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25/5/2019 La violencia vista por Max weber | Monica Vargas Aguirre

25th July 2007 La violencia vista por Max weber


¿Qué es violencia?

Violencia no es un concepto fácil de delimitar, generalmente hace alusión al uso de la fuerza sobre alguien o algo para
conseguir un fin. En la literatura moderna encontramos que existen distintos tipos de violencia y por tanto diferentes
significaciones. Si se rastrea el origen etimológico del término, se ve que la palabra violencia nace en Roma y se
relaciona con una acción de exigencia obligada, no consentida voluntariamente por quien la soporta, y lleva implícita la
idea de fuerza por parte de la persona que la ejerce. El concepto de violencia en Roma no supone una valoración
negativa o positiva. Los romanos utilizaban el término haciendo referencia a las representaciones que denotaban
fuerza, energía, ira, furia, y otros excesos relacionados con el carácter expresado en la conducta. Esta idea de
violencia no se ajusta a la noción más amplia que de ella se tiene en el pensamiento occidental contemporáneo, y que
es el resultado de continuos análisis a lo largo de la historia.

El significado cotidiano del concepto en español, se encuentra en el diccionario de la Real Academia Española, el que
define violencia como “Fuerza intensa, impetuosa” , esta definición es similar a su origen filológico, sin embargo
también define violencia como “abuso de la fuerza” dándole una connotación negativa en términos de la arbitrariedad
del hecho en tanto abuso.

Teóricamente el concepto de violencia tiene diversas interpretaciones que van desde una definición puramente
psíquica a definiciones que sólo reconocen la violencia física. Ambas perspectivas coinciden en que la violencia no es
solamente una acción determinada, sino también una potencialidad u omisión.

En Ciencias Sociales en general las nociones de dominio, poder y jerarquía, están implícitas o explicitas en los
diferentes enfoques y definiciones de violencia, considerada como una forma de ejercer poder sobre alguien situado
en una posición de inferioridad jerárquica o de subordinación.

Weber no define explícitamente el concepto en ninguno de los textos revisados, sin embargo, se puede abstraer de
ellos el pensamiento del sociólogo alemán respecto al tema y presentar algunas de la características que él le atribuye
al término:

1.- Violencia y estado: Pensaba que la única violencia aceptada por los hombres es la que ejerce el estado y la llamó
"violencia legítima". Fundamentando esto en el hecho de que la aplicación de la violencia contribuye a la manutención
de la estabilidad del estado. Plantea explícitamente que “Si solamente existieran configuraciones sociales que
ignorasen el medio de la violencia habría desaparecido el concepto de “Estado” y se habría instaurado lo que, en este
sentido específico, llamaríamos “anarquía”. La violencia no es, naturalmente, ni el medio normal ni el único medio de
que el Estado se vale, pero sí es su medio específico” .
2.-Violencia y religión: Weber también hace referencia a la violencia en sus estudios de la religiones y plantea que las
religiones que intentan ser universales, son en esencia violentas ya que pretenden imponer su idea a la gran masa de
los otros, pecadores, no elegidos, infieles, (el nombre del otro depende de la religión de que se trate) este intento de
imposición dependiendo del tipo de sociedad y de la religión de que se trate viene a plantearse como un argumento
para el ejercicio de la violencia.

Se desarrollarán, más adelante ambas ideas, primero se hará una revisión del término conflicto social, asociado
directamente a la idea de violencia, pero que no necesariamente la implica.

La resolución de conflictos

El principio de evolución en los seres humanos implica el alejamiento de éstos de las conductas atribuibles a los
animales, tales como la acción irracional y la violencia. Uno de los elementos que, en teoría, diferencian al hombre del
mono, su más cercano seguidor en la pirámide de la inteligencia (aseveración altamente cuestionable pero que, para
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efectos de este artículo se dará por cierta) es el hecho de pensar y medir sus actos de modo racional.

En la prehistoria de los conflictos, éstos se resolvían mediante el uso de la fuerza, ganaba el más fuerte por medio de
una prueba de poder, luego a medida que pasó el tiempo los hombres y mujeres aprendieron a zanjar sus conflictos
por medio del diálogo, usando la fuerza física como último recurso. Todo hacía pensar que en la medida en que se
desarrollara la ciencia y la tecnología mejoraría la capacidad de arreglar los conflictos en forma pacífica, pero no fue
así, aun hoy, en pleno siglo XXI hemos visto como aun rige la ley del más fuerte en todos los ámbitos del quehacer
social y cultural.

