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Género y conflicto armado. El quehacer del trabajo social en los contextos locales: en la
búsqueda de una intervención triangular………………………………………………….. 50
El cuerpo de la mujer como campo de lucha para la guerra; el caso paramilitar. Acciones
desde el trabajo social…………………………………………………………………….. 71
El papel del departamento de trabajo social en la historia de los estudios de mujer y géneros
en la Universidad Nacional de Colombia – sede Bogotá………………………………... 102
Colombia como oleo diverso de culturas, saberes, razas, etnias y creencias. Hoy por hoy
diverso en géneros y sexualidades; una diversidad que se define y redefine la sociedad
desde las bases que le constituye y se resiste en parte por la hegemonía patriarcal inmerso
en un contexto histórico de conflicto social, político, económico y/o armado que desconoce,
rechaza, estigmatiza y agrede lo distinto generando una ruptura del tejido y las dinámicas
sociales. Por tal razón, Trabajo Social asume retos desde la investigación y la actuación
profesional en escenarios y fenómenos sociales emergentes, buscando visibilizar, reconocer
y reivindicar a las y los sujetos desde dinámicas globales en contextos locales. De esta
manera, se hace necesario apostarle a una mirada diferente, que no equivale a desigualdad,
respecto a hechos inherentes al quehacer profesional. Por lo tanto, espertinente evaluar la
acción ético-política de la profesión, para así apuntar a una visión del Trabajo Social, una
visión que incluya una participación horizontal con los actores sociales comprendidos como
seres humanos que exigen un reconocimiento y el cumplimiento de sus derechos. En este
sentido, género y diversidad sexual es un eje central en la reflexión del trabajo social, ya
que cuestiona maneras de pensar y proceder muy arraigadas en el accionar, pero que
demandan renovación, debate, propuestas fundamentadas propias de la profesión.
Partiendo de reconocer que la perspectiva de género debe ser integrada como fundamental
en el quehacer del Trabajo Social, es necesario y oportuno realizar un análisis frente a las
bases epistemológicas, teóricas y metodológicas que son pertinentes para el planteamiento
de una intervención que no esté sujeta a una única postura y que al contrario, el género
como construcción socio-cultural pueda ser abordada de una forma holística.
Por otra parte, el ejercicio profesional requiere ser proyectado al planteamiento de posturas
y fundamentación propios de trabajo social que generen mayor claridad frente a las
dinámicas de género que se presentan en la sociedad
DIVERSIDAD SEXUAL.
Así mismo, interpretar dinámicas y escenarios sociales que subyacen en el interior de las
relaciones configuradas en el género. Ligado a esto, es necesario abarcar las diferentes
representaciones sociales dentro del marco de la diversidad sexual, puesto que es pertinente
tener una mirada crítica que conlleve a la participación de los actores que inciden
diariamente en esta.
Partiendo de los principios de equidad, respeto y cooperación entre los diferentes miembros
de la sociedad es fundamental reconocer y plantearse tanto el quehacer del trabajador social
en distintos contextos, como su aporte y apuesta hacia la conformación y consolidación de
la acción política, por la vía del derecho basada en un proyecto ético-político que tenga en
cuenta la perspectiva de género desde el proceso de formulación hasta su implementación.
Esto con el fin de alcanzar un accionar político que logre ser más inclusivo y que reconozca
y tenga en cuenta las diferentes voces que reclaman por la visibilización de sus propias
concepciones e identidades referentes al género, permitiéndoles la participación activa,
plausible y acorde a diferentes espacios de la realidad.
Del mismo modo este eje temático busca abrir paso a diferentes alternativas de acción
política que hagan manifiesta la reivindicación, exigencia y reconocimiento de los derechos
desde formas antihegemónicas y creativas que transversalicen al ser humano (corporalidad,
roles, demostraciones artísticas, etc.).
En este sentido, la perspectiva de género se debe mirar como una construcción social y
cultural que se configura en la relación con los sujetos, teniendo en cuenta que cada
contexto presenta unas particularidades y problemáticas complejas, donde se hace necesario
analizar, comprender y reflexionar la concepción de género dentro de un ámbito
multicultural. Así mismo, cabe reconocer que con el devenir del tiempo, el impacto de la
globalización y la crisis de la modernidad han conllevado a repensar, teorizar y reflexionar
sobre las formas de intervención del Trabajo Social.
Por lo anterior, el Trabajo Social como disciplina debe abordar las perspectivas en género a
partir del análisis y propuestas de intervención, pensadas desde un enfoque multicultural
con relación al quehacer profesional. Por lo tanto, es importante que las y los trabajadoras
(es) sociales tengan en cuenta los diferentes actores inmersos en un contexto social diverso.
TRABAJO SOCIAL.
Sub-eje 5: Trabajo Social y género en el marco del conflicto social, económico, político
y /o armado en Colombia.
Resumen
La presente ponencia parte de una breve contextualización de lo que han sido las luchas de
las mujeres y de los movimientos feministas desde su nacimiento, reivindicaciones y
logros. Luego se hace una problematización de los imaginarios culturales de la
construcción de ser hombre y ser mujer en la sociedad actual. Se aborda el feminicidio
como síntoma de una sociedad mal concebida que combate con violencia todo intento de
oposición al orden establecido.
Introducción
El movimiento social feminista tiene sus raíces en las contradicciones sociales que se
derivan de relaciones desiguales entre hombres y mujeres, en un mundo donde las mujeres
deben “conquistar sus derechos” mientras que los hombres nacen con ellos. Esta inequidad,
donde unos son considerados más importantes que otras, se soporta en distintas razones y
excusas para justificar el trato diferencial; una de ellas y quizás la más difícil de erradicar es
la diferencia biológica, que da cuenta de una supuesta inferioridad a nivel hormonal,
muscular e incluso cerebral, de las mujeres frente a los hombres. Al no ser consideradas
iguales no hay un trato respetuoso y esto se materializa en formas simbólicas y físicas de
violencia debido a la autoridad que los primeros sienten que tienen, sobre las segundas.
La Revolución Francesa trae consigo las consignas de libertad, igualdad y fraternidad para
los varones no para las mujeres, pues ellas siguen siendo subordinadas, sin presencia ni
injerencia en las decisiones, sin voz ni voto, invisibles. De manera contestataria a la
Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano en Francia en 1789, Olympe de
Gouges una ciudadana francesa, redacta la Declaración de los derechos de la mujer y la
ciudadana en 1791, sin embargo, no es aprobada en la Asamblea General y como castigo es
guillotinada (Nash, 2012). Siguiendo esta misma línea en 1792 Mary Wollstonecraft
escribe Vindicación de los derechos de la mujer, pues está convencida de que mujeres y
hombres son iguales en inteligencia y capacidad de razonamiento, pero que los procesos de
educación y socialización son distintos y ahí radica la diferencia (Fuster, 2007). Estos
planteamientos siguen estando vigentes y serán visibilizados en la contemporaneidad con la
categoría género propuesta más de un siglo después por feministas académicas.
Este camino, trazado desde acciones afirmativas como las anteriormente descritas,
demuestran la búsqueda de las mujeres para ser escuchadas y reconocidas como seres
humanos iguales en derechos a los hombres, lo que manifiesta su deseo de libertad para
actuar, pensar, hablar y ser sin la tutela del varón, ellas anhelaban autonomía sobre sus
vidas, reconocimiento y visibilización; esta época representa el feminismo de la primera
ola.
La mujer pasa a tener presencia en el ámbito laboral y educativo por lo que representa una
parte importante de la fuerza de trabajo, sin embargo, en lo doméstico sigue estando en
función de unos roles que la determinan en su deber ser. Es así como hacia los años 60 y 70
surgen inquietudes que apuntaban a la búsqueda de nuevos ideales de construcción de
sujetos y el movimiento de mujeres no estuvo ajeno a esta influencia. Por esta misma época
se emprenden unos esfuerzos desde el feminismo académico por comprender y separar el
determinismo biológico de las construcciones socio-culturales. Este tiempo representa la
tercera ola o el feminismo contemporáneo.
Para hablar de cultura patriarcal se debe mencionar, en primer lugar, qué se entiende por
cultura desde las vivencias, las experiencias y los saberes previos de las autoras, así pues, la
cultura es entendida como una construcción social de saberes y cosmovisiones que
constituyen un modo de vivir y hacer las cosas, comprende los pensamientos, las
actuaciones, las tradiciones, las preferencias, la alimentación, la forma de relacionarse con
el otro y la otra y la forma de resolución de los conflictos, entre muchos otros aspectos.
Este componente cultural ejerce sobre hombres y mujeres una presión casi imperceptible
que se inserta en el modo en que se ve el mundo, sin embargo, de manera histórica la
sociedad ha percibido, por diversos motivos y de forma sistemática, que los hombres tienen
más valor o relevancia social, política y económica que las mujeres, debido a esto las
diferencias se traducen en desigualdad.
La cultura, es construida por los actores que viven en ella, en ese sentido, puede ser
desconstruida y reconstruida, y es Trabajo Social una de las profesiones que más injerencia
puede tener en esta reconstrucción, pues finalmente lo que se busca es tener incidencia en
las comunidades, generar procesos de concientización, organización y movilización.
El elemento cultural está presente en el día a día, en el olor de los cauces de Santa Elena, en
el desconsuelo que sienten los Colombianos un lunes en la mañana y en la alegría de los
viernes en la tarde, en el calor de las calles de Medellín, en el abrumador bochorno que se
siente al subir al metro, en la pasión desbordada de los hinchas cuando juega su equipo, en
la cosmovisión de una universitaria o en el momento en que una hija, una madre o una
hermana deja sus quehaceres escolares o laborales para servir a su padre mientras él
sostiene el control remoto del televisor.
Así pues, este componente cultural asigna lugar a hombres y mujeres basados en la
diferencia sexual. Esta situación no pasa desapercibida para las mujeres, quienes levantan la
voz para expresar su desacuerdo, no con la diferencia, sino con la interpretación que se
hace de ésa diferencia, en la cual ellas llevan la peor parte siendo destinadas al ámbito
privado, en algunas ocasiones siendo despojadas de su subjetividad y capacidad de decisión
sobre su vida y sobre sus cuerpos.
Debido a esto, se emprenden entonces, unos esfuerzos desde el feminismo académico por
comprender y separar el determinismo biológico de las construcciones socio-culturales, es
así como en los años setenta se impulsa la categoría género para diferenciar las relaciones
biológicas y sociales, es decir, el género es diferente al sexo.
Joan Scott afirma que “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales
basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de
relaciones significantes de poder” (Lamas, S/A). El género entonces, da cuenta de los
atributos otorgados a los individuos por la diferencia anatómica como una forma de
organización, el género alude a la dimensión socio-cultural, lo que pone en escena la
relación entre subjetividad y cultura.
En ese orden de ideas y en razón de que el género pone distancia entre lo anatómico e
identitario, es importante dejar de lado las verdades absolutas que promulgan la separación
del mundo en términos de binarismo y contraposición, dando espacios a nuevas
resignificaciones y reconstrucciones de los conceptos.
Estas exclusiones son marcadas por una cultura patriarcal hegemónica. Según el diccionario
de la RAE, patriarca es una "persona que por su edad y sabiduría ejerce autoridad en una
familia o en una colectividad". Sin embargo, aun cuando en el diccionario se conceptualiza
como persona, se especifica que es una palabra masculina, por lo tanto, la persona siempre
será un hombre. La concepción patriarcal está inmersa en la familia y en la sociedad y
presenta una idea de otredad donde "la otra" no tiene la capacidad de ser y adquiere la
dimensión de propiedad que necesita estar bajo tutela de un varón, llámese padre, hermano
o esposo, para existir y subsistir.
Lo anterior trae como consecuencia que las mujeres sean consideradas seres de segunda
categoría, frágiles, sensibles, débiles, que deben ganarse su lugar. Estas condiciones las
deshumanizan, es decir, les quita valor y las convierte en un instrumento, un objeto que se
rechaza y se agrede, dicha agresión se dirige no solo a la mujer sino a todo lo que
represente lo femenino.
Ubicándolo en la cultura antioqueña, vale decir, una cultura de línea patriarcal, machista,
conservadora y donde predominan los estereotipos de la mujer delgada, blanca y
voluptuosa, construida al imaginario de los más media, convertida en un ideal sexual y
estético, un adorno, un objeto para el disfrute de los hombres, las violencias adquieren unos
matices particulares, debido a que la ciudad de Medellín tiene unas condiciones que hacen a
las mujeres proclives a discriminaciones, por ser el centro de la moda del país, donde se
celebran dos importantes ferias a nivel internacional Colombiatex y Colombiamoda, donde
se instituye una cultura del modelaje que sensibiliza a las mujeres a estar más preocupadas
sobre su apariencia y su cuerpo, esto se une a otras lógicas de turismo sexual que denotan la
objetivación del cuerpo e imagen de las mujeres. Dicha objetivación de la mujer concluye
en las violencias expresadas al interior de las familias: violencia simbólica, violencia sexual
y psicológica, entre muchas otras formas sutiles y directas o irreversibles, como los
feminicidios.
"El día que la mujer pueda amar con su fuerza y no con su debilidad,
No para huir de sí misma sino para encontrarse,
No para renunciar sino para afirmarse...
Entonces el amor será una fuente de vida y no un mortal peligro"
Simone de Beauvoir
Russell y Radford (2006) lo definen como el asesinato misógino de mujeres por parte de los
hombres, una forma de violencia sexual, comprendiendo ésta como todo "acto físico,
visual, verbal o sexual, experimentado por una mujer o una niña, al mismo tiempo o
después de una amenaza, invasión o asalto que tenga como efecto herirla o degradarla y que
le quite su posibilidad de controlar el contacto íntimo".
De acuerdo a lo anterior, se deduce que el asesinato de una mujer en manos de su pareja o
expareja es un feminicidio, porque subyace en el hecho la concepción de propiedad que
asume un hombre sobre la mujer cuando se trata de relaciones; la violación y posterior
homicidio de una mujer en la calle o en su casa calificaría como un feminicidio porque se
puede leer la intención sexual en el acto; los ataques con ácido a mujeres representan
violencia feminicida, que lo que busca es degradar y dañar física y psicológicamente a las
personas, fenómeno que se presenta en su mayoría con las mujeres como víctimas; el
suicidio de una mujer a causa del abuso de su pareja se ubica también como feminicidio
porque representa coacción en su decisión.
