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© ¿Son los aceites esenciales tan peligrosos como se dice? Desmitificando tópicos
sobre la Aromaterapia.
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sus alumnos, y esto puede verse incluso reflejado en publicaciones que son empleadas como libros
de texto para formar a los futuros aromaterapeutas, en teoría, quienes mejor deberían conocer los
pros y contras de estas sustancias y su uso profesional.
A continuación, intento desarrollar y explicar el proceso que se ha seguido hasta crear este tipo de
impresión en el gran público, que está muy lejos de la auténtica realidad que supone el buen uso de
los aceites esenciales y la Aromaterapia de forma profesional y que ha creado una atmósfera de
miedo y unos “tabús” absurdos.
Teniendo en cuenta que la mayor parte de publicaciones destinadas al gran público siguen la
corriente de Aromaterapia llamada “Escuela Anglosajona”, que esta se basa en el empleo en dosis
bajas (máx. 2,5%) de aceites esenciales, sólo por vía externa (inhalaciones, masajes, baños) y que por
el entorno cultural y social en el que se mueven, existe cierta predisposición a las demandas legales,
la información al respecto en cuanto a toxicidad se ha visto muy influenciada por el miedo a tener
denuncias (si en algunos libros se dice que las embarazadas nunca deben usar aceites esenciales, y
alguna de ellas tiene un aborto –aunque no haya sido producido por el masaje relajante que recibió
con lavanda, como puede demostrarse de forma científica-, el aromaterapeuta aprende: “quien evita
la situación, evita el riesgo”). Lo que en un principio fue una posición de prudencia (no sabemos si
puede afectar negativamente a la madre ni al feto), con el tiempo ha pasado a ser una verdad
absoluta, mejor dicho, un dogma de fe: los aceites esenciales son muy peligrosos en el embarazo.
Esto es absurdo y estúpido, como puede comprobarse a poco que uno se esfuerce en investigar
sobre los efectos y contraindicaciones reales de estas sustancias naturales y el número de
accidentes o intoxicaciones que ha habido en todo el mundo.
En primer lugar, es muy importante que los profesionales reciban una formación completa que
integre todas las posibilidades terapéuticas, indicaciones y contraindicaciones reales que tienen los
aceites esenciales. Los mitos no demostrados, que se van perpetuando de libro en libro y de boca a
oreja, han de ser convenientemente desmontados para eliminar ese lastre que está impidiendo un
desarrollo realmente potente de esta hermosa terapia natural. Por ello, desde mi punto de vista, es
muy importante valorar y escuchar lo que de este tema tienen que decir los aromaterapeutas de la
Escuela Francesa, generalmente médicos, que saben y conocen de las aplicaciones de los aceites
esenciales por vía interna y externa (a diferencia de los anglosajones), que tienen experiencia y
datos clínicos, que trabajan con dosis mucho más altas y que obtienen resultados terapéuticos muy
importantes en sus tratamientos. Si son ellos los que los usan (por vía interna y externa), en
mayores dosis, en todo tipo de personas (incluyendo embarazadas, niños, etc.) y dosificándolos
adecuadamente obtienen buenos resultados ¿podemos seguir con los prejuicios absurdos que
siguen influyendo tanto en la percepción sobre estas sustancias? Yo creo que no, y que es
inteligente y justo replantear la situación.
El miedo al mal uso por parte del público, pesa mucho a la hora de poner en el mercado
publicaciones sobre el tema (mea culpa). Para evitar problemas legales, se elimina cualquier
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posibilidad de uso de los a.e. que tienen determinadas composiciones susceptibles de
neurotoxicidad, abortivos, irritantes, fotosensibilizantes, etc. “Pagan justos por pecadores”.
Los problemas de toxicidad en aceites esenciales (como en infinidad de productos, desde alimentos
a medicamentos, pasando por vegetales, etc.) siempre van asociados a la ingestión y a grandes
cantidades. Esto es especialmente importante y paradójico, ya que la Aromaterapia Anglosajona
sólo trabaja con ellos externamente, no los ingiere. ¿Entonces, dónde está el problema?
Realmente no existe el problema, existe el miedo a un posible problema.
Los casos que recoge la literatura toxicológica en resultados graves (no fatales y fatales) después de
ingerir a.e. suelen ser por accidente (en el caso de los niños) y por intentos de aborto o suicidio (en
el caso de adultos). Los casos de personas intoxicadas por ingestión de grandes cantidades de a.e.
recetados por padres o terapeutas son muy raros. ¿Dónde está entonces ese peligro atroz que
rodea al uso de los a.e.? En la mente de los ignorantes.
