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Profesora: Soledad Rodríguez.

Alumnos: Silvina Lacerda, María Angelina Pereira.

Grupo: 2º Historia

Las Cruzadas

1)  ¿Qué fueron las Cruzadas? Analicen sus causas e identifiquen su extensión temporal.

La Edad Media se vio asolada por numerosas y prolongadas guerras entre las que se
destacan las religiosas, también denominadas cruzadas. Dentro de los años 1096 y 1270
grandes masas de población y señores feudales fueron convocados por la Iglesia (que
patrocinaba y autorizaba dicho fenómeno) para marchar a Oriente en busca de la
liberación del sepulcro de Jesucristo que se encontraba en manos de quienes ellos
denominaban “los infieles musulmanes”. En primera instancia, los enemigos declarados
fueron regiones o gobernantes musulmanes, pero inmediatamente, comenzaron
expediciones contra las regiones bálticas y los pueblos paganos de la Europa central.

Los principales objetivos que dan comienzo a las cruzadas son: socorrer al Imperio
Bizantino frente al ataque musulmán y la liberación de los lugares santos. En cuanto a
las motivaciones de última instancia es importante tener en cuenta el enfrentamiento
entre el papado e imperio por el control de la cristiandad y el esfuerzo por mantener la
paz interior.

Además, según Le-Goff las causas que desempeñaron un papel fundamental en el


comienzo de las cruzadas fueron de corte material y sobre todo demográficas más que
directamente económicas. Para los caballeros y los aldeanos significó una salida al
exceso de población, y el deseo de tierras, de riquezas, de feudos más allá de sus límites
un atractivo fundamental.   
2)      Seleccionen un mapa que refleje el fenómeno.

3)  Analicen el discurso de Urbano II convocando a la Primera Cruzada: ¿Cómo se


justifica la Guerra? ¿Qué rol cumple la Iglesia? ¿Qué promesas se realizan a los
cruzados? ¿Qué efectos tienen?

La Guerra estaba permitida para conservar el poder de la Iglesia y expandir la influencia


del cristianismo, siempre y cuando se mantuviera dentro del código de “guerra justa”.
La Iglesia católica se consideraba depositaria de la gracia divina, por lo que de ella
emanaba toda autoridad celestial, en este sentido, la guerra estaba ordenada por Dios. 

Las promesas que se realizaban a los cruzados eran las siguientes: todos los individuos
que mueran en el camino (por cualquier motivo: batalla, hambre o mar) les serán
perdonados todos sus pecados. Todos los que han sido “forajidos” pasarían a ser
“caballeros”, pues serán los encargados de luchar contra los bárbaros infieles. Además
recibirían recompensa eterna y honor doble quienes se dispongan a luchar con cuerpo y
alma.

Lo que se produce a partir de las palabras de Urbano II y el fervor religioso de los


guerreros de Cristo, es la conformación de cinco ejércitos convencionales provenientes
de Francia, Italia, Flandes, entre otros, y miles de campesinos conducidos a las murallas
de Jerusalén.

4)      Analicen las características de los cruzados.


Los cruzados eran, en su mayoría, campesinos impulsados por la miseria y el hambre.
Asimismo, por el fervor religioso, la búsqueda de botín y nuevas tierras y el espíritu
aventurero. En este sentido es necesario mencionar, que también dentro de los cruzados
se encontraban algunos señores feudales, caballeros empobrecidos y caballeros
bandidos, ladrones y bandidos “profesionales”.

Los primeros en incorporarse a las cruzadas fueron alemanes, renanos y franceses.


Posteriormente se sumaron otras multitudes pobres de Escandinavia, Inglaterra, España
e Italia. Estos tomaban el voto, que estaba basado originariamente en el de los
peregrinos. Además recibían indulgencias, beneficios fiscales y protección.

Las condiciones en las que se dirigían a los lugares santos eran pésimas: todos
comenzaban apurados, la mayoría iba caminando y otros en carros tirados por bueyes.
Además iban acompañados por sus esposas e hijos, acompañados de sus pocas
pertenencias. Pero los mantenía la esperanza de una vida mejor en los Santo Lugares.   

5) Elaboren un cuadro que exprese las características de las primeras cuatro Cruzadas.

PRIMERA CRUZADA: se caracterizó por tener una primera oleada de campesinos y


pobres sin organización militar, dirigidos por Gualterio sin Haber. La segunda oleada
estuvo formada por franceses en su mayoría, y dirigida por Pedro el Ermitaño. Durante
su paso hacia Tierra Santa, hicieron víctimas de saqueos y matanzas a los judíos. En
Asia Menor fueron deportados como esclavos o muertos a manos turcas en noviembre
de 1096.