Hay otras interpretaciones de la problemática como la que ofrece Julia Monárrez. Ella habla
de feminicidio sexual sistémico y lo define como:
Otro aporte, lo hace Rita Laura Segato (2004) quien califica los feminicidios como
crímenes de Segundo Estado, que consisten en aquellos crímenes que suceden en el ámbito
de territorios controlados por colectivos, corporaciones o grupos armados que ejercen la
autoridad, proveen seguridad y deciden qué se hace y qué no, como un estado paralelo. Este
ejemplo parece calzar con el caso de Colombia donde hay un conflicto armado interno que
en más de medio siglo de guerra ha direccionado sus acciones violentas en territorios
rurales y urbanos donde la victimización de las mujeres se da de manera particular dado
que la mayoría de ellas no forma parte del conflicto. Además, según los Informes Forenses
de 2012 y 2013, el mecanismo de muerte más común en las mujeres es por arma de fuego,
lo que demuestra que en el contexto nacional quienes tienen acceso a armas se convierten
en feminicidas potenciales, que aprovechan dicha ventaja para ejercer violencia o someter a
las mujeres aplicando los métodos aprendidos en la lógica de la confrontación armada.
En el ámbito local, la comisión primera del Consejo de Seguridad Pública para las Mujeres
de la Secretaría de las Mujeres de Medellín, retoma la definición de la Federación
Internacional de Derechos Humanos, la cual plantea que feminicidios son “los homicidios
de las mujeres por su condición de género, que pueden suceder en cualquier espacio,
público o privado, en los cuales había existido algún tipo de relación entre víctima y
victimario, o bien se traten de crímenes seriales o con otras modalidades delictivas
relacionadas con el crimen organizado” (Andrade, 2014). Es evidente que la definición
asumida por la administración municipal ignora la responsabilidad del Estado y sus
instituciones en las muertes de las mujeres y las sitúa únicamente en el plano de los
homicidios, reduciendo la amplitud del fenómeno.
El feminicidio es un fenómeno mundial que ha acompañado a todas las épocas y es el
resultado de la violencia ejercida contra la mujer, lo que lleva a preguntarse ¿cuál es la raíz
de este ataque violento? En las cifras de violencia intrafamiliar del Informe Forense la
proporción de víctimas niñas, niños y adolescentes es de 53% para mujeres y 47% para
hombres en 2012 y de 53.42% para mujeres y 46.58% para hombres en 2013; en personas
de la tercera edad sigue el mismo patrón para 2012 53% mujeres y 47% hombres, para
2013 52.57% mujeres y 47.43% hombres; en violencia de pareja para 2012 fueron 88%
para mujeres y 12% para hombres, mientras que en el 2013 fueron de 87.21% para mujeres
y 12.79% para hombres. Los principales motivos para ésta última son la intolerancia y la
celotipia, lo que habla de una violencia de género que tiene que ver con el ejercicio del
poder de los hombres sobre las mujeres.
Para el caso de los feminicidios, según Andrade (2014), no existe aumento en el fenómeno
sino que se evidencia mayor atención al tema, por lo tanto, el concepto sufre cambios a
partir de una revisión constante que amplía su concepción y registro, no es que se maten
más mujeres, sino que se visualizan otros casos de muertes de mujeres que antes no se
consideraban. Es decir, el fenómeno se ha mantenido constante en el tiempo sólo que hasta
ahora se empieza a visualizar y problematizar el asunto.
Según los resultados del Informe de Medicina Legal de 2012 y 2013, los hombres
asesinados son más que las mujeres, sin embargo, para el primer año de las 1.316 muertes
de mujeres hay 138 asesinadas por su pareja o ex pareja, mientras que en el caso de los
hombres fueron 24, es decir, por cada víctima hombre se registraron 6 mujeres; en el
segundo año de las 1.163 mujeres asesinadas 89 fueron efectuadas por su pareja o ex
pareja, en el caso de los hombres fueron 10; además, el lugar en que más asesinan mujeres
es en la calle y la casa, lo que no deja un lugar seguro para ellas; el mecanismo de muerte
más común es por arma de fuego y la muerte por delito sexual muestra una proporción de
12 víctimas para las mujeres y 1 para los hombres en 2012 y 7 para las mujeres y 3 para los
hombres en 2013. El informe de 2013 expone que el 20% de las muertes de las mujeres son
en calidad de venganza y ajuste de cuentas como una estrategia de la delincuencia común y
organizada, asunto que resulta preocupante si se tiene en cuenta la situación de conflicto
armado que presenta el país. Cabe anotar que los sistemas de información en Colombia no
son exactos y que los registros son altos, en algunos casos sobre el 80% (Andrade, 2014) lo
que debe dar una panorámica de la dimensión del fenómeno de la violencia contra las
mujeres.
El asesinato selectivo de mujeres pone en evidencia la objetivación, eliminación y
deshumanización hacia ellas, que de no detenerse, instaurará el genocidio y naturalizará la
dominación a través de medios violentos a todo aquello que desee salirse del orden
establecido o desee dominarse, lo que se hace impensable en un mundo diverso,
heterogéneo, multicultural y que propende por la protección de los derechos humanos.
El/ La Trabajadora Social debe iniciar por comprender que la cultura no es inmutable, que
su principal característica es que es histórica y, por lo tanto, cambiante. En ese orden de
ideas, frente la emergencia del momento cultural se hace imperativo la promulgación de
leyes como la 1257 de 2008 que apunten a la protección de los derechos de los actores
vulnerados, en este caso las mujeres, pero en muchas ocasiones esta situación se queda en
las letras y en el deber ser, y no trasciende al cumplimiento de la norma.
Tal como lo plantea Segato (2003), la retórica de los derechos debe ser continua, hacer uso
de la publicidad, es decir, hay que ser consecuentes entre la realidad y lo que se propone
desde la normatividad, es incongruente tener una ley que proteja la mujer contra la
violencia doméstica y que este tipo de violencia sea expuesta de manera abierta y de forma
jocosa en telenovelas en horario prime time. Por lo tanto, el proyecto socio-cultural-político
debe tener tal concordancia que pueda llegar a apuntar a un mismo fin.
Trabajo Social como profesión debe intencionar sus intervenciones e incluir en sus
prácticas la perspectiva de género para realizar lecturas de realidades, pero además brindar
elementos a las mujeres que les permita formarse como sujetas críticas y reflexivas y así
consolidar tejido social.
Es por esta razón, que el reto para los y las Trabajadoras Sociales es deslegitimar la
violencia como una forma de relacionarse con el otro y la otra en un comportamiento
continuo de la vida cotidiana. La práctica profesional debe problematizar la violencia
presente en las relaciones familiares, fraternas y amorosas y para lograrlo debe llegar a
aquellas mujeres que desconocen sus derechos y las leyes que las cobijan y protegen. Es
imperativo fomentar una formación ciudadana que apunte a desmitificar los postulados
sobre hombres y mujeres que tanto los limitan, para ello hay que tener en cuenta el trabajo
en red con organizaciones sociales de mujeres que llevan experiencia en este tipo de
escenarios y que desde su fortaleza colectiva crean valor social en las mujeres que llegan a
sus organizaciones. Esto debido a que según información obtenida en la Secretaría de la
Mujer de Medellín, hay leyes pero no se conocen, hay garantías pero no hay confianza, hay
cierto grado de conocimiento pero no hay reflexión, ni conciencia en las mujeres de la
importancia del papel de ellas en la sociedad. En este sentido el reto es pues, llegar
efectivamente a las víctimas potenciales, a aquellas que sufren violencia en todas sus
formas pero que no tienen herramientas que las lleven a hacer valer sus derechos, a detectar
situaciones de riesgo, a aumentar su valor social en términos de sujetas activas, para que se
les posibilite enfrentar las barreras que se les presentan al momento de buscar protección y
amparo y poder intervenir de manera preventiva en el feminicidio.
El reto es propiciar la cualificación de las mujeres para que ellas mismas se constituyan y
defiendan su palabra como seres capaces e independientes, reconociéndolas como sujetas y
facilitando espacios de formación política y feminista donde éstas puedan escucharse,
tomar la palabra y estructurar sus ideas y posturas frente a la realidad que viven a diario.
Las mujeres son seres llenos de capacidades y potencialidades únicas, que no deben
subyugarse ante nadie con el pretexto de edificar su felicidad en aras del amor. Se debe
propender por una concepción del amor que no involucre al otro u otra como propiedad ni
que limite la felicidad propia a la ausencia o presencia de alguien, llenar de sentido esas
construcciones sentimentales y que se basen en la libertad y el cariño auténticos, en donde
el sufrimiento no sea una constante y la violencia sea suprimida de raíz.
Así pues, el llamado que se hace desde la profesión es desnaturalizar y deslegitimar las
violencias contra las mujeres desde intervenciones intencionadas que puedan generar
transformaciones, para ello hay que problematizar lo evidente, enrarecer lo común,
cuestionar lo cotidiano, criticar el orden y escuchar la voz de quienes no la tienen. Para
alcanzarlo se debe empezar por auto-concientizarse de que la sociedad tal cual está
planteada deja por fuera a muchos y muchas y que esos exiliados están a la merced del
discurso dominante que los y las moldea y pre-configura sin tener en cuenta sus deseos.
Todo lo anterior traería como resultado que las mujeres puedan convertirse en sujetas
conscientes de su problemática, que deciden cambiar su entorno y actúen efectivamente
para lograrlo, constituyéndose en ciudadanas demandantes que fuercen al estado a
brindarles salud, educación, seguridad ciudadana y políticas públicas que las protejan y les
garanticen el derecho a tener una vida libre de violencias.
¡Hoy, levantamos nuestras voces para expresar que no existe NADA que justifique la
violencia en contra de las mujeres, que esta violencia nos está matando y que todos y todas
debemos actuar para detenerla!
Bibliografía
Fuster G., F. (2007). Dos propuestas de la Ilustración para la educación de la mujer. En:
Revista de filosofía. N° 50, marzo. Tomado de
http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/fuster50.pdf el 12 de octubre de 2013.
Monárrez, J. (2000). Peritaje sobre feminicidio sexual sistémico en ciudad Juárez. Caso
12.498. "González y otras vs México" Campo Algodonero. Tomado de
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/expedientes/Mon%C3%A1rrez.pdf el 10 de febrero
de 2014.
Sánchez, Olga A (2009). Feminicidios en Colombia ¿será que a las mujeres nos matan
porque nos aman? Medellín: Corporación Vamos Mujer.
Sub-eje 5: Trabajo Social y género en el marco del conflicto social, económico, político
y /o armado en Colombia.
“…Nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal en su persona,
aunque piense y diga diferente”.
Jaime Garzón
Resumen
Para poder comprender la situación en que se encuentran inmersas las mujeres trans, a
continuación se realizará una contextualización de lo que ha sido el conflicto en un país
como Colombia y lo que ha representado para ellas. A posteriori se desarrollará un abordaje
teórico conceptual que permitirá entender mejor desde donde está basada la ponencia; a
partir de él, emergen las reflexiones desde la profesión de Trabajo Social. Continúo a esto,
se realizará una propuesta de investigación-sistematización.2
1
Damary Margarita Ballestas León. Estudiante de décimo semestre de Trabajo Social. Universidad de Cartagena.
2
El presente documento está referido para el año 2014.
Introducción
Ese silencio que viven las mujeres trans en el conflicto armado, está representado en las
pocas denuncias existentes en los centros de atención a víctimas (en Bolívar). En palabras
de Bonder (2005) lo que se vive es el mal de no poder, que coarta, limita y restringe. Se
refleja lo que Preciado (2012), llamaría el miedo tanato político del sistema, que controla
la libertad del ser y del sentir. Es la intriga de estar entre la vida y la muerte, situación que
se agrava al encontrarse en un contexto machista y patriarcal como el que se vivencia en la
región Caribe. La invisibilización se presenta como la categoría principal y con ella, la
vulneración de los derechos humanos, el no reconocimiento, el rechazo y el repudio de la
población civil y el abandono estatal.
“¿Por qué pensamos que la mejor manera de entender la vida y de actuar con la mejor
intención es en términos de formulaciones teóricas que nos suministran los especialistas, y
no de acuerdo con formas cotidianas más prácticas de conocimiento?”
Jhon Shotter
Es esencial para hablar de mujeres trans, entender a lo que se refiere por esta categoría.
Pero es prioritario abordar el génesis del surgimiento de ella, que está inmerso en la
definición de lo que es género y el significado que recibe la sigla LGTBI (Lesbiana, gay,
bisexuales, trans, intersexuales), en la que las mujeres trans se encuentran estratégicamente
ubicadas, como símbolo de inclusión colectiva4. A partir de ello, en la presente ponencia se
3
La sociedad civil organizada y activa se concibe como un grupo de sujetos y sujetas sociales autónomos y dinámicos,
capaces de funcionar libremente, bien informados (as) y competentes que trabajan para ayudar a las sociedades en
conflicto, investigar y monitorear los derechos humanos y tienen como meta modelar las políticas públicas influyendo en
ellas. (Naciones Unidas para los derechos humanos. S.F. Pág. 2).
