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El

Camino Soleado
Por David Dias.S

El mundo se ha olvidado de las causas del liderazgo. Nuestro mensajero


se llama Carlos Peláez: un ser humano que se odia a sí mismo, aunque a la vez
es un gran hombre. La historia de nuestro insólito personaje empieza en un
paraje de gran belleza, pero a la vez de gran tristeza, el cual recibe el nombre
de Caracas.

-Hola, ¿cuánto sale este libro?-preguntó Carlos con una gran emoción y
con suspicacia-. Es que el autor me llamo la atención.
-Son 13.000 Bs- declaró la vendedora con un aire de flojera-. Aquí
tienes.
-Gracias.

Carlos se fue rumbo a su casa, pero para eso tiene que pasar por un
sendero de mala muerte y es ese tipo de rutas en donde te gritan cosas como:
“imbécil”, “idiota”, “no sirves para nada”, etc. Nuestro muchacho se puso a
cruzar por la calle oscura llena de ratas y rateros de mala muerte. La calle en sí
es una gran línea recta que a sus lados está lleno de basura y ranchos en una
clara parodia de la pureza humana; sin embargo, hay que admitir que esa calle
es una parte de nosotros, esa parte del ser humano llena de pensamientos
malignos y deseos egoístas que nos rigen como sociedad. Una cuyo único
objetivo es en el que cada cual tenga su pan en la casa, pero sin ayudar a otros,
y este es un error tanto del capitalismo como del comunismo: es eso lo que
representa la calle. Nuestro navegador va pisada por pisada a su destino, hasta
que encuentra a un ratero con el peor aspecto del mundo.

-Dime ¿los tigres vuelan?- declarándolo con unos ojos amarillentos y


con una sonrisa en forma de cambur-. Anda, responde.

-Sí, pero a la vez no- dijo Carlos con un aire de confianza.

-¿Por qué?- diciéndolo con suspicacia.

-Primero vamos por el no: para ellos el volar es imposible porque


carecen de alas y no podrían volar por más que quisieran, aunque, si hay
imaginación en los seres pensantes sí volarían, ya que lo más poderoso de la
inteligencia es la imaginación, esa que nos hace volar, pero a la vez de
resolver los problemas de la vida. Eso es lo más bello del ser humano y, sin
eso dejamos de ser los que somos.

-Si vuelo en mis fantasías-declarándolo en tono dubitativo-, entonces de


verdad estoy volando.

-Es verdad. El ser humano tiene una mente capaz de alcanzar fronteras
nunca antes vistas, pero por desgracia nos limita los deseos malignos; en
particular el egoísmo. Es ese es que nos ciega, ya que con ello no podemos
lograr llevar a la realidad el sueño de volar. Si la sociedad fuera menos tacaña
estaríamos en la cúspide del desarrollo.

-Eso es un tanto misántropo ¿no crees? – la cara del vago estaba serena.

Luego de escuchar las palabras del vago, Carlos se fue recto


abandonando al vago en una especie de indignación. Los pensamientos de
Carlos se están volviendo cada vez más catastróficos. Estaba caminado por un
camino de ladrillos plateados, y a los lados del camino había varias casas de
aspecto lamentable: ventanas destruidas, puertas baleadas, paredes
garabateadas y lo más insólito son esos horribles ojos amarillos asomándose
por las ventanas de la casa. Carlos apuró el paso, tanto de que si hubiera una
pared en enfrente se estrellaría, y corrió, y corrió, y corrió, hasta llegar a una
librería enorme y, dirigiéndose a la entrada pudo apreciar lo arruinado que
estaba el establecimiento: paredes con pinturas desconchándose, vidrios
destruidos, las letras del techo que en teoría deberían decir “librería” le
faltaban la “r” y la “b”, pero lo más atemorizante era la inscripción que rezaba
un graffiti al lado de la puerta de entrada:

Aquel que se atreva a entrar en este lugar será puesto a prueba con tres
imponentes desafíos, que son los siguientes:

