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Divina Variedad PDF
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Los Vedas dicen que la sílaba Aum encierra a tres individuos: ‘A’ es el
Supremo, ‘U’ es Su energía de placer o Radha, y ‘M’ somos nosotros, las
almas.
De este modo, en lo que se muestra como unidad, encontramos también la
diversidad. El átomo, por ejemplo, es la más pequeña unidad, pero en él
hay diversidad. Hay diversidad en la misma unidad. Ése es el encanto del
Amor creador. El amor es esa energía que funde en una profunda unión a
dos o más seres que seguirán existiendo por separado como tales, de lo
contrario, no podríamos hablar de amor, pues de ser todo Uno, no exisitiría
la relación que es fundamental para hablar de amor.
Así, el infinito amor de Dios, es Su infinita energía de placer llamada
Radha. Radha, como decíamos más arriba, personifica el amor de Dios, tal
como los hijos personifican el amor de los padres, o como la esposa
encarna el amor del esposo. Porque si dices que amas, ¿dónde está la
persona que amas?
Si mi amor es hacia una energía o un objeto, no es un amor tan elevado
como el amor a una persona. Si yo digo, por ejemplo, que me encanta la
electricidad o el fuego, o si digo que me gustan mucho las motos o incluso
los animales; esas declaraciones de sentimientos nunca serán tomadas tan
en serio como declarar el amor a una persona. Por ello, cuando el amor
encarna una personalidad, se vuelve más grande y valioso.
La energía del amor se traduce entonces a hechos, obras, e incluso a
personas. Si tienes amigos o amigas, es porque tu energía de amor fue
utilizada y ahora está personalizada en ellos o en ellas.
Más allá del poder de la mente está el poder del amor. La energía mental
sólo puede fundirnos en la energía de la mentalidad total, o de lo
inmanifiesto; pero la energía del amor es la que nos elevará al mundo de
los seres que aman, de los seres que nos han creado para amar, y que nos
esperan en ese gozoso hogar, que son las moradas ilimitadas, llamadas
Vaikunthas. Allí todo es a ‘imagen y semejanza’ de este mundo, pero esos
Vaikunthas son plenamente conscientes, eternos, y llenos de
bienaventuranza. Sólo el yogi que alcanza el éxtasis más alto, saborea estos
mundos superiores, desconocidos por muchos, en los cuales, serás una
persona que ama y que es amada por siempre.
Deseándoles felicidad, quedo vuestro eterno hermano en el espíritu.
Om tat sat.