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ISSN: 1794-2489
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Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca
Colombia
D´Angelo, Ana
LA EXPERIENCIA DE LA CORPORALIDAD EN IMÁGENES. PERCEPCIÓN DEL MUNDO,
PRODUCCIÓN DE SENTIDOS Y SUBJETIVIDAD
Tabula Rasa, núm. 13, julio-diciembre, 2010, pp. 235-251
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca
Bogotá, Colombia
Ana D´Angelo2
Conicet – Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina
dangelo_ana@yahoo.com.ar
Resumen:
Este artículo parte de la doble dimensión que desde la antropología y la sociología se
reconoce al cuerpo como receptor y productor de significados culturales. El interés del
mismo es reflexionar sobre el efecto de las imágenes mediáticas en la corporalidad en las
sociedades contemporáneas. La doble dimensión se traslada, para el análisis que aquí nos
interesa, al cuerpo representado y al cuerpo perceptor de su propia imagen, espejada en
otros cuerpos. A los fines de este trabajo, consideraré los modos en que se asienta la relación
de los sujetos con la corporalidad a partir de y a través de la imagen: a) el cuerpo como lugar
de la experiencia perceptiva del mundo; b) el cuerpo como lugar de producción de sentidos
sobre las imágenes de otros cuerpos; y c) el sujeto frente a las imágenes de su propio cuerpo.
Palabras clave: subjetividades - Corporalidad – Imágenes.
Abstract:
This paper views body as a receptor and producer of cultural meanings from the
anthropological and sociological perspectives. It intends to reflect on the effect of media
images on corporeality in contemporary societies. The double dimension is moved, as far
1
Este trabajo forma parte de la investigación de doctorado «Imágenes mediáticas y construcción de
subjetividades: de la representación de lo temible al marketing del bienestar. Argentina, 2000-2010» en
el marco de una beca de Postgrado tipo I de Conicet e inserta en el Grupo de Estudios sobre Familia,
Género y Subjetividades, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina,
OCA Nº 1717/07. Una primera versión de este trabajo se presentó a la VII Reunión de Antropología del
Mercosur, Buenos Aires, 2009.
2
Licenciada en Antropología por la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Integrante del Grupo de
Estudios sobre Familia, Género y Subjetividades y del Centro de Estudios Históricos de la Facultad de
Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Becaria Doctoral del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas.
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ATENAS
Fotografía de Johanna Orduz
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as we are concerned here, to the body represented and the body perceiving its own image,
mirrored on other bodies. As per the extent of this work, I will consider the ways how
subjects’ relationship to corporeality is settled from and through body image: a) the body as
the location of the world’s perceptive experience; b) the body as the place where meanings
other bodies’ images are produced; and c) the individual face to his/her own body’s images.
Key words: subjectivities, corporeality, images
Resumo:
Este artigo parte da dupla dimensão que, a partir da antropologia e da sociologia, reconhece
o corpo como receptor e produtor de significados culturais. O interesse é refletir sobre o
efeito das imagens midiáticas na corporalidade nas sociedades contemporâneas. A dupla
dimensão desloca-se, na a análise aqui apresentada, para o corpo representado e para o
corpo perceptivo de sua própria imagem, espelhada em outros corpos. No final do artigo,
consideram-se os modos nos quais se baseia a relação dos sujeitos com a corporalidade a
partir e através da imagem: a) o corpo como lugar da experiência perceptiva do mundo;
b) o corpo como lugar de produção de sentidos sobre as imagens de outros corpos; c) o
sujeito perante as imagens de seu próprio corpo.
Palavras chave: subjetividades, corporalidade, imagens.
Introducción
La experiencia del sujeto que percibe refiere necesariamente a las imágenes del
propio cuerpo pero también a las de otros cuerpos, ya sean los cuerpos temidos
del dolor -representados en las imágenes de catástrofes, atentados, guerras,
etc.-, ya sean los cuerpos ideales del bienestar, incluyendo la salud, la belleza, la
espiritualidad -propagados para el consumo tanto de productos materiales como
de prácticas inmateriales.
A lo largo del artículo reflexiono sobre algunas preguntas de investigación en
torno al modo en que la experiencia de la imagen expresa la relación de los
sujetos con su propio cuerpo y los demás en la sociedad contemporánea. ¿Cuál
es el rol de las imágenes mediáticas del cuerpo en nuestra sociedad? ¿Con qué
representaciones sociales del cuerpo se corresponden (el cuerpo objetivado del
sujeto o el sujeto corporizado)? ¿Qué relación hay entre las imágenes del cuerpo y
la construcción de experiencias de la corporalidad? ¿Qué expresa nuestra manera
de relacionarnos con las imágenes del cuerpo sobre el modo en que construimos
alteridades e identidades?
Como veremos algunos enfoques desde los que fue abordado el cuerpo en las
ciencias sociales resultan complementarios al considerar el cuerpo constituido
por lo social -portador de significados- y el cuerpo constituyente -generador de
significados-. Estas dos dimensiones enlazadas permiten pensar el entramado
simbólico que hace de la corporalidad una construcción socio-cultural a la vez que
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funda su experiencia del mundo en el sentido de la vista por sobre los demás.
