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Cantor83 PC PDF
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MULTIPLICIDADES:
UNA INVESTIGACIÓN MATEMÁTICO-FILOSÓFICA
EN LA TEORÍA DEL INFINITO
DEL
Dr. G. CANTOR
Traducción y comentarios por J. Bares y J. Climent.
Prefacio
§1.
los actuales lı́mites; esta extensión va en una dirección que nadie, que yo
sepa, ha intentado explorar todavı́a.
Dependo tanto de esta extensión del concepto de número que sin ella no
podrı́a dar ni un paso más con naturalidad en la teorı́a de los conjuntos; esta
circunstancia es la justificación (o, si fuera necesario, la excusa) para el he-
cho de introducir ideas aparentemente extrañas en mi trabajo. De lo que se
trata es de la extensión o continuación de la sucesión de los números enteros
realmente existentes al infinito; y por arriesgada que tal ampliación pueda
parecer, me atrevo a expresar no sólo la esperanza, sino la firme convicción
de que con el tiempo esta extensión será vista como una cosa absolutamente
simple, adecuada y natural. Al mismo tiempo no oculto que con esta em-
presa me coloco en oposición a intuiciones ampliamente difundidas acerca
del infinito matemático y con opiniones comúnmente mantenidas sobre la
esencia de las magnitudes numéricas.
En la medida en que el infinito matemático ha encontrado, hasta ahora,
una aplicación justificada en la ciencia y contribuido a su servicio, lo ha
hecho, sobre todo, en el papel de cantidad variable, que o bien crece más
allá de todos los lı́mites o disminuye hasta una pequeñez arbitraria, pero
siempre permaneciendo finita. A este infinito lo llamo el infinito impropio.
Pero, en la era moderna y contemporánea se ha desarrollado tanto en la
geometrı́a como en la teorı́a de funciones, otro concepto del infinito igual-
mente justificado, según el cual, por ejemplo, cuando se investiga una función
analı́tica de una variable compleja se ha hecho necesario y corriente imagi-
nar, en el plano que representa una magnitud variable compleja, un único
punto colocado en el infinito (i.e., un punto infinitamente alejado pero de-
finido) y examinar el comportamiento de la función en el entorno de ese
punto, del mismo modo que se investiga en el entorno de cualquier otro
punto; resulta entonces que el comportamiento de la función en el entorno
del punto infinitamente alejado presenta exactamente los mismos fenómenos
que presenta para todos los demás puntos que están situados a una distan-
cia finita. Concluimos en este caso que está plenamente justificado pensar el
infinito como un punto enteramente determinado.
Cuando el infinito se presenta bajo una tal forma definida, lo llamo el
infinito propio.
Para comprender cuanto sigue deberemos distinguir cuidadosamente es-
tos dos modos bajo los que se presenta el infinito matemático, y que ha
conducido a grandı́simos progresos en la geometrı́a, el análisis y la fı́sica
matemática.
Bajo la primera forma, como infinito impropio, se presenta como un finito
variable; mientras que bajo la segunda forma, la que llamo el infinito propio,
aparece como un infinito enteramente determinado. Los números enteros in-
finitos realmente existentes, que definiré posteriormente (y que descubrı́ ha-
ce muchos años, sin llegar a ser claramente consciente de poseer en ellos
números concretos con un significado real) no tienen absolutamente nada en
común con la primera de estas dos formas, con el infinito impropio. Por el
contrario, poseen el mismo carácter de determinación que encontramos en
el punto infinitamente alejado de la teorı́a de las funciones analı́ticas; i.e.,
pertenecen por lo tanto a las formas y afecciones del infinito propio. – Pero,
3
Por otra parte, para los conjuntos infinitos, hasta ahora no se ha hablado
nunca, ni en mis trabajos ni en otro lugar, de la enumeración de sus elemen-
tos definida de un modo preciso, aún cuando puede serles atribuida a ellos
una potencia determinada, totalmente independiente de su ordenación.
