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RESUMEN
Lc. 24, 13-35, cuenta la historia de dos compañeros que regresando a su
pueblo Emaús se topan con un caminante desconocido que finge ignorar los
sucesos del fin de semana con la única intención de arrancarles el relato
autobiográfico de su crisis de frustración y de pérdida. Inspirado en esta
narración, el modelo de hermenéutica biográfica del sentido pretende sacar de
su predecible estrechez y ensimismamiento a las personas que se encuentran
en situaciones de crisis. El propósito último del modelo de hermenéutica
biográfica del sentido es el desarrollo de una espiritualidad que surja de la
constelación de símbolos sugerentes de la gramática lucana y que retorne a
ella, para poder descifrar la esperanza latente y facilitarla con sabiduría
práctica a otros que requieran, también, reconstruir el sentido perdido.
ABSTRACT
Lc. 24, 13-35, tells the story of two companions returning to their village
Emmaus run into an unknown traveler who pretends to ignore the events of
the weekend with the sole intention of tearing the autobiographical account of
his crisis of frustration and loss. Inspired by this narrative, the model of
biographical hermeneutics of meaning aims to draw people who are in crisis
situations from their predictable narrowness and self-absorption. The ultimate
purpose of the model of biographical hermeneutics of meaning is the
1
development of a spirituality that emerges from the constellation of
suggestive symbols of the Lucan grammar and that returns to it, to be able to
decipher the latent hope and facilitate it with practical wisdom to others who
require, also, to reconstruct the lost sense.
_____________________
Fecha de recepción: 04/11/2017. Fecha de aceptación: 05/15/2017.
* Profesor de la Universidad Agraria la Molina (Lima).
2
Introducción
Un modelo de acompañamiento, no debe consistir, únicamente, en
establecer técnicas psicológicas o espirituales de ayuda sino, además y
sobre todo, clarificar las ideas e imágenes de ser humano útiles para
delinear una espiritualidad integradora que anime el proceso. En ese
sentido, despliego aquí, a partir de mi vivencia personal, la hipótesis de
que en el trasfondo de la historia de Lc. 24, 13-35 subyace una fuente
de inspiración capaz de configurar un modelo alternativo de
acompañamiento espiritual integral, al que llamo de hermenéutica
biográfica del sentido, el cual se encuentra en diálogo con los modelos
clásicos, riesgosos por su tendencia a psicologizar o espiritualizar la
experiencia del acompañado.
3
resignificación de los presupuestos biográficos en el conjunto de su
biografía y desde una perspectiva teológica implícita.
4
ellas y, al mismo tiempo, se constituye, gracias a ellas, como una
innovación pertinente.
5
descubrir por ellos mismos las condiciones para superar el momento
crítico, se les introduce en la capacidad de reconocer sus emociones y
hacer consciente de la forma en que sus neurosis cotidianas u otros
trastornos los limitan, se les invita a responsabilizarse de evaluar junto
con el acompañante la posibilidad de convertirse en su propio padre y
madre adultos y se les involucra en el proceso de interaprendizaje con
el acompañante, sobre una nueva manera de vivir sosteniblemente
saludable.
En el modelo de hermenéutica biográfica hay una noción distinta de
relación cuyas raíces se hunden en el campo del acompañamiento
espiritual, el mismo que trasciende modelos de otras épocas e
ideologías. Esta noción pretende superar los reduccionismos en la
relación de ayuda que impiden afrontar de manera certera los
momentos cruciales que atraviesan las personas. Se trata del proyecto
de trascender la situación actual mediante la narración y la
interlocución, es decir, la mutua redefinición de identidades entre
narradores e interlocutores.
6
desde su raíz, en el intercambio intersubjetivo con los otros
significativos. Esto es que, sea un modelo u otro el que se plantee, en
todos ellos se da un tipo de relación. Vale decir que, las relaciones
mismas entre los actores en cuestión son las que van configurando los
modelos y también el nuevo modelo que ahora proponemos. La fuente
ontológica de la intersubjetividad es, a fin de cuentas, teológica, se
halla en la realidad personal que la noción de dios inspira o constituye.
