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Eximentes

Eximentes

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LECCIÓN 1 de 4

Eximentes

De las eximentes en general

Situación problemática inicial

En esta lectura, vamos a ver supuestos que pueden aminorar o eximir la responsabilidad por daño al sindicado como responsable. Estas son las llamadas eximentes,
circunstancias que operan enervando algunos de los presupuestos de la responsabilidad civil que vimos en las lecturas anteriores.

Como es habitual, comenzaremos con un supuesto fáctico (caso) que permite comprender mejor las explicaciones teóricas.

Se trata de un señor que tomó conocimiento de que el demandado mantenía una relación sentimental con su pareja. Pese al dolor y decepción que sufrió al enterarse del engaño,
intentó recomponer la relación sentimental con su pareja, dado que tienen niños menores de edad. Manifiesta que le solicitó al demandado que se abstuviera de seguir visitando
y molestando a su pareja. Dice que, lejos de considerar su petición, el accionado continuó con sus intentos de seguir contactando a su pareja, tanto en la vía pública como a
través de mensajes de texto o por medio de diversas redes sociales. Que, ante dicha circunstancia, concurrió al domicilio del accionado para pedirle, una vez más, que cesara en
sus intentos de estar con su pareja.

Ante ello, el demandado salió de la vivienda y empezó a darle a la supuesta víctima golpes de puño y comenzó una feroz pelea. Que, una vez separados, el demandado ingresó a
su domicilio y volvió a salir, esta vez con una botella de cerveza que rompió en el cordón de la vereda y comenzó a golpear a la víctima con los restos de la botella rota. A raíz
de dichos golpes, le causó diversas heridas cortantes en todo el cuerpo, por lo que debió ser hospitalizado para la reparación de los daños causados.

La supuesta víctima de las heridas reclama daños. El demandado, mediante su abogado que estudió daños en la UES21, se opuso al reclamo, señalando la existencia de
eximentes. El primero que señaló fue la legítima defensa, que obsta el presupuesto de antijuridicidad, pues el demandado se defendió en defensa propia por un medio
racionalmente proporcionado que fueron sus puños y una botella, dado que el actor era mucho más grande y pesado (mide dos metros y pesa más de cien kilos) y, en
contrapartida, el supuesto agresor mide un metro sesenta y pesa cincuenta kilos. Que se trató de una agresión actual y que la misma fue ilícita, pues el actor intentó ingresar a su
casa sin autorización. Que se trata de una defensa legítima.

El caso analizado permite algunas reflexiones e interrogantes, los que vamos a resolver a continuación, comenzado por la definición de los eximentes, para luego analizar cada
uno de ellos.

Definición e importancia

Las eximentes son circunstancias que operan enervando la antijuridicidad, la relación de causalidad o los factores de atribución. Las mismas poseen gran importancia, ya que
pueden aminorar o eximir la responsabilidad por daño al sindicado como responsable.

Clasificación
Según el efecto que producen, hay eximentes vinculadas con la antijuridicidad, con el factor de atribución y con la relación de causalidad. A continuación, se analiza quién
carga con la prueba de cada categoría y sus particularidades.

Prueba de las eximentes. Facultades judiciales

El Código Civil y Comercial (en adelante CCC)1 regula la carga de la prueba del factor de atribución y la eximente en el artículo 17342, que establece que, excepto disposición

legal, la carga de la prueba de los factores de atribución y de las circunstancias eximentes corresponde a quien la alega. Luego, el artículo 17363 establece que la carga de la
prueba de la relación de causalidad corresponde a quien la alega, excepto que la ley la impute o la presuma. La carga de la prueba de la causa ajena o de la imposibilidad de
cumplimiento recae sobre quien la invoca.

[1] Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

[2] Art. 1734, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

[3] Art. 1736, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Si bien la norma refiere al factor de atribución relación de causalidad, es aplicable para el resto de los presupuestos y eximentes. Quien invoque un eximente que obstaculice la
configuración de la antijuridicidad tendrá a su cargo la prueba de tal afirmación.

Así como existe una regla, debemos decir que el legislador estableció las facultades judiciales como excepción. En efecto, establece el artículo 17354 del Código que, no
obstante la regla expuesta, el juez puede distribuir la carga de la prueba de la culpa o de haber actuado con la diligencia debida, al ponderar cuál de las partes se halla en mejor
situación para aportarla. Si el juez lo considera pertinente, durante el proceso, debe comunicar a las partes que aplicará este criterio, de modo de permitir a los litigantes ofrecer
y producir los elementos de convicción que hagan a su defensa.

[4] Art. 1735, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3

Esta regla puede resultar rígida en algunos casos en los que existen dificultades para el acceso a los medios de prueba o para la presentación de la misma. Y es por eso que se
habilita una corrección para mitigar estos efectos. En particular, con relación a la prueba de la culpa o de haber actuado con la diligencia debida, el juez puede ponderar cuál de
las partes se halla en mejor situación para aportarla. Existe, entonces, una regla general legal que adjudica la carga probatoria a quien invoca el factor de atribución o la
eximente.

Eximentes vinculadas con la antijuridicidad. Las causas de justificación

Definición

Las causas de justificación enervan la antijuridicidad (artículo 17175) de la conducta y, bajo ciertas circunstancias, pueden actuar como eximentes de la responsabilidad (v. gr.,
legítima defensa) o justificar una reparación de equidad no plena o integral (v. gr., estado de necesidad). Entre ellas, se encuentran el ejercicio regular de un derecho, el
cumplimiento de una obligación legal, el estado de necesidad, la legítima defensa y el consentimiento del damnificado.

[5] Art. 1717, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3ggwAc3
Las causas de justificación difieren de las causas de inimputabilidad. Mientras que las primeras obstan a la antijuridicidad de la conducta, las segundas, sin provocar tal efecto,
excluyen la culpabilidad del agente, porque el agente obra sin discernimiento.

El nuevo Código enumera y desarrolla los elementos negativos de la antijuridicidad, conocidos como causales de justificación. Las causales de justificación son una serie de
motivos que excluyen la antijuridicidad; se trata de supuestos excepcionales que, en principio, justifican la violación del principio general de no dañar a otro. Se trata de un tema
que siempre ha merecido mayor atención –y regulación– por parte del derecho penal. En el artículo 34 del Código Penal se encuentra una enumeración de estas causales.

Si bien toda acción generadora de un daño permite presumir la existencia de antijuridicidad, dicha presunción desaparece ante la presencia de una causal de justificación (ver
aquí lo dispuesto por el citado artículo 1717).

En principio, la presencia de una causal de justificación borra la antijuridicidad, lo que, por su parte, obsta al nacimiento de la obligación de indemnizar el daño ocasionado. Un
acto que en principio aparece como antijurídico, resulta ajustado a derecho si está justificado.

Esta enunciación y regulación expresan una gran novedad, ya que, en el Código anterior, las causales de justificación no estaban mencionadas, por lo que había que recurrir a las
normas del Código Penal o a los principios generales del derecho y a la construcción de la doctrina y la jurisprudencia sobre el particular.

El nuevo Código menciona como causales de justificación o elementos negativos de la antijuridicidad, en los artículos 1718, 1719 y 1720, lo siguiente:

Legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un derecho. Está justificado el hecho que causa un daño:

a) en ejercicio regular de un derecho;

b) en legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a una agresión actual o inminente, ilícita y no provocada; el
tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños como consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una reparación
plena;

c) para evitar un mal, actual o inminente, de otro modo inevitable, que amenaza al agente o a un tercero, si el peligro no se origina en un hecho suyo; el
hecho se halla justificado únicamente si el mal que se evita es mayor que el que se causa. En este caso, el damnificado tiene derecho a ser indemnizado en la

medida en que el juez lo considere equitativo6.

[6] Art. 1718, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

El artículo 1719 añade:

Asunción de riesgos. La exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de peligro no justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad a
menos que, por las circunstancias del caso, ella pueda calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente el nexo causal.

