Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Bolilla 1, Responsabilidades, Alfon.
Bolilla 1, Responsabilidades, Alfon.
-
La responsabilidad civil es una de las fuentes de las obligaciones y se caracteriza por ser la obligación de
resarcir que surge como consecuencia del daño provocado por un incumplimiento contractual
(responsabilidad contractual) o de reparar el daño que ha causado a otro con el que no existía un
vínculo previo (responsabilidad extracontractual), sea en naturaleza o bien por un equivalente monetario,
habitualmente mediante el pago de una indemnización de perjuicios.
Díez-Picazo define la responsabilidad como «la sujeción de una persona que vulnera un deber de
conducta impuesto en interés de otro sujeto a la obligación de reparar el daño producido». Aunque la
persona que responde suele ser la causante del daño, es posible que se haga responsable a una persona
distinta del autor del daño, caso en el que se habla de «responsabilidad por hechos ajenos»,como ocurre,
por ejemplo, cuando a los padres se les hace responder de los daños causados por sus hijos o al
propietario del vehículo de los daños causados por el conductor con motivo de la circulación.
Posee un aspecto preventivo, que lleva a los ciudadanos a actuar con prudencia para evitar
comprometer su responsabilidad;
y un aspecto punitivo: sanción indemnizatoria
Art 1710.- Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella dependa,
de:
b) adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se
produzca un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de un
daño del cual un tercero sería responsable, tiene derecho a que éste le reembolse el valor de los
gastos en que incurrió, conforme a las reglas del enriquecimiento sin causa;
Art 1711. Acción preventiva. La acción preventiva procede cuando una acción u omisión antijurídica
hace previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la
concurrencia de ningún factor de atribución.
Orígenes y evolución.-
La responsabilidad civil es tan antigua como la humanidad misma, la diferencia es que variaron los
métodos con el paso del tiempo.
Los antiguos romanos, sintetizaron los grandes principios jurídicos en tres axiomas, a los que el
derecho podría reducirse como mínima expresión y no obstante ser suficientes para abarcar todos los
aspectos a regular por las normas:
Honeste vivere (vivir honestamente),
Suum cuique tribuere (dar a cada uno lo suyo)
Alterum non laedere (no dañar al otro).
Para los romanos a partir de esos principios se podía ante cualquier situación saber cómo comportarse en
relación con los demás.
El principio general del derecho de no dañar al otro, hace que sea posible la vida en sociedad y que
cuando es conculcado, acarrea una sanción que consiste en la obligación jurídica de indemnizar el
daño causado.
Ahora bien, ¿por qué se debe responder cuando se causa un daño? La explicación tradicional del
fundamento de la responsabilidad civil, la basan los autores “en el principio de justicia que impone la
necesidad de restablecer el estado anterior a la lesión causada injustamente”, o en que “la sanción
jurídica de la conducta lesiva responde a una elemental exigencia ética...”, afirmaciones que son todas
correctas no pudiéndose discutir su acierto dada su obviedad. Si bien es justo y ético indemnizar
cuando se causa un daño.
En el estado actual de la evolución de la historia del hombre la responsabilidad civil y la penal se han
separado en casi todos los sistemas jurídicos del mundo. Pero no siempre el ilícito penal fue
distinto del civil y las consecuencias de los hechos dañosos fueron muy distintas según el tiempo a
que nos estemos refiriendo.
En los primeros tiempos de la humanidad no puede hablarse de responsabilidad civil, quizás hasta
3 DERECHO PRIVADO III – RESPONSABILIDADES – BOLILLA 1.-
sea impropio hablar de derecho en el sentido actual. Pero aún en esas épocas ya el ser humano,
gregario por naturaleza, vivía en primitivos clanes, con los lógicos desencuentros que la convivencia
implicaba. Cuando una persona sufría un daño, ese daño no era considerado personal sino que
afectaba a todo el grupo, y las represalias se tomaban contra toda la otra tribu a la que pertenecía el
ofensor. La venganza como sistema tenía el gran defecto de la falta de proporcionalidad y de
individualidad. Por una muerte podía quemarse una aldea entera, o por una violación cometerse un
genocidio.
Más adelante se produce un gran avance jurídico en el momento en que la venganza sufre una
limitación cuando se devuelve mal por mal, pero equivalente o proporcional. Este es un principio de
proporcionalidad de la sanción con la falta cometida, en donde la fijación de la indemnización tiene
relación con el daño causado. Un rey mando a unificar diversas leyes e introdujo lo que se conoce
como ley del Talión y está presente en el Código de Hammurabi, las leyes de Manú y la ley de Moisés
y se resume en ojo por ojo, diente por diente. Esta ley consistía en devolver el daño de la misma
forma que se había ocasionado; pero quien acusaba a otro, tenía la obligación de probarlo, en
caso contrario de no hacerlo era castigado por el mismo delito cometido. El Talión fue tan
importante que se dice que: “ha significado para el mundo jurídico una sacudida no menos enérgica
que la que supuso para la humanidad el paso del paleolítico al neolítico y el descubrimiento de la
agricultura.