Por tanto, en la relación de ayuda, sea que se utilicen modelos de
relaciones profesionales, parentales o institucionales, no debe perderse
de vista que
1
GARRIDO J. Proceso humano y gracia de Dios I: Fundamentos. Apuntes de
espiritualidad cristiana, Sal Terrae, Santander, 1996 p. 556.
7
En esta perspectiva, el modelo propuesto resuelve la tensión entre
psicologizar y espiritualizar la relación de ayuda proponiendo una
espiritualidad integradora que busca poner en evidencia la antropología
subyacente a los modelos de ayuda y, al mismo tiempo, la teología y
las relaciones que ella sugiere. De allí la importancia de proponer una
espiritualidad para el modelo de acompañamiento de hermenéutica
biográfica.
8
establecida. Esta actitud se distingue del campo estrictamente religioso-
institucional-ritual, aunque es el movimiento que permite que la
institución o religión tenga una estructura carismática de sentido. Los
enfoques del “padre del desierto” y del “discernimiento fraterno
corresponsable” son una propuesta que pone de relieve la dimensión
pneumática de la tradición cristiana del acompañamiento espiritual.
2
SCHERER L. “El “padre del desierto” y Francisco de Asís. Dos figuras históricas del
acompañamiento espiritual”, Selecciones de Franciscanismo, 49 (1988) p. 107.
9
desvalido de recursos para salir de su situación de sin-sentido ni el
acompañante se encuentra en situación de satisfacción espiritual y
prescindibilidad del acompañamiento de Jesús a quien sigue sus pasos
y por el que se ha convertido en un acompañante también. De modo tal
que, es previsible que la vocación del acompañado se descubra
igualmente como la de un potencial acompañante, en similar condición
que la de aquel que lo está acompañando actualmente.
10
a su vez, aquellos que se ubiquen en esta misma perspectiva, son
capaces de participar en esta forma de mirar teológica.
11
religioso. Entonces, en estos casos habría que preguntarse si se puede
hablar de una espiritualidad posible o si ésta más bien queda restringida
a los espacios explícitamente confesionales y religiosos. Si afirmamos
que en realidad lo que hace religioso al espacio –además por supuesto
de Dios- son las personas que lo convierten en tal, aunque no sea
confesional, no es desatinado entonces plantear que a interlocutores
acompañantes con una experiencia religiosa compete el despliegue de
un acompañamiento espiritual progresivamente explícito o cuando
menos potencialmente explícito de esa característica religiosa incoada
en el espacio religioso no confesional. Así que el problema es cómo
dejar que la visión estratégica de Dios se desarrolle en el proceso de
resignificación de la experiencia de la persona en situación de crisis.
¿En qué sentido será necesario que el interlocutor acompañante haga
explícita esa visión y en qué sentido no? ¿Acaso en un contexto no
confesional es suficiente que el interlocutor acompañante haga
consciente su intuición de esta realidad teológica sin tematizarla al
narrador acompañado o será necesario que la haga explícita dejando
que aquél intuya su sentido? ¿Hay acaso un camino intermedio?
El acompañamiento puede ser “implícitamente religioso” si se da entre
un acompañante proveniente de una experiencia religiosa con teología
y contexto cristiano asumidos -o de otras confesiones- hacia un
acompañado que no necesariamente procede de los mismos lugares
sino de otros horizontes espirituales. O puede ser “explícitamente
religioso” si se trata del mismo acompañante hacia un acompañado que
procede, lo mismo que él, de una experiencia religiosa asumida.
