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Material Semana

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Historia de México I 2do. Grado
Actividad 1
La vida de los primeros pobladores
Los americanos primitivos se dedicaban a la caza, la pesca y la recolección de frutos. Eran
nómadas, es decir, no habitaban un lugar fijo. Se desplazaban constantemente de un lugar a
otro en busca de alimentos.

Entre los animales que cazaban estaban el mamut, el mastodonte y el milodón. Éstos pertenecían
a la megafauna o familia de animales de gran tamaño, que se extinguió hace unos 10,000 años.
En el caso del mamut, por ejemplo, algunos científicos estiman que los antiguos cazadores
aprovechaban el cuerpo del gigantesco animal cuando éste moría. La cacería del mamut
hubiera sido una peligrosa tarea, debido a su gran tamaño y agilidad.

Los grupos nómadas se beneficiaban grandemente del mamut, ya que de él podían obtener
unas cuatro mil libras de carne, cuero y lana. Además, podían utilizar los 215 huesos para elaborar
herramientas y construir viviendas muy resistentes. También tallaron simbólicas esculturas de marfil,
que obtenían de sus colmillos.

Los cazadores americanos también cazaban renos y bisontes. Para cazarlos, los pobladores
utilizaban dardos y lanzas con puntas de piedra de diversas formas. Muchas de estas puntas han
sido encontradas en distintos lugares de América, junto con otros utensilios.

Con el paso del tiempo, los pobladores fueron conociendo los recursos naturales que ofrecían las
zonas congeladas. También dominaron técnicas cada vez más avanzadas para cazar. Entonces,
cambios en el clima y la cacería causaron la desaparición de los grandes animales. La Tierra
comenzó a calentarse y el hielo de los grandes glaciares se derritió. Estos cambios en el ambiente
provocaron también cambios en el estilo de vida de los pobladores.

Un gran cambio: la agricultura

A medida que los pobladores americanos se enfrentaban a los cambios en su habitat, se iban
adaptando a él. Un cambio muy importante que afectó la vida cotidiana fue el hecho de que
comenzaran a producir sus propios alimentos.

Éste fue el inicio de la agricultura, que no es otra cosa que la domesticación de las plantas
naturales de América, como maíz y la papa.

La agricultura, que probablemente comenzó al observar lo que ocurría con las semillas de los
frutos que descartaban luego de comer, propició el desarrollo de una relación más estrecha con
la naturaleza. Algunos hallazgos arqueológicos, como los enterramientos y los restos de aldeas
primitivas, parecen demostrar que los grupos nómadas comenzaron a seleccionar las mejores
semillas de las especies silvestres, para sembrarlas o para cruzar los buenos ejemplares.

La vida agrícola requería de tiempo para sembrar, cuidar las plantaciones y recoger las cosechas.
Esto propició que los pobladores cambiaran su forma de vida nómada a otra más estable o
sedentaria. Este cambio vino acompañado de la domesticación de los animales, como la llama
y la alpaca. Muchos de estos animales llegaban hasta las aldeas para comer de las cosechas, lo
que inició el contacto entre los seres humanos y animales, los cuales, hasta entonces, eran
salvajes.

La vida sedentaria propició que la gente se dedicara a otras tareas en el tiempo libre. Así, en los
poblados, las personas se organizaron y se especializaron en distintos trabajos, como la cerámica,
el tejido y otros trabajos artesanales. Los productos que elaboraban servían para el intercambio
y, sobre todo, para el desarrollo de una cultura más compleja que la de sus antecesores
nómadas.

Las regiones de América donde fue más evidente este cambio de la caza y la recolección a la
agricultura fueron Mesoamérica (Centroamérica) y la región de los Andes, al noroeste de
Suramérica. Con el tiempo, estas dos regiones se convirtieron en los núcleos de las grandes
civilizaciones americanas.

Actividad 2
Pagina 60 libro de texto
LA DOMESTICACIÓN DEL MAÍZ
El maíz con las características que conocemos ahora es producto de la evolución de la
especie silvestre llamada teocintle, la de genética más cercana a la planta cultivada. El
teocintle, como otros cereales en el mundo, tenía características que la hacían atractiva
para los grupos de cazadores-recolectores, los que la buscaban por su abundancia, por
lo relativamente sencillo que era retirar sus semillas (los granos) y porque éstos resultaban
aptos para su consumo.
De la recolección de ésa y de otras plantas se hacían cargo las mujeres, las que al paso
del tiempo fueron acumulando conocimientos sobre sus ciclos de crecimiento y sobre las
partes que resultaban más útiles, pues eran ellas quienes se encargaban a final de cuentas
de preparar los alimentos. Esta manipulación selectiva, en el caso del teocintle enfocada
en la recolección de los granos, fue dando lugar a modificaciones en la estructura de la
planta de maíz, que se convirtió en una en la que los granos no estaban cubiertos por
gruesas membranas, sino por hojas, y no se desprendían. Además el tamaño de la mazorca
era mayor y consecuentemente con más cantidad de granos. El hecho de que los granos
no se desprendan solos de la mazorca hace de la reproducción de la planta un aspecto
que depende de la intervención del hombre, quien debe sembrarla en el suelo y vigilar y
procurar su crecimiento.

Este proceso de domesticación tuvo lugar en la región del río Balsas (Guerrero). Ese
proceso y el posterior desarrollo de las técnicas de cultivo en distintas regiones
seguramente tomaron siglos. No se exagera si se le considera como el evento fundador de
las culturas de épocas posteriores. A partir de que su cultivo se convirtió en la actividad
principal, las sociedades nómadas de cazadores-recolectores se convirtieron en agrícolas
y sedentarias, y se desarrollaron hasta convertirse en entidades de gran complejidad
política, social y cultural.

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