Tiempo más tarde los hombres advirtieron que el sistema del Talión no era el mejor sobre todo porque
a la víctima de nada le servía devolver el mismo mal al ofensor. Si había quedado ciego porque le
habían vaciado su ojo, al vaciar el ojo del ofensor seguía quedando tan ciega como antes. Se pensó
entonces que en algunos casos debía permitirse la indemnización por bienes equivalentes. Esta
compensación en un primer momento fue voluntaria, fijada por acuerdo de partes.
En el primitivo derecho germano, también sucedió lo mismo aunque en el medio se legislaron ciertas
penas infamantes, como cortar el cabello o marcar señales de fuego en la frente; someter a burlas o
arrojar al causante al río cargado con piedras o un perro a sus espaldas. Como estas penas debían
ejercer una gran presión social se permitía redimirlas con dinero. Luego la autoridad fijó los valores y
se pasó del sistema de composición voluntaria a la reglada, no permitiéndose ya la opción. El
quantum de la indemnización ya no se dejaba al libre arbitrio de las partes, sino que era fijado por un
órgano superior.
Así fueron separándose lentamente la responsabilidad civil de la penal y así también fue gradualmente
aceptándose la noción de que el daño privado debía ser indemnizado mediante el pago de nada más
que los daños causados.
El derecho romano
En el primitivo derecho romano en la Ley de las XII Tablas también se encuentran ejemplos de limitación
de la venganza por intermedio de los daños múltiplos: por ejemplo el incumplimiento de una parte de su
promesa, obligaba a esta a pagar el doble (Tab. VI.2).
La ley Aquilia, ley que sobre todo reglamentaba la revancha o venganza, consistente en reconocer a un
derecho a causar al responsable los mismos daños económicos sufridos.
En la Edad Media también se nota la influencia de la Iglesia Católica y del derecho canónico, y en lo
tocante a la responsabilidad civil se intenta dotarla de un sentido moral similar al pecado y la culpa pasa a
tener un papel cada vez más importante. Así con posterioridad a los glosadores hace su aparición la
escuela del derecho natural, que producen una profunda transformación en el derecho romano, siendo sus
postulados recibidos por los franceses Domat y Pothier quienes directamente elaboran el concepto de
que no hay responsabilidad sin culpa.
4 DERECHO PRIVADO III – RESPONSABILIDADES – BOLILLA 1.-
El Código Civil de Vélez Sarsfield no siguió un tratamiento unitario de la responsabilidad civil, sino que
encontramos claramente definidas tres capítulos relativos a la obligación de responder. Sin embargo Vélez
Sarsfield siguiendo el modelo francés separó nítidamente la responsabilidad contractual de la
responsabilidad por hechos ilícitos.
Elementos de la responsabilidad
La responsabilidad civil o el fenómeno de la reparación de los daños causados debe ser analizado
y estudiado como un sistema único que exige para su nacimiento la reunión de determinados elementos.
En la doctrina no existe absoluta coincidencia respecto del número e índole de los elementos necesarios
para que exista responsabilidad civil. Expresa por su parte, Félix A. TRIGO REPRESAS que la tendencia
dominante en la materia considera que son sólo cuatro los elementos: a) un hecho que infringe un deber
jurídico de conducta impuesto por el ordenamiento jurídico (antijuridicidad o ilicitud); b) que además
provoca un daño a otro; c) la relación de causalidad entre aquel hecho y el daño; d) y un factor de
atribución de la responsabilidad que el ordenamiento estima suficiente para sindicar o señalar a quien o
quienes considere como responsables.
Sintetizando distintas corrientes de opinión, podemos entonces encontrar que hay cierto acuerdo
en doctrina y jurisprudencia al reconocer los elementos o presupuestos, que obrando de una u otra
manera, concurren a la formación de la responsabilidad, y que son:
La acción,
la voluntariedad,
la antijuridicidad,
la imputabilidad,
el daño y,
la relación de causalidad.
Tales son los denominados elementos comunes a los dos ámbitos de responsabilidad civil
reconocidos en nuestro derecho: Contractual (por incumplimiento de contratos) y extracontractual (por
actos ilícitos).
De esta forma, la acción humana (en un sentido bastante amplio, como a posteriori se verá) es el
primer requisito para el nacimiento de la responsabilidad.
Los actos instintivos (determinados por impulsos internos) tienen valor respecto de la
personalidad humana y por eso se puede hablar de un hecho humano y de un autor.
Los actos habituales (aquellos que se vuelven automáticos) son considerados hechos humanos,
y, por ende, son punibles.