12
Ya hemos hecho referencia al clásico acompañamiento espiritual que
ha tenido como escenario el “típico espacio sagrado” de un templo o
parroquia, con “personas sagradas” como un sacerdote o pastor en
contraste con “los espacios profanos” y el liderazgo de “personas
profanas” como los laicos, es decir, los espacios “religiosos” no
confesionales. Mi propuesta podría ser considerada un modelo, en tanto
que intento sugerir que hay que articular como espacio ideal del
acompañamiento cualquier lugar profano, que gracias al
reconocimiento de la presencia significativa del otro y de la realidad
teológica fundante (Dios) tiene el poder de entrar en una “atmósfera
sagrada”, toda vez que la alteridad puede llegar a ser percibida como
una hierofanía de la trascendencia. En este sentido, el acompañamiento
no lo hace exclusivamente el sacerdote o pastor (aunque no está
excluida la práctica, pues el tema es la inclusión y no la exclusión de
ningún tipo de actor del proceso) sino por cualquier persona con un
bagaje espiritual o camino de integración humano – espiritual que le
permita acompañar y facilitar un camino similar en el acompañado.
Para el caso concreto, esta hipótesis será aplicada al contexto de la
formación de jóvenes, por ejemplo, universitarios, aunque no
exclusivamente ese ambiente institucional de formación.
13
experiencias de responsabilización de otros que tienen alguna
necesidad en la comunidad. La implementación de este proyecto de
acompañamiento espiritual personalizado en contextos de formación de
jóvenes podrá configurarse en torno a los siguientes ejes
configuradores ya replanteados:
14
alcanzarse en la doble dinámica de "acercarse y distanciarse" de uno
mismo para lograr una conquista más autónoma y libre. Asimismo
resulta relevante conocer, analizar y dejarse cuestionar por algunas
historias paradigmáticas con las que se pueda establecer comparaciones
y aprendizajes proyectivos, historias de personajes modélicos
pertenecientes a la tradición de la comunidad local, nacional, religiosa,
etc.
15
cultural que supone estar en la universidad y a consolidar
paulatinamente su participación activa y responsable en la sociedad.
16
protagonismo de una idea y capacidad de creatividad de nuevos
sentidos, inventados a partir de lo heredado por los otros.
17
práctico de aplicabilidad o verificabilidad del modelo. Más adelante,
podría medirse dicha eficacia utilizando este indicador de logro.
18
del Espíritu que actúa cuando uno menos lo espera y de la forma menos
predecible. Es decir, quién sabe si aunque el narrador acompañado no
haya sido introducido en la fe esta sea su oportunidad, su experiencia
fundante de encuentro con Dios que camina a su lado y que no había
percibido antes en su vida. Una experiencia que le descubre el sentido
de manera novedosa, gozosa y significativa y cuya mediación
fundamental -no hay que olvidarlo-, es la cercanía y caridad del
interlocutor acompañante.
19
Imágenes de la gramática evangélica en la historia lucana de los
compañeros de Emaús.
Somos varios los creyentes que nos hemos topado con la experiencia de
encuentro con Jesús gracias al impacto de los textos concretos
escuchados en un contexto de acompañamiento espiritual (por alguna
razón, son menos frecuentes en la actualidad los casos de experiencias
místicas). Por lo tanto, hay que ser conscientes de que este proceso es
un lugar teológico de revelación en la vida de las personas que están
desorientadas y necesitadas de comprensión. A continuación presento
algunas imágenes de la gramática lucana del texto que pueden ayudar
en esta tarea, tanto al acompañante como al acompañado.
20
vida. Este símbolo aporta comprensión de la perspectiva positiva del
“lugar” a pesar de lo cambiante de las circunstancias y la ambigüedad
en la que suceden los acontecimientos vitales, así como el mecanismo
de afrontamiento con que se les asume. Hay que permanecer en el lugar
donde parece haber desaparecido el sentido para poder redescubrirlo
desde una nueva perspectiva, pero también hay que tomar distancia,
para poder “ver”, el sentido escondido que hay quedado pasos atrás, en
Jerusalén.
3
RAMIS DARDER, F. Lucas, evangelista de la ternura de Dios. Diez catequesis para
descubrir al Dios de la misericordia, Verbo Divino, Estella 2002 p. 112.