Quien voluntariamente se expone a una situación de peligro para salvar la persona o los bienes de otro tiene derecho, en caso de resultar dañado, a ser
indemnizado por quien creó la situación de peligro, o por el beneficiado por el acto de abnegación. En este último caso, la reparación procede únicamente en

la medida del enriquecimiento por él obtenido7.

[7] Art. 1719, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN
Y el artículo 1720 consigna:

Consentimiento del damnificado. Sin perjuicio de disposiciones especiales, el consentimiento libre e informado del damnificado, en la medida en que no

constituya una cláusula abusiva, libera de la responsabilidad por los daños derivados de la lesión de bienes disponibles8.

[8] Art. 1720, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

Queda entonces regulado:

1 legítima defensa;

2 estado de necesidad;

3 ejercicio regular de un derecho o el cumplimiento de una obligación legal;

4 asunción de riesgos (esta inclusión del Código es a los fines de aclarar que no se trata de una causa de justificación, como veremos infra);

5 consentimiento del damnificado.

Clasificación

Ejercicio regular de un derecho

El primer párrafo del artículo 10 del CCC establece que “el ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de una obligación legal no puede constituir como ilícito

ningún acto”9 . Idéntico es el texto del artículo 1071 del Código derogado.

[9] Art. 10, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. https://bit.ly/2Yo36Tx

La norma implica que el ejercicio regular de un derecho, dentro de los límites reconocidos por el ordenamiento jurídico, se considera un obrar lícito. En consecuencia, en
principio, la causación de un daño a un tercero, en esas circunstancias, no sería indemnizable.

El concepto de ejercicio regular de un derecho tiene relación directa con la esencia de la relatividad de los derechos, que está reconocida en la Constitución Nacional (artículos
14 y 18) y sienta las bases de la teoría del abuso del derecho. El abuso de derecho, por el contrario, constituye un acto ilícito, idóneo para producir responsabilidad civil en caso
de causación de un daño a un tercero.

El cumplimiento de una obligación legal


Esta causa de justificación de carácter genérico aparece igualmente en el artículo 10 del CCC. Asimismo, individualiza ciertos supuestos del Código Penal: el cumplimiento de
un deber, el ejercicio de una autoridad o cargo (artículo 34 inciso 4) y la obediencia debida (artículo 34 inciso 4).

En los supuestos mencionados, la ley impone una determinada conducta al agente y, por tal razón, quien la ejecute sin incurrir en excesos está justificado.

Estado de necesidad

En el inciso “c” del artículo 171810 se hace referencia al estado de necesidad que se configura cuando se causa un mal menor para evitar un mal mayor, según la clásica
definición. El inciso contempla la posibilidad de que el juez conceda una indemnización de equidad.

[10] Art. 1718, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. https://bit.ly/2Yo36Tx

Por su parte, el Código Penal lo nombra en el artículo 34 inciso 3, al momento de justificar el comportamiento de quien causa un mal con el fin de evitar uno mayor e inminente
y respecto de cuyas causas ha sido extraño. El mismo se refiere a la situación en la cual una persona, a fin de alejar un peligro inminente que amenaza sus bienes de naturaleza
patrimonial o personal, causa legítimamente un mal menor a otra persona, que no es autor del peligro.

Se discute la naturaleza jurídica del estado de necesidad. Existen controversias dentro del derecho argentino, al igual que en el derecho comparado. Una primera doctrina
(mayoritaria), considera que el estado de necesidad se trata de una causa de justificación que enervaría la antijuridicidad de la conducta. Otros (posición minoritaria), consideran
que se trata de una causa de inculpabilidad, ya que no enervaría la antijuridicidad, pero no comprometería su responsabilidad por ausencia de culpa. La clara posición del
Código Civil y Comercial dio por finalizada esta discusión, pues la considera una causa de justificación.

Respecto de la resarcibilidad del daño causado en estas circunstancias, la doctrina también se encuentra dividida. La mayoría de los autores consideran que, si el autor del hecho
no generó el peligro, no le corresponde responsabilidad civil, salvo disposición legal en contrario. Pizarro y Vallespinos consideran que la responsabilidad no queda excluida y
propician una interpretación amplia del artículo 907 del derogado CC. De tal modo, los jueces tendrían facultad de otorgar un resarcimiento de equidad teniendo en cuenta la
importancia del patrimonio del autor del hecho, el enriquecimiento experimentado y la situación del damnificado.

La nueva norma dice expresamente:

si el peligro no se origina en un hecho suyo; el hecho se halla justificado únicamente si el mal que se evita es mayor que el que se causa. En este caso, el

damnificado tiene derecho a ser indemnizado en la medida en que el juez lo considere equitativo11.

[11] Art. 1718, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. https://bit.ly/2Yo36Tx

Esta inclusión normativa deja claramente sentado que el damnificado tiene derecho a indemnización.

Legítima defensa

El Código Civil de Vélez tampoco regula de manera orgánica la legítima defensa. Esta solo aparecía insinuada por el artículo 2470 en materia de la defensa privada de la
posesión, y la doctrina civilista la fue elaborando con ayuda de la norma contenida en el Código Penal (citado artículo 34).
Como ya se dijo, la actual norma del CCC la regula expresamente como causa de justificación y exime de responsabilidad a quien causa un daño:

En legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a una agresión actual o inminente, ilícita y no provocada; el
tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños como consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una reparación

plena12.

[12] Art. 1718, Ley 26994 (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

Para que opere esta causa de justificación, es necesario:

1 que exista una agresión ilegítima;

2 que la misma recaiga sobre la persona o bienes materiales o morales de quien se defiende;

3 el ataque debe ser actual y no meramente potencial;

4 el medio utilizado para impedir o rechazar la acción debe ser razonable;

5 no debe haber existido provocación por parte de quien se defiende.

La aplicación de esta causa de justificación en materia obligacional es irrelevante.

En este supuesto se planteó el caso inicial donde se alega la legítima defensa. En primer lugar, corresponde decir que, para eximir de responsabilidad civil a quien ocasione un
daño a otro en defensa de su persona o derecho, deberán concurrir los tres requisitos exigidos en la norma: agresión ilegítima, necesidad racional del medio empleado para
impedirla o repelerla y falta de provocación suficiente por parte de quien se defiende. La valuación tendiente a determinar la necesidad de la defensa debe hacerse desde el
doble punto de vista: 1) la oportunidad en que se realiza y 2) el medio utilizado por el agredido. La defensa solo es necesaria si es oportuna, vale decir, si su ejercicio ha
sucedido en tiempo a propósito y cuándo conviene. Una defensa justificada, desde el punto de vista de la oportunidad de su ejercicio, puede, sin embargo, no ser necesaria por la
manera como fue ejercitada, esto es, por el medio defensivo utilizado.

Analizando en el caso práctico planteado los elementos aportados, se deduce que el demandado tuvo tiempo necesario para disponer de otras alternativas posibles y menos
lesivas para repeler la agresión. Por ejemplo, no salir de su casa, llamar a la policía y esperar que se llevaran detenido al agresor. Pero, si consideramos que su único propósito
era amedrentar al actor para se que fuera, bastaba pedirle que se retirara, sin necesidad de salir de la protección del hogar. Distinto puede ser el caso si el accionado hubiera
intentado romper la puerta e ingresar a su hogar, pues allí la inminencia del ataque justificaría repelerlo.

Consentimiento del damnificado

El consentimiento del damnificado puede, en algunos casos, actuar como causa de justificación, determinando la no resarcibilidad del daño ocasionado.

Dice el artículo 1720: “Consentimiento del damnificado. Sin perjuicio de disposiciones especiales, el consentimiento libre e informado del damnificado, en la medida en que no

constituya una cláusula abusiva, libera de la responsabilidad por los daños derivados de la lesión de bienes disponibles”13.
[13] Art. 1720, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

En principio, el consentimiento del damnificado excluye la antijuridicidad del comportamiento de autor del daño, salvo cuando este sea contrario a la ley, a la moral o a las
buenas costumbres y al orden público. Para que esta causa de justificación opere, es indispensable que el consentimiento del titular del derecho sea inequívoco, expreso o tácito.
No puede ser deducido de la simple tolerancia de la víctima ante situaciones anteriores. El consentimiento es revocable.