2) La imputabilidad
Implica la aptitud de la persona para cometer hechos ilícitos. Aquí está en juego la personalidad
integral del agente que comete la transgresión, es decir, el complejo de los elementos naturales del campo
psíquico y somático. En una palabra, la imputabilidad del sujeto está dada por su posibilidad de discernir.
Se refiere a la persona en sí misma y a la aptitud de obrar con respecto a cualquier acto ilícito posible.
ARTÍCULO 260.- Acto voluntario. El acto voluntario es el ejecutado con discernimiento, intención y
libertad, que se manifiesta por un hecho exterior.
c) el acto lícito de la persona menor de edad que no ha cumplido trece años, sin perjuicio de lo
establecido en disposiciones especiales.
3) La voluntariedad
Atañe al “querer” el hecho, el evento en sí (no el eventual daño consiguiente); a “tener voluntad o
determinación de ejecutar una cosa”. Para que el hecho se repute voluntario debe ser realizado con
intención, discernimiento y libertad.
Intención. Consiste en el Libertad. Supone que el agente haya
conocimiento aplicado a la realizado el acto sin coacción externa,
realización de un acto concreto, y y en consecuencia sólo existe cuando
aquél puede elegir espontáneamente
entonces existe cuando se entre varias determinaciones posibles. El
ejecuta el acto tal como se pensó Discernimiento. Es la
facultad humana que sujeto carece de libertad cuando
llevarlo a cabo. ejecuta el acto en virtud de
permite diferenciar unas
Son circunstancias obstativas a cosas de otras, por intimidación (violencia moral) de que
la intención del agente, la ejemplo, lo bueno de lo fuera víctima, esto es, cuando se le
ignorancia o error excusable hubiera inspirado por injustas amenazas,
malo, lo lícito de lo ilícito.
sobre el hecho principal que un temor fundado de sufrir un mal grave e
constituye el acto ilícito, incluso inminente. Cuando se está así, ante el
aquéllos inducidos por el dolo de tener que aceptar uno de los términos de
un tercero. la disyuntiva, en verdad no opera la
voluntad.
Es un requisito que la ley de modo general y abstracto, la juzga aparecida en el sujeto a partir de
los 10 años. Hay otros sistemas que la juzgan en concreto, es decir, en cada caso en particular.
ARTÍCULO 262.- Manifestación de la voluntad. Los actos pueden exteriorizarse oralmente, por
escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material.
ARTICULO 263.- Silencio como manifestación de la voluntad. El silencio opuesto a actos o a
una interrogación no es considerado como una manifestación de voluntad conforme al acto o la
interrogación, excepto en los casos en que haya un deber de expedirse que puede resultar de la
7 ley, de la voluntad de las partes, DERECHO
de los usosPRIVADO
y prácticas,
IIIo–de una relación entre el silencio
RESPONSABILIDADES actual
– BOLILLA 1.-y
las declaraciones precedentes.
ARTÍCULO 264.- Manifestación tácita de voluntad. La manifestación tácita de la voluntad resulta
de los actos por los cuales se la puede conocer con certidumbre. Carece de eficacia cuando la ley
o la convención exigen una manifestación expresa.
ARTICULO 1750.- Daños causados por actos involuntarios. El autor de un daño causado por
un acto involuntario responde por razones de equidad. Se aplica lo dispuesto en el artículo 1742.
El acto realizado por quien sufre fuerza irresistible no genera responsabilidad para su autor, sin
perjuicio de la que corresponde a título personal a quien ejerce esa fuerza.
4) La Antijuridicidad
La antijuridicidad es la relación de contradicción que existe entre la conducta humana y el
ordenamiento jurídico. Es necesario, para que la acción genere responsabilidad, que la misma sea
antijurídica. Conceptualmente, es aquello contrario a la ley que aparece como una violación al derecho
proveniente de actos de comisión o de omisión.
En el caso de la responsabilidad civil se debe hacer un análisis subjetivo y objetivo para determinar si la
acción aparece como antijurídica. Es que la antijuridicidad es el elemento material imprescindible
para que nazca responsabilidad civil y que, como se dijo anteriormente, consiste en la infracción o
violación de un deber jurídico, infracción que también existe siempre que se realice u omita, por culpa o
por imprudencia cualquier hecho que ocasione daño a otro.
La antijuridicidad puede abarcar no solamente los casos de violación directa de la ley, sino las
hipótesis de infracción del deber impuesto por la propia voluntad de las partes en un contrato.
Hoy en día..
En el art. 1716 del CCyC, la antijuridicidad civil es material (atípica) y objetiva, y se configura por la
existencia de un hecho (positivo o de omisión) que causa daño a otro. Esto es así porque es ilícito cualquier
hecho u omisión que daña, sin necesidad de prohibición expresa, e independientemente de que pueda o no
efectuarse un reproche subjetivo al agente.
