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El perfeccionismo desde una perspectiva

conductual contextual
 21/07/2020
 Karemi Rodríguez Batista

No sé me ocurre mejor manera de empezar la introducción que compartiros la experiencia


que he tenido al empezar a trabajar en este artículo, y me lo he pensado. Aquí voy: una vez
decidido el tema, escuchaba esa vocecita, a mi mente diciendo: “¡Buah, no vas a poder
concretar un tema tan complejo de forma resumida! ¿Y si te faltan puntos importantes? ¿Y
si no les es de utilidad? “Vamos, el “no ser suficientemente buena”, y cómo no, tenía unas
sensaciones incómodas, mucha ansiedad, y mi primer impulso fue postergarlo, e incluso se
me pasó la idea de cambiar el tema, pero aquí me tenéis “defusionándome” de estos
pensamientos (rígidos, irrealistas e ineficaces) y haciéndole caso a mis valores, pensando en
hacerlo simplemente lo mejor que pueda, pero no me ha sido fácil. Aquí es donde los
emojis de brazos fuertes y bailarinas de flamenco vienen al pelo 🤗 💃🏼 ¿A que sí? jaja .
Imagino que a muchos y muchas de vosotras os ha pasado de alguna forma, y es natural, el
perfeccionismo es algo que la cultura ensalza constantemente. Hay, sin embargo, matices a
considerar para que este patrón de comportamiento nos sea útil o no, y es lo que quiero
compartiros.
Diferenciando al perfeccionismo clínico o disfuncional

Algunos y algunas autoras sostienen, que el patrón de comportamiento perfeccionista


(clínico, no sano, ineficaz, etc.) está regido por metas y preocupaciones excesivamente altas
(Dunkley, Berg y Zuroff, 2012., cit. en Amores Hernández, 2017). Por su puesto que el
deseo de hacer las cosas lo mejor posible aunado a un compromiso en cuanto a esfuerzo y
responsabilidad, nos es de gran ayuda, y mucho más si los errores los tomamos como
oportunidades de aprendizaje. Sin embargo, lo ineficaz y dañino es cuando el logro
funciona como termómetro de nuestra valía, no tomando en cuenta factores que
intervendrán en la consecución de los mismos, que no están tampoco bajo nuestro control, y
a pesar de las consecuencias negativas para el bienestar mental y/o físico. A este último
patrón de comportamiento perfeccionista bajo control aversivo, se le suele denominar
perfeccionismo clínico, no sano, disfuncional o desadaptativo, y es un factor
transdiagnóstico, un factor de riesgo y mantenimiento de varias formas de desajuste y
problemáticas psicológicas, incluida la depresión y los trastornos de ansiedad (Egan, Wade
y Shafran, 2011; Limburg y otros, 2017 ; cit. en Ong et al., 2019).

“Soy perfeccionista”

Es muy frecuente que las personas lleguen a consulta con este tipo de etiquetas, incluso
nosotros y nosotras mismas las hayamos utilizado en algún momento. Esto no nos sirve, lo
primero que haremos es traducir ese “ser perfeccionista” en “comportamientos
perfeccionistas”, de forma muy específica, y seguidamente haremos un análisis funcional
sobre ellos. De esta forma, los comportamientos descritos a continuación, son vistos solo de
una forma morfológica y topográfica y, per se, no son problemáticos, lo serán si éstos se
tornan en patrones frecuentes y rígidos, como forma de control del malestar y nos aparten
de nuestra vida valiosa. Algunos tipos comunes de comportamientos perfeccionistas:

 Dificultad para tomar decisiones de manera oportuna.