Hay que advertir que, en ciertos casos, la ley autoriza a las personas mayores de edad a dar el consentimiento en determinadas situaciones. En el sentido expuesto, por ejemplo,

se encuentra la Ley 26529 de Derechos del Paciente14. Esta ley reguló de manera detallada cuestiones de suma importancia, como el consentimiento informado del paciente y
las relativas a las historias clínicas, temas cruciales para el análisis de la responsabilidad civil de los profesionales de la medicina. Conforme lo expuesto, se aplicará dicha
norma en lo atinente a la responsabilidad profesional de los médicos.

[14] Ley 26529. (2009). Derechos del Paciente en su Relación con los Profesionales e Instituciones de la Salud. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de

https://bit.ly/2YtzFQ3

Asimismo, otros derechos son parcialmente disponibles (tales como el derecho a la intimidad, al honor, a la imagen, etcétera); el titular del derecho puede consentir la intrusión
de terceras personas.

En cuanto a los requisitos para que el consentimiento sea considerado válido, la doctrina (Tolosa y González Rodríguez, 2015) señala algunos recaudos, conforme la actual
legislación. La norma expresa que debe ser efectuado en forma libre, conforme los artículos 260 y 958 del CCC. Debe, también, ser informado en situaciones en las cuales se
asume que habrá entre las partes una relación caracterizada por la diferencia estructural de información (generalmente esto ocurre en los contratos médicos). Además, este
consentimiento no debe ser fruto de una cláusula abusiva. En el mismo sentido que el apartado anterior, se trata de una norma protectoria. En los casos de contratación con
disparidad sustancial entre las partes, cuanto mayor sea la desigualdad de facto entre los sujetos de la relación, menor será la restricción tolerable del derecho fundamental de la
parte "débil". Este requisito deberá interpretarse en concordancia con los artículos 988, 1117, 1118, 1119, 1120, 1121 y 1122 del nuevo Código, referidos a cláusulas abusivas.

Finalmente, debe referirse a bienes disponibles. En ese sentido, la doctrina (Tolosa y González Rodríguez, 2015) cita a la Comisión de Reformas en los Fundamentos del
Anteproyecto: "Esta norma se aplica solamente a bienes disponibles con todas las seguridades de la voluntad libre". Los individuos poseen amplias facultades de disposición de
derechos patrimoniales que, en principio, son disponibles y están comprendidos en esta norma. No ocurre lo mismo con los derechos extrapatrimoniales, en principio
indisponibles, que estarían excluidos de la regla del artículo 1720. En este punto, debe remitirse al artículo 55 del CCC, que se refiere al consentimiento para la disposición de
derechos personalísimos y dispone que se admite, siempre que no sea contrario a la ley, a la moral y a las buenas costumbres.

Asunción de riesgo

En relación a la asunción de riesgos, cabe destacar que, en realidad, lo que dice el Código es que esta no tiene entidad como causal de justificación.

Si bien está incluida en este punto, referido a las causales de justificación que obstan la antijuridicidad, la asunción de riesgos no es causal de justificación, y el legislador se
encargó de dejarlo claro.

Vale aclarar que la decisión de mencionarla obedece a la intención pragmática de dejar clara la solución adoptada. Si se observa con detenimiento la redacción del primer
párrafo del artículo 1719, puede advertirse que se expresa que la exposición voluntaria de la víctima a una situación de peligro no constituye técnicamente ni una causal de
justificación ni una eximente autónoma, y solo eximirá de responsabilidad en la medida que pueda calificarse como un hecho del damnificado con virtualidad para interrumpir
el nexo causal.

Asunción de riesgos. La exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de peligro no justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad a

menos que, por las circunstancias del caso, ella pueda calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente el nexo causal15.
[15] Art. 1719, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

Efectos

Las causas de justificación enervan la antijuridicidad de la conducta y, bajo ciertas circunstancias, pueden actuar como eximentes de la responsabilidad (v. gr., legítima defensa)
o justificar una reparación de equidad no plena o integral (v. gr., estado de necesidad). Las causas de justificación obstan a la antijuridicidad de la conducta.

Quid de la responsabilidad por daños justificados. El daño necesario

Hemos abordado este tema previamente.

Eximentes vinculadas con el factor de atribución

Las eximentes vinculadas con el factor de atribución se distinguen según se trate de un factor objetivo o subjetivo.

Respecto de las eximentes vinculadas con el factor subjetivo de atribución, se admiten las siguientes.

Las causas de inimputabilidad. La cuestión en materia contractual y extracontractual

Eximen de responsabilidad: el error de hecho esencial (artículo 265), el dolo y la violencia o intimidación (artículos 271 y 276). Cuando se comprueba alguna de estas
circunstancias, el acto no posee intención ni libertad, respectivamente, eliminándose la voluntariedad del acto sobre la cual se asienta el reproche de culpabilidad. Lo mismo
ocurre cuando existen causales que obstan el discernimiento (artículos 260 y 261), salvo lo dispuesto por el artículo 1750 del CCC.

La no culpa o falta de culpa como eximente. Su diferencia con el caso fortuito o la fuerza mayor

La prueba de un actuar diligente, de acuerdo con el objeto de la obligación y en función de las circunstancias de persona, tiempo y lugar, puede constituirse en eximente
(artículo 1724). Dentro del sistema de responsabilidad subjetiva, basado en la idea de culpa, debe alcanzar al sindicado como responsable la prueba de la no culpa para liberarse.

Por el contrario, en un esquema de responsabilidad objetiva, la prueba de la no culpa es insuficiente, ya que el sindicado como responsable deberá probar la ruptura del nexo
causal para liberarse. Esto lo puede lograr probando el caso fortuito, o el hecho de un tercero extraño o del damnificado.

Eximentes convencionales: a) cláusulas limitativas de la responsabilidad. Aspectos generales; b)


dispensa anticipada de la responsabilidad por dolo propio y por dolo de terceros por cuyo hecho
de debe responder; c) dispensa anticipada de la responsabilidad por culpa propia y por la culpa
de terceros por cuyo hecho se debe responder
El Código de Vélez no regulaba las cláusulas de limitación o eximición de daños. Se consideraba que estaban incluidas dentro de la autonomía de la voluntad. Otro sector de la
doctrina consideraba que las mismas eran inaplicables para los derechos indisponibles.

Al respecto, establece el nuevo Código:

Dispensa anticipada de la responsabilidad. Son inválidas las cláusulas que eximen o limitan la obligación de indemnizar cuando afectan derechos
indisponibles, atentan contra la buena fe, las buenas costumbres o leyes imperativas, o son abusivas. Son también inválidas si liberan anticipadamente, en

forma total o parcial, del daño sufrido por dolo del deudor o de las personas por las cuales debe responder16.

[16] Art. 1743, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

La doctrina distingue entre validez e invalidez de las cláusulas.

1 Validez de las cláusulas limitativas y exoneratorias. El Código regula los casos en que las cláusulas limitativas y exoneratorias son inválidas. A contrario
sensu debe entenderse que, como regla, son válidas y liberan o eximen de pagar el daño. La cláusula es limitativa cuando pone un tope a todo el daño o a
un tipo de daño. Por ejemplo, puede pactarse que se garantizan los daños que asciendan hasta tal cifra, o que solo se pagará el daño patrimonial pero no el
extrapatrimonial. La cláusula es exoneratoria cuando el deudor se libera de tener que indemnizar si no cumple el contrato por su culpa. Equivale a
dispensa de culpa.

2 Invalidez de las cláusulas limitativas y exoneratorias. Por excepción, son inválidas las cláusulas limitativas o exoneratorias en las siguientes situaciones.

1. Afectan derechos indisponibles: por regla, los derechos disponibles son los patrimoniales, salvo que una ley especial
protectoria lo prohíba. Los derechos indisponibles, como la vida o la integridad física, no pueden ser objeto de cláusulas
exoneratorias, pero sí de un consentimiento informado, que traslade los riesgos de una intervención quirúrgica, por
ejemplo. El médico informa al paciente de los riesgos y el paciente los toma a su cargo, pero lo que no entra en el
contrato es la diligencia del médico. El paciente solo se hace cargo de riesgos que sobrevienen por área terapéutica, pero
no de la culpa del médico.