8 DERECHO PRIVADO III – RESPONSABILIDADES – BOLILLA 1.-
Criterios:
Formal: es la acción u omisión contraria a una norma legal predeterminada, es decir, que es solo
cuando exista una disposición legal que imponga una conducta u omisión. En el derecho civil, se
identifican antijuridicidad con ilegalidad, fundándose en el principio constitucional de que “nadie
está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni privado de lo que ella no prohíbe”. Esto se ve en
derecho penal. Pero en materia civil, se establece a través de un sistema abierto el daño, no hay
una tipificación establecida, este concepto para el derecho civil fue dejado de lado.
Material: se extiende más allá del concepto de ilegalidad. No solo es antijurídica la acción u
omisión que contradiga una norma legal, sino también aquella que sea contraria a la ley, al orden
público, y a las buenas costumbres. Entiende que la simple violación del nominen laedere implica
ilicitud, salvo que la conducta o el perjuicio se encuentren justificados. Es el criterio que se utiliza
actualmente, el derecho no se agota en la legalidad, se complementa en las fuentes del derecho.
Objetivo: basta con que la acción u omisión sea contraria a lo que disponen las normas, sin
importar si el sujeto obró con culpa o no. Se tiene en cuenta el resultado ocasionado (el acto en sí),
se pone la mirada en la víctima. (Racero: trata al acto en sí, y no a la persona. No importa el ¿Por
qué? La afectación de un bien no reprobado por el ordenamiento jurídico es un daño y hay que
repararlo).
Subjetivo: exige que el acto sea voluntario, y además que estén presentes los elementos de la
responsabilidad por el daño y la culpabilidad. Es la forma de evaluar la antijuridicidad desde la
conducta de la persona. El problema radica en que, si no se puede evaluar la conducta, no hay
antijuridicidad.
La nueva norma se inscribe en los postulados que viene sosteniendo la CSJN en diversos
pronunciamientos, según los cuales el alterum non laedere (el deber de no dañar a nadie) tiene jerarquía
constitucional. En otras palabras, la mera causación de un daño a otro ya de por sí constituye una
conducta antijurídica. Y la calificación de antijurídica desaparecerá si se configura alguna causal de
justificación. Es la llamada antijuricidad material.
Para que sea antijurídico un hecho humano, basta que viole los principios generales del derecho, la
moral, la buena fe, las buenas costumbres y la equidad, es decir, el ordenamiento en su conjunto. Aunque
no haya norma que lo prohíba, es suficiente para la responsabilidad civil para que sea antijurídica.
ARTICULO 1717.- Antijuridicidad. Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si
no está justificada.
El artículo 1717 dice que es antijurídica cualquier acción u omisión que causa daño, con lo que para que
se configure este presupuesto basta con que se viole el deber general de no dañar a otro, por lo tanto, el
ilícito civil es atípico, porque no es necesario que la ley describa en cada caso con detalle la conducta
prohibida.
Sin embargo, cabe hacer excepción a este principio en el caso de la responsabilidad contractual, dado que
allí el daño resaltará necesariamente del incumplimiento de una obligación preexistente, que precisa la
conducta que el deudor estaba obligado a ejecutar.
ARTICULO 1716.- Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento de una
obligación, da lugar a la reparación del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código.
9 DERECHO PRIVADO III – RESPONSABILIDADES – BOLILLA 1.-
ARTÍCULO 1749.- Sujetos responsables. Es responsable directo quien incumple una obligación u
ocasiona un daño injustificado por acción u omisión.
Causas de justificación.
La excepción al artículo 1717 está constituida por las causas de justificación, que son circunstancias en
las cuales el ordenamiento jurídico otorga un permiso para dañar. En tales casos, el hecho u omisión
dañosos son lícitos, y no antijurídicos, sin perjuicio de que en algún caso —como sucede en el estado de
necesidad— pueda de todos modos ser procedente el pago de una indemnización (responsabilidad por
acto lícito).
ARTICULO 1718.- Legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un derecho. Está
justificado el hecho que causa un daño:
b) en legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a una
agresión actual o inminente, ilícita y no provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños
como consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una reparación
plena;
c) para evitar un mal, actual o inminente, de otro modo inevitable, que amenaza al agente o a un tercero,
si el peligro no se origina en un hecho suyo; el hecho se halla justificado únicamente si el mal que se evita
es mayor que el que se causa. En este caso, el damnificado tiene derecho a ser indemnizado en la
medida en que el juez lo considere equitativo.
Con excepción de algunas situaciones particulares, el código derogado no regulaba las causas de
justificación, razón por la cual la doctrina aplicaba por analogía las mencionadas en el artículo 34
del Código Penal.