4
Las siglas LGTBI se han establecido como una forma de auto-identificación y han sido adoptadas por la mayoría de
grupos poblacionales y medios de comunicación en muchos países. No obstante, en ocasiones pueden causar desagrado
por parte de algunas personas de la población que literalmente engloba o acoge, por no sentirse parte de ella o
excluidas en la cifra misma. (Leer mas en: The National Association of Lesbian, Gay, Bisexual and Transgender
Community Centers. 2008).
hará referencia al género como los “estereotipos
o roles sociales, que marcan una condición o
posición adquirida, comportamientos y atributos
apropiados que cada sociedad en particular
construye y asigna a hombres y mujeres”(Caribe
Afirmativo, 2013. P, 138)5. Lo que implica una
denominación social de femenino y masculino
en el ámbito privado y público; teniendo en
cuenta que por ser social se construye en las
esferas tanto micro sociales como macro
sociales. (Chávez. 2006. P, 13). El género, se
convierte en este sentido, en una categoría
asignada por la cultura y en un acto de
interpretación cultural, que se reproduce a través del discurso y de esa forma se mantiene
socialmente. Es un constructo social, no es algo dado y permanente, sino que va
concurriendo y es voluble. Butler (1990) plantea que es una actuación que en ocasiones
puede volverse performativa.6
Se retomará el concepto de lo trans como: “... una personas que se siente, identifica y
construye una identidad de género diferente a la asignada social y culturalmente al nacer,
de acuerdo a las características sexuales de su cuerpo”. (Revista Marineras Fucsia. 2013. P,
13) Esta definición abarca otras categorías, como lo son: transformista, travesti, transexual,
en las que la identidad se expresa, se construye y se siente del género opuesto.7
5
La Corporación Caribe Afirmativo, trabaja por el respeto y reconocimiento de la diversidad sexual y las identidades de
género diversas en el Caribe Colombiano, proponiendo agendas investigativas, sociales, políticas y de movilización en la
región, con miras a generar reflexión y provocar acciones transformadoras que garanticen el respeto y reconocimiento
de los derechos a la diversidad sexual y las identidades de género diversas. (Caribe Afirmativo. 2013)
6
Judith Butler utiliza la palabra performativa para hacer referencia a momento donde el sujeto (a) no es dueño (a) de su
género, y no realiza la performance, es decir lo que más le satisface, sino que se ve obligado a actuar el género en
función de algo normativo e impuesto socialmente, que se promueve, legitima sanciona y excluye. (Butler, 1990).
Nota: La palabra ‘performace’, era una acción artística utilizada en los noventa, donde el (la) artista debía improvisar
mucho.
7
Transformista: “Hombre o mujer que expresa su identidad de manera transitoria a partir de atuendos y actitudes del
otro género, especialmente para espectáculos”. (Cuaderno de políticas públicas No 5, 2013. P. 13)
Travesti: “Hombre o mujer que construye su identidad de manera permanente, con actitudes, atuendos y acciones del
otro género, como un asunto de su vida cotidiana”. (Cuaderno de políticas públicas No 5, 2013. P. 13)
Transexual: “Hombre o mujer que nace con el sexo biológico de un género que no corresponde con su sexo psicológico.
Se siente y se concibe así mismo-a como pertenecientes al género opuesto…” (Cuaderno de políticas públicas No 5, 2013.
P. 13)
última, manteniendo invisibilidad dentro del conflicto armado, demostrado en la poca
aparición que tienen en la historia del país, frente a otras poblaciones.
Colombia es un país azotado por una violencia que nos ha vuelto discriminatorios,
inequitativos, sexistas y racistas en un país multicultural y diverso. Una violencia sin
distintivo que no tiene características específicas, porque ha sido lo suficientemente
creativa para golpear a sus víctimas de diferentes formas. Una violencia, que no deja ver
más que un pensamiento egoísta, en el que creemos que lo que les pasa a los demás está
lejos de mí, y “como no me afecta directamente no lo asumo, no hago propuestas y no
actúo para transformarlo”. Olvidamos que, como lo plantea Shotter (1993) hay situaciones
del mundo externo, pero que no son externas a nosotros (as) como sociedad, y que al no ser
ni tuyas ni mías, construyen una ‘otredad’ que termina siendo nuestra.
Las personas LGTBI han sufrido dentro del conflicto armado, violencia física, psicológica
y emocional. Según el informe ¡Basta ya! (2013. P, 322) existen casos de desplazamiento
forzado, ‘ridiculización’, ‘burla’, sometimiento, discriminación, exclusión y algunos que
aún siguen bajo la manta del silencio.
-Se crea la reforma agraria sin éxito en algunas -Para los años 50’s y 60’s no se registraron
regiones. casos o movimientos referidos a la población
60’s LGTBI.
-1962 Guillermo León Valencia (actual presidente de
Colombia) decide acabar con las llamadas repúblicas
independientes. Embiste a Marquetilla, y este
responde con ataques a pueblos, caserías y veredas.
-Se da una propuesta de paz que para el ministro de -En el 1980 el congreso despenalizó la
guerra de la época Fernando Landazábal, le daba homosexualidad. (Colombia Diversa. Leyes
paso a la revolución comunista, mediante la y normas. S.f)
paralización de la propuesta armada del ejército.
-Las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) -El Congreso estableció en el Código Penal
realizan una negociación fallida. una norma que agrava la pena cuando se
verifique que el delito fue motivado por la
-Llega Álvaro Uribe Vélez a la presidencia con su
orientación sexual de la víctima. (Colombia
propuesta de seguridad democrática.
Diversa. Leyes y normas. S.f).
-Surgen los falsos positivos, que cobran la vida de
personas inocentes.
En Bolívar se han registrado mayor porcentaje de casos de violencia, y las más afectadas
son las mujeres trans. Del 2007 al 2013 se registraron más casos de mujeres trans (después
de los gays) victimas de homicidio (Ver tabla N°2), y los casos con menos víctimas son la
población de lesbianas, hombres trans y bisexuales, lo que de inmediato pone en evidencia
que lo que se percibe con el sentido de a vista se encuentra más vulnerable.
Es manifiesto lo complejo que termina siendo ser mujer en el Caribe Colombiano, por todo
lo que envuelve lo cultural, lo masculino, y ciertos privilegios que se le atribuyen a este
género. Ahora bien, si nacer hembra y ser mujer es de alta complejidad, que se deja para los
que nacen machos y no asumen su “rol de masculinidad” que es una ventaja en un contexto
patriarcal. La transgresión del género, el ir más allá de lo culturalmente establecido, de
inmediato marca un señalamiento que se convierte en una persecución violenta, porque se
concibe que se debe castigar el cuerpo. Resultado de ello, tenemos (entre las pocas cifras
existentes) el primer lugar en víctimas del conflicto y el segundo en muertes violentas para
la población LGTBI en Bolívar. La mitad de la cifra es de mujeres trans, eso implica lo
visible que es su condición. A las mujeres trans se les aprecia físicamente la transgresión
del género, por esto son sujetas más vulnerables a la violencia, a las burlas, a las agresiones
y la humillación.
Por lo anterior, se puede afirmar que las mujeres trans reciben de forma duplicada la
violencia en el conflicto armado. Tienen que pasar por todos los actos de violencias
causados por los victimarios, pero a su vez tienen que asumir otro tipo de violencia solo por
ser ellas; además de eso, cargar con el peso del silencio porque existe una auto-
discriminación al no reconocerse como sujetas (os) de derechos, todo articulado a un
Estado Colombiano que hoy por hoy no es garante de derechos y que no ha sido capaz de
poner en marcha el cumplimiento de algunos artículos constitucionales. En esta misma
línea, aparece lo institucional como primer obstáculo en el proceso de restitución a víctimas
con enfoque diferenciado para las mujeres trans.
En el marco legal se encuentra la Ley 1448 de 2011, la que hace referencia al enfoque
diferenciado para la población LGTBI exclusivamente cuando se trata de actos de
violaciones sexuales, de lo contrario para otro tipo de violencias no se encuentran incluidas
penas legales.
Los esfuerzos en el departamento por transformar esta realidad social son pocos a
diferencia de otras experiencias que han sido recuperadas y que llevan numerosos avances.
Ejemplo de ello es “A Mí Me Sacaron Volada de Allá” (2012) para el caso de Bogotá y
“Marineras Fucsia, En Búsqueda de Tierra Firme” para el caso de Cali. (2013). Las
anteriores son experiencias que deben multiplicarse, y para ello es esencial el abordaje
desde una profesión como Trabajo Social para liderar estos procesos que rescaten las voces
de esas mujeres que aún siguen callando.
El desafío desde una profesión como Trabajo Social, está orientado hacia una propuesta
profesional alternativa, desde un proceso de investigación-sistematización que permita
guiar la intervención. A través de una apuesta de vinculación e inserción del (la)
profesional con las organizaciones sociales, que permitan incursionar el tema de las
expresiones de género desde lo trans. Cómo se ha sustentado hasta ahora, existe una
invisibilización estatal; y una forma práctica de luchar por los derechos constitucionales es
a través de la organización social, lo que permitirá un mayor acercamiento a esta población.
Por ser una población que en su mayoría está oculta, demostrado en las pocas denuncias
que existen sobre casos en el Departamento, resulta más complejo abordarla cuando se es
un (a) profesional externo a las vivencias y a las lógicas del mundo de las vidas de ellas, es
decir, para poder comprender, construir y trasformar se debe establecer una relación sujeta
– sujeto (a), no se puede ser un profesional externo, tiene que ser una relación dialéctica –
dialógica, puesto que de alguna manera ha existido un temor de volver público el atropello,
y ser señaladas por ello. Esto permite que estas vivencias sigan siendo invisibles por el
estigma que se les designa, situación que hace más compleja la labor del profesional en
Trabajo Social, por la poca sistematización de los datos que lo hagan visibles.
Para trabajo social es clave no solo manejar el discurso de los derechos humanos, sino
lograr gestionar y hacer propuestas encaminadas a sustentar y amparar este enfoque, desde
el que se nos permite mirar al otro (a) como un sujeto (a) de derechos, independientemente
si está dentro del binomio asignado socialmente del ser masculino o femenino. La visión de
el/la profesional debe trascender prejuicios, abrir nuevos discursos, que permitan reconocer
a las mujeres trans como ciudadanas garantes de derechos sin revictimizar.
En esta misma línea, se esboza la propuesta principal de esta ponencia: recuperar las
historias de las mujeres trans desde lo que Shotter (1993) llama conocimiento de tercer tipo,
que no es más que conocer la realidad desde adentro, utilizando la conversación y el
dialogo como herramienta, teniendo en cuenta que permite, como lo plantea el autor, no
solo construir identidades, sino mundos sociales. Se trata de recuperar las libertades del ser
a través de la voz, que las fisuras y nudos que guían la vida de estas mujeres, sean
transformados por una voz que le apueste a la visualización humana y el reconocimiento.
Shotter (1993) plantea que lo que se habla es un acontecimiento que solo conocen desde el
interior quienes lo producen, es decir, que las cosas que ocurren en el mundo de la vida solo
las pueden contar quien las vivencia, y que así mismo el significado de las palabras con las
que se narran los hechos serán definidos según su experiencia, por tanto es necesario crear
significados en común entre las relaciones sujeta-sujeto (a). En este sentido será de gran
aporte para rescatar las voces de las sujetas el construccionismo social retorico-
respondiente (estando este en la misma línea fenomenológica), que no es más que la forma
en la que construimos y re-construimos y en esa misma relación nos hacemos y re-
hacemos, existiendo siempre un proceso formativo entre las relaciones yo-otro (a) y
viceversa. Mediante la investigación-sistematización que rescata la fenomenología, se
propone lograr un proceso formativo de reconocimiento y auto-reconocimiento, que
permita mirar al otro (a) como una sujeta garante de derechos.
Lo que se busca es escuchar otras voces, voces que hoy en día precisan ser atendidas, y que
urgen el cumplimiento de los derechos humanos y constitucionales del ser igual en un país
de diversos (as). A partir de aquí, conseguir que los casos que se presenten sean
denunciados y evidenciar la necesidad de gestionar y promover acciones profesionales con
enfoque diferenciado y de derecho, que promuevan la participación social y que permitan la
inclusión y el bienestar de las mujeres trans en el departamento. Para transformar las
realidades sociales hay que conocerlas y para conocerlas hay que buscarlas, escucharlas y
contarlas.
Conclusiones
Dentro del conflicto armado Colombiano la población LGTBI no solo vivencian daños
físicos, sino psicológicos como la “burla” o la “ridiculización”, porque la orientación sexual
no se vive como una decisión privada, por el contrario tiene inminentes implicaciones en lo
público.
Queda demostrado que siete décadas no han sido suficientes para avanzar en un proceso
incluyente de garantías de derechos humanos y constitucionales, que nos permitan lograr la
paz. Frente a esto, el Trabajo Social debe mantener una lucha permanente por el
cumplimiento de derechos, es indispensable entonces, el conocimiento de las realidades
sociales de las mujeres trans, para poder lograr cambios mediante un proceso investigativo
y sistemático que brinde como resultado propuestas y alternativas de transformación social,
que tengan un impacto en el aparato gubernamental o en procesos estatales, que den como
resultado líneas de base, políticas públicas, procesos de reparación con las mujeres trans
víctimas del conflicto armado, entre otros, teniendo como referente la exigibilidad de
derechos ante los funcionarios públicos y los entes gubernamentales. Todo esto que
conlleve al reconocimiento del grupo poblacional Colombiano de las mujeres trans como
sujetas de derechos iguales ante todos y todas.
Bibliografía
AGUIRRE, C., ARANGO, C., ARCINIEGAS, G., ARIZA, A., BAYONA, M., CACUA,
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Ed 2.
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Voces y Sentidos Para Repensar la Diversidad Sexual y de Género en el Caribe
Colombiano.
PRADA, N., HERRERA, S., LOZANO, L., ORTIZ, A. (2012). ¡A Mí Me Sacaron Volada
De Allá!. Relatos de una vida de mujeres trans desplazadas forzosamente hacia
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29, 2008, Terry Stone.
23-Year-Old Woman Grows Beard, Says She Feels More Feminine Than Ever. Acceso:
http://www.buzzfeed.com/alanwhite/23-year-old-woman-grows-beard-says-she-feels-more-
feminine-t. 24 de febrero de 2014.
PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES EN ORGANIZACIONES
CAMPESINAS COLOMBIANAS: FORMACIÓN CON PERSPECTIVA DE
GÉNERO EN EL CONTEXTO RURAL9.
La lucha por la Paz en campos y ciudades, exige que la Universidad se traslade a la calle,
a la vereda, y a las carreteras a construir un país al alcance de nuestros sueños.
Resumen
9
Ponencia adscrita al eje Género y diversidad sexual: perspectivas, investigación y retos desde trabajo social,
sub-eje 3: perspectiva de género en la acción política
10
Estudiante de sexto semestre de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca- Bogotá.
11
Entiéndase por mujer Campesina a aquella mujer que realiza sus labores en el ámbito rural y que a su vez
reconoce la tierra y el territorio como propio y por ende lo defiende.
escrito que la concepción de género y de mujer campesina se hace partiendo de las
características de la realidad rural.