2. Atentan contra la buena fe, las buenas costumbres o leyes imperativas: por ejemplo, las cláusulas que desnaturalizan la
esencia de un contrato o cuando están prohibidas, como en el contrato de hotelería. En otros casos, son las leyes éticas
de la profesión las que impiden pactar este tipo de cláusulas. Por ejemplo, un abogado que pretendiese eximirse de
responsabilidad si pierde el pleito por su culpa, o el médico, si por su culpa un paciente fallece en una operación
quirúrgica, ya que ambas profesiones están reglamentadas en cuanto a sus incumbencias por ley.

3. Son abusivas: un ejemplo son las cláusulas abusivas que menciona la LDC. En otros casos, el abuso del derecho deberá
ser juzgado por las reglas de este Código. El Código tiene algunos ejemplos de cláusulas prohibidas o abusivas que se
tienen por no escritas, a saber: daños por muerte o daños corporales en el transporte de personas (artículo 1292). En el
contrato de caja de seguridad, por su parte, es inválida la cláusula que exime de responsabilidad al prestador, pero es
válida la de limitación hasta un monto máximo, solo si el usuario es debidamente informado y el límite no importa una
desnaturalización de las obligaciones del prestador. En el contrato de hotelería, es inválida la cláusula que limita o
excluye la responsabilidad del hotelero, con excepción de los artículos 1372 y 1373. Las cláusulas que limitan la
obligación de saneamiento se tienen por no convenidas si el enajenante conoció o debió conocer el peligro de evicción o
la existencia de vicios, o si el enajenante actúa profesionalmente en la actividad a la que corresponde la enajenación, a
menos que el adquirente también se desempeñe profesionalmente en esa actividad.

3 Dispensa del dolo y de la culpa de los dependientes. La dispensa anticipada del dolo no es ninguna novedad. Si se pudiera dispensar el dolo, la obligación
se convertiría en potestativa. La novedad es que se prohíbe expresamente la dispensa del dolo del dependiente. La razón no es difícil de entender. Si se
permitiera la dispensa del dependiente, sería muy fácil evadir la prohibición legal. El patrón contrataría dependientes insolventes, a quienes ordenaría no
cumplir. También a contrario sensu debe interpretarse que la dispensa de la culpa, sea propia o del dependiente, está permitida, siempre que se cumplan
los demás requisitos (Kemelmajer de Carlucci, Mariani de Vidal, Shina, Zunino y Zannoni, 2015).

Eximentes vinculadas con la relación de causalidad y los factores objetivos de atribución. La


causa ajena

Interrupción del nexo de causalidad. La causa ajena. Definición. Importancia. Efectos

La necesaria relación causal que debe existir entre la conducta y el daño puede verse suprimida o aminorada en sus efectos por la presencia de factores externos. En el primer
caso, hablamos de interrupción del nexo causal, mientras que en el segundo nos encontramos frente a una concausa. En el caso de interrupción del nexo de causalidad, el
sindicado como responsable se verá eximido de responsabilidad civil, ya que él no habrá sido el autor del mismo. En el supuesto de la concausalidad, esta aminorará la
responsabilidad civil del sindicado como responsable, ya que el daño no será causado solamente por el actuar del mismo, sino por la concurrencia de su actuar con otro factor
(concausa). En efecto, la ausencia total o parcial de relación de causalidad generará la ausencia total o parcial de responsabilidad civil.

El nuevo Código Civil y Comercial regula las siguientes situaciones:

Hecho del damnificado. La responsabilidad puede ser excluida o limitada por la incidencia del hecho del damnificado en la producción del daño, excepto que

la ley o el contrato dispongan que debe tratarse de su culpa, de su dolo, o de cualquier otra circunstancia especial17.

[17] Art. 1729, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

Además, este Código emplea los términos “caso fortuito” y “fuerza mayor” como sinónimos.

Caso fortuito. Fuerza mayor. Se considera caso fortuito o fuerza mayor al hecho que no ha podido ser previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido

ser evitado. El caso fortuito o fuerza mayor exime de responsabilidad, excepto disposición en contrario18.

[18] Art. 1730, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

Y continúa, en el artículo 1731: “hecho de un tercero. Para eximir de responsabilidad, total o parcialmente, el hecho de un tercero por quien no se debe responder debe reunir los

caracteres del caso fortuito”19.

[19] Art. 1731, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

Conforme lo expuesto, la responsabilidad civil puede ser excluida total o parcialmente por ciertas circunstancias que se agrupan bajo la
denominación de “causa ajena” y son: el hecho de la víctima, el hecho del tercero por quien no se deba responder y el caso fortuito o la
fuerza mayor. Los diversos supuestos de eximentes en materia de relación de causalidad se verán a continuación.

El hecho o culpa de la víctima: régimen del Código Civil de Vélez Sarsfield

Para comenzar esta parte de la unidad, les presento dos casos bastante comunes en la práctica, pues se trata de supuestos de siniestros viales. En el primero, un automovilista
embiste a un peatón que cruzó la calle en violación de las normas de tránsito; en el otro, se trata de un imprudente conductor de una moto. En el primer caso, tenemos que a
quien conduce un automóvil se le exige mantener el control del vehículo (artículo 50 de la Ley 24449), en condiciones tales de poder detenerlo o realizar maniobras de esquive,
ante eventuales cruces equivocados o distracciones de peatones. Pero, dicha exigencia no puede llevarse al extremo de responsabilizar al conductor por un obrar imprudente del
peatón que no pudo prever ni evitar. Un claro ejemplo de esto es que el peatón intentó cruzar una avenida de intenso tránsito fuera de la senda peatonal y apareciendo por detrás
de un automóvil estacionado, por lo que se interpuso inesperadamente en la línea de marcha del demandado, transformándose para él en un obstáculo inevitable. Quedaron, así,
sin virtualidad las presunciones a favor de la actora y se quebró íntegramente el nexo causal entre el riesgo creado y el daño, que fue consecuencia del propio obrar de la

demandante. En este supuesto, se advierte procedente la eximente, por ruptura del nexo causal por haber mediado el hecho de la víctima20.

[20] Puedes revisar el caso en https://n9.cl/medr

En el segundo caso, el juez analizó que corresponde rechazar la demanda por los daños y perjuicios derivados del accidente de tránsito que sufrió el actor pues, con la prueba
recolectada, se deprende que el actor (conductor de la moto) realizó una maniobra de zigzag con su motocicleta, embistiendo el espejo retrovisor derecho de un automóvil y, al
perder el control y su estabilidad, impactó contra el lateral trasero izquierdo de un colectivo. Refiere que, cuando la moto la embistió del lado derecho al automóvil, el

muchacho que manejaba el motociclo chocó a otro vehículo y cayó al piso.21.

[21] Puedes revisar el caso en https://n9.cl/gjxa

En ambos casos se advierte la ruptura del nexo de causalidad por la intervención de una causa ajena. En ambos supuestos se trata del hecho de la víctima. Veamos, a
continuación, las explicaciones teóricas de la eximente.

La conducta de la víctima puede afectar la responsabilidad del sindicado como responsable, excluyéndola o aminorándola. Esto es así ya que no es razonable que responda este
último cuando el damnificado es autor material del daño o de parte del mismo.

Los requisitos para que opere esta eximente son los siguientes: a) incidencia causal; b) el hecho y no la culpa de la víctima; c) hecho no imputable al agente.

