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HORA SANTA VOCACIONAL

CANTO DE EXPOSICIÓN AL SANTISIMO:


Sea por siempre bendito y alabado, mi Jesús Sacramentado (3 veces)
Alabanzas a Jesús Sacramentado:
Señor te alabamos, te bendecimos y te glorificamos. Te alabamos por los que no te alaban,
te amamos por los que no te aman y esperamos en ti, por los que no esperan en ti.
Te damos gracias por traernos a tu presencia viva y real en la Hostia consagrada. Te
alabamos en todos los altares del mundo en que en este momento se celebra la eucaristía,
nos unimos a tantas personas que en este jueves eucarístico te contemplan, te adoran y te
glorifican en muchas Iglesias.
Nos unimos a tantas personas que desde su lecho de enfermedad, en los hospitales,
cárceles, en las calles, en sus casas elevan su corazón a Dios para implorar salud, por
aquellos que confían en tu misericordia y tu perdón, ayúdales Señor y escuchas sus
oraciones.
Te entregamos este momento de oración profunda contigo, te entregamos nuestras
inquietudes, nuestros miedos, lo que en este momento nos agobia; por la falta de pan en
nuestras mesas, por la falta de trabajo que nos hace falta para traer el sustento a nuestras
familias. Te entregamos a nuestros enfermos de nuestra parroquia, te entregamos los
proyectos y planes que tiene la parroquia para que te dignes bendecirlos. Te entregamos a
nuestros niños, jóvenes, padres de familia, guíalos por el camino de la confianza en ti para
sean ellos testigos de tu amor para sus hijos, dales la luz de Espíritu Santo para que puedan
acompañar a sus hijos por el camino de la santidad.
Canto:
Oración “Aquí me tienes, Señor desde mi Pobreza”
Aquí me tienes, Señor, buscando libertad, pero esclavo de mis cosas; creyéndome lleno,
pero vacío de ti; escuchando tu llamada, pero haciéndome el sordo.
Al experimentar tú presencia, Señor, siento en mí cómo algo que me invita a seguirte;
siento una fuerza extraordinaria que me invita a arriesgarlo todo por ti.
Sin embargo, Señor, las cosas de esta vida me siguen atando. Me sigue atando el dinero que
me hace olvidar las necesidades del hermano; me sigue atando la comodidad , que aleja del
sentido del sacrificio; me sigue atando mi egoísmo, que me cierra cada vez más en mí
mismo; me sigue atando mi orgullo, que me hace creer que soy el mejor de todos. Muchas
cosas que me alejan de ti me siguen seduciendo, y yo, Señor, como un cobarde, te digo que
no porque no acabo de convencerme de que tú me darás la auténtica felicidad. Dentro de mí
siento que hay una guerra civil. Por un lado quiero dejar todo lo que me impide serte fiel, y
por otro lado me da miedo dejar estas cosas del mundo. Hace tiempo que necesito una
conversión.
Necesito encontrar algo que me de fuerzas para dejar tantas ataduras; algo que me ayude a
vencer tantas tentaciones del mundo; que me ayude a decir adiós a este tipo de vida. Porque
vivir a medias no merece la pena; porque mientras haya guerra en mi interior, nunca tendré
la paz que solo tú puedes dar. Ábreme los ojos, Señor; cura mi ceguera para que te pueda
ver. Llama a mi corazón, Señor, entra en él que quiero tenerte de invitado.
Dame un espíritu generoso, Señor; quiero decir si cuando escuche tu voluntad. Entra en mi
corazón, Señor; destierra de él todas las preocupaciones y tentaciones para que pueda
dedicar un espacio sólo a ti, mi Dios. Dame fortaleza para seguirte sin desfallecer; dame
voluntad para perseverar en el camino; dame firmeza para no mirar hacia atrás; dame el
experimentarte y sentirte para no mirar hacia atrás; dame el experimentarte y sentirte en mi
vida porque cuando tú, Señor Jesús, habitas en mi corazón todo me resulta más fácil y
cualquier cosa, por costosa que parezca, se hace más fácil y llevadera.