Para crear los efectos de la toxicidad (ruptura de la permeabilidad de la membrana celular, ruptura
de una función en el canal de iones en las células nerviosas que afectan al corazón y al SNC,
produciendo una depresión cardíaca y respiratoria), hacen falta dosis enormes, de 300 ml y más
(según el a.e.). Esto es una cantidad totalmente absurda a “años luz” de las dosis empleadas
normalmente en Aromaterapia (sea uso externo o interno).
Algunos componentes son más tóxicos que otros en cantidades más bajas. Si estos componentes se
encuentran en a.e. de uso muy común, la posibilidad de accidentes será mayor. Por ejemplo, el 1.8
cineol (o eucaliptol, muy abundante en casi todos los eucaliptos, aceites esenciales muy comunes),
el alcanfor (romero, espliego) o el salicilato de metilo (wintergreen o gaulteria) son componentes
muy comunes en la mayor parte de intoxicaciones serias y envenenamientos fatales ocurridos en
niños y adultos, especialmente por la facilidad de uso y disponibilidad de todos ellos en los hogares
ya que se les asocian importantes propiedades beneficiosas.
Repito, la ingestión por vía oral es la ruta de administración de a.e. con mayor potencial tóxico,
ya que se absorben casi completamente y de forma rápida.
En estos casos, cuando se ingieren cantidades importantes de a.e., lo que ha de hacerse es llevar a
la persona a Urgencias del hospital más cercano e informarse en el Centro de Toxicología que
corresponda a la zona en que vivimos para pedir instrucciones. La inmensa mayoría de accidentes
por ingestión de a.e. en niños suele dar pocos síntomas y resolverse de forma segura sin
intervención médica, por eso hay tan pocos accidentes graves reportados.
En el caso de la Aromaterapia Anglosajona, que suele usar aceites de masaje, baños e inhalaciones
en bajas dosis, nunca se han producido toxicidades agudas o crónicas sistémicas porque las
cantidades que el cuerpo absorbe son muy bajas como para llegar a los niveles necesarios para una
intoxicación.
¿Cómo se comprueba la “Dosis letal” de los a.e.? Generalmente con animales de laboratorio
(roedores). Se les administran dosis de componentes medidas meticulosamente hasta que
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aproximadamente muere la mitad de la población del estudio. A partir de estos datos, la “dosis
media” se aplica en el rango de mg. o gr. del componente que se ha probado por kg. de peso
corporal. Por eso se le llama LD50. Esto quiere decir que una LD50= 1 representa que el 50% de los
animales murieron por una dosis de 1 gr/kg de peso corporal. Extrapolado a humanos, quiere decir
que un adulto de 60 kg. recibiría su dosis letal con 60 gr. de dicho componente.
Estas pruebas (discutibles éticamente) se basan en dosis agudas orales o dosis inyectadas letales.
Eso quiere decir que la dosis se ha administrado de una sola vez.
También hay valores LDLo que se emplean. Expresan la dosis más baja de un componente que ha
causado la muerte. También se han calculado estos datos en función de accidentes mortales cuando
se sabe la cantidad del componente ingerido.
Otras dosis como las crónicas –largo plazo- y aplicaciones tópicas de dosis elevadas también se han
estudiado en animales de laboratorio. Las dosis tóxicas crónicas son menores que las dosis agudas
correspondientes. Existen pocos resultados disponibles, algunos estudios del 1959 sugieren un
rango de 5 a 10 veces menos que la dosis tóxica aguda.
Hay algunos datos no muy claros sobre el efecto de grandes dosis de a.e. en la piel de conejos que
no parecen relevantes en el caso de humanos. Puede deberse a la mayor permeabilidad al paso de
algunos componentes de la piel de esos roedores en comparación con la humana. Hay un par de
reportes sobre el daño permanente en la piel por exposición a a.e. de clavo no diluido y la
aplicación crónica de salicilato de metilo en solución concentrada junto con cojín eléctrico.
No tenemos referencia de ninguna fatalidad debida a la aplicación tópica de a.e., este tipo de
resultados sólo se han observado puntualmente por ingestión excesiva de a.e. específicos.
La aplicación del criterio de LD50 en Aromaterapia suele hacerse de forma errónea tanto en la
dosificación como en los métodos de aplicación;
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b) Método de aplicación: Además de la dosis, es importantísima la forma en que se va a aplicar
el a.e. Sólo podemos decir que un a.e se absorbe totalmente cuando se ingiere oralmente.
Otros tipos de aplicación no presentan el mismo nivel de absorción:
1) Preparaciones tópicas: Sin obstruir, al menos el 50% de la dosis se absorberá (10 ml. de
una concentración al 2% de a.e., absorberán menos de 100 mg.)
2) Pesario vaginal: El típico de 3 gr. con 10% de concentración de a.e. representa unos 300
mg. con absorción completa.
