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�HA MUER TO EL
MARXISMO?
ID EP
Capítulo l
Nota biográfica.
10
fin de su vida vislumbró, con cierta esperanza, la situación
crítica y prerrevolucionana de la Husia zarista, y el papel
histórico que podría jugar una revolución victoriosa contra Ja
potencia más reaccionana de estos tiempos {en Europa J. Lsta
podría ser la razón por la cual profundizó, en los últimos li
bros de la obra de su vida '.'El Capital", el problema de la
cenia agrícola, causa de la formación del proletariado �ampc·
sino. Por la misma razón, quizás, el autor no lurn ni el tiempo
ni las fuerzH necesarias para terminar la redacción de los dos
úhimos tomos de la obra y llevarlos a la publicación.
La vida ele Marx se extinguió apaciblemente el 14 <le mm.lo
de 1883 en Londres, y su tumba se puede ver hasta h<:1y día
en el cementerio londinense de Highgate.
Vale la pena añadir que en su vida privada Carlos i\Iarx
había sido un esposo y un padre de familia ejemplar.
11
l. LA ANTilOPOLOG!A DE MARX.
12
aumentar así continuamente su capital (en diversas formas), y
por emle. su poder económico y social. Mientras así el capi
lalista se enriquece inresanlemente, el trabajador se empo brece
pro�resivamente, se "deshumaniza" Y
pierde su verdadero ca
rácter de hombre, tanto para sí mismo como en las relaciones
con sus semejantes. Por otra parte, por esta falsa relación con
t:us traba j adores v con las cosas. el capitalista también es un
"alienado". En �ume n: la sociedad capitalista es una sociedad
de "enajenados".
Esta enaje nación básica produce una serie de olras alien.<1-
ciones. El hombre que vive en la miseria y que no all'am:a n
realizar su esencia está buscando esta realización v su fPlici<Tad
en un más allá ilusorio. Así nace n las re!i1".ione". la!< cuales
oara Marx son esencialmente manifestaciones de "alienación re
li�iosa". búsqueda de una felicidad ilusoria e irreal. Pern. en
otro plano. las fi1osofías abstractas e "irlealistas" cumplen la
misma función: la evasión hacia un mundo ineicistente. donde
se busca la reali zación de una esencia humana 11urame11te abs
tracla, que olvirl a las tart'as humanas y sociales concreta�.
Fuera de estas alienaciones creadoras de munrlos ilu�orio!I.
hav otras que son la con secuencia directa de las t's lructuras
sociales v iirentes: la alienación política v la social. La alienación
no1ítica consiste no sólo. como se nienM .!!efleralnwntf'. en la
rlomi nad ón polít;ca eiercida nor la clase dirieente a t ravés <lel
Estado. En una nrofnrida visión rlf'l ioven Man. 11"" ect!f' r'ilti·
rno narece haber nlvidaclo i>n sus f'"crilos nnsteriorrct, se Clrfint'
la a1ienación nolítira rnmo la división interna oue hav l"n carla
miembro de lo sorieda1l entre su" fu nc i ones "nrivadns" v la
fu nci ón "núhlira" d,. ri11clarlano. Para Marx ésta eo;; una mani
festación de enferm,.dnd dPI ruer no sncial entPro. v. por !'11n11r!'to.
una consecuencia de !'U t"S l ru ctura rlasisla. F.n In sN'iedad fra
lerna que él anhela no nuede haber tal tino (1,. divis;ón. ni
externa ni interna: rienf' que haber una cnincirlenria total f'ntrf'
el inlerés narlicular v f'I !!'f'.neral. v nor consi1".uiente. una unidad
total entre todns los mi('mbro s del ruen10 s ncia l enrre sí v para
eon In soriedad entera.
Por eso. fa alienación pol ítica lleva a la consideración de
su causa profunda, la alienación social. Esta consiste esencial-
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menle en la división clasista de la sociedad. división que se
reduce. en el fondo, y a pesar de una aparente mavor comple
jidad. a la división en una clase "dominante" y otra "dominada".
En escritos posteriores. tanto Marx como Engels reconocen que
la división en clases es la consecuencia de ]a división del tra
bajo. la cual. a su vez. es un "mal" inevitable en las sociedade.s
en desarrollo. Por eso, para llegar a su ideal de la sociedad
"sin clases". el· marxismo inicia] consideró siempre como una
de su!! metas básicas la superación de la división del trabajo.
La sociedad ideal es para Marx una sociedad totalmente fra·
terna, en la cual todos trabajan unidos, sin la se11aración de
barreras sociale11. en una comunidad totalmente armónica. F.!!
evidente que éste es un anhelo v un ideal admirables, pero los
cuales hasta hoy día no han sido logrados por nin¡mna socie·
dad "socialista" o "comunista". Vamos a ver que la idea mis·
ma de la abolición de la división del trabajo ha sido, priicti·
cemente, abandonada en 1os regímenes comunistas contempo·
ráneos.
La denuncia de las alienacione� e� oafl\ Marx sólo un punfo
de nar!ida. Su ohietivo final es la transformación rr,vnll1ciona
ria de la sociedad. para lle!?ar a un eFfado en el cual lod11io las
alicn11riones son suoeradas. Y como 111: base de toda!! las enaie·
naciones es la económica o "del trabaio". el acto re•·olucionario
fondamental es el de Ta abolición de la "anroniArión nrivadA
de In!< medio .. de nrodncción" v el tra'!paso de dicha nronif'rlad
a la c;odedad entera. Ac;í c;e sunera en el acto la opresión v Ta
exn1otación de la ma!la del pueblo oor la clase diril!'ente. nro·
njetaria de los medios de producción. v se realizan las con�i
cionec; para la sunnación de toda� las demás enaienaciones.
Pero Marx sabia neríectamente que �u ohietivo final no
1>odria ser alcanzado de la noche a la maiian11:. sino que había
de nm1ar nor al,!?lmns etaroa .. intermedia!' hasta lle!?ar R la !IO·
rif'<hd idf'al "in clases. Dirhas etanac; son claramentf' indirada!!
"n 1., .. e!!Critos de iuvenlud. v 11ohre f'�e punto el J'l("nsamienlo
•IPl "'''ºr no varió hasta el fin de su vida.
Más aún: se puede decir. de manera !!eneral. que el nro.!!ra
ma dr Ta suneración de las alienadont"l' v de la realización de
la sociedad comunista idea], programa expuesto en los escritos
14
de juventud mencionados, va a inspirar todas las obras pos!erio
res del fundador principal del movimiento comunista.
15
es por consip:uienlc un "ser objetivo". La vida humana es un
incesante inlercambio enlre "sujeto" --el hombre-- y "objeto"
-la uaturttleza exterior al hombre-. Desde el principio se
nota en Marx el aspecto dialéclico de su pensamienlo; pero se
ve lambién que su dialéctica es real, por cuanto consiste preci
samenle en esla interrelación mulua entre hombre y naluraleza,
y no en unas leyes abslractai\, que estarían por encima del hombre.
Pero, por ser "activo". el hombre es, asimismo, "pasivo".
Precisamente porque tiene sus objetos fuera de sí. estos últi·
mos son para él objetos de sus deseos, de sus ne("esidades. Y.
porque estos deseos y necesidades no son siempre satisfechos,
el hombre sufre ("pasivo" viene de "pasión", y "rasión" si¡mi·
fica en primer Tu�ar "1;ufrimiento"). Jugando con el doble sentido
de "pasión". Marx deduce de eso que el hombre, en muchos
casos. ve surgir en él la "pasión'', a partir del sufrimiento foon·
secuencia. p. ej .. de un deseo no-satisíecho). Así que. en úhimo
término. el hombre es, lambién, un "ser apasionado".
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to implica en Marx toda la riqueza de las diversas dimensiollel
humanas, por las cuales el hombre se constituye como un sor
único y original en la naturaleza. "Ni los objetos naturales son
objetos h\llDanos de manera inmediata, dice el autor, ni el
sentido humano es inmediatamente sensibilidad humana ni ob
jetividad humana. Ni la naturaleza objetiva y la subjetiva es�
adecuadamente presentes de manera inmediata al ser humano".
O sea: a diferencia del animal, el hombre no es1' sumeraido
en una especie de "inmediatez" de las cosas o de sus estados
de conciencia; el hombre toma distancia frente a las cosas y
frente a sí mismo', y así desarrolla su autoconciencia.
· Por eso, el hombre i;:¡s, para Marx un "ser genérico" ... Elte
concepto, que vamos a analizar en detalle más adelante, impll:
ca, según el autor, que el hombre, preciSUJ1.ente por la distancia
que toma frente al mundo, es capaz de superar la particularidad
de lil'S cosas y pensar en términos universales. Así se constituye
el hombre en ser inteligente y, por lo mismo, por las diversa
posibilidades que se abren a su acción, en un ser libre. El con
cepto de libertad, que Marx deduce de la inteligencia y de la
autoconciencia humanas, es para él uno de los conceptos cen
trales de todo su pensamiento, implícito ya en la denuncia de
las alienaciones, y que inspira toda su antropología y su filo
sofía social revolucionaria.
Pero hay otro aspecto del hombre en cuanto "ser natural
humano", y que es ligado a la constitución, y al desarrollo de
la conciencia humana: es la dimensión histórica. Como todo
ser vivo, el hombre tiene una historia; pero, otra vez, esta his
toria es consciente, y el hombre busca conscientemente, a tra
vés de su historia, un desarrollo cada vez más completo. En
otras palabras, el hombre está autorrealizándose a través de su
desarrollo histórico.
En esta autorrealización del hombre, hay un factor inlpor
tantísimo por el papel decisivo que tiene para el hombre J
para la naturaleza; este es el trabajo. Pero antes de analizar
este factor central, veamos otra característica del desarrollo
humano: su aspecto dialéctico. Ya sabemos que para Marx la
dialéctica no es algo abstracto, como en Hegel, sino que con
siste esencialmente en el incesante intercambio entre hombre
2.-¿Hi lhlllrto... 17
y naturaleza, intercambio qüe implica reacciones mutues de
un factor sobre otro y, por eso mismo, continuo desarrollo y
transformación tanto de ,la naturaleza como del hombre. Pero
hay una característica de la dialéctica marxista que se olvida
a veces, y que es lo único que Marx conservó de la dialéctica
de su maestro: se trata del "valor positivo de la negatividad".
Lo que el autor quiere decir es que, dentro del desarrollo
evolutivo del hombre y de la sociedad, hay inevitablemente
fases negativas ("antítesis" o "alienaciones"), las cuales son
la condición misma de las fases positivas posteriores. Esta idea,
que el autor expresa de la manera más explícita en los "Ma
nusc:ri�", está contenida por lo menos implícitamente en la
"Ideología Alemana", obra básica para el c:onoc:imiento del
materialismo hist6ric:o, y que Marx escribió conjuntamente con
Engeh. Mú atín: en un epilogo a la segunda edición alemana
del libro 1 de El Capital, el autor se refiere a su método (em
pleado en este libro). que no es otro que el "dialéctico". Pues
bien, allí .reconoce de la manera más explícita que dicho mé
todo consiste en que "a la comprehensión positiva de lo exis
tente añade a la vez la de su negación; pcrque entiende cada
fomia. en cuanto resultado de una evolución, pero también en
el flujo del movimiento, por lo tanto, según su aspecto pere
cible". En otras palabras: la "negatividad" o fase negativa es
un aspecto inevitable del desarrollo humano y social, y la con
dición misma del progreso.
Esto significa que la "alienación" o enajenación, tan com
batida por Marx (y con toda ruón) es, a pesar de todo, una
condición del desarrollo y del progreso. Es importante no ol
vidar eso para entender el verdadero significado de la dialécti
ca marxiana, y para darse cuenta del profundo realismo que
manifiesta en todo el fundador del movimiento comunista.
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para desarrotlarse. Este no es sino el aspecto "humano" del
hombre en cuanto "ser natural activo". Para el autor de los
"Manuscritos" Ja "vida productiva" forma parte de 1a esencia
humana. "La producción práctica de un mundo objetivo, dice,
la transformación de la naturaleza inorgánica, es la confirma
ción del hombre en cuanto ser genérico consciente". Y el ob
jeto del trabajo no es otro que "la objetivación de la vida ge
nérica del hombre, por cuanto ... 'ste se duplica activa y real
mente y se contempla en un mundo creado por '1".
Esta verdadera filosofía del trabajo, el autor la sigue desa
rrollando en el primer libro de su obra más importante, "El Ca
pital" (texto publicado en 1 867, más de veinte años después de
los "Manuscritos", lo que es, por otra parte, una de las pruebas
de la continuidad de su pensamiento). En este texto insiste, en
primer lugar, sobre el carikter inteligente del trabajo humano.
"Una araña, dice, efectúa operaciones que se asemejan a las
del tejedor; y la abeja avergüenza por la construcción de sus
celdas de cera a muchos arquitectos humanos. Pero. lo que
desde el principio distingue al peor arquitecto de la mejor abe
ja, es que él ha construido de ante11Wno la celda en su cabeza,
antes de construirla en la cera. Al final del proceso del trabajo
sale un resultado, que al empezar el mismo ya. estaba en la re
presentación del obrero, _o sea de manera ideal". No se podfa
expresar de manera m•s clara, y diríamos de manera rw1s tra
dicional, el hecho que el trabajo humano procede de la inteli
gencia humana, por tratar de realizar una obra concebida pre
viamente por Ja inteligencia, en forma de representaci6n o idea.·
En cuanto al acto productivo mismo, el autor subraya en
primer lugar su carácter universal, que no depende del régimen
económico en el cual se efectúa. El trabajo tiene ciertos rasgos
esenciales y "no cambia su naturaleza universal por el hecho
que se produce para el capitalista y bajo su control". En se
guida señala en qué consiste la esencia de este proceso dialéc
tico. "El trabajo, dice, es en primer lugar un proceso entre el
hombre y la naturaleza, un proceso en el cual el hombre rea
liza, regula y controla por su propio acto su asimilación de la
naturaleza. El enfrenta la materia misma de la naturaleza.�
mo una potencia natural. En cuanto por este movimiento ac-
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túa sobre la naturaleza fuera de él y la transforma, transforma
al mismo tiempo su. propia naturaleza".
Esta es la razón por la cual la "mediación" áel trabajo es
fundamental, según Marx, para el desarrollo del hombre y de
las sociedades. Pero dentro de esta "mediación" hay un factor
que juega un papel básico: éste es el instrumento del trabajo.
Adelantándose ·al pensamiento de muchos antropólogos mo
dernos, el autor hace notar que "el uso y la creación de me
dios de trabajo -o instrumentos-, aunque en gérmen sean
ya propios de ciertas especies animales, caracteriza el proceso
del trabajo especfficamente humano, y por eso Franklin define
al hombre como 'a toolmaking animal', un animal fabricador
de instrumentos".
En el instrumento de trabajo y su continuo perfecciona·
miento, se manifiesta precisamente la dialéctica de la continua
transfonnación del hombre a través del proceso del trabajo.
En los siguientes capítulos del mismo libro de "El Capital"
el autor aplica la concepción expuesta al desarrollo de los
regímenes económicos, y especialmente del capitalismo. "No
es lo que se hace, lo que distingue las épocas económii::as, sino
la manera cdmo, con cuáles medios de trabajo se hace". En
los caps. XII y XIII Marx muestra. cómo por evolución ínter·
na, los medios de trabajo usados por el Capital�smo se transfor·
maron ·y perfeccionaron cada vez más, hasta llegar a constituir
la poderosa maquinaria de la industria moderna, que incluye
la máquina m's originalmente humana: la máquina·herramien·
ta, o sea la máquina que produce otras máquinas. Al mismo
tiempo, y por la misma evolución histórico-dialéctica, el traba�
jo se ha� cada vez más social, hasta que el obrero individual
casi desaparece, dominado por completo por la maquinaria,
la cual actúa como un autócrata frente a los trabajadores.
Prolongando las reflexiones de Marx hasta nuestros dí�.
se puede decir que hemos llegado hoy a la última etapa de la
transformación del medio de trabajo, por la cibernética y la
automatización, que conciben y crean máquinas autorregula·
doras y reemplazan al trabajador en grado mucho mayor que la
máquina que conoció et autor de El Capital. Pero dicha evolu·
ción no hace sinó confirmar la filosofía del trabajo elaborada
por Marx.
20
3. El Hombre, Ser Social (El Humanismo Socia]).
21
telectual, sino activa y realmente y, por tanto, se contempla a
sl mismo en un mundo creado por él".
Asimismo se manifiesta otra característica del hombre en
la actividad "genérica": la libertad. "El hombre es un ser
consciente, sólo porque es un ser genérico. S6lo por eso su ac
tividad es actividad libre. ...El animal produce sólo bajo el do
minio de Ja necesidad física inmediata, pero el hombre produce
aún cuando es libre de dicha necesidad. Más aún: produce
realmente s6lo cuando es libre de la necesidad /lsica''.
Pero el carácter social del hombre va más allá de su per
tenencia a la especie; hay una íntima unión entre hombre indi
vidual y sociedad. "Como la sociedad misma produce el hom
bre en cuanto hombre, as( también ella es producida por él.
IA actividad y el goce son sociales, según su contenido, como
según su forma de existencia; son actividad social y goce so
cial".
O sea: para Marx hay una unión íntima, una verdadera
interpenetración de lo individual y de lo social; más aún: hay
una relación dialéctica entre los dos aspectos. Esto lo expresa
clart1.mente en la primera de las frases citadas, y que general
mente se cita sólo en su primera parte. En efecto, se puede
decir que "la sociedad produce al hombre en cuanto hombre";
pero la inversa es exacta, también, por cuanto "también elta
(la sociedad) es producida por él". Según una lógica demasiado
tradicional y "lineal", estos dos afinnaciones son contradicto
rias; pero no así en una lógica dialéctica, que toma en cuenta
toda la complejidad de la realidad.
Es importante darse cuenta de eso, para apreciar en su
exacta dimensión la antropología marxiana y su tesis de que el
hombre es "un ser social". Muchas veces se interpreta dicha
concepción en un sentido colectivista, haciendo desaparecer
el valor original· de la persona humana. Nada está más lejos
del pensamiento del autor de los "Manuscritos". Es cierto que
según él, el individuo lo debe todo a la sociedad, en cierto sen·
tido. Así dice p. ej.: "El individuo es el ser social... Su mani
festación vital es por consiguiente una manifestación de la vida
social, La actividad tanto en su contenido como en su manera
de ser es social.. . El material de mi actividad -incluso en len-
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guaje (en el caso del científico)- me es dado como·producto
social". Pero el autor subraya de la misma manera la origina
lidad de cada petsonalidad. "La vida individual, dice, y la vi
da genérica no son diferentes, aun cuando la manera de ser de
la vida individual es una forma más particular o más general
de la vida gen�rica. El hombre -aún en cuanto es un indivi
duo parlicular- es en el mismo grado la totalidad, la existen
cia subjetiva de la sociedad pensada y sentida para sí".
Está claro, por lo tanto, que en Marx tenemos una verda
dera síntesis entre el aspecto individual y el social, entre per
sonalismo y comunitarismo. Sin olvidar la importancia decisi
va de la sociedad en el ser y la aclividad del individuo, Marx no
olvida el valor irreemplazable del sujeto individual, en su exis
tencia, su pensamiento, su actuar.
Este es el hombre marxiano: un ser "natural", que sale
del reino animal; pero un ser natural "humano", es decir
autoconsciente, inteligente y libre, cuya libertad v"a desarrollán
dose a lo largo de la historia de las sociedades humanas, para
realizarse plenamente en la sociedad "desalienada" sin clases.
Además, un hombre que nunca vive ni actúa como ser aislado,
sino siempre en unión con la sociedad de la cual surge y para
'
la cual vive.
Algunos intérpretes modernos de Marx han pretendido que
a partir de la redacción de la "Ideología Alemana" (en 1845)
éste· abandonó por completo todo pensamiento antropológico,
por "ideológico", limitándose a una interpretación "científica"
de los regímenes económico-sociales. Sin embargo, una lectu·
ra un poco atenta de los escritos posteriores a 1 845, incluyen
do los últimos de la vejez, demuestra todo lo contrario: el
ideal antropológico de su juventud sigue inspirando, implfci
ta y muchas veces explícitamente, al Marx maduto y al "viejo".
Su pensamiento busca una base científica más amplia; pero su
objetivo final sigue siendo el hombre "libre", libre "de" toda
clase de alienaciones y libre "para" lograr su desarrollo "ge
nérico" y plenamente humano ( 1).
23
4. ¿Humanismo, Naturalismo o Materialismo?
24
Hay que reconocer, eso sí, que el autor de los "Manuscri
tos" .no reconoce fuerzas o valores "transcendentes" al mundo;
él niega todo lo que está más allá de este mundo: la inmorta
lidad del alma, Dios. En ese sentido se podría calificar su pen
samiento de "naturalismo"; pero de todas maneras sería un
naturalismo espiritualista, por cuanto reconoce la superioridad
del espíritu sobre Ja materia y lo puramente biológico. Pero el
espiritualismo no implica, de por sí, la dimensión transcenden
te y religiosa, y de todas maneras el hecho de que sea ateo no
basta para calificarlo de "materialista".
Se puede decir, por �onsiguiente, que la antropología mar
xiana no es sino la continuación, por lo menos en el plano "in
tramundano", de la antropología realista y espiritualista tradi
cional. Este es, a nuestro juicio, un hecho importantísimo, para
eventuales contactos y diálogos con auténticos marxistas, con
los que quieren volver al pensamiento marxiano inicial para
buscar allf una . inspiración, con miras a desarrollar un pensa
miento marxista contemporáneo más vivo y menos dogmático.
Habría que añadir que Marx, como antropólogo, era un pen-
54dor "de avanzada", muy adelantado en relación con sus con
temporáneos. En efecto, hace más de un siglo él había ya su
perado un racionalismo, qtie en su tiempo era todavía la con
cepción general. Sabemos que para él el hombre no es un ser
puramente racional ni contemplativo, sino esencialmente fabri
cador y activo, tesis que corresponde totalmente a la visión de
la antropología moderna. Y con eso Marx no se refiere sólo
a la actividad meramente técnica del hombre, sino que piensa
a todos Jos campos de la creación humana: la ciencia, la tec
nología, pero también la creación social, moral. política y ar
tfstica. El "ser natural, humano y activo" de Marx es, en una
palabra, el hombre fabricador y creador según todas las dimen
siones de la creatividad humana.
En cuanto a su ateísmo, éste es indiscutible y radical. Hay
que añadir, sin embargo, que por una parte no es combativo,
como el de muchos de sus partidarios actuales. Para Marx la
religión se va a terminar por sí misma, una vez que se haya lo
grado Ja sociedad ideal sin clases y sin antagonismos. Por otra
parte, si se leea. con atención los textos en Jos cuales el autor
25
trata de justificar su rechazo de Ja religión y de Dios, se nota
que él no entendió ni una ni otro. El Dios que él combatió o
que negó no era el de la auténtica religión ni mucho menos
el de los Evangelios, sino un Dios que correspondía, desgra
ciadamente, a las nociones y a la vida de muchos cristianos
de su tiempo.
Por eso se puede decir, a nuestro entender, que el ateísmo
no es esencial al marxismo. El cristiano o el hombre religio
so en general puede perfectamente admitir el concepto marxiS
no del hombre, tratar de integrarlo a su visión religiosa del
mundo y de realizarlo en su vida individual y social.
Este es otro de los hechos que nos parecen importantes, pa
ra un posible diálogo con marxistas en nuestro tiempo.
Lo mismo no se puede decir, posiblemente, de la filosofía
social de Marx o del "materialismo histórico". Por eso es tiem
po que nos ocupemos de esa parte del pensamiento marxiano,
que es la más conocida, pero también la más discutida y, qui
zás, la más discutible.
26
dice allí, se transforma en crítica de la tierra; la crítica de la
religión ,en crítica del derecho; la crítica de la teología en crí
tica de la política".
Es esta crítica de la tierra, del derecho y de la política que
el autor está realizando precisamente con su teoría del mate
rialismo histórico, el cual trata de mostrar que derecho, polí
tica y religión no son sino reflejos de la base económico-social
de una sociedad dada.
La obra básica en la cual se expone dicha concepción es
la "Ideología Alemana", escrita en conjunto con su amigo En
gels (en 1845, pero nunca publicada por él). En el "Manifies
to Comunista" (escrito, también, conjuntamente con Engels,
publicado en 1848) encontramos una especie de resumen po
pular de la misma teoría. En "El Capital" (del cual el autor
alcanzó a publicar sólo el tomo I, en 1867) no añade nada
esencialmente nuevo, sino que aplica sus tesis al análisis críti
co del capitalit;mo, para anunciar la autodestrucción del mismo
y la instauración de la sociedad comúnista ideal. En algunos
escritos menores como también en la Correspondencia (entre
Marx, Engels y sus amigos) se encuentran varias precisiones
importantes de los conceptos desarrollados en las obras ante
riores.
El materialismo histórico es un intento de explicación de
Jos regímenes socio-pollticos y de las culturas correspondien
tes por su base económico-social. Se trata de un conjunto de
conceptos bien construido, pero en el cual se pueden distinguir
dos aspectos, que se resumen en dos tesis: la de la relación
entre infraestructura y superestructura, y la de la lucha de
clases. Examinemos una por una estas dos tesis.
27
minado régimen económico. Para Marx, dicha infraestructura
económiro-social es la base sobre la cual se eleva todo el edi
ficio social y que explica todas las manifestaciones culturales
de una sociedad.
La superestructura está formada, precisamente, por todos
estos aspectos "superiores" de un rEgimen social. En ella hay
que distinguir entre laa instituciones y las "ideologfas". La ins
titución principal es el Estado, el cuaJ, según Marx, es a la vez
la eXpresión del dominio de la clase dirigente ("amos" en el ré
gimen esclavista; "señores" del régimen feudal; "burgueses"
o "capit81istas" en el capitalismo) y la mejor garantía para_ man
tener dicho dominio. Otra institución es el derecho objetivo
vigente, el cual es el instrumento jurfdico del Estado y de la
clase dominante para encauzar toda la vida social según sus
interes�.
Las "ideologías" son, de manera general, todos los conte
nidos de conciencia, según la fórmula de la "Ideología Alema
na": "No es la conciencia la que determina la -vida, sino la vi
da que determina la conciencia" (por "vida" se entiende aquf
Ja vida social, determinada por la clase dominante). Pero los
contenidos de la conciencia son principalmente las ideas vi
gentes en una sociedad dada, según la fórmula del "Manifiesto
Comunista": "Las ideas dominantes son las de la clase domi
nante". De ahí el término de "ideologías".
Ahora bien, hay muchas formas de ideología. Las ideas
implícitas en el sistema jurídico son ideología "jurídica". Ade
más hay la ideología religiosa, la moral, la filosófica, la artís
tica etc.
El término de ideologfa es, evidentemente, despreciativo y
1uiere decir que no se trata de "verdades" ni de conocimien
to, sino simplemente de conceptos impuestos por la clase do
minante, para servir sus intereses, para formar las concien
cias de todos los miembros de la sociedad según su convenien
cia y, además, para dar por lo menos una apariencia de jus
tificación a su dominación. Se trata de una especie de técnica
psicológica, consciente o inconsciente, para dirigir y dominar
las conciencias.
28
Estas son las nociones básicas de la primera tesis y su signi·
fjcado exacto. ¿Cuál es, ahora, la tesis misma?
Dicha tesis, ya indicada implícitamente en el análisis de
Jos conceptos, afirma que la superestructura -o sea tanto las
institucion.es como las ideologías- no es sino el "reflejo" de
Ja infraestructura o de la base económico-social. Según fór
m ula de Engels, la infraestructura económico-social "forma la
base sobre la cual descansa y la única que explica la historia
política e intelectual de cada época". Se nota que la fórmula,
como asimismo todas las otras de Marx o de Engels (que en
ese punto no tienen divergencias), es bastante vaga y deja la
puerta abierta a diversas interpretaciones. ¿En qué sentido la
infraestructura es "la base sobre la cual descansa" la superes·
tructura? ¿Qué significa que la primera "explica" la segunda?
La segunda es puro "reflejo" mecánico, o tiene sus leyes propias
de desarrollo?
Si comparamos y analizamos el conjunto de los textos de
Marx y Engels al respecto, y sobre todo también su corres
pondencia (en la cual vuelven muchas veces sobre aspectos
menos claros de su teoría), llegamos a la siguiente conclusión:
De todas maneras la relación de dependencia que existe
entre la superestructura a la infraestructura, no hay que enten
derla de manera demasiado simplista. ni, sobre todo, "mecá
nica". Los autores del materialismo histórico tenían una cultura
académica demasiado profunda para no saber que la teoría, la
filosofía, que el pensamiento científico en general se desarrollan
de manera bas1ante autónoma, tienen su historia y sus leyes
propias e inriuyen también sobre la ·vida social, política y eco
nómica. Lo mismo vale de las instituciones, y sobre todo del
Estado. Esto lo reconoce Engels de la manera más explícita en
una Carnosa carta a su amigo Bloch (del 2 1 de septiembre de
1890), cuando dice textualmente lo siguiente: "La siluación
económica es la base, pero las diversas parles de la superes
tructura . . . también ejercen su iníluencia sobre el curso de
las luchas históricas y en muchos casos preponderán en la
de1erminación de su forma. Hay una interacci6n de todos esos
elementos; en el seno de una interminable multitud de acci
dentes . . . el movimiento económico termina por hacerse valer
29
LO S U R DO
lll8LIOTECA I N � . tiº---
como necesario." En otros textos afirma todavía más claramente
la aútonomía del pensamiento científico y de las "ideologías".
Según estas aclaraciones de Engels, las diversas partes de
la superestructura tienen relativa autonomía y, por otra parte,
reaccionan sobre sus causas económicas. En una auténtica con,
cepción dialéctica no puede ser de otra manera. Lo llnico que
Engels subraya siempre es que, en última instancia, la base eco-.
nómica es la que da la forma decisiva a la sociedad entera y,
también, a los aspectos esenciales do la superestructura.
Se puede admitir que en eso Engels es el fiel intérprete del
pensamiento común. En efecto, los dos escribieron juntos tanto
la " Ideología Alemana" como el "Manifiesto", además de
mucho¡ prefacios a las diversas ediciones de este último, en
los cuales reiteran los· conceptos esenciales del mismo. Por eso
se puede tener fe en Engels cuando pretende dar una especie
de interpretación "auténtica" de la relación "dialéctica" que
existe entre supra e infraestructura, y cuando declara (en la
misma carta a Bloch, cuando Marx ya había muerto desde
hacía siete años), que "el elemento determinante de la historia
es en t1ltima instancia la producción y la reproducción de la
vida real". "Ni Marx ni yo, sigue diciendo, hemos afirmado
nunca más que eso; por eso, si alguien lo tergiversa, transfor
mándolo en la afirmaci6n de que el elemento econ6mico es el
t1nico determinante, lo transforma en una frase sin sentido,
abstracta y absurda".
El materialismo histórico no es, por consiguiente, ni un
mecanicismo ni aún "economismo", para el cual el único factor
serla el económico y todo el resto un puro "reflejo" mecánico.
Sin embal'80, hay que preguntarse si aún en esa forma esta
interpretación global de Ja historia es aceptable. Este es uno
de Jos puntos centrales de nuestra discusión con el marxismo y
el comunismo.
En primer lugar, hay que reconocer que hay mucho de
verdad en dicha teoría. Dejemos de lado por el momento el
problema del Estado, sobre el cual hay que volver mlis ade·
Iante. Si consideramos únicamente las llamadas "ideologías", o
la "producción espiritual" (según otra expresión de los autores,
equivalente para ellos a la de "ideología"). es evidente que-
30
por gran parte tienen razón con sus tesis. En los conceptos
vigentes en el derecho, en la política, en la filosoffa, la moral
y hasta la religión se nota muchas veces, tanto en el pasado
como en el presente, la influencia de Ja "clase dominante". La
famosa frase del "Manifiesto", según la cual las "ideas do
minantes son las de la clase dominante" �s por gran parte
exacta. Pero: por parte solamente/
En un estt¡dio más detallado del marxismo (2) hemos tra
tado de mostrar que una gran parte, y la parte más impor
tante, de la llamada "producción espiritual" es independiente
de la base económico-social. Es muy fácil darse cuenta, en un
análisis un poco atento de lo que es la "cultura", que tanto
la filosofía como Ja moral, la religión y el arte, en lo que
tienen de específico y de original, están por encima de la
vida económico-social. Sus conceptos fundamentales son uni
versa1es y pruebas de la independencia del espíritu frente a lo
puramente material y a las infuencias sociales. Lo esencial de
Ja metafísica y de la antropología de un Platón, de la metafísica,
de la ética o de la filosofía politice de un Aristóteles, del pen
samiento de Plotino, San Agustín o de Santo Tomás, de
Descartes, Spinoza, Kant, Hegel. Husserl, Bergson o Jaspers,
de Jos conceptos religiosos ·o morales de Budha, Jesós, Mtlboma
o Confucio, está más allá de la base económico-social de
las sociedades en las cuales han vivido estas personalidades.
En los mismos textos marxistas encontremos la pl".Jeba de
lo que afirmamos. Así por ejemplo: en el "Manifiesto" hay un
párrafo en el cual los autores tratan de explicar la universa
lidad de algunos conceptos morales por la universalidad de la
situación de dominación y de explotación en el pasado. Es ·evi
dente, sin embargo, que dicha explicación no vale, porque no
se ve qué tienen que ver las nociones de "libertad", "justicia",
"fidelidad", "honor'', "respeto a las personas", "amor" etc.,
con las situaciones de las clases dominadas o de las domi
nantes. En efecto, dichas nociones valfan siempre para todos,
más allá de su situación social particular, después de la abo
lición de la esclavitud por lo menos. El siervo de la Edad
ll
Media por ejemplo: debía "lealtad" a su "señor", pero este
último debía protección 'al siervo, o sea también una cierta
lealtad (como lo reconoce el mismo Engels en su obra "El
Origen de la Familia, la propiedad privada y el Estado"). Estos
conceptos y valores tenían, por lo tanto, su vigencia tanto para
los señores como para los siervos, para los burguese�, los
hombres de clase "media" y los "proletarios". Además, en su
"Anti-Dühring", Engels hAbla de una moral futura, "universal·
mente humana". Aún reconociendo, por lo tanto, que en las
morales del pasado, teóricas y sobre todo prácticas, había de
masiados elementos clasistas, el hecho mismo de que se admite
la posibilidad de una moral "universalmente humana" es la
prueba de la verdad de nuestra tesis, o sea de que por sí el
espíritu y la "producción espiritual" son universales y no de·
penden, en su esencia, de la base ec,o nómico-social.
Marx misl}lo se dio cuenta del problema y de la dificultad
que tiene el materialismo histórico para resolverlo, en un texto
poco conocido (se trata de una " I ntroducción a la Critica de
Ja Economía Política", del año 1 857). Alli Marx: se pregunta
el por qué del valor estético tan grande de la literatura griega
y del �eatro de Shakespeare, cuando los dos se "elevaban" sobre
infraestructuras bastantes primitivas. Y él mismo reconoce que
no sólo estas obras nos procuran placer estético, sino que siguen
siendo "modelos" inimitables para Jos artistas contemporáneos.
Es cierto que más adelante el autor trata de dar una respuesta
a la pregunta planteada por el mismo. En cuanto al arte de
Shakespeare, simplemente nos debe la explicación hasta hoy
d ía, porque en esta parle se interrumpe súbitamente el manus·
crito. Y el valor estético perenne del arte griego lo explica
comparando a los. griegos a niños bien desarrollados, que pro
curarían a nosotros, hombres "maduros" o "viejos" (cultural·
mente hablando) et placer que procuran los juegos iníanliles
a los abuelos.
Es evidente que dicha respuesta, en el caso del arte griego,
es una escapatoria. La razón indicada vale al máJCimo para
la epopeya homérica, pero no para - el arte dramático, uno de
los más grandes jamás creados,• ni para la escultura o la ar·
32
quitectura, que son de una perfección y de una madurez pocas
veces alcanzadas después.
Este fracaso de una explicación satisfactoria, en el único
caso de una "producción espiritual" no-ideológica analizado
por el creador del materialismo histórico confirma lo .que di
jimos: dicha teoría es ir1capaz de explicar las auténticas crea
ciones culturales, las que en su esencia demuestran la inde
pendencia del espíritu humano y su superioridad. frente a ca·
tegorías puramente económico-sociales.
Pero hay más. Afirmamos de la manera más categórica que
el marxismo mismo, en lo que tiene de verdad, es una de estas
"producciones espirituales" no-ideológicas y, por ende, indepen
dientes. En efecto, en las p�ginas anteriores mostramos que
en el pensamiento de Marx se pueden distinguir una antrop<r
logia filosófica, una filoso/la socia( y hasta una ética (o moran.