1 Incidencia causal. El hecho de la víctima debe tener incidencia causal adecuada en la producción del resultado, ya sea como causa exclusiva o como
concausa del daño en concurrencia con otros hechos relevantes

2 El hecho o culpa de la víctima. Con la vigencia del Código de Vélez se discutía si debía existir culpa en la conducta del damnificado, para que opere esta
eximente, o si alcanzaba con el mero hecho. Una primera doctrina considera que es necesario que medie la culpa de la víctima. Otra doctrina, en una
posición que se comparte, sostiene que el simple hecho de la víctima es suficiente para provocar la ruptura del nexo causal. Esto puede ser fundamentado
por diversas razones, tal como Pizarro y Vallespinos explican en detalle. Analicemos gráficamente los argumentos que cada doctrina provee, a fin de
fundamentar su teoría.

Tabla 1: Hecho o culpa de la víctima

Culpa de la víctima Hecho de la víctima

a) La ley exige el requisito de la culpa. Lo establece la a) Consideran Pizarro y Vallespinos, posición que se comparte, que la referencia de la ley a la
norma genérica del artículo 1111 que se refiere a “falta “culpa” de la víctima (artículos 1111, 1113 y consecutivos del CCC) es utilizada
imputable” al damnificado. Otros artículos también impropiamente. La culpa alude siempre a una conducta antijurídica respecto de otras personas.
hacen mención de la culpa respecto de las eximentes En el caso señalado, no existe reproche subjetivo que pueda formularse respecto de la víctima,
(artículos 1113, 1128, etcétera). que no daña a nadie más que a sí misma.

b) Es la solución que más beneficiaría a la víctima, b) Dentro del esquema de la causalidad adecuada, el hecho de la víctima actúa como nexo
especialmente en materia de responsabilidad objetiva. causal, desvirtuando el presupuesto de autoría total o parcialmente, según el caso.

c) Prescindir del requisito de la culpabilidad de la c) El centro de la cuestión debe ser emplazado en la relación de causalidad. Si el hecho es de la
conducta del damnificado es contrario a la evolución del víctima (sea con culpa o no), no puede atribuírsele a otra persona.
derecho de la responsabilidad civil, que se orienta a
proteger a la víctima. d) Es buena la intención de proteger a la víctima, pero ello no debe implicar atribuir las
consecuencias del daño a quien no es su autor.
d) Hay quienes, apegados a la interpretación gramatical
de la norma, consideran que, si no hay culpa de la
víctima, sí hay responsabilidad civil del responsable de
sus actos (v. gr., padre, tutor o curador).

e) En estos casos, quienes participan de esta teoría


consideran que hay liberación del sindicado como
responsable, pero no por culpa por hecho de la víctima,
sino por caso fortuito

f) La expresión “falta” contenida en el artículo 1111 del


CC debe interpretarse como antijuridicidad objetiva. Ese
es el sentido que se le debe atribuir a la expresión “falta
o culpa de la víctima” en un sistema basado en la
causalidad adecuada.

Fuente: elaboración propia.

3 Hecho no imputable al agente. Además, es necesario que el hecho de la víctima no sea imputable objetiva o subjetivamente al agente. En otras palabras,
si él lo provoca, siendo la acción de la víctima una mera consecuencia del acto del sindicado como responsable, obviamente, no alcanzará para eximirlo.

Hecho del damnificado según el Código Civil y Comercial El actual sistema del CCC retoma los recaudos que se vieron con anterioridad, identificados con la necesidad de
una incidencia causal y de que el hecho no sea imputable al agente. Pero, con la actual redacción del artículo 1729, se descarta toda discusión al respecto, pues se alude al hecho
del damnificado y no de su culpa, salvo que la ley o la voluntad de las partes dispongan lo contrario.

Dice el artículo 1729:

Hecho del damnificado. La responsabilidad puede ser excluida o limitada por la incidencia del hecho del damnificado en la producción del daño, excepto que

la ley o el contrato dispongan que debe tratarse de su culpa, de su dolo, o de cualquier otra circunstancia especial22.
[22] Art. 1729, Ley 26994 (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

Como ya se dijo, se mantienen los otros dos recaudos, identificados como el hecho no imputable al agente y, por cierto, la incidencia causal de la conducta. Así, por ejemplo, si
un automotor en movimiento impacta con un peatón y lo lesiona, pero el peatón cruza la calle con el semáforo en rojo (es decir hace un cruce antirreglamentario), implica un
hecho que interrumpe total o parcialmente el nexo de causalidad, es decir, el hecho del damnificado que exime de responsabilidad al conductor del automotor. En este caso,
existe un aporte causal de la víctima que puede destruir completamente la relación de causalidad, o bien concurrir con la conducta del victimario.

Un aspecto estrechamente ligado al hecho de la víctima es la aceptación de riesgos por parte del damnificado. La misma se configuraría cuando la víctima, consciente o
inconscientemente, asume las posibles consecuencias dañosas futuras de un hecho determinado. Surge entonces, la pregunta de si es posible ver suprimido o disminuido el
derecho al resarcimiento integral, por haber aceptado la víctima el riesgo inherente a la actividad o a la cosa que lo generó. Existen diversas respuestas a este interrogante.

1 Como eximente de responsabilidad civil. Ciertos autores consideran que la aceptación de riesgos es asimilable al hecho de la víctima, afectando el nexo
causal hasta, inclusive, enervarlo completamente.

2 Como causal de inversión de la carga probatoria. Otros autores le atribuyen un efecto más limitado y consideran que la aceptación de riesgos invierte
la carga probatoria.

3 Herramienta útil para la exoneración en el ámbito de la obligación de seguridad. Para otros autores, la aceptación de riesgos constituye una
excepción específica a la garantía de indemnidad que caracteriza a la obligación de seguridad. De todos modos, consideran que debería ser interpretada
restrictivamente, y en todos los casos sería imprescindible el consentimiento informado y documentado.

4 La opinión de Pizarro y Vallespinos (2014). Los autores consideran que esta institución es artificiosa y que carece de justificación en un sistema legal
como el nuestro, que admite la liberación del sindicado como responsable ante el hecho de la víctima. Desde el punto de vista de estos juristas, conocer un
riesgo no importa su aceptación, ni mucho menos someterse a él mansamente, sin posibilidad de reclamo alguno de las futuras consecuencias dañosas.

Conforme se vio más arriba, el Código establece que la asunción de riesgos no tiene entidad como causal de justificación. Vale aclarar que la decisión del legislador de
mencionarla obedece a la intención pragmática de dejar clara la solución adoptada. Si se observa con detenimiento la redacción del primer párrafo del artículo 1719, puede
advertirse que se expresa que la exposición voluntaria de la víctima a una situación de peligro no constituye técnicamente ni una causal de justificación ni una eximente
autónoma, y solo eximirá de responsabilidad en la medida que pueda calificarse como un hecho del damnificado con virtualidad para interrumpir el nexo causal. Es decir, solo
podría considerarse a los fines del artículo 1729 si correspondiere, es decir, si se dan los requisitos de esta norma. Pero, en modo alguno, la asunción de riesgos no exime de
responsabilidad ni implica ruptura del nexo.

Lo expuesto surge claro del texto de la norma:

Asunción de riesgos. La exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de peligro no justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad a

menos que, por las circunstancias del caso, ella pueda calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente el nexo causal23.

[23] Art. 1719, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

Efectos del hecho de la víctima en la responsabilidad civil

Corresponde analizar diversos supuestos.


1 Hecho exclusivo de la víctima. El hecho de la víctima en forma exclusiva provoca la eximición de responsabilidad por parte del demandado, en el ámbito
contractual o extracontractual. Esto es así ya que el damnificado deberá soportar las consecuencias dañosas si él las hubiera causado.

2 Concurrencia del hecho de la víctima con la culpa probada o presumida del lesionante. Puede haber supuestos en los cuales el daño derive de dos
causas que actúan concurrentemente: la culpa del demandado y el hecho propio de la víctima. En estos supuestos se distribuirán entre ambos las
consecuencias dañosas, soportando cada uno de ellos una carga en función a la incidencia causal que hubieran aportado a la producción del daño (v. gr.,
50% cada uno, 30% y 70%, etcétera).

3 Concurrencia del hecho de la víctima con el dolo del demandado. La doctrina, de modo unánime, considera que el dolo del demandado absorbe el
hecho culpable o no de la víctima. De ese modo, se considera que el sindicado como responsable ha sido el único causante del daño.