En el estado actual de la evolución tecnológica, económica y social, la violencia ha perdido legitimidad aparente como
forma de resolver los conflictos (la insurrección y la violencia política en general han sido reemplazadas por la
"resolución pacífica de conflictos"), paradójicamente, en todo el mundo la percepción de inseguridad, de miedo y
violencia ha aumentado, y, objetivamente los niveles de delito e intensidad de las agresiones han llegado a constituir
alarma pública en varias naciones, a esto, se le han sumado explosiones incontrolables de violencia social en países
que no han alcanzado las "bondades del desarrollo".

Como un dato anexo y que fundamenta lo paradójico del hecho, se pueden mencionar las intervenciones de EE.UU.
en Afganistán que no han seguido la lógica de la pacificidad, haciendo peligrar la paz mundial y la estabilidad de los
mercados, y que hace dudar o al menos cuestionar el hecho de que dicha lógica de paz es aplicable sólo si se siguen
los lineamientos impuestos por la parte de la población mundial que tiene el mayor poder bélico y económico.

Por otra parte se han venido desarrollando investigaciones en las cuales se ha llegado a la conclusión de que una de
las formas más efectivas de evitar la violencia es reconocer el conflicto, en función de darle solución antes de llegar a
tomar acciones violentas, pero aun no ha sido un enfoque masificado, la resolución de conflictos por medios pacíficos
implica la capacidad de ceder de las partes implicadas en el problema, y aun hoy, es difícil hacer que aquellos que
tienen el poder cedan ante los requerimientos de aquellos que están en desventaja, porque predomina aun la lógica
animal del dominio del más fuerte sobre el más débil. En la dinámica de los conflictos cuesta hacer entender a las
partes que cuando la otra pierde ambos pierden.

Es, bajo estas condiciones, en las cuales la teoría weberiana cobra sentido cuando incorpora el concepto de violencia
legítima ejercida por el estado. Esta se sustenta en la necesidad de mantener un orden que no se regula si no se
ejerce la presión estatal, es necesario “obligar” a unos y otros a resolver los conflictos en forma pacífica aplicando
paradójicamente, la violencia, sin embargo, este estado de cosas también fundamenta la contradicción en la teoría, ya
que en los estados capitalistas modernos, es, precisamente el estado, el que se manifiesta como fuente de injusticia
en tanto defiende los derechos de los poderosos y por tanto pierde su idea de neutralidad transformando el “uso
legitimo de la violencia” en “violencia usada ilegítimamente”, es decir, en el uso del abuso.

Por otra parte si se acepta que la lógica valórica de las religiones es un elemento incidente en la estructura social se
puede inferir que el profesar una u otra religión predispone en mayor o menor medida a resolver los conflictos
pacíficamente. Puede que esto tenga que ver con la forma en la cual cada religión da respuesta a la pregunta de ¿por
qué existe el mal en el mundo? Y de cómo cada una da respuestas por medio de la mayor o menor racionalización de
la sociedad.
La pregunta que se genera es si aquellos que profesan religiones que contemplan elementos mágicos y que prometen
la salvación sin esfuerzos materiales sino espirituales, tienen una mayor posibilidad de resolver los conflictos
pacíficamente que aquellos que profesan religiones más racionales orientadas a la realización de actos que
demuestren en la tierra su carácter de “elegidos” y por tanto fomente el desarrollo de la competencia o aquellas
religiones cuyo sentido de lo sagrado haga pensar que sus militantes son llamados a “salvar” a otros aunque estos
otros no quieran ser “salvados”.