3) Supositorio rectal: Un típico (1-3 gr.) contiene unos 250 mg. o menos.
4) Inhalaciones: Un difusor que expele 1 ml./hora, en una sesión de inhalación para adulto
de 15 minutos, con un 40% o menos inhalado y absorbido, supone una dosis de menos
de 125 mg.
En estos casos, podríamos emplear a.e. que se consideran sumamente tóxicos por vía interna (como
el Mentha polegium o poleo menta) en inhalaciones de forma muy segura por su efecto mucolítico
ya que se emplean en muy pequeñas dosis.
En las aplicaciones tópicas no se puede considerar la absorción total del a.e., si no se obstruye o
tapa el lugar de aplicación –cosa que ocurre en los masajes de aromaterapia- la dosis que se
absorbe disminuye significativamente por evaporación.
Varios estudios sugieren un amplio rango de cantidades en absorción en función de las sustancias
estudiadas. Por ejemplo, el d-limoneno, muy presente en los a.e. de cítricos, no suele pasar del 2%
en muestras de tejido humano.
Otros componentes presentan rangos de absorción más altos, incluso en piel no cubierta, como la
cumarina (46%) y el aldehído cinámico (24%).
Estos y otros estudios al respecto, permiten establecer, de una forma prudente y conservadora, que,
la dosis absorbida de un a.e. aplicado en una piel sana (no rota) y utilizando algún excipiente o base
vehicular, sin cubrir, supone
Por lo tanto, en el ejemplo anterior del wintergreen, en vez de una cantidad baja absorbida del
orden de 0,02 gr., la cantidad real estimada sería la mitad, 0,01 gr. unas 1800 veces inferior a la
dosis oral tóxica media. Esto sirve para las aplicaciones normales en aromaterapia y masaje con a.e.,
así como en preparaciones tópicas con salicilato de metilo presente en los conocidos “linimentos”.
En cambio, en pieles rotas o dañadas, con el estrato córneo ausente o comprometido (quemaduras,
heridas, dermatitis de ciertos tipos), sería más prudente asumir una absorción del 100% de los a.e.
empleados.
La conclusión sería que los a.e. empleados en Aromaterapia y mencionados en muchos libros como
“tóxicos” que “nunca deben utilizarse”, como son el hisopo, poleo-menta, tanaceto, tuja,
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wintergreen y ajenjo, deberían reconsiderarse y pueden ser empleados con total seguridad
siempre que se respete la dosis y el método de aplicación más adecuados. En cuanto al
argumento de su uso público, es bastante difícil tanto su comercialización como su uso –
sinceramente, no suelen ni encontrarse
comercialmente ni el público pedirlos-, más bien destinado a los profesionales, que son los que deben
recibir la capacitación correcta y adecuada para valorar su aplicación y dosis.
Lo más importante para mí sería desmitificar esos “bulos” y comentarios “boca-oreja” que carecen
tanto de validez científica como empírica, para devolver a la aromaterapia el “estatus” de terapia
natural segura y eficaz que merece.
a) Se considera que hay a.e. que podrían dañar al desarrollo del feto (teratogenicidad), lo que
ocasionaría o bien su reabsorción o defectos de nacimiento.
b) Algunos a.e. podrían producir abortos o nacimiento prematuro.
c) Los a.e. que tienen efectos “hormon-like” (del tipo hormonal) podrían alterar la fertilidad o
afectar al buen embarazo.
Hay casos clínicos conocidos sobre ingestión de a.e. en grandes dosis por vía oral que han causado
desde toxicidad a muerte en bebés nonatos (cerca de 40). Estos casos se deben casi exclusivamente
a que las embarazadas tomaron excesivas dosis de a.e. (especialmente poleo, rico en la cetona
pulegona que se transforma en el muy tóxico mentofurano) y a.e. de semilla de perejil (rica en apiol)
en el intento de abortar el feto. Estos componentes son abortivos muy poco efectivos: la mujer
puede envenenarse con facilidad –hasta de forma fatal- y algunas no llegan a abortar.
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Otros estudios demuestran que estos a.e. no producen abortos espontáneos al matar el feto. En el
caso del poleo, sólo es abortivo en grandes cantidades. Al causar una hepatotoxicidad aguda, el
cuerpo es incapaz de sostener el embarazo y se produce el aborto. Las dosis en torno a los 7,5-10
ml. han fallado al provocarlo. En el caso del apiol, la dosis más baja que provocó el aborto fueron
entre 1,5 y 5 ml. de a.e. ingeridos diariamente durante 8 días consecutivos.