El Código ha incorporado ahora el tratamiento de varias de esas circunstancias: el ejercicio regular
de un derecho, la legítima defensa, el estado de necesidad (art. 1718) y el consentimiento del
damnificado (art. 1720). El artículo 1719 se refiere, a su turno, a la denominada "asunción de
riesgos", pero para clarificar una vieja polémica doctrinal y dejar en claro que en ningún caso puede
operar como causa de justificación, aunque sea como hecho total o parcial del damnificado (art.
1729).
Se ha señalado que las causas de justificación no son un numerus clausus; el Código se ha
limitado a regular las más importantes, pero ello no obsta a que en un caso concreto los jueces
puedan valorar la existencia de alguna otra no mencionada en los artículos citados.
Inciso a.- El ejercicio regular de un derecho funciona como una causa de justificación de los daños
que puedan resultar de él (v. gr., los sufridos por un deudor a raíz de que su acreedor embarga y remata
sus bienes, o por un comerciante como consecuencia de que otro instala un negocio del mismo ramo
cerca del suyo y compite con él, etc.).
Esta justificación tiene como límite el ejercicio abusivo del derecho, que se da cuando el derecho ejercido
sobrepasa los límites de la buena fe, la moral y las buenas costumbres. Cuando esos límites se
transgreden se configura el abuso, que funciona así como "la excepción de la excepción": al no jugar la
causa de justificación, el hecho dañoso se torna antijurídico (v. gr., si el comerciante del ejemplo incurre en
competencia desleal).
Inciso b.- La legítima defensa: se refiere a los daños causados en legítima defensa, ya sea propia o
de terceros. La aplicación de esta causa de justificación requiere de la configuración de ciertos requisitos
10 DERECHO PRIVADO III – RESPONSABILIDADES – BOLILLA 1.-
enumerados por la norma:
Inciso c.- El estado de necesidad se configura cuando una persona causa un daño para evitar otro
mayor, actual o inminente, al que ha sido extraña, y que amenaza al agente o a un tercero. El agente debe
encontrarse frente a una situación de peligro que él no ha contribuido a causar, y que genera la amenaza,
para él o para un tercero, de sufrir un mal (un daño) actual o inminente.
La única posibilidad de evitar ese daño debe ser la producción de otro de menor entidad.
Art 1719. Asunción de riesgos. La exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de
peligro no justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad a menos que, por las circunstancias
del caso, ella pueda calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente el
nexo causal.
Quien voluntariamente se expone a una situación de peligro para salvar la persona o los bienes de
otro tiene derecho, en caso de resultar dañado, a ser indemnizado por quien creó la situación de
peligro, o por el beneficiado por el acto de abnegación. En este último caso, la reparación procede
únicamente en la medida del enriquecimiento por él obtenido.
Zanjando una polémica de larga data, el Código establece que la mera circunstancia de que una
persona se exponga voluntariamente a una situación de peligro no constituye una causa de
justificación. La única excepción se da cuando esa exposición pueda calificarse como un hecho del
damnificado que interrumpe total o parcialmente el nexo causal, pero en este último caso no estamos ya
ante una causa de justificación, sino frente a la falta de otro elemento (la causalidad), y se aplica el artículo
1729.
El segundo párrafo de la norma que se comenta se refiere a los denominados "actos de abnegación o
altruismo", constituidos por aquellos casos en los cuales alguien se expone voluntariamente a una
situación de peligro para salvar la persona o los bienes de otro (v. gr., quien ingresa en un inmueble
incendiado para rescatar a sus ocupantes, y sufre quemaduras). En este caso puntual, hay acuerdo en la
doctrina —incluso entre los partidarios de conferir cierta eficacia exoneratoria a la "asunción de riesgos"—
en el sentido de que el agente tiene derecho a ser indemnizado, y así lo establece expresamente el
Código. Se precisa que el responsable es quien creó la situación de peligro, o el beneficiado por el acto de
abnegación, pero en este último caso la acción prosperará únicamente en la medida del enriquecimiento
por él obtenido.
★ Los subjetivos son la culpa, el dolo, y el nuevo Código prevé supuestos de culpa agravada.
★ Los objetivos, siguiendo una postura prevaleciente, son el riesgo, la garantía, la equidad, el abuso del
derecho y las relaciones de vecindad. Otros autores también agregan la solidaridad, la igualdad de las
cargas públicas, la seguridad social, etc. Y una postura minoritaria reconoce como único factor al riesgo
creado.
En el código anterior el fundamento de la responsabilidad civil era subjetivo, fundado en la culpa (sin culpa
no hay responsabilidad). El nuevo Código no establece gradaciones o jerarquías de los factores de
atribución, los que tienen la misma importancia cualitativa. La diferencia es cuantitativa ya que, en la
práctica, se presentarán mayor cantidad de casos de responsabilidad objetiva en razón de que comprende
un número superior de supuestos tácticos.