 Buscar reaseguro (por ejemplo, pidiendo a otros que comprueben tu trabajo para
asegurar que sea aceptable).
 Excesiva organización y elaboración de listas.
 Rendirse fácilmente (por ejemplo, dejar el flamenco después de dos lecciones
porque no puedes seguir el ritmo del profesor).
 Procrastinar (por ejemplo, posponer el inicio de una tarea por miedo a que no seas
lo suficientemente bueno/a). ¿A que me sonaba? jaja.
 Mediante comprobaciones excesivas (por ejemplo, revisando repetidamente un
trabajo en busca de errores).
 Evitar situaciones en las que puedas “fallar” (por ejemplo, no solicitando trabajos
por temor a no obtenerlos).
El estilo de pensamiento perfeccionista, la autocrítica y las
reglas

La forma en que damos sentido a lo que pasa a nuestro alrededor juega un papel importante
en el mantenimiento del perfeccionismo. Ya que son tantas las cosas que suceden a nuestro
alrededor en un momento dado, que solemos prestar atención e interpretar las cosas de
acuerdo con lo que esperamos que pase (sesgo de confirmación), y a menudo se tiene una
visión extrema de lo que es el éxito y el fracaso, sin término medio (por ejemplo: si cometo
un error en un momento puntual, ya soy un fracaso). Las personas perfeccionistas tienden a
ser extremadamente autocríticas, especialmente si no son capaces de cumplir con sus altos
estándares.

Reglas útiles y no útiles

Todos y todas necesitamos reglas en la vida que nos ayuden a dar sentido al mundo y a
hacer frente a nuestra vida cotidiana. Así que tener reglas, en sí mismo, no es algo malo.
Las reglas son útiles en la medida que son realistas, flexibles y adaptables. Así, las reglas
poco útiles son inflexibles e irrazonables. Por ejemplo, la regla: “Nunca debo cometer
errores”, no nos es útil porque no es posible o razonable, ya que todo ser humano comete
errores, y además son necesarios para nuestro aprendizaje. Algunas reglas que comúnmente
sostienen el perfeccionismo incluyen:

 Miedo al fracaso (por ejemplo: “Debo hacer las cosas perfectamente”, o “Si lo


intento, fracasaré”).
 Deberías (por ejemplo: “Mi casa debe estar ordenada en todo momento”).
 Todo o nada (por ejemplo: “Hay un camino correcto y uno incorrecto para hacer
las cosas”).
 Comprobación constante (por ejemplo: “Debo pesarme varios veces al día para
asegurarme de que no estoy ganando peso”).
 Control (por ejemplo: “Debo estar preparado para cualquier cosa”).

¿Cómo se inicia y mantiene el patrón de comportamiento


perfeccionista?

Por supuesto, este tipo de comportamientos privados y públicos descritos anteriormente


tienen un origen y una función. Nuestra visión de nosotros y nosotras mismas y del mundo
comienza a desarrollarse desde muy temprano, y todo esto lo vamos aprendiendo de forma
directa e indirecta. Algunos ejemplos:
Aprendizaje directo

Si cada vez que te sacabas notaza en un examen y eras elogiado o elogiada por tus figuras
de referencias (“Excelente trabajo”), esto te hizo sentir tan bien contigo misma que
probablemente comenzaste a desarrollar una regla tal como: “A mamá y papá les gusta que
me vaya bien en la escuela”, que más tarde puede haberse generalizado como: “La gente
estará orgullosa de mí si tengo éxito”. Esta creencia te animó para seguir persiguiendo
logros, desafortunadamente, con el tiempo, una creencia como ésta puede volverse rígida e
irrealista, por ejemplo, “La gente sólo estará orgullosa de mí si tengo éxito” (aprendizaje
por reforzamiento positivo).

Otro tipo de aprendizaje que puede influir en el desarrollo del perfeccionismo se produce
cuando se te castiga por tus errores. Por ejemplo, una madre puede alzar la voz y lanzar una
crítica a su hija por esparcir los juguetes mientras juega: “¡¿Cuántas veces tengo que decirte
que eres un desastre?!”. El castigo por los errores te hace sentir mal contigo misma y
puedes desarrollar una regla tal como: “Nunca debo hacer un desastre, siempre debo ser
ordenada” (aprendizaje por castigo positivo). A veces, sólo hay una ausencia de elogios,
por ejemplo, puedes haberte esforzado mucho y obtener una “B” en un examen y notar que
tus padres no te elogiaron por esto (aprendizaje por castigo negativo). En este caso puedes
desarrollar una creencia como: “A mamá y papá no les gusta cuando no obtengo As” y
generalizar a: “La gente no está orgullosa de mí cuando mi trabajo no es perfecto o
sobresaliente”.