Cuando algunos autores de aromaterapia extrapolan el uso de dosis muy bajas en comparación a
las dosis tóxicas ingeridas, están interpretando erróneamente los hechos reales. Se llega a decir que
la difusión ambiental de algunos de ellos puede ser perjudicial para embarazadas –por ejemplo, en
lugares de trabajo donde puedan emplearse para usos terapéuticos-. Esto supone un error garrafal,
crear un miedo injustificado y privar a muchas personas de los beneficios de los a.e. por un
perjuicio totalmente absurdo.
Por ejemplo, si usamos un a.e. de poleo (Mentha polegium) en inhalaciones, de forma habitual, en
una concentración potente (del estilo de la Medicina Aromática Francesa) al 10% junto con a.e.
respiratorios (Eucaliptus radiata, Pinus silvestris o Pinus pinaster), con un generador de aerosol que
dispersa aproximadamente 1 ml. de a.e. por hora, tendremos en cuenta que en una sesión normal
de 15 minutos, durante 3 veces al día, y con un muy alto grado de absorción (40 %), nos saldrían
estos números:
0,3 ml. x 10% de concentración de la fórmula= 0,03 ml. es decir, teniendo en cuenta que la densidad
del a.e. no es 1, pongamos unos 0,027 gr., 27 miligramos de a.e. al día.
La DL50 del poleo en humanos es de 0,4. Eso quiere decir que un adulto de 60 kg. necesita unos 24
gr. de a.e.
0,027 gr. : 24 gr. = 0,113 % de la dosis letal media. Casi 900 veces menos que la dosis tóxica.
Esto es una dosis mínima. Si esa mezcla sólo se vaporizara en la atmósfera de una habitación o
consulta, la dosis inhalada sería una pequeña fracción de esos miligramos. Aunque no sea un a.e.
que se trabaje demasiado, eso no quiere decir que no pueda emplearse siempre que se haga de
forma juiciosa.
Otros a.e. “proscritos” en el embarazo: usar 1 gota o media gota (entre 12,5 y 25 mg.) de a.e. de tuja
(Thuja occidentalis) directamente en una verruga para matar al virus del papiloma de verruga o el
a.e. de romero quimiotipo alcanfor y albahaca quimiotipo metil-chavicol en dilución al 5% para
aliviar el dolor de lumbares en el tercer trimestre del embarazo. Estas dosis están muy por debajo
de cualquier nivel tóxico, agudo o crónico, en aplicaciones externas.
Otros a.e. que también contienen acetato de sabinil son la sabina o Juniperus sabina (20-53%), el
Juniperus pfitzeriana (no se encuentra comercialmente, por lo tanto, tampoco se emplea) y la salvia
española en menor cantidad -10 a 24 % aprox.- (Salvia lavandulaefolia). El a.e. de sabina ha
demostrado efectos abortivos y toxicidad en embriones primarios de animales de laboratorio.
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Entonces, puede ser razonable excluir estos cuatro a.e. en el embarazo, dos de los cuales no se
encuentran disponibles, es decir, que nos quedarían dentro de todo el espectro de a.e. conocidos
sólo dos (sabina y salvia española) a considerar como realmente poco aconsejables en cualquier
dosis y en el embarazo.
Otros dos a.e. de uso restringido (por cuestiones legales ya que se consideran cancerígenos pero
también precursores de drogas de síntesis), son el sasafrás (Ocotea pretiosa) y el alcanfor amarillo
(Cinnamomun camphora) por su alto contenido en safrol. Aunque no crean defectos de nacimiento,
en hijos de ratas alimentadas durante el embarazo con safrol se desarrollaron tumores en el riñón y
el hígado.
A pesar de que el metabolismo humano y el de las ratas no es igual (los metabolitos que se
producen de esa sustancia en humanos no son carcinogénicos pero los que se producen en las ratas
si), el safrol está prohibido como aditivo para alimentos y como agente terapéutico en los países
occidentales.
Como dijimos antes, emenagogo significa “que estimula o favorece el ciclo menstrual”. Hay una
confusión actual respecto al término. Antiguamente, las plantas que se usaban para regular la
menstruación tenían dos propósitos:
Siempre había que tomar cantidades grandes de esas plantas para producir el aborto. Entonces los
remedios antiguos heredados para controlar nacimientos que hoy conocemos como emenagogos o
reguladores de la menstruación, sugieren que todos los a.e. posiblemente “emenagogos” están
contraindicados durante el embarazo, en lugar de reservar la contraindicación para dosis tóxicas de
“emenagogos” abortivos como el poleo.