La culpa reviste el carácter de norma de clausura o factor residual de atribución únicamente en
caso de silencio y de laguna normativa sobre el factor de atribución aplicable al caso. En los
Fundamentos del Código se destaca que esta previsión legal no desprotege a la víctima ni
presenta riesgos de que no se apliquen los factores objetivos.
La responsabilidad subjetiva por culpa recién operará cuando no haya ninguna norma ni sea
posible acudir a la analogía para suplir el vacío legal
La responsabilidad subjetiva se aplica, e/otros casos: en la producción del daño por el hecho
culposo o doloso; en caso de encubrimiento; en los supuestos de intromisión en la vida privada; en
la celebración de actos jurídicos; etc.
Para eximirse de responsabilidad es insuficiente probar que se actuó sin culpa o que se obró con la
diligencia debida porque la exoneración opera en el ámbito de la causalidad.
Art 1722. Factor objetivo. El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del agente es
irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos, el responsable se libera
demostrando la causa ajena, excepto disposición legal en contrario.
Es objetivo el factor cuando la culpa no es necesaria para demostrar la responsabilidad, más aún, la
culpa del agente es indiferente.
Las eximentes operan en el ámbito de la causalidad adecuada ya que la ruptura total o parcial entre el
resultado dañoso y el hecho ilícito exonera al responsable del deber de resarcir. Y esa causa ajena puede
ser: el hecho (no sólo la culpa) del damnificado; el hecho (no sólo la culpa) de un tercero por el que el
sindicado como responsable no debe responder y el caso fortuito o fuerza mayor.
El dueño y el guardián son responsables concurrentes del daño causado por las cosas. Se considera
guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso, la dirección y el control de la cosa, o a quien obtiene
un provecho de ella. El dueño y el guardián no responden si prueban que la cosa fue usada en contra de
su voluntad expresa o presunta. En caso de actividad riesgosa o peligrosa responde quien la realiza, se
sirve u obtiene provecho de ella, por sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial.
★ La garantía: Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las
cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la valoración de la previsibilidad de las consecuencias.
Cuando existe una confianza especial, se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones
particulares de las partes. Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición especial, o la
facultad intelectual de una persona determinada, a no ser en los contratos que suponen una confianza
especial entre las partes. En estos casos, se estima el grado de responsabilidad, por la condición especial
del agente.
El código optó por regular el instituto como principio general del ejercicio de los derechos, más allá de
considerarlo luego en casos particulares.
★ El exceso de la normal tolerancia entre vecinos: Las molestias que ocasionan el humo, calor,
olores, luminosidad, ruidos, vibraciones o inmisiones similares por el ejercicio de actividades en inmuebles
vecinos, no deben exceder la normal tolerancia teniendo en cuenta las condiciones del lugar y aunque
medie autorización administrativa para aquéllas. Según las circunstancias del caso, los jueces pueden
disponer la remoción de la causa de la molestia o su cesación y la indemnización de los daños. Para
disponer el cese de la inmisión, el juez debe ponderar especialmente el respeto debido al uso regular de la
propiedad, la prioridad en el uso, el interés general y las exigencias de la producción.
★ Por el riesgo o vicios de las cosas, incorporándose expresamente las actividades riesgosas o
peligrosas por su naturaleza por los medios empleados o por las circunstancias de su realización.
★ Los daños causados por los actos involuntarios.
★ La responsabilidad del principal por el hecho del dependiente y de quien se sirve para el
cumplimiento de sus obligaciones.
★ En las obligaciones de hacer y de dar.
★ El daño derivado de los accidentes de tránsito.
13 DERECHO PRIVADO III – RESPONSABILIDADES – BOLILLA 1.-
Art 1723. Responsabilidad objetiva. Cuando de las circunstancias de la obligación, o de lo
convenido por las partes, surge que el deudor debe obtener un resultado determinado, su
responsabilidad es objetiva.
Si bien tanto la doctrina como la jurisprudencia aceptan que cuando el deudor debe obtener un resultado
su responsabilidad es objetiva, esa conclusión no estaba consagrada en el código derogado. Éste
reflejaba las tendencias dominantes en el momento de su sanción, y no daba cuenta del desarrollo de la
responsabilidad contractual que tuvo lugar a lo largo del siglo XX. El Código, en cambio, recoge los
criterios actuales y aclara que el factor de atribución en la responsabilidad contractual está determinado
por la extensión del compromiso que haya asumido el deudor, ya que la responsabilidad es subjetiva en
las obligaciones de medios, y objetiva en las de resultado.
Art 1724. Factores subjetivos. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo. La culpa consiste
en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las
personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o
profesión. El dolo se configura por la producción de un daño de manera intencional o con manifiesta
indiferencia por los intereses ajenos.
En la responsabilidad subjetiva media autoría materia e imputabilidad moral, es decir, voluntariedad en el
agente que ejecuta el hecho por acción u omisión.
