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Una conceptualización de práctica educativa

Material Académico Septiembre 2020 Prácticas Educativas e Investigación en el Aula

UNA CONCEPTUALIZACIÓN DE PRÁCTICA EDUCATIVA

Carr, W. (1996). Una teoría para la educación:


Hacia una investigación educativa crítica.
Morata, España, pp. 23-24

Se debe pensar la práctica como algo construido. Aunque quizá estemos acostumbrados a pensar en
la práctica como en una mera "actividad", puede demostrarse que el sentido y la significación de la
práctica educativa se construye en los planos social, histórico y político, y que sólo puede entenderse
de forma interpretativa y crítica.

Desde este punto de vista, la práctica no es un mero "hacer". No se trata de una especie de acción
técnica, instrumental; tiene unos sentidos y unas significaciones que no pueden comprenderse sólo
mediante la observación de nuestras acciones. Pero su sentido y significación no son exclusivamente
subjetivos (cuestión de las perspectivas y formas de comprender de los profesionales), sino que
pueden ser comprendidos por los otros, interpretándolos, y se enmarcan en la historia y en la
tradición, así como en la ideología.

El sentido y la significación de la práctica se construyen, al menos, en cuatro planos. En primer lugar,


no podemos comprender adecuadamente el sentido y la significación de una práctica sin referirnos a
las intenciones del profesional. Por ejemplo, cuando indico a esta alumna que hable en clase, puedo
tratar de descubrir lo que sabe del tema; quizá esté pidiéndole que preste atención a la discusión que
se desarrolla en el aula; es posible que pretenda que hable en mi nombre para decir a los demás
alumnos lo que creo que deben conocer; puede que esté tratando de que modifique la orientación de
la discusión de clase, para cambiar de tema. Salvo que el observador conozca lo que pretendo y mi
forma de ver la situación actual de la clase, no es fácil que resulte obvio el sentido de mi práctica.

En segundo lugar y de modo más general, el sentido y la significación de una práctica se construye
en el plano social. No sólo los interpreta el agente, sino también los demás. La estudiante a la que
señalo puede sentir preocupación, orgullo, sorpresa o entusiasmo, dependiendo de cómo interprete
mis acciones. Y sus compañeros también interpretan el sentido y la significación de mi acción según
sus propios marcos particulares, idiosincrásicos, de referencia.

En tercer lugar y de forma aún más general, el sentido y la significación de una práctica se construye
en el plano histórico. En cierto nivel, debe interpretarse en relación con el origen histórico de esta
situación. ¿Cuál es la historia de mi relación con esta alumna: es la líder de la discusión de clase, un
modelo para los demás, una antagonista con respecto a mis intenciones acerca de la clase? Esta
acción concreta se sitúa en una cadena de acciones de las que formamos parte nosotros, las demás
personas de la clase y de la escuela.

En otro nivel, mis acciones tienen un sentido y una significación en relación con unas tradiciones más
profundas de práctica educativa, acuñadas con el paso de años, décadas e incluso, quizá, siglos.
¿Acaso estoy tratando de llevar a la práctica unos ideales liberales y progresistas en los que el niño
ocupa un papel central? ¿Estoy transmitiendo las destrezas o la elevada cultura de nuestra sociedad
de un modo más clásico y humanista? ¿O estoy luchando para crear unas condiciones democráticas
para el discurso en clase, de acuerdo con unos ideales más críticos y radicales, incluso? Para

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Una conceptualización de práctica educativa
Wilfred Carr

comprender verdaderamente mi práctica, también debo hacer referencia a la historia de mi situación y


a las tradiciones educativas que le otorgan una forma y una estructura profundas.

En cuarto lugar, el sentido y la significación de una práctica se construyen en el plano político. Mi


clase crea una micro política en la que lo que sucede puede quedar configurado por la dominación y
el sometimiento o, quizá, por un discurso y un proceso de decisión abiertos y democráticos. En clase,
unos tienen mayor influencia sobre lo que ocurre y otros menos; unos participan más de los frutos de
nuestros trabajos y otros menos. Y, más allá de esta micro política, la práctica de clase también está
configurada por factores sociales, materiales e históricos que trascienden el control de quienes
estamos en el aula -por medio de las relaciones de clase social, de las relaciones de género, factores
lingüísticos y culturales, etcétera. A su vez, la práctica del aula abre algunas posibilidades para las
vidas futuras de mis alumnos (y para la mía) y limita otras. Sin embargo, la clase es un espejo de las
estructuras políticas, culturales y económicas de la sociedad en general y un modelo de cómo debería
ser el mundo exterior. Sin referencia a estas estructuras generales y su carácter ideológico,
carecemos de una comprensión crítica del sentido y la significación de la práctica educativa.

Luis Guzmán Palacios © 2020 /UPLA

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