Si ·estas concepciones fuesen meras "idet>logías" (en el sentido
definido) , no tendrían ningún valor de verdad y tendrían que
ser "reflejos" de la infraestructura de la cual surgieron. Pero
ninguna de �stas dos suposieiones se verifican. Es evidente que
para su autor dichos conceptos eran "verdad" y que, por otra
parte, no pueden ser considerados como reflejos de la infraes·
tructura capitalista. Al máximo son teorías elaboradas en reac
ción contra la infraestructura burguesa vigente; pero aún asf es
evidente que no son "reflejos" de la misma; en efecto, otro
espíritu que el de Marx habría elaborado otras concepciones,
como pasó, de hecho, con los "socialistas" de todo tipo anterio
res al autor de "El Capital" y que son duramente crilicados
en las obras de este último.
En resumen, nuestra apreciación de esta primera tesis del
materia1ismo histórico es la siguiente:
- Hay una gran parte de verdad en ella, por cuanto tanto
las instituciones de una sociedad como muchas de las ideas vi
gentes son reflejos, hasta cierto punto, de la estructura econ�
mico-social de dicha sociedad.
- Sin embargo, la tesis no alcanza a explicar toda la "pro
ducción espiritual" o cultural en general di: cualquier época
histórica. Las creaciones culturales, en su esencia, son mani·
festaciones de la independencia del espíritu frente a las reali-
3.-¿¡q l!lllertO •• ,
dades materiales y económico-sociales, y no "ideologías" en el
sentido marxista.
- El mismo marxismo es una de estas "producciones es
pirituales" independientes,. P.Orque como antropología, filosofía
social y ética él no es ningún reflejo "ideológico" de Ja sociedad
burguesa, .sino una creación espiritual, que se debe principal
mente al espíritu creador de Carlos Marx.
- Por eso mismo el llamado "materialismo histórico" no
es un "materialismo'', como tampoco lo es la antropología de
Ja cual surgió. El marxismo, en cuanto filosofía social y ética,
es precisamente una reacción contra el materialismo, teórico
o práctico, inherente a los regímenes económico-sociales ante
riores y la exigencia de constituir una nueva sociedad, en la
cual el hombre, es decir todos los hombres puedan desarrollar
plenamente su personalidad libre en todas las dimensiones,
incluso las espirituales.
B. La Lucha de Cla.ses.
'
La segunda tesis del materialismo histórico es la de la lucha
de clases. Dicha tesis incluye toda una sociología, y sobre todo
una concepción de las clases sociales y de su desarrollo, que
de por �í es discutible en algunos aspectos. Pero dejemos de
lado el problema sociológico, para analizar sólo la tesis misma
de la lucha de clases. En segundo lugar vamos a discutir bre
vemente la concepción del Estado de Marx, la cual es una
especie de anexo de dicha tesis.
34
siempre esta oposición entre una clase dominante 1 otra (a
otras) dominada(s). "Hombres libres y esclavos, sigue el "Ma
nifiesto", patricios y plebeyos, señores y siervos, en una palabra:
opresores y oprimidos se etifrentaron siempre, mantuvieron una
lucha constante, velada unas veces, y otras franca y abierta". Y
sin negar que en la &aeiedad contemporánea habfa y hay una
mayor diversidad de clases, los autores del "Manifiesto" piensan,
sin embargo, que "toda la sociedad va dividiéndose cada vez
más en dos grandes enemigos, en dos grandes clases, que N
enfrentan directamente: la burguesfa y el proletariado".
Pero esta no es la tesis completa. Según sus autores ella
vale no sólo para el pasado y el presepte, sino también para
el futuro. Bn efecto, según el texto mismo del "Manifiesto",
la consecuencia de la lucha de clases fa1 sido siempre la tran¡..
formación de las sociedades. En el régimen burgués, es la agu
dización de las tei:isiones sociales y el aumento del poder del
proletariado, hasta el punto de provocar la "última" revolución
social y política, Ja cual transformará la sociedad de mllllera
definitiva en una sociedad sin antagonismos: "La burguesía,
dice el 'Manifiesto', produce sus propios sepultureros, y su
hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente ine
vitables". Además, dicha victoria hará posible la construcción
de la sociedad comunista, sociedad ideal sin clast!; y, por lo
tanto, sin antagonismos de clases.
Para que no haya ninguna duda al respecto, Engels insiste
en diversos prefacios (escritos después de la muerte de Marx,
y en los cuales rinde a su amigo el homenaje de declarar
enfáticamente que las ideas esenciales del "Manifiesto" perte
necen "única y exclusivamente" a este último) en que la "his
toria de estas luchas de clases constituye una sucesión evolutiva
que ha alcanzado en el presente un grado tal de desarrollo
en que la clase explotada y oprimida -el proletariado- no
puede ya emanciparse del yugo de la clase explotadora y do
minante -la burguesía- sin emancipar al mismo tiempo y
para siempre, a toda la sociedad de toda explotaci6n, opresidn,
división en clases y lucha de clases".
La causa profunda de la lucha de clases está en la infra·
estructura, o más bien en el inevitable desarrollo de la misma.
35
En efecto, aún admitiendo que al principio de cada régimen
económico, la "relaciones de producción" corresponden más
o menos a la fuerza de producción e.1 presencia, por el de
sarrollo inevitable y continuo de estas últimas, se crea una
especie de "desajuste": las verdaderas fuerzas de producción
están e·n la clase de los trabajadores "explotados"; pero estos
no tienen ninguna participación en la "relaciones de produc
ción" o en la propiedad de los medios de producción. Esla
situación produce inevitablemente tensiones o "lucha" contra
la clase dominante y "explotadora", y así la lucha de clases
es inevitable.
La última fase de esta lucha será la revolución comunista,
inevitable, como acabamos de ver. En eso todos los textos
respectivos de Marx y de Engels coinciden. Sin embargo, como
muchas veces, este último presenta la teoría de manera más
sistemática. En su libro "Anti-Dühring", el cual contiene toda
una exposición del materialismo histórico, e.K.plica el proceso
de la siguiente manera, en un magistral resúmen de "El Capital"
de Marx. Después de haber mostrado cómo la lucha de clases
desemboca en una verdadera "anarquía social" en el régimen
capitalista, y cómo las "fuerzas productivas" (o sea los tra
bajadores) "acucian con intensidad cada vez mayor a que se
liquide la contradicción, a que se reconozca efectivamente su
carácter de fuerzas de producción sociales", prosigue textual
mente: "El régimen capitalista de producción, al convertir más
y más en proletarios a la misma mayoría de la población, crea
la fuerza obligada a llevar a cabo, si no quiere perecer, esa
revolución". Esta última consistirá en la toma del poder polí
tico por el pro\elariado y la transformación de los medios de
producción "privados" en medios de producción "coleclivos".
o que pertenecen a toda la colectividad. "El proletariado, dice,
toma en sus manos el poder del Estado. Pero con este mismo
acto se destruye a sí mismo como prolelariado, y deslruye toda
diferencia y todo anlagonismo de clases, y con ello el Estado
como tal". Y la sociedad que nacerá de ese acto revolucionario
será tal que en ella, según los términos del "Manifiesto", "el
libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre
desenvolvimiento de todos".
36
Esta es, en esencia, la tesis de la lucha de clases, en su
significado exacto, con la causa profunda del antagonismo de
clases y con su 111tima consecuencia: el acto revolucionario, que
instaurará la sociedad final ideal.
Ahora bien, ¿qué hay que pensar de esta teoría? ¿Se la
puede aceptar todavfa, más de cien años después de su ela
boración, y cuando aparentemente sus predicciones no se han
cumplido?
Es evidente, desde luego, que hay mucho de verdad en
ella. No se puede negar que, no sólo en el régimen capita
lista, sino en todos los regímenes económicos del presente y
del pasado, hubo siempre una clase mliis o menos dominante y
otra dominada, una más privilegiada que otras. Tampoco se
puede nexar que hllbo en el pasado y que hay todavfa en el
presente demasiadas veces explotación de las masas populares,
y principalmente de los trabajadores, por parte de tos defensores
del capital y de Jos propietarios de Jo¡ medios de producción.
Estas diferencias y estos privilegiQs, muchas veces injustos,
originaron tensiones, conflictos Y hasta luchas cruentas.
Pero de ahf a pretender que la historia de la humanidad
es la historia de la lucha de clases, hay un abismo.
En primer Jugar, estas tensiones, si es que existían, eran
generalmente sólo latentes y no degeneraron en luchas abiertas.
Es cierto que hubo (alzunas pocas!) rebeliones de esclavoS en
la antiguedad, algunas luchas de "siervos" contra sus expli>
tadores, los sefiores y, más tarde, luchas obreras. Pero no se
puede hablar de "lucha de clases" sino a partir del siglo
pasado, precisamente a partir _del momento en que el comunismo,
o el socialimlo en xeneral, dio más conciencia de clase al
proletariado e incitó a este último a emprender la lucha para
lograr el cambio del régimen capitalista.
M6s aún: es mucho m6s falso pretender que la lucha de
clases exp1ica .. toda la historia humana". Pero antes de anali·
zar este as�to de la tesis, consideramos primero alzunas otraa
ji
nociones im lícitas en la misma.
La teoría de la lucha de clases parte del presupuesto (iJn..
plfcito) que todos los hombres son iguales · y que toda desi
guaJdad implica, para tos de posición "superior", un privilegio
injusto. Pero si analizamos la realidad histórica, nos damos
i;uenta que nada es más falso que eso . La igualdad de los hom
bres, en el plano económico-social, es una idea muy reciente,
exactamente una noción y un ideal de la filosofía liberal del
siglo XVIII. Para el cristianismo, todos los hombres son i8Q81es
por cuanto son "hijos de Dios", en el plano �oral y espiritual;
pero eso no implica una igualdad su.:ial y cultural, la c.ual era
simplemente imposible e impensable hasta la época moderna.
El mismo marxismo reconoce que la libertad e igualdad tataleS
pueden ser realizadas sólo en la sociedad ideal del futuro. Sin
embargo, está explotando, táctica y politicamente, cualquier
desigualdad i¡ue existe para incitar a los de posición inferior
a rebelarse. en la esperanza (vana!) de conseguir su. igualdad
de la noche a la mañafla. En eso está la raíz de toda la demagogia
desatada por el comunismo, sus partidarios y simpatizantes.
La verdad es que los hombres nunca han sido iguales, ni
en aus capacidades ni en su posición social. En lu sociedades
primitivas había quizás, una menor desigualdad, pero con el
proceso de la civilización y sa consecuente división del traba·
jo, basada en las capacidades y oportunidades muy desiguales,
la desigualdad entre los hombres aumentó inevitablemente. Los
mismos autores de la "Ideologfa Alemana" reconocen, de la
manera más explícita, que la división de! trabajo ha sido la
condición misma del progreso y del d�rollo social Por otra
parte, la ·división en grupos socialmente diferentes, o clases, ha
sido una consecuencia inevitable de dicha división del trabajo.
Más aún: la mayoría de los hombres no ha sido capaz de
sobresalir, o de "dominar" intelectual y políticamente. De esta
manera los más capaces, o los más desarrolladoa, tenían la mi·
aión y hasta la obligación de ''.dominar" a Jos otros, y de apro
vechar el trabajo manual de los otros menos dotados, para que
ellos pudiesen cumplir con sus funciones de "administradores"
de la sociedad (en lo económico, lo político y ·lo cultural). En
ese sentido, y según una concepción !DUY antigua, el "ocio" de
algunos, basado en el trabajo de la mayoría, era la condición
misma de la "cultura'', o del progreso social en todo sentido.
Por consiguiente: es falsa la identificación marxista (y mar
xiana) de los conceptos de "dominación" y de "explotación". La
38
dominación ha sido, de por si, un bien para Ja masa de loa
hombrea, los cuales sin esa dominación de los m¡is _capaces sa
habrían quedado todos en el estado primitivo de la prehistoria.
Esta es una verdad aparentemente olvidada en la tesis de la
lucha de clases.
Con eso DO queremos decir que oo hubo nunca explotación
indebida por parte de la clase dominante, ni mucho menos que
Ju cosas tienen que seguir eternamente iguales. Hay que crear
una sociedad nueva, en la cual DO exista ni la nW mfnima
explotación "del hombre por el hombre". Pero esto es posible
hoy dfa mucho mú que en cualquier época de la historia, pre
cisamente por el desarrollo sensacional de las fuetZas produc
tivas (que se debe sobre todo al sistema capitalista, como lo
reconocen· repetidas veces Marx y Engels). Sin embargo, tarda·
rá mucho tiempo hasta que lleguemos a una sociedad totalrrten·
te igualitaria, en la cual los hombres no serán iguales (ojalá
que no), pero en la cual tendrán todos las mismas.oportunidades
de desarmllo pleno en todos los planos.
Pero la Mayor equivocación de la teoría de la lucha de
clases está en su pretensión de explicar "toda la historia". Se
puede mostrar muy fácilmente que esto no es cierto ni para el
pasado ni para el presente o el futuro.
- Para el pasado.
39
la cual ningún autor ni marxista ni comunista no ha jamta
intentado explicamos el origen de la esclavitud.
La transición de la antigüedad (esclavista) a la Edad Media
feudal no encuentra una mejor explicación en Ja teorfa men
cionada. Según los conceptos de la misma, la sociedad medieval
tendría que haber nacido, mú o menos, de la rebelión de lOI
antiguos esclavos o de los "plebeyos" contra sus duefk>s y �
tra Jos "patricios". Sin embargo, nada de eso ·pasó. El Imperio
romano se desmoronó, por decadencia moral, por la incapaci
dad de aus gobernantea y, quizú, por otral!I razonea Internas
más. Pero el golpe decisivo se lo ascataron los "búbaroa", que
no tenían nada que ver con una "clase dominada" por loa Ro
manos.
Las clases o "estamentos" de la Edad Media, por otra parte,
no se constituyeron por "sumisión" de los siervos a Ja "domi
nación" de los señores. La razón ae la esb'Uctura social era
la necesidad de protección que tenían loa campesinos (h"brea)
frente a los invasores germanos. Dicha protección fue asumida,
a petición de los mismos agricultores, por los "seftores", delen
tores de armas y que conocían el "arte" de la guerra . Se tra
taba simplemente de una especie de "división del trabajo", pero
totalmente voluntaria. De todo eso tenemos un "testigo" insos
pechado: en su Jibro "El Origen de Ja Familia, 'ª propiedad
privada y el Estado", CJ mismo Engels expone esta teoría, de
Ja manera más tradicional, sin darse cuenta que está en con
tradicción con la teEis de la""lucha" de clases.
M1ts adelante, en el seno de la sociedad medieval, se for
maron los primeros capitales y aún los "burgueses", pero tam
poco como una manifestación de la lucha de clases, sino mú
bien "al lado" de los estamentos feudales. Toda esa formación
de Jos primeros capitales, necesarios como "punto de partida"
del capitalismo, o la Jlamada "acumulación originaria", es un
proceso bastante obscuro, y que nadie hasta ahora ha totalmen
te aclarado. Marx mismo se ocupa del problema en uno de los
llltimos capítulos del libro 1 de "El Capital" e indica divenas
causas. De todas maneras, entre éstas ne nombra la lucha de
clases, asf que el nacimiento de esta clase tan importante no
se debe tampoco a este fenómeno sociológico.
40
El único ejemplo en el cual se verifica bastante bien la
teoría es el de la transición del régimen feudal al régimen
capitalista-burgués. Como se sabe, este fenómeno no se produjo
a principios de la llamada "Edad Moderna" (siglo XVI}, sino
en los siglos XVIII y XIX solamente. Y esta transformación,
"reformista" o revolucionaria seg(in Jos casos, se debió a la
"lucha" de Ja burguesfa, detentara del poder económico-finan
ciero, contra el "antiguo régimen" monérqui�feudal, que se
gufa deteniendo el poder político. En lnglatetta dicha sustitución
ee produjo de manera incruenta. Pero en Francia se hit.0 a tra
vés de la '"Gran Revolución" de 1789, la cual sirvió de ejemplo
a la mayoría de los países de Europa occidental y a algunos de
nuestro continente latinoamericano. En No��mtrfr.a se puc.�c
decb; que la guerra (antieolonlal) de la i.n.11"r:r.:dencii:: (contra
Inglaterra) corresponde al mismo esquema sociol6gico.
En esta lucha de la burguesía capita1ista contra el régimen
feudal, su posterior victoria y su consagración como "e�
dominante" tenemos, por lo tanto, el ejemplo clásico y el pro
totipo de la lucha de clases marxista y que realmente cambió
las sociedades y la historia. Se puede pensar que toda Ja teoría
de la lucha de clases está inspirada en este ejemplo, el cual,
desgraciadamente para el marxi&mo, es también el dnico. Hay
que concluir, por consiguiente, que la teoría que estamos discu
tiendo es simplemente un ejemplo de "'generalización ilegitima"
-que se basa en un solo ejemplo para fundar una afirmación
universal-, eorl1Dl8 que se denuncia con tbda razón en cual·
quier manual de lógica elemental.
Pero, dirá un defensor del marxismo ("'marxiano" o "mar
xista''), ¿no tenemos hoy dfa un sinnúmero de regímenes co
munistas? La teoría valla, por lo tanto, para el fntu:-o.
41
pita ! " Marx predijo con seguridad la autodestrucción del ca
pitalismo y su reemplazo por el régimen comunista, según las
leyes internas del materialismo histórico y según las mismas
leyes económicas, interpretadas por él. . Según sus previsiones,
los primeros países comunistas tenían· que ser los que tcnfan
en su tiempo el máximo desarrollo capitalista: Inglaterra, Fran·
da y Norteamérica. Pero resulta que éstos son precisamente
los paises más capitalistas hasta hoy dfa todavía. Es cierto que
ni en Francia ni en Inglaterra sobre todo existe el capitalismo
"manchesteríano" duramente criticado por los autores del "Ma
nifiesto", y con toda razón. Pero dichos pafses están lejos de
tener regimenes comunistas, o simplemente "socialistas".
Y al revés: los países que hoy día tienen regímenes comu
nistas son los que en el tiempo de Marx estaban muy lejos del
desarrollo industrial exigido por Marx como condición para
el establecimientc. de una clase proletaria fuerte y combativa,
capaz de hacer la revolución comunista; éstos eran países fran·
camente subdesarrollados (Europa oriental, China, Cuba, etc.).
O sea: la evolución histórica no obedeció a tas "leyes"
establecidas por Marx y Engels, ni sobre todo a las fases pre
vistas en el proceso de la lucha de clases.
Ilustremos lo anterior con un ejemplo todavía más preciso
y concreto. Una de las leye.s económicas establecidas por Ma�
en "El Capital", y que era una aplicación de la teoría de la
lucha de clases, era la de la inevitable "pauperización de Ias
masas trab�jadoras" en el capitalismo. Según él, el proletariado
iba a ser cada vez más amplio y extenso, a la vez que más
pobre y desprovisto del "mínimo vital". Aaf cobrar'.a cada vez
más fuerza y finalmente se sublevaría, para hacer la revolución
comunista y suplantar a la clase "dominante" burgue.sa en el
poder económico y político: Sin embargo, ésta es una de las
leyes que no se cumplieron. Los dueños de los medios de p�
ducción han sido ba:;tanle inteligentes para evitar dicha "paupe
ri:zación" de las ruases; el nivel de vida de los trabajadores se
ha elevado continuamente bajo el capitalismo, y hoy día es
más elevado en los países realmente capitalistas que en cual·
quier país comunista.
42
Esta ha sido, quizás, la razón de un cierto "aburguesamiento"
de la clase trabajadora, que asf perdió su empuje revolucionario
y que no pieDSK hacer ninguna r�volución violenta, porque está
disfrutando ella misma de las ventajas del régimen. Dicha evo
lución puede ser considerada como lamentable desde el punto
de vista. revolucionario, pero es un hecho no previsto por Marx,
y la razón del fracaso de sus "predicciones". Au tént icos revo
lucionarios como M11rcuse van hasta decir que el aburguesa
miento de la clase trabajadora, en los regímenes capitalistas,
es un hecho muy grave, y que parece ser un obstáculo ca si in
�ncible para un cambio social radical. De todas maneras la
apreciación· de Marcuse confirma nuestra tesis de que las "le
yes " de la lucha de clases no se cumplieron.
Asf hemos mostrado bastante, parece, la debilidad de la
teoría de la lucha de clases. Afl.adamos, sin embargo, que la
verdad profunda que ella contiene, consiste en que el capita
Uamo está llamado a desaparecer. Esta no es sólo una exigencia
�ca; se puede afirmar que hoy dfa asistimos a transfonnacio
nes tan profundas y esenciales, en los mismos regímenes capi
talistas, que éstos se van a transformar en algo muy distinto.
Es deseable, más aún: es probable que los regímenes económico
toeiales del futuro serán "socialistas" o por lo menos "sociali
zantea", en el sentido que los medios de producción van a per
tenecer cada vez más a los diversos grupos sociales de los
cuales dependen. Pero para eso no es necesario , como lo exige
el Jll8J'Xismo, pasar por una fase de "dictadura del proletariado",
con un Estado ''proletario" omnipotente y aplastante, que se
ría i nevi tablemente colectivista y totalitario.
43
mita en el fondo en repetir tos conceptos de Marx:, fuera de
un solo punto, que habrá que aclarar más adelante.
Como dijimos, la doctrina del Estado es como un "anexo"
de Ja teoría de Ja lucha de clases. En efeéto, para el marxismo,
el Estado, en su aspecto "político", es esencialmente un ins
trumento en manos de la clase dominante para implantar y
perpetuar su dominación. En eso no hace excepción et Estado
proletario.
Marx distingi1e tres fas�s en la evolución del Estado: el
Estado anterior .c.l ccmunismo (en todos los rcgfmenes, desde
l::i esclavit'.Jd hasta el capitalismo) -el Estado "proletario" o
· ·socialista", que corresponde a Ja fase de Ja "dictadura del
proletariado"- y, finalmente, una "entidad estatal" en la so
ciedad comunista final.
44
gel se puede pensar que han estado más bien al servicio de una
clase o de una mlnorfa de privilegiados; no así de la República
de Aristóteles. o del Estado, guardián del Bien Común y basado
por lo menos en el "consentimiento democrático" de los go
bernados, de S. Tomás y de la tradición escolástica. Dicha
doctrina, ¿habrá sido una pura "ideología" para engañar a los
ingenuos y para encubrir una dominación injusta y una explo
tación descarada?
El sentido común se resiste a admit Ú tal enormidad. Y " un
análisis, aun someto, de los hechos históricos, da en este caso
la roz6n ol sentido común.
Si consideramos Ja historia del pasado y del presente sin
apasionamiento, vemos que las cosas se presentan de manera
bastante diferente de lo que supone la doctrina marxiana (y
marxista). No se puede negar, eso sí, que demasiadas veces los
gobernantes ha.a buscado principalmente sus privilegios y su
dominación, y han olvidado desgraciadamente su misión de ve
lar por el Bien Común. Pero hubo también muchos otros que
tenían una clara conciencia de esta misión sagrada. Como se
ñalamos en relación con la teoría de la lucha de clases, el solo
hecho de ser gobernante o de pertenecer a la clase dirigente
no es necesariamente un privilegio injusto y una prueba de
"explotación". En el pasado la mayoría de la humanidad estaba
en "subdesarrollo", y tenía que haber, mucho má3 que hoy,
clases dirigentes y gobernantes sobresalientes, capaces de diri
gir la humanidad hacia adelante. Y nadie podrá negar, de buena
fe, que muchos de estos gobernantes, que hayan sido monarcas,
emperadores o hasta "dictadores", hayan buscado el bienestar
de su pueblo, o el "Bien Común", como decimos hoy día.
Asf en la antigüedad un Alejandro Magno, un Augusto o un
Marco Aurelio; en la Edad Media un Carlomagno, un San Luis
de Francia y muchos reyes y emperadores españoles, franceses
o gennanos; en Ja edad moderna muchos gobernantes más o
menos democráticos y "liberales". hicieron todo lo posible (o
poco menos) para dar un mayor desarrollo económico, social
Y cultural a sus pueblos, según las posibilidades de su tiempo.
Los que critican sin discriminación los gobiernos del pasado,
45
olvidan generalmente que hoy día existen posibilidades de desa
rrc,!Jo, en todo sentido, que antes no habla.
En cuanto a la democracia liberal, tan vapuleada hoy día
por �er meramente "formal" y por haber estado únicamente al
servicio de la '' burguesía" capitalista, aún en su caso e) juicio
nos parece sumamente parcial e injusto. Se la confunde falsa
mente con el \iheraiismo económico, o capitalismo. Pero se
ignora que se trata de dos fenómenos y procesos bastante dis
tintos. Se olvida p. ej . que aquí , en nuestro país como en todo
el mundo, los liberales han sido los revolucionarios del siglo
pasado, en política por lo menos. A ellos se debe el derroca
mien10, en nuestro continente como en Europa, de las monar
quías absolutas. La democracia que ellos crearon he: sido de
masiado "fonnal" muchas veces, en la perspectiva de nuestro
tiempo. Sin embtirgo, y a pesar de todos sus defectos, esta
democracia "formal" hizo posible el proce.�o hacia una demcr
cracia más real e integral en todo sentido. Si los políticos y
gobernantes liberales del pasr.do hubiesen eslado únicamente
al servido de la burguesía capitalista, nunca habrían dado a
sus pueblos el sufragio universal, y con eso la posibilidad de
ser derrocados por el mismo pueblo. Los que se burlan del su
fragio unii.iersal, pretendiendo que no sirve realmente al pueblo,
sino siempre a Ja "clase dominante'', a lravés de campañas
electorales "cnajPnantes", olvi.fan, consciente o i ñ consciente
mentc, que gracias al sufragio universal Inglaterra tuvo muchos
gobiernos socialislas y hoy día éste es un pafs que tiene un
régimen por lo menos "socializante", contrario a les intereses
de la burguesía capitalista; que en los países escandinavos te
nemos gobiernos socialistas democráticos; que en todos los paf4
ses de Europa occidental el capitalismo se transformó, con di
ferencias de grado, en un régimen con fuerte participación de
los trabajadores en todos los niveles de la economía, en U.
política y en la cultura, todo eso gracias al sufragio universal.
Se olvida, finalmente, que gracias al mismo sistema de votación
popular, regalo de la democracia "burguesa", tenemos hoy día
en Chile un gobierno de "Unidad Popular", el cual está cons
truyendo una sociedad socialista.
46
Es evidente por lo tauto que 1a tesis de que el Estado ha
sido por su naturaleza y siempre únicamente un instrumento
para los fines e intereses de Ja clase dominante, es muy parcial
y, por ende, falsa.
Pero en esta discusión, como en la antedor, tenemos, otra
vez, un "testigo" inesperado a nuestro f.evor: el mismo Engels,
en su obra "El Origen de Ja Familia, la Propiedad privada y el
Estado". En efecto, en su análisis del Estado naciente en la
antigua Grecia, el autor reconoce explkilamente que la (anti
gua) constitución "gentil" ya no ert. apta para las nuevas cir
cunstañcias y la nueva evolución social. "En resumen, dice
textualmente, la constitución gentil llegó a s u término. La so
ciedad pasó por encima de ella cada día más; no pudo atajar
ni suprimir los peores males que habíe,n nacido ante su vista . . .
N o pudiendo la constitución gentil acudir e n auxilio del pueblo
explotado, no le quedaba sino el Estado naciente. Y éste acudi6
a soco"erlo por medio de la constitución de So16n".
O sea: cuando Engels está anafü:nndo los hechos de manera
objetiva, él reconoce que el Estado, lejo!J de ser "explotador"
e instrumento de la clase dominante, es , al contrario (en el caso
del "Estado naciente" en Grecia), la única ayuda para el pue
blo explotado.
Más adelante, hablando de la constitución que dio SoJón a
Atenas, el autor confirma su anterior apreciación, mostrando
cómo dicha constitución destruyó el poder de los ricos acree
dores explotadores (la "clase dominante" de ese entonces) y
protegió a los deudores. En efecto. "la propiedad de los acree
dores fue la que tuvo su fin en provecho de la de los deudores,
porque las deudas fueron sencillamente declaradas nulas". Por
consiguiente, el Estado, lejos de ser un enemigo de la "clase
explotada", ha sido 5l1 defensor y un factor de reconciliación
de las clases.
Pero nuestro asombro no termina ahí. El mismo autor re
conoce que no se trata, en el caso del Estado de Salón, de un
ejemplo particular y aialado, sino de una especie de modelo
del Estado en general. "La formación del Estado entre Jos ate
nienses, prosigue textualmente. es un modelo notablemente'tlpi
co de la formaci6n del Estado en general; pues por una parte
47
se realiza sin que intervengan violencias exteriores o interiores:
peir otra parte hace brotar inmediatamente de la gens un Es
tado de una forma muy perfeccionada, la República democrd
tica".
Parece que no se puede contradecir de manera más radical
a la tesis marxista respecto al Estado "clasista" y "explotador".
En seguida el autor analiza la formación del Estado romano
y del de la -Edad Media. Del primero dice, esencialmente, lo
mismo que del griego: era la forma que tenía que adoptar la
sociedad. después de que se desintegró la organización gentil.
En cu:mto al segundo ya hemos visto que Engels admite la teo
ría más tradicional respecto a su formación: los agricultores
"francos" (libres) tenían que buscar la protección de "señores"
más poderosos, y que, sobre todo, poseían las annas y la habi
lidad necesaria para defenderlos frente a los invasores germanos,
más bárbaros que ellos. No dice nada del Estado de esa época,
pero según la misma tesis del materialismo histórico, éste debe
corresponder a la estructura socio-económica respectiva. Y si
dicha estructura es eitigida por las circunstancias históricas, no
se puede decir que, de por sf, sea injusta n i explotadora.
Con eso termina- el análisis histórico que hace el autor de
algunas formas de Estado. No nos habla de los Estados del Re
nacimiento ni de la época moderna. Pero con nuestras ante
riores observaciones pensamos haber mostrado que la tesis mar
xista, en su forma general. es tan falsa para estas formas más
recientes de Estados como para las anteriores.
Podemos concluir, por lo tanto, que la tesis marxista respec
to al Estado "del pasado" es falsa, por su generalidad. Como
lo reconoce el mismo Engels (cuando se olvida de su tesis pre
concebida), el Estado no es, de por sí, clasista y explotador.
sino un instrumento que se da la sociedad para encontrar la
cohesión necesaria y para poder d�sarrollarse y alcanzar formas
cada vez superiores de organización social y de bienestar para
todos, en todos los sentidos.
En cuanto ¡¡ las dos siguientes etapas del Estado en la
teoría marxista, podemos resumir más rápidamente los concep·
tos esenciales.
48
Tanto para Marx como para Engels y Lenin, el Estado bur
gués, o la "máquina burocrático-militar" de la burguesía tiene
que ser destruida; éste es uno de los objetivos principales de
la revolución comunista. Sin embargo, IOs tres están de acuer·
do, tambiéi::t, en rechazar la tesis anarquista de la destrucción
total y definitiva del Estado. Ellos defienden categóricamente,
contra los anarquistas, el principio de autoridad, y por eso exi·
gen la conquista del poder político por el proletariado. Como
lo dice de la manera más explícita el "Manifiesto Comunista",
el proletariado tiene que usar el poder del Estado como poder
"clasista" (de la clase proletaria), para aplastar a todos los
enemigos de su clase y para crear una sociedad nueva, la socie
dad comunista. Por eso mismo la etapa del Estadc proletario
es, por definición, una etapa tramitoria (del "socialismo" al
"comunismo"). y su objetivo no es otro que el establecimiento
de la sociedad sin clases final, en la cual no habrá más ninguna
división en clases, ni tampoco una clase proletaria. Se habrá
lleg•do al estado casi·paradisíaco de una sociedad totalmente
armónica y fraterna,. en lll cual "el. libre desenvolvimiento de
cada uno es la condición del libre desenvolvimiento de todos"
("Manifiesto Comunista'�.
Para nosotros es interesante hacer notar que en eso el
marxismo (y el comunismo) son nues.tros aliados en la defensa
del principio de autoridad, contra los intentos de anarquismo.
Lo curioso es que la autoridad, que según ellos es esencial·
mente represiva y explotadora en los regímenes anteriores, de
repente se hace buena y propicia. Se podría preguntar, sin
embargo, al la realidad de los regímenes comunistas existentes
corresponde a esta imagen idilica. En los capítulos siguientes
vamos a tener la ocasión de volver a examinar este asunto. De
todas maneras no se ve cómo el poder estatal casi todopoderoso
de dichos regímenes podrfa desaparecer súbitamente, para de
jar lugar a la sociedad sin clases, perfecta y sin poder político
"represivo".
Con eso llegamos a la última fase de la evoluci6n del Es·
todo, en la teoria marxista. Y en ese punto hay, a todo parecer,
una divergencia entre el pensamiento marxiano y el de Engels,
Lenin y continuadores. En efecto, la doctrina "oficial" actual,
4.-¿tt. IOOBrto . . • 49
que no es sino la de Engels, asumida por Lenin, es que el poder
estatal se "extingue" poco a poco (en el periodo de transición
"socialisla") , para desaparecer completamente en la última fare,
la de la sociedad comunista perfecta. Lo curioso es que Lenin
fcn su obra, " El Estado y la Revolución") interpreta de esa ma
nera también el pensamiento de Marx. En el capftulo sobre
Lenin vamos a volver a discutir este problema. De todas ma
neras quienquiera lee atentamente el texto de Marx se da· cuen
ta que la doclrina de éste es bastante diferente.
Nueslro autor trata el problema en un pequeño escrito, pero
que es fundamental para su teorfa del Estado: 1$ "Crítica del
Programa de Gotha" (de 1 875). Allí Marx habla explícitamen
te de una "entidad estatal" de la futura sociedad comunista
(en su úJtima fase). Y hasta dice que dicha entidad estatal
tendrá que conservar algunas funciones análoga3 a las del Es
tado tradicional (sin especificar cuáles). Con eso el autor reco
noce, en el fondo, que el Estado tradicional no era tan malo;
pero sobre todo no admite la tesis, hoy díir oficial, respecto a
la "extinción total" del Estado.
Lo que según él va a desaparecer, y tiene que ser superado,
es el aspecto propiamente clasista y "político"' o represivo del
Estado, pero no la organización estatal como tal; si no, ¿cómo
explicar su exigencia de que la futura "entidad estatal" con
serve algunas funciones análogas a tas del antiguo Estado? Es
evidente que en una sociedad sin clases el Estado no tiene por
qué ser represivo, porque se supone que no hay más división
}'
en clases y que ha , según la expresión marxiana, identidad
total entre el interés particular y el interés común. Por eso no
hay más ninguna necesidad de un órgano "superordinado" a
la sociedad, como lo era el antiguo Estado. La "entidad estatal"
de la sociedad comunista es un órgano, o una organización, que
dicha sociedad se da libremente para su mejor funcionamiento,
y que debe �er y será totalmente subordinado a la misma y al
servicio de ella.
Esta es una idea muy antigua del autor; más aún: es una
de las primeras ideas que él desarrolla en su crítica de la fi1o
soffa polftica de Hegel ("Crítica del Derecho constitucional do
Hegel"). Uno de los mayores reproches que et joven Marx hace
50
a la filosoffa política de su antiguo maestro es precisamente que
el Estado hegeliano es una entidad superordinada a Ia sociedad
y que pretende dominarla por completo, en lugar de estar al
servicio de ella (la "sociedad civil" de Hegel). Asf vemos otra
vez -sea dicho de paso- Ja perfecta continuidad del pensa
miento marxiano: en el escrito polftico de 1 875 repite una
idea que habfa expresado en su primer manU3Crito polltico, m'8
de 30 años antes (en 1843 exactamente ! ) .
S e puede pensar q u e el ideal marxiano es una utopfa. De
hecho ningún régimen comunista actual pretende haber reali
zado la sociedad comunista ideal. Más aún: lo más grave es
¡Ü
que no se ve en dichos· regímenes nin n esfuerzo para reali
zarlo. Se trata más bien de sociedades en las cuales el Estado
(teóricamente "proletario") tiene una estructura muy fuerte y
no se ve cómo podrá desaparecer paulatinamente, según las
exigencias de Marx y de Engels.
No se puede negar, sin embargo, que se trata de un ideaJ
generoso, y al cual todas nuestras sociedades tendrían que acer
carse cada día más. Hasta se puede decir, a nuestro juicio, que
,
hay poca diferencia entre el ideal de la sociedad "comunista .
y el de la "democracia" integral. Si por sociedad "sin clases"
se entiende una soCiedad donde no hay privilegiados, donde
hay "igualdad de oportunidades" para todos, esto es exactamen
te ·el ideal de la sociedad democrática integral. En efecto, la
democracia integral exige igual desarrollo para todos en todos
los planos, o por lo menos "igualdad. de oportunidades" en to
dos los planos: económico, social, cultural y polftico.'