La culpa
1) Las circunstancias de la obligación o en las que se produjo el hecho: ej, la prudencia requerida al
conductor de un automóvil es mayor al pasar frente a una escuela en la que salen niños que cuando
transita en un lugar despoblado.
2) Las circunstancias de la persona: no es igual la diligencia que se espera de un chofer que tiene
experiencia, que la de un principiante.
3) Las circunstancias del tiempo: ej, se va exigir más cuidado al conductor si está lloviendo.
14 DERECHO PRIVADO III – RESPONSABILIDADES – BOLILLA 1.-
4) Las circunstancias del lugar: ej, requiere más cuidado el hecho de conducir en un camino montañoso
que en una ruta desierta.
• La carga de la prueba incumbe a quien la alega, salvo disposición legal o convencional en contrario. En
algunos supuestos median presunciones legales de culpa verbigracia el transportador aeronáutico no era
responsable si prueba que él y sus dependientes tomaron las medidas necesarias para evitar el daño o
que les fue imposible evitarlo, y presunciones judiciales, como que la excesiva velocidad impidió el control
efectivo del automóvil.
• Puede operar la carga dinámica de la prueba que asigna la carga probatoria a quien está en mejores
condiciones en el juicio para probar un hecho determinado: la falta de culpa (haber actuado con la
diligencia debida) o la culpa de otro (la prueba de la culpa ajena).
• En la culpabilidad objetiva, el responsable presunto no se libera demostrando que actuó sin culpa, sino
que para eximirse total o parcialmente debe acreditar la ruptura del nexo causal. etc.
El Dolo
La acepción que alude a los delitos, habla de la voluntad deliberada de cometerlos a sabiendas de su
carácter delictivo. El dolo es el factor subjetivo de atribución de responsabilidad civil que se caracteriza
porque el agente obra con la intención de producir el daño, el que prevé en base al conocimiento que tiene
de la circunstancia que rodean la realización del hecho. Se requiere de dos elementos:
• Uno intelectual: acto ilícito ejecutado a sabiendas
En cuanto a las clases de dolo, una clasificación diferenciaba el dolo directo del indirecto o eventual.
La prueba del dolo incumbe a quien lo alega y son admisibles todos los medios de pruebas, son
válidas las cláusulas que en caso de dolo del deudor lo liberan anticipadamente de responsabilidad total o
parcial, pero es renunciable el efecto del dolo ya producido. Al equipararse el dolo contractual del
extracontractual se pone acento en la situación del acreedor insatisfecho. El dolo se configura ahora
cuando el daño es producido “de manera intencional” mejorándose la referencia anterior al acto ilícito
producido “a sabiendas y con intención de”.
El dolo agrava la responsabilidad del deudor, por ejemplo, en el contrato se responde por las
consecuencias que no solo las partes previeron al contratar sino también por las existentes al momento del
incumplimiento.
6) El daño
15 DERECHO PRIVADO III – RESPONSABILIDADES – BOLILLA 1.-
Como afirma TRIGO REPRESAS, puede decirse desde un punto de vista lógico que el daño es el
primer elemento de la responsabilidad civil, ya que sin él no puede siquiera pensarse en la
pretensión resarcitoria, ni puede haber responsabilidad civil, por ausencia de "interés", que es la
base de todas las acciones.
El Código recoge este último criterio, muy difundido e incluso seguido por la Corte Suprema de la
Nación: "el concepto jurídico de daño, salvo restricciones particulares queridas por el legislador,
abarca la protección de todo interés no reprobado por la ley'; "el daño consiste en la lesión a un
interés simple, merecedor de tutela, que priva al sujeto de la facultad de su actuar lícito, es decir,
no reprobado por el Derecho”.
Según esta postura no es exigible que el interés tenga categoría de derecho subjetivo ya que
"se protege al interés lícito, aunque no surja de norma legal o convencional, pero a condición de
que sea un interés lícito, cierto y de magnitud o relevancia. No hay daños jurídicos a los efectos
resarcitorios sino daños antijurídicos.
El daño no es la supresión de un bien, sino su disminución o pérdida de idoneidad para satisfacer
las necesidades del lesionado".
Art 1737. Concepto de daño. Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el
ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia
colectiva.
El artículo 1737 concibe al "daño" de un modo en que es resarcible el daño individual o colectivo, no
repudiado o no reprochado, por el ordenamiento jurídico. Se pondera especialmente la entidad 'del interés
iniciado o protegido del damnificado.
DAñO COLECTIVO.
En el daño colectivo se afecta un derecho o un interés que recae sobre un bien de incidencia
colectiva.
En estos casos la indemnización (el daño-consecuencia) es patrimonial o no patrimonial, a
diferencia de los daños producidos a las personas, que siempre serán morales o patrimoniales, uno
u otro, o ambos.
