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LA INSTITUCIONALIDAD PLATAFORMA DE LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA

Más allá de las buenas o malas decisiones que el Gobierno nacional o regionales hayan
tomado para enfrentar la actual crisis de emergencia sanitaria por causa de la pandemia
Covid-19, con perjuicios económicos y sociales, es innegable las buenas intenciones
emprendidas por la mayoría de los gobernantes para hacer lo mejor en revertir y mitigar
los impactos dolorosos que están quedando en la sociedad. Sin embargo, para un
problema de tal magnitud nunca antes vista, las decisiones tomadas carecen de cohesión
desde la perspectiva de la integración institucional, es decir, cada uno concibe soluciones
de manera individual, llámese país, departamento, municipio o entidad pública o privada.

Y seguramente, cada actor ha contribuido con parte de la solución, pero el problema es


más profundo que desborda fácilmente las intenciones individuales, que demanda
esfuerzos descomunales para resolver el dilema entre la salud o la economía; por sí
mismo, es el mayor desafío que todas las naciones conscientes del problema, unidas
deberían afrontar. Para Colombia, los pronósticos de expertos en varios escenarios
económicos son fatídicos, que deteriorarán la calidad de vida en todos los niveles de la
población; donde podríamos estar enfrentando un decrecimiento en el Producto Interno
Bruto a niveles negativos y una tasa de desempleo que ronda el 20% y 25%; y a la luz de lo
menos expertos, públicamente es evidente el grado de vulnerabilidad de la estructura
empresarial del país, conformada con más del 90% en unidades productivas micro y
pequeñas, con poca o nula generación de valor en la oferta de bienes y servicios, que se
agudiza con los niveles de informalidad empresarial cercanos a niveles del 50%.

No es un problema menor, y es más serio de lo que muchos mandatarios públicos están


tratando de resolver focalizados en las necesarias ayudas humanitarias. En perspectiva las
soluciones individuales no son suficientes, por el contrario, la dispersión de esfuerzos
mitiga, pero sin establecer una dirección concreta, dando pie a que aumente la
incertidumbre del empresario, del empleado, del comerciante, de la inversión tanto
pública como privada.

Parece obvio, el proponer acciones de coordinación institucional para el diseño de


políticas públicas que sean incluyentes, innovadoras y flexibles a todos los sectores; pero
no lo es tanto, al evidenciar que esta crisis se está tratando de resolver con actuaciones
individuales y aisladas por parte de los gobernantes, con manifestaciones arrogantes de
poder, muy por debajo de la responsabilidad que deben asumir – donde no se identifican
liderazgos que inviten a la unidad, y que lleve a los actores de un mismo territorio a
integrar capacidades.

Es preciso aprovechar la institucionalidad construida en cada región, que active el


conocimiento colectivo dispuesto a través de Sistemas y Subsistemas configurados a lo
largo de muchos años y gobiernos, agrupados por especialidades que abordan temas para
la productividad, el recurso humano, la innovación, el emprendimiento, sectores
productivos, derechos humanos, ambiente, con propósitos propios y que buscan desde
cada escenario la competitividad del territorio. Con la capacidad instalada en el seno
institucional, es preciso, reflexionar sobre las relaciones intergubernamentales y el resto
de la sociedad como constructores de su propio desarrollo y en las actuales circunstancias
como eje de la solución.

De manera particular, los departamentos cuentan con una instancia encargada de la


coordinación y articulación de actores público, privado y de la academia, a través de las
demás instancias en el territorio como son, los Comités Departamentales de Ciencia,
Tecnología e Innovación (CODECTI), Redes Regionales de Emprendimiento (RRE), Consejos
de Mipymes, Comités Universidad, Empresa, Estado, Consejos Seccionales de Desarrollo
Agropecuario (CONSEA), Comités ambientales, entre otros, así como las instancias o
mesas sectoriales (incluyendo a nivel subregional), los cuales están diseñados para la
planeación, gestión y promoción del desarrollo mediante procesos orientadas a la
competitividad del departamento; su diseño permite la confluencia de todos los actores
para trabajar en propuestas que hagan posible materializar una visión compartida de
territorio, y son las Comisiones Regionales de Competitividad (Decreto 1651 de 2019), que
hoy son llamadas a ejercer su rol a partir de las funciones con las que han sido creadas
para convocar a la articulación (unidad) de todos los actores hacia propuestas y soluciones
colectivas, siendo éstas una plataforma de integración de individualismos de gobernantes
para el bien común.

Para movilizar la institucionalidad, bajo un escenario de diálogo constructivo libre de


intereses particulares, es necesario la visibilización de agentes líderes con capacidad de
aglutinar y ordenar a los actores hacia las Instancias, y visionar la funcionalidad de “la
plataforma”, la cual debe articular esfuerzos e iniciativas, como insumo para diseñar las
medidas rápidas y focalizadas, en respuesta a la recuperación productiva y económica.

La sociedad demanda señales que provengan de una institucionalidad activa y visible, con
respuestas organizadas que transmitan confianza a los empresarios y ciudadanos, y que
atajen el escepticismo ante una distante salida a la crisis, la cual aún no se ha visto en su
real dimensión.

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