21
sentido, la razón de ser de la vida humana, el ámbito del encuentro con
el verdadero Señor (para el profeta Isaías es el lugar del gozo). Por lo
tanto, cuando los discípulos del texto lucano abandonan Jerusalén
abandonan también el sentido, el encuentro y el gozo y lo hacen porque
no pueden tolerar que su significado se vea cuestionado por la muerte
de Jesús, no están preparados para redefinir el sentido de ese símbolo o
si se quiere, desconfían que ante la muerte Jerusalén deje de tener
sentido. De igual forma, habría que profundizar con el acompañado
acerca de sus motivos y capacidad de afrontamiento para relativizar la
utilización del recurso de escape.
22
“Nuestra vida está, como la de los dos discípulos, cargada de
contrariedades y de conflictos. Pero lo importante en la vida es
caminar, continuar en el camino aunque nos dé la impresión de estar
caminando hacia atrás”4
4
RAMIS DARDER. o.c., p. 113.
23
discernir, como los caminantes de Emaús, si en la presencia y palabras
de su acompañante intuyen algún sentido y experiencia ya conocidos o
nuevos, aunque objetivamente todo les sea desconocido. El resultado
de esta confianza arriesgada puede ser el reconocimiento del sentido
gracias a la relación interpersonal que se va develando in crescendo,
gracias a aquel que trae el sentido, el ánimo y el gozo, la nueva mirada,
como ellos, finalmente, ya lo habían experimentado de algún otro modo
en el pasado. En el texto, la revelación de la identidad de Jesús es
progresiva no obstante la ansiedad de los discípulos que los obnubila,
por eso, tenemos que considerar seriamente que no son las técnicas de
acompañamiento, dirección, discernimiento o terapia las que devuelven
la esperanza a las personas en crisis sino sólo la apertura a la
coherencia discursiva y vital del interlocutor.
24
la muerte. Ellos esperan únicamente un resultado, un producto, una
ganancia, pero no se abren a descubrir detrás de la particular
incoherencia del camino y la repentina experiencia del caminante
misterioso, a Jesús y su acontecimiento, coherencia y sentido de todo lo
vivido.
25
círculo de fragilidad y extrañamiento, se siente débil e incomprendido
por su acompañante. Y cuando informa de lo sucedido es inevitable que
vuelva a experimentar la misma tristeza a causa de la profundidad y
frescor de la herida.
26
sufrimiento; nos cuesta asumir con coraje las pérdidas más valiosas. Lo
que pasa es que las personas solemos escapar de las dificultades del
camino y nos construimos la ilusión de no tener que pasar por ellas
para alcanzar la felicidad. El aprendizaje de una nueva racionalidad
vital viene después del padecimiento y su asimilación adulta de manera
consciente.
27
el día está declinado”). Esta maniobra evasiva de los acompañados no
es sino un mecanismo de huida que busca descentrar la atención sobre
las propias carencias, las cuales no se pueden reconocerse como
propias debido al dolor que reconocerlas causaría.
28
De igual forma, en el texto lucano, Jesús apela al recurso de los
profetas que se resisten a olvidar y desde allí provoca la apertura de la
visión cegada de los caminantes a causa del dolor padecido, ya que no
puede permitir que el dolor los obnubile. Para lograrlo, los hace narrar
la historia, tienen que recordar el signo de la cruz traslapado con el
signo del pan compasivo y el signo del camino solitario al Calvario con
el signo del camino compartido hacia Emaús, o sea, tienen que recordar
el pasado reciente en el contexto del pasado remoto para no
desorientarse ni sumirse en la total desolación. Igual como en el pasado
de Israel, ahora el encuentro se da para los seguidores de Jesús, gracias
a los símbolos de la mesa compartida y los gestos de misericordia que
ya habían conocido cuando vivieron y caminaron junto a él.
