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Columna de Opinión
Código: 252002A_764
Nombre tutor:
Barranquilla
Octubre de 2020
El Estado en tiempos del coronavirus
En este punto, sería bueno hacer una observación justa y necesaria. Se dice que Hobbes
tenía predilección por la forma de gobierno llamada monarquía absoluta, la cual acapara el
poder. Sí, pero hay que tener en mente el contexto en el cual Hobbes vivió. Nació y creció bajo
una fuerte tradición monárquica; le tocó vivir una guerra europea que duró treinta años y,
además, las guerras civiles inglesas entre parlamentarios y realistas, las cuáles crearon, por
supuesto, el caos y la desestabilización del territorio inglés. Si Hobbes pensó, en ese momento,
que el hombre era un lobo para el hombre (guerra de todos contra todos), pues no era para
menos. Por tal motivo, se dispuso a escribir su libro, pues la escalada bélica no parecía tener fin,
y, en ese sentido, su visión de la política era crear un Estado intermediario que, a juicio de él, era
la monarquía. “… Quienes son súbditos de un monarca no pueden sin su aquiescencia renunciar
a la monarquía y retornar a la confusión de una multitud disgregada” […] (Hobbes, 2005, p.
142).
Thomas Hobbes hablaba del establecimiento de un Estado fuerte capaz de ser temido,
constituido con el único fin de traer la paz y el sosiego, que traería la calma a través de un
contrato. “De este modo he determinado la naturaleza del hombre […] y, a la vez, el gran poder
de su gobernante, a quien he comparado con el Leviatán […] Está hecho para no sentir el miedo”
(Hobbes, 2005, p. 262). Pero ¿para qué crear un Estado? Según Hobbes, todos los hombres, en
estado de naturaleza, tienen la misma capacidad para alcanzar los objetivos deseados y
disfrutarlos, y nada garantiza que lo que se obtiene sea propio por derecho. No hay tal,
cualquiera puede desposeer a otro sin usar otra cosa que la fuerza. “… Si alguien planta, siembra,
construye o posee un lugar conveniente, cabe probablemente esperar que vengan otros […] para
desposeerle y privarle, no sólo del fruto de su trabajo, sino también de su vida o de su libertad”
[…] (Hobbes, 2005, p. 101). Como consecuencia, en un estado de naturaleza, donde todos viven
atemorizados y desconfiados unos de otros, la guerra será el denominador común. “… Durante el
tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la
condición o estado que se denomina guerra. Una guerra tal que es la de todos contra todos” […]
(Hobbes, 2005, p. 102). En una situación así, la ley y la justicia brillan por su ausencia, porque
no ha surgido ningún pacto social, el cual sólo aparece cuando se establece una sociedad. “…
Son, aquellas [leyes y justicia], cualidades que se refieren al hombre en sociedad, no en estado
solitario. Es natural también que en dicha condición no existan propiedad ni dominio, ni
distinción entre tuyo y mío” […] (Hobbes, 2005, p. 104). Para poder acabar con ese estado de
guerra, Hobbes nos señala tres aspectos necesarios para alcanzar ese fin:
1) Ley de naturaleza, que es la obligación que tiene todo hombre de hacer la paz;
“De esta ley fundamental de naturaleza, mediante la cual se ordena a los
hombres que tiendan hacia la paz” […] (Hobbes, 2005, p. 107).
2) Renunciar al derecho natural. Que uno […] acceda a renunciar este derecho a
todas las cosas” […] (Hobbes, 2005, p. 107).
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Referencias
Hobbes, Thomas (2005). Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y
civil. Argentina. Fondo de Cultura Económica.
Soto, Juan Ángel (2020). El despertar del leviatán en un mundo distópico. Pandemonium. ¿De la
pandemia al control total? 1ra. Edición: mayo de 2020. Editores: Carlos Beltramo, PhD y Carlos
Polo.