Weber mismo plantea que el conflicto es mínimo en aquellas religiones que se basan en la creencia de los espíritus o
en la magia. El conflicto se origina en aquellas “religiones de parias de un grupo excluido de la igualdad de derechos

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políticos, pero con promesas del restablecimiento, en virtud de la intervención divina, del justo rango de la casta. Como
ocurre con el judaísmo” aseveración altamente cuestionable si nos atenemos a los principios que rigen el judaísmo y
que se basan en la no violencia. Pudiésemos decir también que una religión que se orienta al éxito económico y a la
competencia por demostrar que se es “el elegido” es más proclive a desarrollar conductas violentas entre sus
integrantes. Pero sea cual sea la religión que se tome en cuenta en función de explicar su vínculo con el desarrollo de
conductas violentas lo cierto es que hay indicios que orientan a pensar que efectivamente hay relación entre la religión
profesada y la mayor o menor capacidad de desarrollar conductas violentas frente al conflicto el desafío está en
identificar los elementos que sustentan esa relación.

La violencia de estado

Para Weber el estado moderno es un estado racional ya que está separado del concepto de familia que primaba hasta
la edad media. Supone un sistema fiscal, unas fuerzas armadas y un poder judicial centralizados, además de un
aparato administrativo autónomo y burocrático.
El estado se legitima de tres formas distintas: por la costumbre o tradiciones políticas (derecho divino de los monarcas
antiguos), por el caudillaje (concentración de poder en un dirigente destacado) o mediante la legalidad (creencia en la
validez de preceptos legales y normas racionales). “las democracias modernas oscilan entre el caudillaje de los
dirigentes políticos y la legalidad. Lo ideal sería basarnos en preceptos racionales, pero el caudillaje sigue presente”.
Para este autor el estado es “una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la
violencia legítima (es decir, de la que es considerada como tal). Para subsistir necesita, por tanto, que los dominados
acaten la autoridad que pretenden tener quienes en ese momento dominan."

"La probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos" según entiende
Max Weber la dominación, requiere de algún tipo de creencia que asegure su legitimidad, y que el autor llamó tipos de
dominación "tradicional, carismática o racional" a partir de esto constituye la Tipología de los Poderes sobre los
diferentes tipos de dominación así plantea que la Dominación Carismática se da en sociedades primitivas. El poder es
encarnado por el líder, aquél que consigue demostrar un poder trascendente y extraordinario. A través de la magia o la
religión se erige en un ser elegido mediador entre la sociedad y dios (comunidad y fuerzas espirituales); La
Dominación tradicional: la comunidad reconoce y acepta el pasado como base constitutiva del presente. El pasado se
encarna en herederos que son reconocidos como tales no por realizar algo extraordinario sino por tradición ancestral;
Dominación racional o legal: el Estado y la burocracia son el máximo poder garante de la justicia y la eficacia.

Según Weber uno de los componentes que define las sociedades modernas desde el punto de vista de tipo ideal es
que en ellas el Estado posee el monopolio de la violencia legítima. No se niega que en las sociedades no concurran
muchas fuentes de irracionalidad y de maltrato hacia las personas, sus credos, su patrimonio y su físico, la idea
weberiana hace referencia al hecho de que de todas las agresiones reales y posibles sólo las que están a cargo del
aparato estatal pueden argumentar o sustentar un sentido de aceptabilidad procedentes del pacto o acuerdo
constitutivo de la sociedad misma. La civilidad está dada por el hecho de la que violencia con la que tenemos que
convivir está acotada a una sola fuente, El Estado.

La siguiente definición del sociólogo alemán da algunas luces de su idea del vínculo entre estado y violencia y dice
"Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es el elemento distintivo),
reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima" . Y por otra parte plantea que "La política
significa para nosotros exaltación hacia la participación en el poder o en la influencia sobre su división, sea entre
estados, sea en el interior de un estado entre los grupos humanos que encierra."

Pasa a ser reiterativo entonces, en los textos en los que Weber la referencia a la relación estado-violencia, ambos
conceptos aparecen como elementos ligado directamente al mantenimiento de un determinado orden social. Se debe
recordar el contexto en el cual este autor desarrolla su teoría, él no habla de cualquier estado sino de un estado