4 Concurrencia del dolo de la víctima y del demandado. Algunos autores han entendido, con criterio riguroso, que en este caso no cabría reparación,
porque ninguno de ellos podría alegar su propia torpeza. Otra posición (Pizarro y Vallespinos) considera que dicho criterio es inaceptable y que, por el
contrario, procede la reparación del daño causado, teniendo en cuenta la incidencia de cada conducta dolosa en la producción del resultado.

5 Concurrencia del hecho de la víctima y el riesgo creado. Diversos supuestos se deslindan de esta categoría.

1. Hecho exclusivo de la víctima. Cuando el daño es fruto del hecho exclusivo de la víctima, el sindicado como
responsable queda eximido de responsabilidad civil.

2. Hecho de la víctima concurrente con el riesgo creado o con otro factor objetivo de atribución. En ciertos supuestos
sucede que el daño es causado por el hecho de la propia víctima en concurrencia con un factor objetivo de atribución. En
este caso, corresponderá reducir la indemnización teniendo en cuenta la incidencia del hecho de la víctima.

3. Hecho de la víctima y los damnificados indirectos. Parece obvio que en aquellos supuestos en los cuales el damnificado
indirecto ejercita un derecho del causante, en calidad de heredero, se pueda computar la circunstancia del hecho de la
víctima.

Como pudimos ver en los ejemplos iniciales, en esos siniestros viales el hecho de la víctima en forma exclusiva provoca la eximición de responsabilidad por parte del
demandado. En esos casos, el damnificado deberá soportar las consecuencias dañosas si él las hubiera causado totalmente, pues el peatón realizó una maniobra que lo puso en
peligro al cruzar la calle por detrás de otro automóvil, impidiendo la visión de los otros vehículos, lo que evidentemente fue la causa del hecho. En el obrar del conductor de la
motocicleta, vemos claramente cómo las peligrosas maniobras fueron las únicas causantes del siniestro. Pero puede ocurrir que existan algunos casos donde haya
concausalidad.

1) Hecho de un tercero como eximente en un caso

También aquí. para comenzar a tratar el hecho de un tercero, analizaremos una situación problemática. Se decidió rechazar la demanda interpuesta contra un supermercado, a
raíz de los perjuicios sufridos por el actor en ocasión en que se desplazaba por el supermercado cuando fue agredido por una persona que no pudo ser identificada, toda vez que
el daño se produjo por el exclusivo obrar de un tercero ajeno a la empresa por el cual la misma no debe responder. Es decir, la situación fáctica es la siguiente: un señor fue
golpeado por un tercero mientras hacía las compras. La víctima demandó al supermercado, diciendo que era responsable por los daños que el tercero le ocasionó. Este tercero es
ajeno a la empresa y no pudieron determinarse las causas por las cuales fue golpeado. El tema central del caso es determinar hasta dónde llega el deber de seguridad del
supermercado. En ese caso, se dijo que no es posible determinar que el deber de seguridad haya sido incumplido por la empresa demandada, sino que la agresión del tercero
revistió las características de imprevisibilidad e inevitabilidad y, por lo tanto, resulta suficiente eximente de la responsabilidad de la demandada. La empresa contaba con
personal de seguridad y la víctima fue asistida por quien pudo arribar más raudamente al lugar exacto donde sucedió la riña; por lo tanto, no se advierte qué actitud diferente
adoptada por el empleado del comercio le hubiese sido exigible al vigilador, siendo que el deber de seguridad no puede ser extendido al punto tal de pretender que el comercio
se constituya en garante del orden social. El daño se produjo por el exclusivo obrar de un tercero ajeno a la empresa, por el que la misma no puede responder, sin que le sea
exigible haber tomado una medida de seguridad diferente a las que efectivamente adoptó, ni se ha invocado que una actitud distinta por parte de su personal hubiese podido

evitar el hecho24.

[24] Puedes revisar el caso en https://n9.cl/ix5l


2) Hecho de un tercero según el Código Civil y Comercial

El nexo causal se interrumpe, en forma total o parcial, cuando se demuestra que el daño obedece al hecho de un tercero extraño por el cual el agente no debe responder. En
dicho caso, la atribución material del menoscabo se realiza respecto del tercero. Esta eximente aparece expresamente legislada en el artículo 1731: “Hecho de un tercero. Para

eximir de responsabilidad, total o parcialmente, el hecho de un tercero, por quien no se debe responder, debe reunir los caracteres del caso fortuito”25.

[25] Art. 1718, Ley 26994 (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

Conforme la norma, el hecho de tercero constituye una causa ajena por la cual el agente no debe responder. El tercero, por quien no se debe responder, debe ser una persona
distinta del responsable presunto (demandado) y de la víctima. Puede ser una persona física o jurídica, de carácter público o privado. Sin embargo, no cualquier hecho de un
tercero es apto para eximir al sindicado como responsable. El tercero debe ser un tercero por el cual no se deba responder. Esto es importante aclararlo, ya que la ley, en diversos
supuestos, impone a una persona responder por el hecho de un tercero (v. gr., responsabilidad por el hecho del dependiente).

Quedan al margen del concepto de tercero extraño por quien no se debe responder:

1 los daños causados por el dependiente en ejercicio o en ocasión de sus funciones, respecto del principal;

2 los daños producidos por ciertas personas que, sin llegar a ser dependientes, tienen contacto con la cosa por voluntad expresa o presunta del dueño o
guardián;

3 el fabricante de un producto elaborado no es tercero, por quien el dueño o guardián no deban responder cuando el daño se produce por un vicio de
fabricación (artículo 40 de la Ley 24240);

4 el guardián de la cosa no es un tercero por quien no deba responder el dueño;

5 aquellas personas por las que legalmente se debe responder (v. gr., los menores de edad respecto de los padres);

6 los auxiliares introducidos por el deudor para ejecutar la obligación;

7 en los sistemas de ahorro para determinados fines, la sociedad administradora no es un tercero por quien no deba responder el fabricante;

En relación a la carga de la prueba, esta eximente no se presume. En consecuencia, deberá ser probada por quien la invoca (artículo 1736).

Para que opere esta eximente, es necesaria la constatación de las siguientes circunstancias.

1 Que el hecho del tercero tenga incidencia causal (exclusiva o concurrente).

2 Respecto del debate sobre el hecho o la culpa del tercero, la doctrina mayoritaria considera que es necesaria la culpa del tercero. La posición que aquí se
comparte es que alcanza el mero hecho del tercero. Esta última posición fue la recogida por el Código Civil y Comercial.

3 El hecho del tercero no debe ser imputable al demandado.

Diversos supuestos pueden presentarse.

1 Hecho exclusivo del tercero. Provoca la eximición total del demandado.


2 Concurrencia del hecho del tercero con la culpa probada o presumida del demandado. En caso de que concurra la culpa del demandado con la culpa del
tercero, responderán solidariamente ante la víctima y luego podrán ejercitar entre ellos las acciones de regreso. Ahora bien, si la culpa del demandado
incurriera con el hecho inculpable de un tercero, se deberá reducir el monto indemnizatorio a cargo del demandado. Con respecto al tercero, podrá
aplicarse la indemnización de equidad (actuales artículos 1750 y 1742 del CCC).

3 Hecho del tercero concurrente con el riesgo creado por el demandado. Esta cuestión fue bastante debatida durante la vigencia del Código derogado y está
solucionada por el actual Código.

Para reconstruir el debate que se planteaba, se puede mencionar lo siguiente.

1 La doctrina que niega toda relevancia frente a la víctima al hecho concausal de un tercero en la responsabilidad por riesgo creado. La doctrina mayoritaria
considera que el dueño, guardián y el tercero deberían responder solidariamente frente al damnificado y luego ejercitar las acciones de regreso. Esta
solución surgiría por aplicación analógica del artículo 1109 del CCC.

2 La doctrina que, de lege lata, asigna plena relevancia frente a la víctima al hecho concausal de un tercero en la responsabilidad por riesgo creado. Otra
doctrina considera que la respuesta normativa surge del artículo 1113 del CCC, que es clara en cuanto admite la plena relevancia del hecho de un tercero
extraño respecto a la víctima.