En cuanto a la concepción del Estado, se puede constatar
una coincidencia semejante. Marx exige un Estado, o una "en
tidad estatal" (lo que viene a ser lo mismo) totalmente subor
dinada a la sociedad y al servicio de ella. Pero, ¿qué es el
Estado exigido por Ja doctrina tradicibnal en el Occidente (aun
que haya sido pocas veces totalmente realizado), sino precisa
mente un Estado al servicio del Bien Comrln, en otras palabras:
un Estado que esté totalmente al servicio de la sociedad entera,
Y no de algunos grupos privilegiados, y que, por lo tanto, sea
wbordinado a la sociedad y ne superordinado con respecto a
ella?
51
Creemos que vale la pena subrayar esta coincidencia fun
damental entre el ideal social y político de Marx y el de nues
tra tradición. Si por una parte nos damos cuenta de dicha feliz
coincidencia, y si por otra parte reconocemos con toda humil
dad, tanto unos como otros, que nuestra realidad político-social
está lejos de conesponder a nuestros respectiyos ideales, las
condiciones podrlan estar dadas para una eventual colaboración
ep. la persecución de dichos ideales, con tal que los medios
propuestos sean aceptables para nosotros.
52
Pero a pesar de estos aspectos discutibles de la filosofía
social marxiana, la misma si: inspira en su amor al hombre y
a su liberación total, a través de la transformación de la socie
dad. Aunque no admitimos todos los medios que el marxismo
pretende usar en su lucha revolucionaria para llegar a la socie
dad ideal final, reconocemos que el ideal mismo, tanto el an
tropológico como el social, es admirable y digno de inspirar
cualquier lucha por la transformación revolucionaria de nues
tras sociedades.
En los capjtulos siguientes vamos a tratar de ver hasta qué
punto Jos continuadores de Marx han sido fieles a esta inspi
ración inicia) y a los grandes ideales del fundador principal
del movimiento comunista internacional.
Capítulo 11
Nota Biográfica:
55
En 1 903 hubo lugar, primero en -Bruselas, después en Lon·
dres, el primer importante_ Congreso de los "sociálistas rusos".
En este congreso los partidarios de Lenin estuvieron primero en
minoría, frente a la tendencia Dll1s "liberal" y moderada. Sin
embargo, sobre la cuestión muy importante de la organización
del Partido como grupo de élite, las tesis de Lenin fueron ace�
tadas por una (leve) mayoría, y de ahora en adelante sus par·
tidarios eran los- "bolcheviques" {los de la "mayoría"), contra
los "mencheviques" (los de la "minoría"). En 1905 hubo las
dos primeras sangrientas revueltas comunistas, en Petrogrado y
en Moscú, las dos reprimidas fácilmente por las fuerzas tsa·
ristas.
Lenin sigue en el exilio, estudiando, escribiendo y organi·
zando su partido sobre bases cada vez más amplias. Se da
cuenta que tanto él como sus camaradas tienen que profundizar
mucho todavía la teoría y la doctrina. Por esa publica en esos
años dos obras importantes: "Materialismo y Empiriocriticis·
mo" ( 1 909) y "El Imperialismo, fase superior del Capitalismo".
Asimismo estudia en ese �tiempo la Lógica de Hegel, y fruto
de este estudio es el manti!icrito "Cuadernos sobre la Lógica de
Hegel" ( 1 9 1 6) .
Entretanto, como consecuencia de la guerra, e l régimen tsa
rista en Rusia se debilita cada día más, porque está perdiendo
poco a poco el apoyo del ejército, el cual har,i: cada día más
causa común con Jos revolucionarios. Así llega el año decisivo:
1 9 1 7. En febrero de ese año el régimen tsarista es derrocado
y reemplazado por un gobierno socialdemócrata, cuyo último
jefe será Kerenski. Después de una primera rebelión comunista
fracasada,_ en julio, Lenin arranca a sus camaradas la decisión
para el golpe final, et que se lleva a cabo el 25 de octubre (del
calendario antiguo ruso) en Petrogrado, sede del gobierno. Le
nin reemplaza a Kerenski e instala el primer gobierno comu
nista.
Después de un primer intento de régimen comunista radi·
cal, Lenin, obligado por la hambruna que se extiende en todo
el país, tiene que echar mano atrás e inaugura la N .E.P. (Nueva
Política Económica), que mantiene algunos rasgos del antiguo
régimen burgués. Pero en lo esencial, el nuevo régimen se man·
56
tiene. Lenin construye pacientemente el primer Estado comunis
ta del mundo, sobre una base federalista, en lo políticO.
A fines de 1921 cae gravemente enfermo. En 1923 tiene
que retirarse de Ja politica activa, y en 1924 (el 21 de enero)
muere en su residencia campestre, cerca de Moscú.
57
el autor no hace, en el fondo, sino exponer y desarrollar, en
algunos puntos, los conceptos epistemológicos del "AntiDühring"
de Engels. Y como la dialéctica es una parte esencial de la
epistemología comunista, toda la interpretación del materialis
mo dialéctico, en el comunismo posterior a Lenin, se inspira
en la concepción de Engels ,la cual es algo diferente de la
de Marx).
Hay que añadir, sin embargo, que Lenin se ocupó en di·
versos otros escritos del problema de la dialéctica, principal·
mente en sus "Cuadernos sobre la Lógica" de Hegel. Final·
mente, en la primera obra mencionada, Lenin, expone también·
ciertos conceptos metafísicos.
En este capítulo vamos a exponer brevemente, por consi·
guiente, estos· tres aspectos del pensamiento de Lenin: su doc.
trina del conocimiento en sentido escrito, su interpretación de
la dialéctic� y su metaffsica.
1. Realismo epistemol6gico.
58
Los adversarios que combate no 50n de ninguna manera
f:legel o sus discfpulos. sino los representantes de la Jl�mada
escuela de "Viena'', que en el fondo eran modernos discípulos
de Hume y de su empirismo (de ahf el nombre de la concep
ción "empiriocriticismo" o "empirismo crítico"). Seglln ellos la
distinción entre "espíritu" o conciencia y "materia" no tiene
ningún sentido. La, única realidad 50n los "fenómenos" de la
conciencia, las sensaciones y los sentimientos. Por consiguiente,
los conceptos de "materia" y de "eSpfritu" no corresponden a
ninguna realidad propia.
Lenin rechaza con vehemencia dicha concepción. La razón
de su vehemencia, y se puede decir la causa que lo determinó
a escribir su obra, era que algunos marxistas rusos eran discí
pulos de esa escuela e interpretaban al marxismo según los
principios empiriocriticistas. El autor no tiene ninguna difi
cultad en mostrar que el marxismo auténtico es contrario a
estos principios.
Refiriéndose a lo expuesto por Engels en los primeros ca
pftulos del "Anti-Dühring". Lenin muestra que hay sólo dos
concepciones relativas a la interpretación de nuestras sensacio
nes y del pensamiento: a) del pensamiento y de las sensaciones
a las cosas; b) de las cosas a la sensación del pensamiento.
La primera es la del "idealismo" en sus diversas formas, la
segunda la del "materialismo".
Para Lenin, los empiriocriticistas son idealistas, porque ellos,
también, parten de las sensaciones (y representaciones) "a las
cosas" (las cuales no son sino conjuntos de sensaciones o "fe
nómenos"). En estricta fitosoffa habría que decir que el autor
está simplificando demasiado los problemas, porque los empi
ristas, ellos, no se consideran como idealistas. Pero desde su
punto de vista "materialistá" Lenin tiene razón.
En cuanto a la segunda concepción, que va "de las cosas
a la sensación y al pensamiento", el autor está simplificando
otra vez. La interpretación que él defiende corresponde más
bien al llamado "realismo ingenuo", según el cual nuestras sen
saciones, por las cuales conocemos las cosas, son como imáge
nes fotográficas, en nuestro cerebro, de estas últimas. En primer
lugar hay que decir que dicha concepción no es, de por si,
59
"materialista", sino que conesponde a cualquier realismo. Se
gún el realismo tradicional conocemos, también, las cosas a
través de nuestras sensaciones, de manera inmediata; sin em
bargo, como el "materialismo" leninista (y engelsiano), el rea.
lismo tradicional admite la distinción entre las cosas y nues
tras sensaciones· y representaciones.
Pero hoy día sabemos que el realismo ingenuo, el de �
nin como el de cierta concepción tradicional, es insostenible.
Lo que vemos no es la imagen de la cosa (en nuestra retina, es
pecie de "cúnara fotográfica" natural), sino la cosa misma. En
la sensación hay una especie de contacto directo entre el su·
jeto y el objeto, entre la "conciencia" y las cosas. Sin embar
go, en la discusión entre idealismo y "materialismo" se trata,
en eso, de una cuestión de detalle. Cualquier realista está de
acuerdo con Lenin en rechazar la interpretación idealista (y
empiriocriticista) del conocimiento sensible. El autor expresa
su concepción p. ej. en la siguiente fórmula: "Para todo natu
ralista, así como para todo materialist&, la sensación es el vín
cu1o. directo entre la conciencia y el mundo exterior; es la
transformación de la energla de la excitación exterior en un
hecho de conciencia". Esta fórmula podría ser suscrita por cual
quier realista. El autor mismo lo insinúa por el término de
"todo naturalista". En efecto, el realismo tradicional se basa,
de hecho, en un cierto "naturalismo".
Más adelante vamos a volver a este problema de las relacio
nes entre el "materialismo" marxista y el realismo tradicional.
En relación con su discusión con los empiriO-Griticistas,
Lenin da, sin embargo, una interpretación totalmente materia
lista de la fUnción del cerebro. Para los empiristas, el cerebro
no tiene ninguna función especial, es sólo una ''imagen" (pri
vilegiada) entre otras. Citando, como de costumbre, a Engels,
Lenin rechaza esta concepción y afirma que "el pensar, la con
ciencia, son productos del · cerebro humano". Y un poco más
adelante dicen: "La materia no es un producto del espíritu, y
el espíritu mismo no es más que el producto supremo de la
materia. Esto· es, naturalmente, materialismo puro".
En esta tésis de Lenin, son evidentes sólo la primera y la
última frase. No tiene sentido decir que la materia sea el pro-.
60
dueto del espíritu (por lo menos del espíritu individual), y e1
cierto qµe la tesis leninista, por lo menos fonnalmente, es "ma
terialismo puro". En cuanto a la parte medular de la afirma
ción, según la cual el "espíritu no es más que el producto su
premo de la materia", se trata de un puro postulado que ni
Lenin ni Engels se molestaron jamás de demostrar. Par
tiendo de un éoncepto que no se encuentra en Marx --el de
.. materia pura"-, y de una concepción estrechamente materia
lisia, ellos piensan tener una especie de obligación de afirmar
que la conciencia y el espíritu son "productos de la materia".
Hay que añadir que, según el contexto, se trata de una materia
"dialéctica", o sea en movimiento. Según su tesis la materia
"en movimiento" o en perpetua evolución produce, primero,
la vida y, después, la co�iencia y el pensamiento.
Pero con ese problema ya llegamos a lo que se puede lla
mar la "metaflsica" irhplícita en los e.s;critos de Lenin,· la cual
se discutiría más adelante.
El problema de la verdad.
61
Se puede decir que en esta tesis esh� contenida toda la
doctrina de Lenin (y de Engels) relativa a la verdad. Més ade
lante el autor vuelve a discutir el problema, en relación con
l a cuestión de saber si la verdad que conocemos es "objetiva",
"total" o "relativa". En primer lugar Lenin afirma -refirién
dose siempre a Engels-- que las verdades que conocemos son
"objetivas" y, en ese sentido, "absolutas". Puede ser que di
chas verdades objetivas y absolutas sean escasas en las diver
sas ciencias, pero en cuanto son verdades establecidas con
certeza (relativas p. ej. a hechos y fenómenos empíricos, o .aún
a principios generales). son objetivas y absolutas, por cuanto
valen para el pasado, el presente y aún el fututro.
En el pi.ano científico, según el autor, hay que admitir la
existencia de este tipo de verdades (en la física, la química, la
matemática etc.), aunque sean escasas. O sea, según él el ma
terialismo dialéctico no se opone, de por sf, a la noción de
una verdad cientffica objetiva, y, en cuanto tal, también abso-
luta (porque cualquier verdad es esencialmente absoluta). Esto
significa que según el autor, el materialismo dialéctico rechaza
el agnosticismo (que pretende que nb podemos conocer con
certeza ninguna verdad obietiva), como también el relativismo
(según el cual no existe ninguna verdad absoluta, si no que
todas las afirmaciones nuestras tienen sólo un valor relativo).
Sin embargo, en la continuación del texto, Lenin parece
admitir Ja existencia de verdades "relativas". Pero si analiza
mos dicha noción en su contexto, nos damos cuenta que el
autor se refiere, de hecho, a las verdades parciales. En ese sen
tido, dice· (citando siempre el "Anti-Dühring" de Engels), no
existe la "verdad absoluta". Esta última se constituye poco a
poco por la suma de· las verdades relativas. Es evidente, a nues
tro juicio, que el autor confunde aquí las i::iocoiones de verdad
"absoluta" y "total", por una parte, y las de verdad "relativa"
y "parcial", por otra. Su rechazo del relativismo es demasiado
claro, y el contexto indica que por verdad "relativa" entiende,
de hecho, .las verdades parciales, que se conocen poco a poco
y se suman gracias al progreso de la ciencia. "Cada fase del
desarrollo de Ja ciencia, dice textualmente, añade nuevos gra
nos a esta suma de verdad absoluta,· pero los limites de la ver-
62
dad de cada tesis científica son relativos, tan pronto ampliados
como restringidos por el progreso ultericr de los conocimien
tos", En eso consiste, según él, la diferencia entre el materia
lismo antiguo (demas.iado simplista y dogmático) y el mate
rialismo dialéctico, el cual admite la noción de una verdad "en
evolución", por cuanto nuestro conocimiento de la verdad está
en continuo progreso, gracias al progreso mismo de las cien-
.
oiu.
Adeiruis, Lenin añade otra observación que prueba la exac.
titud de nuestra interpretación. Por una parte, dice, no tene
mos todavía la verdad "absoluta", en el sentido de "total" y
"completa", pero "es incondicional la existencia de esta verdad
(objetiva, absoluta) ...es incondicional el que cada uno de los
descubrimientos (científicos) es un progreso del conocimiento
incondicionalmente objetivo". Parece claro, por lo tanto, que
Lenin rechaza todo relativismo, y que el proceso "dialéctico"
del conocimiento consiste lloicamente en el hecho que todas
las verdades descubiertas por las diversas ciencias son parcia
les, pero que su suma nos acerca cada dfa más a la verdad "ab
soluta" y total, cuya existencia (como ideal lejano en el fututro)
se admite implícitamente· en cualquier estudio científico, y cu
ya posibilidad se afirma explícitamente en la doctrina del co
nocimiento.
Una dltima confirmación de lo que decimos se encuentra
en el párrafo ímal sobre la "práctica como criterio de la ver
dad"._ Para Engels y Lenin (y a partir de ellos, para el comunis
mo en general), la prdctica es el rlnico criterio de la verdad.
Esto significa que una idea o teoría que no ha sido probada por
la experiencia o la práctica (de la vida) no puede tener la pre
tensión de ser verdadera. Pero, al revés, una teoría verificada
por la práctica equivale a una verdad "objetiva'', porque la
pr¡lctica demostió que la representación teórica (en nuestra con
ciencia) corresponde a "Una realidad objetiva, independiente de
nuestra conciencia.
Estas son las tesis esenciales de la epistemología (doctrina
del conocimiento) leninista, base de toda la doctrina respectiva
del comunismo.
63
Ahora bien, si nos preguhtamos por qué, según el autor,
esta doctrina es "materialista'', nos damos cuenta que su afir
mación está sin fundamento. En efecto (y prescindiendo de la
teoría que el pensamiento es "un producto del cerebro", tesis
metafísica y no epistemológica), hay que decir que la concep
ción expuesta coincide, en lo esencial, con la epistemología re11-
lista tradicional.
En efecto, los conceptos esenciales son los mismos, en las
dos teorías: una y otra afirman la distinción ebtre "sujeto" y
"objeto", entre "conciencia" y "realidad objetiva" que se opone
a esta conciencia, y el nexo entre los dos factores se hace a
través del conocimiento sensible, cuya objetividad es recono
cida por las dos teorías. Asimismo el concepto de verdad obje
tiva es el mismo en los dos casos. El materialismo "dialéctico"
insiste más que la concepción tradicional en la necesidad de
la evolución y del constante progreso en el conocimiento cien
tífico; en eso, quizás, la tradición pecó a veces por un cierto
dogmatismo e inmobilismo. Sin embargo, lo· que Engels y Le
nin consideran como concepción "dialéctica" es, en ese caso,
nada más que la exigencia del espíritu científico moderno, ene·
migo de todo dogmatismo, y que afirma la necesidad del con·
tinuo progreso del conocimiento científico, en todos los cam·
pos. ·Con eso no se piensa negar el mérito de Lenin, y sobre
todo de Engels, de haber sido entre los· primeros en plantear
dichas exigencias. Pero la doctrina tradicional es perfectamen
te compatible con estos conceptos.
Lo mismo se puede decir de la práctica como criterio de
Ja verdad. Es cierto que para la tradición realista la práctica
no es el único criterio de la verdad, sino uno entre diversos.
Pero lo importante es que ambas concepciones coinciden en
aceplar dicho criterio y en admitir que el conocimiento de la
verdad es algo objetivo, que no depende de las impresiones
subjetivas del sujeto.
La conclusión que se impone es que la epistemología de
Lenin (y por consiguiente la del comunismo). lejos de ser "ma·
terialista", no es sino una versión del realismo epistemológico
tradicional.
64
2. LA dialéctica según Lenin.
65
f
liano. Sin emba go, más que cualquier otro pensador comu.
nista -antes de Mao Tse-tung por lo menos-- el autor insis
te sobre la actividad propia y dialéctica dcf espíritu humano.
De todas maneras, para él como para Engels y Marx, el
pensamiento humano no es sino el reflejo, en e] cerebro, de
un proceso dialéctico natural y real. Una primera tealidad en
dicho proceso es la interdependencia e íntima concatenación
de todos los aspectos de cada fenómeno y de todos los fettóme
nos del mundo. Se trata de un "proceso único y mundial de
movimiento, con sus leyes".
En este movimiento universal, los impulsos son originados
por la contradicción o la interpretación de los contrarios, por
el choque de las diversa!> fuerzas y tendencias (en determinados
fenómenos naturales y en el seno de la sociedad humana). Más
adelante el autor insisle sobre el hecho que la noción y la Jey
de la contradicción y de Ja interpenetración de los contrarios
es la esencia misma de Ja dialéctica. Al respecto rechaza como
impropia la noción de "identidad" de los contrarios, y prefie
re hablar d� unidad (o unión) de los mismos. Según Lenin, la
"contradicción" consiste, por ende, en la existencia de ten·
dencias contrarias en todos los fenómenos y procesos de la na·
turaleza (también en el espíritu y en la sociedad).
La evolución y el progreso en el mundo nacen de esta uni·
dad de los contrarios, o sea del desdoblamiento de los factores
contrarios (dentro de un fenómeno) en dos polos que se exclu·
yen mutuamente, pero que siguen estando en una relación
dialéctica mutua. Así se explica el movimiento progresivo, el
cual es, por lo tanto, un automovimiento, que no requiere
ninguna explicación externa.
Además, la evolución no se h�ce en un movimiento lineal
(en1Jfnca recta). sino por el juego mismo de las contradiccio·
nes dialécticas, en fonna de espiral, a través de saltos, catás
trofes y revoluciones.
Hasta ahí Lenin no hace sino reproducir la concepción del
movimiento dialéctico, como eJl'.iste en Ja realidad, según la
visión de Man y, más aún, de Engels. Pero según la misma
concepción, las leyes de la dialéctica valen también para el
pensamiento. En esta parte de su eKposición el autor se ins·
66
pira, m's all6 de Engels, en los textos del mismo Hegel, en
una forma que es cada vez menos "marxiana". En efecto, está
casi repitiendo los términos de Hegel, cuando afirma (contra
riamente a su anterior observación) que Jos "contrarios son
idénticos" y que "Jo particu1ar no existe más que en su rela
ción con lo general", que "todo ]o general es partícula o as
pecto o esencia de lo particular" y que, del mismo modo, "todo
Jo particular es (de un modo u otro} general".
Lenin se refiere aquí a nuestra forma de pensar y de ha
blar, a "una locución cualquiera" (p. ej.: las hojas del árbol
es1'n verdes; lván es un hombre etc.), en la cual se establece
siempre una relación entre algo particulat ("las hojas", "lván'')
y algo general ("verde", "hombre", "perro" etc.).
El autor resume su concepción de ta"' dialéctica en la siguien
te forma: "De modo que· es pos.ible, y se debe descubrir en
cualquier locución, como en una célula, los gérmenes de todos
los elementos de la dialéctica, demostrando así que la dialéc
tica es, en general, inherente a todo el conocimiento del hom
bre ... Las Ciencias Naturales muestran que lo mismo pasa en
la naturaleza objetiva: la transformación de lo particular en
lo general, de lo casual en lo necesario, las transformaciones
y la relación mutua de los c.ontrarios".
.Nuesgo propósito aquí no es entrar a una discusión a
fondo de la dialéctica leninista. De tocias mBl'leras se puede
hacer notar lo sorprendente que son estos textos, por parte de
un "materialista". Parece que el autor estuviese totalmente de
acuerdo con el idealismo hegeliano. De hecho, más adelante
rinde un verdadero homenaje al idealismo, tan fuertemente re
pudiado por sus antecesores, cuando dice que sólo el materia�
lismo dialéctico (en oposición al materialismo vulgar) entiende
que el idealismo es como una "hinchazón", un desarrollo uni·
lateral de "uno de los rasgos del conocimiento, en algo abso
luto". "Este idealismo, dice, es una flor estéril, pero una flor
estéril que crece en el 6rbol vivo, fértU, auténtico, poderoso,
omnipotente, objetivo, absoluto del COllQCimiento humano.".
O sea, a pesar del repudio que le sigue mereciendo el idealismo,
el autor TCCOnoce que el mismo es una manifestación (algo
exagerada) de una capacidad real del espíritu humano.
67
Con eso tenemos el criterio para apreciar su aceptación
de �ierta term.inologfa hegeliana. Lo que Lenin admite no es,
en el fondo, la dialéctica hegeliana (que para Hegel tiene un
significado ontol6gico, puesto que para él hay identidad entre
pensar y ser), sino sólo el hecho que entre las nociones abs-
tractas de nuestra inteligencia hay relaciones mutuas, las c�
les expresan las relaciones entre los diver'sos fenómenos y en
tes. · Sin embargo, en algunos párr'afos se pone muy hegeliano
y emite tesis que ni Marx ni, quizás, Engels, habrían aceptado
(cuando habla de la identidad entre lo "particular" y lo "ge
neral").
Con todo, estos textos sobre la dialéctica muestran que el
autor se daba cuenta cabal de la importancia de la actividad
de nuestro espíritu o, si se quiere, de nuestra inteligencia, prin
cipalmente en la frase casi ditirámbica sobre el "árbot vivo,
=:.· �:':'(: :Ío º�!:':;� :::� =�: : : �� ::�
n ' · el
tr r q
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E
un auténtico pensador (cuando tenla el tiempo de dedicarse
al �nsamiento "puro"), del linaje de Marx, como después de
él hubo pocos dentro del movimiento comunista, y sobre todo
dentro del reducido número de dirigentes politicos, encargados
de traducir a la realidad la utopía comunista.
3. La metafísica "engelsiana".
68
y su "Dialéctica de la Naturaleza") a explicar el mundo en
tero, desde la materia al hombre y a la sociedad, a partir de Ja
"evolución dialéctica" de la materia inicial.
A partir de esa visión del mundo hay que entender la
"metafísica" de Lenin. No se trata de una metafísica elabora
da, sino sólo implícita en los escritos de este úkimo. En eso
como en su epistemología, el autor de "Materialismo y Empi
riocriticismo" es mucho mlis discípulo de Engels que de Marx.
El supone cootíouamente como base la concepción desarro
llada por el autor del "Anti·Qühring", y se limita en exponer
algunas nociones que le parecen fundamentales, siempre en
relación con problemas de actualidad dentro del pensamiento
comunista de su tiempo.
La nocidn de "Materia".
70
La relación pensamienlo-<:erebro.
71
biológica (no hay que olvidar, en efecto, que los animales su
periores "piensan" también hasta cierto punto con su cere
bro), pero sóio un instrumento. No hay ninguna posibilidad
de explicar el pensamiento por la actividad fisiológica de los
neurones cerebrales. La perfección y la multiplicidad casi in
finita de estos últimos es, quiz.ás, la condición misma del pen
samiento reflexivo y, por ende, de la autoconciencia; pero una
condición no es una "causa efic1�íit<!" n i la esencia de una rea
lidad.
Por otra parte, la formación de los conceptos universales
es una actividad propia del pensamiento humano reflexivo,
que asl llega a la universalidad, por cuanto en los hechos --cons
tatados por Jos sentidos y "registrados" por el cerebro- se
observa sólo la particularidad. Este es el proceso de "abstrac
ción'', que ha sido siempre considerado como una manifesta
ción de Ja originalidad del pensamiento humano, y que no pue
de ser considerado de ninguna manera como "producto de la
materia". Marx y Engels mismos desarrollan, en la " Ideología
Alemana", una doctrina de la abstracción, similar a la de ta
tradición, y reconocen por lo tanto la validez de la misma. Y
esta abstracción es una actividad propia del pensamiento hu
mano, y no del cerebro o de la "materia". Las ciencias seña
ladas más arriba han demostrado que dicha actividad subsiste,
aún cuando partes esenciales del cerebro, instrumento del pen
samiento, son dañadas. Todo esto muestra que el espíritu, de
por si, es independiente de la materia y no su producto.
Es cierto" que en ta " Ideología Alemana'' los autores han
lanzado la famosa tesis de que "no es la conciencia la que
determina Ja vida, sino la vida la que determina la concien
cia''. De cierta manera la fórmula "la materia es lo primario,
la conciencia lo secundario" es la traducción "engelsiana'' de
la anterior (cuyo ce-autor es Marx). Pero hay una gran dife
rencia enlre ]as dos. Hasta cierto punto un realista puede accp
lar la primera, que no es sino una manera de afirmar la de·
pendencia de ]a superestructura en relación con la infraestruc
lura; es verdad que Ja "vida" económico-social, con sus es
tructuras, influye en Jos conceptos, el pensamiento y la con
ciencia. Por otra parte, en el capítulo sobre Marx pensamos
haber mostrado que dicha tesis, ni aún en el "materialismo
72
histórico", es absoluta y que implícitamente el marxismo re
conoce Ja existencia de "ideologías" o producciones espiritua
les independientes, que de por sí no tienen nada que ver con
la infraestructura económica. La verdad de la tesis de Ja
" Ideología Alemana" es, por consiguiente, muy relativa y par
cial.
Ahora bien, si nuestra interpretación es exacta (de que la
fórmula de Engels tiene su origen en Ja anterior), hay que de
cir que la tesis mencionada ("La materia es lo primario, la
conciencia lo secundario'') no es solamente relativa y parcial
mente exacta, sino simplemente falsa, en el plano onto16gico.
En primer lugar, Marx no habla nunca de "materia", sino de
la naturaleza. o de la "vida" (como en la fórmula de la "Ideo
logía Alemana"), Y, segundo, la tesis de la dependencia de la
superestructura en relación con la infraestructura no incluye,
para Marx por lo menos, de ninguna manera la afirmación de
que la conciencia es producto de la matc:ria. Esta última tesis
(de Engels y de Lenin) es el resultado de una simplificación y
de una equivocación.
La materia es pura exterioridad, por cuanto la concien
cia y el espíritu son interioridad (cuyo íntimo nexo con la
exterioridad material no se piensa negar). Se trata de dos fac
tores, o si &e quiere de dos energías, esencialmente diferentes.
Dicha originalidad del espíritu humano no se manifiesta sólo
por la abstracción (función del espíritu reconocida por Engels
y por Lenin: y por este último principalmente en sus textos
sobre la dialéctica). El espíritu se manifiesta sobre todo en la
actividad y la creación libres. aspectos fundamentales, también,
para el marxismo y el comunismo. Para Marx, humanista y per
sonalista (hasta cierto punto), la persona humana es esencial
mente libre, o sea activa y creadora en libertad o por su Ji.
bertad. Más adelante vamos a ver que Lenin, en su interpreta
ción (teórica y práctica) del materialismo histórico insiste mu
cho sobre este aspecto voluntarista. El . dirigente político, el
estadista tienefl que dirigir, por su voluntad libre, tanto a sus
subditos o inferiores como al proceso mismo de la revolución
y de la construcción del socialismo, de manera creativa ori
ginal. ¿Cómo, entonces, la voluntad libre, expresión máxima
73
del espíritu, podría ser un producto de la materia, cuando esta
última se caracteriza por un t:stricto determinismo, o sea una
falta total de libertad?
Como muchas veces, en eso también el marxismo admite
implícitsmente, lo que niega �xplícitamente. Por partir de una
concepción básica "materialista" (la cual, de hecho, es más bien
U!l "realismo"), el pensador comunista (a partir de Engels y
Lenin) piensa deber afirmar que la conciencia y el espíritu
tienen su origen y explicación total en la mst�r1a, Pero no se
da cuenta que su tésis no sülo es!.'; contradich'1 por los hechos
científicos, sino que imp!i_ca contradicciones con otros concep
tos del mismo "materialismo histórico".
La Libertad
74
"todo lo real es racional, y todo lo racional es real".Para él,
Ja libertad no es otra que la suprema racionalidad, o la coin
cidencia con las exigencias de la razón (divina). Cualquier
necesidad (físic¡i., empírica o espiritual) es, para él, la expre
sión de estas exigencias internas y absolutas de la razón (o
�
del "Espíritu" · y la libertad suprema (del Espíritu) coincide
con el cumplimiento de dicha necesidad racional.
Parece que ni Engels ni Lenin se dieron cuenta de esta di
ferencia entre la concepción hegeliana y la del "materialismo''.
Cuando los "materialistas" Engels y Lenin hablan de "necesi
dad natural", ellos piensan únicamente en el determinismo de
la naturaleza, o de los fenómenos físicos. Es evidente que Ja
libertad del hombre supone el conocimiento de dicho deter
minismo, expresado en las "leyes r..aturales". Mir'ntr:i� el h9rn
bre no conoce estas leyes, él está sujeto al determinismo físico
y no es capaz de liberarse· de él. Por eso Engels dice, en el
párrafo citado, que la "libertad no reside en la soñada inde
pendencia ante las leyes naturales, sino en el conocimiento de
estas leyes", pero añade inmediatamente: " . . .y en la posibilidad
basada en dicho conocimiento, de hacerlas actuar de un modo
planificado para fines determinados".
Parece claro, por lo tanto, que sin darse cuenta Engels
expone una concepción de la libertad totalmente diferente de
la de Hegel. Para él no hay, como para Heget, una coincidencia
entre libertad y necesidad (a través de la racionalidad), sino
que el conocimiento de la necesidad natural (en el mundo físico
como en el psíquico) e� sólo la condición de la libertad. Mientras
el hombre no conoce las leyes naturales, no puede hacerse in
dependiente del determinismo natural. Pero una vez que dichas
leyes son conocidas, el hombre puede dirigirlas y hacar!ri:s a.�tL:.íU'
para :sus fines. Es evidente que los fines del hombre, c�r•.::ebi
dos por su razón, no hacen parte del determinismo (ni de su
conocimiento), sino que son libremente concebidos. Asimismo
la dirección y la planificación son obra de la libre voluntad
del hombre.
Esto es exactamente lo que dice Engels en la continuación
del texto. "El libre albedrío, leemos, no es, por lo tanto, scglln
eso otra cosa que la capacidad de decidir con conocimiento de
75
cau:w . . . La libertad consiste, pues, en el dominio de nosotros
mismos y de la naturaleza exterior, basado en el conocimiento
de la necesidad natural." No hay, por consiguiente, una coin
cidencia entre necesidad racional y libertad como en Hegel, sino
un conocimiento racional que es la condición del ejercicio de
Ja capacidad del hombre de decidir, de dominar Ja naturaleza
( y a sí mismo), dirigiéndola y planificando según los fines li
bremente concebidos por el hombre y no impuestos por et de
terminismo /lsico.
Como en olras ocasiones Lenin no hace sino reproducir
el texto de Engels, sin analizar ni criticarlo, y sin darse cuenta
del contrasentido (de Engels) que consiste en atribuir a Hegel
una concepción que no le corresponde. La razón, en este caso,
parece ser que el punto de vista de Lenin, en su obra, es prin
cipalmente gnoseológico (o sea el plano de la doctrina del co
nocimiento). Por eso añade que Engels "no se rompe la cabeza"
para fonnular "definiciones" de Ja libenad y de la "necesidad",
sino que "toma el conocimento y la voluntad del hombre, por
un lado, y la necesidad de fa naturaleza, por otra, y dice sen
cillamente que la necesidad de la naturaleza es lo primario y
la voluntad y la conciencia del hombre Jo secundario", y que
"'esta/ últimas deben, indefectible y necesariamente, adaptarse a
la primera". Esto significa que la libertad del hombre no es
total, no consiste en una "soñada independencia de las leyes
naturales". Hay adaptación de Ja libertad humana a las leyes
naturales, pero de ninguna maoera coincidencia con ellas. Por
eso, en el plano del conocimiento (previo e indispensable para
la actuación libre), la naturaleza es "lo primario" y la voluntad
"lo secundario". Pero no así en el phno ontológico (el del
ser mismo). La práctica es criterio de la verdad del conocimiento
teórico. Por eso mismo la práctica manifiesta su diferencia y
su superioridad con respecto a la teoría. Es ta voluntad libre
76
Todo eso no es considerado por Lenin. Una última prueba
de lo que afirmamos está en el párrafo final de toda la discusión,
en el cual el autor dice textualmente:. "El dominio de la natu
raleza, que se manifiesta en la práctica de la humanidad, es el
resultado del reflejo objetivo y veraz, en la cabeza del hombre,
de los fenómenos y de los procesos de la naturaleza y consti
tuye la prueba de que dicho reflejo es una verdad objetiva,
absoluta, eterna (sic ! ) ". O sea: lo que interesa al autor, es
mostrar, contra el relativismo e idealismo de los empiriocriti·
cistas, la existencia de una verdad objetiva y hasta eterna. Dicha
verdad es, evidentemente, la condición de posibilidad de la
práctica, la cual es, a su vez. el criterio último de veracidad
(para Lenin). Pero todo eso se sitúa en un plano estrictamente
epistemológico. El autor no toma en cuenta el problema onto
lógico, el del origen y de la originalidad de la práctica humana,
la cual no tiene ningún modelo en el mundo animal y que
se expiica únicamente por la voluntad libre de su espíritu,
manifestación y prueba de su superioridad sobre el mundo
animal y, mucho más, sobre el mundo físico.
O bien Lenin olvidó plantear el problema, o bien simple
mente no lo vio.
Ahora bien, si comparamos la concepción de la libertad
expuesta por Lenin (y por Engels) con la del realismo (espiri
tualista) tradicional, nos encontramos con la misma conclusión
que antes: no hay ninguna diferencia esencial entre las dos!
Contrariamente al romanticismo de ciertos modernos (existen
cialistas), el realismo tradicional nunca consideró la libertad
humana como absoluta, sino como condicionada y limitada.
Nunca se negó el determinismo de las leyes del mundo físico,
ni, más recientemente, cierto determinismo psíquico. La tarea
de la libertad humana era siempre, seglÍn la tradición, conocer
dichos determinismos, para poder dominarlos, someterlos al
hombre y así hacerse mds libre. Esta es extactamente la con
cepción de Lenin (como también la de Engels y de Marx:). Según
el mismo Tomás de Aquino, la racionalidad del hombre es
la condición de la libertad, lo que significa que el hombre es
libre sólo porque y por cuanto tiene conocimiento de las diver
sas condiciones y de las posibilidades de su acción. Lo mismo
77
afirma Lenin, cuando dice que "ser libre es decidirse· con co·
nocimiento de causa". El acto de la libre decisión no coincide,
por lo tanto, con el conocimiento; este último no es sino la
condici6n de la libertad de mi acto.