La potencia mı́nima entre los conjuntos infinitos debe atribuirse (cosa fácil
de justificar) a aquéllos conjuntos que pueden ser correlacionados recı́pro-
camente y uno a uno con la primera clase numérica, y consecuentemente
tienen la misma potencia que ella. Pero hasta ahora ha faltado una defini-
ción igualmente simple y natural de las potencias superiores.
Nuestras, antes mencionadas, clases numéricas que están compuestas de
números enteros realmente existentes infinitos determinados se muestran
ahora propiamente como los representantes naturales, que ocurren en una
forma unitaria, de las potencias, crecientes en una sucesión conforme a una
ley, de conjuntos bien definidos. Mostraré del modo más preciso que la po-
tencia de la segunda clase numérica (II) no sólo es diferente de la potencia
de la primera clase numérica sino que es, de hecho, la potencia inmediata-
mente superior ; podrı́amos llamarla por consiguiente la segunda potencia,
o la potencia de la segunda clase. La tercera clase numérica proporciona,
análogamente, la definición de la tercera potencia, o potencia de la tercera
clase, y ası́ sucesivamente.
§2.
Otro gran logro atribuible a los nuevos números consiste, para mı́, en un
nuevo concepto que todavı́a no ha sido mencionado –concretamente, el con-
cepto de la enumeración de los elementos de una multiplicidad infinita bien
ordenada. Puesto que este concepto está siempre expresado por un núme-
ro completamente determinado de nuestro dominio numérico extendido (a
condición sólo de que la ordenación, que ahora deberemos definir más exac-
tamente, de los elementos del conjunto esté determinada), y puesto que por
otra parte el concepto de enumeración adquiere una representación concreta
inmediata en nuestra intuición interior, esta interconexión entre enumera-
ción y número es una prueba de la realidad (que enfatizo) del último incluso
en los casos en los que es infinito determinado.
Por un conjunto bien ordenado hay que entender un conjunto bien defi-
nido en el que los elementos están ligados entre sı́ mediante una sucesión
determinadamente dada tal que (i) hay un primer elemento en el conjunto;
(ii) cualquier elemento singular (siempre que no sea el último de la sucesión)
está seguido por otro elemento determinado; y (iii) para cualquier conjunto
de elementos finito o infinito que se desee existe un elemento determinado
que es su sucesor inmediato en la sucesión (salvo que no haya absolutamente
nada en la sucesión que siga a todos ellos). Dos conjuntos “bien ordenados”
se dicen que tienen la misma enumeración (con respecto a sus sucesiones
previamente dadas) cuando es posible una correlación recı́proca y uno a uno
entre ellos tal que, si E y F son dos elementos cualesquiera de un conjunto,
y E1 y F1 son los elementos correspondientes del otro, entonces la posición
de E y F en la sucesión del primer conjunto siempre coincide con la posición
de E1 y F1 en la sucesión del segundo conjunto (de manera que cuando E
5
3Si dos conjuntos bien ordenados A = (A, <) y B = (B, <) fueran isomorfos, mediante
dos isomorfismos f y g de A en B, entonces g −1 ◦ f serı́a un automorfismo de A, luego
g −1 ◦ f = idA , porque el grupo de los automorfismos de un conjunto bien ordenado es
rı́gido, por lo tanto f = g.
6
§3.
§4.
§5.
§6.
§7.
Touts véritables”10 y que “L’infini véritable n’est pas une modification, c’est
l’absolu; au contraire, dès qu’on modifie on se borne ou forme un fini”11 (en lo
que respecta a éste último pasaje concuerdo con él en la primera afirmación,
pero no en la segunda). Pero estoy en la afortunada posición de poder citar
pasajes del mismo pensador en los que él en una cierta medida se contradice a
sı́ mismo y se declara a sı́ mismo de la manera más nı́tida a favor del infinito
propio (que es diferente del absoluto). Dice él en la edición de Erdmann, p.
118:
“Je suis tellement pour l’infini actuel, qu’au lieu d’admettre que la nature
l’abhorre, comme l’on dit vulgairemente, je tiens qu’elle l’affecte partout,
pour mieux marquer les perfections de son Auteur. Ainsi je crois qu’il n’y a
aucune partie de la matière qui ne soit, je ne dis pas divisible, mais actuel-
lement divisée; et par conséquent la moindre particelle doit être considerée
comme un monde plein d’une infinité de créatures différentes”12.
