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Adictos A Lo Barato
Adictos A Lo Barato
Los excesivos costos de nuestra casi patológica obsesión por precios cada vez más bajos.
A nivel
empresarial una estrategia de precios bajos es un arma de doble filo. Por una parte quienes
triunfan son los que más logran bajar sus costos.
En una posición muy crítica, Ellen Ruppel Shell opina que si en los tiempos de los romanos
al pueblo se le distraía con panem et circenses, "el circo en nuestros tiempos son los precios
bajos". Para esta autora no es muy distinta la explotación de la mano de obra china, a lo que
sucede con la clase media norteamericana, o en América Latina. En una cita del libro el
reconocido historiador Christopher Lasch alguna vez escribió "el cansado trabajador, en
vez de intentar cambiar las condiciones de su trabajo, busca refugio y felicidad adquiriendo
nuevos bienes y servicios". Es decir, el argumento central de Ellen Ruppel Shell es que
como ciudadanos deploramos el deterioro que conlleva una búsqueda malsana por precios
bajos. Pero cuando compramos, siendo consumidores, frente a tal gangazo, lo pasamos por
alto.
El premio Nobel en economía, George Akerlof, suele plantear un ejercicio hipotético para
tratar de entender deficiencias en los mercados. Suponga que dos proveedores de leche
están compitiendo por un cliente, pero uno de ellos rinde su leche con agua. Tarde o
temprano quien hace bien las cosas no podrá resistir tal competencia desleal. Lo interesante
que plantea Akerlof es que en dichos mercados se puede popularizar tanto la leche aguada
que la gente ya no recordará más cómo sabe la leche normal. Ellen Ruppel Shell plantea
que como consumidores perdemos con lo barato por muchas otras vías, una de las
principales la calidad. ¿Cuánto tiempo dura hoy un televisor comparado con el de décadas
atrás? En opinión de la autora los mercados de hoy están hechos para comprar y desechar.
De hecho, vía precios y promociones, compramos hasta lo que no necesitamos y nunca
vamos a utilizar. En su libro Predictably irrational, el autor Dan Ariely muestra cómo no
nos podemos resistir frente a lo tan barato que supuestamente es "gratis".
En su libro Ellen Ruppel Shell presenta la historia empresarial del comercio desde los
pioneros comerciantes en las primeras décadas del siglo pasado, Frank Woolworth o John
Wanamaker, pasando por Sears, Walton, hasta los mega outlets modernos. En parte, ella
explica un excesivo poder del comercio frente a la producción como uno de los detonantes
de un mundo adicto a lo barato. Sin embargo, siendo el comercio un negocio de flujo de
efectivo que requiere commodities de alta rotación, Ruppel Shell opina que la gente ha
perdido en variedad. Por otra parte, ella muestra cifras de que aunque ciertos precios han
caído, como la comida, los electrodomésticos y la ropa; "esenciales" como la vivienda, la
educación y, en el caso norteamericano principalmente la salud, han crecido a la
estratosfera. "Hace muchas décadas no pasaba que las nuevas generaciones fueran a tener
menor capacidad de ingreso que sus padres", argumenta la autora.
Los economistas contemporáneos se remontan a David Ricardo para explicar las ventajas
del comercio internacional. Gregory Mankiw, asesor de la administración Bush, defendía la
posición tradicional "de que si es más barato producir algo afuera no tiene sentido hacerlo
adentro". Claro y simple en lo que los economistas llaman un "mercado perfecto": infinidad
de compradores y vendedores logran precios cada vez más competitivos. Pero Ellen Ruppel
Shell nos hace reflexionar sobre lo que ella llama "un sistema global de explotación
compartida". El economista austriaco Joseph Schumpeter hizo famoso el término
"destrucción creativa". Pero, ¿tal vez existan límites para este proceso? En una cita del
libro, el economista de Harvard Robert Lawrence dice "cuando los precios son demasiado
bajos, la innovación es casi imposible".
A nivel empresarial una estrategia de precios bajos es un arma de doble filo. Por una parte
quienes triunfan son los que más logran bajar sus costos. Esto implica acumulación de
capital en gigantes creando trabas inmensas al emprendimiento. Otras empresas tratando de
competir en precios, disminuyen sus márgenes al máximo y las deudas terminan por
sacarlas del mercado.
Ruppel Shell quiere dejarnos valiosos mensajes. Como consumidores tenemos que ser más
responsables con nuestros hábitos. Son los consumidores, todos nosotros quienes
empoderamos al comercio y la industria, y esta no es una responsabilidad para pasar por
alto. Y, desde el punto de vista empresarial, existen muchas empresas que defienden sus
márgenes y aquello que los hace únicos en el mercado. Competir en precios siempre será
una realidad, pero no lo hacen a punta del bienestar de su gente.