La conclusión final de este breve análisis de la epistemolo
gía y de Ja metafísica del autor de "Materialismo y Empirio
criticismo" es, por consiguiente, que, contrariamente a lo que
se piensa generalmente, hay poca diferencia eatre el realismo
tradicional y el llamado "materialismo" leninista. En 12 tloctrina
del conocimiento existe una coincidencia casi completa. La
concepción de la libertad es la misma, en lo fundamental, a
pesar de cierta ambigüedad en los textos de Lenin (y de Engels),
en los cuales no se hace una distinción clara entre la definición
hegeliana de la libertad y la del marxismo. Para Hegel hay
una total coincidencia entre la necesidad (conocida) y la libertad,
por cuanto para los pensadores marxistas el conocimiento de
la necesidad (o del determinismo de las leyes naturales) es sólo
Ja condici6n de la libertad humana.
Hay un punto en el cual hay una diferencia fundamental
entre el realismo tradicional y el "materialismo" comunista,
diferencia que J>arece irreCluctible e insalvable: para la tradi·
ción espiritualista, hay una diferencia esencial entre espiritu
y materia, y el primero no se explica por la segunda; el espíritu
es superior a la materia y no puede, de ninguna manera, re
ducirse a ésta. Para el materialismo leninista, el espíritu ( o Ja
conciencia} es un "producto" de la materia. Es cierto que dicho
"producto" es el resultado de una evolución "dialéctica", según
la cual no se niega la diferencia entre materia y espíritu, y
hasta se podrfa · entender que éste último tiene cierta superio-
ridad. Pero, ea "última instancia" el espirilo tiene su expli·
cación en la materia.
Sin embargo, si se analizan los textos más detenidamente,
se ve que la concepción del "materialismo" es algo más com·
pleja. En primer Jugar, Engels y Lenin están convencidos que
ellos son los continuadores e intérpretes de Marx. Pero, si,
como tratamos de mostrar en el c:apítulo anterior, Marx no
era materialista, sino simplemente realista, habría una presun
ción para admitir que �1 "materialismo" de sus intérpretes no
78
es tan estricto. Ademú, como acabamos de mostrar, el punto
de vista de Lenin es m'8 bien epistemológico, y él no se plantea
el problema ontológico (del ser del espíritu). Sólo en lo epis-
temológico el espíritu es "secundario" y Ja materia "primaria".
En el plano ontológico Lenin admite, por 19 menos implícita
mente, la independencia y la superioridad del espíritu respecto
a la materia.
Podría ser, por consiguiente, que el .)Jamado "materialismo'"
d� Lenin (como el de Engels) sea la consecuencia de un mal
entendido y de una equivocación.
Esta conclusión es de suma importancia, porque muestra
que, quiz.és, toda la insistencia de la tradición comunista sobre
flUnecesario materialismo es el resultado de la misma equivo
cación, y que en un diálogo sincero y abierto con otras con
cepciones habría que plantear el problema sobre bases totalmente
nuevas.
80
cipios del materialismo aplicados. a la sociedad humana y a
su historia". De hecho se trata de un resumen muy breve que
hizo el autor de sus ideas principales al respecto, y que de
ninguna manera puede ser considerado como exposición completa
y detallada. Esta manera esquemática de entender y de pre·
sentar la concepción esencial del comunismo -el materialismo
histórico-- eltp!ica una tendencia a la simplificación y al dog·
matismo en el comunismo posterior, sobre todo en vista de la
autoridad indiscutible de la cual goza Lenin hasta hoy día en
todo el movimiento. En efecto, Lenin trató de profundizar un
poco, con la ayuda de Engels, la doctrina del conocimiento
marxista; también vamos a ver que desarrolla algunos proble·
mas esenciales del pensamiento económico y político. Pero no
se conoce de él ningún texto de cierta importancia sobre la
teoría central del materialismo histórico mismo. Jo que confirma
que para él se trataba de un conjunto de verdades definitivas,
y además entendidas de manera esquemática. como acabamos
de mostrar.
Lo que dice el autor en relación con el problema de la
infraestructura y de la superestructura es la mejor prueba de
lo que afirmamos. A este problema tan complejo y cuyas no·
ciones son sujetas a diversas interpretaciones, con·sagra algo más
de una página! Para el autor, el marxismo "señaló el camino
para una investigación universal y completa del proceso de
nacimiento, desarrollo y decadencia de las formaciones sociales
y económicas . . , poniendo al descubierto las raíces de todas
las ideas y de todas las diversas tendencias maniíestadas en el
estado de las fuerzas materiales productivas, sin excepción
alguna". O sea, lo. que para Marx era una tesis general, pero
concebida sin rigidez, y que deja lugar a una cierta indepen·
dencia para las "producciones espirituales" (independencia ma·
nifestada por el mismo marxismo), se transforma con Lenin
en una fórmula dogmática, que no admite excepción alguna. y
que por su carácter esquemático carece de todo valor científico.
Esto no impide al autor de declarar un poco más adelante que
"Marx trazó el camino del estudio cientffico de la historia con
cebida como un proceso único regido por leyes, pese a toda
su imponente complejidad y a todo su carácter contradictorio".
82
'El Capital". Es evidente que dentro de los escritos del fun·
tador del marxismo, El Capital tiene un lugar preeminente.
iin embargo, como el mismo Lenin dice explícitamente, citando
l Marx, "el fin que persigue esta obra es descubrir la ley
:conómica del movimiento de la sociedad moderna", es decir,
1ñade Lenin, "de la sociedad capitalista, burguesa". O sea, se
rata sólo de la aplicació_n a un caso particular, aunque im
>artantísimo por su actualidad, de la doctrina general del
naterialismo histórico. El hecho es que, a partir de Lenin y
>iguiendo su ejemplo, el comunismo dio más importancia a la
ioctrina económica de Marx que a sus aspectos antropológicos
J de filosofía social. Aquí se nota una vez más una insistencia
50bre lo económico y lo material de la realidad social, con
secuencia quizás involuntaria pero inevitable de la profesión
de fe "materialista".
Además, el autor hace simplemente el resumen de las no
ciones y conclusiones principales de El Capital, presentando
las últimas como ciertas e indiscutibles. Hemos mostrado, sin
embargo, que ya en el tiempo de la redacción de dicho texto
( 1 914) Ja evolución real d e las sociedades capitalistas era
contraria a las predicciones del autor de El Capital, y un dis
cípulo más crítico podría haber hecho un intento de repensar
los razonamientos de éste y de adaptarlos a la realidad de
los hechos.
El resumen de la doctrina económica de Marx está cen
trado en las dos nociones de valor y de plusvalla. Según otro
texto esta última es "la piedra angular d e la teoría de Marx".
Sin embargo, estudios económicos modernos imparciales han
mostrado que la teoría del valor-trabajo es muy discutible y no
alcanza a explicar toda la complejidad de los valores econó
micos. Por otra parte Ja concepción de la plusvalía, base de
toda la teoría de la "explotación" del proletariado por los capi
talistas, expresa una verdad muy parcial, precisamente porque
se basa en la tesis de que el trabajo (manual) es el único
valor realmente prodtictivo, y olvida todos los otros factores,
como son los conocimientos y Ja· experiencias del empresario, la
tecnología y, por último, el mismo capital, sin el cual los
trabajadores no serían capaces de producir cualquier valor eco
nómico.
83
Por esa razón las "leyes" del desarrollo capitalista y de
la inevitable autodestrucción del régimen del mismo nombre,
leyes que Lenin cita como "verdades" inconmovibles, no se
verificaron en la realidad. Esto pasó, en primer lugar, con lo
que el autor llama la "tendencia histórica a la acumulación
capitalista", según la cual iba a haber, por una parte, "una con
centración de los capitales en manos de unos pocos monopolios
o magnates del capital", y, por otra parte, un "aumento de
la miseria, la opresión, la esclavitud, la degeneración y la
explotación". Y, al mismo tiempo, tenía que aumenlar la re
beldía de la clase obrera, "instruida, unida y organizada por
el mecanismo del propio proceso de producción capitalista".
La consecuencia final de todo ese .proceso tenía que ser el
estallido· de la "envoltura capitalista", o sea la revolución co
munis'ta, surgida de la rebelión del proletariado explotado y
la "expropiación de los expropiadores".
En lodo eso el autor se limita en citar el texto mismo de
El Capital, sin hacer la- más mínima críiica, y sin darse cuenta
que la evolución real del capitalismo no obedecía a las "leyes"
establecidas por Marx. Hoy día sabemos -y un Lenin más
crítico podía haberse dado cuenta en su tiempo- que la con
centración de los capitales nunca ha sido tan radical, pero sobre
todo, que contrariamente a las predicciones del autor de El
Capital el nivel de vida del proletariado subió constantemente,
en Jos países capitalistas, y que por la misma razón no
sobrevino la revolución anunciada en ningún país con régimen
capitalista.
Lo mismo puede decirse, en general, de los análisis de los
tómos· I I y 1 1 1 de El Capital, que Leilin resume a continuación,
presentándolos igualmente como verdades científicas. Ni la ley
de la cuota de ganancia decreciente, ni las previsiones de Man
respecto a la agricultura capitalista se cumplieron. Las ganancias
de los capi1alistas, en los países "desarrollados", siguieron
creciendo, y la agricultura "capitalista", lejos de decaer por
agotamiento del suelo, como pensaba Marx, se desarrolló con
tinuamente, entregando a sus países respectivos y al mundo
entero una producción cada vez creciente, por cuanto la agri-
84
cultura de Jos países comunistas ha sido para estos últimos
una fuente casi permanente de preocupaciones.
El resumen de la doctrina económica de Marx termina
con un capítulo intitulado "El Socialismo", en el cual el
autor vuelve a insistir sobre las conclusiones de Mani:, ya
enunciadas en relación con el t . 1 de El Capital. Vale la pena
citar in extenso el párrafo inicial, en el cual el autor indica
Jo esencial de dichas conclusiones. "Por lo expuesto, dice, se
ve como Marx llega a la conclusión de que es inevitable la
transformación de Ja sociedad capitalista en socialista, apo
yándc!>e única y exclusivamente en la ley económica del mo
vimien/o ele la sociedad moderna. La socialización del trabajo,
qlle avanza cada vez más de prisa bajo miles de formas . . .es
la base material más importante del ineluctable advenimiento
cid socialismo. El motor intelectual y moral, el agente físico de
esta transformación es el proletariado, educado por el propio
capitalismo. Su lucha con la burguesía, que se manifiesta en
las formas más diversas y cada vez más ricas de contenido,
llega a convertirse inevi1ablemente en lucha política para 1a
conquisla del Poder político por el proletariado ("dictadura
del proletariado")."
Este párrafo, y todo el capÍtulo respectivo, no son sino la
reiteración de lo que ya sabemos: Ja doctrina económica, de
sanollada a lo largo . de los mil�s de páginas de F.I Capital y_ de
otros escritos m.:nores, es Ja aplicación a la sociedad moderna
burguesa de la filosofía social del autor, y tiende a demostrar
poi; los hechos y su proyección hacia el f1:1turo lo que está
preestablecido en dicha filosofía: el qecesario advenimiento de
la sociedad s,ocialista del futuro, etapa final de todo el de
sarrollo histórico-social de Ja humanidad. Lo malo es que los
porfiadQs hcéhos posteriores y actuales mostraron que el autor
de El Capital estaba equivocado, a pesar de su pretensión a un
pensamiento "científico", pretensión compartida y corroborada
por Lenin.
Con eso no pensamos negar Jo que ya indicamos en
nuestro estudio sobre el mismo Marx: el fundador del comu
nismQ tiene el inmenso mérito de haber dejado al descubierto
las imperfecciones y las injusticias inherentes al régimen ca-
85
pitalísta. Su clamor por la superación de la sociedad capitalista
se justifica plenamente como exigencia ética. Más aún: en
cierto sentido Lenin tiene razón cuando afinna, con Marx y
con más autoridad que él, que asistimos a una inevitable "so
cialización" de los regímenes económico.sociales; en ese proceso,
�
el cual hoy en d a está todavía más claro que en los tiempos
de Lenin, podemos ver una realización parcial de la predicción
marxiana respecto a la suplantación del régimen capitalista por
otro de tipo "socialista" o por lo menos socializante. Pero el
proceso en sí mismo es bastante diferente del imaginado por
Marx y sus discípulos.
En relación con el "socialismo" Lenin toca otro problema,
invariablemente ligado al anterior, et de la conquista del
"Poder político" o del Estado. En eso, también, no hace
sino repetir los conceptos y las tesis de Marx y de Engels,
ya indicados en el Manifiesto Comunista: el proletariado, para
poder hacer la revolución total e instalar el nuevo régimen
de producción, el comunista, tiene que apoderarse del poder
político, o sea del Estado, para transformar as{ poco a poco
la sociedad entera en una sociedad sin clases. Por eso mismo
se va a abolir a sí mismo como clase y hará superfluo el
poder del Estado. Y el autor termina con la famosa frase
de Engels (de El Origen de la familia, la propiedad privada y
el Estado): "La sociedad, reorganizando de un modo nuevo
la producción sobre la base de una asociación libre de pro
ductores iguales, enviará toda la máquina del Estado al lugar
que entonces le ha de corresponder: al museo de antigüedades,
junto a la rueca y al hacha de bronce".
Según estos textos se ve cómo el problema del Estado
es sólo una cuestión particular en el conjunto del materialismo
histórico, y tiene ·relación especialmente con la realización
del socialismo. Por eso mismo el autor le va a consagrar toda
una obra, conocida bajo el título de "El Estado y la Revolu·
ción ", y que se analizará más adelante. Pero desde luego se
puede constatar que sus ideas al respecto no son sino la re·
petición de las de sus precursores.
Antes de pasar al problema del Estado, veamos primero
otra obra de Lenin, que tiene relación directa con la doctrina
86
económica de Marx, y que es en cierto modo la aplicación
de los conceptos económicos mar.danos a la evolución con
temporánea del capitalismo.
87
vitable descomposición. En este mero análisis del contenido
de los diversos capítulos se puede notar la tesis implícita de
la obra, y que el autor indica parcialmente al final de su
prólogo, cuando dice textualmente: "Yo espero que mi folleto
( ! ) ayudará a la comprensión de un problema económico ca·
pital, sin el estudip del cual es imposible de entender nada de
Jo que son la guerra y la política contemporánea; quiere decir
la nizturaleza económica d�d imperiafümo". Decimos que ésta
es sólo un enunciado parcial de la tesis; en efecto, como se
entiende por los títulos de los últimos capítulos, el autor quiere
demostrar que, en vista de esta vinculación entre capitalismo
e imperialismo, los dos son destinados a desintegrarse y a
desaparecer en un futuro próximo.
Veamos rápidamente los conceptos principales de las dos
partes, para tratar después de hacer una apreciación de la
tesis que el autor quiere demostrar.
En el primer capítulo el autor nos indica cómo se verifica,
según él, la tesis marxiana respecto a la concentración de la
producción en pocas manos y l a constitución de los monopo
lios. En base a estadísticas bien precisas, no tiene ninguna di·
ficultad en mostrar que, en el plano nacional como, sobre todo,
el intern�cional, la producción económica se concentra en manos
de los carteles y trusts mundiales.
E l segundo capítulo analiza el "nuevo papel de los bancos".
Hasta fines del siglo anterior dominaba el capital industrial.
Pero desde principios del siglo XX surgen los bancos como
los verdaderos dueños de los capitales, y los industriales tienen
que limitarse en pedir prestados sus capitales a los primeros.
Así se pasa de la dominación del capital en general a la
dominación del capital financiero, signo distintivo del "viraje
del viejo capitalismo al nuevo".
El capítulo siguiente nos demuestra la constitución de la
"oligarquía financiera". Se trata en eso simplemente de una
nueva y más poderosa concentración de los capitales (finan
cieros) y de la creación de verdaderos monopolios financieros
mundiales.
Siempre en base a estadísticas precisas, tomadas de los
estudios mencionados, el autor llega a la conclusión que en
88
el momento en que empezó la guerra mundial, el 80% del
capital financiero mundial estaba concentrado en sólo 4 países:
Francia, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos de Norte
América.
Con el capítulo IV, que lleva como título " La exportación
de Capital", empieza la parte más polémica de la obra. Aquí
el autor verifica cómo la acumulación de capitales en "pro
porciones gigantescas" en algunos países, los llamados ricos,
y siempre sobre la base de la plusvalía denunciada por Marx,
Jle Va a los financieros de dichos países a exportar sus exceden
tes de capital a otros países menos ricos y francamente sub
desarrollados.
De hecho el capital de exportación es creado por los mo
nopolios. Por lo mismo en este negocio no hay competencia;
los monopolios financieros tratan de colocar sus empréstitos
por todos los medios (presiones políticas, económicas, etc.) y
además, imponen libremente sus condiciones, las cuales consisten
principalmente en ventajas para el comercio de exportación (de
mercaderías) del país acreedor. En el capítulo siguiente (V)
asimismo al "reparto del mundo" que hacen entre sf las aso
ciaciones de capitalistas y los grandes trusts que exportan a
través de sus sistemas crediticios.
En todo eso el autor ve la confirmación de la ley marxiana
de la concentración de los capitales y de Ja ruina de los capita
listas más pequeños, con Ja consiguiente absorción de los
"chicos" por los "grandes". O sea, que en el plano internacional
pasa' ahora lo mismo que antes en el nacional.
No se puede negar que hay mucha verdad en las tesis
de Lenin. A pesar de que Ja concentración de los capitales
no es total, ni en lo nacional ni en lo internacional, es cierto
que existían ya en los tiempos de Lenin estos grandes consor
cios financieros internacionales, los cuales hoy día han exten
dido su poder todavía mucho más. Es cierto también que esto
da lugar a diversas formas de presión económica y política y
lrae consigo muchas injusticias.
Se puede preguntar, sin embargo, si en el plano meramente
económico dicha evolución no ha sido beneficiosa por mayor
parte. El hecho que las empresas chicas desaparezcan no es
89
trágico, de por sí. En efecto, para una producción masiva, como
se la necesita hoy día, es evidente que las empresas grandes
sirven mucho más que las chicas, principalmente porque así se
bajan enormemente los costos. Además, en la lucha de la so·
brevivencia, o la "competencia" económica, las empresas que
sobreviven son las más eficientes, bajo todo punto de vista.
Hay dos otras afirmaciones de Lenin que son discutibles.
El pretende que la expansión internacional de los grandes
trusts se hace sólo bajo la condición del "subdesarrollo y de la
miseria", primero en los propios países acreedcres. ¿Cómo
se explica, entonces, que hoy día el comunismo pretende en
todas partes que el alto nivel de vida de los países se debe
a la explotación de los países en desarrollo por parte de los
países desarrollados? Esto supone que en Jos países exportado
res de capitales el nivel de vida alto es bastante generalizado,
Jo que, por lo demás, es un hecho indiscutible.
Por otra parte, la tesis supone que el capital financiero
internacional hace una explotación desenfrenada de los países
en desarrollo, manteniendo estos últimos en su postración eco
nómica. Este argumento se repite hasta la saciedad hoy dfa por
toda la propaganda comunista y filocomunista. Sin embargo,
en el mismo Manifiesto Comunista sus autores reconocen que
ningún régimen como el capitalista ha contribuido al desarrollo
de la economía mundial en general. Y Lenin dice, en el mismo
sentido, que la "exportación de capitales repercute en el de
sarrollo del capitalismo dentro de los países en que aquellos
son invertidos, acefer4ndolo extraordinariamente". ¿En qué que
darnos entonces? ¿Con los slogans propagandísticos, o con las
constataciones de los autores del Manifiesto y de la obra sobre
el Imperialismo, hechas a base de estudios científicos y con
mayor honestidad? No se trata de defender al capitalismo. Tam·
poco pensamos defender la política económica de los países
desarrollados frente a los subdesarrollados. Sin embargo, hay
que reconocer honestamente, a nuestro juicio, que sin la ex
pansión mundial del capital financiero internacional, en la
mayor parte del mundo este problema simplemente no se plan
tearía, porque la mayoría de los países estarían todavía en un
estado de feudalismo, de esclavismo y hasta de prehistoria, que
90
ni aún se darían cuenta de la posibilidad de salir de su pos
tración económico-social. consecuencia del subdesarrollo.
Los capítulos siguientes (VI y VII) son destinados a jus
tificár la tesis central del libro, expresada en el título: o sea
el nexo entre el capitalismo financiero y el "imperialismo"
político. Por este último se entiende esencialmente el fenómeno
de la expansión colonial, realizada por las naciones capitalistas
a partir de la segunda mitad del siglo XIX y hasta principios
de nuestro siglo. La tesis consiste en mostrar que, del mismo
modo que los trusts financieros "se repartían el mundo", las
naciones correspondientes se dividían el mundo para su domi
nación política, o sea por, el establecimiento de las colonias.
Según los datos encontrados por el autor en las obras corres
pondientes, entre 1 870 y la primera década de nuestro siglo.
las potencias colonizadoras se repartían el 76,6% de Africa,
el 42,1 % de la Polinesia, el 56,6% de Asia y el 27 ,2% de
América Latina. Después ya no quedaba nada por repartir,
porque los territorios restantes eran ocupados por Estados in
dependientes (con lo que se reconoce, implícitamente, que en
los territorios colonizados no había todavía Estados indepen
dientes!) Las potencias colonizadoras eran, en Europa: Ingla
terra, Francia, Alemania, Bélgica, Holanda; y en América los
Estados Unidos del Norte.
Es cierto que hay u n paralelismo entre la colonización y
la "exportación de capitales" por los trusts internacionales.
Pero esto no prueba la exactitud de la tesis leninista. Parece
más bien que la colonización, en la mayoría de · Jos casos o
por lo menos en muchos de ellos, ha sido anterior a la expan
sión financiera e industrial, y que sus motivos han sido políticos
principalmente. Para las naciones europeas la colonización era
una manera de aumentar su poderío frente a las naciones
rivales; no hay que olvidar, en efecto, que la Europa del siglo
XIX es la del nacionalismo y de la exaltación del poder político
militar de cada nación. El mismo Lenin cita a dos políticos
ingleses (Los Chamberlain y Cecil Rhodes), cuyas declaraciones
en favor del colonialismo se inspiran precisamente en razones
de grandeza nacional y de expansión demográfica necesaria
(e.sta última siendo muy diferente de una pura expansión finan
ciera, con fines de poder económico para grupos particulares).
Por lo tanto Ja tesis de Lenin, que establece un nexo total
y causal entre el capitalismo financiero monopolístico y el
imperialismo colonial, es, al máximo, sólo parcialmente exacta.
El autor ve en esta fase imperialista del capitalismo el tránsito
a un régimen superior (al del capitalismo del siglo X I X ) , por
su carácter monopolistico, el cual, según él, excluye la libre
competencia, esencial al capitalismo tradicional. N i aún este
aspecto de la tesis es 101almente exacto. Es cierto que el mo
nopolio excluye, por definición, la competencia dentro del
campo de su acción. Pero, fuera del hecho que al lado de los
monopolios subsisten un sinnúmero de empresas medianas y
chicas, que están en competencia unas con otras (la cual se
manifiesta en la "batalla" de la publicidad, entre otras cosas),
queda también la competencia, en el plano mundial, de las em
presas llamadas monopólicas en1re sí. Una prueba de eso es
Ja guerra "imperialis1a", la cual según el mismo autor era el
único medio para dirimir la lucha, vale decir la ccmpetencfr.i,
para la posesión de las colonias, necesarias para la expansión
de las esferas de influencia del capital financiero. Pero es un
hecho, por otra pal"le, que entre las causas de la guerra (la
primera guerra mundial) había por Jo menos tantos móviles
políticos que económicos. En efecto, la guerra estalló entre
Alemania, por una parte, y Francia con Rusia por otra, por
motivos más bien "nacionalistas". E Inglaterra, la mayor po
tencia colonial en Europa, se sumó a la guerra sólo a regaña
dientes. Además, no está probado, del lado de Francia y de
Rusia por lo menos, que los gobiernos no hacían sino obedecer
a Ja presión de las empresas monopolísticas (las cuales, en
Rusia, no existían).
Por todo eso, la conclusión final de Lenin y sus negros
vaticinios respecto al porvenir del capitalismo "monopólico e
imperialista" no convencen, hoy día menos que nunca. Basán·
dose en Jos estudios ya citados sobre el imperialismo, sobre
todo el del iniilés Hobson. el aulor llega a afirmar que, por
la inOuencia del monopolio, se impondrá cada vez más la
tendencia al estancamiento económico, a la descomposición
92
económica y moral y, finalmente, a una especie de parasitiiimo
de los ciudadanos de los p"aíses imperialistas, a "costillas" de
los países en desarrollo, y, por ende, a un verdadero estanca
miento de la civilización occidental. Sin estar de acuerdo con
la evolución tomada por la evolución de los países capitalistas
después de las dos guerras mundiales, y sobre todo sin aprobar
la política de estos últimos respecto a las naciones en desa
rrollo, pensamos que hay que reconocer qu� los hechos han
desmentido esta tesis y sus negras predicciones sobre el porvenir
de la civilización occidental.
En los últimos capítulos el autor no hace sino resumir sus
conceptos y conclusiones anteriores. Según el capítulo final,
intitulado el "Lugar histórico del imperialismo''. dicho "lugar
histórico" se carackriza por ser la última fase del capitalismo.
la de un capitaiismu "en descomposición" y "agonizante". Se
puede lamentar que el cap•talismo "imperialista" haya sobre
vivido tanto y no haya dado lugar a un sistema más justo y
humano, y sobre todo que hasta hoy día no haya encontrado
solución al problema tremendo del subdesarrollo -el provocado
por él o el que existía mucho antes de su acción imperialisla!
pero, repetimos, los hechos han demostrado que la tesis leni·
nista era falsa.
Podemos concluir, por lo tanto, diciendo que el autor de
esta especie de continuación de El Capital no tuvo más suerte
que el de Ja obra inicial. El libro de Lenin tiene los mismos
méritos y defectos que el de su maestro. Los dos reunieron una
cantidad impresionante de hechos respecto al capitalismo y
al "movimiento de su desarrollo", en sus respectivas épocas.
Los dos tienen razón en muchas de sus observaciones y críticas.
Pero ni sus tesis principales ni sus prediccicines se revelaron
exactas. Quizás la razón de eso sea la misma en los dos casos:
en lugar de ceñirse estrictamente a los hechos y su interpreta
ción científica, los autores prefirieron interpretarlos según sus
conceptos preconcebidos y llegaron a conclusiones erróneas.
Pero eso no impide que tengan el gran mérito de haber
planteado el problema y de obligarnos a reflexionar sobre él
y a buscar las soluciones adecuadas.
9J
3. El Problema del Estado ("El Estado y la Revolución ") .
94
era jefe de un gobierno social-demócrata en el momento de la
redacción del libro) . El olvida, sin embargo, que estos y otros
social-demócra1as no estaban de ninguna manera al servicio
de Ja burguesía "dominante", sino de los trabajadores y de
cierta clase media. Así Jean Jaurés debilitó más bien la posi·
ción del gobierno francés ("burgués") al principio de la pri
mera guerra mundial, tal como, más cerca de nosotros, el go
bierno de "Frente Popular" (y no de la burguesía!) de León
Blum debilitó la fuerza defensiva y ofensiva de Francia, antes
de la segunda guerra mundial, y ha sido una de las causales de
la derrota francesa de 1 940! Asimismo, si Kerenski hubiese
podido mantenerse en el gobierno (gracias, quizás, a una política
más inteligente de sus aliados en la guerra). él habría hecho
un gobierno al servicio de Ja clase trabajadora y de los cam
pesinos rusos, y no de Ja burguesía o de los terratenientes,
y habría, quizás, transformado a Rusia en un Estado "socia
lista", sin caer en los excesos posteriores de los bolcheviques . . .
De hecho, en otros países europeos ( en los escandinavos) se
hizo esta transformación pacífica, contrariamente a las tesis y
predicciones del comunismo.
Analizando más adelante el libro de Marx sobre los acon
tecimientos que siguieron a la revolución francesa de 1 848 ("El
J 8 Brumario de Luis Bonaparte"). Lenin subraya la conclusión
del autor, en el sentido que todas las revoluciones francesas
"han perfeccionado la máquina estatal en vez de destrozarla".
Esto implica, insiste Lenin, que la auténtica concepción marxista
no espera que el Estado burgués se extinga por sí mismo, sino
que hay que destruir esta "máquina burocrático-militar" a la
fuerza. En eso el marxismo ha estado siempre de acuerdo con
el anarquismo (contra el cual mantiene, sin embargo, la ne
cesidad del Estado en el período de transformación revolucio
naria). Esta tesis se dirige contra todos los "oportunistas"
(5obre todo los socialdemócratas Kautsky y Bernsteln). que pre
dican la transformación pacífica del Estado burgués. Es im
portante recordar esta tesis básica de la doctrina política co
munista, en un mon'lento en que el comunismo quiere repre
sentarse como partidario de métodos pacíficos para llegar al
poder, y que alguno¡; ingenuos demócratas se dejan engañar!
95
Según la costumbre de los autores marxistas, Lenin no
se limita en enunciar su tesis, sino que pretende prever la
evolución histórica futura. Al respecto dice textualmente: · · Es
indudable que en la actualidad, la historia del mundo conduce,
en proporciones incomparablemente más amplias que en 1852,
a la concentración de todas las fuerzas de la revolución proletaria
para destruir la máquina del Estado". Lamentablemente
se equivocó otra vez. La mayoría de los Estados burgueses
del tiempo de Lenin subsisten hasta hoy día, aunque por gran
parte muy transformados. Y en los dos casos en que se cumplió,
con ciertas reservas, su predicción -Rusia y China. pero los
cuales no eran precisamente "burgueses"!-, había un con·
junto de circunstancias muy especiales, hábilmente explotadas
por los partidos comunistas (minoritarios!) respectivos. Más
adelante volveremos a analizar este aspecto.
A continuación el autor cita una carta de Marx, que data
del fin del período analizado ( 1 848 - 1 852) y en la cual este
último, en relación con la teoría de la lucha de clases, declara
que lo esencial es que esta lucha sea mantenida hasta la des·
trucción de la burguesía y la dictadura del proletariado. Se ve
por consiguiente que la tesis de la necesaria destrucción del
Estado burgués es permanente y fundamental para su autor, y
que según él tiene que desembocar en una nueva forma de
Estado, la dictadura del proletariado.
Así llegamos a la segunda forma de Estado prevista en la
doctrina política de Lenin como de Marx.
96
En primer lugar Lenin insiste repetidas veces, como sus pre
decesores, sobre la necesidad de un verdadero Estado proletario.
Esta tesis es dirigida principalmente contra los anarquistas, los
cuales han sido siempre los adversarios del comunismo, desde
los tiempos de Marx, y combatidos permanentemente por este
último. Con los anarquistas, el marxismo y el comunismo exigen
la destrucción violenta del Estado burgués; pero contrariamente
a ellos, los últimos insisten sobre la necesidad de conquistar el
poder político para el proletariado, o sea sobre la necesidad
de crear un Estado nuevo, bajo la dirección del proletariado.
Lenin no tiene ninguna dificultad en mostrar que ésta ha sido
la concepción permanente de los fundadores del marxismo,
desde el Manifiesto Comunista, hasta sus últimas obras. En
relación con una polémica de Engels con los anarquistas, el
autor dice al respecto que una revolución ( se trata de la
revolución hecha por el proletariado) "es indudablemente la
cosa más autoritaria que existe", y que por lo tanto, el proleta·
riada tiene que establecer un Estado fuerte y autoritario, para
dominar a sus enemigos (de la clase burguesa) y realizar la
transformación socialista de la sociedad.
Desde el Manifiesto, también, está claro que el Estado nuevo
será el de una dictadura de la clase proletaria (el término de
"dictadura del proletariado" aparece más tarde, pero la idea
está presente desde 1 848). Esto significa que será un Estado
del proletariado organizado como clase dominante. Los textos
marxianos analizados por Lenin muestran cómo Marx ha ido
profundizando este concepto a lo largo de sus diversos escritos
políticos. Desde el Manifiesto se sabe que la dictadura se dirige
sólo contra Jos enemigos de clase, los burgueses, y no contra
los propios proletarios. Más adelante Marx trata de definir el
contenido interno de esta dictadura, o sea la manera como
tendrá que ser ejercida en relación con la clase proletaria
misma.
Aquí aparece otro de los conceptos básicos de Marx, en
relación con el Estado proletario, concepto compartido plena·
mente por Lenin: el de democracia proletaria. En relación con
una carta de Marx de 1852 ( a su amigo Weydemeyer), Lenin
declara que el Estado nuevo tiene que ser "democrático, de
manera nueva", para· los proletarios.
7.-¿Ha muerto ..•
97
Este concepto se va aclarando y precisando poco a poco.
El texto más completo y' áetallado al respecto es el famoso
libro de Marx "La Guerra Civil en Francia" (análisis crítico
de la Comuna de Paris, de 1 8 7 1 ) . Lenin atribuye a este texto
bastante importancia para dedicarle un capítulo entero (cap.
Ill).
En primer lugar insiste� con Marx, en que huy que sustituir
la máquina del Estado (burgués) por la "democracia más com·
p)eta'". Esta se realiza por una especie de democracia directa,
con supresión del ejército y de todo el aparato represivo. Por
una parte la represión necesaria (de los burgueses) es ejercida
por el pueblo entero; y por otra, los cargos de · representantcs
del pueblo (o "diputados") en Ja Asamblea popular dependen
continuamente del pueblo, porque los funcionarios que ocupan
los cargos respectivos (a la vez legislativos y eiecutivos) son
inmediatamente responsables delante sus electores y, por ende,
revocables.
Lenin piensa que es posible organizar así el Estado, a la
vez como democracia "directa" y representativa, y también la
"gran -producción", "partiendo, añade textualmente, de lo 'que
ha sido creado por el capitalismo (!), y basándonos en nuestra
propia experiencia de trabajo".
Pero el texto de Marx es mucho más amplio y se ocupa
de una verdadera organización política de Ja nación entera (o
sea de Francia, en el f(lntexto). El autor propicia una estructura
similar a Ja de la Comuna de Paris. Esto significa, en concreto,
que en cada municipio y en cada rrovincia tendrá que haber
�obiernos municipales y regionales; éstos serán elegidos por sus
respectivas bases y gozarán de una gran autonomía, a la vez_
que serán revocables, como lo son los "representantes popu
lares" de la Comuna de París. Sin embargo, según la idea de
Marx. hay que mantener un mínimo de gobierno central. Al
respecto el autor de la "Guerra Civil en Francia" habla exp1f
citamente de funciones "estatales" que hay que conservar en
manos de los "agerttes comunales" (es decir de la "Comuna de
Paris"), y que son responsables delante de la Comuna.
Se trata evidentemente de una e'Specic de es tructur a federa
lista, en términos modernos. Pero en relación con dicha �struc-
98
tura, Lenin critica vehementemente a Bernstein (social-demó
crata alemán) por haber comparado la cpncepción de Marx con
el federalismo ideado por Proudhon. De hecho este último
es conocido por sus ideas anarquistas y su oposición a un
poder estatal central; en eso Lenin tiene ciertamente razón.
Sin embargo, parece que Lenin exagera cuando califica la
concepción de Marx de "centralista". "Marx es centralista,
dice textualmente. Marx usa intencionalmente la expresión
"organizar la unidad de la nación" para contraponer el cen
tralismo consciente, democrático, proletario, al centralismo
burgués, militar, burocrático".
De hecho, como ya indicamos, la estructura propuesta por
Marx es la que corresponde al federalismo moderno. En efecto,
éste prevé la mayor autonomía posible de las instancias infeliores
(municipios, provincias, etc.), sin negar la necesidad de un
poder estital c;entral. Pero este último conserva sólo las fun
ciones indispensables, las que no pueden ser cumplidas por las
instancias inferiores, tal como lo propone Marx. En eso el pen
samiento de Lenin es bastante ambiguo. Por una· parte insiste
sobre la necesidad de un fuerte "centralismo", y, por otra,
declara que dicho centralismo tiene que ser "democrático", lo
que podría entenderse en el sentido de un máximo de autonomía
"democrátka" para los gobiernos municipales y provinciales.
Más adelante vuelve a discutir el mismo problema en rela
ción con un texto de Engels, la "Crítica del Programa de
Erfurt" (escrito en 1 8 9 1 ) . Allí Engels insiste, igual que Marx,
sobre la necesidad de un Estado centralizado. Sin embargo, la
unidad de dicho Estado centralizado tiene que su.rgir desde
abajo, de la voluntad libre de las funciones comunales y re
gionales, las cuales deben tener, según él, plena autonomía en
sus asuntos locales y no depender de funcionarios nombrados
por el poder central. Al respecto Lenin hace notar que, de
hecho e históricamente, las repúblicas centralistas han garantí·
zado una mayor libertad (local y regional) que las llamadas
federativas (en las cuales había, en cada región o prov-incía
federada, un gobierno demasiado autoritario). Todo eso parece
in�icar que la interpretación leninista del texto marxiano que
estamos comentando no se aparta mayormente del sentido que
99
Man: le había dado, o sea el de un centralismo democrático y,
de hecho, federalista. Hay que añadir, sin embargo, que Lenin
insiste más sobre el aspecto centralista que sobre el democrá·
tico y federalista (en el sentido actual del ténnino).
