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Ante la pregunta planteada dentro de esta actividad, es importante resaltar las

ventajas de citar autores primarios dentro del ejercicio académico, toda vez que exige el estudio a
profundidad de un tema específico y a la vez brinda legitimidad a lo escrito. Entendiendo esto
último como la garantía del fundamento conceptual de lo que se está planteando. En otras
palabras, apoyar los textos con fuentes primarias evidencia la rigurosidad de una investigación a
la vez que sustenta la posición que se asume en el documento.

Por otra parte, y dando alcance a la solicitud de las citas textuales tomadas de tesis,
se pretende aprovechar este ejercicio abordando distintos temas asociados al pregrado que inicia
el autor, en este caso la Historia.

En este sentido, la Historia toma preponderancia en los contextos actuales, toda vez
que permite tomar una postura crítica sobre los acontecimientos presentes a la vez que sirve como
una lumbrera ante acciones, sobre todo políticas, que busca crear sociedades del olvido para
manipular la conducta de los ciudadanos. Bellati (2018) plantea que “Paradójicamente la
sociedad del olvido contemporánea es la que más consume y produce memoria histórica para
legitimar las decisiones del presente y para justificar ciertas posturas ideológicas y políticas de la
actualidad”. Lo anterior, evidencia la necesidad que tiene la academia de crear memoria ajustada
a los hechos y no a la agenda de gobernantes de turno.

Es a través de esta disciplina que se puede dar sentido a la identidad, no solamente


colectiva, sino individual, dado que ambas se entrecruzan, tal como lo plantea Díaz (2005) al
abordar estos conceptos:

(La) identidad individual ha variado a través del tiempo. Comenzó definiéndose en


la antigua Grecia (S.IV-V), luego en la escolástica medieval (S.X-XV), y más tarde los filósofos
modernos hicieron su aporte (S.XVII-XVIII); eso sí, muchas veces contradiciéndose entre ellos.
A partir de fines del siglo XIX, con la aparición de la psicología y psiquiatría como ciencias de
estudio de la mente humana, este concepto continuó redefiniéndose basándose en la importancia
de la adquisición de una propia identidad en cada ser humano… A su vez, la historia no podía
quedar atrás, y a mediados del siglo XX ha tomado parte de la visión sociológica con el fin de
construir una historiografía que entienda las características y valores particulares de cada nación.

Por otro lado, al hablar de identidad se debe abordar el concepto de memoria, y en


este sentido Palacio (2005) nos dice:

Tanto en términos prácticos como filosóficos, existen dos tipos de memoria, una
algo más memorable que la otra. Una modalidad que se da como práctica y es por excelencia la
"memoria habitual" o para otros la "memorización" que merece ser distinguida rigurosamente de
la rememoración. Como su mismo nombre lo indica representa las rutinas y compartimentos
cotidianos y habituales producto del aprendizaje, de las tradiciones y del ejercicio del día a día.
Adicionalmente tiene algunos rasgos pragmáticos tales como el aprendizaje, la recitación o el ars
memoriae (el arte de la memoria) en el que la asociación de imágenes a lugares tiene un peso
especial. Por su parte, la "memoria narrativa" es aquella donde se involucra el sujeto de manera
diferente y entra en acción los sentimientos y afectos para la reflexión de la cual se espera lograr
algún sentido. Allí, el acto de recordar presupone un pasado que se activa en el presente por un
deseo o sufrimiento, y bajo alguna intención en particular. (p. 14)

Uno de los máximos representantes del racionalismo es sin duda R. Descartes


(1637), cuya mayor aportación será modificar el concepto de alma. Según García Sevilla (1993,
p.120): “El alma deja de ser un principio vital para pasar a ser pensamiento, y la psicología va a
cambiar su objeto de estudio, que va a ser, a partir de ese momento, la conciencia”. Sin embargo,
a Descartes, principalmente se le conoce por ser el padre del pensamiento dualista al considerar la
mente y el cuerpo como dos sustancias distintas, las cuales interactúan entre sí.

La diferencia también es un elemento constitutivo de la dignidad humana y este


elemento en nada choca con la premisa de la igualdad. Dos hombres son iguales en valor (pues el
valor de uno y de otro es absoluto), pero son distintos en los rasgos que definen sus
individualidades. Así, son iguales en tanto que pertenecen al género humano, pero son diferentes
en tanto que son personas, no objetos fungibles. Lo enfatizó bien Hannah Arendt: «La pluralidad
es la condición de la acción humana porque somos todos iguales, esto es, humanos, de un modo
tal que nadie jamás es igual a cualquier otro que vivió, vive o vivirá».

Bibliografía:

Bellati, I. (2018). La comprensión de la historia y la construcción de las identidades


sociales y culturales en futuros maestros (Tesis doctoral). Universitat de Barcelona. Barcelona.

Cordeiro, A. (2015). La Integración de los Derechos Humanos en América Latina


(Tesis doctoral). Universidad de Sevilla. Sevilla.

Díaz. M. (2005). Sobre la construcción de la identidad cultural chilena


decimonónica: Tradición y ruptura, plagio y síntesis, pasión y odio (Tesis licenciatura en
historia). Universidad Finis Terrae.

Palacio, M. (2005). Los desatinos de la negociación con los paramilitares:


reflexiones sobre la ley de justicia y paz (Tesis Maestría). Pontificia Universidad Javeriana.
Bogotá.

Porras, B. (2000). Análisis histórico y conceptual del estudio de la conciencia en la


psicología contemporánea (Tesis Doctorado). Universidad de Málaga. Málaga.

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