Pero el defensor más decidido del infinito actual, tal como se presenta,
por ejemplo, en los conjuntos bien definidos de puntos o en la constitución
de los cuerpos a partir de átomos puntiformes (no hablo aquı́ de los áto-
mos quı́mico–fı́sicos, de Demócrito, a los cuales no puedo reconocer ni una
existencia real ni conceptual, aunque esta ficción resulte, dentro de ciertos
lı́mites, muy útil), es un agudı́simo filósofo y matemático de nuestro siglo,
Bernhard Bolzano, que ha dado forma a sus ideas con firmeza sobretodo
en las “Paradoxien des Unendlichen”, Leipzig 1851. Esta obra bellı́sima y
rica en pensamientos se propone demostrar que las contradicciones que los
escépticos y peripatéticos de todos los tiempos han tratado de hallar en el
infinito no existen en modo alguno, si sólo se toma la molestia (no, con toda
seguridad, siempre liviana) de estudiar con toda seriedad los conceptos del
infinito de acuerdo con su verdadero contenido. En el texto también se en-
cuentra una discusión, en muchos aspectos plenamente adecuada, del infinito
matemático impropio, bajo la forma sea de diferenciales del primer orden o
de orden superior sea en la sumación de series infinitas o de otros procesos
de paso al lı́mite. Este infinito, llamado por algunos escolásticos “sincate-
goremático” no es mas que un concepto auxiliar y relacional de nuestro
pensamiento que comprende en sı́, por definición, la variabilidad y al cual,
en sentido propio, no se puede nunca atribuir el “datur”.
Es muy notable que, respecto de esta especie de infinito, no prevalez-
can en absoluto diferencias esenciales de opinión incluso entre los filósofos
contemporáneos, si se me permite ignorar el hecho de que algunos llama-
dos positivistas, o realistas, o materialistas modernos creen ver el concepto
10“No hay ni número infinito ni lı́nea o cualquier otra cantidad infinita, si los toma
como verdaderos Todos”.
11“El verdadero infinito no es una modificación, es el absoluto; por el contrario, cuando
se modifica se limita o forma un finito”.
12“Estoy hasta tal punto a favor del infinito actual que, en lugar de admitir que la
naturaleza lo aborrece, como se dice vulgarmente, sostengo que él la afecta por doquier,
para señalar mejor las perfecciones de su Autor. Ası́ yo creo que no hay ninguna parte de la
materia que no sea, no digo divisible, sino que esté actualmente dividida; y por consiguiente
la menor partı́cula debe ser considerada como un mundo lleno de una infinidad de criaturas
diferentes”.
15
§8.
§9.
(aν ·a0ν ) en el que los elementos son los productos de todos los aν por todos los
a0ν , entonces este nuevo agregado constituye el fundamento para la definición
del producto bb0 .
Como se ve, aquı́ el momento de la producción, que liga el conjunto con
el número a definir a su través, está en la formación de la suma, pero debe
enfatizarse como esencial que sólo se usa la suma de un número siempre
finito de elementos racionales y que el Pnúmero b a definir no es puesto desde
el principio como igual a la suma aν de la sucesión
P infinita (aν ); esto
serı́a un error lógico, porque la definición de la suma aν sólo se obtiene
igualándola con el número acabado b que es definido necesariamente antes.
Creo que este error lógico, que fue evitado por primera vez por Weierstrass,
fue en los tiempos pretéritos una práctica universal, y no fue observado
porque pertenece a aquéllos raros casos en los que un error real no puede
perjudicar significativamente al cálculo. –No obstante, estoy convencido de
que todas las dificultades descubiertas hasta ahora en el concepto de lo
irracional están ligadas con el error indicado, mientras que si evitamos este
error, entonces los números irracionales enraizan en nuestro espı́ritu con la
misma determinación, evidencia y claridad que los números racionales.