Actualmente, la norma aplicable descarta cualquier duda. Versa el artículo 1731: “Hecho de un tercero. Para eximir de responsabilidad, total o parcialmente, el hecho de un

tercero por quien no se debe responder debe reunir los caracteres del caso fortuito”26.

[26] Art. 1731, Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

Existe, asimismo, una cuestión que puede ser problemática en torno a la eximente y la responsabilidad grupal, que supone la intervención de varios sujetos: ¿basta probar la
falta de autoría o hay que probar la autoría ajena? En otras palabras, ¿le alcanza al sujeto probar que él no fue el autor o deberá acreditar la existencia de otro causante del
hecho?

Como se verá, esto marca una diferencia a la hora de establecer la eximente en la responsabilidad grupal (ver artículos 1761 y 1762).

Caso fortuito o fuerza mayor: a) Definición. La cuestión de la asimilación o diferenciación


conceptual. La asimilación legal

Para comenzar la explicación del caso fortuito o fuerza mayor (más adelante veremos que el Código autoriza usarlos como sinónimos), vamos a trabajar un caso en donde se
rechaza la demanda iniciada por la cónyuge e hijos de un paciente que se arrojó por la ventana de la habitación que ocupaba en un sanatorio donde estaba internado. Como se
trataba de un caso que aplicaba la responsabilidad objetiva (artículo 40 de la Ley 24240) por violación del deber de seguridad, el demandado debía probar algún eximente que,
en términos causales, pudiera sacar el daño de la órbita del deber de garantía (causa extraña) y en el caso, habiéndose descartado que el paciente sufriera depresión o algún
trastorno psíquico manifiesto, el hecho de que la abertura de la ventana permitiera que una persona adulta se subiera a una mesa y se arrojase al vacío no fue la causa del deceso,
sino que ello solo posibilitó la conducta súbita y repentina, que acaeció por un acto material y voluntario solo atribuible a este.

Es por ello que, en ese caso, se resolvió que el sanatorio no debe indemnizar el daño ocasionado por la muerte de un paciente que se arrojó al vacío desde la habitación en la
cual estaba internado, si en el caso no se manifestó ningún indicio claro e inequívoco de que sufriera un cuadro depresivo agudo, tuviera tendencias suicidas (intentos anteriores
de suicidio) o algún otro trastorno psiquiátrico de gravedad que mereciera una atención extraordinaria, por lo cual se trató de un hecho imposible de prever y de evitar.

Por otro lado, también se explicó en el caso que, tratándose de un hospital o establecimiento asistencial "común" –es decir, uno en donde las dolencias de los pacientes no son
principalmente psiquiátricas, como podría ocurrir en los lugares exclusivamente dedicados a la salud mental–, el deber de seguridad no puede analizarse con el mismo estándar
que se aplica a una institución especializada, justamente porque –conforme el curso normal y ordinario de las cosas– no es previsible que los pacientes que no padecen
patologías mentales puedan cometer conductas autodestructivas. De allí que las medidas de seguridad no necesariamente deben requerir precauciones especiales, más allá de lo
ordinario.

De la situación se desprenden algunas pautas que nos permiten construir el concepto de caso fortuito y sus características. Comenzaremos por lo primero.

El caso fortuito es otro de los factores extraños con idoneidad para provocar la interrupción del nexo causal entre un hecho ilícito o incumplimiento obligacional y el daño. El

Código de Vélez lo define como aquel que “no ha podido preverse, o que previsto, no ha podido evitarse”27.

[27] Art. 514, Ley 340. (1966). Código Civil de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://n9.cl/a604

El Código Civil y Comercial, al igual que el Código de Vélez, utiliza indistintamente los términos caso fortuito y fuerza mayor, les asigna idénticos efectos y es indiferente la
alusión a uno u otro vocablo. Ambos términos se utilizan como sinónimos en cuanto a los efectos que producen sobre la obligación. Por consiguiente, la definición del artículo
1730 del Código Civil y Comercial se aplica también a la fuerza mayor.

Al respecto, dice la norma:

Caso fortuito. Fuerza mayor. Se considera caso fortuito o fuerza mayor al hecho que no ha podido ser previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido

ser evitado. El caso fortuito o fuerza mayor exime de responsabilidad, excepto disposición en contrario28.

[28] Art. 514, Ley 340. (1966). Código Civil de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://n9.cl/a604

Este Código emplea los términos “caso fortuito” y “fuerza mayor” como sinónimos.

En la esfera obligacional, el casus provoca dos consecuencias fundamentales:

1 extingue la obligación por imposibilidad sobrevenida;

2 exime al deudor de responsabilidad por incumplimiento.

Lo expuesto se justifica en que la causa material de la no realización de la prestación debida es el casus y no la conducta del deudor. Pero, vale remarcar aquí que la falta o
ausencia de culpa es una noción que opera dentro de la esfera de la culpabilidad, y el caso fortuito es un concepto que juega respecto del presupuesto de causalidad, que es
anterior a la culpabilidad, pues, si no hay relación causal entre hecho y daño, no tiene importancia si hubo culpa.

En la esfera extracontractual o aquiliana, el casus exime al responsable, ya que obsta a la configuración del vínculo de causalidad adecuada entre la conducta y el resultado
dañoso.

Para que el casus opere, el hecho debe ser:

1 imprevisible;

2 inevitable;
3 actual;

4 ajeno al presunto responsable o al deudor;

5 sobrevenido;

6 un obstáculo insuperable para el cumplimiento de la obligación.

En el caso práctico inicial, vemos que el sanatorio cumplía con todos estos recaudos, dado que el hecho fue imprevisible, pues no se trataba de una persona que se internó por
una afectación mental. De allí que el acto no se pudo prever. Conectado con esto, está la inevitabilidad, dado que no se contaba con elementos para este tipo de patologías en el
lugar. La circunstancia fue actual, ajena al accionar del sanatorio, posterior a la internación y, claro está, no permite cumplir con la obligación de curar. En ese caso, la ruptura
del nexo es total. Sin embargo, puede ocurrir que la ruptura sea parcial. En el siguiente caso veremos esta posibilidad.

En el caso, dos personas que circulaban en moto, estando el semáforo en verde, inician su cruce junto con los demás vehículos que circulaban por dicha arteria, cuando son
embestidos violentamente por el automóvil conducido por la demandada, quien cruzó con el semáforo en rojo. Como consecuencia del impacto, cayeron al suelo y sufrieron
gravísimas lesiones. Por su parte, la demandada dice que, estando detenida con el semáforo en rojo, dos personas en moto intentaron robarle, amenazándola con un arma blanca,
sustrayéndole la billetera y simulando sacar un arma, por lo que, estando en peligro su vida, reinicia la marcha y, al cruzar, colisiona con la motocicleta de los actores. Invoca
fuerza mayor.

Los jueces resolvieron que corresponde atribuir a la demandada el 70% de la responsabilidad en el accidente y el 30% a la fuerza mayor, desde que existió un ataque delictivo
contra la demandada, mientras se hallaba esperando el cambio del semáforo. Sin embargo, no se acreditó que la vida de la demandada estuviese en peligro ni que su acción para
escapar se condijera con los riesgos que su conducta provocó, ni con los resultados negativos de su escape en las personas de los accionantes.

Se dijo que, frente a la pérdida de sus bienes materiales, la integridad psicofísica de los actores se presenta con un rango superior. Por ello, si bien acreditada la fuerza mayor, la
misma no ha incidido en un corte total de la relación causal, sino solo parcial, dado que la reacción de la conductora, si bien fue impulsada por el hecho delictivo, fue asimismo
causa del accidente, no encontrándose justificación suficiente para la exculpación total. La demandada violó el semáforo en rojo, sin detenerse a pensar que ponía en riesgo la
vida de terceras personas cuando no se acreditó que su propia vida estuviera en peligro.

