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10 pasos para entrenar la tenacidad

Por: Patricia Ramírez

Una de las definiciones que aparece para la palabra tenacidad cuando la introduces en Google es
“fuerza que impulsa a continuar con empeño y sin desistir en algo que se quiere hacer o
conseguir”. Hay objetivos para los que no estamos lo suficientemente motivados, que no
despiertan en nosotros esa ansia por conseguirlos a pesar de que sabemos que debemos hacerlo.
Si siempre estuviéramos lo suficientemente motivados, no necesitaríamos tirar ni de fuerza de
voluntad ni de tenacidad. Pero la vida es un equilibrio entre responsabilidades y placeres. Y hay
veces que la llamada del deseo nos tira muchísimo.

Si fuéramos más tenaces igual podríamos llevar una vida más saludable, con más compromiso,
más eficaz. Si fuéramos más tenaces igual nos sentiríamos más seguros de nosotros mismos,
orgullosos, preparados, formados, confiados, disciplinados, responsables. Si fuéramos más tenaces
igual seríamos un modelo de esfuerzo para nuestros hijos. Si fuéramos más tenaces gran parte del
mundo que deseamos estaría a nuestro alcance. Porque estaríamos trabajando para acceder y
participar de él.

¿Quieres entrenar tu tenacidad?


El deber por encima del placer.
¡No postergues! No funciona. El nivel de ansiedad que te genera postergar no vale la pena en
comparación con el placer inmediato y fugaz que obtienes al abandonar la tarea que te genera
malestar. Métele mano, ya, y cuanto antes, mejor. Esto es válido para ti y para los deberes de tus
hijos. No se juega hasta que no se acaban los deberes y se recoge la mochila para el siguiente día
de colegio.

Trabaja tu resiliencia
¿Te has equivocado, tropezado? ¿Qué esperabas, no hacerlo nunca? No, hombre, no. Esto forma
parte de la vida. Deja de rumiar, de etiquetarte, juzgarte y busca soluciones. ¿Lo quiero volver a
intentar?, ¿lo puedo hacer de otra manera?, ¿es algo por lo que tenga que pedir disculpas, o
reparar el daño?, ¿las consecuencias son asumibles para mí? No le des vueltas a la caída, al error.
Trata de recordar cuál era el objetivo, hacia dónde vas y qué tienes de tu parte para seguir en el
empeño: recursos, ideas, personas, tiempo, dinero… Seguro que con algo puedes contar. Y
vuélvelo a intentar.

Deja el muro de las lamentaciones


Las quejas te apartan del objetivo. Centran tu atención en todo lo negativo, en lo que te da pereza,
en lo que no funciona y con ello tu estado de ánimo baja. Las quejas sirven solo para desahogarse,
pero para poco más. Trata las quejas como si fueran parte del juego, y busca a cada una ideas
creativas, racionales o incluso absurdas para poder vencerlas. Habrá quejas que no tengan
solución ni motivación posible, que simplemente son parte del camino. Cuanto antes afrontes esos
baches, mejor.

Focaliza en el presente
¿Cuál es el siguiente paso? Lo única que importa es estar presente en el siguiente paso, al margen
del pasado y sin importarnos el futuro. Focalízate en lo que tienes que hacer ahora. De esta
manera conseguirás ser eficaz. Mucha gente piensa que un cerebro que está en todo es un
cerebro más eficaz, pero no es cierto. Ya sabemos que la multitarea no funciona y que solo
tenemos capacidad para atender de forma consciente, una sola cosa a la vez. Quien te diga que
lleva veinte temas a la vez, te miente o se engaña a sí mismo. Podrá estar pendiente de veinte
cosas a la vez, pero atender de forma eficaz, no lo hace con ninguna. Huye de quien te diga que
está “súperocupado” como símbolo de profesionalidad. Esa persona creerá estar en todo pero no
estará en nada.

Sé flexible
Sé flexible para cambiar de planes, para adaptarte a otras personas del equipo, para dudar de tus
certezas y escuchar las opiniones de otros. La flexibilidad relaja y ayuda a controlar la ira de quien
no ve más que su punto de vista como punto correcto.

No dejes de prepararte nunca


Formación, experiencia, lectura, consultas. Alimenta tu curiosidad.

Visión
No olvides a dónde vas. Puedes realizar un collage con tu meta y rodearla con imágenes, palabras,
textos, reflexiones de todo aquello que te va a cercando a ella. Así tendrás un elemento visual que
te recordará siempre tu objetivo.
Estate preparado
¿Cuál es tu plan? ¿Con quién cuentas? ¿Con qué? Lo ideal es que la oportunidad te encuentre
preparado, no que te prepares cuando llegue la oportunidad.

Confianza
Ten fe en ti mismo. Necesitas creer en ti, en tu equipo, en tu entrenador o jefe, en los que te
rodean. Necesitas saber que entre todos os complementáis y os hacéis mejores. Piensa bien de los
demás, sé benevolente. Las personas desconfiadas no esperan cosas buenas de los otros, piensan
que les van a robar las ideas, que se colgarán las medallas, que alguien les traicionará. Por
supuesto que podemos encontrarnos a este tipo de personas a nuestro alrededor, pero son más lo
que suman que los que te fallan. ¿Acaso tú tienes pensado comportarte así con los tuyos? Piensa
mal y acertarás no es de los mejores refranes. Y en la medida de lo posible, trata de trabajar con
gente afín a tus valores, así será más fácil confiar.

Disfruta cada paso


La tenacidad está en el curso, en el camino, no el resultado. Si solo estás dispuesto a ser feliz
cuando consigas la meta, habrás perdido un montón de oportunidades, detalles y momentos en
los que ser feliz. Vete celebrando los pequeños logros, felicita a los que tienes alrededor por
pequeñeces. Hará que cada esfuerzo cobre valor.

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