La forma de definición de Dedekind se basa en la totalidad de todos los
números racionales, pero dividida en dos grupos tales que, designando con
Aν los números del primero y con Bν los del segundo, se tenga siempre
que Aν < Bν ; una tal partición del conjunto de los números racionales es
llamada por Dedekind una cortadura, la designa con (Aν | Bν ) y le asocia
un número b. Si se comparan entre sı́ dos de estas cortaduras (Aν | Bν ) y
(A0ν | B0ν ), se encuentran, como en la primera forma de definición, un total
de tres posibilidades, en base a las cuales diremos, respectivamente, que los
números b y b0 representados por las dos cortaduras son iguales entre sı́, que
b > b0 o que b < b0 . El primer caso (prescindiendo de algunas excepciones,
fáciles de regularizar, que se presentan cuando los números a definir son
racionales) se verifica cuando sus dos secciones son perfectamente idénticas,
y es aquı́ donde encontramos la innegable, notable ventaja de esta forma de
definición respecto de las otras dos: a cada número b le corresponde una única
cortadura. A esto se contrapone sin embargo la grave desventaja de que en
el análisis los números no se presentan nunca bajo la forma de “cortaduras”,
y sólo pueden ser reconducidos a ella de forma artificial y prolija.
También aquı́ las definiciones de la suma b + b0 y del producto bb0 se dan
sobre la base de nuevas cortaduras que se obtienen a partir de las dos dadas
antes.
La desventaja que acompaña a la primera y tercera forma de definición,
i.e., que se presentan infinitas veces los mismos números, siempre iguales,
y que por lo tanto no se obtiene inmediatamente una visión de conjunto
unı́voca de la totalidad de los números reales, puede ser eliminada con la
máxima facilidad especializando los conjuntos de base (aν ) según alguna de
las construcciones sistemáticas unı́vocas conocidas, como, por ejemplo, el
sistema decimal o el simple desarrollo en fracción continuada.
Vuelvo ahora a la tercera forma de definición de los números reales. Tam-
bién aquı́ se parte de un conjunto infinito (aν ) de números racionales de la
20
lı́m aν = b.
ν=∞
orden. En lo que yo pensaba era sólo en el ser dado bajo una forma concep-
tualmente diferente; y la cosa resulta también clara en diversos pasajes de
mi trabajo.
Relacionado con ello quisiera llamar la atención sobre un hecho nota-
ble, concretamente, que todas las formas de sucesión (en el sentido usual
del término), descubiertas o por descubrir, pensables en el análisis están
agotadas por estos órdenes de las sucesiones fundamentales que diferencio
mediante números de la primera y segunda clase numérica –agotadas en el
sentido de que, como demostraré rigurosamente en otra ocasión, no existen
sucesiones fundamentales cuyo número pueda ser designado por un número
de la tercera clase.
Voy a intentar explicar ahora brevemente la utilidad de la tercera defini-
ción.
para señalar que el número b está dado mediante una sucesión fundamen-
tal (eν ) de orden n o α, uso las fórmulas
b ∼ (eν ) o (eν ) ∼ b.
Si, por ejemplo, tenemos una serie convergente con término general cν ,
entonces la condición necesaria y suficiente para la convergencia, como es
bien sabido, es que
lı́m (cν+1 + . . . + cν+µ ) = 0 (para µ arbitrario).
ν=∞
La suma de la serie se define, pues, mediante la fórmula
∞
à ν !
X X
cn ∼ cn .
n=0 n=0
Si, por ejemplo, todos los cn están definidos en base aPsucesiones funda-
mentales de k-ésimo orden, entonces lo mismo vale para νn=0 cn , y la suma
P ∞
n=0 cn resulta definida mediante una sucesión fundamental de k + 1-ésimo
orden.
Ponemos como ejemplo tener que describir el contenido conceptual de la
proposición sen(π/2) = 1: podemos pensar π/2 y sus potencias como dados
mediante las fórmulas
π ³ π ´2m+1
∼ (aν ), ∼ (a2m+1
ν ),
2 2
donde, para abreviar, hemos puesto
ν
X (−1)n
2 = aν .