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burgués que mantiene los privilegios de algunos, es decir se elimina, por medio de la argumentación teórica toda
posibilidad de rebelión contra el orden social establecido ya que el estado estaría en su legítimo derecho, si reprimiese
violentamente, utilizando todo su poder institucional, la posibilidad siquiera de un levantamiento de un grupo social
menos privilegiado exigiendo sus derechos. Como se ve en el párrafo que viene a continuación Weber tenía absoluta
conciencia de sus argumentos y en el “Político y el Científico” plantea: “Hoy, precisamente, es especialmente íntima la
relación del Estado con la violencia. En el pasado las más diversas asociaciones, comenzando por la asociación
familiar, han utilizado la violencia como un medio enteramente normal. Hoy, por el contrario, tendremos que decir que
Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es el elemento distintivo),
reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima. Lo específico de nuestro tiempo es que a todas
las demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida que el Estado lo
permite. El Estado es la única fuente del “derecho” a la violencia”
Weber no es ajeno al cuestionamiento que surge frente a su postura en “el político y el científico” esboza la dificultad
de la ética en la política. Asume como cierta e histórica la relación inadecuada, y frecuentemente paradójica, entre el
sentido de una acción política en su origen y su resultado final.

Frente a lo anterior no se puede dejar de hacer alusión al golpe de estado en Chile en 1973, en el que estado no fue
capas de aplicar la violencia antes del 11 de septiembre, porque estaba compuesto por hombres rectos que creían en
la posibilidad de instaurara un nuevo orden social en Chile por la vía pacífica y fue derribado por otros hombres que
instalaron la Junta Militar de Gobierno, quien si ejerció la violencia contra los opositores que intentaban cambiar el
orden establecido por los militares. Cabe la duda y son necesarios años de reflexión para lograr proyectar el
pensamiento Weberiano a este complejo hecho, ¿Habría pensado el autor que el uso de la violencia por parte del
gobierno de Allende era legítimo porque era el estado?, al menos se debe meditar, y tomar en consideración la
oposición teórica y práctica de Weber a Marx.

Violencia y religión

“Los tipos de acción weberianos se organizan en torno a dos formas de acción racional. La primera es la acción
racional de acuerdo a fines, cuna de la racionalidad instrumental representada por el cálculo económico que da origen
a las instituciones de la economía y específicamente a la empresa. La segunda es la acción racional de acuerdo a
valores, cuna de la racionalidad sustancial, que se expresa fundamentalmente en la vocación que es el llamado a
actuar como un sujeto portador de valores, y que da sustento a la religión a la política y a la ciencia” .
Plantea que en la racionalidad de occidente una de las esferas de la racionalización cultural que influyen en el
desarrollo del capitalismo moderno es la moral la que se relaciona con la racionalización al interior de las religiones La
Iglesia ha ido estableciendo a lo largo de los siglos una organización tan compleja que Max Weber, en su artículo
acerca de la burocracia la consideró como “el modelo más consolidado en occidente de racionalismo burocrático” .
Para Weber, dependiendo de la relación que establece la religión con el cosmos, existen dos formas de racionalización
del mundo.
1.- Aquellas religiones que plantean la existencia de una fuerte dualización del universo y conciben un mundo terrenal
y un mundo supraterrenal, tales como el judaísmo, el cristianismo (teocéntricas), hinduismo y budismo
(cosmocéntricas) .
2.- Aquellas religiones que afirman el mundo terrenal tales como el taoismo y el confucionismo.
La ética protestante y el espíritu del capitalismo, (1904-1905) es una de sus obras más famosas. Con ella, Weber
pretendió demostrar que los valores éticos y religiosos habían ejercido una importante influencia en el desarrollo del
capitalismo. Según su perspectiva, la Reforma Protestante, que había sacudido a la escala de valores anterior, feudal,
de la Iglesia Católica, había permitido el desarrollo del capitalismo.
Weber sostuvo una perspectiva crítica con respecto al determinismo económico de la teoría marxista, dando
importancia a los valores.
Uno de los elementos centrales plantados por el autor es la relación entre las características de las religiones y la
estructura social. Apoyándose en estudios y estadística demuestra la relación entre posesión de la propiedad y la

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pertenencia a la religión protestante. Expone los fundamentos que justifican que la mayor parte de las riquezas estén
en manos de los protestantes aduciendo dos causas.

1.- Motivos de corte históricos y político, presume que la riqueza es hereditaria y que se ha concentrado en manos de
los protestantes.

2.- Motivos de situación personal que se relaciona con la localización territorial planteando que los protestantes se
asentaban en lugares favorecidos por la naturaleza y la situación geográfica.