Un dato a destacar es que se produce la toma de Jerusalén el 15 de julio de 1099,


formándose el Reino de Jerusalén, el Condado de Trípoli, el Principado de Antioquia y
el Condado de Edesa. Daimberto de Pisa había tomado el título de Patriarca e intentaba
instaurar una dominación clerical en Jerusalén. Pero a la muerte de Godofredo en 1100
d.C., Balduino Edesa quien fuera su sucesor obligó a Daimberto a coronarlo Rey de
Jerusalén en la navidad de ese año.

Balduino I de Jerusalén aseguró y consolidó la dominación militar de los latinos en


Palestina, y a su muerte en 1118 la debilidad de las reacciones musulmanas ya fueran de
los turcos o de los fatimíes de Egipto podían dejar pensar que la instalación de los
latinos, a pesar de su debilidad militar, era sólida.
 SEGUNDA CRUZADA: se organizó para defender el reino cristiano, pero no tuvo
éxito y por lo tanto, fracasaron tanto Luis II de Francia, como Conrado III de Alemania.

Veinte años después de la liberación de Jerusalén, algunos caballeros franceses se


dirigieron al patriarca de la ciudad para hacer votos de pobreza, castidad y obediencia.
A estos votos añadían el de defender Tierra Santa con las armas, y proteger a los
peregrinos que se dirigieran allí. Este fue el origen de una orden sagrada de caballería,
de una asociación de guerreros que llevaría en lo sucesivo el nombre de Orden de los
Templarios, por el lugar en que se constituyó, el Templo de Salomón. Esta comunidad
se extendió rápidamente y llegó a contar con 20.000 caballeros, famosos por su valentía
y amor al prójimo.

Otra orden de monjes caballeros, también rica y poderosa, fue la de los Caballeros del
Hospital o Juanistas, también llamada Orden de los Hospitalarios de San Juan de
Jerusalén.

Medio siglo después de la primera cruzada, empezaron a tener graves dificultades los
cristianos de Siria. Los “infieles” les arrebataron un territorio tras otro. Bernardo, el
clérigo más influyente de su época, organizó la segunda cruzada ya que se hallaba al
frente de la abadía de Claraval, en la Champaña, y era uno de los grandes reformadores
de la vida monástica y consagró su impresionante elocuencia al servicio de la cruzada
que predicó en Alemania y en Francia. Al fin, pudo comunicar satisfecho al pontífice
que en los países en los que predicó la cruzada solo quedaba un hombre por cada siete
mujeres.

La segunda cruzada, iniciada con tantas esperanzas terminó trágicamente con un


fracasado intento de apoderarse de Damasco. Ambos soberanos (Luis VII y Conrado
III) regresaron a sus países con los menguados restos de sus impresionantes ejércitos.

Bernardo replicó que incluso un emprendimiento inspirado por Dios puede fracasar si es
malo el instrumento que la realiza, es decir, los cruzados debían este desastre a su
incredulidad. Continuó predicando la cruzada hasta su muerte en 1153, profundamente
dolido por no asistir al triunfo de la Cruz sobre la Media Luna. Con él desaparecería la
fuerza impulsora de la cruzada y pasaría una generación antes de que se pensara en
organizar otra expedición a Tierra Santa.
TERCERA CRUZADA: Se caracteriza por la destacada figura de Saladino, de origen
Kurdo, quien logró proclamarse sultán de Egipto en 1171, de Siria en 1174, y fue
responsable de reunificar parte del mundo árabe en su lucha contra los cristianos.

Tuvo un sangriento encuentro con el rey de Jerusalén. El ejército cristiano fue


aniquilado por completo y el rey cayó prisionero. En vano lucharon con tenacidad
Templarios y Hospitalarios; casi todos perecieron en esta memorable jornada.

 Después de esta victoria, Saladino se apoderó de todos los castillos que rodeaban
Jerusalén y puso sitio a la ciudad. Los graves desperfectos causados por las máquinas de
asedio desanimaron a los defensores, que pidieron un armisticio. Saladino se los negó al
principio, pero al reunirse en consejo de guerra a sus hombres, le aconsejaron que
aceptase la capitulación de Jerusalén mediante un rescate por cada habitante. Con estas
condiciones se rindió la población en 1187. De nuevo estaba la Ciudad Santa en manos
de los “infieles”. Entre gritos de alegría de los musulmanes y lamentos de los cristianos
fueron transformadas las iglesias en mezquitas. Las cruces fueron arrojadas al suelo y
fundidas las campanas de las iglesias. Una vez pagado su rescate, los cristianos
pudieron abandonar la ciudad.