Introducción
Visto de esta manera, uno de los retos profesionales está encausado a leer las realidades
sociales a través de sujetos y sujetas reconsiderando de esta forma que la acción profesional
está ligada al interés de los actores y las actoras sociales por participar en procesos de
transformación, la satisfacción de las necesidades, la solución de las problemáticas y la
oportunidad de construir alrededor de los saberes populares.
Comprendiendo a la mujer campesina desde una perspectiva de género...
Partiendo de que el sexo se refiere a las cuestiones biológicas y el género se orienta hacia la
lectura de lo que se construye social y culturalmente, comprender la mujer campesina a
través de una perspectiva de género, busca llevar las discusiones en cuanto a participación y
trabajo de las mujeres más allá del cambio de roles y las funciones de la mujer dentro de la
sociedad, en el sentido que busca definir a la mujer como una sujeta social y política. Por
tanto “La perspectiva de género tiene como uno de sus fines contribuir a la construcción
subjetiva y social de una nueva configuración a partir de la resignificación de la historia, la
sociedad, la cultura y la política desde las mujeres y con las mujeres”. (Lagerde, 1996), lo
cual da cuenta del interés por resignificar desde las mujeres y con las mujeres.
Teniendo en cuenta las particularidades que el mismo contexto establece, “La perspectiva
de género implica reconocer que una cosa es la diferencia sexual y otra cosa son las
atribuciones, ideas, representaciones y prescripciones sociales que se construyen tomando
como referencia a esa diferencia sexual”. (Lamas, 1995, pág. 17). Desde la postura de
género se busca cimentar a través del estudio histórico dándole lugar relevante a las
características del contexto en el cual se ha desarrollado la realidad rural, la cual lleva
inscrita en sus páginas la construcción cultural, social y política de los campos
colombianos. Si bien hay una puesta universal de género, las particularidades respecto a la
región y los territorios también son necesarias ya que la cultura orienta una postura respecto
a la realidad y permiten ver los aspectos de comunidad, las experiencias, las tradiciones y la
historia.
Dado el contexto nacional, para 1929 la gran depresión produjo la caída de precios de
muchos productos, y en 1956 se formó la Asociación nacional de Usuarios Campesinos
(ANUC). A través de todos estos años de fortalecimiento y unión se han realizados
movilizaciones, mandatos agrarios, congresos, foros y muchas más actividades a fin de
visibilizar la situación de quienes labran la tierra, y aunque cada vez los tiempos van
abriendo camino a nuevas realidades, la historia asociativa en Colombia siempre ha estado
marcada por el señalamiento, la estigmatización y la vulneración de Derechos Humanos
sean sociales o políticos. En los anteriores espacios la presencia de mujeres era muy
limitada dado que se consideraba que la lucha por la tierra era solo de aquellos quienes la
trabajaban directamente, es decir los hombres, pero debido a los largos años de conflicto
del país las Mujeres asumieron como necesidad la organización definiendo desde esas
mismas estructuras que desde sus posturas las situaciones que las aquejaban también
estaban definidas por la necesidad de garantizar la permanencia en los territorios.
El anterior ejercicio permite ver como la organización de mujeres está dada respecto a las
realidades colombianas que se enmarcan en el conflicto interno del país, más allá de
destacar algunas organizaciones, la idea es a través de algunos ejemplos cómo se ha
presentado una clara división entre mujeres y hombres para la reivindicación, exigencia y
reconocimiento de los derechos. La mujer campesina hoy se reconoce y adopta identidad en
los espacios de participación organizativa aunque aún asume lógicas de lo femenino y lo
masculino es así como “Uno de los grandes retos de la democracia actual es suscitar, en
mujeres y hombres procesos de participación e incidencia política que los lleven a
constituirse en sujetos que conocen, exigen y defienden sus derechos.” (Sánchez Olvera,
2006, pág. 01) Partiendo de las condiciones culturales de lo rural donde las conductas de las
mujeres son más restringidas que las de los hombres incluyendo en esto la participación en
los espacios de decisión.
El papel de las mujeres en Organizaciones Campesinas el ejemplo de Catatumbo-
Norte de Santander- ASCAMCAT
“Durante el paro las mujeres no solo se hicieron sentir, sino que direccionaron y
orientaron el proceso y es parte del éxito que hasta el momento he tenido está
movilización”.
Cesar Jerez- Líder campesino
Declaraciones dadas durante el paro del Catatumbo- 2013
Las comunidades Campesinas hacen parte de las organizaciones rurales más importantes
del país, el anterior recorrido permite identificar varias propuestas organizativas
conformadas netamente por mujeres que establecen a través de esos espacios organizativos,
alternativas para la solución de las diferentes situaciones a las cuales se enfrentan, el
siguiente ejemplo recoge las iniciativas de las mujeres pero muestra la participación política
dentro de Asociaciones Campesinas que cuentan con ambos sexos.
La propiedad y uso de tierra es una lucha que las mujeres han tenido que asumir, uno de los
ejemplos que permiten ver claramente en el contexto Colombiano el avance y la posición
que han tomado las mujeres en el marco del contexto político y social, está representado
por ASCAMCAT Asociación Campesina del Catatumbo 12, que nace en el 2005 ante las
prácticas de violación de derechos humanos por parte de la fuerza pública y las infracciones
al Derecho Internacional Humanitario (DIH) por parte de los grupos ilegales que operan en
la región. Su lucha está construida en torno al derecho a la tierra y a la permanencia en el
territorio, desde sus inicios ha trabajado en la organización de base del campesinado,
realizando un importante trabajo colectivo de talleres y encuentros de sensibilización, en
temas como derechos humanos, derecho internacional humanitario, pertenencia con el
territorio, medio ambiente y formación de líderes y lideresas entre otros y a su vez ha
generado estrategias como la propuesta de constitución de la Zona de Reserva Campesina
(ZRC).
“Me puse unas botas y me fui a buscar agua. En el camino me encontré con los
paramilitares, quienes me agarraron, me tiraron al suelo y me señalaron de ser guerrillera
solo por andar con las botas. Me llevaron a una casa donde vivía un mando de ellos que,
en la noche y aprovechando que estaba amarrada, me tiró al piso, me quitó la ropa y
abusó de mí. Después llegaron otros y también abusaron de mí”.
Mujer Campesina del Catatumbo
Hoy las mujeres Campesinas se asumen como sujetas puesto que la concepción de este
término como bien diría en sus estudios (Torres Vindas, 2007) se trata de aclarar que aun
12
La región del Catatumbo está ubicada el noroccidente del país en el departamento de Norte de Santander-
Colombia.
perteneciendo a colectividades y formando a través de procesos teóricos y prácticos el auto-
reconocimiento de la propia realidad y generando reflexión acerca las experiencias; la
individualidad debe ser reconocida.
Cuando conocí a María13, una mujer del Catatumbo quise comprender porque una mujer
“tan de casa” como ella lo manifestaba, estaba allí lejos de su hogar, ya que su casa distaba
a varias horas del lugar de concentración en el que nos encontrábamos, durante varios días
era ella junto con más personas (incluyendo en esté grupo varios hombres) quien se
encargaba de nuestra alimentación, con el pasar de los días pude acercarme más a ella
inclusive me hizo partícipe de varios relatos acerca de sus hijos, hijas y de su esposo quien
se encontraba cuidándolos en casa mientras que ella estaba allí. Días después María me
contó su historia, que estaba relacionada con conflicto y la guerra, su vida y la de su familia
había sido permeada por la pérdida de muchos de sus seres queridos a causa de los
paramilitares…. La vida de María “una mujer de casa”, es la historia de miles de mujeres
Colombianas que ante la realidad han asumido movilizarse y organizarse por rescatar y
mantenerse en su territorio, esto también ha generado nuevas formas de comprender su
papel y rol dentro de los territorios incluyéndose así como mujeres- sujetas de acción con el
firme interés hacer parte de ese espacio público que como dijo (Rousseau, 1979) solo
estaba destinado para los hombres delegando a la mujer el espacio privado conformado por
los quehaceres domésticos, sin embargo María me enseño que dichos quehaceres
conformaban un claro espacio de socialización entre las mujeres, “la rancha” como ellas y
ellos la llaman teje más lazos de fraternidad que cualquier taller o encuentro.
Muchas mujeres al igual que María, se han sumado al movimiento social dentro de su
región reconociendo que es desde la alternativa de organización se dará la oportunidad de
mejorar sus condiciones de vida y de garantizar la permanencia en el territorio, pero más
allá de eso lo cierto es que la Asociación ha permitido el voz y voto de la mujer campesina,
donde ésta no solo representa el hogar sino que hace parte de la construcción de las
diferentes alternativas, en pro de la solución de los problemas que aquejan a la región, las
mujeres se forman, aprenden y tienen la palabra y el mando para poder definir qué es lo que
se quiere para el territorio, por tanto ¿Cómo negar que existe una oportunidad de pensar a
la mujer campesina ejerciendo acciones políticas como sujeta social en ambientes en los
que aún el machismo y el patriarcado son una constante?.
Sin embargo es de recalcar que éste es un reconocimiento a aquellas mujeres que han
dejado el temor al lado y que por diferentes situaciones hoy están defendiendo su sueño de
estar en el Campo construyendo país.
13
María no es el nombre real de la mujer de quien se habla en la historia.
“Creo que el contacto con las mujeres y mi experiencia con la mujer van muy de la mano
con esa opción profesional que nace en el trabajo comunitario, es decir en la participación
activa en procesos de organización comunitaria, de búsqueda de acciones de desarrollo
comunitario y de procesos que se inspiran en lo que en Trabajo Social se llama: principio
de defensa…. El ejercicio profesional siempre me ha obligado a preguntarme qué pasa con
la situación de las mujeres”. (Barreto Gamma, 2004)
Es preciso aclarar que lo siguiente no responde a la lógica de un manual puesto que no hay
uno (y afortunadamente es así) en el que diga como asumir la puesta ético-política y la
defensa y acompañamiento a las Organizaciones Campesinas. Tampoco hay un libro en el
que se especifique lo que se debe decidir cómo proyecto profesional (otro error para
algunos y fortuna para otros). Esta propuesta es una opción para quienes vemos la
profesión, como lugar donde el aprendizaje se genera con las personas con las cuales
interactuamos en diferentes espacios que en definitiva nos construyen como profesionales y
como personas.
Trabajo Social como aquella profesión que busca promover el cambio social a través de la
acción profesional y resolución de problemas y necesidades sociales debe cuestionarse los
cambios que se generan en los contextos y hacen que esa realidad dinámica de la que tanto
se habla requiera de estrategias y herramientas que permita abordarla. El Trabajo Social
desde la visión de género ha sido poco abordado si de comprenderlo en dinámicas
comunitarias se trata, y mucho menos en espacios rurales con mujeres Campesinas
comprendiéndolas como sujetas que transforman su realidad.
Educar es una práctica política: Formación de género con mujeres Campesinas, una
propuesta desde la Educación popular y el Trabajo social.
“La idea es que no desfallezcamos, que no nos dejemos vencer…. Está bien, sentimos
cansancio pero ya estamos aquí y la idea es seguir aquí hasta que nos escuchen”
Así pues, cuando se habla de la función educativa y formadora que se tiene desde la
profesión, relacionar educación popular con el quehacer de Trabajo social no es una
discusión nueva y más cuando se afirma que estamos en un momento de cuestionamiento
de enfoques y a su vez de formas de asumir y establecer la práctica con sectores populares.
“Escuela es sobre todo, gente, gente que trabaja, que estudia, que se alegra, se conoce, se
estima”
Paulo Freire
La situación actual de la mujer rural se ha definido en torno a las dinámicas marcadas por
arraigos histórico-culturales, cuando se trabaja con mujeres que hacen parte de las
organizaciones sociales Campesinas, es indispensable tener presente que hoy las mujeres
Campesinas están en la búsqueda de espacios que les permitan de recocer el mundo y
comprenderlo desde sí mismas.
Partiendo del pensamiento de Paulo Freire, la propuesta desde Trabajo Social y género en
un espacio de educación popular abarca identificar el aspecto de educación bancaria que se
ha replicado aún más en los campos, donde las mujeres Campesinas requieren educación
que les permita rescatar su identidad cultural y territorial donde la educación no cumpla con
darles un conocimiento que no responde a sus necesidades, sino que por el contrario
reconozca que el conocimiento está en construcción a la par con ellas. Ante lo anterior la
educación de género se desarrolla mediante lo que (Freire, 1989) denomina la educación
problematizadora-diálogo liberador que se genera a través de un proceso de diálogo donde
el Trabajador o trabajadora social no solamente forma sino que así mismo le apunta
claramente a la transformación y a la libertad.
La Educación Popular declaro que los procesos pedagógicos son una alternativa de
liberación en la medida que la denominada “no formal” garantizaría la oportunidad de
acceder al conocimiento construyéndolo desde y con los mismo actores.
Algunos profesionales de Trabajo Social, conciben esta propuesta como una metodología,
olvidando el verdadero sentido de esa Educación Popular, que está orientada hacia la
transformación y la emancipación de los sectores históricamente oprimidos, aplicando solo
en técnicas vanas que “pretenden” ser la forma de darle el lugar que merecen los saberes
populares, algo que no se dice en la academia es que uno de los requerimientos de la
Educación Popular es que solo se puede desarrollar cuando desde el proyecto profesional se
opta por el cambio de la mano con los sujetos y las sujetas, con aquellos y aquellas con
quienes se comparte algo: no se teme a la libertad… por eso desde la profesión se orientan
acciones para traspasar las brechas de la educación formal a través de la práctica, es así
como se tienen dos opciones: Verlos y verlas caminar, o caminar de la mano con las
Organizaciones Campesinas y con las mujeres que hacen parte de las mismas.
Por tanto el o la profesional que opta por orientar su quehacer hacia los procesos de
transformación tal y como los maneja la Educación Popular, ha de apostarla a comprender
y mostrar la realidad soñando y construyendo la tan anhelada emancipación sin limitar la
utopía a algo irrealizable y solo soñado.
En esa misma línea una de las propuestas que es pertinente para complementar el proceso y
que contribuye a la realización de un diagnóstico como fase necesaria para desarrollar una
propuesta de acción profesional y que a su vez hace parte del esquema metodológico, nos
encontramos con el Diagnóstico rural participativo (DRP) como forma de sentar precedente
para el establecimiento de la Organización comunitaria.
