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NOVENA AL SERÁFICO PADRE SAN FRANCISCO

DIA PRIMERO
Amoroso Redentor mío: He aquí una vez más a tus pies a un pobre
pecador. Compadécete, Señor, de mi. Perdóname tantos y tan graves
pecados como, ciego e Ingrato, he cometido contra Ti y, por los meritos
de tu pasión santísima y la intercesión de tu siervo y Padre mío San Francisco, dame gracia
para jamás ofenderte y servirte hasta la muerte. Amén.

REFLEXION. –
Humildad de San Francisco. Se llamaba y se creía San Francisco un gran pecador...
Publicaba sus defectos, huía de los aplausos... No quiso ser elevado al sacerdocio,
considerándose indigno de ello... Renunció al gobierno de su Orden, protestando obedecer al
último novicio…. Se humilló hasta el polvo ... La iglesia le llama el Santo humilde; las
generaciones le bendicen; Dios le sublimó al trono perdido por el soberbio Luzbel... ¡Como
premia la humildad! ...

ORACIÓN. –
Padre mío, ¡San Francisco! No soy digno yo, esclavo del orgullo, abismo de soberbia y amor
propio, de llamarme hijo tuyo. Mírame con ojos de piedad y rompe las ataduras de mi
presunción. Dame la virtud de la humildad que te sublimó a las alturas de la gloria; dame que
me conozca, para aborrecerme como poseído del orgullo, a fin de poder obtener del Señor el
perdón de mis pecados y la gracia que pido en esta santa novena. Amén.
Recese 1 decena de la Corona Franciscana

ORACION FINAL. –
Salve, salve, Francisco, Padre amantísimo, lleno de pobreza y de caridad, el Señor fue contigo
en el monte Alvernia, bendita sean tus Llagas y bendito el Amor de tu seráfico corazón,
Jesucristo.
¡Oh!, humilde Francisco, Padre de los pobres y de los humildes, ruega por nosotros, hijos
tuyos, pobres pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Dios mío y todas mis cosas!

DIA SEGUNDO
Amoroso Redentor mío: He aquí una vez más a tus pies a un pobre pecador. Compadécete,
Señor, de mi. Perdóname tantos y tan graves pecados como, ciego e Ingrato, he cometido
contra Ti y, por los meritos de tu pasión santísima y la intercesión de tu siervo y Padre mío
San Francisco, dame gracia para jamás ofenderte y servirte hasta la muerte. Amén.
REFLEXION. –
Pobreza de San Francisco. Las frases mas tiernas de sus labios, y el amor mas ardiente de su
corazón los consagró San Francisco a la que llamaba su Hermana, su Madre, su Esposa, su
Reina: la santa Pobreza ... Nadie, ningún avaro codició mas vivamente en el mundo las
riquezas como él busco el tesoro de la pobreza ... Por ella renuncio a pingüe patrimonio;
ansiándola fue cubierto de harapos, a pedirla a Roma al Santo Padre el Papa; por ella vivió en
miserables tugurios; por ella, desnudo murió ... ¡Que ejemplo a los que sólo buscamos
regalos, comodidades y bienestar en la vida, olvidándonos de que Cristo llamo
bienaventurados a los pobres! ...

ORACION. –
¡Padre mío, San Francisco! ¡Qué triste contraste entre tu y yo! Tú, despegado del mundo y de
sus flacos bienes; yo, ciego por las vanidades de esta vida. Tu, amando la pobreza; yo,
mirándola con horror. ¡Tú, poniendo toda tu esperanza en los bienes celestiales: yo, atado a
los bienes terrenos! ... ¡Ah!, concédeme, te lo pido, la gracia de amar ordenadamente los
bienes temporales, para que no pierda jamás los eternos y pueda decir contigo: "Dios mío y
todas mis cosas".
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ORACION FINAL. –
Salve, salve, Francisco, Padre amantísimo, lleno de pobreza y de caridad, el Señor fue contigo
en el monte Alvernia, bendita sean tus Llagas y bendito el Amor de tu seráfico corazón,
Jesucristo.
¡Oh!, humilde Francisco, Padre de los pobres y de los humildes, ruega por nosotros, hijos
tuyos, pobres pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Dios mío y todas mis cosas!