Algunos a.e. que se consideran reguladores de la menstruación en aromaterapia son: Salvia sclarea,
Rosa damascena, Jasminum officinalis, Juniperus vulgaris, Foeniculum vulgare var. dulcis. Los
nombres comunes son: salvia romana/amaro/salvia clara/salvia esclarea, rosa de Damasco, jazmín
absoluto, enebro, hinojo dulce. Estos son los más empleados. Suele decirse que no pueden usarse
en el embarazo por su posible efecto “hormon-like” y su efecto estimulante uterino, pero esto es
erróneo como se verá a continuación.
Algunos autores extrapolan el posible efecto energético (Medicina Tradicional China) de algunas
plantas consideradas como “estimulantes del útero”, a sus a.e. Estas plantas en textos
contemporáneos médicos fitoterapéuticos no sugieren contraindicaciones en el embarazo ni se
consideran estimulantes uterinos. Los a.e. proscritos son: Angélica raíz (Angelica archangelica),
Hinojo (Foeniculum vulgare), Ajo
(Allius cepa), jazmín (Jasminum officinale), lavanda (Lavandula angustifolia), Levístico (Levisticum
officinale), Mejorana dulce (Origanum majorana) y Tomillo (Thymus vulgaris).
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El a.e. de tomillo vulgar (Thymus vulgaris quimiotipo timol o carvacrol) es una de esas plantas. El
motivo por el que se cita es por las propiedades vermífugas del timol por vía interna. Las dosis
suelen ser de hasta 1 gr. por día, lo cual supondría unos 2 gr. de a.e. –considerando un contenido en
timol del 50%-. Eso es una dosis por vía interna MUY ALTA.
En cualquier caso, la realidad es que el uso de plantas en MTC siempre es por vía interna. La
extrapolación de ello a los a.e. que se usan por vía externa no es adecuada, especialmente en las dosis
empleadas normalmente (en torno al 2% de a.e. en la mezcla).
Los a.e. sugeridos como reguladores menstruales del tipo “hormon-like”, son:
Cedro Virginia (Juniperus virginiana) este se confunde en su uso con el Cedro Atlas (Cedrus
atlantica, rico en la cetona atlantona), y cuyo único parecido está en el nombre común. Salvia
sclarea, Jasminum officinale, Origanum majorana, Mentha piperita, Rosa damascena, Rosmarinus
officinalis son el resto de “proscritos” que forman esta lista negra.
Otros a.e. con “actividad estimulante del estrógeno” son: semilla de anís (Pimpinella anisum), hinojo
(Foeniculum vulgare) y albahaca (Ocinum basilicum). En muchos libros de aromaterapia se les
considera como “a ser evitados totalmente” durante el embarazo.
Algunos a.e. han demostrado unos efectos reguladores de la menstruación a través de una larga
historia de uso tradicional con resultados significativos en la práctica clínica, como la Salvia
sclarea, la salvia oficinal (Salvia officinalis), la raíz de angélica (Angelica archangelica), el niauli
(Melaleuca quinquenervia) y el ciprés (Cupressus sempervirens). Pero los supuestos efectos
reguladores de la menstruación de los a.e. funcionan influyendo sobre la inhibición o estimulación
de la producción de hormonas gonadotrópicas, no en el enlace con los sitios receptores de
estrógeno en las células.
El anetol, componente principal de los a.e. de anís, anís estrellado, hinojo y Bakhousia anisata, han
demostrado tener una suave acción estrogénica en animales de laboratorio. Sin embargo, el anetol
por sí mismo no demuestra ninguna actividad estrogénica. Se parece más estructuralmente a las
catecolaminas, adrenalina, noradrenalina y dopamina. Parece competir con la dopamina, ayudando
a inhibir el exceso de prolactina. En los modernos tratados de Fitoterapia, el hinojo no está
contraindicado en el embarazo.
Los efectos conocidos sobre el a.e. de Salvia sclarea demuestran la teoría de que es la estimulación
final de la pituitaria anterior y su efecto sobre las hormonas gonadotrópicas y no el pequeño
contenido en esclareol del a.e. lo que produce el efecto “imitación del estrógeno”. Hay muchos
reportes de los efectos sobre la menstruación con el solo hecho de inhalar el a.e., estimulando la
pituitaria anterior vía nervios olfativos.
El embarazo, hormonal y físicamente, es una situación muy diferente al ciclo menstrual. Es un error
traducir a.e. “emenagogos”, con una acción hormonal secundaria durante el ciclo menstrual, a la
situación del embarazo. Aún en la circunstancia de que esos a.e. tuviesen un efecto sobre la
pituitaria anterior para inhibir o estimular la producción de hormonas gonadotrópicas durante el
ciclo normal de menstruación, durante el embarazo la maduración de folículos es suprimida
específicamente y el corpus luteum está siendo estimulado directamente por el embrión en
crecimiento. Las grandes cantidades de progesterona y estrógeno que originalmente eran
secretadas por el corpus luteum crecido, y después, por la placenta, inhiben específicamente las
cantidades usuales de FSH y hormona luteizante que eran liberadas desde la pituitaria anterior.