29
Hay que invitar al acompañado a estar atento a todos los signos y
símbolos del proceso, los del acompañante, los del entorno, los de la
intimidad y los suyos propios. Esos son finalmente los que revelarán el
sentido de lo vivido que por ahora no se puede comprender. No sólo un
acontecimiento es el que provoca la visión del sentido sino el mismo
proceso que es largo y que incluye “la resurrección del recuerdo”.
5
ALETTI J.N. El arte de contar a Jesucristo. Lectura narrativa del evangelio de
Lucas, Sígueme, Salamanca 1992, p. 159.
30
Los antiguos lugares de muerte cambian y pierden su poder cuando el
nuevo sentido aparece. No hay que querer capturar en el
acompañamiento espiritual ese sentido perdido para volver a dárselo,
hay que dejar que el mismo acompañado lo descubra en el camino, hay
que facilitarle este descubrimiento y la configuración de un nuevo
sentido. Ello exige retornar al origen de uno mismo, regresar al lugar
del que se había huido porque ahora este constituye una fuente, un
nuevo continente de un sentido, al mismo tiempo nuevo, salvífico y
redentor.
31
11. Anuncio narrativo autobiográfico del sentido, a partir de la
exégesis del Resucitado.
Los discípulos van elaborando el sentido de lo vivido, partiendo de la
exégesis del Resucitado, a través de discursos narrativos
autobiográficos, historias contadas en primera persona. Aquí está la
clave del modelo del acompañamiento de hermenéutica biográfica. Los
acompañados no van a enseñar ideas sino a hablar de lo que han
experimentado de manera personal, lo cual les ha revelado un nuevo
sentido al conjunto de sus vidas. Lo mismo harán los acompañantes,
acompañarán a los caminantes a partir de su propia carencia y quiebre
existencial, biográficos, así como el tránsito hacia la configuración de
nuevos sentidos, los mismos que han tenido lugar en su propia vida.
32
Cuando uno retorna a la comunidad la halla siempre transformada.
Cuando los acompañados comparten colectivamente con otros,
confirman el nuevo sentido que habían descubierto en su camino con
los que viven una experiencia de características similares a la suya. Si
esto se logra entonces nace o renace la comunidad de los compañeros
caminantes que intercambian su relato y reconfiguran
intersubjetivamente el sentido. Sin embargo, cuando no hay fe, esto
significa, cuando no hay confianza y esperanza como condiciones
previas para querer comprender, ya puede aparecer el sentido a los ojos
de los más cercanos pero no lo podremos creer y permanecerá
clausurado a nuestra visión. Un ejemplo de esto es el testimonio gozoso
de las mujeres (uno de los grupos marginales) pero que no es creído ni
comprendido por ningún miembro de la comunidad6.
6
Recordemos que el número tres significa en este contexto bíblico un proceso intenso
y profundo para el cual hay que saber esperar, pero con una esperanza que al final no
defrauda ya que igual que al pueblo de Dios del AT, como a Job, como a Jesús o
como al acompañante devolverá la vida, es decir, el sentido vital, el gozo y la
integridad).
33
cada relector en perspectiva común. Difícil apertura en una época de
formas individualistas y de descrédito hacia el otro.
34
vivencias interrumpidas. Pero además de esta brecha abierta hay una
que está cerrada, en cuanto que el sentido no está fuera ni en el futuro
sino dentro de la misma vivencia del evangelio (que hay que reeler) y
en el pasado biográfico (que hay que reinterpretar constantemente).
Entre el silencio hermenéutico o no poder decir y la exégesis que es un
regalo del acompañante y en Lucas, del Resucitado, existe la
posibilidad de reconstituir el sentido perdido. Silencio, don y tarea para
los que entonces ya se está en condiciones de responder.
El arte con que Lucas genera una apertura del texto a nuevos espacios y
nuevos tiempos es impresionante. Los acompañados dejan de
preguntar, desaparece la ansiedad y terminan aceptando que hay cosas
que no se llegarán a comprender: “El relato termina mirando hacia una
duración indeterminada (…) El lector se queda esperando. En una
palabra, el relato se queda narrativa y semánticamente abierto”7.