Aprendizaje indirecto

Otra forma en que el perfeccionismo puede desarrollarse es a través de un aprendizaje


indirecto. También llamamos a esto modelado. Aprendemos a actuar basándonos en el
comportamiento de nuestras figuras de referencia. Por ejemplo, puede ser que tus padres
trabajaban muy duro y a menudo se llevaban el trabajo a casa para completarlo por la noche
o en fines de semana, dejando poco tiempo para divertiros o compartir. Así pudiste
desarrollar una regla tal como: “El trabajo es más importante que compartir o que la
diversión”. Con el tiempo, esta regla puede volverse más rígida : “Tener éxito en el trabajo
es más importante que cualquier otra cosa”.

Inflexibilidad Vs flexibilidad psicológica

A pesar de las diferencias topográficas, la búsqueda excesiva de logros y la excesiva


autocrítica, que dan lugar a los comportamientos descritos anteriormente reflejan
funcionalmente los intentos de controlar las experiencias internas no deseadas (por ejemplo,
los sentimientos de insuficiencia). Es decir, son manifestación de evitación experiencial
(Hayes et al., 2004; Weiner & Carton, 2012; cit. en Ong et al., 2019). La evitación
experiencial es un aspecto de un constructo más amplio, el de la inflexibilidad psicológica,
definida como la incapacidad de estar abierto, abierta a las experiencias presentes, y un
compromiso rígido con patrones de comportamiento guiados por las reacciones
psicológicas en lugar de los valores elegidos (Hayes, Luoma, Bond, Masuda y Lillis, 2006;
cit. en Ong et al., 2019).

Dado el patrón generalizado de rigidez que subyace al perfeccionismo clínico, en particular


con respecto a las normas y los estándares excesivamente elevados, el aumento de la
flexibilidad psicológica puede ayudarnos a responder a las experiencias internas de manera
más eficaz, que nos lleve a volver a participar en actividades valiosas, significativas. Por
ejemplo, cuando surge el pensamiento: “No soy lo suficientemente buena”, la respuesta
flexible implicaría ver el pensamiento como lo que es, sólo un pensamiento, y poner en
cuarentena su veracidad, eligiendo actuar de forma coherente con nuestros valores del
momento, independientemente de las experiencias internas que puedan acompañar al
comportamiento elegido.

La flexibilidad psicológica es objeto explícito de la terapia de aceptación y compromiso


(ACT), un enfoque cognitivo-conductual enraizado en la ciencia del comportamiento
contextual. Su objetivo general es promover una mayor calidad de vida mediante la
creación de un contexto que permita entrenar formas más flexibles de relacionarnos con
nuestras experiencias internas, independientemente de su forma y frecuencia. Así pues, la
teoría que subyace a la ACT hipotetiza que los cambios en los resultados relevantes se
explican o están mediados por cambios en la flexibilidad psicológica. La evidencia
empírica apoya esta hipótesis para las condiciones relacionadas con el perfeccionismo
clínico, incluida la ansiedad, la depresión y el trastorno obsesivo-compulsivo y otras más
(OCD; Forman, Herbert, Moitra, Yeomans, y Geller, 2007; Twohig, Plumb Vilardaga,
Levin, y Hayes, 2015; cit. en Ong et al., 2019).

Autocrítica Vs autocompasión

Otro proceso particularmente pertinente para el abordaje del perfeccionismo clínico es la


autocompasión, es decir, tratarnos con bondad y sin prejuicios ante experiencias difíciles y
reconocer este sufrimiento como parte de nuestra “experiencia humana” (Barnard y Curry,
2011; Neff, Kirkpatrick, y Rude, 2007; cit. en Ong et al, 2019).

