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El presente Diccionario no tiene mas ambición que la de constituir un

Repertorio cómodo de las leyendas y los mitos más generalmente citados o

Utilizados en la literatura clásica. Su principal objeto es ofrecer, en la forma

Más breve posible, las nociones indispensables para la comprensión de los

Autores. En este aspecto, creemos colmar una laguna existente en la bibliografía

De lengua francesa. Pero el libro no tiene pretensiones de originalidad

Ni de erudición. Así, por ejemplo, no se encontrara en el ningún sistema ≪ explicativo

≫ De las leyendas. La obra habría adquirido unas proporciones desorbitadas,

Sin contar con que el incesante progreso de las investigaciones cambia,

De generación en generación, el punto de vista de la crítica. Los sistemas envejecen,

A veces con extrema rapidez; solo los datos de los textos son inmutables

(L). Son estos datos los que hemos querido reunir, resumir y presentar.

Cierto que este trabajo no habría sido posible sin la ayuda de recopilaciones

Anteriores, sobre todo, el insustituible Lexicón publicado por Roscher y sus

Colaboradores (2) y que ha sido nuestro guía constante. Quien no se contente

Con conocer las leyendas, sino que además desee estudiarlas, habrá

De recurrir a dicha obra. Aquí solo hallara una primera iniciación: el análisis

Científico de los mitos no ha sido nuestro objeto. Lo que tradicionalmente se llama la ≪mitología ≫
clásica no es un objeto
Sencillo ni siquiera coherente. Considerada en su conjunto, forma una masa
De relatos fabulosos de todo género, de todas las épocas, en la cual conviene
Establecer, dentro de lo posible, un cierto orden.

Durante mucho tiempo, los teóricos han distinguido de manera insuficiente


Entre mito y ≪ciclos heroicos≫. Y, sin embargo, la diferencia es bastante
Clara. Un ciclo heroico se compone de una serie de historias cuya única
Unidad viene dada por la identidad del personaje que es su principal protagonista.
El prototipo de estos ciclos es el de Heracles. Heracles no es, en
Absoluto, un ≪ mito ≫; bien lo demuestra el fracaso de las antiguas explicaciones,
Solares o, más generalmente, naturalistas, de sus leyendas. Sus aventuras
No comprometen el orden del universo. Nace en una tierra ya enfriada.
Ninguno de sus actos tiene la menor significación cósmica: sostiene el cielo
Sobre los hombros, cierto, pero ello es solo una hazaña destinada a poner
De relieve su fuerza física. Su acción no repercute para nada en el cielo. Si
Va en busca del Can Cerbero, cuando lo tiene en su poder, en la tierra, constituye
Para él un estorbo y, no sabiendo que hacer con él, lo devuelve a los
Dominios de Hades. Únicamente en la especulación de los filósofos, Heracles
Adquiere el valor de una ilustración moral; pero esto ocurre bastante tarde
Y de modo secundario.
Los principales ciclos heroicos de Grecia, el de Heracles, el de Jasón,
El de Teseo, son hallazgos afortunados que prueban solo la vitalidad de un
Tema. Heracles es esencialmente dórico; Teseo es ático; Jasón, menos sencillo,
Parece reunir en torno a si tradiciones eolias y antiquísimas historias
De migraciones, muy desfiguradas a través de la elaboración literaria. El
Rasgo característico de todos esos ciclos es su vinculación a lugares precisos:
El Olimpo de Zeus, el Niza de Dionisos, son países indeterminados; pero no
Así el Eta de Heracles, donde las excavaciones han revelado la existencia de
Un altar y un rito de incineración O).

Constituye una base fundamental para el ser humano el buscar una manera de explicar lo
aquellos

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