Lo que se comprobó es que los católicos tienen menor impulso comercial que los protestantes, los católicos prefieren
llevar una vida tranquila y asegurada, que Weber interpretó como “alejada del mundo”, en cambio los protestantes
buscan el triunfo económico y son considerados “materialistas” o más terrenos.

La pregunta es, si los católicos sólo buscan una vida tranquila y un buen pasar, serán menos proclives al desarrollo de
conductas violentas, evidentemente si, aunque esto no sea cierto en teoría deberían ser más pacíficos que los
protestantes porque la sola competencia por el logro del éxito económico es violenta, solo por presentarse como
competencia.

Weber analiza el conflicto entre religión y política “El conflicto de la ética ascética y el sentir místico fraternal con el
aparato de fuerza que se halla en la base de todas las manifestaciones políticas se manifiesta en las más diversas
formas de tensiones y resoluciones”. Las religiones con mayores exigencias ético racionales ven de modo negativo la
guerra política (y por ende la violencia) que aquellas religiones que consideran al mundo como pre establecido.

Weber revisa un documento de Benjamín Franklin que resume las características del “espíritu del capitalismo” como
sigue: primero, el tiempo es oro, el crédito es dinero, el dinero es fértil y productivo, un buen pagador es dueño de la
bolsa de cualquiera, puntualidad y justicia en los negocios, responsabilidad en los negocios, pagar las deudas, llevar
bien las cuentas y ahorrar, pequeños gastos llevan a grandes egresos. Este decálogo de conductas resume el ethos
del capitalismo moderno y que vincula las acciones buenas a el éxito económico que solo benefician al individuo, aquí
no hay alusión a la solidaridad ni al compartir, menos al dar sin esperar, es decir fundamenta éticamente la conducta
del egoísta que a l la larga genera violencia.

Ahora se hace comprensible la diferencia de criterios entre la sociedad norteamericana con una fuerte orientación
protestante y el resto de Latinoamérica con tendencias hacia el catolicismo, mientras para los norteamericanos el
trabajo y el dinero son fundamentales en la vida cotidiana, para el resto del continente la familia, la solidaridad y la
caridad son lo central. Bajo esta óptica también se puede comprender frase "Dios no es neutral", dicha con toda
naturalidad por el jefe de la Casa Blanca haciendo referencia a la guerra contra el terrorismo. Efectivamente él
considera que Dios no es neutral, sino que esta de parte de los elegidos y él como presidente de la mayor potencia
mundial, seguramente es un elegido y por tanto con Dios de su parte.

En rigor si se revisan los textos religiosos, como la Biblia, El Corán, la Popohl Vuh, etc. Todos ellos incitan en mayor o
menor medida a la violencia contra el otro, sin ser explícito su llamado al desarrollo de actos violentos basta que divida
a los seres humanos entre condenados (réprobos, excomulgados, pecadores, etc) y favorecidos (elegidos, salvados,
etc.) o den orientaciones a sus fieles que se transformen en discriminación. Hoy en día estos discursos aun son
masivos y se amplían peligrosamente, sin ir más lejos, la última conflagración internacional que tuvo a la paz en el
mundo pendiendo de un hilo utilizó como argumento para encubrir los verdaderos fines económicos, el tema religioso.
Aun resuenan las palabras de Bush diciendo que Dios estaba de su lado en la guerra contra el mal, frases que sólo
buscaban encubrir la necesidad de Estados Unidos de acceder al petróleo y a la localización territorial estratégica de
Irak en el Golfo Pérsico.

Conclusiones

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Weber tiene una actitud negativa frente al progreso o frente a la racionalización occidental, plantea dos
consideraciones que fundamentan su pesimismo y que pudiesen dar luces acerca del desarrollo de cierto tipo de
violencia en las sociedades modernas occidentales.

La primera consideración se corresponde a la “racionalización cultural” que produce la “pérdida de sentido”ya que en
un mundo desencantado se pierde la relación entre valor y acción (ética), en la sociedad actual los valores entran en
conflicto y se privilegia el accionar de acuerdo a fines.

El segundo argumento que fundamenta su pesimismo esta dado por la “Racionalización Social”, que produce la
pérdida de la libertad”, según Weber la racionalización social conduce a la burocratización que viene a ser la “Jaula de
Hierro” que mantiene al hombre dentro del engranaje social y que no le permite escaparse, he aquí el fundamento de
la pérdida de la libertad.

