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Jurisprudencia
7-05-2020
Caso 7: Dividendos
La Sociedad X es una sociedad constituida en el País X.
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Existe una red de tratados fiscales entre los EUA, País X y País Y, todos se basan en el
Modelo de la OCDE. Ninguno de los países tiene un tratado fiscal con el País Z.
Es de esta manera, y aludiendo a criterios prácticos, que se debe entender esta noción como las
utilidades que se perciben por la realización de cualquier actividad social (en este caso la
realizada por los intervinientes aludidos en el cuadro encontrado en el planteamiento del
ejercicio).
Así, y para explicar con complementariedad, el comentario 15 sobre el artículo 10 sobre este
Convenio Internacional dispone que:
COMENTARIO 15 SOBRE EL ARTÍCULO 10: En la letra a) del apartado 2 el
término “capital” se utiliza a propósito del tratamiento fiscal de los dividendos, es decir,
de las distribuciones de beneficios hechas a los accionistas. El uso de dicho término en
este contexto exige que el mismo sea empleado en el sentido utilizado a efectos de las
distribuciones al accionista (en este caso, la sociedad matriz), a los efectos de la letra a.
(Subrayado por fuera del texto).
Con ello se concluye que será entendido el capital con el sentir alusivo a las distribuciones de
los accionistas. En este caso, y conforme con lo presentado, se entiende que el capital a
distribuir por concepto de utilidades es de $10.000, cifra que debe ser repartida por concepto
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de una porción accionaria, de la cual la sociedad Cayman Island posee 2.000; ABC Nominees
Ltd. posee 5.000; y los otros tres intervinientes poseen 1.000, cada uno.
El problema que se ocasiona y el relevante para la solución de esta controversia es plasmar que
los intervinientes merecedores de estas acciones son residentes de Estados diferentes, motivo
por el cual es un factor a analizar, debido a que el Apartado 1 del Artículo 10, dispone que no
sólo el país de la residencia de los beneficiarios puede gravar los dividendos obtenidos por sus
residentes, sino que también el Estado de residencia de la sociedad también podrá gravar dichos
dividendos.
a) 5 por 100 del importe bruto de los dividendos si el beneficiario efectivo es una
sociedad (excluidas las sociedades de personas – partnerships –) que posea
directamente al menos el 25 por 100 del capital de la sociedad que paga los dividendos;
b) 15 por 100 del importe bruto de los dividendos en los demás casos. Las autoridades
competentes de los Estados contratantes establecerán de mutuo acuerdo las
modalidades de aplicación de estos límites. Este apartado no afecta a la imposición de
la sociedad respecto de los beneficios con cargo a los cuales se pagan los dividendos.
(Subrayado por fuera del texto).
Es esta la abstracción legal que dispone la solución para la controversia ocasionada, ya que se
pone de presente qué ocurre con los dividendos de uno de los intervinientes si éste reside en
otro Estado contratante diferente a donde se desarrolla la operación.
Es de utilidad esta argumentación, debido a que como se plasmó en párrafos anteriores, no
todos los intervinientes poseen la misma cantidad de acciones dentro de la operación que se
desarrolló. Es sustento suficiente para que el literal A y B de este apartado establezcan reglas
ante esta eventualidad. Halla fuerza normativa la explicación que dan los expertos en los
comentarios de este Convenio, toda vez que el comentario 9 dispone que:
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Es en ese sentir como se le reconoce al Estado de la fuente el poder tributario de reservarse
ciertas percepciones, lo que secuencialmente tiene mucho sentido, pero aun así se le establece
un límite, materializado en 15%, lo que se sustenta con el literal b del apartado 2 del artículo
10 ya referenciado previamente. Soportando la premisa con la que se inicia este párrafo se
percibe que “el Estado de la fuente no está obligado a renunciar a su derecho a percibir un
impuesto sobre unos dividendos por el mero hecho de que dichos ingresos hayan pasado
inmediatamente a manos de un residente de un país con el que el Estado de la fuente tiene
suscrito un convenio” (Comentario 12 sobre el Artículo 10).