Así, nuestra visión del mundo designaría un sistema de representación que se basa
en la hegemonía de la vista, del cual extraemos nuestras referencias sociales
y culturales para comprender, conocer, creer y relacionarnos con nuestro
entorno social y natural.
La vista habría adquirido cada vez mayor importancia, por sobre los sentidos
de la proximidad (el olor, el tacto, el oído, el gusto), acompañando el naciente
individualismo de las sociedades occidentales modernas, que establecen un
alejamiento primero respecto del otro (Le Breton, 2007:37) y luego respecto al
propio cuerpo (con la anatomía, la medicina convirtió los cuerpos en objetos
de estudio y logró volver visible lo hasta entonces invisible) (Foucault, 2004)8.
A su vez, este ocularcentrismo se basaría en una infinidad de metáforas visuales
con las que nos referimos a nuestro mundo (punto de vista, visión del mundo,
perspectiva, etc.) y de prácticas sociales y culturales que fueron privilegiando
la visión a lo largo de la historia (Jay,
8
Para un mayor desarrollo sobre la construcción 2007). El cambio en los modos de
valorativa de los sentidos desde los griegos y a
lo largo de la historia occidental ver Synnot, representación fue inseparable de
Anthony (1991) “Puzzling over the senses, from una reorganización del conocimiento
Plato to Marx” en Howes (op.cit), Jay (2007) y Le
Breton (1995). y la producción humanas que venía
9
Este autor sostiene que a partir de comienzos gestándose con anterioridad a la
del siglo XIX, aún antes de la aparición de
dichos instrumentos de visión se modificaron las expansión de nuestra capacidad de
relaciones entre el cuerpo y las formas de poder ver por medio de instrumentos (el
institucional y discursivo, redefiniendo el estatuto
del observador.
telescopio, el microscopio, la cámara
fotográfica, etc.) (Crary, 1996)9.
En ese contexto, la confianza en la verdad de la imagen residía en una mirada
estandarizada del cuerpo del sujeto moderno: habría sido la pintura renacentista
la que inauguró la «ventana al mundo» que luego definirá a la fotografía y a la
pantalla del cine, la tv e internet. Esta mirada a través de una ventana separa al
sujeto occidental moderno del mundo
La propia noción de globalización es en sí misma
por conocer (Belting, 2007:56)10. Es
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ritual, máscaras, etc.), sino lugar en el que éstas adquieren sentido. Si «las imágenes
a las que atribuimos un significado simbólico en nuestra memoria corporal son
distintas de aquéllas que consumimos y olvidamos» (2007:42), entonces es posible
que la mayoría de las imágenes que recibimos de los medios no queden grabadas
en nuestra memoria ni en nuestro cuerpo16. Pero esto ¿equivale a decir que
estamos anestesiados17 ante el dolor de los demás? Si fuera así, ¿por qué necesitamos
representarlo o por qué todavía lo hacemos18? ¿Puede la causa de tal representación
ser solamente adjudicada al espectáculo mediático del horror? ¿O es que hemos
depositado en los medios nuestra experiencia del mundo?
Pero detengámonos un poco para explicar lo que está en medio de la imagen y del
cuerpo. Siguiendo nuevamente a Belting, el concepto de medio es entendido aquí
no en términos exclusivamente tecnológicos sino antropológicos: los «medios
de la imagen» son más que los medios técnicos, implican también modalidades
de representación. Así, se construye una doble relación: por un lado los medios
son portadores de imagen, permitiendo que las imágenes del cuerpo funcionen
reemplazando el cuerpo ausente (por ejemplo del muerto para función ritual),
el medio se convierte así en un cuerpo simbólico. Por otro lado, los medios
circunscriben y transforman nuestra percepción corporal (dirigen nuestra
experiencia del cuerpo mediante el acto de observación) (2007:17)19. De modo
que nuestra percepción corporal está sujeta a la dinámica de cambio continuo
en los modos de representación. Cada cambio en el modo de representación se
halla potencialmente en los espectadores antes de que se produzca el cambio
tecnológico que le de forma20.
En ese sentido, el surgimiento de una sensación de autoalienación en los contextos
del industrialismo primero y del fascismo después, habría ido acompañada por
cambios en la concepción del cuerpo y en la percepción. Buck-Morss (2005)
16
Para Belting la memoria es el archivo de las imágenes en el cuerpo, mientras el recuerdo es la producción
de imágenes por el cuerpo (2007:17).
17
Tanto Susan Sontag (2003) como Susan Buck-Morss (2005) sostienen que el shock inicial que producen
las imágenes de guerra y atentados en las sociedades modernas se convierte en insensibilización ante su
reiteración. Por su parte, Buck-Morss analiza el modo en que la aparición de la anestesia fue central para
el desarrollo de la cirugía a mediados del siglo XIX, no sólo por evitar el dolor del paciente, sino también
por evitar la empatía que el médico sentía ante ese dolor.