Finalizando
7
ALETTI. J.N. o.c., p. 160.
35
Creo que una pregunta fundamental que hay que abordar con el
acompañado y el acompañante es, hacia dónde están caminando, hacia
Emaús o hacia Jerusalén, pero además, qué significan el uno y la otra
en su realidad, en qué momento o etapa del camino se encuentran. Y de
esta forma dejar que las imágenes, las metáforas, los símbolos y demás
sugerencias de la gramática evangélica lucana hagan su trabajo de
reconfiguración del sentido desde la mirada totalizadora y compasiva
de Dios.
8
QUINZÁ LLEO, o.c., p. 100.
36
vez la fuerza espiritual para posicionarse en la “mirada” de Dios, para
poder mostrar el conjunto de la historia no sólo pasada y presente sino
además futura de la persona en crisis y la historia colectiva de la que
ella es parte.
37
compartir con ellas a un nivel profundo nuestros sentimientos y deseos.
En nuestra sociedad ya nadie escucha, ya nadie conversa, ya nadie
habla, todos “textean” en una Tablet o similares, todos reciben la
información de los medios desde la superficie y la violencia del
desencuentro humano. Creemos en la información objetiva de la
máquina pero el individualismo de sujetos invade nuestra conciencia.
En este contexto, experimentar la trascendencia de Dios, su amor y
cercanía, en la experiencia religiosa manifestada en la inmanencia
interpersonal de amor y cercanía con los otros, es una posibilidad cada
vez más improbable. Si ya no creemos en el otro ni esperamos de él,
tampoco de Dios. ¿Qué alternativa nos queda para no avanzar hacia
niveles de deshumanización mayores?
9
Ibíd., p. 106.
38
inmediatez fundamental que genera vínculos más fuertes e íntegros que
los conseguidos en épocas de armonía e integridad.
10
Ibíd., p. 109.
11
Ibíd., p. 91.
39
No es fuera de uno que encontramos a Dios sino en la mismidad de
nuestra realidad hecha consciente en la actividad de narrar, interpretar y
resignificar con el otro. El problema con las narraciones en esta época
es que al estar referidas a historias de vida y sus experiencias y no tanto
a información conceptual, la idea del yo individual homogenizado
despersonaliza y desaloja de su propia experiencia a la persona. Siendo
así no importa lo que ella deba contar a nivel particular y si lo hace
debe ser en el ámbito del espectáculo de los medios de comunicación
social, no más en la intimidad intersubjetiva. Tengo que contar mi
historia en círculos de intimidad para que no termine secuestrada en
boca de otros que no la escucharán con respeto ni sentido.
40
un camino, a saber, convertirse en compañero de otros desanimados
para caminar a su lado con la buena noticia de haber encontrado a
Jesús, el caminante y narrador acompañante; transitar por el camino
transformado para acompañarlos hacia la comunidad fundada sobre la
convicción gozosa de que la muerte ha sido vencida por la vida, de una
vez para siempre.
Resultados y conclusiones
41
fraterno” (modelo franciscano), porque desde esta perspectiva, el
contexto de la fraternidad de hermanos, padres, madres y
maestros(as) es el lugar donde el interlocutor acompañante canaliza
la inmediatez fraterna. Esto significa que, en la espiritualidad
franciscana se considera que quien recibe la sabiduría o el Espíritu
es toda la comunidad, toda ella tiene que aprender a ser receptor de
esta misma capacidad, para cuando se halle en situaciones similares
de crisis de sentido.
3. El modelo de counseling es válido en cuanto que induce al
acompañado a entrar en contacto dialógico con su crisis, pero a
diferencia de éste, el modelo de hermenéutica biográfica del sentido
le ayuda a desfocalizar la atención sobre la crisis y a proyectarla
extendiéndola hacia el conjunto de su biografía narrativamente
expuesta al interlocutor acompañante.