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Por lo tanto, los posibles a.e. “emenagogos” –teniendo en cuenta que los mencionados, en el mejor
de los casos, tienen resultados anecdóticos-, no están contraindicados en el embarazo.
Si se respetan los a.e. con toxicidad potencial (dosis vía oral de romero quim. Alcanfor o salvia
oficinal) y evitamos los a.e. abortivos (poleo, salvia española), los a.e. nombrados como
“emenagogos” son suficientemente seguros para usarse en el embarazo si surge la necesidad.
Como pasa en otros campos, en el mundo de la Aromaterapia funciona mucho el “cortar y pegar”.
De este modo, hay muchos prejuicios sobre ciertos a.e. y ciertas enfermedades. Por ejemplo, el
clásico “a.e. que no deben emplearse en casos de hipertensión”. Los candidatos a la “lista negra”,
en este caso son: hisopo (Hyssopus communis), romero (Rosmarinus officinalis), salvia (Salvia
officinalis), tomillo (Thymus vulgaris).
No hay ningún dato en textos de Fitoterapia ni de Aromaterapia Médica Francesa que apoye
dichas afirmaciones. Tampoco hay referencias clínicas sobre dichos problemas.
Algunos a.e. han demostrado efectos hipotensores en animales de laboratorio: Ajo, Tagetes,
geranio, lavanda. Sólo la Salvia sclarea produjo un ligero aumento de la presión sanguínea sistólica
y diastólica. Pero para conseguir estos efectos hacen falta dosis enormes: en el caso de la salvia
esclarea, 1 gr. por kg. de peso, es decir, unos 70 gr. en un adulto promedio. Eso se aleja
completamente de cualquier uso normal – hasta en grandes dosis por vía interna bajo prescripción
médica- de la aromaterapia.
En el caso del romero, su inhalación ha demostrado una ligera elevación de la presión sistólica, pero
de un efecto muy breve –un par de minutos- para regresar a la normalidad. Es decir, se le pueden
dar efectos estimulantes, pero nada que pueda elevar negativamente la presión sanguínea.
En esta categoría entran generalmente: hinojo dulce, hisopo, salvia oficinal, ajenjo. En este caso, hay
una base teórica para apoyar la hipótesis, y es que en grandes dosis, las cetonas monoterpénicas
(especialmente la pinocanfona, cetona artemisa, tujona, alcanfor y pulegona) producen ataques
epileptiformes tanto en animales como en humanos. En adultos humanos tenemos un par de
reportes, uno para hisopo y otro para salvia oficinal. En ambos casos, las personas afectadas se
auto medicaban ingiriendo oralmente grandes dosis. Los efectos fueron acumulativos, varios días
después de la ingestión se indujo el ataque. En el caso del hisopo, la dosis fue de 15 gotas (¿entre
25 y 50 mg por gota?) al día, con un ataque en el octavo día.
Resumiendo, es plausible que dosis elevadas de a.e. ricos en esas cetonas puedan inducir ataques
en epilépticos no controlados y en aquellos que sufran fiebres muy altas. A la inversa, las personas
con epilepsia que están bajo control médico – medicándose- no suelen ser sensibles a tales a.e.
según la práctica durante años de muchos aromaterapeutas a través del masaje. Las dosis bajas
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normalmente empleadas (sobre el 2%) en uso tópico o difusión no tienen porqué producir
problemas.
El conocido enebro (Juniperus communis ssp. communis) tiene en sus bayas un interesante efecto
diurético. Esto se extiende al a.e. de las bayas. También de esa parte del vegetal se obtiene la
ginebra. A partir de 1800, se advierte que tanto el a.e. de enebro como los de algunas especies de
Pinus son irritantes para los riñones y no deben ser empleados en tratamientos a largo plazo ni en
enfermedades renales agudas. Estos argumentos se mencionan en muchos textos de Aromaterapia.
Pero si buscamos el origen de estos comentarios, encontramos una serie de experimentos con
perros en los que se administraron grandes cantidades de a.e. con consecuencias fatales. Estas
dosis provocan el enrarecimiento de la orina, lo que llevó a pensar en daños renales. En principio,
tal enrarecimiento parece ser era debido a la presencia de grandes cantidades de metabolitos del
a.e. Estudios más recientes en ratas no encontraron ningún daño renal en los riñones tras
administraciones de dosis muy altas de dicho a.e.