Además, la investigación arroja que la autocompasión correlaciona negativamente con


patrones de autoevaluación poco útiles, con la experiencia de angustia debido a las
discrepancias entre el rendimiento y las normas personales (o el perfeccionismo
inadaptado), así como con los comportamientos de evitación rígidos (Neff, 2003), lo que
sugiere que los déficits en la autocompasión pueden estar relacionados con el
perfeccionismo clínico.
Se ha descubierto que la autocrítica —la inversa de la autocompasión— media en la
relación entre el perfeccionismo no saludable y la angustia (James, Verplanken y Rimes,
2015), lo que implica que la autocrítica es un proceso potencial que mantiene el
perfeccionismo. Para apoyar más estos resultados, se ha descubierto que la autocompasión
debilita la relación entre el perfeccionismo inadaptado y la depresión (Ferrari, Yap, Scott,
Einstein, y Ciarrochi, 2018), lo que podría indicar su utilidad como objetivo de tratamiento
en el perfeccionismo clínico.

La autocompasión puede considerarse un antídoto contra la autocrítica impasible,


fundamental en el perfeccionismo, y la evidencia científica sugiere que ACT puede ser
utilizada para aumentar la autocompasión, fomentando la observación sin juicios de valor
de los pensamientos autocríticos, la autoempatía mediante el fortalecimiento de la toma de
perspectiva y la autoaceptación (Yadavaia et al., 2014, cit. en Ong et al, 2019).

Cerrando

El perfeccionismo clínico es visto como un factor transdiagnóstico para muchísimas


problemáticas y, paradójicamente, es reforzado continuamente por nuestra sociedad. Basta
ver la tendencia a conseguir estándares elevados en distintas áreas de nuestra vida, con
poco margen para la tolerancia al malestar y al fracaso. Ejemplos de esto lo vemos en
múltiples redes sociales y apps diseñadas para “mejorar” nuestra imagen en distintas
formas, conseguir resultados milagrosos y fáciles en distintas áreas de nuestra vida,
incluidas las relaciones de pareja (si no cuadramos con alguien, oye, sigamos con el menú),
si no te gusta algo de tu cuerpo, ya sabes, multitud de opciones, y un largo etcétera.

Las terapias contextuales en cualquier de sus formas, no solo la ACT, nos ofrecen
alternativas muy potentes y basadas en la evidencia para redireccionarnos a una vida
significativa, y de una forma más estable y flexible, trabajando en lo que realmente es
importante para nosotres a un nivel más trascendental si se quiere (aquí las metas nos
ayudan, claro, pero no nos definen), ayudándonos a aceptar el malestar inherente a estar
vivos/as, a cultivar tremendamente la autocompasión, y a desarrollar comportamientos
flexibles y eficaces que nos acerquen a esa persona que queremos ser.

Referencias bibliográficas:

Amores Hernández, A. (2017). Perfeccionismo, miedo al fracaso y síntomas depresivos.


Repositorio Universidad Pontificia de Comillas. Recuperado
de https://repositorio.comillas.edu/jspui/bitstream/11531/23179/1/TFM000700.pdf
Ferrari, M., Yap, K., Scott, N., Einstein, D. A., y Ciarrochi, J. (2018). Self-compassion
moderates the perfectionism and depression link in both adolescence and adulthood. PloS
one, 13(2), e0192022.

Fursland, A., Raykos, B., y Steele, A. (2009). Perfectionism in Perspective. Perth, Western


Australia: Centre for Clinical Interventions.

James, K., Verplanken, B., y Rimes, K. A. (2015). Self-criticism as a mediator in the


relationship between unhealthy perfectionism and distress. Personality and Individual
Differences, 79, 123-128.

Neff, K. D. (2003). The development and validation of a scale to measure self-


compassion. Self and identity, 2(3), 223-250.

Ong, C. W., Barney, J. L., Barrett, T. S., Lee, E. B., Levin, M. E., y Twohig, M. P. (2019).
The role of psychological inflexibility and self-compassion in acceptance and commitment
therapy for clinical perfectionism. Journal of Contextual Behavioral Science, 13, 7-16.

Shafran, R., Cooper, Z. y Fairburn, C. G. (2002) Clinical perfectionism: A cognitive-


behavioural analysis. Behaviour Research and Therapy, 40, 773-791.

https://www.psyciencia.com/perfeccionismo-terapias-contextuales/

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