4. El modelo propuesto en esta tesis supera el paradigma de ayuda
psicológica en el sentido de que, facilita en el acompañado el
surgimiento de una mirada contemplativa desde la perspectiva
integral de la mirada de Dios, respecto a su biografía narrada con
sentido teológico.
5. En el modelo de acompañamiento espiritual que aquí se ha
diseñado y verificado en la experiencia es fundamental el lugar de
la comunidad de pertenencia u horizonte hermenéutico desde el
cual se configura la historia personal del acompañado. El interés
por desplegar su espiritualidad en un contexto no confesional, como
los espacios de jóvenes en formación universitaria es viable, pues
confesionalidad no es sinónimo de religiosidad. Así, el espacio no
42
confesional propuesto podría considerarse un espacio “religioso”,
dada la demanda de espiritualidad detectada durante el
acompañamiento de los procesos personales, a partir del pretexto de
crisis apuntado.
6. Las imágenes de la gramática evangélica de Lc. 24, 13-35 que
dinamizan el proceso de acompañamiento espiritual de
hermenéutica biográfica del sentido son las siguientes:
• “El esclarecimiento de la actitud de las personas frente al
símbolo de la Jerusalén del sentido”, antiguo lugar del
sentido que ha pasado a ser el lugar de la muerte, es decir, la
capacidad de afrontamiento o de utilización del mecanismo
de escape correspondiente.
• “El descubrimiento de Dios como compañero que se
equivoca intencionalmente de dirección” en el camino hacia
el refugio de Emaús para poder acompañar la experiencia
vital de las personas en crisis de sentido.
• “La confianza hacia el aparentemente desconocido” o
apertura valiente –aunque inicialmente temerosa- hacia
situaciones y personas nuevas en el propio proceso personal,
como lo hicieran, aunque lentamente, los dos compañeros
del relato.
• “La aceptación de que se está experimentando una
sensación de incomprensión” por parte de su acompañante,
como en el texto lucano, ya que la experiencia vivida por la
persona en crisis es única y hasta cierto punto privativa; la
aceptación de que el acompañante no pueda ni esté obligado
43
a conocer la frustración o desánimo en la forma como él la
experimenta.
• “La tolerancia ante la capacidad disminuida para
comprender el sentido” aprendida en otro tiempo y olvidada
en la época de crisis, así como la humildad para volver a
aprenderlo y escucharlo del compañero de camino.
• “El reconocimiento del propio anhelo de un refugio y
alimento”, sin trasferir esta necesidad al acompañante, con
el objetivo de no alargar innecesariamente el proceso en
condiciones de intemperie y de disfrutar de la protección del
hogar de la escucha y del descanso para el acompañamiento
más personalizado.
• La “agudización de la sensibilidad gracias al reencuentro
para recordar todos los signos”, que en otro tiempo tuvieron
sentido y reservan todavía una fuerza capaz de resucitar la
memoria; estar preparados para acogerlos y reconocerlos,
como los caminantes reconocieron a Jesús, por si estos
aparecen nueva e inesperadamente en la intimidad del
proceso de acompañamiento espiritual.
• “La oportunidad para retornar con coraje al antiguo lugar de
la muerte reciente”, que fuera incluso el lugar del sentido en
otro tiempo, confiando en que el lugar original es el lugar
fundante con el potencial para devolver la armonía y el
sentido perdidos.
• “La disposición para compartir con otros las propias
historias de reconocimiento del sentido” y descubrir en este
44
acto de qué manera se produce la fusión de horizontes para
la confirmación de la propia experiencia gozosa.
• “La capacidad de estructurar nuevos discursos de
esperanza” formulados a partir del sin sentido y gracias al
cambio de perspectiva que el encuentro permite.
• “La solidaridad con las personas que no se han topado aún
con ningún acompañante intérprete de palabras con sentido
ni anfitrión de la mesa” del pan de esperanza y de la alegría,
como lo fue el caminante misterioso, Jesús, con los
compañeros de Emaús.
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