Uno de los objetivos claros y concisos del DRP es fortalecer los procesos de Organización
Comunitaria en los diferentes territorios rurales, cuando el DRP nació en los años 80
haciendo parte de la corriente que buscaba analizar los enfoques participativos
fundamentándose a través de las teorías y metodologías de la educación popular, partía de
reconocer a quienes habitaban los territorios como aquellas personas que estaban en la
capacidad de dimensionar su propia realidad y bajo dicha tesis claramente el conocimiento
local prima para el desarrollo de los procesos organizativos como lo afirma (Sandoval
Cervantes & Hernandez Romero, 2013, pág. 8)
Con base a lo anterior está propuesta se genera con la intencionalidad de búsqueda de datos
mediante la participación del “grupo meta” quienes reconocen sus necesidades y realidades.
“El Diagnóstico Rural Participativo (DRP) es un conjunto de técnicas y herramientas que
permite que las comunidades hagan su propio diagnóstico y de ahí comiencen a auto-
gestionar su planificación y desarrollo.” (Exposito Verdejo, 2003) De acuerdo a lo anterior
para las mujeres campesinas asumir los espacios de participación requieren comprender a
través de momentos formativos la perspectiva de género que les garantiza estar en espacios
políticos.
Después de clarificar las bases más importantes del DRP surge la pregunta que enlaza con
la propuesta para el quehacer profesional y es ¿por qué aplicar la idea del DRP con
mujeres Campesinas?
A modo de conclusión…
“Que le diré a mi pueblo cuando camine por su pobreza y me reprocharía pues su pasado
no me interesa, me lamentaré por no ser parte ni de su historia si no he de sufrir ni con mi
pueblo esperar la gloria….
…si he de buscar las palabras que a los discursos revolucionen caminen, pidan, exijan,
busquen su mundo y reflexionen”.
Qué le diré a mi pueblo- Carlos Lugo.
Por último cabe agregar desde la experiencia personal que estar en la ruralidad y
aportarle a está como espacio laboral y de continua formación como profesional y como
persona, hace que se apliquen todas esas habilidades, actitudes, técnicas y estrategias
que no se deben quedar en la academia sino que necesitan presentarse allí en las
realidades para establecer diálogo y a través de éste poder comprender que cuando se
asume como proyecto de vida el amor a los procesos, aquellas enseñanzas de que no hay
que sentir afecto y afinidad por “usuarios” cambian radicalmente y enseñan que el sentir
amor por personas y por organizaciones que terminan convirtiéndose en compañeros y
compañeras que requieren asesoría pero que tienen un mar de aportes, es una bandera de
lucha para quienes hoy pensamos en un país diferente y vemos la profesión de Trabajo
Social allí… de la mano con el pueblo.
Como dicen por ahí, no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace.
Bibliografía
Comisión Mixta del perfil profesional. (2003). Perfil profesional Trabajador Social
del Siglo XXI. Comisión Mixta del perfil profesional.
SUB EJE 5: Trabajo social y género en el marco del conflicto social, económico, político y
/o armado en Colombia.
Resumen
En este sentido, la ponencia inicia con una conceptualización de términos como: Género,
Conflicto Armado, entre otros que serán fundamentales para el documento; de ahí, se
realizara un análisis de la situación del género en el conflicto armado del país, y se
concluye con un análisis de la intervención del trabajo social en este contexto y la
presentación de lo que se denomina la intervención triangular.
Introducción
Además, “existe un creciente reconocimiento del impacto diferenciado que las guerras y
los conflictos tienen sobre las mujeres y los varones. Si bien estas últimas son la mayoría
de las víctimas mortales, las mujeres se ven sometidas a violencia, embarazos forzados,
esclavitud y violencia sexual y constituyen, conjuntamente con niños y niñas, la mayoría de
la población en desplazamiento forzado en el mundo” (PNUD, 2005, p.158.). Si bien es
cierto que, a pesar de estas claridades, escasamente esta situación ha sido tomada en cuenta
y ha sido silenciada la vulneración de sus derechos e ignoradas las medidas dirigidas a su
reparación.
De donde partimos:
El género puede ser visto como un “proceso por el cual los individuos que han nacido
[…] varones o hembras, devienen en las categorías sociales de mujeres y hombres
mediante la adquisición de atributos de masculinidad y feminidad localmente definidos”
(Cockburn, 2005, p.4).
Entonces, Para Castellano (2006), “el género involucra el conjunto de saberes, discursos,
prácticas sociales y relaciones de poder, que dan contenido específico a las relaciones e
influyen en nuestra conducta. El concepto se relaciona con el cuerpo sexuado, con la
sexualidad y con las diferencias (físicas, socioeconómicas, culturales y políticas) entre los
sexos histórica y contextualmente establecidas. (p. 132)”
A partir de todo esto, se considera que la base para acercarse al reconocimiento de las
dinámicas del conflicto armado interno y a la forma como los hombres y las mujeres
participan directa o indirectamente o son afectados por ellas, es fundamental comprender
que las relaciones de género “se caracterizan típicamente por un acceso desigual al poder
o una distribución desigual de éste”. (Mesa de trabajo, mujer y conflicto armado, 2003-
2004, p.15).
Conflicto armado
En Colombia la historia del conflicto armado, es larga y compleja. Por tanto, se puede
explicar desde diferentes épocas o momentos históricos, con la presencia de múltiples
actores (legales e ilegales) con características particulares. Dicho conflicto viene
desarrollándose en un periodo de tiempo que completa 6 décadas de existencia. En esta
medida, siguiendo a Guillermo Botero Nieto quien divide los últimos 26 años en dos
períodos diferentes en la confrontación armada donde “en el primero, hay una
preponderancia de eventos realizados mayoritariamente por la guerrilla; en el segundo,
los actores más frecuentes son las autodefensas y grupos paramilitares. Ambos grupos
armados ilegales están en gran medida financiados por sus vinculaciones con el
narcotráfico.” (Botero, 2012, p: 25)
Es así como en Colombia, los contextos de conflicto están permeados por concepciones de
género (que circulan en los discursos propios de cada contexto y se recrean en las
relaciones intersubjetivas), por prácticas sociales generalizadas, sustentadas en
normatividades y significados que se reproducen en la vida cotidiana de los colectivos
sociales a través de ejercicios sutiles de disciplina y control de formas contundentes y
asimétricas y de utilización del poder para someter a quienes están situados en los lugares
subordinados del ordenamiento social, entre quienes suelen contarse las mujeres.
Por esta razón, en contextos de conflicto se exacerba por la fuerza de las armas, por las
estrategias bélicas y por las tácticas de control social a través de las cuales se busca
instaurar poderes hegemónicos por parte de los grupos armados, cuyos intereses de control
traspasan lo militar y lo público, para llegar hasta los espacios más íntimos de la vida
privada de quienes habitan los territorios de conflicto; donde se tiende a mantener la
tradicional y asimétrica distribución de poder entre hombres (sujetos activos) y mujeres
(sujetos pasivos), bien sea de quienes participan directamente en los grupos armados en
confrontación o de quienes soportan los efectos de estar ubicados en zonas de conflicto,
aunque quieran mantenerse al margen de este.
En concordancia con lo anterior, Ana Cristina Pino (2004) plantea que “Parece ser que en
la guerra se reproduce en términos generales el rol asignado tradicionalmente en la
sociedad a hombres y mujeres. Los hombres aparecen en la acción armada como héroes o
víctimas heroicas enfrentando al enemigo y las mujeres como víctimas indirectas o como
apoyo afectivo de los actores armados” (Pino, 2004 p: 138.). Ahora bien, es prudente dejar
claro que quienes se involucran directamente en el conflicto, cuando se alude a las
mujeres, la vinculación a los grupos armados no puede ser vista siempre desde una
perspectiva de victimización de ellas (coherente con los estereotipos de género), es decir,
en ciertos casos la incorporación es voluntaria por diferentes razones (económicas,
familiares y emocionales, entre otras) en las que es posible vislumbrar no sólo actitudes de
sumisión, sino búsqueda de emancipación de las condiciones de sometimiento, lo que, dada
la estructura de relaciones de género en los grupos armados, resulta un objetivo de difícil
consecución.
Finalmente, en los grupos ellas pueden realizar tareas de guerra que van desde las prácticas
que renuevan las funciones tradicionalmente asignadas a las mujeres, en este caso para el
sustento práctico y estratégico de los guerreros hombres (alimentación, servicios sexuales,
comunicación, información, etc.), hasta la participación en actividades militares, combate,
inteligencia militar y ejecución de decisiones bélicas (secuestros, asesinatos, ataques a
poblaciones, extorsiones, entre otras), lo que no significa opciones de ubicación en lugares
privilegiados de la estructura jerárquica militar, ni participación suficiente y significativa en
los procesos de negociación, ni posibilidad de desempeñar alguna clase de vocería o de
autoridad que supere los lugares de subordinación.
Además, debe anotarse que las combatientes, se enfrentan a una disminución sustancial de
su red social de apoyo, pues sus propias familias y amistades tienden a repudiarlas por
haber asumido un papel no sólo ilegal, sino además reñido con las representaciones sociales
generalizadas sobre la feminidad.
Por tanto, en cuando las mujeres deciden abandonar las filas de los grupos insurgentes y
“reinsertarse”, ellas deben enfrentar en forma aún más aguda este doble rechazo social, por
su condición de excombatientes y nuevamente, por haber transgredido las normas,
renunciando a la suavidad y pasividad que se suponen son característicos de las “mujeres
normales”. Tal situación, resulta ser ajena a los hombres que cuentan con una mayor
continuidad en sus roles sociales, antes, durante y después de su participación en el
conflicto.
Cuando las mujeres se insertan en los grupos armados, tienden a ubicarse en tramas de
subordinación política, “su compromiso activo en la guerra no trae la igualdad de las
mujeres con los hombres; ni consigue que el carácter, la cultura y la jerarquía de las
fuerzas armadas se vuelva más femenino por la presencia de las mujeres.” (Cockburn,
1999, p.135).
Así pues, a la par de la violencia visible, el conflicto armado conlleva muchas víctimas
directas e indirectas no reconocidas. Además, en un contexto de impunidad crónica como el
de Colombia, los obstáculos en la búsqueda de justicia afectan especialmente a las mujeres:
el acceso a la justicia continúa dificultado por el miedo, las amenazas y hostigamientos,
entre otras barreras históricas y cotidianas para las víctimas; así como por la falta de
atención y debida diligencia frente a sus derechos por parte de las instituciones del Estado.
(Afonso y Beristaín, 2013)
De tal forma que, al llegar a este punto, se cree que se tienen elementos suficientes para
preguntarse ¿hacia dónde se deben direccionar actualmente las intervenciones desde el
trabajo social, partiendo de las complejidades de la relación género/conflicto armado?
Al respecto antes de responder a la pregunta, conviene advertir que este texto solo busca
aportar algunas reflexiones desde la experiencia e investigaciones del autor frente al tema.
Ahora bien, frente a la interrogante que surge se considera como fundamental que la
intervención profesional salga a la calle, vuelva a tener un protagonismo social. De tal
forma, apoyándonos en Marchioni (1987) se coincide que al creer que la intervención debe
ser productiva, que llame a los/as ciudadanos/as, no sólo en carácter de usuarios; para ello
es primordial que estos/as ciudadanos/as sean protagonistas activos en la solución de sus
problemas (que también son de los demás), a la vez que se cuente con el apoyo y la ayuda
de las administraciones locales y los profesionales. (Marchioni, 1987:55)
En este orden de ideas, los profesionales deben ser un actor más en el proceso, que junto a
la comunidad y las administraciones construyen los pasos necesarios para el actuar,
utilizando las herramientas que les brinda su formación académica, los recursos del
contexto y lo más importante a nuestro pensar es el uso de una buena interacción entre los
miembros sin pretender jerarquizar los espacios con formas de dominación o
estratificación. Lo anterior, conlleva a crear símbolos particulares de interacción, donde la
base principal sea el entender al otro como sujeto con herramientas necesarias para lograr la
materialización del objetivo común.
De esta manera, al haber tratado de responder la pregunta que antecedió estas líneas y
apostándole a una intervención triangular, es decir; entre la comunidad, la administración y
los profesionales. Habría que agregar también la importancia de que esto se realice desde
un trabajo interdisciplinario e interinstitucional, que ayude a impulsar las actividades con
las familias, grupos, subcomunidades y organizaciones. En efecto, con todas las formas de
organización que se encuentren en el contexto y sufren de una u otra forma las
consecuencias del conflicto armado. También es claro que las actividades primarias deben
generar un empoderamiento y sentido de pertenencia (de todos y todas) para la prevención,
mitigación y solución de los flagelos que trae consigo el conflicto armado.
La toma de conciencia de las formas de opresión a las que está sometida una persona o
sujeto colectivo, y la adquisición de recursos y habilidades con la finalidad de potenciar
la capacidad de transformación que cada individuo o colectividad posee, conforman
dos metas sucesivas de intervención social bajo el enfoque del empoderamiento.
De esta forma la acción de empoderar según la autora se dirige a 1) democratizar los
procedimientos de participación pública, 2) a incluir necesariamente, las voces y decisiones
de los otros distintos a la mayoría hegemónica, con la intención de generar visiones de la
vida comunitaria que tiendan a una nueva concepción de ciudadanía política, 3) a incidir
con ello en la re significación de ámbitos de la vida cotidiana que articulen nuevos sentidos
de la existencia.(Molina, 2003, p. 8)
En ese sentido, el enfoque del empoderamiento persiste en que sean los mismos afectados,
para el caso las mujeres, las que tienen el derecho de valorar y dimensionar la magnitud de
los cambios que deseen incorporar en sus vidas. A este propósito, en el documento de
Lorente Molina se cita a Kaaber (1997) que sostiene que las organizaciones de base, la
presencia activa de la mujer en la vida local y el papel de la administración en los
resultados de las dinámicas de empoderamiento prioriza la perspectiva de acción.