Anticipamos que el daño colectivo está reconocido expresamente en el nuevo Código (cuando se lesiona
un derecho de incidencia colectiva). Sin embargo cabe puntualizar que se trata del daño colectivo en
sentido estricto o daño colectivo sobre bienes colectivos o derechos de incidencia colectiva sobre bienes
colectivos.
El daño puede ser entendido en sentido amplio o en sentido restringido:
7) La relación causal
Art 1726. Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo adecuado de
causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal en contrario, se indemnizan las
consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles.
17 DERECHO PRIVADO III – RESPONSABILIDADES – BOLILLA 1.-
Debe haber un nexo causal entre el hecho y la consecuencia dañosa. Esto nos va a determinar
quién es el autor del hecho. No siempre la relación de causalidad coincide la jurídica con la fáctica.
La consecuencia debe ser producida por la persona que llevó a cabo la acción.
Cumple una doble función: determina la autoría, (es decir quién debe considerarse como el autor
del daño) y establece la extensión del resarcimiento (qué consecuencias debe reparar quien
resulte responsable).
Ejemplo: alguien llama por teléfono a un amigo pidiéndole que vaya a su casa para hablar con él, y
la persona sale a la casa de su amigo y cuando sale es atropellado por un auto. Fácticamente si su
amigo no lo hubiere llamado no lo hubiesen atropellado. O sea, hay una relación de causalidad
entre el llamado del amigo y el accidente. ¿Pero será responsable jurídicamente el amigo? NO.
Sería absurdo. La relación de causalidad que nosotros tenemos que tener en cuenta es la jurídica y
no siempre coincide con la fáctica.
El Código adopta la teoría de la causalidad adecuada, la cual establece que sólo puede considerarse
"causa" de un resultado aquel hecho que, de acuerdo a lo que suele suceder, en función de las reglas de
la experiencia, produce normalmente aquel resultado. No basta, entonces, con que entre hecho y
resultado medie una relación causal desde el punto de vista físico, sino que es preciso, que el resultado
aparezca como una consecuencia previsible del hecho. Esta previsibilidad se mide en abstracto, teniendo
en cuenta no lo que efectivamente previó o pudo prever el agente, sino lo que habría previsto un "hombre
medio" (una persona de previsión normal) puesto hipotéticamente en el momento del hecho.
Sólo serán resarcibles las consecuencias que estén en relación causal adecuada con el hecho.
Art 1727. Tipos de consecuencias. Las consecuencias de un hecho que acostumbran a suceder según
el curso natural y ordinario de las cosas, se llaman en este Código “consecuencias inmediatas”. Las
consecuencias que resultan solamente de la conexión de un hecho con un acontecimiento distinto, se
llaman “consecuencias mediatas”. Las consecuencias mediatas que no pueden preverse se llaman
“consecuencias casuales”.
En cuanto a la clasificación de las consecuencias:
★ Consecuencias inmediatas: aquellas que acostumbran a suceder según el curso natural y
ordinario de las cosas. Además de ser previsibles, resultan directamente del acto mismo, sin que
e/éste y la consecuencia medie algún hecho distinto.
★ Consecuencias mediatas: resultan de la conexión del hecho originario con un acontecimiento
distinto. Si este segundo acontecimiento es previsible, la consecuencia que resulta también lo es, y
se imputa igualmente al responsable.
★ Consecuencias casuales: son aquellas mediatas que no se pueden prever. No hay relación
causal adecuada porque entre el hecho originario y el daño se interpone otro u otros hechos que no
son previsibles de acuerdo al curso normal de los acontecimientos.
La responsabilidad civil contractual se ocupa del ámbito del daño que se ocasiona por el
incumplimiento de una obligación derivada de un contrato; mientras que la responsabilidad
extracontractual se refiere al daño o perjuicio que se ocasiona por eventos distintos al incumplimiento de
una obligación. Si bien -tanto una como otra- pertenecen al derecho de daños.
Unificar la responsabilidad no implica diluir la distinta estructura del contrato y el hecho ilícito,
sino simplemente unificar las consecuencias de ambos, sometiéndolas, salvo casos de excepción, a
las mismas reglas. En los Fundamentos del Código se dice que la tesis que se adopta es la de la unidad
del fenómeno de la ilicitud, lo cual no implica la homogeneidad, dado que hay diferencias que subsisten.
Esas diferencias son irreductibles, y derivan de la distinta naturaleza del hecho generador de
responsabilidad en cada una de esas hipótesis. En particular, la regulación de la responsabilidad derivada
del incumplimiento de una obligación (tradicionalmente llamada "contractual") requiere tener en cuenta
algunas especificidades que resultan de la existencia de un vínculo previo entre acreedor y deudor que liga
a este último a ejecutar una determinada prestación. En su caso, el eventual origen convencional de esa
obligación puede determinar también algunas reglas especiales tendientes a preservar la autonomía de la
voluntad de los contratantes.