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Son aquellas que están relacionadas con la impresión que causa el material en nuestros
sentidos, son propiedades sensoriales, el color, el brillo, el olor y la textura. El producto
debe ser atractivo para el consumo. Estas propiedades están relacionadas con la
impresión que producen los materiales en nuestros sentidos.
Además cabe resaltar que hay un análisis sensorial la cual es una ciencia que surge
durante la Segunda Guerra Mundial. El gran auge se produce cuando la industria
alimenticia comienza a preparar las raciones alimentarias para los soldados, y se ve la
necesidad de que estas sean apetecibles. Es en ese momento cuando se desarrollan
distintas técnicas y se avanza sobre la normalización y el conocimiento de la percepción
humana.
Visuales.
La visión se realiza a través de los ojos, que se ubican en las cavidades orbitarias de la
cara. Cuentan con unas células fotorreceptoras, es decir, sensibles a la luz, que al ser
estimuladas por esta mandan impulsos al cerebro para que los interprete.
Auditivas.
Sabor.
Táctiles.
1- Análisis descriptivo
2- Análisis discriminativo
También llamado test hedónico, en este caso se trabaja con evaluadores no entrenados, y
la pregunta es si les agrada o no el producto. "El consumidor debe actuar como tal. Lo que
sí se requiere, según la circunstancia, es que sea consumidor habitual del producto que
está en evaluación". Contrariamente, a los evaluadores que realizan control de calidad
nunca se les consulta si el producto es de su agrado. "Tienen que decir si son distintos, si
no difieren, si son dulces, si son amargos. El hedonismo se deja aparte, porque ellos
actúan como un instrumento de medición".
La tipología de materiales que cuentan con atributos sensoriales intrínsecos son aquéllos
de origen natural por lo que se convierten en elementos excelentes para dotar a los
productos de atributos polisensoriales, Así, un numero amplio de ellos poseen
características no solo visuales sino olfativas, táctiles, auditivas, etc. Sin embargo, no
sucede lo mismo con los materiales artificiales,), los materiales artificiales no tienen
identidad propia por lo que son elementos a los que es necesario otorgar y dotar
cualidades sensibles y comunicativas, por lo anterior en la actualidad existe ya una cultura
importante del diseño de materiales, cultura aun en vías de evolución. Un ejemplo
importante entre estos materiales artificiales son los plásticos que carentes de
propiedades sensoriales intrínsecas permiten la aplicación de cualidades polisensoriales
como ya se ha expuesto en anteriores apartados, por lo que es un material que es posible
dotar de numerosas texturas, de olores, colores, formas, etc., con lo que es posible darle
una imagen más humana, emocional y personal.
Es por esto que uno de los grandes problemas asociados al análisis sensorial de los
alimentos es conseguir que la respuesta humana sea precisa y reproducible. Numerosos
sectores industriales utilizan regularmente al análisis sensorial para asegurar una gran
calidad para sus productos, tanto por medio de pruebas o tests “objetivos” elaborados
internamente, como a través de sociedades de servicios para la realización de tests
hedónicos. El análisis sensorial es hoy una herramienta fiable y seria, indispensable para el
control y el conocimiento del gusto de los productos alimentarios, clave de su éxito, para
lo cual contamos con evaluadores entrenados específicamente en cada uno de ellos.
Algunos de los alimentos estudiados son; carne y productos cárnicos (carne bovina,
porcina, aviar, etcétera y productos cárnicos variados; quesos (de diferente tipo de
leches); frutas y hortalizas (manzanas, naranjas, lechuga, ajo, etc.)
El Centro de Carnes del INTI, es una empresa de Argentina que fomenta la investigacion
del proceso de desarrollo industrial. Con el objetivo de ofrecer una asistencia integral en
este tema, el Centro INTI-Carnes adquirió tecnología avanzada para realizar estos ensayos.
El panel sensorial del Centro, que cuenta con diez años de experiencia, acaba de adquirir
el primer iris y la primera lengua electrónica del país para ser utilizada en el análisis de
alimentos, y una novedosa nariz artificial basada en cromatografía gaseosa rápida que se
suman al tradicional texturómetro con el que ya contaba el Centro. Estos equipos en
conjunto brindan información útil para optimizar el perfil sensorial, evaluar el impacto de
cada ingrediente, considerar cambios en la formulación que optimicen la aceptación del
consumidor y para evaluar los cambios producidos durante determinado almacenamiento
o empaque, entre otras aplicaciones.
Los datos obtenidos se registran y analizan con un software específico (Alpha Soft V14)
para cada dispositivo, que permite realizar un análisis estadístico multivariado para
caracterizar los productos. Estos programas pueden ir actualizándose y “aprenden” de la
información que van almacenando, haciéndose cada vez más efectivos en su desempeño.
Los ensayos son muy demandados por la industria para evaluar las propiedades
funcionales de sus productos. Permiten analizar desde el atractivo visual del alimento y
sus empaques, la huella gustativa global (identificando los 5 gustos básicos: salado, dulce,
ácido, amargo, umami, y algunas sensaciones percibidas como picante, astringente y
metálico), hasta la caracterización de olores, aromas y cualquier sustancia volátil.
¿La máquina reemplaza al hombre? La respuesta, sin matices, es no. La vista, el sabor, el
olor, la textura y el sonido son percibidos por las personas de un modo irremplazable.
Ningún tipo de dispositivo electrónico puede, además, interpretar esta percepción del
modo en que lo hacen las personas. Al mismo tiempo, los instrumentos digitales pueden
medir y registrar otro tipo de información también muy útil y complementaria, que escapa
a los sentidos de las personas.
Un caso para ejemplificar es el del gusto salado, debido a que su percepción por medio del
órgano del gusto no sólo depende de la cantidad de sal que tenga un producto (que es lo
que detecta la máquina), sino también de qué tipo de alimento se trata y qué otros
ingredientes contiene (contenido de grasa, almidones, gomas, resaltadores de sabor,
etcétera).
La grasa que contiene un alimento modifica la percepción del gusto, por ende y a modo de
ejemplo el panel sensorial –paladar humano- puede determinar que un alimento que
tiene grasa es ‘poco salado’ aunque tenga la misma cantidad de sal que otro magro y la
lengua electrónica, en cambio, precisa la cantidad de sal que tiene la pieza, más allá de la
percepción de ‘salado’ que pudiera tener. Ambos indicadores son de suma utilidad y no
excluyentes para distintos objetivos: en este ejemplo, para evaluar el gusto del producto y
la cantidad de sal que contiene.