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FACILITADORA: PARTICIPANTE:
DATOS DE LA FUENTE
TEXTO a).- El Educador Neocolonizado (2010)
b).- Hacia una pedagogía de la descolonización (2010)
PÁGINAS a).- 31-53 AUTOR(ES): Luis Antonio Bigott
b).- 59-69
EDITA Fondo Editorial Ipasme (Caracas)
SINOPSIS:
Lo interesante:
De acuerdo a la lectura puedo destacar, a raíz del coloniaje presente en Venezuela, surge la figura del docente neocolonizado
como una forma de dominación, distinta a la manifestada entonces por las vías de la violencia explícita. Este proceso de
neocolonización en el docente, se manifiesta por los síntomas de generar que los docentes olviden su pasado y no investiguen
para conocer las fuentes originarias de su proceso de formación con respecto a la nación a la que pertenecen.
En tal sentido, como lo resalta Bigott “ocultar, distorsionar nuestro pasado, evitar que encontremos nosotros mismos nuestras
fuentes históricas e ingrediente fundamental de la neocolonizacion”. (p.33).
En este orden de ideas, al educador neocolonizado, se le impide conocer realmente su pasado histórico con el fin de
imposibilitarle y negarle que comprenda su realidad. Es un insumo fundamental de la neocolizacion hacer olvidar la historia.
Lo positivo:
En entorno a la lectura sobre el educador neocolonizado va mucho más allá de la constatación científica de un fenómeno
ideológico. Es, ante todo, un punto de referencia para plantear la urgencia de un cambio esencial de la educación en una
sociedad conquistada por la ideología del colonizador. En una de sus obras fundamentales, Hacia una pedagogía de la
desneocolonización (Ipasme, 2010), señalaba que necesitamos una educación, “no para recordar ese pasado, sino para
comprender, para elevar alternativas y para participar con ellas en la construcción de una sociedad diferente, una sociedad en
constante biyectividad con la Revolución Bolivariana”.
Partiendo de allí a través de esa perspectiva crear conciencia y luchar denodadamente para, desde una visión raigalmente
transformadora, liquidar el sistema social imperante para construir una patria liberada de tutelajes imperiales. En última instancia,
luchar por y para una educación de orientación patriótica.
Por lo tanto, no debemos olvidar siempre algo esencial: nos demostró con su conducta que no hay militancia revolucionaria
plena sin militancia ética.
Lo discutible:
Dentro del mundo de la imaginación al lado del mundo de la imaginación de los componentes de las ciencias físicas, ciencias
experimentales o ciencias sociales, entonces, la formación de un investigador en cualquier campo, en primer lugar es la pasión, un
sentimiento profundamente nacional y una formación científico-técnica de primera calidad, porque desde ese momento podemos
estar viviendo dos situaciones.
En ambas situaciones van a coexistir formas culturales diversas. “la cultura oficial y la no oficial”, la cultura de los sectores
dominantes y la cultura que van creando en el proceso histórico los sectores explotados, los sectores emergentes.
Es por ello que en nuestro caso hablar de cultura nacional para definir la cultura del país es un error.
Es como definir el proceso de educación como la transmisión de “la cultura” de una generación a otra”; es como la introyección
del hablar del “nosotros” como integrantes de una globalidad. La cultura es creación, es producción, es concepción del mundo y
del hombre y en una sociedad dividida en clases y en una sociedad de neocolonizadores y de defensores de la nacionalidad y en
una sociedad sometida a un proceso de neocolonización existirá lógicamente una cultura del neocolonizador y una “contra
cultura”, una verdadera cultura nacional, una cultura de la descolonización.
En este orden de ideas, la lectura realizada posee gran influencia para los educadores, ya que contribuye a develar
las formas de dominación que rigen a los docentes venezolanos. Así se considera necesario que los docentes perciban
tal situación con el propósito de buscar formas creativas de superación de la neocolonización y que logren consumir
como lo diría Bigott “la sal revitalizadora”, que les permitirá despertar de ese estado de pasividad y de reencontrarse con
su verdadero sentido de actor social de una realidad compleja que requiere de su intervención para transformar al mundo.