2n + 1
n=0
Además, también
à !
³π ´ µ
X (π/2)2m+1
sen ∼ (−1)m − ,
2 (2m + 1)!
m=0
§10.
16¿Kant?
25
arbitrariamente dado conjunto de puntos P , expuesta por mı́ por primera vez
en el artı́culo en Math. Annalen, vol. 5, y después desarrollado y extendido
al concepto de derivado P (γ) , donde γ es un número cualquiera de una de
las clases numéricas (I), (II), (III), etc.
Los conjuntos de puntos P ahora pueden ser divididos en dos clases según
la potencia de su primer derivado P (1) . Si P (1) tiene la potencia de (I),
entonces, como dije en en el §3 de este trabajo, se demuestra que existe un
número entero α de la primera o de la segunda clase numérica (II) para
el cual P (α) se anula. Pero si P (1) tiene la potencia de la segunda clase
numérica (II), entonces siempre puede ser dividido, de manera única, en dos
conjuntos R y S tales que
P (1) ≡ R + S,
donde R tienen una constitución enteramente diferente:
R es tal que que es posible, iterando el proceso de derivación, reducirlo
constantemente hasta anularlo, luego siempre existe un primer entero γ de
la clase numérica (I) o (II) para el que
R(γ) ≡ 0;
llamo reducibles a los conjuntos de puntos R de este tipo.
S, por otra parte, es tal que el proceso de derivación no lo modifica en
modo alguno, puesto que se cumple que
S ≡ S (1)
y, por consiguiente, también
S ≡ S (γ) ;
llamo perfectos a los conjuntos de puntos S de este tipo. Podemos decir pues
que, si P (1) tiene la potencia de la segunda clase numérica (II), entonces se
divide en dos conjuntos de puntos, uno reducible y uno perfecto, ambos
definidos19.
Aunque estos dos predicados “reducible” y “perfecto”, no puedan encon-
trarse unidos en un mismo conjunto de puntos, ni “irreducible” equivale a
“perfecto” ni “imperfecto” coincide exactamente con “reducible”; es sufi-
ciente prestar un poco de atención para verlo.
No siempre los conjuntos de puntos perfectos S son, por usar un término
acuñado en mis trabajos recordados antes, “densos por doquier” en su inte-
rior; luego ellos por sı́ solos no son idóneos para dar una definición completa
de un continuo de puntos, aunque si se debe conceder que un continuo de
puntos siempre debe ser un conjunto perfecto. Para definir el continuo es
indispensable un nuevo concepto, que deberemos adjuntar al precedente: el
de conjunto de puntos T conexo.
Decimos que T es un conjunto de puntos conexo cuando, dados dos cuales-
quiera de sus puntos t y t0 y un número ε arbitrariamente pequeño, siempre
es posible encontrar, de más de una manera, un número finito de puntos t1 ,
t2 , . . . , tν de T tales que las distancias tt1 , t1 t2 , . . . , tν t0 sean todas menores
que ε20.
19Esta proposición no es cierta, Bendixson.
20Ésta no es la noción actual de conexión, es una noción métrica. La definición de
Cantor de la conexión para espacios métricos, tal como dicen Hocking y Young en [1],
27
Todos los continuos geométricos que nos son conocidos caen, como es fácil
ver, bajo este concepto de conjunto de puntos conexo; creo que en estos dos
predicados “perfecto” y “conexo” he descubierto las propiedades necesarias y
suficientes de un continuo de puntos. Por consiguiente defino un continuo de
puntos contenido en Gn como un conjunto perfecto y conexo. Aquı́ “perfecto”
y “conexo” no son simples palabras, son atributos absolutamente universales
del continuo caracterizados con el máximo rigor conceptual por medio de
las definiciones anteriores.