Se ha demostrado que de todos los componentes de los a.e. conocidos, sólo el apiol (presente en la
semilla de perejil) produce daños renales, según se observó en estudios post-mortem. En estos
casos, las dosis eran importantes y fatales: la dosis aguda más baja (fatal) fue de 6,3 gr., mientras
que con una dosis de 19 gr. se logró sobrevivir.
Hay contraindicaciones conocidas en el uso de a.e. y ciertas condiciones clínicas. Por ejemplo un
alto contenido en mentol en ciertos a.e. en enfermedades del corazón con fibrilación cardiaca o
combinados con otros medicamentos (p. ej. altos contenidos en salicilato de metilo –wintergreen,
abedul blanco- con “Warfarina” o terapia anticoagulante). Salvo estos dos ejemplos, estas
contraindicaciones se establecen únicamente para la ingestión oral de a.e., y no para aplicaciones
tópicas, que son las más comunes en la práctica de la aromaterapia.
La mayor parte de las contraindicaciones que se repiten frecuentemente, como hemos visto hasta
ahora, son “míticas” por naturaleza y nada tienen de real. En el caso de las aplicaciones externas,
podemos resumir en tres las posibles complicaciones:
1) Irritación: Este tipo de reacciones no son alérgicas por naturaleza, pero representan un nivel
de daño directo a la piel con una respuesta inflamatoria posterior. Las reacciones de
irritación surgen rápidamente y dependen de la cantidad de aceites y la dilución en la
mezcla de los componentes aplicados. Los a.e. normalmente empleados y a disposición del
público más comprometidos en ese sentido son los que contienen grandes cantidades de
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fenoles, aldehídos aromáticos y óxidos. Los tomillos, oréganos, ajedreas, clavos, pimientos
son ricos en fenoles. La canela en aldehído cinámico. Los a.e. de pinos y cítricos oxidados,
de óxidos potencialmente irritantes.
Cualquier a.e. puede ser irritante si se aplica puro –sin diluir- en la membrana mucosa,
ojos y genitales, así como zonas de piel fina –axilas, ingles, cutis, oído-. En el caso de los
ojos, hasta las diluciones resultan inadecuadas y peligrosas. Es sobre todo en este tipo de
posibles complicaciones cuando hay que tener en cuenta en el etiquetado tanto las
precauciones, como las fechas de caducidad reales (prácticamente importantes sólo en el
caso de las posibles oxidaciones, no en el resto). El uso vulgar de poner a.e. en el agua del
baño sin diluir (flotando), aumenta mucho la potencial irritabilidad de los a.e.
En el caso de producirse irritación por contacto directo con el a.e. –o con una dilución muy
concentrada-, lo más importante es retirar el a.e. lo más rápidamente posible de la zona
afectada. Hay que retirarlo con aceite vegetal NO CON AGUA como se llega a indicar en
algunas informaciones de primeros auxilios, ya que el agua no se mezcla con los a.e. y lo
que hace es extenderlos (flotan sobre el agua). Se aplica una cantidad generosa de aceite
vegetal para diluir y retirar el a.e., varias veces, retirándolo con papel o tela en cada ocasión.
Esto sirve muy bien para los accidentes oculares. Después de haber limpiado muy bien el
a.e. y dejar la piel o los ojos sin restos, puede refrescarse con agua y/o jabón o soluciones
salinas si se desea, pero no antes.
En algunos libros de aromaterapia se mencionan de forma rutinaria a.e. “que nunca deben
usarse sobre la piel”, entre ellos se encuentran el Ajowan, la corteza de canela, la casia, el
clavo, orégano y ajedrea. Es lamentable proscribir de forma tan tajante a.e. tan interesantes
y con tantas aplicaciones, sólo porque en uso directo pueden ser irritantes. Pero aquí, de
nuevo, el exceso de conservadurismo tapa la realidad. La realidad es que se emplean
diluidos, no puros sobre la piel. Es más, la rama de aromaterapia que los emplea así
exclusivamente –anglosajona- nunca suele pasar del 2 ó 2,5 % de concentración en a.e.
¿Dónde está el problema? No hay problema real.
2) Sensibilización: Este tipo de reacciones no son muy comunes, pero pueden producirse en
pieles normales. Sin embargo, en pieles sensibles o hipersensibles (como ocurre con
sensibilizaciones en cosméticos y fragancias) y en alergias presentes (eczemas, asma), existe
mayor riesgo a reacciones alérgicas por el uso de a.e. En estos casos, suele recomendarse
realizar un test previo casero (patch test) preparando una dilución al 5-10% del a.e. en aceite
vegetal y aplicando unas gotas en la parte interna del antebrazo cubriendo con una tira
adhesiva. Si hay reacciones adversas suelen presentarse en las siguientes 24-48 h. Si se
necesita mayor seguridad, puede repetirse la prueba. Es una prueba muy útil y económica -
nada garantiza nunca el 100% de resultados, claro está-.
