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La Ideología de Género Una Antropología Destructora de La Identidad Por Abbon PDF
La Ideología de Género Una Antropología Destructora de La Identidad Por Abbon PDF
«No se nace mujer, se llega a serlo». Este postulado, promulgado por Simone de
Beauvoir en 1949, auténtico símbolo de la feminización extremista, se ha
convertido en la piedra angular de la ideología de género (“gender”, para los
angloamericanos).
Volvemos sobre esta “teoría” que, asociada al “matrimonio para todos”, al mundialismo,
al aborto, a la homosexualidad y a la adopción del modelo sociosexual en la escuela,
contribuye a la ofensiva para la humillación del hombre.
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poder, que sería maléfico por definición. Así, la familia patriarcal, teóricamente
concebida por San Pablo como un hogar de amor en una perspectiva cristiana, se ve
contestada en tanto que matriz de todas las opresiones, prefigurando el poder del
marido el que ostenta el patrón empresario. La lucha de sexos sería el preludio de la
lucha de clases: tesis formulada por Engels en 1884.
Nos referimos aquí a un punto nodal de la ideología de género: dado que no existe ni
dualidad de sexos ni tabú sexual, la ideología de género deduce la equivalencia de las
orientaciones sexuales. Así, el nuevo feminismo radical, que ya no tiene demasiada
relación con el feminismo de antes, únicamente preocupado por la igualdad entre
hombres y mujeres, dirige prioritariamente su acción reivindicativa hacia la paridad
entre los heterosexuales y los homosexuales. Esta cruzada de nuevo tipo suscita
distintos refinamientos de las distinciones sexológicas elevando el número de prácticas
sexuales a cinco (aunque parece haber más), todas ellas tan legítimas las unas como las
otras, si bien la vieja heterosexualidad de nuestros ancestros se presenta como
minoritaria frente a los homosexuales femeninos, los homosexuales masculinos, los
bisexuales y los transexuales. Desafiando el asombro de los hombres ordinarios frente a
una teoría focalizada en los intereses de ínfimas minorías de la especie humana, los
partidarios de la ideología de género acuñaron la expresión “queer theory”. Estas
reivindicaciones se llevan sobre los medios para normalizar la homosexualidad: por la
represión de la homofobia, el reconocimiento legal del matrimonio gay, en fin, por el
fomento de las técnicas destinadas a compensar la infertilidad de las parejas del mismo
sexo (procreación asistida, fecundación in vitro, donaciones de esperma y óvulos,
gestación subrogada, etc.). Estas prácticas, arriesgadas y costosas, generan una nueva
forma de prostitución y mercantilización del sexo con el recurso a madres portadoras
pagadas y la venta de esperma y óvulos. La legalización del matrimonio homosexual
entraña, por otra parte, una perturbación del Código civil al permitir la banalización de la
familia formada, por ejemplo, por dos madres y un padre virtual, o por dos padres y uno
o dos madres, términos que son trivializados para sustituir al genérico de “padres”.
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trata de parejas heterosexuales. Los ideólogos de género se esfuerzan por deconstruir la
maternidad, igual que se esfuerzan por deconstruir el matrimonio, negando la existencia
del instinto maternal como hace la señora Badinter, la cual pretende que el amor
maternal es de reciente invención. El embarazo y la lactancia, en efecto, singularizarían
indignamente a las mujeres en una humanidad que los “genderistas” sueñan con hacer
uniforme y homogénea. Su propaganda, presentando el aborto como un derecho en
nombre de un individualismo confinado en el nihilismo, es impuesta progresivamente
por la UE, en la que la práctica totalidad de sus Estados miembros han adoptado leyes
que autorizan el asesinato de niños no nacidos “desprovistos de proyecto parental”, a
pesar de los daños psíquicos y físicos causados a las madres.
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arcoíris simboliza el nuevo ideal que quiere una yuxtaposición inclusiva de las
comunidades, absteniéndose de unificarlas autoritariamente en el marco de una nación
o de un Estado. Esta metapolítica conduce al cosmopolitismo, asignando los mismos
derechos a todos los individuos, de dondequiera que sean, independientemente de su
origen étnico y su orientación sexual, en un mundo que suprime la distinción entre
extranjeros y ciudadanos de origen, donde, a la larga, los Estados serán abolidos.
Designamos también a esta nebulosa ideológica con la palabra “mundialismo”, definida
por el diccionario Robert como “un enfoque de los problemas políticos, económicos y
sociales en una óptica mundial y no nacional”. Tal es, en definitiva, la lógica de la
ideología posfeminista de género que favorece la esterilidad de los occidentales, pero
cierra los ojos ante la natalidad de los inmigrantes; aparece así como el mejor agente de
la “gran sustitución” de Renaud Camus, con la que designa la empresa mundialista de
destrucción de las naciones europeas mediante la inmigración/invasión para facilitar la
gobernanza de la hiperclase mundial sobre las poblaciones reducidas al estado de
consumidores intercambiables, aislados, solitarios, privados de identidad, de historia, de
referencias morales y de ambición política. El “mejor de los mundos” que Aldous Huxley
nos ofreció con terrorífica anticipación. Nosotros tenemos muchas razones para
impugnar la política de la Unión europea, laboratorio del mundialismo, cuyas directivas
exigen el “matrimonio para todos”, pero también la imposición seudoética del género,
cuyas consecuencias podrían conducir a un futuro decepcionante, porque, según la
advertencia de Roland Hureaux, “la ideología de género es la más grave enfermedad que
puede afectar a la política”. ■ Fuente: Polémia
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