La definición de Bolzano del continuo (Paradoxien §38) es claramente
errónea; ella expresa de modo unilateral una sola de las propiedades del
continuo mismo, que también es satisfecha por aquéllos conjuntos que se ob-
tienen de Gn cuando imaginamos que eliminamos un conjunto arbitrario de
puntos “aislados” (cfr. Math. Annalen, vol. 21, p. 51); de la misma manera
también es satisfecha por conjuntos que están compuestos por varios conti-
nuos separados; es obvio que en tales casos no está dado ningún continuo,
aunque de acuerdo con Bolzano éste serı́a el caso. Como se ve, aquı́ estamos
en conflicto con el principio “ad essentiam alicujus rei pertinet id, quo dato
res necessario ponitur et quo sublato res necessario tollitur; vel id, sine quo
res, et vice versa quod sine re nec esse nec concipi potest”21.
Del mismo modo, me parece que en el escrito de Dedekind (Continuidad
y números irracionales) sólo está unilateralmente subrayada otra propiedad
del continuo, pero diferente, concretamente, aquella que tiene en común con
todos los conjuntos “perfectos”22.
§11.
23De ahora en adelante sustituiré con ω el sı́mbolo ∞, que usé en el no 2 de este ensayo,
porque ∞ ya es empleado de varios modos, para indicar infinitos indeterminados.
29
§12.
§1.
33
Comentario.
§2.
Un conjunto bien ordenado es un conjunto bien definido en el que los
elementos están ligados entre sı́ mediante una sucesión determinada dada
tal que (i) hay un primer elemento del conjunto; (ii) cualquier elemento
singular (a condición de que no sea el último de la sucesión) es seguido
por otro elemento determinado; y (iii) para cualquier conjunto de elementos
finito o infinito que se sesee existe un elemento determinado que es su sucesor
inmediato en la sucesión (salvo que no exista absolutamente nada en la
sucesión que los siga a todos ellos).
Comentario. Vamos a demostrar que el concepto de conjunto bien orde-
nado que usamos actualmente es equivalente al de Cantor. Para ello comen-
zamos recordando la primera acepción del término mencionado.
Definición 1. Un conjunto bien ordenado es un par A = (A, <) en el que
A es un conjunto y < una relación binaria sobre A que cumple las siguientes
condiciones
1. < es irreflexiva, i.e., para cada a ∈ A, a ≮ a.
2. < es transitiva, i.e., para cada a, b, c ∈ A, si a < b y b < c, entonces
a < c.
3. Para cada subconjunto no vacı́o X de A existe un a ∈ X tal que, para
cada x ∈ X, a < x o a = x.
Obsérvese que entonces A = (A, <) es un conjunto linealmente ordenado,
i.e., que < es irreflexiva, transitiva, y que, para cada x, y ∈ A, si x 6= y,
entonces x < y o y < x.
Continuamos reformulando la anterior definición de Cantor como
Definición 2. Un conjunto bien ordenado es un par A = (A, <) en el que
A es un conjunto y < una relación binaria sobre A que cumple las siguientes
condiciones
1. < es transitiva, i.e., para cada a, b, c ∈ A, si a < b y b < c, entonces
a < c.
2. Para cada a, b ∈ A, o bien a = b, o bien a < b, o bien b < a (Principio
de la tricotomı́a).
3. Hay un m ∈ A tal que, para cada a ∈ A, m < a o m = a.
4. Para cada a ∈ A, si ↑ a = { x ∈ A | a < x } 6= ∅, entonces existe un
b ∈ A tal que a < b y ]a, b[= ∅. Al único elemento b con tal propiedad
lo denotamos por a+ y lo denominamos el sucesor inmediato de a.
5. Para cada X ⊆ A, si X 6= ∅ y ↑ X = { a ∈ A | X < a } 6= ∅
(significando “X < a” que, para cada x ∈ X, x < a) entonces existe
un b ∈ A tal que X < b y ]X, b[= { c ∈ A | X < c < b } = ∅.
Observemos que la transitividad junto con el Principio de la tricotomı́a
equivalen a decir que A = (A, <) es un conjunto linealmente ordenado. Por
otra parte, la cuarta condición es un caso particular de la quinta, conside-
rando, para un a ∈ A que cumpla la condición ↑ a = { x ∈ A | a < x } 6= ∅,
el subconjunto {a} de A.
34
Referencias
[1] J. G. Hocking and G.S. Young, Topology, Dover, 1988.