Hoy en día se ha “perdido el sentido” producto de la “racionalización cultural” los valores quedan fuera de la
potencialidad de fundamentar la acción, porque los valores ya no existen o su volubilidad es tal, que son insuficientes
para dar sustento a la religiosidad, a la política y menos a las ciencias. Por lo tanto, estos ámbitos del accionar
humano se ven postergados en función del “la acción racional de acuerdo a fines”, es decir, la racionalidad económica
prima frente al abordaje de diversas problemáticas, el inconveniente está en que no todo accionar necesario tiene su
correlato en beneficios económicos, estoy pensando en la superación de las relaciones que violentan al ser humano
en sus derechos y que producen en los menos favorecidos sentimientos de frustración e ira contra la sociedad y que
en algún minuto se traducen en un problema para la estabilidad del estado. En el momento en que la sociedad se llega
a dar cuenta de esto ya la violencia se ha desatado y es muy difícil revertirla porque estamos hablando de conductas
moldeadas por años (que implican muchas generaciones) y que consideran a la violencia como un medio legítimo de
conseguir los fines sin medir valores. Con este diagnóstico se puede hipotetizar que la violencia se apoderará de las
relaciones a menos que se reviertan algunas situaciones de excesiva inequidad.

¿Podemos decir en entonces que es posible una revolución?, No, tajantemente no, la revolución requiere de la política
o al menos de cierto tipo de conciencia que implican valores que, demás esta decir, hoy no están presentes.

Pero aunque aceptemos la legitimidad de la violencia de parte del estado hoy en día los Estados democráticos se ven
sometidos a la acometida de otros poderes fácticos que competirían con este por el uso de la violencia y le quitarían
su monopolio. Las mafias, los carteles de crimen organizado, el narcotráfico, lidian por el derecho, dentro de la nación
y el mundo, a dictaminar faltas e imponer sanciones utilizando sus propios marcos referenciales. Hay por tanto una
serie de organizaciones dentro del estado que carcomen el principio de la violencia legítima y amenazan el principio de
su origen legítimo proveniente de una sola fuente, el estado.

Nos encontramos frente a la paradoja de que el propio estado no puede prescindir de aquello que intenta erradicar, la
violencia.

No puedo sino no estar de acuerdo con Paul Ricoeur quien planta que “La violencia es inherente a la condición
humana, con raíces biológicas, psíquicas e históricas. En el hombre habita no sólo la voluntad de vivir sino la de
vencer y eso genera múltiples violencias. Debemos reconocer esta condición compleja del ser humano que se
prolonga en el propio estado, cuyo origen pasional se ve continuado como autocracia residual, bien es cierto que
amansada por Aristóteles, Rousseau, Kant y Hegel, entre otros. . Creo sinceramente que la violencia es superable en
tanto se superen aquellos elementos que la propician, la racionalidad debe superar a la irracionalidad que implica las
relaciones violentas en el mundo. Mal lo haremos como cientistas sociales sino somos capaces de intentar al menos,
superar por medio de la ciencia o la política, uno de los grandes flagelos del mundo como es la violencia.

Bibliografía

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Atria, Raul: Apuntes de clases

Diccionario “Pequeño Larousse Ilustrado”, Editorial Larousse, 1995

Maceiras, Manuel Decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid “Entrevista con Paul
Ricoeur” , Madrid, noviembre de 1996

OPS; OMS, “Plan de Acción Regional en Violencia y Salud” http://www.paho.org/spanish/hpp/hppreind.htm

Weber, Max (l994). El político y el científico. Editorial Alianza, El libro de Bolsillo, Ciencia Política, Madrid, 1998.

Weber Max, ¿Qué es la burocracia? La Pléyade, Buenos Aires, 1977

Weber, Max. "Economía y sociedad" (publicado en 1922), Fondo de cultura económica. Primera impresión colombiana,
1997.

Weber, Max. "La ética protestante y el espíritu del capitalismo". Península, Barcelona, 1994.

Weber Max., “La sociología de la religión”, Ed Colofón, segunda edición, México, 1991, Madrid, 1998.
Publicado hace 25th July 2007 por Mónica Alejandra Vargas Aguirre

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