Después de Jerusalén, pronto cayó toda Palestina en poder de Saladino. El pecado de


impiedad fue ahogado en sangre y la creencia en el único dios verdadero triunfó sobre la
doctrina de la Trinidad. El dolor y la indignación no conocieron límites cuando se supo
la caída de Jerusalén. La existencia de la cristiandad peligraba nuevamente. No en vano
se apeló a príncipes y señores y a su fidelidad a Cristo, soberano supremo. Los tres
monarcas más poderosos de Occidente: el emperador Federico Barbarroja y los reyes
Felipe II (Augusto de Francia) y Ricardo Corazón de León de Inglaterra, tomaron la
cruz y se dispusieron a combatir. Decidieron lanzarse en una nueva cruzada, la tercera,
para tratar o intentar reconquistarla.

Pero no fue favorable; Barbarroja murió en el camino (1190) y después de muchos


fracasos por parte de los reyes de Francia e Inglaterra, se decidió que estos últimos
volvieran a sus tierras para seguir combatiendo entre sí, mientras Jerusalén quedaba en
poder de los “infieles”. 

CUARTA CRUZADA: (1199-1204) Enrique IV, el rey reconocido por apresar a


Ricardo, en 1195 aceptó la propuesta del papa Celestino III, de emprender la Cuarta
Cruzada, argumentando en su favor la reciente muerte de Saladino y el desorden que
esta significaba.

Se encomendó el reclutamiento y dirección del ejército al arzobispo de Maguncia,


partiendo a Tierra Santa en 1196. Sin embargo, la notable descoordinación entre los
cruzados y los conflictos entre alemanes e italianos, precipitó el regreso de las tropas.

Tras el fallecimiento de Celestino, Inocencio III, convocó nuevamente a las tropas. Pero
la expedición tuvo una demora generada por el desacuerdo entre Otón IV y Felipe de
Suabia.

El precio aproximado de la expedición fue de 85.000 marcos, con la misión de controlar


la mitad de las conquistas realizadas incluyendo sus botines.

Cabe destacar que esta cruzada se desvía hacia Constantinopla por intereses políticos y
nuevas alianzas, teniendo como partícipes a mercaderes venecianos. Al llegar, los
cruzados fueron autorizados para saquear el Imperio Bizantino durante tres días, hecho
que fragmentó y redujo en gran medida el territorio, en el que los cristianos fundaron el
Imperio Latino.

6) Desarrollen en profundidad las consecuencias de las Cruzadas. 

Si bien grandes ejércitos acudieron a las cruzadas en Medio Oriente, la realidad es que
muchas eran las bajas que sufrían en el transcurso del viaje. La poca comunicación, lo
lento de los traslados y los peligros en el camino reducían a los combatientes
disponibles prácticamente a la mitad. Además, los que lograban finalizar el viaje no
llegaban en las condiciones con las cuales partieron, debido al desgaste propio del viaje.

Otra consecuencia, fue la problemática acarreada por la administración de los territorios


conquistados. Los ideales cristianos que fomentaron la cruzada, lejos estuvieron de la
realidad de la misma, y durante los gobiernos de los nuevos estados cristianos en Medio
Oriente. La moral de los ocupantes y sus métodos de gobierno no ayudaron a la causa
de formar estados fuertes que lograran contener el avance musulmán.

Las cruzadas tuvieron un impacto económico y social en la Europa cristiana. Los


europeos descubrieron que los musulmanes eran más civilizados de lo que pensaban, se
generó después de cada cruzada un auge en el comercio, en el traslado de peregrinos y
cruzados a Tierra Santa, y resurgió una admiración por lo Helénico. Los productos que
mayor circulación de comercio tuvieron fueron: frutos tropicales, azúcar, seda, algodón,
perlas y piedras preciosas.

Por otra parte, las Cruzadas impulsaron el intercambio de conocimientos con los árabes,
los cuales tenían un  avanzado interés cultural que muchos eruditos de Europa
comenzaron a introducir. Uno de los centros de los nuevos conocimientos fue la ciudad
de París en Francia, la cual fue considerada la metrópoli de los intelectuales.

Actualmente, en círculos liberales tanto cristianos como musulmanes valoran las


Cruzadas como un episodio injustificado de agresión Occidental. No obstante, significó
importantes intercambios culturales, el conocimiento Occidental experimenta un
estímulo frente a los aportes de Oriente y la apertura de nuevas rutas para el comercio
mercantil.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
 Cuesta, Juan. Breve historia de las cruzadas. Ed. epublibre, 2009.
 Grousset, René. La epopeya de las cruzadas. Ed. Palabra, 2014.
 Eco, Umberto. La Edad Media II: Catedrales, caballeros y ciudades. Ed. Fondo
de cultura económica, 2018.
 Le Goff, Jacques. La Civilización del Occidente Medieval. Ed. Paidós.
Barcelona, 1964.

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