Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Licenciatura en Artes
ESPACIOS ALTERNATIVOS I
Desde el teatro como ritual, como espectáculo de entretenimiento, como arma poderosa de
comunicación, y como manifestación de los rasgos más particulares de cada civilización, de
la cultura propia, del idioma, y de todo aquello que compone la cosmovisión del hombre en
diferentes tiempos, el teatro ha sido y será unos de los pilares más contundentes para
comprender la realidad.
El papel del actor y su impacto social hace que nos preguntemos cuáles serán las
características con las que debe cumplir un verdadero actor o, de igual forma, cómo puede
enriquecer sus conocimientos para lograr crecer como actor y como artistas.
Sabemos que el arte de la actuación, va mucho más allá de aprender conceptos, manejar las
diferentes técnicas que existen o tener una producción envidiable para respaldar el trabajo
que se está realizando. Como mencionamos en alguno de los pasados trabajos, la mera
técnica no puede lograr hacer del actor todo lo que un verdadero actor debe ser.
Goethe y el teatro
Diferentes autores, metodólogos y teóricos del teatro han hecho distintas propuestas para
dar a conocer los conocimientos que años de estudio y observación les pueden haber
brindado.
Johann Wolfgang von Goethe, una de las principales figuras de la historia de la literatura, y
artífice del romanticismo, hace también su aportación, a través de sus escritos acerca del
teatro, y más específicamente en Reglas para actores, como a continuación lo analizaremos.
La palabra y el cuerpo
Para Goethe el drama tiene un lugar especial en la representación, pues es una manera en la
cual el hombre puede patentar, más allá de lo escrito, su existencia en el mundo. A través
del texto, Goethe va desglosando los distintos elementos de los que puede un actor valerse
para desarrollar su trabajo:
Lenguaje: es importante para el actor, tener una dicción clara y limpia, lo cual,
obviamente, implica dejar a un lado lo que el autor considera como un grave error: el uso
de dialectos.
Para este gran genio de la literatura el uso del alemán puro era algo imprescindible, porque
este idioma era resultado del refinamiento y el buen gusto, que pudo fraguar el arte y el
desarrollo científico. No olvidemos que, más que parecer una especie de puritanismo, esta
actitud responde al contexto histórico en el que nos hallamos: Goethe es un hombre de
ciencia, romanticista y sus ideas se empatan con las propias de la Ilustración. Por eso es que
considera que el idioma puro es necesario para el teatro, y una actividad como tal, merece
que sea respetado en su pureza y totalidad. A la dicción, a la agilidad y a la precisión le
confiere una especial atención, pues el actor ha de procurar que cada palabra pueda
entenderse claramente, siendo esto la base de toda buena declamación y recitación.
El idioma, es, entonces más que eso. Para un actor, al menos es el contexto en el que nos
encontramos analizando el pensamiento de su autor, las palabras juegan un papel
sumamente importante. Frente al público, el actor sólo tiene dos armas para defenderse: su
Una vez establecido esto, vemos también como Goethe distingue entre dos tipos de manejo
del lenguaje que puede llevar a cabo un actor: la recitación y la declamación.
Recitar es, por una parte, aquel discurso dicho sin cambios apasionados de tono, guardando
ciertos matices tonales intermedios, que van desde el más frío al más exaltado tono. El
espectador sentirá que se está hablando de un objeto en tercera persona.
El recitar, a diferencia de otros modos y expresiones que se le den a la palabra, requiere que
se busque siempre dar la intención correcta a las palabras que el autor ha querido dejar
plasmadas en su obra, a fin de que, sin tener necesariamente que dramatizar, cada una de
las palabras se refiera a las emociones, sentimientos e ideas que se haya buscado plasmar.
Lo importante aquí es, como si de un instrumento musical se tratara, darle el matiz correcto
a lo que se dice: si es forte, piano, pianissimo, etc. Considerando cuál es la idea que se ha
de comunicar y si esa comunicación está siendo efectiva.
El resultado que con esto busca Goethe, es que el actor logre con el uso de las simples
palabras, imprimir el sentimiento propicio a cada una de ellas, de manera tal que ya
estamos hablando acerca de la creación de un personaje.
Ya existe, desde este momento de reflexión acerca del ejercicio escénico, la necesidad de
entender la actuación como algo orgánico, natural. Es por ello que Goethe hace también
esfuerzos porque todas estas reglas puedan ser admitidas e interiorizadas por el actor, de tal
manera que no haya huella en ellas de artificio, de falsedad, como si fueran mejor parte de
la naturaleza del actor.
Sigue siendo, sin embargo, completamente necesario que le actor sea un contemplador de la
naturaleza, después de esto, que no sólo se limite a imitarla, sino que también busque que
todas sus acciones aparezcan de una forma bella frente a los espectadores.
En gran parte, las premisas que se proponen respecto al manejo del cuerpo del actor, se
resumen en que éste sea quien tenga todo el control de cada parte de su cuerpo. No debe
abandonarse a sí mismo, dejarse a un lado u olvidarse de que su cuerpo es la principal
herramienta, junto a la voz, con la que trabaja.
Así es como Goethe, mediante diversos y precisos consejos trata de guiar al actor en su
arte, haciendo un análisis, no sólo del texto dramático, o de la corporalidad del actor, sino
que también añade a todo ello, la necesidad de tomar en cuenta para la creación de una
historia, la escenografía, los colores, los matices de la obra y el desarrollo de todo lo que
implica una puesta en escena.
Su manera de concebir el teatro es por demás viva y congruente de todos los elementos que
él considera importantes. Quizá para el teatro contemporáneo, siempre en búsqueda de
nuevos leguajes y formas, muchas de estas sugerencias pudieran parecer “pasadas de
moda”, “dogmáticas”, “innecesarias”, etc., siempre es bueno recordar cuáles han sido los
fundamentos sobre los cuales se han fincado los cimientos del teatro, y su repercusión en lo
que hoy vivimos y vemos.
Sin duda, esta poética que nos ofrece Goethe, nos ayuda a comprender la relevancia que,
dentro de su contexto propio, ha tenido el teatro, e incluso como a nosotros nos ha llegado
el legado de estos grandes hombres, críticos de su realidad y estudiosos de un arte tan
complejo, como efímero, como lo es el teatro.