurídicos debilitan la credibilidad de las actuaciones del Estado.

(p. 80)

Por tanto, esta nueva propuesta de iniciar y abordar la gubernamentalidad como un nuevo

modelo conceptual abarca un reto en el quehacer político-administrativo del gobierno

colombiano, buscando que este desde su interior, conduzca de mejor manera la conducta

de los servidores en favor de sus intereses constitucionales, todo esto, a través de resaltar

e implicar la ética pública como tema de permanente discusión y que esté vigente en la

determinación de las capacidades institucionales, Es decir, que este nuevo entorno

contribuya a que estos servidores actúen en base a sus valores y principios éticos, y desde

estos se sancione sus actuaciones públicas, en pro de que cada vez mas se reduzca la

brecha entre las malas acciones y las consecuencias que estas podrían generar, en
detrimento de las demandas generadas por tal caso.

Bibliografía
Urrego, G. (2015). La defensa jurídica y patrimonial del Estado colombiano: un reto institucional en
el marco de la gubernamentalidad. Ánfora, 61-83.
doi:https://doi.org/10.30854/anf.v22.n38.2015.28

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