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Quién inventó la cerradura y la llave

Gracias a los historiadores y arqueólogos, sabemos de la existencia de


primitivas cerraduras y llaves en el antiguo Egipto y en China hace cuatro mil años.
Como en muchos otros inventos, lamentablemente no se puede atribuir el invento de la
cerradura y la llave a una persona concreta.

Origen de la cerradura y la llave

El concepto de cerradura surgió muy pronto y en prácticamente todas las culturas hace


miles de años. Al principio era una simple barra que cerraba el paso e impedía abrir la
puerta o la caja.

Aunque al pensar en una llave normalmente nos viene a la cabeza una puerta, durante
muchos siglos las entradas se protegían simplemente con una cortina y las casas
quedaban abiertas. Hay que decir que tampoco había mucho para robar.

El concepto de barra travesera se empezó a sofisticar al añadir una pieza vertical que la
atravesaba e impedía que el pestillo se pudiera mover. Había que levantar la madera
vertical para poder hacerlo. Y eso solo se podía hacer con otra madera del tamaño
preciso para liberar el pestillo.

Quizás denominar como llave es muy optimista, pero sí que era el primitivo concepto
de llave: poner un impedimento físico que bloqueara el sistema y disponer de un
mecanismo que desplazara el impedimento hasta permitir movimiento de la aldaba.

Pero, puestos a asegurar el sistema, en lugar de una simple pieza vertical podían ponerse
dos o tres. Y, si eran de tamaños diferentes, había una pieza muy concreta para poder
liberar el pestillo. La seguridad aumentaba mucho y aquello sí que ya nos recuerda una
llave, aunque de dimensiones descomunales.

Evolución de la cerradura y la llave

Este tipo de cerraduras primitivas se usaron bastante en tiempos antiguos, pero


enseguida se fueron sofisticando y evolucionando. Algunos parecían complicados
rompecabezas donde la llave podía entrar por diferentes lugares, pero sólo uno era el
correcto. De nuevo, en las puertas no eran frecuentes, pero sí en los cajones, cofres y
baúles.

La miniaturización de la cerradura la hicieron los romanos. De hecho, ellos ya


hicieron llaves muy parecidas a algunas que se usaban en las casas antiguas hasta hace
muy poco. Eran piezas de metal que, al introducirse en la cerradura, hacían encajar unas
piezas de forma que la puerta quedaba libre para abrirse.

Poco a poco las llaves se fueron sofisticando, aunque el mecanismo básico era similar.
Durante la época medieval podemos decir que se hicieron las llaves más lujosas y
complicadas, pero no necesariamente las mejores.

Esto fue así hasta el Renacimiento, cuando se comenzaron a explorar otros modelos de
llaves, que cada vez han sido más seguras. Al final se comenzaron a idear llaves
magnéticos, que competían con las llaves puramente mecánicas.

También hay cerraduras biométricas, cronométricas, digitales y alfanuméricas, y


cada vez serán más sofisticadas. De todos modos, la seguridad total no existe, y siempre
hay alguien que encuentra la manera de forzar la cerradura.

Quién inventó la cerradura y la llave

Gracias a los historiadores y arqueólogos, sabemos de la existencia de


primitivas cerraduras y llaves en el antiguo Egipto y en China hace cuatro mil años.
Como en muchos otros inventos, lamentablemente no se puede atribuir el invento de la
cerradura y la llave a una persona concreta.

Origen de la cerradura y la llave

El concepto de cerradura surgió muy pronto y en prácticamente todas las culturas hace


miles de años. Al principio era una simple barra que cerraba el paso e impedía abrir la
puerta o la caja.

Aunque al pensar en una llave normalmente nos viene a la cabeza una puerta, durante
muchos siglos las entradas se protegían simplemente con una cortina y las casas
quedaban abiertas. Hay que decir que tampoco había mucho para robar.
El concepto de barra travesera se empezó a sofisticar al añadir una pieza vertical que la
atravesaba e impedía que el pestillo se pudiera mover. Había que levantar la madera
vertical para poder hacerlo. Y eso solo se podía hacer con otra madera del tamaño
preciso para liberar el pestillo.

Quizás denominar como llave es muy optimista, pero sí que era el primitivo concepto
de llave: poner un impedimento físico que bloqueara el sistema y disponer de un
mecanismo que desplazara el impedimento hasta permitir movimiento de la aldaba.

Pero, puestos a asegurar el sistema, en lugar de una simple pieza vertical podían ponerse
dos o tres. Y, si eran de tamaños diferentes, había una pieza muy concreta para poder
liberar el pestillo. La seguridad aumentaba mucho y aquello sí que ya nos recuerda una
llave, aunque de dimensiones descomunales.

Evolución de la cerradura y la llave

Este tipo de cerraduras primitivas se usaron bastante en tiempos antiguos, pero


enseguida se fueron sofisticando y evolucionando. Algunos parecían complicados
rompecabezas donde la llave podía entrar por diferentes lugares, pero sólo uno era el
correcto. De nuevo, en las puertas no eran frecuentes, pero sí en los cajones, cofres y
baúles.

La miniaturización de la cerradura la hicieron los romanos. De hecho, ellos ya


hicieron llaves muy parecidas a algunas que se usaban en las casas antiguas hasta hace
muy poco. Eran piezas de metal que, al introducirse en la cerradura, hacían encajar unas
piezas de forma que la puerta quedaba libre para abrirse.

Poco a poco las llaves se fueron sofisticando, aunque el mecanismo básico era similar.
Durante la época medieval podemos decir que se hicieron las llaves más lujosas y
complicadas, pero no necesariamente las mejores.

Esto fue así hasta el Renacimiento, cuando se comenzaron a explorar otros modelos de
llaves, que cada vez han sido más seguras. Al final se comenzaron a idear llaves
magnéticos, que competían con las llaves puramente mecánicas.
También hay cerraduras biométricas, cronométricas, digitales y alfanuméricas, y
cada vez serán más sofisticadas. De todos modos, la seguridad total no existe, y siempre
hay alguien que encuentra la manera de forzar la cerradura.

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