A pesar de precisarse la regla totalizadora de que el límite de retención es del 15%, se entiende
que este concepto puede ser conciliado por las partes (pertenecientes a diferentes Estados) y
poder convenir tasas inferiores, pero nunca mayores del 15%, como sustento de ello el
comentario 13 sobre el artículo 10 plasma que:
COMENTARIO 13 ARTÍCULO 10: Las tasas que fija el artículo para el impuesto en
el Estado de la fuente son tasas máximas. Los Estados pueden convenir en las
negociaciones bilaterales tasas inferiores e incluso la imposición exclusiva en el Estado
de residencia del beneficiario. La reducción de las tasas prevista en el apartado 2 se
refiere únicamente a la imposición de los dividendos y no a la imposición de los
beneficios de la sociedad que paga los dividendos. (Subrayado por fuera del texto).
Entonces, bien sabemos que el Artículo 10 no establece el derecho exclusivo de gravar los
dividendos en el Estado de residencia del beneficiario, debido a que, el Estado de residencia de
la sociedad también podrá retener renta de los dividendos. Por lo que, en el caso en estudio, el
Estado X podrá gravar los dividendos que se repartirán en los 5 beneficiarios de estos. Por lo
tanto, es menester observar cuánto puede retener el Estado X, respecto a los 5 beneficiarios:
1. Respecto a los 10 beneficiarios residentes en el País X: según el caso, el Estado X
tiene una legislación en la cual se retiene en impuestos el 25% de dividendos pagados
a residentes.
Siendo 1.000 el valor de los dividendos a repartir, entonces el Estado X retendrá 250,
ya que esta cifra corresponde al 25% de los dividendos.
2. Respecto a los 10 beneficiarios del Estado Y: en esta situación, evidenciamos que el
Estado X sí podrá gravar a los residentes del Estado Y, tal lo dispone el Apartado 2 del
Artículo 10 del Convenio de la OCDE. Pero, según la legislación interna del país X,
este gravará el 20% de los dividendos pagados a los no residentes, cosa que el mismo
Artículo prohíbe, ya que el Estado X no podrá exceder su impuesto del 15% de los
dividendos a repartir.
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En este caso, el Estado X deberá de bajar su retención de impuestos a un 15%, que
según el Comentario 9 del Artículo 10, es la tasa máxima razonable. Entonces, ya
hablando en cifras, como lo repartido en el país Y corresponde a 1.000, el Estado X
podrá retener 150.
Hablando en cifras, el valor que se podrá retener por apreciación del Estado X
corresponderá al 15% conforme con lo expuesto previamente. Esta cifra numéricamente
será de 300.
5. Respecto al residente del País Z: ahora, aquí se presenta un problema, debido a que
el Estado Z no es un Estado parte de la OCDE, por lo tanto, no tendrá que someterse al
gravamen de dividendos expuestos en el Artículo 10. Lo que quiere decir que el 15%
no será el porcentaje que pueda gravar el país X sobre el país Z, ya que el país X no
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tiene un límite impuesto por un Tratado Internacional, cosa que habilita al país X de
gravar el 20% de los dividendos que está contemplado en su legislación interna.
Esta cifra corresponde a 200 de los 1000 percibidos por dividendos. Acción que podría
coaccionar el Estado X.
Es con todo lo expuesto hasta este punto, que dando respuesta al requerimiento planteado por
el Estado X, que se concluye que para las sociedades que tienen su Residencia en un Estado
diferente al de la fuente no se podría cobrar o retener tributariamente más del 15% de las
utilidades o dividendos percibidos, esto bajo las nociones internacionales que plantea el
Convenio para la No Doble Imposición de la OCDE.