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En el caso de reacción de sensibilización, debe dejar de emplearse el a.e. Los a.e. con
riesgo de ser sensibilizantes (que el profesional ya conoce por sus estudios) han de
emplearse con cautela. Las reacciones alérgicas a componentes individuales pueden
desaparecer con el tiempo, pero la repetición de su uso debe probarse prudentemente.
El RIFM (Instituto de Investigación para Materiales Fragantes, siglas en inglés) tiene la tarea
de probar los componentes de las fragancias para la IFRA (Asociación Internacional para la
Investigación de las Fragancias, siglas en inglés) en asuntos relativos a la toxicidad,
irritación de la piel y efectos sensibilizantes en animales de laboratorio y voluntarios
humanos. Con estos resultados, la IFRA proveerá de líneas de conducta para las compañías
registradas como miembros, en relación a niveles de uso, prohibición definitiva, etc. en el
ámbito del empleo de materias primas aromáticas en productos para los consumidores.
Algunos autores sugieren que los a.e. que no obtienen pruebas científicas normales vía RIFM
“no deben ser usados sobre la piel”. Esto es muy limitativo, ya que algunos a.e. no
examinados, tienen un amplio historial de uso terapéutico. Por ejemplo, el enebro alpino
(Juniperus communis ssp. alpina) y la lavanda española o cantueso (Lavandula stoechas).
Estos a.e. se emplean en Aromaterapia Médica con éxito. ¿Qué ocurre entonces? Pues que
habrá un número determinado de a.e. que nunca será “examinado o probado” formalmente
por esa entidad porque no existe mercado o uso en el mercado de los sabores y fragancias
para ellos. ¿Por ese motivo deben dejar de emplearse? Es absurdo.
Esta asociación establece unos parámetros de uso y prohibiciones a sus asociados, dando
incluso niveles máximos de uso de las sustancias aromáticas. Las compañías asociadas
siguen estas recomendaciones en sus productos de uso masivo en el mercado como forma
de protegerse ante posibles problemas y tener un escudo legal y técnico. Algunas personas
sugieren que estas listas “prohibidas” y “restringidas” deberían seguirse por parte de las
asociaciones de aromaterapia como parte de un código voluntario de práctica para sus
miembros. Puede estarse a favor o en contra, pero tendríamos que considerar varios puntos:
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a) Las recomendaciones de IFRA se establecen específicamente para componentes
aromáticos que se usan en productos de venta directa al consumidor. No hay control
sobre el uso final, no se sabe si las personas que lo usan pueden encontrarse en
situación de riesgo por reacciones adversas como dermatitis alérgica,
fotosensibilización, etc., y se supone que el producto puede usarse continuamente, es
decir, que se considera “el peor escenario posible” de uso.
b) Los aromaterapeutas estamos tratando con clientes cara a cara, los a.e. se usan con fines
específicamente terapéuticos. Un terapeuta puede valorar condiciones contraindicadas
para el cliente según su historia clínica, niveles de dosificación, áreas y métodos de
aplicación, preparar fórmulas personalizadas para uso del cliente en casa y dar
instrucciones precisas de aplicación y duración del tratamiento, siguiendo además al
cliente. Esto no tiene nada que ver con la venta de un perfume a un desconocido en una
gran superficie.
Es muy importante que los aromaterapeutas sean plenamente conscientes de los problemas
potenciales que pueden derivarse del uso de los a.e., eso nadie lo duda. Por ello, en la formación
profesional debe ser un punto importante. Pero también es muy importante usar el sentido común
y la discriminación para saber cuándo una opinión es completamente subjetiva y no tiene nada que
ver con el uso común y apropiado de los aceites esenciales. De este modo, podemos emplearlos,
emplearlos todos y emplearlos bien. También daremos un mayor nivel profesional a la
Aromaterapia con esta actitud.
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ANEXO: ACEITES ESENCIALES Y DL50 PARA NIÑOS Y ADULTOS
(Extraído de « Essential Oils Safety », Robert Tisserand y Tony Balacs. Ed. Churchill Livingstone.
DOSIS LETALES
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Eucalyptus citriodora Eucalipto citriodora 83 389
17
Santalum album Sándalo Mysore 93 434
FUENTES:
Mitos sobre la Toxicidad. Los verdaderos riesgos en el uso de los aceites esenciales. Ron
Guba. 2º Congreso Internacional de Aromaterapia y
Aromatología. México 2003. Reproducido con autorización de AMIPA.
Essential Oil Safety. R. Tisserand & Tony Balacs. Churchill Livingstone. Edinburgh 1995.
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