DIA TERCERO
Amoroso Redentor mío: He aquí una vez más a vuestros pies a un pobre pecador.
Compadécete, Señor, de mi. Perdóname tantos y tan graves pecados como, ciego e Ingrato, he
cometido contra Ti y, por los meritos de tu pasión santísima y la intercesión de tu siervo y
Padre mío San Francisco, dame gracia para jamás ofenderte y servirte hasta la muerte. Amén.

REFLEXION. –
Penitencia de San Francisco. El Seráfico Padre castigó duramente su delicado cuerpo, para
hacerlo esclavo de su espíritu. Su vida fue continua penitencia. Enfermo, de gravísimas
enfermedades, jamás dio tregua a sus continuos ayunos, ásperos cilicios, crueles disciplinas.
Velaba continuamente en oración; lloraba sin cesar sus pecados; se lanzaba desnudo sobre la
fría nieve, así como sobre punzantes espinas... Yo, en cambio, ¡que vida de regalo, que horror
a la penitencia, que sed insaciable de placeres! ...

ORACION. –
¡Padre mío, San Francisco! Tu en los últimos instantes de tu inocente y penitente vida pediste
perdón al "hermano cuerpo" por las duras austeridades y pruebas a que le sometiste... ¡Que
vergüenza y confusión la mía cuando veo que mi espíritu ha sido esclavo continuo de mi
sensualidad! ¡Compadécete de mi!, y dame tan santo odio contra mis pasiones que, desde hoy,
las someta enteramente al yugo del deber, para que expiando mis pecados en este mundo
pueda presentarme puro ante el soberano Juez. Amén.
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ORACION FINAL. –
Salve, salve, Francisco, Padre amantísimo, lleno de pobreza y de caridad, el Señor fue contigo
en el monte Alvernia, bendita sean tus Llagas y bendito el Amor de tu seráfico corazón,
Jesucristo. ¡Oh!, humilde Francisco, Padre de los pobres y de los humildes, ruega por
nosotros, hijos tuyos, pobres pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Dios mío y todas mis cosas!

DIA CUARTO
Amoroso Redentor mío: He aquí una vez más a tus pies a un pobre pecador. Compadécete,
Señor, de mi. Perdóname tantos y tan graves pecados como, ciego e Ingrato, he cometido
contra Ti y, por los meritos de tu pasión santísima y la intercesión de tu siervo y Padre mío
San Francisco, dame gracia para jamás ofenderte y servirte hasta la muerte. Amén.

REFLEXION. –
Paciencia de San Francisco. Fue Jesús, desde el crucifijo, quien llamo a la perfección al
Seráfico Padre, invitándole a seguirle por los caminos de la cruz... El divino llamamiento tuvo
tal eco en el corazón de San Francisco que, desde entonces hasta su muerte, puede llamársele
el loco de la Cruz. La abraza, sobre todo, por la paciencia. Se burlaron del sus deudos, sus
amigos, sus conciudadanos; y ni los gritos, ni los denuestos, ni el lodo le apartan de la Cruz.
El demonio le persigue, las enfermedades le atenazan, los cuidados le abruman... Nuevo Job,
abrazado a la paciencia, canta: Tanto es el bien que espero que en toda pena me deleito... y
yo..., ¡oh, impaciencias, desalientos, desesperaciones mías! ...

