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Casi todas las palabras con las cuales nos comunicamos presentan un antónimo, o al menos
diferentes palabras que van suavizando un poco las cualidades del objeto que representan, hasta
que finalmente se llega al término totalmente opuesto. Veámoslo con algunos ejemplos: frío,
templado, caluroso; alto, mediano, bajo.
Si nos ponemos a observar una escala cromática apreciaremos muy claramente que entre el color
negro y el blanco aparece una amplia gama y variedad de grises, entonces, lo mismo se puede
aplicar al tema que recién mencionábamos.
Pero no todos los antónimos se oponen férreamente únicamente, sino que existen algunos, como
por ejemplo padre e hijo, compra y venta, que se complementan, es decir, uno no puede existir
sin el otro de ninguna manera.
Existen una amplia variedad de diccionarios especializados en este tipo de palabras, que por cierto
facilitan muchísimo la búsqueda de los mismos, cuando es necesario en
un texto o conversación encontrar el preciso significado opuesto. Además, el conocimiento de los
antónimos de casi todas las palabras permite enriquecer el lenguaje y en algunos casos
comprender mucho mejor el significado de algunas palabras, porque por ejemplo hay algunos que
para comprender concretamente que es la felicidad necesitarán saber qué no lo es y para ello
deberán indefectiblemente conocer qué es el sufrimiento.
Cuando lo opuesto atañe a personas, ya sea protagonistas de textos literarios, películas, novelas,
entre otros, se denominan antagonistas.