Pero esto es más bien la consecuencia de la estructura
que dio Lenin al Partido comunista y al papel fundamental
que le asignó en todas las tareas y en todos los planos, problema
que analizaremos en seguida.
Se ve que, a pesar .de que en el plano teórico la interpreta·
ción leninista puede ser la auténtica, la tendencia al centralismo
que ya se manifiesta en el análisis teórico se va a fortalecer
cada vez más en la práctica y borrar casi totalmente la ins.
piración federalista y democrática fundamental.
De todas maneras queda claro que en la fase de "dictadura
del Proletariado" se mantendrá el Estado, como poder centra·
lizador y represivo. Sobre este último aspecto los textos
marxianos y leninistas no dejan ninguna duda. En un capítulo
posterior (cap. V) el autor vuelve a insistir al respecto, en un
comentario a uno de los últimos escritos de Marx, de gran
importancia para la doctrina política, la "Crítica del Programa
de Gotha". Según la teoría marxista, mientras que hay Estado
hay opresión, y en eso el Estado proletario no puede ser un-.
excepción. Al respecto Lenin subraya la frase de Marx que lo
dice explícitamente: "Entre la sociedad capitalista y la comu·
nista se sitúa el período de transformación revolucionaria de
aquélla en ésta. A lo cual corresponde un período de transición
política, donde el Estado no puede ser otra cosa que la dicta·
dura revolucionaria del proletariado". Es evidente que dicha
dictadura implica la represión de los "enemigos de clase", que
son los restos de grupos burgueses todavía no integrados a la
clase proletaria.
Pero este es sólo un aspecto del Estado proletario (o "so-
cialista"). Por otra parte, dicho Estado será, según Marx y
Lenin, mucho más democrático que cualquier Estado burgués
anterior, porque extenderá la democracia real (y no s6lo
formal) a la clase proletaria entera, en lo económico, lo social
y lo político. Por eso, el Estado de la dictadura del proletariado
será sólo de transici6n, y en ese sentido una forma nueva de
100
Estado, que no corresponde exactamente al antiguo concepto.
El Estado antiguo (según los autores) era única y exclusivamente
opresor; el nuevo será represivo sólo para una minorla (de
los adversarios de clase) y democracia real para la mayorfa.
Esta es al mismo tiempo la razón de su pronta extinción, en el
momento en que todos los adversarios habrfan sido eliminados
o por lo menos dominados completamente.
Sin embargo, en este análisis del' Estado proletario (socia
lista) se nota la misma ambigüedad que encontramos en toda
Ja doctrina politica del marxismo. Por una parte el Estado, -in
cluso el socialista- es considerado esencialmente como un ins
trumento de dominación de Clase y represión; por consiguiente
no habría ninguna razón de mantenerlo, cuando cesa dicha nece
sidad de represión. Y, por otra, se reconoce que la estructura
estatal es necesaria para mantener la unidad del cuerpo social,
para imponer la necesaria disciplina social. En efecto, Ja es
tructura federalista propuesta por Marx, y aceptada por Lenin,
para las naciones "socialistas" del futuro, con su poder estatal
central, no es destinada únicamente para la sociedad comunista
final (lo que agravarla el problema, porque, para Lenin por
Jo menos, en dicha sociedad no habrá más Estado!). De toda
evidencia, Mahr. y Lenin la admiten y proponen para la socie
dad de transición, de la dictadura del proletariado. Esto significa
que el Estado socialista no ejerce su poder sólo como instru
mento represivo (de los restos de enemigos de clase), sino,
como cualquier otro Estado, en cuanto autoridad, para mante
ner la unidad y la cohesión sociales y para imponer el régimen
económico-social a todos los miembros del cuerpo social. O sea:
es falso que en la etapa de transición se necesita el Estado
sólo como instrumento represivo; su función es, también, la
de ejercer Ja autoridad (cuya necesidad en la sociedad . han
reconocido siempre todos los autores marxistas mencionados).
El mismo texto que el autor está analizando en el capítulo
indicado (cap. V) confinna Jo que decimos. En su "Crítica del
Programa de Gotha" Marx distingue dos fases de la sociedad
comunista, una primera imperfecta ((llamada después "socia
lista") y una segunda perfecta (la "superior"). Ahora bien, según
los párrafos citados y subrayados por Lenin mismo, esta primera
101
fase adolece todavía de muchos defectos, porque tiene su origen
en la sociedad capitalista y conserva muchas características de
dicha sociedad. Por falta de desarrollo económico-social, la
primera fase (socialista) del comunismo no puede realizar el
ideal total de la igualdad comunista, en el trabajo y el salario
principalmente.
Más arriba Marx ya habí� hablado de la subsistencia del
derecho "burgués", el cual es, en el fondo, una consagración
del derecho a la "desigualdad � . Por consiguiente, subsisten
"normas jurídicas", las cuales tienen que ser impuestas por la
autoridad estatal. Es lo que reconoce Marx textualmente, en
otro párrafo (citado por Lenin): "Por esa razón (es decir la
indicada) subsiste la necesidad de un Estado encargado . . . de
proteger la igualdad del trabajo y la igualdad en la repartición
de los productos" (según los diversos trabajos, lo que significa
claramente en el contexto que, de hecho, la repartición será
desigual, porque el valor de los trabajos es desigual).
No se puede decir con más claridad que el Estado socia
lista tiene la misma misión que se asigna tradicionalmente al
Estado (función que el marxismo no quiere reconocer al Estado
clasista tradicional ! ) : la de ma.ucner, por su autoridad, la uni
dad del cuerpo social! Todo esto confirma nuestra crítica a
la doctrina política marxista. En efecto ¿con qué derecho se
niega que el Estado tradicional Cl'.i;2¡;la una función que se
reconoce como necesaria para el Estado socialista, y que no
tiene nada qu13 ver con la represión?
Por la misma razón se explica la diferencia, y hasta con
tradicción, que ex.hite entre la tesis de Lenin (y de Engels y
la de Marx respecto a la extinción total del Estado (hacia el
final de la etapa "socialista") y su desaparición en la etapa
"superior".
102
en �u obra sobre el orig�n de la familia y del Estado. Lenin
no hace sino citar los texlos respectivos de su "maestro",
basándose en el r.iismo argumento que éste: el Estado, siendo
esencialmente un instrumento de represión (de Jos enemigos
de clase, en el Estado socialista), no tiene ninguna razón de
existir en el momento en que ya no hay diferencias de clase
ni, por consiguiente, enemigos de clase. En la '',,sociedad sin
chises" no pued..,: haber. por definición, antagonismos de clase;
no se ne ceú t a, por lo tanto, el ini.trnmento de represión que
es el Estado, y éste desaparece por una evolución social ine·
vitable.
Es evidente, sin embargo, que dicho razonamiento olvida
por completo el otro carácter del Estado (del socialista como
de cualquier otro) que acabamos de subrayar, y en el cual
coinciden tanto Marx como Lenin: el de ser la autoridad ne·
cesarla para dirigir la sociedad. Es cierto que en el Estado de
transición, dicha autoridad es más indispensable (que en la
etapa "superior") a causa de las desigualdades subsistentes. Sin
embargo, aquí es el lugar de recordar las famosas frases de
Engels, cuando defiende el principio- de autoridad contra los
anarquistas: "¿Cómo se imagina esta gente que pueda funcionar
un barco o un ferrocarril, sin autoridad que los dirija?" Lo
mismo se puede decir, de toda evidencia, de la sociedad comu.
nista final, en la cual no hay más antagonismos de clase, pero
sí diversidades de funciones. ¿Cómo se imaginan Engels 1
Leni n que pueda funcionar dicha so;:iedad. sin que exista una
autoridad e.entra! que indiqui:: a cada uno sus funciones, su �·
pecialidad {en las ciencias, la producción, la tecnología o la
pedagogía)? Decir con las palabras de Engels que "el gobierna
de las personas será reemplazado por la administración de las
cosas" es repetir una simple frase vacía, que no indica ninguna
solución conc.reta para una socíedad complejísima, por su
mismo alto grado de desarrollo.
En cuanto a Marx, es indudable que él no pensaba as(. La
constitución comunal. por ejemplo, que él postulaba para Francia
entera, y por ende para cualquier sociedad comunista futura,
preveía un poder central, con funciones análogas a les del
Estdo -burgués. Y no hay ninguna indicación que dicho poder
103
central tendría que desap�recer, cuando desaparezca la nece
sidad de Ja "dictadura del proletariado", en la sociedad sin
clases. En una de las últimas frases del texto respectivo, el
autor dice explícitamente que "la Paris de los trabajadores, con
su Comuna, será festejada eternamente como la gloriosa pre
cursora de la nueva sociedad", sin restricción. De eso se puede
deducir que la eslructura básica de la Comuna vale para cual
quier etapa de la "nueva sociedad", y no sólo para Ja etap 8 de
transición.
El texto de Ja "Crítica del Programa de Gotha" confirma
totalmente esta interpretación. En efecto. sabemos que allí Marx
postula para la última etapa "superior" de Ja nueva sociedad
una "entidad estatal'', con funciones "análogas a las antiguas
funciones estatales". Que eso no es ya un "Estado en el sentido
tradicional de la palabra", estamos de acuerdo. Pero como pen
samos haber mostrado (en el capítulo sobre Marx), dicha "en-
1idad estatal" corresponde, sino a Ja real fdad de los Estados
burgueses, por lo menos a la doctrina tradicional respecto al
Estado.
Puede ser que Engels haya compartido la misma concep
ción; pero el hecho· es que sus textos no lo indican explícita
mente, y el sentido más obvio es más bien contrario a dicha
interpretación. Asf se explica también que Lenin, '"ceo" fiel de
Engels, insiste unilateralmente sobre la extinción del Estado al
final del periodo de transición y calla totalmente el texto rela
tivo a la "entidad estatal" de Ja fase superior (el cual tenía que
conocer, sin embargo).
Vale ta pena citar tas frases finales del capítulo respectivo
de Lenin, ·en el cual comenta la concepción marxiana de la
"fase superior" de la sociedad comunista. Según ese texto, la
función esencial d�l Estado; en su etapa socialista (de transi
ción) es la de una especie de control de la producción y de
los "productores" (de Jos trabajadores). Pero en la fase su
perior, dicho control puede ser ejercido fácilmente, según el
autor, por "todos los miembros de la sociedad, o por lo menos
su gran mayoría". De esta manera, la necesidad de observar
las normas, simples pero esenciales, de toda sociedad se hará
rápidamente una costumbre. "Entonces, prosigue textualmente
104
el autor, se abrirá ampliamente la puerta que permitirá pasar
de Ja primera fase de la sociedad comunista a su fase superior
y, en seguida, a la extinción completa del Estado".
Este texto confinna plenamente nuestra apreciación anterior:
aunque tenía a mano la "Critica del Programa de Gotha"
-porque la está citando-- , Lenin "ignora" simplemente las
expresiones r:caRianas de "entidad estatal" y de las "funciones
análogas a las estatales" que corresponderfan a un poder central
y director de la sociedad comunista, en su etapa superior.
Recordemos que dicho texto de la "Critica" mencionada coincide
totalmente con la concepción expuesta en la "Guena civil en
Francia" y con las defensas reiteradas del principio de autoridad,
por parte de Marx y de Engels. Además, Lenin piensa aqu[,
según el contexto, únicamente en las funciones· ecoJiómicas (de
producci6n) de ta sociedad comunista, o se imagina (inconscien-
1emente) que se puede realizar el idilio utópico descrito por
los autores de la " Ideología Alemana", y según el cual, en la
sociedad comunista hay una abolición completa de la división
del trabajo, y cada uno puede hacer "lo que le plazca" y
cambiar de ocupación no sólo cada mes o cada semana, sino
•aun durante . el mismo día. Es evidente que el Marx maduro
se dio cuenta del carácter utópico de esta visión idílica, y
por eso él exige, para la sociedad comunista (en ·su fase
superior) la famosa "entidad estatal", encargada de la dirección
suprema. Por otra parte, es un hecho que en las sociedades
comunistas actuales hay tanta división del trabajo corno en
cualquier otro tipo de sociedad desanollada, y no se ve cómo
hoy día una tal sociedad podría funcionar sin una estricta es
pecialización en las tareas, lo que supone una previa tfü·il'ii6n
del trabajo y una dirección central, encargada de bacer la
planificación general de las tareas y funciones. Sino, ¿cómo
se podría asegurar que la sociedad tenga, primero, suficientes
especialistas en los diversos planos --de las ciencias, de la
tecnología, de .Ja pedagogía y de Ja cultura en general- y,
segundo, que las actividades sociales en estos diversos planos
se desarrollen con el mfnimo de coordinación indispensable,
para que no se caiga en el más absoluto caos?
105
Es cierto que Marx había visto el problema, p ero que por
otra parte, siempre se resistió a dar una respuesta d et a ll ada y
preci�a al respecto. Esto se pued e entender, porque pa!°a él la
sociedad comunista final estaba en un futuro muy lej a no . Lo
mismo no se puede decir de Lenin, el que se preparaba, en el
momento de la redacción de la obra que comentamos, a dar
el golpe final de la revolución comun i sta. Ta mpoco se conoce
de él ningiln otro texto posterior, en el cual Pabría dado una
soluci ón más p rec isa y realista · al problem a.
En su doctrina po líti ca hay, por lo tanto, t:.!l vacío muy
g rande y grave, que se debe a su falta de comprensión exacta
de la concepción marxiana del Estado.
Los capítulos a nteri ore s mostraron _que Len in es, sin duda,
uno de los grandes pensadores del comunismo. El mostró su
o rigin alid ad en la imponancia que conced ió a las tesis funQa
mentales de la epis temología , en el desarrollo propio que dio
a la dialéctica, en su anál is is del imp eriali smo y, fi mdmen t�.
aunque en menor grado, en su doctrina política. Sin embargo,
en todo eso se trata más bien del desarrollo de algunos aspectos
de la doctrina de sus antecesores y en su apl ic ación a las
circunstancias del presente , pero no de un pensamiento rea!
mcnt e creador.
La mayor orig i n alidad de Lenin está, a todo parece:-, en
su capac i dad de di rigente y en su acción revolucionaria, tanto
durante como después de la l'e volución comunista rusa. Esta
ca l id1:1 d está manifiesta ya en su última obra .teórica sobre
"El Estado y la Revolución", la cual es sobre todo un resumen
rápido de la doctrina política de sus predecesores , destinado
a servir de texto-guía para la revolución que se aveci n aba. Eso
mismo explicaría las lagunas que nparecieron en dicha obra.
Desde Jos primeros tiempos de su actividad de com unis la
militante, Lenin se mani festó como un gran organizador y un
gran di rigente. En efecto, no sólo te nfa una claridad ejemplar
106
en la exposición de la doctrina, de manera que los menos ins·
truidos podían captarla fácilmente -capacidad qu� mostró en
toda.;i las obras teóricas estudiadas-, sino que sobre todo sabía .
crear los instrumentos necesarios para la penetración de las
masas y su organización. El instrumento principal para conse
guir este objetivo iba a ser el partido comunista, cuya estructura
se debe esencialmente a Lenin. Por lo tanto, para entender la
acción revolucionaria de éste, hay que conocer su concepción
del Partido y la doctrina corrcspondi::nte que iba a inspirar
toda la acción del comunismo a partir de él.
108
Esta actitud democrática fundamental, en su concepción
del Partido, ha sido siempre la de Lenin: En un texto muy
posterior (un proyecto de resolución para el X Congreso, en
I 92 I) insiste más que antes sobre la indispensable unidad del
Partido y l a necesidad de evitar todo fraccionalismo. En ese
sentido prohibe la fonnación de grupos al lado de los orga
nismos regulares, para discutir problemas de teorías o de tác
tica partidista. Pero no quiere impedir la crítica democrática
dentro del partido; al contrario la exige, a condición que los
puntos en discusión sean sometidos a todos los miembros del
Partido. Más aún; él exige la permanente lucha contra el bu
rocratismo, el desarrollo de la democracia y, dentro de esa,
el fomento de la iniciativa de los militantes de base.
Sin �mbargo, las circunstancias históricas obligaron a Lenin
a dar al Partido una estruc�ura bastante rígida, en la cual la
necesidad de la disciplina y de ta unidad primaron, quizás,
sobre · la inspiración democrática fundamental. Ya vimos como,
en las horas del trabajo, se exige una sumisión total de las
"bases" a los dirigentes, los cuales cobran un cierto poder
dictatorial. Era inevitable que esta influencia preponderante
de los dirigentes se extendiera poco a poco a toda la vida del
partido. En el mismo texto (de 192 1 ) que acabamos de citar,
Lenin exige atribuciones especiales para el Comité Central, a
fines de mantener la disciplina y la unidad y de evitar el
fraccionalismo. Por eso se dio al Comité Central el poder de
imponer las sanciones necesarias en caso de infracción, · san
ciones que podían llegar a la exclusión del partido. Es evidente
que de esta manera el poder de dicho organismo iba cada vez
en aumento, con el consiguiente peligro para un control real
mente democrático de los dirigentes por las bases.
En las relaciones del Partido con las masas trabajadoras
pasó algo semejante. De hecho en Rusia, país poco industria
lizado, los obreros industriales eran una minoría, y la ma
yoría la formaban los campesinos. Estos últimos no sólo eran
menos cultos, sino también tenían una mentalidad de "peque
ños burgueses". Para llevar a cabo la transformación revolu
cionaria de la sociedad rusa, Lenin se vio obligado, por lo
tanto, de apoyarse principalmente en los obreros indus-
109
trializados, más instruidos y "conscientizados", y que por eso
tenían · una mayor conciencia de clase y mayor combatividad,
tanto ailtes como después de la revolución de octubre. Entre
los documentos relativos al X Congreso del Partido hay uno
muy significativo sobre "la desviación sindicalista y anarquista"
en el Partido, y que se debe a la pluma del mismo Lenin.
En él su autor recuerda que "el marxismo enseña" que el
partido tiene un papel político en relación con el proletariado
entero. Después dice textualmente que dicha doctrina "y tam
bién la experiencia de nuestra revolución nos manifiesta . . .que
solo el partido polttico de la clase obrera, es decir el Partido
Conwnista, está en condiciones de agrupar, educar y organi
zar a la vanguardia capaz de contrarrestar las inevitables va
cilaciones pequeño-burguesas de las masas. . , .y dirigir políti
camente al proletariado y, a través de él, dirig ir a todas las
masas trabajadoras. Sin esto, la dictadura del proletariado es
irrealizable".
No se podfa expresar con más claridad Ja alta misión y
la situación privilegiada que Lenin asigna al Partido. A con
tinuación exige por parte de los sindicatos y de sus dirigentes
el reconocimiento del papel dirigente del Partido y la sumi
sión a las directiva;,; de aquél. Este papel es a la vez "dirigente,
educativo y organizador" respecto a lus sindicatos, tal como
el prolctariaJo en su conjunto tier.: el papel dirigente rei;pecto
" a las masas trabajador&.s semipequeñoburguesas y puramente
pequeñoburguesas". Finalmente el autor recuerda Ja situación
difícil en la cual se encuentra Rusia (en 1 92 1 ) como conse
cuencia de la guerra y de ]as mal�s cosechas (de los primeros
años de comunismo! ) , todo lo cual causó la ruina, la pau
perización . Y miseria, y engendró vacilaciones en los "ánimos
de las masas pequeñoburguesas y c.emi-proletarias". Por esta
razón el Partido Comunista tiene \{lle mantenerse férreamente
unido, para poder cumplir con su papel de "vanguardia re
volucionaria del proletariado".
De esta manera, y por las circunstancias mencionadas
-primero la clandestinidad y después el carácter heterogéneo
del proletariado tusa, junto con su falta de cultura y de con
ciencia de clase-, el creador del comunismo soviético se vio
1 10
2. La realidad del Partido Comunista.
111
general, y que se extrañaron de constatar que los dirigentes
máximos, entre los cuales Lenin, comían en el .comedor común,
los mismos platos "de hambre" (sopa, papas, repollo, etc.) que
los obreros. Pero en cuanto a las remuneraciones, se sabe
también que Lenin se quejó hasta el fin de su vida de no
haber podido realizar su ideal de igualdad al respecto, desde
los simples obreros hasta los dirigentes máximos.
Sin embargo, hay otro aspecto mucho más importante para
juzgar hasta qué punto la organización del partido corres
ponde a una concepción democrática. Es cierto que según las
declaraciones oficiales, desde Lenin hasta nuestros días, el
Partido es el "portavoz" y el "representante" de las masas.
Pero, de hecho, éste es un grupo de "élite'', que asume una
representación por sí mismo, sin consulta previa de las masas.
Así, según datos oficiales, en 1 9 1 7 el número de miembros
era de 40.000 ; en 1 9 2 1 de 730.05 1 ; en 1945 de 5 millones y
medio aproximadamente, y en 1 956 de algo más de 7 millones.
A pesar de este aumento considerable del número de miembros,
éste siguió siendo un cuerpo de "élite", frente a los 1 50 ó 200
millones de ciudadanos soviéticos. No hay que olvidar, en
efecto, que los verdaderos gobernantes en la URSS son los
miembros y dirigentes del Partido, y no los organismos esta
tales, teóricamente dependientes de un "Parlamento", pero el
cual no tiene ningún poder de decisión.
Además, hay que considerar la composición del partido
según las diversas categorías. Desde el principio y según la.s
exigencias doctrin'arias del mismo Lenin, la mayor parte de
los miembros tenían que ser obreros industriales, una menor
parte campesinos y una ínfima minoría intelectuales. Sin
embargo, en el curso de los años el partido se transformó,
primero, en u n grupo de élite con educación superior y, se- .
gundo, en un conjunto de ''funcionarios" rentados. Así en
1 956 un 64,5% de los miembros tenían educación superior:
y de los más de 7 millones habfa algo más de un millon y
medio de campesinos, menos de un millon ( ! ) de obreros in
dustriales y más de 4 millones y medio de funcionarios.
La divisa de Lenin, tanto para la estructura del· Estado
como para la del Partido, era la de "centralismo democrático".
1 12
Sin embargo, los hechos ya indicados y la evolución del par
tido, después de Lenin principalmente, impidieron cada vez
más los anhelos democráticos del fundador.
Una de las razones de esta situación es el principio, enun·
ciado y realizado por el mismo Lenin, de la unicidad del
partido. En un Jexto subrayado por Sts.lin (en sus "Cuestiones
del Leninismo''} Lenin sienta el principio que no puede haber
otro partido proletario en Rusia fuera del bolchevique. Según
el autor, la forma precisa del pacto necesario entre la clase
proletaria y el resto de la sociedad se basa en el partido único
bolchevique, el cual tiene que ser "guía único" en el Estado
y en la dictadura del proletariado, y que "no puede compartir
conducción con otros partidos". A partir de dicho principio,
el partido bolchevique consolidó cada vez más su poder, im
poniéndose a las bases y al mismo "proletariado" de manera
más o menos dictatorial.
Asi se explica que, a pesar del considerable aumento del
número de los miembros, el partido se Convirtió, finalmente,
en un cuerpo de élite frente a les masas proletarias. Pero
dentro del partido mismo. iba a haber una infuencia cada vez
más preponderante de los dirigentes sobre los simples miembros.
En principio se admite, en los tiempos de Lenin, la norma
democrática de que la minoría debe someterse a la mayoría,
después de un debate libre. Pero a esta minoría -la cual,
teóricamente, puede tener la razón, como pasó al mismo Lenin
a veces- se impide prácticamente defender sus puntos de vista,
o por lo menos promover la discusión de éstos, tanto antes
como después de las reuniones de los Congresos del P�rtido.
Se insiste que el partido no es un "club de debates". y que
hay que estar férreamente unidos alrededor de las decisiones
una vez tomadas en el Comité Central o en los Congresos.
Lo que pasó entonces inevitablemente es que, a pesar de las
declaraciones sobre "democcacia interna", y por el prestigio
y el poder cada vez crecientes de las instancias superiores del
Partido (Comit€ Central, Buró político etc.), los dirigentes in·
feriores y los simple.s miembros tenían a la larga la inevitable
tendencia a acatar todo lo que "viene desde arriba".
1.-¿Ha muerto..• 1 13
Una confirmación de dicha tendencia se ve en el hecho
que el Congreso del Partido, organo supremo y suprema aut�
ridad, y q_ue tenía que ser convocado en principio todos los
años para fijar las metas y dar las directivas (al Comité
Central), se convocó cada vez con menor frecuencia. Entre
tanto el Comité Central tenía las "manos libres" para dirigir
el Partido a su antojo, aumentar su poder sobre los dirigentes
inferiores y hacer aprobar, en el fondo, en cada Congreso sus
proposiciones. Se puede decir que después de algunos añoa,
del "centralismo democrático" quedó solo el primer aspecto
y que el segundo, el que correspondía a ]as exigencias dem�
cráticas, cayó poco a poco en olvido.
Otra confirmación de lo que decimos puede verse en el
hecho -muy poco democrático- que en el partido bolcf1Fvi
que reina el más absoluto "patriarcado", es decir el dominio de
los hombres sobre las mujeres. Desde el principio de la revo
lución Lenin promelip a las mujeres la superación total de la
situación de "enajenación" de la mujer, caracterfstica dt: la
sociedad capitalista y burguesa. Y no se puede negar que, en
general, el comunismo cumplió en gran parte con esa promesa.
Pero donde falió completamente, y donde hasta hoy día la
mujer soviética no conquistó su "igualdad democrática", es
en el seno del Partido Por lo menos en los puestos dirigentes
del aparato partidista, como también en el Estado, las mujeres
son muy escasas. Sólo algunas alcanzaron el puesto de miembro
suplente del Comilé Central, y hay uno o dos casos de mujeres
minist �os de gobierno, en toda la historia cincu entenaria del
comunismo ruso.
Podríamos alargar indefinidamente la enumeración de esta
serie de hechos y prácticas que forman la tradición del Par
tido boichevlQue. Pero desde ya se ve que la estructura misma
del partido y de las normas de su actividad nos p ermiten
concluir que, del "centralismo democrático" prometido por
su fundador, y que representaba realmente el anhelo profundo
y el ideal de éste, se perdió casi totalmente el as pec to dem�
crá1ico y quedó sólo un centralismo cada vez más absorbente.
Así se explica la evolución posterior de las diversas formas
de comunismo bcia un colectivismo mli s o menos totalitario,
bajo una dirección sea unipersonal, sea "col egi al".
1 14
3. El Ateísmo militante.
115
Con su habitual realismo, I:.enin, igual que sus continua
dores, adoptaron, por lo tanto, siempre un método "dialéctico"
en su lucha contra la religión. En el caso de una oposición
radical de una Iglesia al comunismo, el objetivo tenia que
ser la aniquilación total de la misma. Pero si el régimen vefa
alguna posibilidad de aprovechar una religión o una Iglesia
existente para sus fines inmediatos, la doctrina leninista eltige
la penetración de la misma, con el fin de dominarla y de
someterla -así a _sus propios fines de la construcción de la so
ciedad socialista. En eso, como en otros puntos tácticos, el
marxismo-leninismo mostró siempre una gran flexibilidad y una
gran ingeniosidad "dialéctica" para sacar provecho de las más
diversas circunstancias.
Para la consecución del primero de los fines -el del ani
quilamiento de la religión-, uno de los medios principales
era, durante décadas, la "Liga de los ateos". Dicha liga era
posterior a Lenin, pero tiene su origen en una asociación "de
los amigos de la gaceta "el Ateo", fundada en los últimos
años de vida del lider ( 1 922 ) . En 1 926 esta asociación
adoptó el nombre de "Liga de la ateos", para conver
tirse finalmente en la "Liga de los ateos militantes" ( 1 929).
Su extensión ha sido muy grande y rápida. De 87 .033 miem
bros en 1926 pasó, en 1 93 1 , a 5 millones, de los cuales 2
millones de jóvenes.
La misión de la Liga de los ateos era sobre todo de pro
paganda antirreligiosa en toda la población, y con preferencia
entre la juventud. En 1 9 3 1 aparecieron no menos de siete re
vistas antirreligiosas, con centenas de miles de ejemplares cada
una. Además se publicaron miles de libros con el mismo fin.
Entre 1 928 y 1946 aparecieron casi dos mil titulas diferentes,
con más de 140 millones de e;emplares. Para el solo año de
1941 se había proyectado la publicación de tres millones y
medio de ejemplares de libros antirreligiosos.
En 1941 se disolvió la "Liga de los ateos" (por razones de
política interna\ por la necesidad de una "unión nacional"
para combatir la agresión de los alemanes) . Sin embargo, la
propaganda antirreligiosa a través de las publicaciones no
terminó nunca.
1 16
Pero la política antirreligiosa no se limitó en la propaganda.
Los regímenes comunistas de los diversos países dominados
por es1e movimiento adoptaron una serie de medidas, desde
Jos tiempos de Lenin, pero mucho más después de su muerte,
para destruir las. organizaciones religiosas e imposibilitar cual
quier tipO de iníluencia de las Iglesias sobre la población en
general y sobre la juventud en particular. Estas medidas eran
principalmente las siguientes: supresión de la prensa religiosa,
disolución de las organizaciones de laicos, y sobre · todo de
jóvenes cristianos; estatización de las escuelas· confesionales
y prohibició!l de cualquier enseñanza religiosa; confiscación de
los bienes eclesiásticos y .exigencia de altos impuestos por parte
de las Iglesias; prohibición de cualquier tipo de actividad so
cial y caritativa.
Además, son mundialmenle conocidas las persecuciones
directas que tenían que sufrir muchos sacerdotes, obispos y
laicos de las religiones cristianas, y pÍ'incipalmente católicos,
muchas veces después de procesos espectaculares. Como en el
caso del cardenal Mind�zenty, las autoridades comunistas pre·
tendieron siempre que los motivos no era la persecución re
ligiosa, sino actitudes y actos "contrarrevolucionarios" de las
víctimas. Sin embargo, y aunque en c.ásos aislados pudo haber
quizás actitudes demasiado rígidas y "antisociales" de algunos
de los perseguidos, hay suficientes pruebas que la inmensa
mayorfa de las víctimas han sufrido la cárcel, la deportación
o la muerte únicamente por sus conviciones y actividades re
ligiosas.
Quizás no se podrá culpar a Lenin de Jos excesos cometidos.
Pero no hay duda que él mismo dio la señal de la lucha. Y
si en algunos textos sugiere sobre todo el empleo de armas
"espirituales" en la lucha antirreligiosa, en otros, y según una
contradicción frecuente en el comunismo, habla también de
medios "físicos" a emplear en ciertos casos.
Finalmente hay que mencionar otro método usado por el co
munismo en su lucha contra las religiones: es el de la penetra
ción de las Iglesias oficiales, por la constitución de grupos separa
tistas comunizantes, las llamadas "Iglesias nacionales". De
este método hay ejemplos no tanto en la misma Rusia, sino
1 17
en los países anexados a la fuerza después de la segunda guerra
mundial y en China. Adoptando un "disfraz" religioso, los
emisarios del comunismo -algunos, quizás, de buena fe, otros
con cinismo-- reprochan a las Iglesias constituidas de estar al
servicio del "extranjero", del "Vaticano" o, en los paises co
loniales, ·del "imperialismo", y pretenden, por su ,Parte, y se
gún una táctica hábilmente empleada en todas partes, defender
únicamente los intereses nacionales. Asf consiguen constituir
a veces grupos importantes disidentes, dentro de las diversas
Iglesias, y que están completamente al servicio de los objetivos
del partido, en los países re!l;pectivos.
Vale la pena recordar dicha táctica, porque algunos acon
tecimientos y fenómenos aparecidos en los últimos años en
Chile, y dentro de la Iglesia católica chilena, se explican mejor,
quizás, a la luz de estos antecedentes.
Indirectamente por lo menos. todas estas diversas tácticas
provienen de las instrucciones sobre la lucha antirreligiosa,
emanadas del propio Lenin.
1 18
los problemas en el plano del pensamiento. Recordemos que
su · última gran obra teórica fue redactada unas semanas antes
del acto revolucionario mismo. Pero conjuntamente, el futuro
creador del primer Estado socialista no cesaba de desarrollar
una continua acción · de difusión, organización y penetración
revolucionaria, fiel a las exigencias de la "praxis" comunista.
En esta síntesis equilibrada y fructífera de teoría y praxis
está la originalidad y, quizás, la genialidad del gran lider
comunista.
Veamos brevemente este genio de la revolución en su acción
ptevia a la revolución, en la revolución misma y en el período
de consolidación postrevolucionaria.
No hay que olvidar que el joven Lenin heredó toda una
tradición revolucionaria de las generaciones rusas anteriores.
En efecto, durante todo el siglo XIX, y sobre todo la segunda
mitad de ese siglo, la "santa" Rusia se encontraba en una
siluación prerrevolucionaria. Había diversos movimientos re
novadores, unos más pacifistas, otros francamente violentos.
El mlis importante de dichos movimientos, el de los "Narodniki"
-"amigos del pueblo"- era dividido él mismo en dos co
rrientes, una pacifista y Otra constituida por revolucionarios
decididos a usar métodos violentos. Por un hecho que le tocó
muy íntimamente -la condenación a muerte y ejecución de
su hermano mayor por las autoridades tsaristas_:, Lenin se
convenció de la necesidad del segundo de los métodos. Pero
él H dio cuenta que había que crear una organización nueva,
más radical y con bases más sólidas. El comunismo le pareció
ofrecer todos estos factores que faltaban.
Asf el joven Lenin, desde sus tiempos de colegial, pero
sobre todo durante sus estudios universitarios, se hizo militante
comunista y dirigente juvenil destacado. El sabía que el ca·
mino era largo y que había que formar, primero, los dirigentes
necesarios para la formación y la "concientización" del pro
letariado ruso poco instruido y dispei;so. Por eso multiplicó
sus actividades en reuniones, constitución de c.élulas, redacción
de artículos y, más !arde, fundación de diarios y revistas, de
las cuales- la más famosa, publicada en el ex.ilio, era "Iskra"
("Chi&pa") . ·
119
Desde sus tiempos de estudiante sufrió Ja persecución de
las autoridades, después el encarcelamiento, la deportación a
Siberia y, finalmente, el exilio. Durante casi veinte años Lenin,
que amó apasionadamente a su país , y a su pueblo, tenía que
vivir en el exilio la mayor parte del tiempo, en diversos países
de Europa occidental. Allí se reunió con sus camaradas del
partido, con los cuples alcanzó a dar una organización defi
nitiva al partido "bolchevique", y al cual impuso, gracias a
su genio y su capacidad de convencimiento, sus tesis de la
necesidad de un partido férreamente unido y resueltamente
revolucionario.
En el exilio siguió con la redacción de discursos, artículos
y libros, y siempre se ingenió para publicar sus artículos en
la misma Rusia. De hecho todas sus grandes obras, escritas
en el exilio, han sido publicadas en su patria. También al
canzó. por lo menos antes de la guerra mundial, a hacer visitas
esporáclicas a sus camaradas en 'Rusia, para alentarlos, esti
mularlos y prepararlos directamente para la lucha decisiva.
Pero la mayor obra de Lenin en ese tiempo fue la creación
y oíganización del Partido bolchevique. Sabemos que en eso,
bajo la presión de las circunstancias, él se vio obligado a
transferir la función que Marx había asignado a la clase pro
letaria entera, al partido comunista-bolchevique. Por su genial
intuición de jefe revolucionarici se dio cuenta que el proleta
riado ruso, masa inculta, amorfa y dispersa, no era preparado
para hacer la revolución. Por eso Lenin creó en el partido
holchevique el instrumento indispensable para guiar esta masa
amorfa, para darle la conciencia de clase necesaria y dirigirla
hacia la lucha revolucionaria decisiva y la construcción de la
sociedad socialista.
Así, el Partido· bolchevique, -modelo de todos los par
tidos rnarxistas·leninistas actuales--, se constituyó en "vanguar
dia del proletariado'', guía infalible y depositario de la verdad,
omnisciente y todopoderoso en todas las circunstancias. Las
consecuencias de dicha concepción han sido enonnes para todo
el movimiento comunista mundial. Ya no era la clase prole
taria la -llamada a hacer la revolución, sino el partido (en todos
los movimientos marxistas-leninistas), vale decir: los dirigen-
120
tes y principalmente el puñado de los dirigentes máximos,
reunidos en el Comité Central, el cual iba a ser, en todo
momento y bajo todas las latitudes, el encargado de decidir
la polftica y las tácticas a imponer al proletariado, en el plano
teórico como en el práctico.