Finalmente, cerramos este capítulo con Kaaber (1997) quien establece tres niveles de
intervención desde el empoderamiento que brevemente se definen: 1) el “empoderamiento
desde dentro” hace énfasis en el trabajo de deconstrucción de aquello que se considera
natural y dado como femenino; 2) “el poder con” se incide en priorizar las alianzas y
solidaridades de los movimientos de base de forma que se destaque el carácter compartido
de la subordinación y se valore la potencialidad de la acción colectiva, 3) “el poder para”
se refiere más a una posición estratégica respecto del poder cambiante e ideológico del
Estado, se procura la articulación con otros colectivos que también padecen exclusión
(Kaaber,1997: 23).
Conclusiones
Bibliografía
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EL RETO PROFESIONAL DE TRABAJO SOCIAL FRENTE A LXS OTRXS
INAPROPIADXS/BLES14
Resumen
La presente ponencia pretende exponer una posibilidad desde la profesión para ubicarse
teóricamente frente a los actuales movimientos sociales de disidencia sexual y de género,
que cuestionan al régimen heteronormativo, a partir de los postulados que ha venido
deconstruyendo la teoría queer en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.
Esta postura parte de una forma disidente de nombrar(se) que se aparta de las tipologías
binarias que configuran el discurso de los géneros y las sexualidades en nuestras sociedades
(hombre/mujer, heterosexual/homosexual, normal/anormal), retomando la expresión de
Donna Haraway “otros inapropiados/bles” como una noción en la que se incluyen quienes
se desubican frente a las identidades, los lenguajes, las categorizaciones, la pureza, las
definiciones forzadas y las geografías impuestas.
Introducción
14
Cabe aclarar que algunas vocales las remplazo por la letra “X” como forma de transgresión gramática y
discursiva, pues la lengua castellana impone que cada adjetivo tenga un género masculino o femenino, sin
posibilitar lo neutro o lo no clasificable, que es lo que se propone desde lo queer.
Durante los últimos años se ha puesto de moda hablar de género y diversidad sexual,
debido a que las luchas de las comunidades LGBTI (Lesbianas, Gais, Bisexuales,
Transgéneros e Intersexuales) del mundo por ser incluidas en la normatividad
exclusivamente heterosexual se han hecho visibles a partir de sus masivas movilizaciones y
sus cuestionamientos frente a la “igualdad de derechos”, de la que tanto se habla en
múltiples escenarios sociales.
Sin embargo, parece que la atención se ha centrado en estas comunidades, como si fuesen
las únicas que disienten del régimen heteronormativo, entendido como el “conjunto de las
relaciones de poder por medio del cual la sexualidad se normaliza y se reglamenta en
nuestra cultura, y las relaciones heterosexuales idealizadas se institucionalizan y se
equiparan con lo que significa ser humano” (Warner, 1991, p. 28), sobreentendiendo
entonces, que toda persona se asume como hombre o mujer, dependiendo de sus
características somáticas, y que gusta de su sexo opuesto.
En este sentido entonces, vale la pena mencionar una de otras tantas expresiones que
confrontan este orden social, como lo son los movimientos queer, que articulan el trabajo
teórico y académico con el activismo político, utilizando sus cuerpos como principal
instrumento de lucha. Con ello quisiera que se reconozca el valor que subyace en estos
movimientos y la posibilidad de articularlos al quehacer profesional de Trabajo Social, pues
existen hilos conductores que permiten entretejer redes para la subversión del orden social
imperante y eminentemente homogeneizante.
Para explicar lo anterior, esta ponencia tendrá varios momentos: en el primero de ellos se
propone un acercamiento histórico a lo queer como movimiento y como teoría; después, se
abordarán los conceptos de “desidentificación” y “otrxs inapropiadxs/bles”, para
posteriormente mencionar algunos de los retos que se le presentan a la profesión frente a
los géneros y las sexualidades disidentes, y las posibilidades que emergen para afrontarlos,
visibilizando otras perspectivas distintas a las de las comunidades LGBTI que continúan
pensándose desde nominaciones creadas por otros.
Cabe aclarar que este escrito no pretende dar respuestas indiscutibles, sino visibilizar otras
propuestas que emergen desde otros locus y generar cuestionamientos que no sólo le
incumben a la profesión, sino también a cada unx de nosotrxs como habitantes de nuestro
propio territorio corporal.
El movimiento queer aparece en Estados Unidos en 1980. Emerge como una apropiación
del insulto que posibilita la acción política. La palabra “queer” expresaba en ese entonces
una forma de ridiculizar y humillar a los sujetos considerados raros y/o excéntricos,
especialmente aquellos que llevaban a cabo relaciones homoeróticas, o por simple sospecha
de ello. Esta palabra significaba entonces lo que en castellano sería: cacorro, maricón,
machorra, arepera.
La teoría queer entonces, propone varios postulados a partir de los cuales centra su
discusión:
1. Articulación de raza, clase, etnia y otras categorías e identidades con sexo y género: hoy
la producción académica la ha conceptualizado como interseccionalidad.
En conclusión:
Siguiendo a Anzaldúa (et al., 2004), influyente autora chicana en la teoría queer, las otras
inapropiadas/inapropiables son las “desubicadas de las cartografías occidentales y
modernas de la política, de la identidad, del lenguaje, del deseo; desbordando las categorías
claras y distintas,…proponiendo nuevas geometrías posibles para considerar relaciones
atravesadas y constituidas por diferentes diferencias” (p. 9). Es decir, lxs otrxs
inapropiadxs/bles es una expresión que permite articular no sólo las disidencias en cuanto a
los géneros y las sexualidades, sino también aquellas nociones como las de la raza, clase,
ubicación geográfica, entre otras, por lo cual, ésta expresión guarda una estrecha coherencia
con lo que propone la teoría queer.
Ser un «otro inapropiado/ble», desde la misma autora, se traduce en estar en una relación
crítica y deconstructiva permanente, en una racionalidad “difractada más que refractaria”,
es decir, que intenta desviarse y salirse del molde. También, se entiende como maneras de
establecer nexos potentes que trasgredan la dominación. Ser inapropiadx/ble es no encajar
en el lugar asignado, es “estar desubicado en los mapas disponibles que especifican tipos de
actores y tipos de narrativas, pero tampoco es quedar originalmente atrapado por la
diferencia” (Haraway, 1999, p. 125-126), es reconstruir o crear formas de percibirse cuando
no se encuentra un lugar en lo existente.
Estxs sujetxs que deciden no apropiarse ni ser apropiadxs pasan por un proceso de
desidentificación que les permite articularse con lo que otrxs sueñan, e incomodar a quienes
se aferran a las ficciones impuestas como identidades. La desidentificación entonces, se
refiere a ese “desanclarse” de las bases que inconscientemente se adoptan para ubicarse en
el mundo y que provienen de los discursos normalizadores de los regímenes médico y
jurídico que se configuran a partir de las tipologías binarias: heterosexual/homosexual,
hombre/mujer, negro/blanco, legal/ilegal, normal/anormal, rico/pobre, norte/sur,
sano/enfermo, y en las cuales puede evidenciarse siempre una posición que aparece como
superior, ideal y deseada, frente a otra que pone en riesgo de marginalidad a quien se
clasifica de ese modo.
Así, se hace necesario que desde la profesión se empiecen a (de) construir ciertos discursos,
en vista de que el régimen sexo-político actual, que disciplina la producción de cuerpos y
placeres, intenta impedir que se evidencien nuevas formas de nombrar(se) y de resistir
frente los dispositivos de la sociedad de control que se han impregnado en los propios
cuerpos, imponiendo unas formas de ser, de pensarse y de verse.
Habría que dejar volar la imaginación y empezar a vincular a la profesión de una manera
más directa con los movimientos sociales, pues como bien lo expresa Araníbar (2009), “No
se puede pensar ahora en un Trabajo Social ajeno a los movimientos sociales, (…) por eso
cabría indagar sobre el por qué no estamos presentes en algunos espacios u organizaciones
que trabajan con estos movimientos” (p. 9). Posiblemente el orden social actual ha
permeado al Trabajo Social de forma tal que ha hecho que se invisibilicen otras formas de
acción que se apartan de lo institucional.
Este comentario refleja que en Trabajo Social solemos decir que la realidad es dinámica al
igual que sus actores, pero no nos acercamos a esas formas de pensar y hacer que se
reconstruyen desde allí para reconfigurar la profesión.
¿Qué hacer entonces desde Trabajo Social? Puede empezarse por superar la idea de que los
únicos movimientos de disidencia sexual y de género actuales son las comunidades LBGTI,
pues éstas continúan legitimando las formas hegemónicas de nombrar(se) que se han
configurado a partir de los regímenes ya nombrados, especialmente los términos de gay y
lesbiana. Estos movimientos también esperan una “normalización” legal para equipararse a
quienes se asumen heterosexuales, opacando el sentido de su transgresión. Perlongher
(citado por Maristany, 2008), argumenta al respecto que:
Ya no hay una base natural (“mujer”, “gay”, etc.) que pueda legitimar la acción
política. Lo que importa no es la “diferencia sexual” o la “diferencia de l@s
homosexuales”, sino las multitudes queer. Una multitud de cuerpos: cuerpos
transgéneros, hombres sin pene, bolleras lobo, ciborgs, femmes butchs, maricas
lesbianas... La “multitud sexual” aparece como el sujeto posible de la política queer.
(Preciado, 2003, p. 1)
Según Preciado (2003), las estrategias políticas de las multitudes queer giran en torno a la
des-identificación, a las identificaciones estratégicas, al uso alternativo de las tecnologías
del cuerpo y desontologización del sujeto de la política sexual.
Frente a las identificaciones estratégicas, Butler (citado por Maristany, 2008) menciona
que: “…la identidad se debe utilizar instrumentalmente como imperativo político con el fin
de reunir y representar a un grupo oprimido en una coyuntura precisa, pero vigilando que su
uso no se convierta en imperativo de regulación” (p. 19), impidiendo que posteriormente
pueda re-significarse para otras reapropiaciones que no se habían contemplado al inicio y
terminen haciendo parte de los discursos hegemónicos; “se trata de la idea de una coalición
abierta que afirme identidades que se instituyen y se abandonan de acuerdo con los
objetivos del momento; un conjunto abierto que permita múltiples convergencias y
divergencias sin obediencia a una normativa, a una definición cerrada” (Butler, citado por
Maristany, 2008, p. 19).
Trabajo Social puede ser entendido como parte de las multitudes queer, pues se ha
mantenido en el tiempo y ha encontrado múltiples formas de involucrarse en las dinámicas
sociales, a pesar de ser estigmatizado como una profesión que se centra en el hacer, y que
ha configurado una relación parasitaria con las Ciencias Sociales que son las que “piensan”
y teorizan. El Trabajo Social posee un desafío fundamental: reconstruir las maneras de
entender las representaciones y las identidades, pues las definiciones hegemónicas de éstas
desembocan ineludiblemente en exclusiones, silencios y márgenes, al ignorar la
especificidad que resulta de la intersección de variables de género con aquellas otras de
sexualidad, etnia, clase, cultura, morfología anatómica, etc. Existen múltiples razones para
enfrentarse a éste reto, pues guarda estrecha coherencia con los principios de justicia social,
equidad, respeto por las distintas formas de vida, ejercicio pleno de la ciudadanía, entre
otros, que guían el quehacer profesional en Colombia.
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Resumen
Introducción
El Encuentro Nacional de Estudiantes de Trabajo Social del año 2014 se desarrolla bajo la
temática de género y diversidad sexual: perspectivas, investigación y retos desde trabajo
15
Ponencia adscrita al Sub-eje 5: “trabajo social y género en el marco del conflicto social,
económico, político y /o armado en Colombia.”.
16
Estudiante de 8 Semestre de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca andrestorrests@hotmail.com
social y esta ponencia, específicamente se desarrolla en el eje de Trabajo Social y Genero
en el marco del conflicto social, económico, político y/o armado en Colombia, siendo
primordial hablar en clave de perspectiva de género, de mujer en términos de las históricas
violencias a las que se ha visto sometida y como producto de esto, sus reivindicaciones.
En primera instancia vale la pena resaltar y evaluar en términos históricos la existencia del
paramilitarismo; su concepción y conformación histórica en la guerra colombiana que ha
desangrado al país, este análisis se realizara teniendo como punto nodal el cuerpo de la
mujer y como este ha sufrido las imposiciones patriarcales y machistas del conflicto del
país.
Partiendo de esto es importante resaltar y demostrar las fuentes y las raíces que ha tenido el
fenómeno paramilitar dentro del conflicto, estos fundamentos permitirán además
comprender las formas en que el paramilitarismo ha actuado en torno a las violencias hacia
la mujer.
Por otro lado la ciencia política menciona este fenómeno como el surgimiento de una serie
17
CEPEDA. Iván Paramilitarismo en Colombia: Pacto de lealtades e impunidad. 2004. Enero del
2003. En: http://www.rebelion.org/hemeroteca/plancolombia/040107cepeda.htm
de acciones contra insurgentes que permiten mantener el desarrollo institucional y más allá
de esto, garantizar el ejercicio coercitivo y de poder de las clases dominantes (Es decir del
poder estatal y de sectores corporativos), esto a través de diferentes conformaciones
armadas y militaristas o en especies de bandas criminales que actúan en torno a la "limpieza
social" a la seguridad privada, las infiltraciones en universidades, partidos políticos y las
violencias hacia la mujer entre otras formas de operar del paramilitarismo.
18
Recordando el papel que jugaban los “Chulavitas” o también llamados “Pajaros” que eran conformaciones
armadas en la época de la violencia, producto de la guerra bipartidista más específicamente integrado por
los conservadores
19
CEPEDA, Op.Cit.
Además de esto, durante este gobierno el cual participó activamente en la fundación de las
convivir, se otorgaron una serie de beneficios jurídicos bajo la excusa de la desmovilización
de las AUC, la cual no pasa por una negociación puesto que la característica histórica de
una negociación en medio del conflicto es que existan posiciones contradictorias o
diferentes y que claramente no se desarrollan durante este proceso. Como resultado de esta,
el gobierno nacional pretendió exterminar la figura del paramilitarismo a partir de un
cambio en su semántica y significado con la conformación de las mal llamadas Bandas
Criminales (BACRIM) quienes han ejercido la violencia desde la supuesta
desmovilización.