Caso 8: Intereses
¿Tiene el banco derecho a la tasa de retención del 0% por intereses que se encuentra en
el tratado tributario RU/EUA, aun si el pagador no es un residente del Reino Unido?
¿Sería diferente si la sucursal de Nueva York del banco fuera un EP de un banco japonés
(residente en Japón) y el tratado entre el RU y Japón establece una tasa de impuesto de
10% sobre el pagos de intereses?
¿Cómo se aplican los diversos tratados a los ingresos obtenidos por las distintas
entidades?
Para responder acertadamente las controversias planteadas en esta relación comercial es que se
debe tener en cuenta y en consideración las ideas plasmadas en el artículo 11, relativo a “los
intereses”.
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Con sustento en el referido apartado del artículo 11, evidenciamos una directriz general en la
cual se expresa que los intereses podrán ser gravados cuando el deudor sea residente de ese
Estado, pero en el caso en estudio esto no sucede, debido a que el deudor es residente japonés
y el acreedor es residente norteamericano. Sin embargo, el Apartado 5 establece una excepción
a esa directriz general, y es cuando ese deudor es residente de un país contratante o no
contratante, pero, ejerce ese prestamos por medio de un Establecimiento Permanente, en ese
caso los intereses se entenderán que provienen del Estado Contratante en el que esté situado
aquel Establecimiento Permanente.
Por lo tanto, en el presente caso, una sociedad japonesa adquiere un préstamo con un banco
norteamericano por medio de un Establecimiento Permanente situado en el Reino Unido.
Entonces, al ser realizado el préstamo por medio de un Establecimiento Permanente ubicado
en el Reino Unido, se entenderá que los intereses provienen del Reino Unido y no de Japón.
No obstante, el comentario 26 del Artículo 11 impone una condición al respecto:
De lo anterior, evidenciamos que para que los intereses se consideren provenientes del Estado
donde está ubicado el Establecimiento Permanente, se necesita que ese Establecimiento
Permanente soporte con la carga de los intereses, sino, será el lugar en donde resida el
propietario del Establecimiento Permanente, al ser este el deudor. Lo que quiere decir, que el
Establecimiento Permanente del Reino Unido, deberá responder por esos intereses, sino,
sopena que no se considere el Reino Unido como el Estado fuente de los intereses.
Ahora, respecto del Tratado entre el RU y EUA, en este se impone una tasa de retención del
0%, sobre los intereses, cosa que sería beneficiosa para el Establecimiento Permanente y para
el Banco, debido a que no la retención de los intereses sería nula. Con lo expuesto, el Banco sí
tendría derecho a aplicar ese tratado, puesto a que se entiende, que los intereses provienen del
Reino Unido y no de Japón.
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Como soporte de ello, el comentario 7 del Apartado 2 de este artículo plasma que:
Para la tercera pregunta, consistente en determinar la aplicación de los tratados en los ingresos
obtenidos por las distintas entidades, vale resaltar las aseveraciones mencionadas previamente.
En ese sentido, se entiende que la aplicabilidad de estas obligaciones concertadas
internacionalmente propende por un buen desarrollo de las prácticas financieras que tengan un
ámbito internacional.
Dentro de ellas, es plausible con facilidad determinar que se establece un tope máximo al
momento del cobro de los rubros por apreciaciones de los intereses, además de precisar la regla
general a esta práctica jurídica entendiéndose los beneficios de la excepción que enlista el
Convenio Internacional de la OCDE. Es de esta manera como los expertos comentan sobre esta
situación manifestando que:
Y viene siendo esa la motivación por parte de este grupo de expertos para condensar en este
Instrumento Internacional Tributario estas nociones para evitar la doble imposición tributaria
y la garantía de los derechos y garantías por parte de los contribuyentes que se vean inmersos
en situaciones de carácter internacional, esto se evidencia en el Apartado 2 de Artículo 11, ya
que se reserva el derecho a gravar los intereses al Estado de donde proceden estos.