La última etapa de dicha evolución, iniciada por Lenin
(pero con las mejores intenciones), era la íunción preponde
rante que alcanzó inevitablemente el secretariado del Comité
Central, por ser Ja institución encargada de reunir todos los
antecedentes para las reuniones y las discusiones y de "dirigir"
en cierto modo a los mismos dirigentes. As( se explica la
aparición, en casi todos los regímenes comunistas posteriores
a Lenin, de dictaduras unipersonales, precisamente en las
personas llamadas a dirigir el secretariado del Partido.
Hay que reconocer que Lenin mismo, como lo dijimos
más arriba, y a pesar de su inmenso y merecido prestigio,
nunca usó personalmente métodos dictatoriales. Según su ins
piración fundamental, él actuó siempre, --o casi siempre...-
como un auténtico demócrata, por discusión y convencimiento,
de manera tal que alcanzó a imponer sus puntos de vista por
votación mayoritaria. Además, es un hecho ql.e en su testamen
to puso en guardia a sus camaradas contra Stalin y les aconsejó
de reemplazarlo en el puesto de secretario del Partido por
otro. Desgraciadamente después de la muerte del "gran Jefe",
Stalin se ingenió para hacer desaparecer esta parte del testa-
mento de Lenin . . .
..
Así el genio de Lenin creó poco a poco, con una paciencia
inmensa, las condiciones y el instrumento para dar el golpe
final y rea1izar su sueño de la revolución comunista.
El año 1 9 1 7 iba a darle la oportunidad tan largamente
esperada. E n febrero de ese año estalla la revolución burguesa
contra el tsar, el cual es depuesto y reemplazado por un go
bierno socialdemócrata (dirigido posteriormente por Kerenski).
Gracias a la gentileza del Estado mayor alemán Lenin puede
atravesar los dos frentes de guerra y penetrar a Rusia para apro
vechar la situación revolucionaria a beneficio de su movimiento.
Su objetivo inmediato es hacer caer el gobierno socialdemócrata
"reformista". Para eso instituye en todas partes, y principal-
121
mente en San Petersburgo (o Petrogrado ) , s.:dl.! tld gubi.:rno,
el "poder paralelo" de los Soviets (de obreros, soldados y cam
pesinos), gracias al cual pronto va a derrocar d gobierno de
Kerenski.
El 20 de julio Lenin ordena una primera revuelta contra
el gobierno, con ocasión de una manifestación pública- Pero
los bolcheviques y sus soviets no son todavía bastante fuertes;
Kerenski alcánza a reprimir la rebelión. Dos de los principales
jeíes (Trotsky y Kamenev) son encarcelados y Lenin mismo
tiene que huir al extranjero (a · Finlandia). Este será su úllimo
exilio (que él aprovecha. como sabemos, para escribir su úhi·
ma obta teórica: "El Estado y la Revolución").
Desde su exilio Lenin dirige el partido y la acción revolu
cionaria de éste. Su lema es: "Todo el poder para los Soviets''.
El gobierno de Kerenski, por su falta de decisión, se debilita
todos los días. A principios de ·octubre Lenin hace adoptar por
decisión mayoritaria del Comité Central, y contra los indecisos
(que todavía eran muchos) el acuerdo del "golpe final". En la
noche anterior al 25 de octubre vuelve del exilio para dirigir
personalmente el acto revolucionario, que se lleva a cabo ese
mismo día, por los Soviets de Petrogrado, con la ayuda de
tropas amotinadas y del acorazado "Aurora". El gobierno ca
pitu1a en la noche del 25 al 26 de octubre (del calendario
ortodoxo), Kerenski huye al extranjero y l.enin se instala en
el palacio de invierno, sede del gobierno. La revolución ha
triunfado.
Parece indudable que el éxito del golpe revolucionario se
debe principalmente a la lucidez y al poder de decisión y de
convicción de Lenin. Una vez instalado en el gobiemo, el mis
mo Lenin iba a revelarse como un gobernaote tan genial como
lo había sido antes y durante la revolución. En efecto, se vio
enfrentado a la tarea gigantesca de construir el primer Estado
socialista, en un país subdesarrollado, agotado por la guerra
y dividido en muchas fracciones. Lenin tenía que luchar con·
tinuamente contra las diversas corrientes de su propio partido,
amén de los adversarios de la nobleza y de la burguesía.
Durante los primeros años (de 1 9 1 8 a 192 1 ) trató de im
plantar un comunismo radical, con la colectivización de la
122
agricultura y de todos los medios de producción y del comercio.
Sin embargo, por falta de preparación de la población y sobre
todo de los campesinos, y por las nuevas dificultades surgidas
por la guerra civil (contra los "blancos"), este primer intento
fracasó. La consecuencia era una espantosa hambruna, que
causó mi lfones de muertos (según la misma enciclopedia sovié
tica). Es aquí donde Lenin mostró sus cualidades de estadista:
para evitar mayores sufrimientos a su querido pueblo, con gran
realismo y sentido de responsabilidad, él echó marcha atrás,
paró la colectivización del agro y devolvió parte de las tierras
a los campesinos para la explotación particular, aceptó la ayu
da de los técnicos "burgueses" y hasta la ayuda externa, en
capitales y en alimentos (entre los cuales 700.000 toneladas
de los Estados Unidos).
Por otra parte acentuó, sin embargo, la "dictadura del pro
letariado" a través del Partido bolchevique, destruyendo los
restos de la oposición menchevique y burguesa, y, siempre se
gún los principios de Marx, expue.stos en "El Estado y la
Revolución", sentó las bases de la estructura federalista de la
URSS, realizando así, por lo · menos teóricamente, su concep
ción de "centralismo democrático" . También dio pasos deci
sivos para el desarrollo económico acelerado, según su defini
ción de que el Estado soviético era "el socialismo más la in
dustrialización".
En los últimos años de su vida, Lenin era minado por una
enfermedad incurable. A fines de 1921 su estado empeoró. En
el XI Congreso ( 1922) él se hizo cargo todavía del discurso
principal. Pero a fines del mismo año redactó su testamento y
dejó de asistir al XII Congreso ( 1 923). El 21 de enero de 1 924
murió apaciblemente en su residencia campestre de Gorki, cer
ca de Moscú.
·
Lenin ya pasó a la h istoria del comunismo y de la huma
nidad entera como uno de sus gigantes. Se podrá disentir de
muchos de sus conceptos y hasta pensar que en algunos puntos
123
alteró el mensaje inicial de Marx, quizis contra su intención.
Se Je podrá criticar en algunas de sus actuaciones. Pero no se
podrá dudar de su sinceridad de revolucionario, artffice de
una de las más grandes revoluciones de la humanidad y que
iba a cambiar totalmente el curso de- la historia entera.
Lenin, tanto por su pensamiento como por su acción, nos
plantea a todos nosotros el problema y la exigencia de superar
las estructuras sociales actuales injustas y de hacer, como él,
esfuerzos sobrehumanos para lograr la creación de sociedades
más justas y más fraternas.
ANEXO SOBRE STALIN
Observaci6n preliminar.
125
tillos. que pudiesen ser fácilmente captados por los dirigentes
y militantes, para ser aplicados y realizados en la gran obra
de la "construcción del primer Estado socialista". Hay que
reconocer que dicha obra era tan exaltante e inmensa, para
él y sus colaboradores, que se entiende que no le quedaba ni
tiempo n i interés por tratar de desarrollar más el aspecto doc
trinario del comunismo, de acuerdo con las circunstancias es
peciales de la Rusia de los años 1 920- 1950.
El escrito doctrinario más difundido de Stalin, sino el mlis
importante, es el texto intitulado "Materialismo dialéctico y
Materialismo histórico". Se trata, de hecho, de un capítulo de
Ja "Historia de la Revolución Rusa", redactado por él mismo
y publicado separadamente, en millones de ejemplares, como
texto básico para el estudio del comunismo en todo el pafs
(escuelas, sindicatos, organizaciones de juventud, etc.). En él
el autor hizo un resumen muy breve de la doctrina tradicional.
En la parte relativa al materialismo dialéctico, Stalin se inspi
ra esencialmente en los escritos de Engels y de Lenin , y prin
cipalmente en la obra del último sobre "Materialiimo y Empi
riocriticismo" (la cual, por su parte, repite los conceptos de
Engels). El materialismo histórico se expone según las nocio
nes marxistas tradicionales, las cuales se deben por lo esen
cial a Marx mismo. Pero lo que para Lenin y Engels, y mucho
más para Marx, era una doctrina viva, en perpetuo desarrollo
y que había que adaptar a las circunstancias de cada época,
se hace con Stalin un conjunto de nociones abstractas, rígidas
e inmutables, imp.üestas dogmáticamente tanto a los dirigentes
y militantes, como a los mismos intelectuales, que no tenían
ningún derecho de "repensar" de manera original la doctrina
recibida de los fundadores del comunismo.
La consecuencia de eso era que bajo Stalin hubo u n estan
camiento total del pensamiento comunista, en Jos países do
minadlls por la URSS, y una actitud dogmática, que no permi
tía la más leve "desviación" con respecto a la doctrina oficial.
Los "pensadores" comunistas, por cuanto todavía existían (aún
en los países occidentales, denlro de los partidos comunistas)
tenían que limitarse en repetir de manera más o menos servil los-
1 26
conceptos del jefe supremo, el cual pretendía no sólo poseer la
suma del poder económico, sino también "la verdad" total ( 1 ) .
Capitalismo de Estado.
127
entera, o por lo menos ésta debía tener una participación real
en dicha administración.
Pero lo que pasó en la Rusia de Stalin -y desde entonces
no hubo ningún cambio esencial al respecto-- es que la "pro
piedad común" .de los medios de producción era meramente
formal. La propiedad verdadera, o sea el dominio sobre la
misma y su administración, estaba exclusivamente en manos
de Jos gobernantes y de sus delegados, los '"gerentes" de las
industrias. La planificación de la producción como de las in
versiones, la fijación de los salarios de los trabajadores, etc .. era
totalmente centralizada. Los famosos planes "quinquenales"
eran elaborados por el Gobierno, de común acuerdo con las
instancias superiores del Partido. Los trabajadores tenían !'ólo
la "libertad" de cumplir con los objetivos fijados por el Plan
respectivo; además se les estimulaba de producir lo más posible
y de tratar siempre de superar las metas fijadas por los plani
ficadores.
Es sabido que los sindicatos soviéticos, los cuales eran los
indicados para ser los instrumentos para una auténtica parti
cipación de los trabajndores en la gestión de la producción.
eran y si¡¡:uen siendo asociaciones meramente formales. en el
plano estrictamente económico. Su íunción era la de ocuparse
de los asuntos sociales (previsión para las eníermcdades, orga·
nización de las vacaciones, etc.). y de administrar al máximo
los fondos relativos a estas actividades.
Hay que decir, por consiguiente, que en el plano econó
mico el régirilen staliniano era el de un verdadero "capitalis
mo de Estado". En efecto. si el capitalismo se caracteriza por
la dominación de una minoría, la cual es dueña de los medios
de producción, es evidente que la Rusia de Stalin correspondí¡¡.
a dicha definición, porque en ella una minoría -los diri��ntes
del Partido y del Estado-- eran. de hecho, los dueños, porque
ellos eiercían todos los derechos de los dUeños del r.!�imen
capitalista. El salario -principal obieto de los ataques de los
fundadores del comunismo, los cuales habían prometido un
régimen nuevo, en el cuai no httbtía más "asalariados"-, exis
tía (y existe todavía) de hecho, aunque se le dé et nombre de
"participación en los bienes económicos de la sociedad".
1 28
Esto significa que dicho régimen es un engaño para la cla
se trabajadora, a la cual se prometió el fin de la "alienación
económica", representada y concretizada en el régimen de sa
lario. Todos los críticos ( ¡ marxistas!) del régimen soviético (co
mo Fromm o Marcuse entre otros) coinciden en estimar que la
clase trabajadora soviética vive tan alienada como la de cual
quier régimen capitalista.
Pero b.By més: Como los que son los dueños reales de los
medios de producción son una pequeña minoría de "gerentes"
y dirigentes, hubo otra consecuencia inevitable en el régimen
staliniano, que lo asem_eja todavía más a cualquier régimen
capitalista: en efecto, se formó una verdadera "Nueva Clase'',
con caracteres y privilegios semejantes a los de la clase domi
nante en los países burgueses. Es muy conocido el libro de un
comunista yugoslavo que denuncia precisamente este hecho,
para Ja URSS (en los tiempos de Stalin), y que, como auténtico
marxista, reprocha a los dirigentes soviéticos haber traicionado
los ideales iniciales de Marx (2).
129
manos todo el poder económico y político en el Gobierno (di
rigido, a su vez por el Comité Central del Partido). La con
cepción staliniana exigía una centralización total de la eco..
nomía y, por ende, de las funciones políticas (porque, según la
concepción básica del marxismo, la política no es sino la "ma
nifestación" de la realidad económica).
Se puede decir, por consiguiente, que S1alin llegó poco a
poco e inevitablemente a ser un dictador en el sentido más
estricto del ténnino: él disponía, a través del Gobierno (del
cual él era el verdadero Jefe) y a través del Comité Central
del Partido, de todos los instrumentos para hacer cumplir su
voluntad en toda la URSS.
Es evidente que no hay nada que pueda haber estado más
lejos de las intenciones del creador principal del movimiento
comunisla. Marx hablaba siempre de la "dictadura del prole
tariado", o se� de la clase proletaria entera sobre lo que que
daba de las Olras clases, y sólo para preparar el estado final
de la sociedad sin clases. El régimen staliniano, por el contra
rio, significaba una dictadura unipersonal del Jefe del Partido
Comunista, no ya sobre las otras clases, sino sobre todos, in
cluso los proletarios, cuya inmensa mayoría no tenía la más
mínima participación en Ja gestión del Estado "socialista". Si
hubiese alguna duda al respecto, las revelaciones y denuncia
ciones posteriores de Jruchov contra Stalin, como también los
estallidos de furor del mismo con!ra la cruel dictadura im
puest:> por el tirano y sus injusticias (en el XXVI Congreso del
Partido, en 1956) están para confinnarlo.
O sea, por la absoluta falta de libertad para los particula
res, el Es!ado staliniano era la expresión máxima de un tota
litari5mo colectivista.
Imperialismo.
1 30
como la había probado Marx y como lo - demostró todavía
más Lenin (en su obra: "El Imperialismo, fase superior del
capitalismo"), el capitalismo era un fenómeno mundial, la unión
del proletariado, instrumento principal para la revolución anti
capi1alista, tenía que tener, evidentemente, también un carác
ter mundial. Es cierto que Ja propaganda oficial siguió y sigue
hablando del internacionalismo proletario y de la necesidad
de la revolución mundial. Sin embargo, es un hecho que Stalin
empezó con una verdadera política imperialista soviética, com
parable con el imperialismo de los tsares. Su afán era en pri
mer lugar hacer de la URSS una potencia mundial industrial,
militar y política, y no cabe duda que alcanzó dicho objetivo.
Si hoy día la Unión Soviética es la segunda potencia mundial
--en todos los planos-, esto lo debe en primer lugar a Stalin
y a sus sucesores que, en el fondo, no cambiaron en nada las
metas perseguidas por él. Antes, pero sobre todo durante y
después de Ja guerra mundial, Stalin practicó una política de
anexión de regiones vecinas, que aumentó considerablemente
el territorio de la Unión Soviética, y eso. muchas veces en
perjuicio de naciones "amigas" socialistas. Asimismo consoli
dó las conquistas, hechas por los tsares, de vastas regiones de
China, aun cuando la instalación del régimen comunista en
China se hizo mucho antes de su muerte. De ahí las actuales
disputas fronterizas entre las dos mayores potencias comunistas.
El imperialismo del Estado staliniano se impuso, de la mis
ma manera, en el terreno económico, y precisamente en sus
relaciones con las naciones "hermanas" socialistas. Cuando des
pués de la guerra Stalin extendió su "zona de influencia" (gra
cias a la ingenuidad de Roosevelt) e impuso a las naciones
balkánicas regímenes comunistas, el jefe soviético utilizó dicha
influencia para sacar ventajas económicas para la URSS y au
mentar de esa manera Ja riqueza y el poder económico de su
país, en perjuicio de sus aliados socialistas. Esta afirmación,
que puede ºparecer grave y hasta temeraria, se basa en las .de
claraciones del líder comunista yugoslavo ya citado, Milovan
Djilas, el cual dice textualmente que una de las razones de la
ruptura entre Tito y Stalin era precisamente esta política de
imperialismo económico practicada por el último en relación
131
con Yugoslavia (y los otros países balkánicos) (3). En el últi·
mo capítulo del libro citado el autor va hasta afirmar que el
cinismo de Stalin, en su política interna cuma en su imperia·
lismo frente a las otras naciones socialistas, llegó a tales ex·
tremas, que él se convenció que el líder soviético no creía para
nada en el comunismo y sus objetivos e ideales, y que dicha
concepción era para él nada más que un medio para aumentar
su poder personal y el poderío de su nación, la URSS. Puede
ser que este juicio sea e:icagerado. Pero los hechos en los-cua·
les se basa son indiscutibles, porque no hay que olvidar que
Djilas era, en esa época, el colaborador más íntimo del Presi·
dente Tho y, repetidas veces, miembro de delegaciones yugos
lavas mandadas a Moscú para negociar con el Uirigente so
viético.
132
y los privilegios del Partido, y dentro de éste, del Comité Cen·
tra1, de tal manera que para él este 1'.iltimo se transformó en
un instrumento dócil para su dictadura personal. Segíin los
estatutos, Ja autoridad máxima del Partido bolchevique es el
Congreso, el cual élige el Comité Central, especie de "poder
ejecutivo", que tiene que aplicar las directivas emanadas
del Congreso. Stalin se las arregló para convocar el Congreso
cada vez con menos frecuencia. En el intcrtanto, como la
mayoría de los miembros del te le eran totalmente adictos,
él podía dirigir y mandar a su antojo. Como, además, los
Congresos eran minuciosamente preparados por el CC, el Jefe
máximo no corría ningún riesgo elJ los mismos, y siempre se
aprobaban las resoluciones elaboradas de antemano, expresi1r
nes de la voluntad del dictador.
Las consecuencias de esta estructura monolítica del Par
tido soviético eran las siguientes:
- en lo económico, una excesiva centralización y colectiviza
ción, con la consiguiente burocratización y todos los defectos
de una planificación estatal demasiado rígida. Todavía muchos
años después de la muerte de Stalin aparecieron frecuentemen
te, en las revista s · especializadas soviéticas sobre problemas de
economía, artículos que contenían críticas a este tipo de cen
tralización y los obstáculos que ponían a un verdadero desa
rrollo económico, tanto del punto de vista de la productividad
como del del consumidor. En ese aspecto hubo, bajo los herede."
ros de Stalin, ciertos cambios, que llevaron a una relativa
autonomía de las instancias inferiores y a la tendencia de lo
mar en cuenta las aspiraciones· de Jos consumidores soviéticos.
Pero durante el régimen staliniano se dio siempre preferencia
a la industria pesada, base del poderío económico de la URSS
en el plano inlernacional y sobre todo, también, en el plano
militar (por las exigencias de la política imperialista impuesta
por el dictador).
- en el plano político: una total subordinación del Estado,
a través del Gobierno, a Ja voluntad del Partido, o sea del CC
y de su verdadero jefe, el mismo Stalin. De por si, esca no
es extraño en un régimen cC'munista, porque corresponde a
una teoría y una práctica comunistas generales. Pero porque
LO SURD¡jl
BliL.IOTE'A INV, N·---
Stalin dominó completamente al Partido y a su CC, el Estado
entero estaba cumpliendo su voluntad y sus órdenes. En efec
to, de por sí, aún en un régimen comunista, es posible que
ciertos órganos estatales --romo el Parlamento principalmente
gocen de una relativa autonomía. En el régimen staliniano, sin
embargo, esto era impensable. Y eso era tanto más grave, por
cuanto la URSS es (y era) oficialmente una Federación de
Repúblicas (según h1 voluntad de Lenin, que no hizo sino
aplicar el programa de Marx expuesto en la "Guerra Civil en
Francia").
- en el plano del Partido: la concepción y la práctica stali
nianas consagraron un modelo monolítico y, en el fondo,
totalitario para los partidos comunistas de todo el mundo.
Contrariamente a las intenciones de Marx y aún de Lenin, en
lugar de realizar una máxima democracia interna, en la clase
proletaria y en _el mismo Partido, Stalin impuso un modelo de
partido dominado por los dirigentes máximos y muchas veces
por un solo "Jefe''. A partir de Stalin la inmensa mayoría de
los partidos comunistas del mundo entero son semejantes a
una pirámide, dirigida a partir de su cúspide por un solo jefe
o al múimo por un grupo reducido de dirigentes, Jos cuales
dan las órdenes y preparan los Congresos y las reuniones de
los ce, para que se impongan siempre sus tesis. Con muy ra
ras excepciones este modelo se impuso en todos los Estados
"satélites" de la URSS, como también en Cuba y aún en China
(la cual mantiene, de manera significativa. su culto a Stalin,
a pe'sar de sus tremendas diferencias con los actuales dirigen
tes soviéticos).
Uno de los aspectos más criticables y condenables de ese
poder dictatorial (o casi dictatorial) del Jefe del Partido es ef
de las llamadas "purgas". La costumbre staliniana era (y es) de
eliminar cualquiera que se oponga a la voluntad de la direc
ción o que simplemente no comparta en todo momento las
concepciones vigentes. Se sabe que Stalin eliminó así, por ra
zones aparentemente ideológicas (de oposición a la "lfnea del
Partido", o por desviacionismo), pero de hecho generalmente
por razones personales, muchos de los más valiosos hombres
del Partido o de Jos generales del ejército, de los cuales mu-
1 34
chos habían sido compañeros de los primeros años de lucha.
Y a todo parecer. según las escasas noticias de las cuales dis
ponemos, la súbita muerte de Stalin se debe, por lo menos in
directamente, a una rebelión de sus colaboradores del ce, en
un momento en que él planeaba su última "purga", en un
ataque de verdadero delirio de persecución.
Desgraciadamente esta tradición se mantiene, según todas
las apariencias, en los regímenes comunistas actuales, con mé
todos a veces sangrientos, a veces (sobre todo hoy día) más
"pacíficos'', pero siempre crueles y, seguramente también, in
justos y arbitrarios.
- en el plano cientl/ico y cultural el dogmatismo staliniano
tuvo y tiene, también, consecuencias funestas. En efecto, se.
gún la tesis s1aiiniana el Partido es el detentor de la verdad
no sólo de Ja doctrina comunista, sino en todos los campos:
ciencia, filosofía y arte. Bajo Stalin el Partido fijaba no sólo
las tesis estrictamente doctrinarias, sino también las corres
pondientes a todo el saber humano, por cuanto pod[a ser desa
rrollado por los intelectuales soviéticos: en la historia, la fí
sica, la biologfa, la psicología y, evidentemente, la filosofía.
La consecuencia de dicha actitud era un estancamiento doctri
nario y científico en general. Más aún: la ··verdad" cambiaba
y cambia según la conveniencia del Partido y las concepciones
vigentes en cada momento entre los dirigentes. El caso más
conocido es el de la historia. Así, los manuales y los tratados
de historia en la URSS tienen que ser "reescritos", cada vez
que cambian las apreciaciones de la directiva del Partido so
bre un personaje o u n periodo histórico (sea del comunismo
o sea del mundo "burgués").
En las bellas artes opera un dogmatismo semejante. El
Partido fija las pautas, en todos los campos del arte, que deben
corresponder al llamado "realismo socialista", el cual consiste
en la presentación y exaltación del "hombre socialista" y de
sus virtudes, y de la sociedad socialista en general, y en la
proscripción de todo auténtico realismo, basado en una psicolo
gía humana real. considerada como "decadencia burguesa". La
consecuencia es un arte "socialista" totalmente formal y arti
ficial, el cual es la negación de la verdadera libertad y de h1
creatividad artísticas.
IJS
Felizmente, la tradición artística rusa era demasiado gra·1de
y auténtica, para que el comunismo alcance a destruirla total
mente. Por eso, hoy dla, después de algunos (tímidos) inten
tos de "destalinización", asistimos en la URSS a un renaci
miento de la vida artística (por lo menos en la literatura), pero
con el. resultado que los artistas e intelectuales más originales
y sinceros o bien tienen que exilar�f' o bien son perseguidos
y hasta encerrados en manicomios, para que no puedan divul
par sus obras consideradas como "decadentes" y "antipatrió
ticas".
Conclusión.
1 36
los dirigentes de dichos países .ª considerarse más o menos in
falibles, como su modelo. La consecuencia era, y es, que en
lugar del comunismo mundial monolftico (de los tiempos de
Stalin), tenemos hoy dfa tres o cuatro formas de comunismo,
que o bien se combaten entre sí, o bien, por lo menos, se con
sideran como centros de poder tan legítimos e importantes (de
por sí) como el régimen soviético.
Por · consiguiente, si, por una parte, Sta1in rindió inmensos
servicios a la causa comunista, 1os defectos de su régimen son
la causa misma de u n posterior e irreversible debilitamiento
del movimiento comunista en el plano mundial.
Este nos parece ser el verdadero significado histórico del
paso por el Kremlin del "tsar rojo".
Capítulo 111
MAO TSE-TUNG
Nota biográfica.
139
La única manera para conseguir sus objetivos, a causa de
la falta de una "infraestructura" a propia d a, en la lu(.:ha ar·
mada. Por eso el movimiento de Mao Tse-tung era esencial
mente, desde 1 927, un movimiento militar, que se apoyó prin
cipalmente en el ejército "rojo". Desde 1 928 el íuturo d íri ·
gente máximo indiscutido explica claramente estas ideas en
diversos escritos. Así. Mno Tse-rung trató de implantar su do
minación político-militar en algunas provincias. para ccnquis·
tar poco a poco el país entero gracias a este método. Acosado
por las tropas de Chiang Kai-shek, el jefe comunisla chino
emprendió en 1934 con su s tropas y partidarios Ja famosa
"Gran Marcha" que duró un año entero (de octubre de 1 934
a octubre de 1 935, y para algunas unidades hasla octubre de
1 936). cruz3ndo, en un trayecto de 1 2 .600 kilómetros, once
provincias, desde d Sur hasta el Noroeste. Al final Je queda·
han menos del 1 0 por ciento de sus efectivos, pero él babia
creado en una masa de alrededor de 200 m í llone s de campe·
sinos la conciencia de la necesidad y de la posibilidad de una
revolución agraria.
Después continuó la lucha en la gran guerra naci_onal anti·
japonesa, de 1 937 a 1 945. Y, finalmente, emprendió, con la
ayuda de las armas soviéticas (y, por parte, norteamericanas),
la lucha final contra su enemigo" Chiang Kai-shek, lucha que
culminó con la victoria y la revolu1.:ión comunista total
· e l 1e de
octubre de 1 949.
En !odas estas luchas el papel principal y decisivo lo cum
plió eJ ejército. Se puede decir que en el movimiento comu·
nista chino el ejército ha tenido, de hecho, fa función que se·
gún el materialismo histórico marxiano (y marxista) tiene el
prolelariado industrial. Esta circunstancia iba a tener inevita
blemente una influencia en la concepción misma del materia·
lismo his�órico, cuyos conceptos íundamentales sufrirían trans
formaciones bastante importantes en el pensamiento del lfder
chino.
El resto de la vida de Mao se confunde con la historia del
régimen creado por él. Al principio el líder chino, educado en
Moscú, siguió el ejemplo de los planes quinquenales soviéti·
cos. Pero de pronto encontró su propio camino, según las cir·
1 40
cunstancias particulares de su país y conforme al realismo y a
la capacidad de adaptación que siempre le caracterizaron. Así
asistimos a las diversas fases y a los diversos experimentos (no
todos logrados) del régimen de Mao: el "gran �alto adelante",
las comunas populares, la revolución permanente y la "revo
lución cultural". A pesar de algunos fracasos indiscutibles, y
a pesar de que, a todo parecer, Mao Tse-tung tuvo que luchar
repetidas veces contra oposiciones internas muy fuertes, el lí
der alcanzó siempre a mantenerse a la cabeza del movimiento
y del régimen creado por él. En los últimos tiempos parece
que el histérico "culto de la personalidad" dedicado a su per
sona decreció y que actualmente el régimen chino tiene una
dirección más bien colegiada.
141
frente a un problema semejante, en Rusia el proletariado in·
dusttial había sido bastante importante para poder formar la
base del Partido y para poder mantener así lo esencial de la
doc1rina y las tácticas marxistas. Después de 1 927 Mao Tse
tung se encontró con un proletariado casi exclusivamente cam
pesino, el cual además, era inculto. Así se entiende que él tu
vo que generalizar la doctrina de la contradicción o dialéctica,
para poder dar una importancia mayor a los factores subjeti
vos, relegando a un segundo plano los objetivos relativos 'a
la infraestructura. En el plano práctico, frente a la inmensa
masa de campesinos incultos y, por otra parte, las fuerzas po
lítico-militares de la "reacción" (de la clase burguesa, repre
sentada por Chiang Kai-shek, y del imperialismo japonés), te
nia que reforzar todavía el poder del Partido y, dentro del Par
tido, Ja importancia de los elementos militares, para empren
der una lucha revolucionaria que tendría que ser de manera
predominante una lucha militar.
Para comprender el "fenómeno chino", en cuanto a la rapi
dez con que se efectuó la revolución y en cuanto a los rasgos
básicos del actual régimen de Pekín, tratemos, por lo tanto,
de entender, primero, la teoría del conocimiento de Mao Tse
lung y su concepción de la dialéclica, su interpretación del
materialismo histórico y, finalmente, las etapas esenciales de la
revolución china y de la evolución del régimen instalado des..
pués de 1 949.
1 42
inspiración marxiana, presente todavía en los discípulos tnnie·
di a tos.
De hecho, en los escritos teóricos y filosóficos de Mao Tse
!ung las citas de Marx son muy escasas, pero abundan las de
Lenin y, en menor grado, de Engels. No será extraño, entonces,
si el resultado final es un pensamiento bastante diferente del
autor de los "Manuscritos económico-filosóficos" y ' ca-autor
del "Manifiesto Comunista".
Los escritos epistemológicos de Mao son principalmente
dos, redactados en el mismo año ( 1 937), uno a continuación
del otro. Se trata del breve estudio "Sobre la pdctica" y de
otro, más extenso, cuyo título es: "Sobre la Contradicción".
Se puede decir que en el primero el autor resume toda su
epistemología (o teoría del conocimiento), alrededor del pro
blema de la relación entre teoría y praxis. En dicho escrito no
se encuentra ningún concepto que no haya sido desarTOllado
por Lenin, sobre todo en la obra que conocemos: "Materialis.
mo y Empiriocriticismo" (la cual, en lo esencial, reproduce la
teoría de Engels).
Ante todo, el autor insiste sobre la importancia fundamen
tal de la práctica, la cual es a la vez la base de todo conoci
miento, el objetivo final de toda teoría y finalmente, el crite
rio de la verdad (para la teorfa}. Todo eso corresponde estric
tamente a las ideas de Lenin (y de Engels), desarrolJadas en
el Jibro citado. Pero antes de analizar brevemente la versión
maoista de dicha concepción, veamos primero cómo Mao con
cibe el "desarrollo del conocimiento humano" (título de uno
de los capftulos).
La base del conocimiento (dentro de la "práctica social")
es el conocimiento sensible, el cual nos entrega sólo las "apa·
rencias" de las cosas, sus "aspectos aislados". Pero después de
ún contacto bastante profundizado con las cosas y los acon
tecimientos (de Ja evolución social ante todo) surge, de repen·
te, y por un "salto repentino", una segunda etapa del cono
cimiento: la de los conCeptos. Estos captan las cosas "en su
esencia'', en su conjunto y "sus conexiones internas", y por
eso mismo sólo ese conocimiento debe ser considerado como el
143
nrdadero; el conocimiento sensibk se queda en la superficie
de las cosas.
Mao da dos ejemplos principales para ilustrar este proceso,
ejemplos que son sacados, de manera significativa, de la expe·
ricncia social. Así, en el capitalismo el proletariado era una
"clase en sí", la cual tenía un conocimiento sólo sensorial de
sus miserias e injusticias, hasta la aparición del marxismo. Es
Carlos Marx quien ayudó al proletariado a superar esta etapa y
a llegar al conocimiento racional de su situación, por su crítica
del capitalismo y sus análisis conceptuales de los diversos ele
mentos y factores del sistema capitalista, en su conjunto. Así, la
clase proletaria entendió claramente cuál era su v<:rdadera si
tuación, en sus causas y consecuencias; de esa manera se hi
zo "clase para sí" (o sea consciente). Un proceso semejante
pasó con el imperialismo en China. Al principio los Chinos su
frieron los efectos y las injusticias del imperialismo, sin com
prender el fenómeno. Pero después del movimiento "del 4 de
mayo de 1 9 1 9 " (Mao alude a un movimiento literario-intelec
tual, que está al _origen del "despertar" de la sociedad china
y que en especial, dio nacimiento al movimiento comunista, en
el plano intelectual), se llegó en China al conocimiento verda
dero de lo que es el imperialismo en sus causas y en su esenGia.
En eso consiste esencialmente ia teoría general del cono
cimiento de Mao Tse-tung. Sin embargo, a continuac:ón el au·
ter ha:ce tres observaciones imrortantes. En primer lugar, hay
que insistir, según él, sobre la dependencia del conocimiento
racional respecto al sensible. El que olvida eso l!S idealista
(una de las desViaciones más combatidas por el marxismo, por
que el idealismo es la negación misma del materialismo). En
segundo lugar, el paso del conocimiento sensorial al racional
se hace por la dialéctica. En el texto que comentamos Mao se
!il?j.ita en afirmar este principio, sin explicar el "cómo". Por et
momento le basta la autoridad de �nin para apoyar su tesis
(con una cita de los "Cuadernos sobre la Lógica de Hegel").
Más adelante vemos cómo dedica un estudio especial y bastante
extenso a dicho problema.
Finalmep te el autor insiste sobre la importancia de la teo
ría (sin explicar mayonnente cómo el nacimiento de la teoría
1 44
es un nuevo paso superior del conocimiento intelectual, por
cuanto consiste en unir sistemáticamente conceptos). COmo de
costumbre se basa en la autoridad de Lenin, según el ¡:ual "sin
teoría revolucionaria, no puede haber movimiento re�oluciona·
rio" (en: "¿Qué hacer?"), tesis que, por lo demás, corresponde
al pensamiento de Marx mismo. Pero, según el mar:dsmo·leni
nismo (elaborado por los "4 grandes": Marx, Engels, Lenin y
Stalin, como lo recuerda aquí el autor), debe haber una inter
dependencia dialéctica entre teoría y praxis: la teoría está al
servicio de la práctica (revolucionaria) y no tiene sentido sin
esta transformación social a la cual tiene que servir; y, por otra
parte, hay una "reacción" de la praxis sobre la teoría: la pri
mera sirve para modificar en ciertas condiciones a la segunda,
por la necesaria adaptación a las circunstancias imprevistas.
Más aún: dichas circunstancias obligan a veces a modificar com
pletamente "las ideas, teorías, planes y proyectos originales".
Mao resume finalmente la concepción de la siguiente manera:
"Practicar, conocer, practicar otra vez y conocer de nuevo.
Esta forma se repite en infinitos ciclos, y, con cada ciclo, el
conocimiento se eleva a un nivel más alto. Esta es en su con
junto la teoría materialista dialéctica... de la unidad entre el
saber y el hacer".
Con todo, y a pesar de ta· importancia acordada por Mao
Tse-tung a los dos factores de la "relación dialéctica" (teoría y
práctica), parece que en su interpretación del comunismo se
da una cierta preeminencia a la práctica, o sea a la transfor
mación revolucionaria de la sociedad. Como se verá más ade
lante, él tiene siempre la tendencia de adaptar la teoríit a las
necesidades de la acción inmediata. Por eso dice, en el texto
recién citado, que hay que modificar a veces "completamente"
las ideas y teorías, en contacto con la praxis, y quizás dichas
modificaciones llegan a la substancia misma del marxismo.
Lo que le importa es la transformación lo más rápida y com·
pleta posible del mundo en la sociedad ideal anhelada por el
comunismo. "El proceso de transformación del mundo, dice,
ha llegado a un momento histórico en China y en toda la Tie·
rra, ... esto es, el momento de acabar completamente con las
tinieblas en China y en el resto de la Tierra, y transformar
nuestro mundo en -un mundo luminoso, nunca visto antes".
10.-¿Ha mu1rto . . .
145
No se puede negar que en estas frases se nota un gran en
tusiasmo y una gran convicción. Pero quizás _Mao tse-tung haya
sido llevado por dicho entusiasmo a transformar demasiado la
teoría misma del marxismo, de acuerdo con su interpretación
de las circunstancias particulares de la sociedad china y de la
estrategia a seguir para lograr la revolución mundial!