Todo este recorrido histórico ha estado atravesado por la violencia sistemática a la mujer a
partir de grotescas como son la del empalamiento, es decir la penetración forzosa a una
víctima con un palo agrediendo sus órganos internos, práctica que se desarrolla desde los
inicios de la "violencia conservadora a mediados de los ‘40, en innumerables veredas y
zonas rurales, donde las cuadrillas de chulavitas, pájaros o paramilitares (como se les ha
llamado en diferentes épocas y regiones a los ejércitos privados al servicio de terratenientes
y caciques políticos del establecimiento) se han desplazado aterrorizando a la población,
utilizando a la violencia sexual como una forma de amedrentamiento y control" 20. Además
de otras prácticas sádicas e irracionales como son extraer el feto del vientre de mujeres
embarazadas, entre otras formas de guerra, que son implementadas y si se quiere diseñadas
por el paramilitarismo
En otras palabras, esta práctica “no- ha sido percibida por la sociedad e incluso por las
leyes- como un acto de perversión individual, sino que ha sido permitida como una práctica
sistemática de guerra, aplicable solamente a comunidades específicas” en este caso a la
mujer”.21
Esta práctica absurda, busca excusas y pretextos como mencionar que las mujeres víctimas
de diferentes violencias paramilitares son aliadas, colaboradoras, amantes de la guerrilla.
Este es el caso de la masacre del Salado, en los Montes de María, en el 2000 en donde
"Neivis Arrieta, de 18 años, fue empalada al ser acusada de amante de un guerrillero de las
FARC-EP".22
A partir de estas violencias que se han generado históricamente por parte de los grupos
paramilitares, es necesario entender que las mujeres también han desarrollado procesos de
resistencia y de conquista de sus derechos pasando por la lucha por la independencia
económica en el matrimonio, el acceso a la educación universitaria, el acceso al voto y
20
GUTIERREZ, José. “Colombia empalada” Junio del 2012. En:
http://tenacarlos.wordpress.com/2012/06/10/colombia-empalada-por-jose-antonio-gutierrez/
21
PEÑARANDA,R. SÁNCHEZ,G. Victims and Survivors of War in Colombia –Three Views of Gender Relations”
en “Violence in Colombia 1990-2000” SR Books, 2001, p.154. Ed. Charles Bergquist.
22
LLANOS.R. Apartes del informe sobre la masacre del Salado. 12 de Septiembre del 2009. El Tiempo.
Sección otros.
sobretodo la búsqueda de la paz, que se solidifica en la época de la violencia con los
movimientos de mujeres liberales que pretenden poner fin a las violencias. Además de estos
procesos se han desarrollado movimientos específicos de mujeres por la verdadera
desestructuración del paramilitarismo, es el caso de las Madres de Suacha y su papel
determinante en la denuncia de estos actos y también las dirigentas políticas en campos y
ciudades en pro de la equidad y la paz.
Este proceso histórico; sin ánimos de trascender al amarillismo pretende dar a entender el
nexo histórico y la situación del cuerpo de la mujer como un campo de batalla para la
guerra colombiana en este caso para la guerra paramilitar y que se pretenderá analizar
posteriormente.
El paramilitarismo hoy
Con la expedición de la ley 975 del 2005 llamada de manera violenta "ley de justicia y paz"
que además no estaba ajustada a la normatividad internacional "en relación al respeto y la
garantía de los derechos humanos de las mujeres" 25, alrededor de “3000 mil
"desmovilizados" se rearmaron, se entregaron 24 mil hectáreas de las 4 millones que se
estima fueron arrebatadas”, alrededor de 4000 víctimas en el año 2007 han sido víctimas
del paramilitarismo y según el instituto de estudios para el desarrollo y La Paz (INDEPAZ)
“antes de la implementación de esta ley, en el territorio colombiano existía alrededor de
23
Guribe3@gmail.com. “Uribe y Merlín, Paracos y Bacrim”. Revista Semana, sección opinión. 2010.
24
Ibid
25
CHAPARRO, L. "ley de justicia y paz, perpetuando la impunidad de los crímenes sexuales y de género
cometidos contra las mujeres”. Bogota, 2008. Sismo mujer. Pág. 2
12000 paramilitares y que actualmente hay alrededor de 9000 conformados en más de 70
grupos en alrededor de 25 departamentos del país"26
Antes de iniciar con el tema central (la violencia paramilitar) se pretende contextualizar el
papel que tiene el cuerpo de la mujer en términos del conflicto social político y armado que
existe en nuestro país.
26
INDEPAZ. “VIII informe sobre grupos narco paramilitares” 2012.
Este mismo sistema es el que origina las condiciones objetivas para el surgimiento del
conflicto y en ese sentido la necesidad estatal de generar estrategias de coerción a partir de
estructuras paramilitares y ¿cuál ha sido el papel del cuerpo de la mujer dentro de esta
guerra?
Esta primera forma clara de violencia paramilitar está referida a aquellas mujeres que
bajo la excusa de la "guerra contra insurgente" son violentadas con pretextos como las
sospechas de los paramilitares de que ellas sean colaboradoras, milicianas,
simpatizantes o informantes de los grupos guerrilleros.
Este relato muestra cómo bajo la excusa de la guerra insurgente se utiliza el cuerpo de
la mujer como acompañante, como compañera sentimental y aún más grave, se utiliza
como reproductora de una vida, es decir su embarazo producto de la violencia
paramilitar ocasionando en la mujer secuelas físicas y afectaciones a nivel emocional,
este caso permite evidenciar como el paramilitarismo a partir de diversas violencias
utiliza el cuerpo de la mujer como campo de batalla, en este caso como si fuera el
“enemigo” a derrotar a partir del abuso sexual.
Esta forma de violencia pretende establecer como estrategia y táctica militar las violaciones
y las violencias que sufren las mujeres en términos de lo que amnistía internacional
contextualiza de la siguiente manera “Las mujeres son objetivo de los grupos armados por
diversas razones: por transgredir roles de género o desafiar prohibiciones impuestas por los
grupos armados, o por ser consideradas un blanco útil a través del cual humillar al enemigo;
así no sean las directas implicadas dentro de un enfrentamiento este tipo de tácticas han
sido utilizadas durante centurias, en diferentes guerras, conflictos y lugares del mundo” 28.
En este caso se encuentra que los abusos son contra familiares de integrantes de la
insurgencia o contra desertores del paramilitarismo.
"es el caso de Gloria, una ama de casa de 35 años, quien fue secuestrada por
miembros del Frente Celestino Mantilla y se le acusaba de ser una supuesta
ideóloga de las Farc, pues uno de sus hermanos había sido parte del grupo
27
VERDAD ABIERTA. Los pecados de la guerra paramilitar contra las mujeres. Enero del 2014. En:
http://www.verdadabierta.com/los-pecados-de-la-guerra-paramilitar-contra-las-mujeres
28
AMNISTIA INTERNACIONAL. “Colombia, cuerpos marcados, crímenes silenciados; violencia sexual contra
las mujeres en el conflicto armado” Editorial Amnistía Internacional (EDAI). Madrid, España.2004
guerrillero. Los paramilitares la retuvieron durante 15 días en un
campamento, donde la interrogaron y torturaron.
Todas las mañanas, cuando Gloria se iba a bañar, era custodiada por
Samael Samir Rubio, alias ‘Alfonso’, quien la intimidaba colocándole un
cuchillo en el cuello mientras la tocaba y en más de una oportunidad intentó
violarla. Luego de 15 días y tras comprobarse que no tenía ningún vínculo
con las Farc, fue liberada, pero desaparecieron a uno de sus hermanos."29
Este es un caso que refleja la violencia hacia la mujer como parte de una estrategia de
guerra que refleja la imposición paramilitar sobre su cuerpo como mecanismo de terror
y de demostración de poder frente a alguien que deserta de este fenómeno.
“Carmen que apenas tenía 14 años cuando llegaron al pueblo los primeros
hombres del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc).
Ella no comprendía la diferencia que existía entre un soldado, un
guerrillero y un paramilitar, pues todos vestían igual. En su inocencia de
niña, acostumbrada a la vida campesina de su familia, a sus recorridos
todas las tardes por la cancha y las calles de su pueblo, no tenía la
experiencia para desviar las miradas incisivas de los paramilitares que al
verla pasar le lanzaban frases subidas de tono.
Carmen, ajena a todas esas advertencias y a los fines del grupo armado que
había llegado, siguió su acostumbrada rutina de pasear por el pueblo. A
finales de 1998 ella fue abordada por un hombre de las Auc, quien le dijo
que el comandante ‘39’ la había mandado a buscar. Ella se fue con él a una
cita a ciegas, que al final terminó siendo una trampa. “El abuso de mí y me
dijo que no podía decírselo a nadie, que si le contaba a mi mamá o a mi
papá, o algún otro miembros de los paramilitares, me mataba. Por eso me
quedé callada y no se lo dije a nadie”.
Ahí terminaron los paseos de Carmen, quien se volvió más callada, pero a
la vez más realista. “El pueblo cambió. Ya no era igual. Mataron a varias
personas de La Mesa y ya ellos vivían ahí. Controlaban todo”, cuenta esta
joven que hoy tiene 29 años, quien ha tratado de recuperar su vida, pues
después aquella noche que fue abusada, fue buscada una y otra vez por su
victimario sin poder hacer nada.
“Un día él me dijo que había otros muchachos que también tenían sus
necesidades y que si yo quería podía ganarme una platica. Me dijo que si
yo quería, él me hacía las citas y me pagaban por acostarme con ellos”. Así
terminó Carmen, prostituyéndose, al igual que otras muchachas del pueblo.
No acabó sus estudios y comenzó una vida desordenada, de la que aún se
arrepiente: “Si ese hombre no me hubiera violado esa noche, yo no habría
entrado en esa vida, pues yo quería estudiar y ayudar a mi familia”.30
La idea fundamental del machismo es la violencia hacia las mujeres, acción que reflejan los
grupos paramilitares en términos de su ejercicio del poder a través de su cuerpo, el cual está
constituido como una dinámica de guerra paramilitar.
30
Ibíd.
asignadas a cargos como el aseo, la cocina, la prostitución, entre otros roles impuestos
históricamente a la mujer.
Un ejemplo claro del machismo dentro de estas estructuras, es el jefe paramilitar apodado
“el patrón de la sierra” Hernán Giraldo quien tiene más de 50 casos de violencia sexual
reconocidos en el expediente de la fiscalía, actos que se cometen todos con niñas menores
de 15 años con quien tuvo 24 hijos reconocidos, todas estas atrocidades bajo sus ansias de
mostrar poderío frente a su estructura y quien "Luego de pedir perdón se justificó diciendo
que sus hijos están registrados y responde por ellos".
En el marco del conflicto armado que vive el país, entre el 2001 y el 2009 94.565
mujeres fueron abusadas sexualmente
El 66% del territorio nacional los paras cometieron delitos sexuales incrementando
los casos durante el año 2000-2005
De 601 abusos sexuales, alrededor de 458 son perpetrados por paramilitares, el 143
restante es de insurgencia y ejercito.31
Sin mencionar que estas cifras son oficiales, es decir que solo se establecen los casos
denunciados.
31
REDACCION EL TIEMPO. Cuando los cuerpos se volvieron armas de guerra. El tiempo 28 de noviembre del
2011. En: http://www.eltiempo.com/violencia-contra-las-mujeres/mujeres-en-el-conflicto/ARTICULO-WEB-
NEW_NOTA_INTERIOR-10846529.html
Partiendo de esto, es importante evidenciar que el Trabajo Social tiene una presencia
mayoritaria de las mujeres, haciendo de la profesión, una disciplina predominantemente
femenina que debe asumir, en el papel de la división social del trabajo una postura frente a
las relaciones sociales de dominación enmarcadas en el género permitiendo así reflexionar
sobre el espacio de intervención desde el Trabajo Social y desde la vida cotidiana que
incida en el conjunto de la sociedad a través de los movimientos sociales que buscan la
equidad de género. Además de esto la situación actual de la mujer debe permitir al o a la
profesional diseñar y desarrollar estrategias que permitan encaminar su actuar hacia la
equidad de género, con temas fundamentales como la participación política, la reparación
integral a las víctimas, educación, políticas públicas y sobretodo la exigencia de la
terminación del conflicto que vive el país y dentro de ello el desmonte de las estructuras
paramilitares.
Este análisis debe permitir entender primero las causas objetivas que originaron el conflicto
dentro del país y dentro de esto, las causas que obligan al sistema a legitimarse bajo
estructuras como el paramilitarismo. Así mismo entender que las conductas machistas que
se aceptan con normalidad tienen su origen en la estructura del sistema social imperante y
es por ello que la solución a estas problemáticas no se desarrollara con paliativos y mucho
menos individualmente sino que será en una dinámica colectica que permita la
emancipación de las mujeres como parte de la liberación de la clase históricamente
oprimida.
Estos aspectos en términos del conocimiento de la realidad también deben permitir generar
procesos psicosociales con las victimas del fenómeno paramilitar, en este caso las mujeres
violentadas que permitan generar procesos encaminados hacia la atención de las mismas sin
olvidar el marco totalitario en el que fueron violentadas y el objetivo principal de la acción
profesional que es la superación y transformación del sistema social de la mano de los
movimientos, de las organizaciones y en general de la clase históricamente oprimida.
33
WIGDOR, G, BARRIONUEVO. L y ECHAVARÍA, C. Investigación militante como praxis emancipadora.
Reflexiones desde el trabajo social. Revista de Trabajo Social – FCH – UNCPBA. Plaza Publica. Tandil, Año 5 -
Nº 7 Volumen 4, Julio de 2012 – ISSN 1852-2459
34
MONTAÑO. Carlos, (2004) Hacia la construcción del Proyecto Ético-Político Profesional crítico. Costa Rica.
XVIII SEMINARIO LATINOAMERICANO DE ESSCUELAS DE TRABAJO SOCIAL –ALAETS.
o de la Trabajador(a) Social dentro de los mismos, en términos de la conquista de los
derechos.
En este caso el o la profesional debe enmarcarse en las luchas feministas que han generado
avances en el proceso de la garantía de los derechos de la mujer, pero que evidentemente no
generaran un proceso emancipatorio en el sistema social capitalista, es en ese sentido en
que la profesión debe entender a partir del debate y la experiencia su actuar y compromiso
en dichos movimientos que han caracterizado a la región latinoamericana.
