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Sin duda alguna, a Enoc le preocupaba todas estas cosas más y más. Sin
nadie con quien realmente compartir todo lo que sentía en su corazón y todas sus
preocupaciones, Enoc comenzó a platicar con Dios. ¡Le dijo todo! Con el tiempo,
descubrió que era más fácil hablar con Dios mientras caminaba. Dondequiera que
Enoc iba, hablaba con Dios. Ya fuera en la ciudad o en el campo, ya sea en la
casa o en el trabajo, aun cuando estaba a solas o cuando estaba con otros, de día
o de noche, Enoc aprendió el gran secreto de siempre caminar con Dios.
La Biblia nos dice que después que Enoc tuvo su primer hijo, Matusalén,
caminó con Dios por trescientos años. Claro está que su más grande consolación
y disfrute era caminar con Dios todos los días. De esta manera Enoc vivía y criaba
a su familia. También de esta manera Enoc se guardó, separándose de las
personas y cosas perversas alrededor de él mientras esperaba la venida del Señor
con todos Sus ángeles (Judas 14). Para Enoc, caminar con Dios era simplemente
la manera normal de vivir todos los días.
La Biblia no nos dice cómo fue que Enoc camino con Dios así que no
podemos decir exactamente como fue. Creemos que Enoc aprendió a vivir en la
presencia invisible de Dios todo el tiempo. Sabemos que Dios siempre está con
aquellos que creen en Él y lo aman. La Biblia nos dice que Él esta cerca de
aquellos que invocan Su nombre. Así que creemos que Enoc aprendió a caminar
con Dios de una manera muy normal. Caminando y hablando, hablando y
caminando, como mejores amigos. ¿No disfrutamos estar con alguien con quien
podemos hablar libremente y abrir nuestro corazón, con alguien en quien
confiamos y podemos compartir todo lo que pensamos y experimentamos, con
alguien con quien podemos compartir cualquiera de nuestros secretos? Bueno, así
fue para Enoc caminar con Dios. ¡Seguramente Dios era su mejor amigo! Tal
relación no se desarrolló de la noche a la mañana, sino que fue el producto de
trescientos largos años.
No sabemos exactamente cómo sucedió, pero tal vez, una tarde, mientras
Enoc caminaba con Dios, ya era más tarde de lo usual. La presencia de Dios fue
tan real para Enoc que debió ser como si anduvieran uno al lado del otro. Puede
ser que caminaron y caminaron más y más hasta que de repente el pueblo en
donde vivía Enoc estaba muy lejano. Incluso las orillas de la tierra parecían muy
lejanas, ¡tan lejanas! Y ahora las estrellas se veían tan cerca mientras
gradualmente fueron ascendiendo. Esta vez quizás Dios preguntó, “¿Enoc, en
lugar de regresar a tu casa, te gustaría venir conmigo a Mi casa esta noche?”.
Enoc se contentó en gran manera, y esa misma noche Enoc alegremente fue con
Dios y nunca regresó de nuevo a la tierra.
Dios siempre se alegra al disfrutar de nuestra compañía y amistad.
Siempre se alegra cuando caminamos con Él, hablamos con Él y compartimos con
Él todo lo que está en nuestro corazón. No tenemos que ser grandes o maduros
para caminar con Dios. El está feliz de reunirse con nosotros y estar con nosotros
en cualquier momento, y en cualquier lugar. Como Enoc, nosotros también
podemos practicar amar a Dios, hablar libremente con Dios y caminar con Dios.