En relación con la estrategia a seguir y con la preocupación
pennanente del pensador comunista de servir a la praxis re
volucionaria, el autor saca inmediatamente dos conclusiones
prácticas de sus consideraciones teóricas. Estas consisten en
denunciar dos desviaciones (no sólo posible:>. :>i00 existenres
de hecho en el Partido, como nos enseñJ u n a nota previ a ) . La
primera desviación es la de Jos " 1estarudos", que se aferran
a sus ideas teóricas y no se dan cuenta de las adaptaciones ne
cesarias en las circunstancias concretas: éstos son los "dogmáti·
cos de derecha", que quedan "a la rezaga" de la evolución
social. La segunda forma de desviación es la de los impacien
tes, que quieren pasar por encima de una determinada etapa
de desarrollo del proceso objetivo. Estos son los "izquierdis
tas", los mismos que Lenin había combatido en sus artículos
contra el "infantilismo de izquierda".
Se ve cómo en todo el dirigente chino se mantiene en la
línea "leninista", que no es sino la aplicación concreta de la
teoría de la "unidad del saber y del hacer", y que inspira en
todo momento a los dirigentes comunistas un gran realismo en
su manera de proceder.
Antes de analizar la doctrina de Mao relativa a la dialéctica,
tratemos de enjuiciar brevemente la teoría general del conoci
miento que nos propone el pensador chino. E n cuanto a la
fonna, desde luego los rasgos sobresalientes son Ia claridad y
la sencillez. Mao tiene una visión sintética perfecta de la doc
trina, quizás mucho más que cualquiera de sus predecesores.
El es capaz de resumir con perfecta claridad la teoría marxista
del conocimiento y situarla dentro del contexto general del
materialismo histórico, el cual, con toda razón, es considera
do por él como "la filosofía" del marxismo-leninismo. La con
trapar1ida es un cierto simplismo filosófico; él no se preocupa
de justificar mayormente sus tesis filosóficas, sino que le bas·
146
tán algunos ejemplos sencillos , y la autoridad de los autores
principales del comunismo. El se limita más bien a descri
bir las diversas etapas del conocimiento, según el "materialis
mo dialéctico", y no a buscar una profundización filosófica.
La razón de eso es seguramente el hecho que sus lectores eran
en su mayoría campesinos incultos, a los cuales habfa de expli
car en los términos más sencillos algunas nociones b.6sicas de
filosoffa.
Es evidente que en eso Mao no busca de ninguna manera
la originalidad, sino que, igual que Lenin, trata de reproducir
lo más fielmente posible la doctrina tradicional (comunista).
De hecho, en cualquier manual de "materialismo -dialéctico"
soviético se pueden encontrar los mismos conceptos, sólo en
una forma más desarrollada ( 1 ) .
Ahora bien, en cuanta a la apreciación filosófica q u e me
recen las concepciones expuestas, se puede decir que corres
ponden a la doctrina más tradicional y realista del conocimien
to, desde Aristóteles. La teoría expuesta no es n i "positivista" o
"materialista'', ni mucho menos, "idealista". Al igual que pa
ra Aristóteles (y Santo Tomás), la base del conocimiento son
los sentidos, pero el conocimiento verdadero y "profundo" es
el racional, a través de los conceptos racionales y abstractos.
Meo Tse-tung (como tampoco Lenin o Engels) no se preocu
pa mayormente de explicar el mecanismo de la abstracción, ni
el origen de los principios universales que rigen el conocimien
to racional y teórico; pero admite explfcitamente el valor de
dicha universalidad. Más aún: mucho más que Engels, él re-
147
·..:::onoce que los conceptos. abstractos nos dan un conocimiento
"esencial" de las cosas. Eso lo leyó seguramente en Lenin, el
cual, más allá de Engels, se inspiró directamente en el "racio·
'
nalista idealista" Hege i. H 8 sta se puede pensar que Engels ha
bría rechazado esta afirmación por "idealista"!
Por eso es divertido que Mao nos diga que nadie antes (de
los autores marxistas) había concebido semejante teoría, la
la cual es para él una verdad encontrada por el "materialismo
dialéctico". E n eso se equivoca doblemente: como dijimos, él
no hace sino exponer una doctrina tradicional (en términos
simplificados), y por eso mismo su concepción no tiene nada
que ver con "materialismo", sino que es la del realismo epis
temológico de la tradición.
148
Basándose siempre en los conceptos de Lenin, el autor in
siste, primero, sobre la diferencia total que existe entre dos
::oncepciones del mundo, la "dogmática" y la "dialéctica". La
primera, que es la de la metafísica tradicional, es rechazada
por "estática". Sólo la segunda alcanza, según el marxismo,
a entender la realidad de las cosas, en su movimiento dialéc1ico
interno. "Esta concepción, dice el aulor, nos enseña principal
mente a observar y analizar el movimiento de los contrarios en
las distintas cosas y a determinar, sobre la base de tal análisis,
los métodos para resolver las contradicciones".
Después Mao analiza la "universalidad" de la contradic
ción y su "particularidad". En cuanto al primer aspecto, el
autor se limita a repetir la enseñanza de Engels y Lenin, se
gún la cual, dicha unive rsalidad consiste esencialmente en el
hecho que "la contradicción está en todo, desde el comienzo
hasta el fin del, desarrollo de casa cosa". Pero a partir del aná·
lisis del segundo aspecto, el de Ja "particularida�". se puede
decir que empieza la exposición del pensamiento original del
autor. Con mucha claridad y precisión, tant9 en ·los conceptos
mismos como en los ejemplos concretos citados, Mao insiste, en
primer Jugar, sobre lo que cada contradicción tiene de original
y de peculiar. Según él, este aspecto es mucho más importante
que el anterior (precisamente en su lucha contra el "dogma
tismo" abstracto). En efecto, lo que importa (en la acción re·
volucionaria) es saber resolver las contradicciones; pero éstas
se resuelven cada una según un método peculiar, adaptado a
su "particularidad". " La esencia particular de cada forma del
movimiento de la materia (y, por ende, de cada "cosa"), es
detenninada por la contradicción particular de dicha forma.
Eslo ocurre no sólo en la naturaleza, sino también en los fenó
menos de la sociedad y del pensamiento. Todas las formas so
ciales y todas las formas del pensamiento tienen, cada una, su
propia contradicción y su esencia particular".
Lo discutible en este texto es sólo la identificación que es
tablece Mao Tse-tung entre la "esencia" de una cosa y su "con
tradicción" particular. Según la concepción tradicional, Ja
esencia de una cosa es determinada por sus características pro
pi.:!ls; las "contradicciones" con otros seres o cosas tienen su
149
origen en estas propiedades esenciales, y no al revés. Pero en
eso el au1or no hace sino expresar las tesis del materialismo
dialéctico (según Engels), para el cual el movimiento es esen
cial a todas las cosas y, por otra parte, la contradicción es inhe
rente al movimiento mismo.
Lo que, de hecho, interesa a Mao no es una metafísica ge·
neral ni una filosoffa de la naturaJ�za. sino la filosofía social. To
dos sus ejemplos, en la continuación del texto, son tomados de
la historia y de la actualidad de la sociedad china, y el contex
to manifiesta que para él lo importante es la aplicación prácti
ca de su doctrina a la acción social.
Por eso insiste en seguida sobre los métodos diferentes que
deben ser empleados para resolver "contradicciones cualitati
vamente diferentes". Así las respecti.jas contradicciones entre:
prolelariado -burguesía; grandes masas populares- sistema
feudal; colonias-imperialismo, ele., tienen que ser resueltas por
Jos métodos de las revoluciones socialistas o democráticas se
gún el caso, o por la "guerra revolucionaria nacional", en el
último caso.
Todo este párrafo es dirigido principalmente contra los "dog
máticos". "Resolver contradicciones diferentes por métodos di
ferentes, dice el autor, es un principio que los marxistas-leninis
tas deben observar rigurosamente. Los liogmáticos no observan
este principio, no comprenden la difaencia entre las condicio
nes de los distintos tipos de revolu.cíón".
A continuación Mao muestra cómo este principio de la
"particularidad" de la contradicción tiene consecuencias muy
importantes. Esta doctrina habilita al marxista-leninista a darse
cuenta de la complejidad de las situaciones sociales. El revolu·
cionario tiene que estudiar en detalle los diversos grupos y fuer·
zas que estlin en conlradicción, sobre todo en la "situación
sumamente compleja" de la sociedad china, en la cual subsis·
ten todavía los grupos sociales del sistema feudal. junio con
el proletariado moderno, la pequeña burguesía, los impe;rialis·
las y sus colaboradores etc. etc. A este respecto el autor cita la
palabra de Lenin según la cual "la esencia misma del marxis·
mo, ... el alma viva del mal':lismo, es el análisis concreto de la
.sltuaci6n concreta". Y hay que reconocer que en eso Mao Tsc·
150
tung, como todos los grandes .dirigentes comunistas, han mos
trado por su acción el valor de dicho método, como prepara
ción de la estrategia revolucionaria a seguir, Por eso se entien
de que el autor insiste, una vez más sobre el hecho que el
error de los dogmáticos consiste en no saber hacer uso del
método preconizado, y, al contrario, "en sus escritos y discur
sos recurren siempre a frases vacías y estereotipadas",
Finalmente Mao muestra cómo ol principio de la particula
ridad se aplica, además, a las diversas etapas en el desarrollo
de las contradicciones. Aunque en lo esencial la contradicción
fundamental no cambia, puede ser que en una etapa superior
de su evolución ella adquiere algunos rasgos específicos, que
tienen que ser tratados con métodos nuevos. Así, por ejemplo,
el capitalismo cambió bastante en su etapa superior de "impe
rialismo". Aplicando el principio indicado, Lenin cambió tam
bién su táctica frente a él, así que se puede decir, según el
autor, que "el leninismo es el marxismo de la era del imperia
lismo".
A continuación el autor pasa a analizar los dos aspectos
de la "contradicción principal" (o sea los dos factores "dialéc
ticos": por ejemplo, las fuerzas de producción y las relaciones
de producción, o aún la infraestructura y la superestructura).
En este punto Mao Tse-tung salta más bien de la teoría dialéc
tica al materialismo histórico mismo, e introduce algunos cam
bios fundamentales en toda la concepción. En efecto, según la
doctrina tradicional, la infraestructura es siempre el factor bá
sico de la contradicción social, el que detennina, "en última
instancia" a todos los otros. Para nuestro autor no es así. Fren·
te a una sociedad básicamente feudal, con u n campesinado
inculto, Mao se dio cuenta que no podía esperar una evolu
ción "natural" de la infraestructura ni mucho menos de las
meras "fuerzas de producción". Por eso, según él, puede ser que
el "aspecto principal" (más bien : factor principal) no sean
las fuerzas de producción, sino el cambio en las relaciones de
producción o aún la "teoría revolucionaria", la cual es un as
pecto fundamental de la superestructura. Puede . ser, siempre
según el autor, que en detenninadas condiciones las relaciones
de producción (violentamente cambiadas) y la misma teoría
151
revolucionaria sean el "aspecto principal" de la contradic
ción. Aquí se nota claramente que el dirigente chino est.á aban
donando la doctrina tradicional, para la cual las condiciones
"objetivas" eran las determinantes, para dar cada vez m.ás im
portancia a _las "subjetivas", es decir a la voluntad de los diri
gentes revolucionarios. Este es un aspecto de la versión china
del materialismo histórico, del cual tendremos que volver a
ocuparnos.
Después el autor vuelve a una tesis más tradicional de la
dialéctica: la unidad de los contrarios y su interdependencia y
transformación mutua. Mao no tiene ninguna dificultad en
mostrar, dentro de los ejemplos sociológicos que cita (y que,
como de costumbre, son los únicos que él considera), que las
fuerzas sociales se transforman una en otra (la clase dominada
en dominante y viceversa). Pero al final del p.árrafo se rerie
re a una tesis de Lenin al respecto, según la cual "la unidad
de los contrarios es condicional, temporal, relativa; la lucha
de los contrarios mutuamente excluyentes es absoluta, como es
absoluto el desarrollo, el movimiento". Si bien se trata en eso
de una cita textual de Lenin (de "En tomo a la cuestión de la
dialéctica"), a todo parecer el dirigente chino le da u ri a inter
pretación peculiar. En efecto. para Lenin los factores objeti
vos quedan más importantes que los subjetivos, y para él, en
la sfntensis final (de la sociedad comunista) quedan superadas
todas las contradicciones fundamentales y se termina. por
consiguiente, esta especie de juego de la "lucha de los contra
rios". Para Meo T�·tt1ng:, en cambio, como se ver.á más ade
lante. parece que la lucha no termina nunca y estamos frente
a una "rrvolución permanente'', mucho m.ás radical y "perma·
nen1e" que Ja ideada por Trotski.
El autor termina su estudio sobre la "Contradiccióñ " con el
análisis de la noción de antagonismo, o" contradicción anta�
gónica. Esta última es una contradicción cuya solución con·
�iste en la superación o destrucción de uno de los factores
(por ejemplo, las clases dominantes en los regímenes anterio
res al comunismo). En la sociedad comunista no habr.á m.ás es-
1e tipo de contradicciones, confonne a la doctrina de Lenin, de
que "el antagonismo y la contradicción no son en absoluto
152
una y la misma cosa; baja. el socialismo desapurecerá el prime
ro, subsistirá la segunda".
En eso consiste lo esencial de la doctrina de Mao Tse-tung
relativa a la dialéc1ica. Como ya indicamos, se !rata del ensayo
filosófico mlis original del dirigenle chino. Sin embargo, lo que
interesa al autor no son las divagaciones filosóficas merami:: n le
especulativas. El se esfuerza en reducir los conceptos filosóíi
cos a los términos más sencillos, para que puedan ser compren
didos por sus lectores poco iniciados a las sutilezas del pensa
miento occidental, y por eso, a nueslro juicio, peca a veces por
i.implificación exagerada. No se trata ni aún de una mera
"dialéctica" a la manera de Hegel y de Lenin (del Lenin de los
"Cuadernos sobre la Lógica de Hegel"). Como Marx , y a iodo
parecer más que Engels y Lenin, el dirigente chino es sobre
todo un pensador social, que desarrolla su pensamiento i.iem
pre en relación con las exigencias de la revolución china. En
eso consiste su fuerza y su debilidad. Su fueria: porque, más
que cualquiera de sus predecesores, él alcanza a una síntesis
clarísima, depurada de todos Jos elementos "adventicios", y que
es inmediatamente aplicable a las necesidades de la acción y
de la revolución china. Su debilidad: porque, a pesar de la
importancia que se atribuye, aparentemente, a la filosofía {en
cuanto "teorfa"), no se trata de un verdadero pensamiento
filosófico, sino mlis bien de una "sabiduría" filosófica bastan
te elemental, la cual está esencialmente al servicio de la
acción.
153
mente práctica de Mao: mucho más que para cualquiera de sus
antecesores, la teoría está en él totalmente sujeta a la práxis
y sirve únicamente para preparar a los dirigentes y militantes
para actuar mejor. No hay que olvidar, para apreciar ex�cta
mente esta característica del comunismo chino, que China,
más que cualquier. otro pafs (entre los que actualmente tienen
regímenes comunistas), estaba en un estado de extremo subde·
sarrollo; además, frente a la invasión japonesa. los dirigentes
chinos tenfan que actuar rápidamente, para evitar la domina·
ción imperialista y crear una China independiente.
Como el presente estudio no tiene la pretensión de ser
exhaustivo, nos limitaremos al análisis de algunos textos y
hechos que nos parecen esenciales. Ademiis, nos basaremos
parcialmente en dos obras que nos - parecen excelentes: una
sobre los hechos históricos que explican este gran acontecimien
to que es la revolución china (2) ¡ la segunda un análisis teórico
del "problema chino", pero el cual. a su vez, se basa en hechos
económico-sociales bien precisos (3) .
Sabemos que la tesis b8sica del materialismo histórico es
la relativa a la infraestructura y la superestructura, y sus res
pectivas relaciones. Para Marx y Engels, la evolución social
era detenninada principalmente por las leyes "objetivas" del
desarrollo de la infraestructura, y la teoría, como parte de la
superestructura (en cuanto ideolo.da). juiz:aba un papel más
bien secundario, aunque importante. Lenin mantuvo en prin·
cipio la concepción inicial, pero, por la fuerza de las circuns
tancias. se vio obligado a dar, de hecho. m.f.s importancia a
los factores subjetivos (la teorfa y, sobre todo, el Estado mismo
154
que, a través del gobierno del Partido, tenía que plasmar toda
la masa de los campesinos rusos y crear así el primer Estado
socialista). Bajo la dictadura unipersonal de Stalin se acentuó
esta tendencia de tratar de modificar y de dirigir la base de
ta infraestructura con los factores subjetivos. representados en
la dirección del Partido y del Estado, y de esta manera dichos
factores terminaron por prevalecer sobre los objetivos.
Se puede decir, a nuestro entender. que Mao Tse-tung re
presenta la culminación de este proceso de transformación
del materialismo histórico, iniciado con Lenin. Por una parte,
es un hecho que el dirigente chino se formó en Moscú, bajo
el régimen staliniano; por otra, como ya indicamos, la situación
económico-social de la China prerrevolucionaria era total
mente diferente no sólo de la Europa occidental, sino también
la de Rusia (bajo Stalin o Lenin). En esas ·circunstancias se
entiende que Mao se vio obligado a acentuar más todavía
los factores "subjetivos", hasta el punto de cambiar, quizás,
el sentido mismo del materialismo histórico.
155
de una clase superior (o "casta", en I ndia) y Ja explotación
de las clases o castas inferiores.
En China había, desde hace siglos, sólo vcs1igios de dicho
modo de producción. De hecho existía allí una esp.!cie de
mezcla del antiguo régimen de socialismo estatal (en grado
menor) con un feudalismo de Ja clase de Jos 1erratenientes.
Por eso Mao, al caracterizar el régimen chino, habla siempre
de China l:omo de una sociedad "feudal y semifeudal" (f,
conjuntamente, de una sociedad "colonial y semi-colon i a l " ,
aspecto q u e s e analizará más adelante). L a clase dominante
era constituida por los "terratenientes y los shenshi malvados",
expresión estereotipada que vuelve a cada rato bajo Ja pluma
del dirigente chino: o sea, habia una connivencia entre los
terratenientes y los altos funcionarios del Estado pare explotar
al pueblo chino. Este último estaba constituido en un 90�('
por campesinos pobres e ignorantes, explotados por la clase
de los "terratenientes y shenshi malvados".
Sea dicho de paso que todos Jos análisis históricos obje
tivos, y los mismos textos de Mao Tse-tung, demuestran que
el subdesarrollo de China se debió esencialmente a esta es-
1ructura social anticuada, conservadora y estática, impuesta
por la filosofía oficial china: el confucionismo. Sin negar los
problemas creados por el "imperialismo'', y sobre todo el im·
perialisrno japonés, es evidente que el responsahle principal
del estado de postración del pueblo chino era la estructura
"feudal y semifeudal" impuesta durante siglos y milenarios
por la clase dominante, con Ja ayuda de Ja tradición confu
ciana. El mismo Mao pone los calificativos de "colonial y se
mioolonial" siempre en segundo Jugar, después de los de
''feudal y semifeudal''.
El problema teórico que se plantea para Jos representantes
del materialismo histórico, en el caso de Asia en general y
de China en particular era, por lo tanto, el siguiente: ¿es
posible el paso <le una sociedad feudal (más o menos seme
jante a la de ia Edad Media occidental) al socialismo, sin
pasar por el capitalismo (como Jo exigía el esquema primirivo)?
Marx ya se hable dado cuenta de dicho problema, para
Rusia y pera Asia en general. A partir de Lenin et problema
156
siguió siendo discutido entre los marxistas. Aunque para el
caso de Rusia el esquema tradicional tenía que ser ajustado,
Lenin lo mantenía en lo esencial para su propia experiencia
revolucionaria. Pero él se daba cuenta que en el caso de Asia
había que cambiarlo de manera bastance radical. Ya en 1 920,
en relación con el informe de un dirigente comunista asiático
(Sultan Zade), Lenin insistía sobre la necesidad de adaptar,
en Asia, las instituciones soviéticas y el mismo Partido a las
necesidades de las sociedades campesinas _orie11tales. Y un poco
más tarde, en su informe al " 1 19 Congreso panruso de las
organizaciones comunistas de los pueblos del Oriente". reco
mienda a los dirigentes comunistas asiáticos de evitar de aplicar
los esquemas aprendidos en el Occidente y de adoptar la teoría
y las practicas occidentales a sus países" donde el campesinado
fonna la masa principal" y donde "no se trata de combatir
el capital, sino los vestigios de la Edad Media (oriental)".
En general, los dirigentes comunistas asiáticos se inspiraron
en su estrategia y en sus conceptos teóricos de esta recomen·
dación de Lenin. Su error íue, quizás, de unir esta concepción
fundamental (seguramente exacta) con una especie de nacio·
nalismo asiático, tratando de exagerar la importancia de la
lucha de los pueblos asiáticos, dentro del_ movimiento comu·
nista mundial . Así provocaron la reacción aitada de los diri·
gentes occidentales y no alcanzaron a hacer aceptar sus tesis.
Eso pasó a un antiguo compañero de Stalin: Sultan Galiev.
Este dirigente de la república (de Asia soviética) de los
Tártaros, frente a la ausencia de u n proletariado industrial,
proponía realizar el adoctrinamiento de las masas campesinas
muy atrasadas, gracias a los cuadros fonnados por el ejército.
Con eso aplicaba de manera muy original el consejo de Lenin
de adaptarse a las circunstancias especiales de sus países y
preparaba las concepciones y la estrategia que más tarde iba
a utilizar Mao Tse·tung.
Desgraciadamente para él, ligó sus tesis a una especie de
nacionalismo asiático y antioccidental, lo que le valió las iras
del camarada Stalin. Este último lo hizo excluir del Partido
(en 1 923, todavía antes de la muerte de Lenin) y más tarde
deportar.
157
Stalin, por su parte, mantuvo dogmáticamente la tesis de la
necesidad del paso por el capitalismo y del proletariado indus
trial como vanguardia de la clase obrera, también en la Rusia
asiática y en China. Aunque en este último país él no tenia
ninguna autoridad directa, por su influencia sobre los diri
gentes chinos formados en Moscú trató de mantener la tesis
tradicional. De esta manera se le puede hacer responsable, o
por lo menos corresponsable, del debilitamiento del Partido
comunista chino, antes y después de la masacre de Jos diri
gentes obreros de 1927 (en Shanghai por Chang Kai-shek).
Pero precisamente a partir de este mismo año Mao Tse-tung
tratará de defender su concepción, la cual logrará imponer
pron10 sobre sus adversarios más "conservadores" y dogmáticos,
que seguían bajo la influencia de Stalin. (Hay que- hacer notar,
�in embargo, que Mao mismo ha Eido siempre un defensor de
Stali n , contra los posteriores dirigentes del Kremlin, y que
nunca echó la culpa a él por el desastre de los años 1927 a
1 929, en el Partido comunista chino).
¿En qué consiste la concepción propia de Mao?
En el plano mundial se caracteriza por la alianza del na
cionalismo con el concepto de lucha de clases. En eso el di
rigente chino no hace sino repetir la tesis del fundador del
Partido comunista chino (Li DH.:·110, en 192 1 ) , según el cual
la lucha de clases había pasado a e.>cala mundial: para él, el
problema de razas era un problema de clases, porque al lado
de naciones ricas (capitalistas) habían las "naciones proletarias"
asiáticas, y que por Jo tanto las luchas "raciales" (entre blancos
y de color) se confundían con la lucha de clases.
En virtud a este nacionalismo Mao Tse-tung insiste sobre
Ja necesidad de rechazar las fónnulas importadas del extran
jero y de buscar caminos propios para la revolución china.
En eso no hace sino aplicar la recomendación que Lenin mismo
hizo a los dirigentes asiáticos de su partido, y sin tomar en
cuenta los conceptos dogmáticos de Stalin. Sin embargo, él
llevó las ideas de Lenin mucho más allá de lo que éste habfa
pensado.
En Jos primeros años del movimiento comunista chino, Mao
era sólo un dirigente entre muchos. El año decisivo pan él
158
y sus ideas íue 1 927, el de la masacre de los dirigentes obreros
por Chang Kai-Shek. La consecuencia de dicha masacre fue
que el proletariado industrial chino, el cual nunca había sido
importante (en relación con las masas campesinas), se vio to
t2lmente debilitado. Por una intuición genial, típica de los
grandes dirigentes y hombres de acción, MaO Tse-tung se dio
cuenta que había que dejar de lado la tesis tradicional de la
unión entre el proletariado (industrial) y el campesinado, y
constituir este último en una fuerza propia y autónoma, como
correspondía a la realidad social china (compuesta en un 90%
de campesinos). Para dar una b3se empírica a su tesis y con
vencer a sus camaradas recalcitrantes por la fuerza de los he
chos, el dirigente chino hizo (en el año 1 927) su famosa en
cuesta sobre el Movimiento Campesino en funan (o Hunan,
la provincia sureña donde él tuvo su origen). Las conclusiones
de dicha encuesta eran abrumadoras: las llamadas "Asocia
ciones Campesinas" (dirigidas por los comunistas locales)
habían derogado en muy corto tiempo el poder de los terra
tenientes y de los funcionarios estatales, gracias a la rapidez
de su desarrolJo y de su extensión (de 400 .000 en septiembre
de 1 926 se habían multiplicado a más de dos millones hasta
fines de enero de 1927, o sea en apenas 5 meses!) Sin haber
hecho la reforma agraria, por lo menos habían puesto todas
las condiciones para realizarla en un futuro próximo y habían
liberado ya a los pequeños campesinos (muy numerosos) de
la prepotencia y de la explotación de Jos "déspotas locales"
y representantes del poder central. En base a su informe el
autor lanzó el slogan: "Todo el poder a las asociaciones
campesinas", slogan que estaba destinado a tener, a largo plazo
por lo menos, la misma influencia decisiva que el inventado
por Lenin (sólo 10 años antes): "Todo el poder a los Soviets".
La tesis de Mao triunfó finalmente, y la historia l e ha
dado razón. La técnica a seguir era clara desde entonces para
el dirigente chino y su Partido (del cual pronto iba a ser el
jefe indiscutido, a partir de Ja "Larga Marcha" por Jo menos,
en 1934/35). Habfa que ponerse a Ja cabeza del movimiento
campesino, penetrarlo de los conceptos del materialismo his
tórico (en su versión china "nacionalista") y constituir al
1 59
campesinado en la verdadera fuerza revolucionaria china. Es
evidente que desde su punto de vista Mao tenía razón, porque
la fuerza social mayoritaria en China era el campesinado, y una
vez "conscientizado", éste estaba destinado a realizar la revolu
ción comunista en su país. �sto implicaba el abandono tempo
ral de las ciudades (contrariamente a todas las teorías comu
nistas anteriores), la penetración masiva y paulatina de todo
el campo chino y una especie de "envolvimiento" de las ciu
dades a partir del campo, provincia por provincia. Una vez con
quistadas las regiones campesinas de una provincia, las ciuda
des caerían inevitablemente en el poder de los revolucionarios.
Y se sabe que esta teoría y esta estrategia han sido corona
das de éxito, en un lapso de tiempo rela1ivamente breve. en
vista de la extensión inmensa del país y de las múltiples fuer
zas, nacionales e imperialistas, que Mao Tse-tung tenía que
combatir.
Pero dicha estrategia implicaba otro aspecto nuevo e im
portantísimo. Como el campesinado carecía de organización,
y como las fuerzas "reaccionarias" eran muy grandes, el mé
todo de combate que se imponía era la lucha armada. Por eso,
en toda la revolución china el factor principal del éxito ha
sido el ejército rojo. Este constituía en todo momento el ins
trumento principal del Partido para realizar la revolución, y
sus jefes eran a la vez los "comisarios políticos'', cuya misión
era el adoctrinamiento de sus soldados (todos campesinos) y,
a través de ellos, del campesinado entero.
Se puede decir, por lo tanto, que el ejército jugó a la vez
el papel de la "infraestructura" de la concepción marxiana,
cuyo empuje iba a hacer saltar la estructura del régimen ca
pitalista, y de la "clase proletaria revolucionaria". Las conse·
cuencias para el materialismo histórico (como teoría) eran fun
damentales. Ya no se trataba de aplicar "leyes objetivas" ni
de resolver las contradicciones de un capitalismo desarrollado
(como en la concepción marxiana), sino de realizar una revo
lución basada en el dinamismo de una lucha antifeudal y na·
cional. O sea: en lugar de los factores económicos (objetivos),
los dirigentes chinos se basaban en los factores político-milita·
res para llevar a cabo su revolución. Los factores objetivos
1 60
previstos por Marx no existían en el caso chino. Se los reem
plazó po r otros, bajo la presión de las circunstancias, pero los
cuales no operaban por sí mismos, en virtud de "leyes obje
tivas", sino bajo la dirección de un Partido ( y de su principal
instrumento, el ejército), el cual trató de imponer sus ideales,
sus conceptos y su voluntad.
De ahí que en la versión china del materialismo histórico
los factores principales y determinantes DO son los obJetivos
{como para Marx y Engels). sino los que se pueden llamar los
" subjetivos". Hay que añ3dir que no hay ningún texto de
Mao Tse-tung que exponga explícitamente este "viraje dialéc
tico", pero esta ha sido su constante práctica, y esta es la con·
clu.sión que surge del análisis de los hechos y del desarrollo de
la revolución cbina.
162
menos, de la concepción de la "revolución pennanente", con
cepto trotskista, pero que pará los chinos, aparentemente, no
termina nunc.a. Para Trotsky, en cambio, la "revolución per
manente" llega a su fin con la sociedad comunista.
La misma concepción se manifiesta, en efecto, en mucnos
otros textos y parece inspitar ciertas medidas políticas. Así,
una de las tesis dialécticas, muy difundidas durante la revolu
ción cultural precisamente, dicC que "el Uno se divide en dos",
Jo que significa (según las explicaciones) que cada unidad,
nacida de la síntesis de dos contrarios, se divide inmediatamen
te otra vez en dos factores antitéticos. No estamos entonces
frente a la búsqueda de una síntesis final (más o menos per
fecta), como en el pensamiento marxiano, sino en un movi
miento infinito de contradicciones dialécticas, movimiento que
se traduce en perpetuos cambios y en la "revolución perma
nente".
A eso se llega, por una parte, postulando que cada
cambio es una "revolución", lo que es, evidentemente, forzar
el sentido del término. Por otra parte, y eso es mucho más gra
ve, se abandona el sentido de la dialéctica marxiana y el ma
terialismo histórico inspirado en ella, y, aún más allá del pro
pio Hegel, se busca una inspiración en el antiguo pensamien
to chino. De hecho, una de las corrientes filosóficas chinas, y
la cual está más o menos presente en todo el pensamiento chi
no, es el taoísmo de Lao Tse, según el cual toda la realidad
está formada por dos principios antitéticos -el Yin y el
Yang-, los cuales están en un perpetuo movimiento de unión
(síntesis) y de separación (antitesis). movimiento que tiene en
cierta manera su razón de ser en sí mismo y que no busca nin
guna estabilidad o síntesis final.
Comentando dicho aspecto del pensamiento de Mao, Ga
raudy dice que esta resurrección del taoísmo dentro del marxis
mo no puede sino "sustituir a una búsqueda científica de las
leyes del desarrollo social y a una política fundada sobre el
estudio de las condiciones objetivas, una visión romántica del
devenir .sin fin y la exaltación de un idea/isma mágico de Ja
rebelión".
Volviendo a los problemas específicos del materialismo
histórico, la consecuencia es, si n o u n olvido completo de los
163
factores objetivos, por lo menos una sobreestimación de los ·sub
jetivos -ideología y voluntad revolucionaria-, que relega
a un segundo plano los primeros. Esto corresponde, por lo de
más, a una tendencia manifiesta de Mao Tse-tung (heredada de
la filosofía oficial china,' el confucianismo), y según la ,cual el
espíritu humano (inteligencia y Voluntad) es capaz de hacer
cualquier cosa. Ya en un escrito de juventud ("El poder del es
píritu") el autor expresa la convicción de que se puede trans
formar sin limitación la naturaleza y, asimismo, transformar
ilimitadamente a los hombres. En un editorial del "Diario del
Pueblo" escribe (en 1949): "Basta que haya hombres, y enton
ces uno puede producir cualquier milagro". En ese sentido se
lanzó más tarde la divisa de las "cuatro primadas": "primacía
del hombre sobre lo material: primada del trabajo político so
bre las otras actividades: primacía del trabajo ideológico so
bre el trabajo político: primacía de las ideas vivas sobre las
ideas librescas en el trabajo ideológico".
En todo eso queda muy poco del materialismo histórico
original, según el cual el desarrollo social y la misma revolu
ción se hacen según leyes ''objetivas", para dejar el lugar a un
voluntarismo moralizador. Una aplicación práctica de dicha
concepción se vio durante la llamada "revolución cultural", la
cual pretendía precisamente forjar el "hombre nuevo" en las
masas, a través de la formación ideológica principalmente. Y
por razones fácilmente entendibles esta fonnación ideológica
se realizó en la juventud, porque las almas juveniles son más
fádbnente maleables y capaces de ser fanatizadas. No se tra
taba de otra cosa, porque en esos años se predicó a la juventud.
a través de las publicaciones oficiales, que "la esencia del pen
samiento de Meo Tse-tung, es la rebelión" y que, según el máxi
mo dirigente chino. "el marxismo incluye mil principios, los
cuales se reducen finalmente a una sola frase: .uno tiene razón
de rebelarse".
Hay que decir, por lo tanto, que la versión maoista del ma·
terialismo histórico introduce cambios bastante profundos en
la concepción marxiana. No se niegan, por cierto, los factores
objetivos de � infraestructura: sino no se ve có.mo se podría
mantener el concepto de "materialismo". Pero se da una im·
164
portancia tan preponderante a los elementos subjetivos -la
teoría, la ideología, la voluntad y la · política- que estamos,
de hecho, frente a una concepción totalmente diferente de la
de Marx. Ya sabemos que ésta es también la apreciación del
marxista francés R. Garaudy, el cual llega a estimar que Mao
cambió el materialismo histórico por una especie de "idealis
mo mágico".
Hasta cierto punto se entiende esta "mutación", si se toman
en cuenta las circunstancias muy peculiares de la historia con
temporánea china, inmediatamente anterior a la revolución
comunista, como también Jos problemas a los cuales Jos diri
gentes chinos se vieron enfrentados en la construcción del pri
mer Estado socialista asiático, a partir de una sociedad "feudal
o semifeudal, colonial o semicolonial", según la expresión es
tereotipada de su jefe indiscutido.
Tratemos, por Jo tanto, de entender esta historia prerrevolu
cionaria y las diversas etapas de Ja revolución china.
165
l. La China anterior a Mao Tse·tung.
l bú
Con todo, el antiguo imperio chino y la dinastía-monarquía
absoluta se debilitaron, bajo la presión de todas estas inf!uen·
cias. La guerra chino-japonesa señaló el principio del fin del
orden antiguo ( 1894- 1895). Así se llegó, unos 1 5 años más tar·
de, a la primera revolución china, la revolución "republicana"
o democrática. El 1 2 de febrero de 1 9 1 2 el último emperador
chino abdica, y se funda la "República China", basada eviden
temente en una ideología occidental. En el Occidente se consi·
dera a Sun Yat-sen como el "fundador" y el "padre" de la
nueva China. El historiador bien documentado L. Bianco tien·
de a destruir esta leyenda, porque ni antes ni después de la re
volución la influencia de Sun Yat-sen ha sido decisiva. Sin
embargo, el personaje es como el símbolo de la nueva China,
y sus "Tres principios del Pueblo", invocados todavía duran·
te décadas ( y aún por el mismo Mao Tse-tung) indican clara·
mente los componentes occidentales de la ideología que em
pieza a dominar a los intelectual�s y los dirigentes revoluciona·
rios chinos (4).
De hecho, los grupos sociales que llevaron a cabo la revo·
lución republicana eran muy diversos y hasta antagónicos (le·
trados, clase dirigente, burgueses, oficiales y soldados prove·
nientes de los medios populares). Los unía únicamente el na·
cionalismo antiimperialista y el odio a la dinastía. Así se e)(
plita la impotencia del nuevo régimen para realizar los ideales
167
que habían inspirado la revolución. D espués de un. breve tpi
sodio dictatorial (de Yuan Shl-kai) viene la época de l os "se-
6ores de la guerra", durante la cual las diversas provincias son
gobernadas por caudillos militares. El desorden reinante y el
fracaso manifiesto de la Rep6blica hacen surgi r dos partidos
nuevos: el nacionalista (Guomindang o "Kuomintang'') y el
comunista. Estos dos se unen para combatir a los "señores de
la guerra" y hacia 1927 sus fuerzas uni das han c.onquistado la
victoria. Pero ese misma año surge un heredero a Su ng Yat
sen, mucho m4s eficiente que él mismo ( fa ll eci da en J 925) :
Chang Ka i-shek. Este, par t en er· la fu erza militar más importa n
te, pretende gobernar salo el país. Por eso se deshace de sus
aliados, Jos comunistas, por la famosa masacre de Shanghai
(en 1927, seguida por otra en Cantan, en 1 929).