ORACION. –
¡Padre mío, San Francisco! ¡Que tu admirable paciencia sea para mi un ejemplo y un
estimulo! ¡Que yo comprenda, como tu, que debo abrazarme con la adorable voluntad de mi
Dios crucificado y sufrir con El, ya que el discípulo, y discípulo pecador, no ha de ser de
mejor condición que el Maestro, y Maestro inocentísimo! ... ¡Que yo, Padre mío, llegue a
encontrar, como Tu, el tesoro de la verdadera y perfecta alegría en los sufrimientos,
pacientemente soportados por amor de Cristo! Concédeme también la gracia que te pido en
esta santa novena. Amén.
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ORACION FINAL. –
Salve, salve, Francisco, Padre amantísimo, lleno de pobreza y de caridad, el Señor fue contigo
en el monte Alvernia, bendita sean tus Llagas y bendito el Amor de tu seráfico corazón,
Jesucristo.
¡Oh!, humilde Francisco, Padre de los pobres y de los humildes, ruega por nosotros, hijos
tuyos, pobres pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Dios mío y todas mis cosas!

DIA QUINTO
Amoroso Redentor mío: He aquí una vez más a tus pies a un pobre pecador. Compadécete,
Señor, de mi. Perdóname tantos y tan graves pecados como, ciego e Ingrato, he cometido
contra Ti y, por los meritos de tu pasión santísima y la intercesión de tu siervo y Padre mío
San Francisco, dame gracia para jamás ofenderte y servirte hasta la muerte. Amén.

REFLEXION. –
Caridad de San Francisco para con Dios. San Francisco amo a Dios con el ardor de un
Serafín. Joven aun, promete no rehusar nada que se le pida en nombre de Dios y, fiel a su
palabra, su vida es toda una oblación a Dios. Por El renuncia ante el Obispo de Asís a toda
ilusión terrena, ávido de vivir solo para el cielo; por El renuncia a su patria y parte tres veces a
tierras extrañas a evangelizar a los infieles; por El renuncia a la vida, ansiando el martirio; por
El funda sus tres Ordenes. Buscándole, se trueca en El, en la cumbre del Alvernia, al recibir
las Sagradas Llagas, y por El muere de amor ...
¡Oh, tibieza y frialdad de mi amor a Dios! ¿Qué hago yo, por Ti, Dios mío?

ORACION. –
¡Padre mío, San Francisco! San Buenaventura, tu fiel hijo, te llama "carbón encendido en el
fuego del amor divino" ¡Ten piedad de mi! Mírame prodigando amor desordenado a las
criaturas y escatimando el amor que debo a mi Creador, y, movido a compasión, acércate a mi
y calienta mi aterido corazón al fuego de tu corazón de Serafín. ¡Quiero amar contigo a Jesús!
¡Quiero amarle en la tierra y en el cielo! Amén.
Recese 1 decena de la Corona Franciscana

ORACION FINAL. –
Salve, salve, Francisco, Padre amantísimo, lleno de pobreza y de caridad, el Señor fue contigo
en el monte Alvernia, bendita sean tus Llagas y bendito el Amor de tu seráfico corazón,
Jesucristo.
¡Oh!, humilde Francisco, Padre de los pobres y de los humildes, ruega por nosotros, hijos
tuyos, pobres pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Dios mío y todas mis cosas!

DIA SEXTO
Amoroso Redentor mío: He aquí una vez más a tus pies a un pobre pecador. Compadécete,
Señor, de mi. Perdóname tantos y tan graves pecados como, ciego e Ingrato, he cometido
contra Ti y, por los meritos de tu pasión santísima y la intercesión de tu siervo y Padre mío
San Francisco, dame gracia para jamás ofenderte y servirte hasta la muerte. Amén.

REFLEXION. –
Caridad de San Francisco para con el prójimo. La vida del Seráfico Padre fue un acto
continuo de caridad hacia el prójimo; el Santo fue un incesante don de si mismo a los pobres,
a los humildes, a cuantos se acercaron a él. Los necesitados conmovían profundamente sus
entrañas de misericordia; los leprosos eran blanco de sus ternuras maternales; las almas le
hacían gemir, orar, castigarse, recorrer el mundo en fervorosa cruzada de amor... Nadie acudió
a el que no encontrase en sus brazos apoyo y calor... Sus tres Ordenes son eterno pregón de su
caridad fraterna ...
¿Cuando, cuanto, como amo yo a mis prójimos? ¿Cuando, cuanto, como me sacrifico por
ellos? ..