Ratificando lo expuesto, encontrándose en juego la propiedad por parte de la demandada y la vida por parte de los actores –en el caso, aquella cruzó, intempestivamente y con el
semáforo en rojo, una avenida debido a que sufrió un hecho delictivo y sin representarse el grave riesgo que su conducta producía a los actores, a velocidad totalmente
inadecuada, a tenor de los daños producidos a la motocicleta y los actores–, entendemos que corresponde atribuir a la demandada el 70% de la responsabilidad en el accidente y
el 30% restante a la fuerza mayor.

Así, vemos que, tal como planteamos al inicio de la lectura, las eximentes pueden aminorar (concausa) o bien excluir totalmente la responsabilidad. Lo primero sucede cuando
existen dos causas que tienen adecuada relación con los daños, como por ejemplo el caso supra expuesto. Allí, el demandado no responde totalmente, sino que lo hace en la
medida en que su accionar tuvo incidencia causal en el siniestro. En el caso dado se limita al 70% del total de los daños. En el caso del sanatorio, dado que solo existe una única
causa, estamos en presencia de la liberación total del demandado.

La imposibilidad de cumplimiento

Los contratos, al igual que las obligaciones que emergen de ellos, nacen para ser cumplidos. Sin embargo, puede ocurrir que la obligación sea imposible.

La imposibilidad no es la imposibilidad originaria de la prestación –ya que ella no es un obstáculo al cumplimiento–, sino al propio nacimiento de la obligación, y se le aplica el
régimen jurídico del artículo 1732 del CCC.

Dice el nuevo Código:


Imposibilidad de cumplimiento. El deudor de una obligación queda eximido del cumplimiento, y no es responsable, si la obligación se ha extinguido por
imposibilidad de cumplimiento objetiva y absoluta no imputable al obligado. La existencia de esa imposibilidad debe apreciarse teniendo en cuenta las

exigencias de la buena fe y la prohibición del ejercicio abusivo de los derechos29.

[29] Art. 1732, Ley 26994 (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

En la responsabilidad derivada del incumplimiento de obligaciones, el caso fortuito exonera al deudor, en la medida en que causa una imposibilidad de cumplimiento. Para ello,
deben darse los siguientes requisitos: ser objetiva y absoluta (dice la norma) pero, además, como se está en presencia de un caso fortuito contractual, debe ser sobreviniente,
definitiva y no imputable al deudor.

La imposibilidad de cumplimiento debe ser objetiva, es decir, debe estar constituida por un impedimento inherente a la prestación en sí misma. Debe ser sobrevenida, es decir,
debe haber acaecido con posterioridad al nacimiento de la obligación. Debe ser absoluta, es decir, la prestación no puede cumplirse. Debe ser definitiva y no imputable al
obligado al pago.

Responsabilidad por caso fortuito o por imposibilidad de cumplimiento. Artículo 1733 del Código Civil y Comercial

Con relación a los efectos del caso fortuito o la imposibilidad de incumplimiento, establece el CCC:

Responsabilidad por caso fortuito o por imposibilidad de cumplimiento. Aunque ocurra el caso fortuito o la imposibilidad de cumplimiento, el deudor es
responsable en los siguientes casos:

a) si ha asumido el cumplimiento, aunque ocurra un caso fortuito o una imposibilidad;

b) si de una disposición legal resulta que no se libera por caso fortuito o por imposibilidad de cumplimiento;

c) si está en mora, a no ser que esta sea indiferente para la producción del caso fortuito o de la imposibilidad de cumplimiento;

d) si el caso fortuito o la imposibilidad de cumplimiento sobrevienen por su culpa;

e) si el caso fortuito y, en su caso, la imposibilidad de cumplimiento que de él resulta constituyen una contingencia propia del riesgo de la cosa o la actividad;

f) si está obligado a restituir como consecuencia de un hecho ilícito30.

[30] Art. 1733, Ley 26994 (2014). Código Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/34kHJpN

En estos supuestos previstos por la norma transcripta, se advierte configurado el caso fortuito o imposibilidad de cumplimiento, pero no producen la libración del deudor. Es
una aplicación restrictiva a los casos expresamente establecidos en la norma.
Un supuesto es la asunción contractual del caso fortuito: ante contratos paritarios, lo pactado por las partes (autonomía de la voluntad) debe primar. Quedan excluidas las
relaciones de consumo. El inciso “b” señala la responsabilidad en caso de disposición legal; en estos casos, la ley requiere un plus al caso fortuito regulado en el artículo 1730
del CCC (por ejemplo, en los daños nucleares). La mora del deudor es otro supuesto donde el caso fortuito no exonera, salvo que sea indiferente para la producción de la
imposibilidad. El inciso “d” establece que, en caso de existencia de culpa previa del responsable, no exonera si el casus proviene de una contingencia propia al riesgo de la cosa
o la actividad, es decir, al no ser extraño a la prestación o la cosa considerada en sí misma, por ejemplo, los daños causados por un automotor en una tormenta. La última
hipótesis establece la imposibilidad de exonerarse si la obligación proviene de un hecho ilícito.
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Revisión de módulo

El incumplimiento obligacional

El incumplimiento obligacional está relacionado íntimamente con lo enseñado en la materia Obligaciones. Por ello, conviene repasar algunos aspectos y conceptos de esa materia.

En este sentido, como se vio, el pago se conceptualiza como el cumplimiento de la prestación que hace al objeto de la obligación y que debe ser fiel y exacto respecto de lo pactado, conforme la
definición legal del artículo 865 del Código Civil y Comercial (en adelante, CCC). El objeto del pago es el exacto cumplimiento del programa de actuación del deudor, que satisface el interés del
acreedor. Los requisitos del pago deben coincidir con los elementos de la obligación: con los sujetos y con el objeto. Según el artículo 867 del CCC, el objeto del pago debe reunir los requisitos
de identidad, integridad, puntualidad y localización. La contracara del pago –en los términos expuestos– es el incumplimiento obligacional.

La relación de causalidad

La relación de causalidad es la necesaria conexión fáctica que debe existir entre la acción humana y el resultado dañoso producido. La relación de causalidad es el nexo que vincula,
materialmente y de manera directa, el incumplimiento obligacional o el acto ilícito con el daño y, en forma sucedánea e indirecta, a este con el factor de atribución (Pizarro y Vallespinos, 2014, p.
137).

El factor de atribución

El factor de atribución constituye el elemento valorativo (axiológico) en virtud del cual el ordenamiento jurídico dispone la imputación de las consecuencias dañosas del incumplimiento
obligacional, o de un hecho ilícito stricto sensu, a una determinada persona (Pizarro y Vallespinos, 2014).

Eximentes

Las eximentes son circunstancias que operan enervando la antijuridicidad, la relación de causalidad o los factores de atribución. Las mismas poseen gran importancia, ya que pueden aminorar o
eximir la responsabilidad por daño al sindicado como responsable.
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Referencias

Kemelmajer de Carlucci, A., Mariani de Vidal, M., Shina, F., Zunino, J. O. y Zannoni, E. (2015). Código Civil y Comercial. Concordado con el régimen derogado y
referenciado con legislación vigente. Exégesis de los fundamentos de la Comisión Redactores y las modificaciones del PEN. Buenos Aires, Argentina: Astrea.

Ley 26529. (2009). Derechos del Paciente. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/160000-
164999/160432/norma.htm

Ley 26994. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de http://www.nuevocodigocivil.com/wp-
content/uploads/2015/02/5-Fundamentos-del-Proyecto.pdf

Pizarro, R. D. (2004). Daño Moral. Buenos Aires: Hammurabi.

Pizarro R. D. y Vallespinos C. G. (2013). Instituciones de Derecho Privado Obligaciones.III. Buenos Aires: Hammurabi.

Pizarro, R. D. y Vallespinos, C. G. (2014). Compendio de derecho de daños. Buenos Aires: Hammurabi.

Tolosa, P. y González Rodríguez, L. (2015). Asunción de riesgos y consentimiento del damnificado en el nuevo Código Civil y Comercial. Revista de responsabilidad civil y
seguros: publicación mensual de doctrina, jurisprudencia y legislación. Año 17 (4). [pp.46-57].

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