Momentos de silencio: hablemos con Jesús aquí presente, pongamos nuestras necesidades
en sus manos y nuestras inquietudes.
Canto:
De pie escuchamos el Santo Evangelio según San Mateo 22, 1- 14
Reflexión al evangelio: La fidelidad al Señor es un don suyo. Vivir conforme a su voluntad,
responde a una decisión de su parte. Así muestra Él su justicia, actuando en todos el querer
y el poder. En él todo es nuevo. La salvación, entendida como la plenitud de la vida de Dios
en nosotros, es también un don que viene de Él, que invita y se anticipa preparando todos
los detalles. Este don no exime del compromiso de la libertad y de la opción personal, que
se expresa en la capacidad de acogida o rechazo. Como la gracia no trabaja de balde, el
desprecio de unos es siempre la oportunidad manifiesta para que otros, con una actitud de
mayor gratitud, generosidad y apertura, vean fructificar ese don en su vida. No obstante, ser
invitados al banquete no es garantía de elección, pues para ello es necesario que ese
llamado se traduzca en compromisos concretos. Este es el traje de bodas, que dice el
evangelio, se pide a todos llevar ceñido. ¿Vivimos la vida cristiana como un don y como
una tarea por realizar? ¿Cómo estamos en el proceso de conversión que necesitamos?
¿Cómo estamos en la ayuda generosa a nuestros hermanos más necesitados? Dialoguemos
con Jesús
Momento de silencio:
De pie hacemos nuestras Peticiones: Respondemos “Cuenta conmigo, Señor”
1. Tú no quieres gente mediocre, gente que te diga un “sí” y luego un “no”. Ayúdanos
Señor a vivir tu Evangelio con radicalidad. Oremos al Señor.
2. Sé que necesitas personas comprometidas que no tengan miedo a anunciar tu Palabra por
todos los lugares. Oremos al Señor.
3. Necesitas testigos de tu amor que derrochen cariño y entrega por donde quiera que
vayan; que hagan realidad tu gran mandamiento del amor. Oremos al Señor
4. Hacen falta sacerdotes, religiosos y religiosas que vivan el Evangelio con radicalidad;
que se entreguen totalmente para anunciarte y predicarte por todo el mundo; que estén
libres y sin ataduras para ser apóstoles tuyos en medio de este mundo. Si algún día tú me
llamas, ayúdame a responder con generosidad y prontitud en bien de mis hermanos.
Oremos al Señor.
5. En el mundo necesitas personas que sean capaces de amar sin límites, querer sin límites,
entregarse sin límites. Tu invitación es exigente pero, a pesar de todo quiero decirte, aquí
estoy Señor. Oremos al Señor.
6. La fe vivida en familia está en crisis. No es fácil encontrar familias que vivan su fe en la
casa. Yo quiero romper con eso, quiero ser testigo tuyo en medio de los más cercanos a mí
mismo. Oremos al Señor
7. Tú no quieres hacer nada sin nosotros. Nos quieres evangelizadores que anuncien por
todo el mundo las enseñanzas que dejaste a tus discípulos. Oremos al Señor
8. Por nuestra Parroquia para que surjan vocaciones al Sacerdocio y a la vida religiosa para
ser testigos del amor de Dios y en especial pedimos por los jóvenes que ya están realizando
su discernimiento vocacional, para que sientan la necesidad de buscarle con sincero
corazón y se abran a su gracia. Oremos al Señor
9. Por nuestras familias para que vivan el llamado que hace el Santo Padre Francisco a vivir
la santidad en medio de las realidades en que viven. Oremos al Señor.
Oremos ahora por los sacerdotes y las vocaciones sacerdotales
¡Oh, Jesús!, Sacerdote eterno guarda tus sacerdotes bajo la protección de tu Sagrado
Corazón, guarda las manos ungidas que tocan cada día tu sagrado cuerpo, guarda sus
labios, diariamente teñidos con tu preciosa sangre. Oremos al Señor.
Bendice sus tareas apostólicas con abundante fruto, y haz que las almas confiadas a su celo
y pastoreo, sean su alegría acá en la tierra y formen en el cielo su hermosa e inmarcesible
corona. Oremos al Señor.