18
A partir de Auschwitz se han vuelto necesarias una ética y una política de la imagen sobre la representación
del horror: cómo hacer visible lo inimaginable sin caer en la trampa de lo sublime [G. Didi Huberman,
(2004) Imágenes pese a todo. Memoria visual del Holocausto. Paidós; A. Huyssen, (2002) En busca del futuro
perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización. FCE.].Algunas de esas reflexiones se trasladaron al caso
del Terrorismo de Estado Argentino [E. Grüner (2001) El sitio de la mirada: secretos de la imagen y silencios del
arte. Norma; B. Sarlo (2005) Tiempo Pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Siglo XXI; J. Stites Mor y C.
Feld, (comps.) (2009) El pasado que miramos. Memoria e imagen ante la historia reciente. Paidós.]
19
El enfoque antropológico de Belting pretende recuperar el cuerpo para el análisis de las imágenes, tantas
veces relegado por los enfoques semióticos, para «devolver su lugar al ser humano, que se experimenta
como medial e igualmente actúa de manera medial» (2007:18).
20
Por ejemplo, el cuestionamiento de la verdad mimética de la imagen fue muy anterior a la aparición de la
imagen digital o virtual, se hallaba ya en las prácticas de montaje y collage de las vanguardias del siglo XX.
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desapareció de la tumba (vaciándola) y resucitó. modalidades del ver puede ver las
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imágenes de la muerte, del vacío. Por el contrario, son dos caras de la misma
moneda, dos mecanismos para negar tal vacío, quizás porque el mismo se vuelve
insoportablemente incomprensible, inaprehensible.
En términos similares, Judith Butler (2006) sostiene que el poder normativo
funciona bajo esquemas de inteligibilidad que establecen qué es humano y
qué no, qué es representable y qué no25. Así, «ciertas vidas y muertes o bien
son irrepresentables o bien son
25
El «rostro» de Levinas no se agota en ninguna
cara, es el sufrimiento humano que no puede representadas bajo formas que vuelven
representarse directamente. Pero en sentido a inscribirlas dentro de la guerra, una
contrario, el rostro no consigue representar lo
humano, cuando creemos haberlo capturado por
vez más. En el primer caso se trata
una imagen, tiene lugar cierta pérdida. Lo humano de un borramiento por omisión, en
es ese irrepresentable que paradójicamente el segundo de un borramiento por
tratamos de representar (Butler, 2006:180).
medio de la propia representación»
(Butler, 2006:184). Es decir, que o el horror es irrepresentable, o es tan
deshumanizadamente representado que no logramos identificarnos con él.
Y tal vez, esta sea una manera de explicar nuestra actitud ante las imágenes del
dolor de los cuerpos: evitar -por medio del olvido- que la imagen externa se fije en
nuestra mente, que ese dolor se plasme en nuestro cuerpo de alguna manera, evitar
toda reacción, y buscar creer en algo, más allá de esa imagen visible, que justifique
tal sufrimiento en el otro, y que legitime nuestro deseo de bienestar retardando la
enfermedad, la vejez y en ultima instancia, la muerte. La expresión que expresa
la paradójica relación que tenemos con las imágenes como medios, es la de que
vivimos, como nos gusta decir, «invadidos por imágenes». La invasión refiere a la
sensación de interpelación de la que habla Butler, a pesar del deseo de mantener
nuestro cuerpo aislado de toda emoción, separado de toda experiencia del mundo.
La creencia en la preeminencia de lo visual permite sostener la fantasía de los
beneficios de un mundo globalizado: acercándonos y alejándonos a gusto.
Gracias a los medios globales nos resulta posible acceder a lugares a los que no
podemos trasladarnos, ni habitarlos, ni tocarlos, ni olerlos, ni degustarlos –más
que virtualmente-. Pero también gracias a ellos podemos mantenernos a distancia
de lo que vivimos como riesgo (Beck, 1994), resguardados por la pantalla. En
palabras de Butler: «si los medios no reproducen esas imágenes, si esas vidas
permanecen innombrables, y sin lamentar, si no aparecen en su precariedad y en
su destrucción, no seremos conmovidos. Nunca recuperaremos ese sentido de la
indignación moral por el Otro, en nombre del Otro» (2006:187).
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cuerpo, el que sólo registraríamos cuando enferma, cuando duele, cuando envejece
(Le Breton, 1995). Pero principalmente nos enfrentan a «la distribución geopolítica
de la vulnerabilidad corporal» (Butler, 2006:55) de la que todos formamos parte.
Es decir, nos obligan a reconocer que, no sólo no podemos prevenir la violencia
que nos llega de otra parte, sino que no podemos evitar rendir cuentas ante el otro,
preguntándonos por qué unas vidas valen más que otras.
30
Citro (2009) sostiene que la experiencia de la
Esta última alternativa, nos posiciona
«carne» que efectúa Merleau-Ponty (1970), en más cerca de recuperar ese ser-en-el-
tanto «principio encarnado» de todos los seres mundo, esa experiencia intersubjetiva
visibles y tangibles, inmersos en una misma textura
ontológica, posee una amplia extensión cultural. basada en la carne. Aunque, al menos
“…the true ontological form is not, as the West por ahora, este aspecto sólo cobre
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