1) Se debe buscar el verdadero camino que está oculto por una tela
de prejuicios. Esto con el fin de demostrar conocimientos.
2) Se busca el verdadero corazón de un ser bondadoso, justo y
compasivo. Por ende, debe pelear con el mayor enemigo del alma.
3) La siguiente prueba es la más difícil. El individuo debe entrar en
lo profundo de la humanidad y enséñales el lado correcto de las
cosas, para poder así ser el nuevo guía del mundo haciendo de la
conclusión una utopía.
Después de leer estas palabras, a Carlos le entró un sentimiento de
estarse preguntando las siguientes interrogantes: “¿Soy digno?” y lo más
importante: “¿He hecho el bien en mi vida para ser considerado digno?”.
Mientras Carlos se iba al fondo de las interrogantes comenzó a sentirse
inquieto; era como tener una voz en tu cabeza que te repetía varias veces de
forma chillona declarándolo en una risa estridente y macabra, preguntándote
una y otra vez la pregunta de si de verdad eres digno. Carlos al final decidió
dejar las dudas a un lado y entrar en el sombrío lugar.

-Aquí vamos- diciéndolo con tono dubitativo.

El lobby de la librería era un completo desorden: libros tirados en el piso


abiertos como mariposas de papel; el mostrador de vidrio destruido; solo
mostrando las partes metálicas oxidadas, como una especie burda de araña
naranja; las paredes blancas manchadas con un líquido negro, y estas manchas
parecían indicar algo, y Carlos se fue acercando cada vez a más a las manchas
de la pared; sin embargo se dio cuenta de que para verlo mejor tenía que
alejarse; así lo hizo y pudo encontrar la primera prueba del graffiti que decía lo
siguiente:

Encuentra el libro del no-pensante y a la vez de los pensantes

Carlos después de analizar esta declaración, se puso como loco a pensar


en ese supuesto libro, cuando de pronto detrás del mostrador apareció una
figura de negro.

-¿Qué libro quieres?-grito de la manera más ruidosa posible.

-Encontrar el libro que dice el escrito en la pared- acercándose al


mostrador para mirar fijamente al nombre.

-El no-pensante y el pensante-dijo el hombre de negro en tono de


misterio-. Ahí está el dilema.

Carlos no parecía entenderlo, hasta que el hombre mostró uno de sus


ojos, que eran por cierto de un azul celeste. Volvió a hablar otra vez.

-Chico, recuerdas la frase de Sócrates, esa que rezaba “Solo sé que no sé


nada”-empezó a hablare serenamente.

-Sí, la recuerdo- moviendo la cabeza para apoyarla sobre su mano.

-Entonces, ve a ese espejo, y empieza a profundizar en tu mente- le dijo


esto señalándole el espejo con el dedo.

Carlos se dio cuenta de que ese espejo no estaba ahí cuando llego, y con
paso lento se puso frente al espejo ornamentado con un gran círculo de oro.
Ahora se puso indagar en su mente, recordando la conversación con la librera,
el vago y con el señor de negro, para luego agarrar esos elementos y darse
cuenta de la repuesta, la cual dio en voz alta.

-La mente humana- gritándolo como si fuera un bingo extraño.

-Exacto-continua con su tono sereno-. Ahora tienes que enfrentarte a tu


siguiente prueba que está justo detrás de esa puerta- se puso a lado para
mostrar la puerta que está ubicada detrás de él.

Ok. Entonces ¿Todo somos ese libro?- dijo está pregunta con el mismo
tono del señor negro.

Correcto- lo dijo con alegría-.Ahora ve

Carlos se puso caminar recto hacia la puerta que era de hecho de colar
marrón con un pomo plateado, y, por última vez vio al hombre de negro, ya
que éste desapareció cuando Carlos volteo la cabeza antes de abrir la puerta.

Ahora la siguiente prueba- hablando consigo mismo enfrente de la


puerta.

La abrió, y lo que vio fue algo para salir corriendo lo más rápido posible
a un lugar seguro: la habitación es un lugar vacio completamente negro; no ese
negro de que no hay luz sino el negro de la nada: esa oscuridad en la que no
hay esperanza, ni escapatoria. Ahora Carlos estaba en el medio de esa
habitación. De pronto se asomaron unos ojos amarillos en la negrura.

-¿Eres bueno o eres malo?- hablo con una voz raposa.

¡¿Qué?!- gritándolo con una fuerza que retumba los oídos.

-¡¿Eres bueno o eres malo?!- su grito retumbo como un trueno.

Carlos se puso a divagar en su pasado, era verdad que hizo cosas


erróneas y, hasta se consideraba una mala persona. Los ojos amarillos
empezaron a acercarse más y más, empezando a observar a Carlos de una
manera minuciosa, haciendo que Carlos se sintiera observado y estudiado.