ORACION. –
¡Padre mío, San Francisco! Gracias por la ternura paterna con que también a mi me haz
amado. Por ese mismo amor te pido que transformes mi egoísta corazón, infundiendo en él
sentimientos de santa ternura, de verdadera abnegación por mis hermanos; que yo los ame
como hijos de Dios y hermanos míos, como el divino Redentor nos ha amado a todos. Amén.
Recese 1 decena de la Corona Franciscana

ORACION FINAL. –
Salve, salve, Francisco, Padre amantísimo, lleno de pobreza y de caridad, el Señor fue contigo
en el monte Alvernia, bendita sean tus Llagas y bendito el Amor de tu seráfico corazón,
Jesucristo.
¡Oh!, humilde Francisco, Padre de los pobres y de los humildes, ruega por nosotros, hijos
tuyos, pobres pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Dios mío y todas mis cosas!

DIA SEPTIMO
Amoroso Redentor mío: He aquí una vez más a tus pies a un pobre pecador. Compadécete,
Señor, de mi. Perdóname tantos y tan graves pecados como, ciego e Ingrato, he cometido
contra Ti y, por los meritos de tu pasión santísima y la intercesión de tu siervo y Padre mío
San Francisco, dame gracia para jamás ofenderte y servirte hasta la muerte. Amén.
REFLEXION. –
Impresión de las sagradas Llagas. La vida de San Francisco tiene admirables puntos de
semejanza con la de Cristo: no en vano el Serafín de Asís fue llamado "otro Cristo". Como
Jesús, se desposo con la santa Pobreza, "viuda desde que el Señor muriera en la Cruz"; como
Jesús, se rodeo de doce discípulos, viviendo como El, vida pobre, humilde, preocupado tan
solo de la gloria del Padre celestial y de la salvación de los hombres. Como El, finalmente,
fue crucificado recibiendo las sagradas Llagas en la cumbre del monte Alvernia, el Calvario
franciscano, al ser traspasados con dardos de amor del crucifijo, sus pies, manos y costado...
Semejante a Cristo, otro Cristo, es el modelo de toda alma que ansia llegar a la unión con el
Sumo Bien... ¡Qué diferencia, en cambio, la mía contigo, oh Jesús! ¡Soy como tu enemigo, tu
antípoda!

ORACION. –
¡Padre mío, San Francisco! Humildemente te pido que por tu semejanza al divino Modelo
borres en mi cuanto afea la sagrada imagen que El imprimió en mi alma por el bautismo y por
la gracia. Dame un sincero afán de imitarle, como Tú le imitaste, a fin de que no sea indigno
de vivir en su compañía eternamente en el cielo. Concédeme, así mismo, la gracia especial
que te pido en esta santa novena. Amén.
Recese 1 decena de la Corona Franciscana

ORACION FINAL. –
Salve, salve, Francisco, Padre amantísimo, lleno de pobreza y de caridad, el Señor fue contigo
en el monte Alvernia, bendita sean tus Llagas y bendito el Amor de tu seráfico corazón,
Jesucristo.
¡Oh!, humilde Francisco, Padre de los pobres y de los humildes, ruega por nosotros, hijos
tuyos, pobres pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Dios mío y todas mis cosas!

DIA OCTAVO
Amoroso Redentor mío: He aquí una vez más a tus pies a un pobre pecador. Compadécete,
Señor, de mi. Perdóname tantos y tan graves pecados como, ciego e Ingrato, he cometido
contra Ti y, por los meritos de tu pasión santísima y la intercesión de tu siervo y Padre mío
San Francisco, dame gracia para jamás ofenderte y servirte hasta la muerte. Amén.