¡Oh, Jesús!, Sacerdote eterno, guarda bajo la protección de tu Sagrado Corazón, a quienes
se están preparando para el ministerio sacerdotal: que crezcan en gracia y santidad, e
intercede para que haya abundantes y santas vocaciones sacerdotales en nuestra Iglesia

Los consagrados han encontrado en Jesús y en su presencia eucarística el centro de su


vida personal y comunitaria. Oremos al Señor.

Oremos a Jesús presente en la Eucaristía por los consagrados y consagradas y


especialmente por el aumento de las vocaciones consagradas.
Jesús, Hijo de Dios, santifica a los hijos e hijas que se han consagrado a ti para la gloria de
tu Padre. Te damos gracias por el don de la vida consagrada, que te busca en la fe y te
pedimos que invites a otros jóvenes a caminar hacia ti.
Jesús Salvador, así como has dado tu forma de vivir a quienes has llamado, continúa
atrayendo hacia ti personas que, en nuestro tiempo, sean testigos de tu misericordia,
anuncio de tu retorno, y signo viviente de los bienes de la resurrección futura. ¡Ninguna
tribulación los separe de ti y de tu amor!

Espíritu Santo, Amor derramado en los corazones, que concedes gracia e inspiración a las
mentes, suscita en muchos hermanos y hermanas jóvenes el deseo de consagrarse
plenamente a Vos. Colma sus corazones con la íntima certeza de haber sido escogidos para
amar, alabar y servir.
Oremos por los matrimonios.
Que gusten de tu amistad, llénalos de tu alegría y de tu consuelo, ayúdalos a superar los
momentos de dificultad y a levantarse con confianza tras las caídas.
Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para
santificarla. El la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una
Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada.
Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama
a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta
y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia. Efesios 5, 25ss

Oremos por los matrimonios y por quienes son llamados a ser signo del Amor entre Cristo
y la Iglesia.
Padre Bueno, mira a los jóvenes que están caminando hacia el matrimonio y la familia,
ábreles nuevos horizontes, ayudándoles a descubrir la belleza y la grandeza de la vocación
al amor y al servicio de la vida.
Señor Jesús, que a todos llamas con una vocación particular. Te pedimos por nuestros
hermanos y hermanas Laicos que, teniendo el cometido de interpretar con Tu luz la historia
de este mundo, iluminen y ordenen todas las realidades temporales según tu designio
Creador y Redentor.

Espíritu Divino, renueva el don del sacramento matrimonial, al mismo tiempo vocación y
mandamiento, a los esposos cristianos, para que permanezcan siempre fieles entre sí, por
encima de toda prueba y dificultad, en generosa obediencia a la santa voluntad del Señor
Jesús: «lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre.

Jesús, que sientes compasión al ver la multitud que esta como oveja sin pastor, suscita, en
nuestra Iglesia, una nueva primavera de vocaciones.
Te pedimos que envíes Sacerdotes según tu corazón que nos alimenten con el pan de tu
Palabra y en la mesa de tu Cuerpo y de tu Sangre Consagrados que, por su santidad, sean
testigos de tu Reino
Laicos que, en medio del mundo, den testimonio de Ti con su vida y su palabra.
Buen Pastor fortalece a los que elegiste y ayúdalos a crecer en amor y santidad para que
respondan plenamente a tu llamado. María, Madre de las vocaciones, ruega por nosotros.
Amen
Padre Nuestro………..Dios te Salve María………………..Gloria al
Padre…………………………

Canto:
Oración final
Padre Celestial, haz que surja entre los cristianos numerosas y santas vocaciones al
sacerdocio y a la vida religiosa y haz que los matrimonios sean santos, que mantengan viva
la fe y conserven la seductora memoria de tu Hijo. Danos santos ministros del altar, que
sean solícitos y fervorosos custodios de la Eucaristía, sacramento del don supremo de
Cristo para la redención del mundo. Llama a ministros de tu misericordia que, mediante el
sacramento de la Reconciliación, derramen el gozo de tu perdón. Fortalece a los Obispos,
sacerdotes, diáconos, a los consagrados y a todos los bautizados en Cristo para que cumplan
fielmente su misión al servicio del Evangelio, te los pedimos por Cristo nuestro Señor,
Amen
María Reina de los apóstoles, ruega por nosotros.
Sea por siempre bendito y alabado, mi Jesús Sacramentado

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