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Ciertamente aquí hay algo extraño. No son los criterios que solemos tener en nuestra vida. Sin
embargo, no hay duda de que son los criterios de Dios.
Tentación en nuestra vida de querer arreglar nuestros problemas con soluciones humanas
(S. Bernardo. Introducción al sermón sobre el salmo 90)
“Amadísimos hermanos, cuando pienso en vuestros trabajos y sufrimientos, mi corazón se anega de
compasión. Intento buscar algo que os consuele y entonces surgen espontáneamente los consuelos
terrenales. Pero luego pienso que estos consuelos, lejos de ayudaros os ocasionarían un daño
incalculable. Pues incluso una pequeña sustracción de la simiente significa una disminución no
pequeña en la cosecha; y la cruel amabilidad que os haría descansar de vuestros trabajos penitenciales
os robaría a la vez y poco a poco las gemas de vuestra corona.
Por consiguiente, ¿qué debo hacer?
A vosotros “os están matando’, amadísimos hermanos, ‘durante todo el día’. ‘Con el trabajo y el dolor
y las muchas vigilias y el hambre y la sed y los frecuentes ayunos.., además de esas cosas que están
dentro, es decir, el pesar de corazón y una multitud de tentaciones. Os están matando en verdad,
hermanos míos, pero por causa del que fue muerto por vosotros.
¿Cuál es la verdadera respuesta ante estos criterios que Dios nos enseña como suyos?
(El ejemplo de Santa Teresa y una hermana, cuando el sacerdote la reprende desde el púlpito por
fundar congregaciones, que es solo para salir de los conventos a hacer su voluntad…a la hermana la
hace flaquear pero cuando la mira a Santa Teresa la ve reírse…)
Se ríe porque sabe lo que es el mundo y lo que importa la opinión de los hombres cuando se hace la
voluntad de Dios.
Y así hicieron siempre todos los santos…se rieron de las opiniones del mundo y de sus principios.
La Virgen nos conceda la gracia de poder cambiar nuestro modo de ver y de juzgar de todas las
cosas…Que todo lo veamos según los principios de Nuestro Señor.