-Recuerda- se dijo así mismo Carlos.

-¡¿Eres bueno o eres malo?!- su voz paso de ser un trueno a ser un


hecatombe.

-¡No sé!- hablo Carlos con desesperación de muerto- yo recuerdo una


vez tenia a una amiga que se quería copiar de mi en un examen.

-¿Qué paso?- su tono de voz bajo.


-No la deje copiarse- diciéndolo en un tono de arrepentimiento-, y luego
se me notifico que si ella no pasaba el examen la mandarían a una escuela
militar. Yo no sabía cómo iban a ser las consecuencias para ella.

-Buenos veamos- los ojos amarillos mostraron justo debajo una sonrisa
propia del Gato de Cheshire, y, de la oscuridad apareció un lago cristalino en
el piso-. Ahora veremos si de verdad le hiciste daño.

En el lago cristalino apareció la niña de Carlos: de cabellos dorados, cara


redonda y con una sonrisa de oreja a oreja, y no se veía triste. A Carlos le salió
una cara de sorpresa inmensa. Ella no estaba sufriendo: ahí estaba saltando de
un lugar a otro, como si fuera un conejo en pradera. Ahora Carlos dijo:

-¡¿Pero cómo?!- gritando y a la vez acercándose a los ojos amarillos-Yo


recuerdo el día de los resultados de la prueba, ella estaba llorando, y que la
iban a mandar a la escuela militar.

-Resulta ser que los padres se dieron cuenta de que necesita ayuda
tutorial- dijo con tranquilidad-, desde entonces su vida ha ido para mejor.

-Entonces- pasándose las manos por el cabello- ¿No soy una mala
persona?

-En lo absoluto-hablando como un abuelo cariñoso-. Tu acción de no


ayudarla la ayudo aun más que la acción de ayudarla. Ahora ya pasaste la
prueba, ya has demostrado que a veces para ser un corazón bondadoso no hay
que ayudar. Ahora subes esas escaleras y ve a tu destino.

Acto seguido vio unas escaleras ubicadas al lado de los ojos amarillos.
Eran de un maravilloso color dorado moneda. Carlos se fue corriendo hacia las
escaleras, y subió, y subió, hasta poder ver una luz al final del túnel vertical.

-¿Qué es esto?- Poniéndose a observar a la habitación en donde estaba


parado.

La habitación en donde se encontraba Carlos, era una de las más bellas,


pero a la vez más extraña: todas las paredes mostraban un camino de nubes
moviéndose como una gran vena: el techo mostraba en un gran remolino de
nubes, mientras que el piso mostraba la tierra como un punto minúsculo e
insignificante, y Carlos se dio cuento de que estaba parado en una especie de
piso trasparente. De improviso apareció una mujer con una toga blanca y con
la cara en forma de sol. La sensación de estar al lado de ella, era como tener
encima a un gato ronroneado trasmitiendo sentimientos de placer, cómo
diciendo de una manera tacita frases como: “Todo saldrá bien” o “No hay
peligro”. De pronto Carlos se lleno de esperanza, y era unas de esas
esperanzas que solo se atrapan unas cuantas veces en la vida.

-Has llegado aquí- declarándolo con sabiduría.

La mujer era de una gran piel blanca, ojos azules y de una gran estatura;
lo más característico era su rostro: un gran sol amarillo que parecía buscar
algo en las nubes.

-Si quieres ser guía de la humanidad, tienes que dejarte caer al vacío
para poder así demostrar que tienes la valentía de ser una buena luz- se acerco
de reojo al rostro de Carlos.

-Pero esto es una locura- se alejo de La Mujer Sol un par de pasos-. Voy
a morir aplastado contra el piso.

-El verdadero líder a veces tiene que hacer sacrificios por su pueblo; el
bien común siempre va poner sus interés sobre los tuyos para que así se pueda
crear a una sociedad sana y justa- dijo La Mujer Sol con tal indiferencia a las
suplicas de Carlos-. Tú eres el indicado, te enfrentaste al enemigo más
poderoso de un líder: tú

-Ya veo, entonces voy hacer el salto de fe para ayudar a todas esas
personas necesitadas.-en un estado de aceptación-. Ya cumplí con las otras dos
pruebas, no voy a rendirme, hare lo que el destino me diga, y mostrare a la
humanidad el verdadero sentido del sacrificio.

El piso trasparente se desvaneció, y, acabo por nacer un gran líder.

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