Chang Kal-sbek gobierna salo el país desde 1927 a 1949,
año de la revolución comunista. Sin embargo, hay que tomar
en cuenta la ocupación japonesa, la guerra contra el i n vasor
japonés ( 1 937- 1 945) y la si gu ien t e guerr.e. civil, durante la
cual las tropas de Mao Tse-tung ocuparon poco a paco las di
versas provi nc ias chinas. En p rin cip io Chong Kai-shek prete n
dió aplicar los "Tres Principios del Pueblo " de su "maestro"
espiritual Sun Yat-sen. Pero a todo parecer, no alcanzó a reali
urlos seriamente, o quizás le faltaba Ja voluntad política para
hacerlo. De hecho, a través de su partido " domi n ante" prime
ro, por su gobierno fuerte unipersonal más tarde, eJ nuevo di
rigente chino abandonó el programa democrático de manera
"provisoria ". pero sin ir jam4s m4s all.d de esta etapa proviso
ria. Tampoco su gobierno era "socialista", ni aún en el sentido
amplio y vago de Sun Yat-sen. Hubo apenas algunos tímidos i n
tentos de reforma agraria. Los esfuerzos de Chang Ka i-shek en
a
�e terreno se limitaron a desarrollar la economía grari a , pe
ro sin cambiar las relaciones de propiedad. El 6nico principio
que el hombre fuerte -de Nankin �sede de su gobierna) tomó al
go en serio era el primero, el nacionalismo. Pero tampoco alcan
zó a aplicarlo integralmente, ni frente a los japoneses que van
P
a ocupar una gran arte del pafs, ni frente a las potencias occi
dentalee, porque Chan1 era de orientación netamente pro-nor·
teamericana.
168
Con eso no se quiere decir que el balance de su gobierno
haya sido totalmente negativo. Por lo menos dio una cierta
estabilidad a su país, que le había hecho falta durante déca
das. Pero su régimen era francamente conservador, lo que
mostró abiertamente cuando en una obra programática (publi
cada en 1943) volvió a instaurar el confucianismo como fílcr
sofía oficial de su gobierno. Con eso desechó Ja ideología de
mocrática y occidenta1izante de sus predecesores, y de Sun
Yat-sen en particular. Así, cuando por la invasión japonesa y
la siguiente guerra contra el invasor, Chang Kai-shek perdió
otra vez el control de gran parte del país, las contradicciones
latentes que él no había sabido superar estallaron y ayudaron
al movimiento revolucionario de Mao a conquistar poco a pcr
co el pafs entero.
2. El Proceso Revolucionario.
169
como su formación en algún pais occidental (de Europa o Nor
teamérica).
En cuanto a las causas sociales de la revolución en China,
ellas son patentes: en una palabra, la miseria de las masas cam ·
;>esinas y urbanas explotadas por la reducida clase de terrate·
..,ientes y de burgueses. Para un occidental resulta inexplicable
que dicha situación pudo existir durante tantos siglos y mile·
nios. La razón de ese hecho hay que buscarla, quizás, en
el carácter chino, de por sí pacifico, pero sobre todo en el
sistema oficial del confucianismo, el cual impregnaba toda la
vida, privada y pública, del " I mperio del medio". La filosofía
del confucianismo estaba basada principalmente en la "conser·
vación del orden", instituido por el "Cielo", orden en el que
cada cual tenía que cumplir estrictamente su papel dentro de
la estructura social y que era prohibido cambiar. Esto no sig·
nifica que no hubo, en la milenaria historia chirla, luchas y
cambios violentos; pero estas h:ichas se libraban dentro de la
ínfima minoría de ta clase dirigente. También la historia del
agro chino está llena de revueltas de campesinos contra sus
exactores -los terratenientes, los funcionarios fiscales y, sobre
todo, los cobradores de impuestos-. Pero por la inmensidad
del pafs y el consecuente aislamiento de las diversas provin·
ciils, lbs campesinos -inquilinos como pequeños propieta,.
rios-- nunca alcanzaron a constituir una fuerza unida, que
habría podido deshacerse del yugo impuesto por los grupos
dominantes.
Como ya indicamos, el contacto con las ideas occidentales
produjo poco a poco el cambio inevitable. El primer efecto
de esa "infiltración" fue el movimiento repubticano-democrá·
tico, el cual alcanzó a derrocar la última dinastía (por lo de
más "extranjera") y fundar la República democrático-burgue
sa (en 1 9 1 2). Pero, como ya vimos en el breve resumen ante
rior, la debilidad de los dirigentes republicanos impidió cam
bios radicales en las estructuras de la sociedad china, y el ma
yor mérito de la República fue el de hacer posible una mayor
penetración de las ideas "de avanzada" occidentales.
A este respecto hay que señalar la importancia del movi
miento del "4 de mayo" (de 1919). En sus comienzos, éste era
1 70
más bien un movimiento literario-intelectual, con base social
muy reducida, el cual propiciaba una total liberalización del
pensamiento y de la literatura, por la superación de las for
mas tradicionales estereotipadas. Los comunistas y el mismo
Mao Tse-tung atribuyeron en sus escritos una gran importan
cia a dicha fecha y al movimiento surgido tras de ella. La ra
zón es que los más "izquierdistas" de los escritores e intelec
tuales, partidarios del programa del "4 de mayo ' ' , se separa
ron pronto del ala más burguesa, porque se dieron cuenta que
hacía falta una reforma social radical, mucho más allá del
mero plano intelectual. Así se fundó, en 1 92 1 , el Partido Co
munista chino ( PC C ) . Sus fundadores e ra n doce, rudos intelec
tuales revolucionarios; uno de ellos, obscuro delegado de la
provincia de funan (o Hunan) era Mao Tse-tung (la trans
cripción más exacta de su nombre es: Mao Ze-dongJ.
Al principio el PCC era muy poco importante (unos 300
miembros, todos hijos de burgueses, intelectuales extremistas).
Hasta se unió al Kuomintang para realizar un programa " na
cionalista". Además, como Jos dirigentes habían recibido su
formación en Moscú, en estos primeros años se seguía la doc·
trina comunista "ortodoxa", según la cual el proletariado in·
dustrial era la "vanguardia" del proletariado. En el año 1 927
se produjeron dos hechos importantes, que iban a cambiar ra·
dicalmente la orientación del PCC: la masacre de los dirigen
tes obreros comunistas por Chang Kai-shek en Shanghai (por
"traición" a sus aliados), y la encuesta hecha por Mao Tse
tung en su provincia natal, el Junan. Como ya mencionamos
(en el capítulo relativo a la versión maoista del materialismo
histórico). la masacre de Shanghai dejó prácticamente sin di
rigentes obreros al PCC. Por otra parte, por su encuesta Mao
se convenció de la importancia del campesinado de su país y
de la posibilidad de unirlo para derrocar los grupos dominan·
tes. Un poco más tarde él dira a un periodista norteamericano,
(Edgar Snow): "El que ganará el campesinado, ganará la Chi
na; y el que resolverá la cuestión agrícola, ganará el campesi
nado".
En los años siguientes el dirigente chino hará todo para
imponer su tesis, teórica y prácticamente, en su partido. El
171
mismo dirige la revolución agraria en las provincias del sur,
primero. Después, acosado por Chang Kai-shek, tiene que re
fugiarse con los pocos partidarios que le quedan (algo más
de diez mil) al Norte. Es el año heroíco de la "Larga Marcha"
(desde el sur hacia el norte, en 1934/35). De los diez mil que
habían iniciado la Marcha quedaban unos mil, los cuales van
a formar el núcleo de los dirigentes principales en los años
venideros. ·su jefe indiscutido: Mao Tse-tung, cuyas tesis ha
bían totalmente prevalecido, en la teorfa y en la práctica. Con
la misma energía, perseverancia y tenacidad demostrada en la
"Larga Marcha", Meo va a organizar la conquista del país
para el comunismo, a partir del Norte (más exactamente: el
Noroeste). Su método infalible: la conquista militar, gracias
a un "ejército del pueb1o", salido de los mismos campesinos,
y el cual, una vez conquistado un territorio, realiza inmediata·
mente Ja reforma agraria, anhelada por la masa campesina.
A partir de 1937 los dos enemigos, Chang Kai-shek y
Mao Tse-tung, se unirán otra vez en la guerra nacional, para
combatir al invasor japonés. Evidentemente Mao utiliza la si
tuación militar y sus victorias (alcanzadas por gran parte por
sus famosas guerrillas) para implantar su régimen. AJ final de
la guerrl! (que coincide con el fin de la guerra mundial) Mao
es bastante fuerte para emprender la liquidación de su ene
migo Chang Kai-shek, operación que dura unos ·cuatro años
(desde mediados de 194.5 al 19 de a<:tubre de 1949).
Según observadores militares imparciales, de todas mane
ras la rapidez de la victoria militar de Meo Tse-tung es asom·
brosa, y no se explica según las normas tradicionales del
arte militar. La razón hay que buscarla a la vez en Ja debili
dad de las fuerzas de Chan Kai-shek, y en la inmensa fuerza
popular representada por el movimiento de su Ídversario irre·
ductible. La debilidad de Chang Kai-shek: siendo demasiado
autócrata, él no tenía bastante base democrática ni popular. Su
principal apoyo, el ejército, estaba por parte compuesto por
antiguos "señores de la guerra", para los cuales la guma era
una profesión y un medio de vida y que pasaban Ucilmente de
un bando al otro (inclin•ndose siempre hacia el m•s fuerte).
Asf se explican ]as deaercione1 masivas de las tropas de Chang,
1 72
las ·cuales entregaban, además, sus armas al bando comunisla.
Según Bianco, la ayuda de la Unión Soviética a Mao ha sido
mínima. Aunque esto no sea totalmente cierto, no hay duda
de que una gran parte, quizás la mayor, del armamento del
ejército rojo estaba compuesto por las armas norteamericanas
de Chang Kai-shek! Por lo demás, en el único de los "Tres
Principios" de Sun Yat-sen que Chang Kai-shek pretendía apli
car seriamente, el nacionalismo, éste aún era superado por
Mao; en efecto, para et pueblo el verdadero liberador del im
perialismo (japonés y occidental) era el jefe comunista, y no
su contrincante "nacionalista".
Como vimos más arriba, el método de Mao era la conquis
ta militar, por guerra de guerrillas (en cuyo fundamento teó
rico y estratégico el jefe comunista pasó a ser un maestro uni
versal) y· por guerra convencional, según los casos. Se podría
pensar que esto no tiene nada que ver ni con la teoría ni• con
la "prax.is" comunistas (según ios principios del materialismo
hislórico). Sin embargo, no hay que olvidar dos cosas. Primero,
que el ejército rojo, totalmente dirigido por el PCC y su Comi
té Central, no sólo hizo la conquista militar, sino que realizó in
mediatamente, en las regiones conquistadas, la refofma agraria
y la instalación de la sociedad "socialista", transición hacia la
sociedad comunista perfecta. Según Ja tesis de la preeminencia
de los factores subjetivos sobre los objetivos, los cambios re
volucionarios se efectuaron por la vQluntad de los dirigentes
polí1ico-mi1itares más que por la presión de elementos de la
infraestructura, conforme a la interpretación maoista del ma
terialismo histórico. En segundo lugar, el ejército rojo no era
constituido por tropas mercenarias, al servicio de los capri
chos de los grandes generales, sino era más bien el mismo "pue
blo P.n armas". Los campesinos se opusieron a ser enrolados
por los emisarios de Chong Kai-shek, pero con todo entusias
mo concurrieron a engrosar las Cilas del ejército rojo, en el
cual veían su única y verdadera salvación.
Resumiendo, podemos decir que la victoria fulgurante y
aplastante de Mao y de su ejército rojo se explica por razones
principalmente no-militares; razones intelectuales o ideológicas
(impacto de los ideales comunistas), sociales (por lo menos
173
el 90 por ciento del pueblo chino era constituido por campesi
nos, o bien m i serables o bit:n por, lo menos, pobres) y morales
(las tropas de Chang Kai-shek, no teniendo ningún ideal que
defender, tampoco tenían base moral, por cuanto el ejército
rojo y el pueblo chino entero estaban penetrados de los valo
res morales nuevos de Ja sociedad socialista).
A eso hay que añadir otra consideración importante.
A pesar de la importancia que concede a los factores sub
jetivos, Mao Tse-tung sigue siendo marxista, es decir que no
olvida los factores objetivos (según el �todo de an'1isis socio
lógico de las ''contradicciones sociales" existentes en cada mo
menio en una sociedad). Así, si el dirigente chino luchó siem
pre contra los dogmáticos "de derecha" que siguen aplicando
recetas anticuadas y superadas, también rechaza a Jos "izquier
dislas" impacientes, q11e quieren ir demasiado rápido, sin tomar
en cuenta las posibilidades reales. Al respecto hay dos textos
de él sobre las tareas de la revolución y la "Nueva Democra
cia", que son importantísimos para completar su pensamiento.
Los dos textos datan de diciembre de 1939 y de enero de
1940, respectivamente, o sea que indican las tareas que se im·
puso el Partido (gracias a la influencia determinante de su
jefe máximo) para la revolución china: objetivo de la guerra
antijaponesa y de la (futura) lucha contra Chang Kai-shek. En
ellos el autor se proclama, entre otras cosas, el verdadero he·
redero de los "Tres Principios del Pueblo" de Sun Yat-sen.
Pero el concepto sobre el cual insiste más es, curiosamente, el
de democracia (inexistente, como sabemos, en el régimen de
Chang Kai-shek).
Refiriéndose a las enseñanzas de Lenin (del cual Mao, a
todo parecer, es el más fiel discípulo), el autor declara de la
manera más explícita que ta revolución china (en esos años)
no debe ser una revolución socialista-proletario, sino democrd
tico-burguesa. Más adelante justifica su posición diciendo que
los blancos de Ja lucha son el imperialismo y el feudalismo, y
que -según la tradición marxista-leninista- no se puede
excluir a la burguesía de dicha lucha. Por lo tanto, el blanco de
la revolución no es, según él, por el momento el capitalismo y
la propiedad privada capitalista en general. Y para que no haya
1 74
ninguna duda al respecto, subraya que en lo- económico la re
volución nacionalizará el gran capital, realizará la reforma
agraria antifeudal. pero no tocará a los burgueses "nacionalis
tas" (no-colaboracionistas) ni a los campesinos ricos (pero no
terratenientes). Y después añade textualmcnfe: "Así, esta revo
lución de la Nueva Democracia, aunque por un lado desbroza
el camino para el capitalismo, por el otro crea las premisas pa
ra el socialismo". Por eso deja también en claro que la revolu
ción debe hacerse "bajo la dirección del proletariado".
Finalmente, el autor indica que Ja concepción desarrolla
da se dirige contra los "utopistas'', que propagan una "pala
brería de izquierda", con la tesis de "una sola revolución".
Con fuerza Mao insiste en que la revolución debe dividirse en
etapas, que sólo se puede pasar a Ja segunda etapa Juego de
cumplida la primera y que es imposible "hacerlo todo de
un solo golpe". Y mostrando que en eso se basa precisamen
te Ja auténtica tradición marxista, concluye diciendo que
"sería correcto y conforme a la leorla marxista del desarrollo
de la revolución decir que, de las dos etapas de la revolución,
Ja primera proporciona las condiciones para la segunda y que
las dos deben ser consecutivas".
Hay que reconocer, por lo tanto, que en ese período pre
paratorio a la revolución Mao Tse-tung se queda bastante fiel
a la concepción tradicional del materialismo histórico, o por
lo menos, que su olvido de las condiciones objetivas de la re
volución, o sea de la base "infraestructura!", no es total, aun
cuando los factores subjetivos tienen siempre la preeminencia.
En eso se distingue de los "utopistas" de la extrema izquierda
....:.cie sus camaradas de partido como de muchos que hoy dfa
caen en el mismo "infantilismo de izquierda"-y los cuales
combate vehementemente, en nombre de la tradición marxis
ta. Como político responsable, él se daba cuenta cabal que
había que partir de Jas realidades y de las posibilidades rea
les, y no tratar de construir una sociedad quimérica, basada en
conceptos falaces.
Sin embargo, a todo parecer, y por circunstancias que ig
noramos, una vez conquistado el poder y embarcado en la ta
rea de la "construcción socialista", él mismo olvidó, durante
175
algunos períodos, estas directivas clarísimas y prudentes, para
dejarse anastrar por la corriente de los " izquierdistas impa
cientes".
Veamos, por lo tanto, todavía cuáles fueron las etapas prin
cipales en e1 desarrollo del régimen maoista, después de la
revolución de octubre de 1949.
La etapa "sovit!tica".
176
culto de la personalidad y de los errores de Stalin, sino un
cambio en la orientación del régimen. Dicho cambio se im
puso por razones internas, porque el régimen había realizado
un desarrollo tal del país, que éste se podía permitir una
etapa de reflexión y de autocrítica, para enmendar rumbos y
buscar nuevas metas.
Desde este momento se pusieron de manifiesto las dife
rencias fundamcntales entre et comunismo soviético y el chino,
·
las que hasta ahora habían estado sólo latentes. La razón po
lítico-social de las diferencias y del camino divergente que
iba a tomar China desde ahora era simplemente que China
seguía siendo un país muy atrasado y no podía darse el lujo
de hacer una especie de alto en el camino, para hacer una
autocrítica tan proíunda y para liberalizarse. Esta diferencia
en la situación económico-social ayudó a ahondar las diferen
cias doctrinarias, que siempre habían existido, pero que no
habían tenido influencia directa en la conducción polrtica y
económica.
12.-¿Hi muerto .•
177
como estos últimos eran esca.sos en la China subdesarrollada,
se imaginó un sistema original chino de ind_ustrialfaación del
campo (de lejos, la mayor parte del territorio), a escala más
reducida (pequeños altos hornos, manufacturas, industrias de
todo tipo), la cual podría servir más directamente a toda la
población. Al principio (en 1958) se pensó realizar el plan
en el plazo muy reducido de tres años. Pero los plazos se
fueron alargando cada vez más, y finalmente todo el proyecto
cayó en el olvido por los continuos fracasos, hasta el punto
que ni aún se publicaron más las estadísticas de producción.
Algo_ semejante debe haber pasado con las "comunas po
pulares". Estas eran nada menos que el intento de "comuni
:zación" total de la vida china, sobre todo en el campo. Se
trató de destruir radicalmente la organización tradicional de
la familia china, para entregar toda la educación de los niños
a organizaciones estatales-comunitarias, y para "liberar" as(
la población entera, masculina y femenina, para las tareas de
la producción. Además se intentó suprimir todos los estí
mulos materiales para la producción, para así realizar inme
diatamente el ideal del "hombre nuevo" comunista, según el
lema de la sociedad comunista: "Cada uno según sus capa
cidades, a cada uno según sus necesidades". En una palabra:
parece que Mao olvidó sus propias directivas (del año 1940),
según las cuales había que proceder por etapas, y que la pri
mera etapa (la de la sociedad socialista) tenía que crear las
condiciones para la segunda (Ja de la sociedad comunista
perfecta). O sea que el dirigente máximo se dejó arrastrar él
mismo por los "izquierdistas impacientes" que había comba
tido unos años antes.
La prueba de eso está que, precisamente en esos años,
se desarrolló el concepto y la tesis· de la "revolución penna·
nente", tesis trotskista, pero generalizada más allá de todo lo
que había imaginado el antiguo dirigente ruso. Como lo mos
tramos en el an11:1isis de la versión maoista del materialismo
histórico, esto llevó a Mao y a sus camaradas, los dirigentes
máximos del PCC, a olvidarse casi completamente de los fac
tores objetivos (de la base económica-social), e insistir unila
teralmente en los elementos subjetivos (por una interpretación
178
de la dialéctica mucho más cercana a Mencio y a Lao Tse
que a Marx y aún a Hegel).
No todo era negativo en tales experiencias, seguramente.
Pero globalmente hablando los planes fracasaron, en cuanto
a sus objetivos principales. En efecto, sea por las condiciones
objetivas (el inmenso atraso económico-social del pafs). sea
por las resistencias que opusieron a sus dirigentes demasiado
impacientes Jos chinos por su carácter o sus tradiciones fa
miliares milenarias, la meta de comunización total, rápida y
masiva del pueblo chino no fue alcanzada, a todo parecer. Y
todo indica que muchos dirigentes.. del Partido, quizás la ma
yoría, se opusieron a los "izquierdistas impacientes". Sin
embargo, estos contaron con el apoyo de su jefe máximo,
Mao Tse-tung. Observadores occidentales "bien informados"
afirman que éste fue puesto en minoría en el Comité Central .
.Así se explicaría que Mao se apoyó cada vez más en los
jefes militares, que desde la "Larga Marcha" y las victorias
sobre el Japón y sobre Cheng Kai-shek le estaban completa
mente adictos. Un hecho qu� corrobora esta interpretación
es que durante más de diez años, y contrariamente a los esta
tutos del Partido, el Congreso del Partido no fue convocado.
Pero los leóricos (con el mismo Mao Tse-tung) de la re
volución permanente, lejos de aprender de sus fracasos, si
guieron aplicando sus teorías durante largo tiempo. Así se
llegó, después del fracaso del "gran salto adelante" y de las
"comunas populares" a la "revolución cultural".
- La "revolución cultural".
179
No se puede negar que el intento de formar y de crear el
"hombre nuevo", que dedica todas sus fuerzas a la comunidad,
con el olvido de af mismo, es algo positivo y aún impresio
nante. Pero si eata formación se transforma en mera palabrer(a
y ol'J:ida la creación de las condiciones objetivas necesarias para
la construcdón de la sociedad comunista, se puede decir que
sirve muy poco.
Esto es lo que pasó, aparentemente, en la revolución cul
tural. De hecho, ella ha sido un intento de una minoría de
"izqui:rdistas impacientes" y hasta fanáticos, de imponer al
país sus concepciones, gracias al poder militar y a la fanati
zación de las almas juveniles, maleables y dispuestas a seguir
ciegamente a héroes imaginarios. Prueba de eso es el hecho
que, con verdadera irresponsabilidad, se incitó a esta juventud
"concientizada" a la persecución de todos los funcionarios del
Partido no adictos al grupo dominante (el cual, según toda
evidencia, era minoritario) y a reemplazarlos por jefes mili
tares dependientes del ministerio de defensa Lin Piao, desig
nado heredero de Mao Tse-tung.
El resultado no podía faltar. Como las experiencias ante
riores, inspiradas en la concepción de la "revolución pel1Jl&·
nente", la revolución cultural fue mayormente, si no totalmente,
un fracaso. A falta de informes oficiales (que seguramente
tardará.a a conocerse), se puede ver la prueba de dicho fracaso
en los recientes acontecimientos y los evidentes cambios en
el grupo dirigente.
1 80
efectd, a principios de ese mes se enunció repentinamente la
cancelación del desfile tradicional del 1 � de octubre, aniver
sario de la revolución, hecho inaudito basta ahora. Conjunta
mente noticias "oficiosas" dieron a conocer la desaparición
del heredero de Mao, Lin Piao y el fortalecimiento del poder
del Primer Ministro, Chou En-lai. De este último se sabe que
fue siempre más bien moderado, y que durante la revolución
cultural su influencia habla decrecido; en favor de la de
Lin Piao.
Dado el misterio que. rodea más que nunca todo lo relativo
a la República Popular China y a su grupo dirigente, es imposi
ble sacar conclusiones generales de lo poc.o que ae conoce.
Pero cierto es que el alejamiento de Lin Piao (por "accidente"
fortuito o provocado) significa el fin de la revolución cul
tural, de la cual él ha sido el principal corifeo y ·también
beneficiario (porque en el curso de ella fue proclamad-:>
"heredero" de Mao). Las noticias se refieren también a una
purga, de Ja cual sedan víctimas los jefes militares partidarios
de Lin, lo que confirmarla el cambio definitivo �e equipo
dirigente y de política. También el heclío que aumentó visi
blemente el poder del moderado Chou En-lai demuestra que los
extremistas de izquierda han perdido la partida y que se im
pone una lfnea más sensata y moderada. Hay que admitir
que el nuevo equipo que reemplaza a Lin Piao y sus partidarios
alcanzó a convencer, "por la razón o la fuerza"!, al mismo
Mao Tse-tung, el cual dejó caer sus antiguos amigos, según
una t"ctica bien conocida y universalmente apJicada en las
dictadun1s comunistas!
181
miento comunista chino a un fracaso con consecuencias im
previ�ibles. El desconocimiento de las condiciones objetivas
necesarias para la construcción de la sociedad comunista,
y de las normas democráticas mínimas, exigidas por los fun
dadores del movimiento (Marx, Engels y todavía Lenin), per
mitió desarrollarse en China un régimen, en el cual una ínfima
minoría de dirigentes se están disputando, a través de una fra·
seología "ideológica", el poder sobre la nación más poblada de
la tierra (800 millones, la cuarta parte de la humanidad). En lo
interno China sigue siendo una nación muy atrasada, y a todo
parecer es la inmensidad de los problemas de desarrollo interno
que hizo echar marcha atrás a Mao Tse-tung, personalmente res
ponsable de todos los excesos cometidos hasta ahora, pero
el cual conservaba bastante sensatez y valor moral para re
conocer �u� enores y para tratar de enmendarlos.
Si esta interpretación de los últimos acontecimientos en
China comunista es exacta, se podría decir que el IJliSmo Mao
reconoció la falsedad de su "versión" del materialismo his
tórico, el cual da una importancia exagerada a la superestruc
tura y al juego dialéctico de los conceptos y de los factores
subjetivos. Podría ser, por lo tanto, que en el futuro los diri
gentes chinos vuelvan a reconocer la importancia de la infra
estructura y de la necesidad de las etapas en la construcción
de la sociedad socialista, necesidad defendida en su tiempo
por el jefe máximo contra los "izquierdistas impacientes".
Pero en otro plano, la consecuencia de la tesis y de la
práctica de la "revolución permanente" ha sido no sólo un
distanciamiento entre China comunista y la nación comunista
más poderosa del mundo, la Unión Soviética, sino una ver
dadera hostilidad y antagonismos tanto ideológicos momo es
tratégicos y políticos, entre los dos regímenes comunistas.
Esto significa que la unidad monolítica del movimiento comu
ni�ta, que parecía invencible durante la era staliniana, está
quebrada para siempre, lo que es u n factor altamente positivo
para la evolución futura de la humanidad, porque disminuye
considerablemente el peligro de una dominación del planeta
por las fuerzas comunistas.
1 82
Por otra parte, sin embargo, las naciones en desarrollo
tendrán la tentación incontenible de inspirarse en la ideología
china y la versión maoista del materialismo histórico, tal cual
se manifiesta en los escritos de Mao y en las etapas pasadas
de su régimen, porque las condiciones socio-económicas de
dichas naciones (africanas y latinoamericanas principalmente)
son muy similares a las de la China en los principios de su
revolución. Así, en lugar del socialismo concebido por Marx,
es muy probable que los revolucionarios de estos países se
entreguen a toda especie de aventurismo político.
CONCLUSION
185
a su ideal de la sociedad comunista, en donde "el libre desa
rrollo de cada uno será la condición del libre desarrollo de
lodos", el ideal humanista y la antropología marxiana están
presentes en el pensamiento de Lenin. Prueba tangible de csO
es que él insistió -sin conseguirlo, por causas ajenas a su
voluntad- sobre la necesidad de una auténtica democracia,
tanto dentro del Partido como en el gobierno estatal. Por otra
parte, por las circunstancias conocidas, dentro del esquema
del materialismo histórico cbbraron bajo él mayor importancia
los factores subjetivos ( la política, la ideología, la voluntad
revolucionaria de los dirigentes y del Partido). Pero en lo
'
esencial Lenin mantiene el esquema marxista de la relación
dialéctica. entre infra y superestructura. El mayor cambio con
respecto a Marx hay que ·verlo, quizás, en el papel preponde
rante que Lenin "asigna al Partido (factor "subjetivo"), en
lugar de la clase proletaria entera, como lo había querido el
fundador del marxismo.
En cierto sentido, Stalin no es sino el · continuador de 111
obra de Lenin, en cuanto al pa pel director del Partido
con respecto a la construcción del primer estado "socialista".
Sin embargo, en otro sentido el primer dictador comunista
traicionó a su predecesor, por la implantación de una dictadura
unipersonal, totalmente contraria al _espíritu comunitario y
democrático de Lenin por el colectivismo y fas persecuciones de
los propios camaradas comunistas, consecuencias de dicha
dictadura; v más aún por una internretación rígida v estre
chamente dogmática de las leyes del materialismo hi stórico ,
así como por el aparente olvido total de Ja preparación de la
última etapa de la sociedad "comunista". En lugar de hacer de
saparecer gradualmente el Estado "socialista", como lo exigía
la doctrina de los Marx, Engels y Lcnin, Stalin fortaleció a
éste de manera tal, que no se ve cómo oodria desaparecer En
eso hay que ver una verdadera traición al auténtico pensa
miento de Marx, y el daño que Stalin hizo así al movimiento
comunista eS enorme, porque después de él su modelo de co
munismo fue adoptado, en lo esencial, por todos los regímenes
comunistas.
·
Con Mao Tse-tung la evolución del modelo del comunismo
iniciado por Stalin llegó a su punto culminante. Mucho más
1 86
que en Lenin y en Stalin, los factores subjetivos se impusie
ron sobre los objetivos, hasta hacer casi desaparecer estos
últimos en los esquemas de la teoría y de la práctica del co
munismo chino. Pero se mantuvieron las concepciones stali
nianas respecto al Partido todopoderoso y al Estado colecti
vista. También el dirigente máximo chino siguió, hasta hace
poco por lo menos, el ejemplo de la dictadura unipersonal de
Stalin. Esta preponderancia de los factores subjetivos, unida
a la dictadura unipersonal y a un "culto de la personalidad"
jamás visto en la historia de la humanidad, ha sido tanto más
grave, por cuanto se sustituyó, por lo menos durante más de
una década (de 1 958 a 1970/7 1 ) , la relación dialéctica iníra
superestructura, por una dialéctica abstracta, inspirada en la
antigua tradición china (del taoísmo). Sólo en los últimos
tiempos se nota un nuevo viraje en la "práxis" del régimen
chino, que parece indicar una mayor conciencia relativa a las
condiciones objetivas, junto con el abandono del culto de la
personalidad y de la dictadura unipersonal. Hay que esperar
el decantamiento de los últimos acontecimientos, para saber
hasta qué "punto este viraje corresponde sólo a circunstancias
foi:tuitas y al oportunismo. de los dirigentes, o a u n cambio
real en los conceptos teóricos y una vuelta a la auténtica tra
dición marxista.
¿Qué pensaría Marx de estas vicisitudes sufridas por su
pensamiento, en los diversos regímenes que se reclaman de él?
Es difícil saberlo con exactitud. Pero, basándonos en un
conocimiento de su pensamiento, fruto de un contacto pro
longado con sus obras y escritos de toda su vida, podemos
aventurarnos a suponer que Marx se reconocería apenas en
Jos escritos y principalmente en los actos de sus discípulos.
El concepto básico de toda su obra ha sido el de la libertad
y de la liberación del hombre. Pero, ¿qué se hizo dicho ideal
en los regímenes comunistas actuales, dirigidos al máximo
·
por grupos minoritarios que se arrogan la representación de
millones de hombres, los cuales no tienen la posibilidad real
de expresar sus ideas y sus anhelos? El autor de "El Capital"
y coautor de la " Ideología Alemana" sabía de la importancia
de las condiciones objetivas, indispensables para construir la
187
nueva sociedad. Pero, si lo m6s importante son los factores
subjetivos, determinados por los mismos . dirigentes, al antojo
de ellos, ¿cómo y cu6ndo se van a crear dichas oondicionea
objetivas para la desaparición del Estado "socialista" y el sur
gimiento de la sociedad comunista ideal soñada ya por el
autor de los "Manuscritos eoonómic.o-filosóficos"?
Es cierto que en las últimas décadas han surgido pensa
dores comunistas más independientes, que tratan de repensar
el mensaje de Marx a la luz de las circunstancias nuevas,
bastante diferentes de las con las cuales se encontró el autor
de "El Capital", como también algunos regímenes comunistas,
que no corTesponden exactamente ni al modelo chino ni al
soviético. Todos estos hechos y conceptos tendrfan que ser
el objeto de un ulterior estudio.
De todas maneras, el denominador común de estas nuevas
fonnas del comunismo es, por lo menos formalmente, el
"marxisme>-leninismo", o sea el marxismo tal cual lo interpretó
y formuló Lenin. Sin embargo, paret:e que cada pensador y
cada dirigente político interpreta a su modo el pensamiento
leninista. Esto es más aparente en los regímenes "socialistas''
surgidos en los últimos tiempos� los cuales se encuentran todos
frente a circunstancias originales, diferentes de las anterior
mente enfrentadas por Jos comunistas. De esta manera, y
quizás insconcientemente, se sigue la corriente "maoista",
la cual acentúa de tal manera los factores subjetivos (entre
los cuales Jos más importantes son la voluntad del "Partido"
y de los dirigentes), que con el nombre de "socialismo" o
"comunismo" se puede designar casi cualquier tipo de régimen,
a condición que sea anticapitalista y que pretenda, formal
mente, gobernar " en nombre de la clase trabajadora".
Por eso se puede decir, a nuestro entender, que "el
marxismo ha muerto", y no sólo el "SQCialismo científico",
sino el marxismo de los grandes ideales sociales, morales y
humanos. A menos que los dirigentes actuales enmienden
rumbos, habría que decir que el mafl.,ismo auténtico cedió
su lugar, en los regímenes comunistas más �ientes (incluso
el chino). al subjetivismo revolucionario y al aventurerismo
polftico, el cual, lejos de concretar la liberación del hombre,
no hace sino crear nuevas esclavitudes para él.
188
I N D I C E
pág.
PRESENTAC!ON 5
CAPITULO 1
EL HUMANISMO SOCIAL DE MARX .
l. LA ANTROPOLOGIA DE MARX . 12
1. Las alienaciones y su. · superación 12
2. La Antropología "naturalista" . 15
3. El Hombre, Ser Social . .
. . . . . 21
4. ¿Humanismo, Naturalismo o Materialismo . 24
11. El Materialismo Histórico 26
A . Relación entre Iníraestructura y Superestructura . 27
B. La Lucha de Clases . . . . . .
. . . . 34
1. La Lueha de Clases, Explicación de Toda la
51 34
2. r! � i
' 0
�
tr na d l Es ad t � .' 43
CAPITULO 11
LENIN PADRE DEL COMUNISMO 55
l. EPISTEMOLOGIA Y METAFISICA
"ENGELSIANAS" 57
1. Realismo Epistemológico . 58
2. La Dialéctica Según Lenin . 65
3. La Metafísica Engelsiana . . 68
La Noción "Material" 69
La Relación Pensamiento-Cerebro 71
L a Libertad , , , . 74
1 1 . EL MATERIALISMO H ISTORICO . 79
l. Resumen de la Teoría Marxiana , , . . . . 80
2. El Imperialismo Fase Superior del Capitalismo . 87
3. El Problema del Estado . . . . . . . . 94
I I I . DE LA TEO RIA A LA PRAXIS REVOLUCIONA·
RIA . . . . . . . . . . . 106
1. La Doctrina Leninista del Partido , 107
2. La Realidad del Partido Comunista . 11l
3. El Ateísmo Militante . . . . . 115
4. Lenin, e l Genio d e l a Revolución . 1 18
Anexo Sobre Stalin . . . . . . . 125
l. Filosofía Simplista y Dogmática 125
II. El Estado Staliniano . 127
111. El Partido Staliniano . 1 32
CAPITULO I l l
M A O TSE-TUNG . . . . . . 139
l. TEORIA DEL CONOCIMI ENTO Y DIALECTICA 142
LA DIALECTICA SEGUN MAO . 148
1 1 . EL MATERIALISMO HISTORICO . 1 53
1. Los Factores Objetivos . . . . 155
2. Los Factores Subjetivos . 161
· 1 1 1 . L A PRAX IS REVOLUCIONARIA CHINA 165
1. La China Anterior a Mao Tsc-tung . . 1 66
2. El Proceso Revolucionario . . . . . , 1 69
3. Las Etapas del Régimen Comunista Chino . 176
CONCLUSION ·. . 185