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Tácticas migrantes

Sobre "Trenes", de Roxana Crisólogo


TERESA CABRERA ESPINOZA
Escritora. Editora de Revista Quehacer

La migración es una noción ineludible al referirse a Trenes, de Roxana Crisólogo. En


realidad es un motivo persistente en el universo poético que Crisólogo ha definido desde
Abajo sobre el cielo, de 1999 y continuado en Animal del camino, de 2001 y Ludy D, de
2006.

La reedición de Trenes bajo el sello chileno Libros del cardo -una década después de su
publicación por El billar de Lucrecia en México-, nos permite revisar los matices que ha
ido adquiriendo esta noción -la migración- en la escritura de Crisólogo, no solo en su
contenido temático, sino también al interior de su proyecto estético. En Abajo sobre el
cielo, en la inversión de los términos -abajo/sobre/el cielo- la migración expresa la
sensación colectiva del fuera de lugar, del fuera de lo establecido, de la invención de una
ciudad nueva sobre la vieja y ajena ciudad. Expresa también la concreción espacial de
esa ciudad fuera de lugar: la altura de cerro, que es

el caos en un mundo que no es

cielo ni tierra

entre tierra y cielo

cielo y tierra

…una ciudad producto de la circulación libre de cuerpos por el territorio, que solo fue
plenamente posible en el Perú luego de la reforma agraria, en el curso de la extinción del
pongaje.

En la poética de Crisólogo esta migración se expresa a partir de un código espacial que


conecta y contrapone arriba-abajo-cielo-tierra para hablar de la ciudad ya no en el
registro horazeriano, que es el de una voz que irrumpe en el elenco establecido de lo
poetizable, sino, el de “simples bocanadas de gente”, experiencias que no reclaman ya
ser nombradas porque son de plano inevitables, masivas.

Estas experiencias ingresan al texto en polifonía y multivocalidad, dos estrategias que


lectores y críticos identifican en esa primera poesía de Crisólogo, una renuncia a
intervenir, sí, pero también a performar. No hay una vocación performática, como sí la
hay en Hora Zero. A cambio tenemos un afán de componer la escena sobre la que luego
se desplegarán las voces que pueblan la ciudad y al poblarla la definen.
Es en este nivel estético, tanto o más que en la noción de migración o proyecto migrante,
donde encuentro la continuidad entre “Abajo…” y “Trenes”. En la vocación de componer
la escena para “crear personajes con un par de trazos precisos”, como ha dicho el crítico
José Carlos Yrigoyen.1

En El oído en su corazón Hanif Kureishi apunta una cualidad de la poesía desde el


punto de vista de un narrador: “[la poesía] le da un empujón a la historia -argumento,
numerosos personajes, lugar- y deja sólo el instante: sólo lo local". Quizá en la escritura
de Crisólogo se verifica este poder que Kureishi atribuye al género: solo lo local.

Porque de ese solo instante está hecho Trenes. Y en esa instantaneidad, de una
conciencia exacerbada del desplazamiento, de la circulación del cuerpo y del capital, del
límite de la circulación de la palabra -esa masa de cultura que es la palabra. Trenes
expresa una conciencia exacerbada acerca del despojo de la palabra y la aparición de la
gestualidad a la que se reduce la expresión. Una conciencia exacerbada acerca del riesgo
que representa una palabra extranjera, un olor inusual, una piel oscura, y por ello le es
posible registrar las fricciones, los brotes de odio, los batazos primermundistas sobre los
cuerpos tercermundistas. Esa conciencia se instala en vagones, en estaciones, en cafés
pobres, en checkpoints, en lugares de paso: nodos en la geografía de la circulación
contemporánea.

La instantaneidad y la capacidad de “crear personajes en pocos y precisos trazos” tienen


un encuentro fructífero en estos nodos, no tanto en los puntos de llegada o en los de
partida como en los puntos de tránsito, donde todo es, efectivamente, local, donde no
hay lazos sino un espacio objetual de la cultura. En Trenes, el modo de decir que viene
desde Abajo sobre el cielo, se encuentra en el lugar desde el qué-decir su instantaneidad.

La migración, sabemos, conecta puntos insospechados del globo, es empujada lo mismo


por las “locas ilusiones”, que por la guerra, el hambre, la escasez, el terror, el clima. Hoy,
por la pandemia. Durante el tránsito, todo se reduce al instante y a la carga posible, la
maleta, el morral, el bulto o el carrito de mano. El tránsito nos hace tan evidentes. “Una
cultura no puede ser llevada de un lado para otro”, dicen en un verso de Trenes los
migrantes recientes en contemplación de su prójima, una recién llegada, una refugiada
que se adentra en la ciudad. La cultura no puede ser llevada, y sin embargo se mueve, o
en el poema “la mujer -indiscutiblemente- avanza-”

"Trenes"de Roxana Crisólogo. Ediciones Libros del Cardo, Chile 2019.


Segunda Edición

1. “Trenes”, nuestra crítica del libro de Roxana Crisólogo, Diario El Comercio, 03/02/2020

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