REFLEXION. –
Dichosa muerte de San Francisco. Verdaderamente que es preciosa, según dice el Señor, la
muerte de sus Santos. La de San Francisco fue singularmente hermosa. Su alma, como
desterrada del cielo, anhelaba vivamente romper las ataduras de la cárcel del destierro. Por
eso, llegados los últimos momentos del Santo, discípulo de la Cruz, se arroja desnudo al
suelo, pide un habito de limosna para mortaja, y mientras sus discípulos lloran, el, contento de
la felicidad que le espera, saluda con cánticos alegres a la "hermana Muerte" y pide al Señor
rompa cuanto antes los lazos que le atan a la triste vida del destierro ... Le esperan los justos, y
el, Serafín desterrado del cielo, va a unirse con sus hermanos los Serafines celestes, a cantar
eternamente las divinas misericordias... ¡Santa muerte, tan buscada, merecida y deseada!
¿Cómo busco, merezco y deseo la mía?
ORACION. –
¡Padre mío, San Francisco! Por tu santa muerte concédeme la gracia singular de una santa
muerte. En aquella hora tremenda para mi, oh, Padre mío amantísimo, no te acuerdes de mis
miserias. Por ellas mismas, por ser pobre y miserable pecador, pero hijo tuyo al fin, ven en mi
socorro, líbrame de mis enemigos y que tu patrocinio, fuerte y dulce, como de Padre, me
ampare, defienda y salve eternamente. Amén.
Recese 1 decena de la Corona Franciscana

ORACION FINAL. –
Salve, salve, Francisco, Padre amantísimo, lleno de pobreza y de caridad, el Señor fue contigo
en el monte Alvernia, bendita sean tus Llagas y bendito el Amor de tu seráfico corazón,
Jesucristo.
¡Oh!, humilde Francisco, Padre de los pobres y de los humildes, ruega por nosotros, hijos
tuyos, pobres pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Dios mío y todas mis cosas!

DIA NOVENO
Amoroso Redentor mío: He aquí una vez más a tus pies a un pobre pecador. Compadécete,
Señor, de mi. Perdóname tantos y tan graves pecados como, ciego e Ingrato, he cometido
contra Ti y, por los meritos de tu pasión santísima y la intercesión de tu siervo y Padre mío
San Francisco, dame gracia para jamás ofenderte y servirte hasta la muerte. Amén.

REFLEXION. –
Poderosa intercesión de San Francisco. La intercesión de los santos es tanto mas poderosa
cuanto más amados son de Dios. ¿Qué santo como el Serafín de Asís ha recibido mas dones y
carismas del Señor? Semejante a El en la vida terrena, diríase que quiso el Señor
demostrarnos cuanto es su poder de intercesión al darle un corazón seráfico para amar a los
hombres e interesarse por ellos, y una influencia tan grande en los cielos, que ocupa el trono
perdido por Luzbel. Amándonos y pudiendo socorrernos, ¿como no acudir a el con ciega y
filial confianza? Su corazón de Padre no la defraudará jamás. ¡En ti confío, Seráfico Padre!
ORACION. –
Dulce Padre, San Francisco: Llego a tus pies y beso humildemente tus Llagas, Padre mío, y
con fe y con amor pido para siempre tu amparo generoso. ¡Necesito tanto de el ¡ La
muchedumbre de mis pecados, la guerra cruel de mis pasiones, las luchas de la vida, la
injusticia, la enfermedad, la miseria un día u otro nos asedian y torturan. ¡Padre mío!, vela por
mí. Ampárame, defiéndeme, lígame a ti con tu cordón seráfico, y que unido a ti por
protección constante, sea un trofeo de esta protección, en la vida, en la muerte y en el cielo.
Concédeme, asimismo, las gracias particulares que he solicitado en esta novena.

Recese 1 decena de la Corona Franciscana

ORACION FINAL. –
Salve, salve, Francisco, Padre amantísimo, lleno de pobreza y de caridad, el Señor fue contigo
en el monte Alvernia, bendita sean tus Llagas y bendito el Amor de tu seráfico corazón,
Jesucristo.
¡Oh!, humilde Francisco, Padre de los pobres y de los humildes, ruega por nosotros, hijos
tuyos, pobres pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
¡Dios mío y todas mis cosas!

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