Conclusiones
Bibliografía
ALIANZA DE ORGANIZACIONES SOCIALES Y AFINES. Coordinación colombiana,
europea y estadounidense y otras plataformas y organizaciones de derechos humanos "la
situación de los derechos humanos en Colombia. Informe para el examen periódico
universal de Colombia. Julio del 2008
LLANOS.R. Apartes del informe sobre la masacre del Salado. 12 de Septiembre del 2009.
El Tiempo. Sección otros.
VERDAD ABIERTA. Los pecados de la guerra paramilitar contra las mujeres. Enero del
2014. En: http://www.verdadabierta.com/los-pecados-de-la-guerra-paramilitar-contra-las-
mujeres
VEGA CANTOR, Renán (2012) El elogio al pensamiento crítico.
Sub eje 5: Trabajo Social y Género en el marco del conflicto social, económico, político
y /o armado en Colombia
Resumen
Introducción
De las 6.073.453 personas registradas como victimas ante la Unidad para la Atención y
Reparación Integral a las Victimas (UEARIV) desde 1985 hasta la actualidad, un total de
3.335.891 son mujeres que han sido víctimas de los 12 hechos incluidos en la ley 1448 de
2011 “Ley de víctimas y restitución de tierras” (UEARIV: Agosto, 2014) ello presenta un
panorama de victimización hacia las mujeres que es de interés revisar en este texto.
El contexto colombiano atravesado por múltiples situaciones problemáticas, dado el
conflicto sociopolítico- armado que presenta desde hace más de 5 décadas, ha generado en
la población civil afectada de manera directa o indirecta diversas secuelas de tipo
emocional, social, familiar, económico, material y simbólico entre otros, que nos permiten
dimensionar de manera más amplia su trascendencia en la vida política y social del país y
las repercusiones que ha traído consigo desde sus inicios hasta la actualidad.
Es importante mencionar para fines de este texto que se entenderán como víctimas a las
mujeres que como consecuencia del conflicto hayan sufrido afectaciones de tipo físico,
moral, psicológico, emocional, económico y material por parte de los actores armados
legales e ilegales. Esta apreciación implica un distanciamiento respecto de la definición
“legal” de víctima que se plantea mediante la Ley 1448 de 2011 ya que en esta no se
incluyen afectaciones y daños generados por actores estatales.
Un mayor acompañamiento en las secuelas del conflicto hacia las mujeres se debe a la
focalización que se realiza en materia de programas sociales para la atención diferencial de
estas, que obedece a acciones afirmativas tendientes a la garantía de derechos hacia las
mujeres que, como producto de los hechos victimizantes del conflicto armado y
especialmente el desplazamiento forzado, han agudizado sus condiciones de vida tal, como
lo señalan las organizaciones sociales de mujeres y la Corte Constitucional en el Auto 092
de 2008 al igual que el Informe Alternativo presentado a la CEDAW- 2013 en materia de
derechos de las mujeres víctimas.
Así, revisar el lugar de las mujeres dentro del contexto del conflicto armado permite
ampliar la mirada para intentar la comprensión de esos elementos estructurales que han
estado presentes en sus vidas, condicionando muchas de sus acciones pero que de igual
manera, permiten dimensionar aquellas circunstancias que las han atravesado y que, a fin
de revisar su historia de vida o generar estrategias de intervención, nos aporten aspectos
relevantes de análisis para una reparación transformadora entendiendo esta como la
posibilidad no de regresar a las condiciones en las cuales se encontraba la persona con
anterioridad al hecho, sino la generación de transformaciones en su contexto que garanticen
la realización de derechos y condiciones de vida humana digna.
La atención psicosocial con miras a alcanzar condiciones de bienestar, vida digna, y aportar
a la contención de situaciones de riesgo en crisis, se convierte en un proceso muy relevante
pues “supone una mirada comprensiva capaz de reconocer los daños en las subjetividades
y en los constructos culturales los cuales se vinculan de manera profunda con los
sentimientos de indignidad y de vulneración de la condición humana” (Corporación Avre
2005. 22).
Se hace necesario reconocer que las afectaciones en las mujeres producto de los hechos
ocurridos en el conflicto generan un duelo que, como menciona Calvo (citando a Pereira,
2005), por su definición etimológica en latín, es dolus, y significa dolor, lastima y aflicción.
El duelo entonces es una “respuesta emotiva a la pérdida de alguien o de algo” en este
sentido lo que se hace necesario es revisar la carga emocional que se le atribuye a la
pérdida, lo que ellas representan y las aflicciones que han podido generar tanto a nivel
individual como familiar para que de esa manera se pueda orientar la intervención o
investigación.
Ámbitos de afectación psicosocial en las mujeres víctimas-sobrevivientes del conflicto
armado identificadas durante o posterior al hecho victimizante.
De esta manera es posible abordar entonces los distintos ámbitos en los cuales se hace
presente el duelo que expresa las pérdidas y aflicciones, que como menciona Calvo (2005)
se presentan como un proceso de desapego “del objeto amado que cuando este ya no está,
parte de nosotros se va también”. Lo anterior permite reconocer no sólo una pérdida a nivel
material sino especialmente a nivel simbólico e identitario.
Las afectaciones psicosociales que a continuación presento hacen parte de una recopilación
e indagación de diversos textos y de igual manera, surge a partir de reflexiones
experienciales en torno a la escucha de narrativas de mujeres que han sido víctimas de
distintos hechos, y que con sus relatos, han buscado poner de manifiesto sus historias de
vida y las situaciones dolorosas por las cuales han atravesado como consecuencia del
conflicto.
- Los usos y costumbres se van perdiendo, ya que las acciones se ponen en función de la
adaptación al medio social al que la familia se incorpora en los lugares de llegada, dejando
atrás las tradiciones y costumbres propias del lugar y comunidad de origen.
- Pérdida de bienes muebles e inmuebles. El despojo de sus territorios genera en las mujeres
no sólo la sensación de ausencia material de aquello que habían construido, sino que
además es una pérdida de lo vivido, en el sentido de que no existe forma de nombrar
aquello que ya no se tiene -o está lejano- y que perdura en sus recuerdos como huella de
añoranza o perturbación.
Conclusiones y recomendaciones
Por otro lado, el reconocimiento de la dignidad humana pasa por el respeto del cuerpo de
las mujeres y de las acciones que en materia de alcance de la equidad social deban
realizarse en las relaciones cotidianas y en el ámbito de las políticas sociales.
Bibliografía
Bello, Albarracín Martha, (2000). Las familias desplazadas por la violencia: Un tránsito
abrupto del campo a la ciudad" en, RevistaTrabajo Social No. 2, Facultad de Ciencias
Humanas, Universidad Nacional de Colombia, 2000,
Bello Albarracín, Martha Nubia, (2010) El daño desde el enfoque psicosocial / Martha
Nubia Bogotá Universidad Nacional de Colombia. Programa de Iniciativas Universitarias
para la Paz y la Convivencia (PIUPC), 2010
Corporación sisma mujer. “Reparación para las mujeres víctimas dela violencia en el
conflicto armado. Una aproximación a la formulación de criterios para su determinación”,
diciembre (2010).
Valentín Gonzales calvo. (Junio 2005) “El duelo migratorio” En Revista de Trabajo social
#·7. Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de
Trabajo social Bogotá.
EL PAPEL DEL DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL EN LA HISTORIA
DE LOS ESTUDIOS DE MUJER Y GÉNEROS EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL
DE COLOMBIA – SEDE BOGOTÁ
Sub-eje temático
AudreLorde
Resumen
Al escribir este documento busqué analizar la relación Trabajo Social – mujeres - géneros,
en el presente, y en la Universidad Nacional de Colombia, a partir de la comprensión del
papel del Trabajo Social en la historia de los estudios de mujer y géneros en la misma
unidad académica.
Así como intentar dar respuesta al interrogante: ¿El método de análisis utilizado para la
realización de estudios de mujeres y géneros caen o no en la utilización del paradigma
positivista?
Reconocer en el pasado y presente los limitantes para la articulación entre Trabajo Social,
género y mujeres. Para de esta manera atreverme a proponer salidas que logren una
interconexión de saberes, luchas y resistencias
Introducción
La falta de una reflexión explícita en las disciplinas sociales acerca de las relaciones de
género produjo sesgos androcéntricos en el seno del mismo pensamiento científico, los
cuales serán criticados y retomados como objeto de estudio por el feminismo académico en
la década de los 70 del siglo XX35.
35
Puyana Villamizar, Yolanda. Nacen Los Estudios Sobre Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia. En:
Cuatro Décadas De Compromiso Académico En La Construcción De La Nacional. (Comp.) ARCHILA, Mauricio. Ed. Unal De
Colombia. Año De Edición: 2006. Pg. 127.
36
Ibíd.
37
Bellotti, M. Y Fontenla, M.(1997): “Feminismo Y Neoliberalismo”, En Brujas Año XVI, Nº 24, Bs. As.
38
D’Atri, Andrea. Feminismo Latinoamericano: Entre La Insolencia De Las Luchas Populares Y La Mesura De La
Institucionalización. Artículo Publicado En: Panorama Internacional, Www.Fg.Org.Ar.Pg. 4
39
Vargas, Virginia (2002): “Los Feminismos Latinoamericanos En Su Tránsito Al Nuevo Milenio”; En AA.VV.: Feminismos
Latinoamericanos: Retos Y Perspectivas, México, PUEG
40
Bedregal, Ximena (2002): “Los Encuentros Feministas, Lilith Y El Todo Poder UNO”, En Www.Creatividadfeminista.Org
El papel del Departamento de Trabajo Social en la historia de los estudios de mujer y
géneros en la Universidad Nacional de Colombia – Sede Bogotá
El inicio de los estudios de mujeres y géneros estuvo marcado por la participación de sus
impulsoras en grupos socialistas y de izquierda, lo que marcaba el seguimiento a un
paradigma marxista, del que después se apartaron los estudios de mujer y género. Pues las
mujeres se encontraron con disparidades en ese discurso y modelo occidental, que
presentaba la lucha por una búsqueda de la redistribución de la riqueza entre las clases
sociales, y no tenía objetivos de emancipación para las mujeres. Florence señala: Cada vez
que preguntábamos por la discriminación específica de las mujeres, los compañeros de la
izquierda nos respondían: ¡compañeras! Ante todo la lucha de clase y después de la gran
revolución arreglaremos los problemas de ustedes43.
En esa medida se inicia la búsqueda por otras teorías, por la construcción de una episteme.
El género en este camino tenía una validez mucho más universal que el concepto clase,
porque en sociedades comunistas donde el problema de la clase no existía, ahí había
41
PUYANA VILLAMIZAR, Yolanda. Nacen Los Estudios Sobre Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia .
En: CUATRO DECADAS DE COMPROMISO ACADEMICO EN LA CONSTRUCCION DE LA NACIONAL. (Comp.)
ARCHILA, Mauricio. Ed. U NAL DE COLOMBIA. Año De Edición: 2006. Pg. 127.
42
PUYANA VILLAMIZAR, Yolanda. Nacen Los Estudios Sobre Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia .
En: CUATRO DECADAS DE COMPROMISO ACADEMICO EN LA CONSTRUCCION DE LA NACIONAL. (Comp.)
ARCHILA, Mauricio. Ed. U NAL DE COLOMBIA. Año De Edición: 2006. Pg. 128
43
Entrevista A Florence Thomas Por Martha Bohórquez.
problemas de género44. Un camino que en la Universidad Nacional de Colombia se da a
partir de la década de los ochenta. Para la aparición de los estudios de mujeres y géneros en
la Universidad Nacional de Colombia, se explican dos posibles causas: Una primer causa
desde el exterior, como motivación del movimiento social, el apoyo del Estado y la
cooperación internacional; y otra causa desde el interior por motivación del grupo Mujer y
Sociedad, el programa de estudios de Género, Mujer Y Desarrollo (que se institucionalizó
1994), con el fin de contribuir al conocimiento de las cambiantes relaciones entre mujeres y
hombres, e impulsar la equidad de género no sólo en términos del crecimiento sino en el
ejercicio de la democracia, y por último el programa y posterior escuela de estudios de
género y mujer.
En la historia, y los relatos eran comunes las reflexiones acerca de la importancia que tuvo
la participación de las ONG´s en el impulso de proyectos investigativos, que junto con la
academización, la incorporación a las instituciones de los regímenes políticos y los distintos
estamentos de gobierno45 son las operaciones más importantes que comienzan a
reconfigurar al movimiento feminista en este período, produciendo también, junto con una
multiplicidad de nuevas experiencias, acciones y saberes, su incipiente fragmentación y
creciente cooptación. Durante este período, el feminismo latinoamericano comenzó a
recorrer el camino de la insubordinación a la institucionalización 46.Un proceso que a partir
de la colonialidad del poder del saber nos muestra como esa expectativa social de lograr un
estatus científico, impulsado por occidente, también permea la historia de los estudios de
mujeres y géneros.
Inicialmente debo decir que en esa relación Trabajo Social- mujeres.- géneros, el análisis
mas complejo se da al intentar describir el Género, ya que en torno a este surgen una serie
de definiciones que construyen y deconstruyen continuamente el concepto, uno de los
componentes, que a mi parecer, hacen de los estudios de mujeres y géneros la construcción
de una ciencia contemporánea, que no se constituye a partir de definiciones absolutas y
rígidas.
Son bastantes las definiciones que existen de género o géneros, para la relación de Trabajo
Social – mujeres y géneros, me atrevo a explicar lo que entiendo por género, en la triada.
44
PUYANA, Yolanda. “Los Estudios De Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia” En: GÉNERO,
MUJERES Y SABERES EN AMÉRICA LATINA: Entre El Movimiento Social, La Academia Y El Estado / Comps. Luz
Gabriela Arango, Yolanda Puyana. – Bogotá: Universidad Nacional De Colombia. Facultad De Ciencias Humanas, Escuela
De Estudios De Género, 2007. Pg. 134
45
D’Atri, Andrea. Feminismo Latinoamericano: Entre La Insolencia De Las Luchas Populares Y La Mesura De La
Institucionalización. Artículo Publicado En: Panorama Internacional, Www.Fg.Org.Ar.Pg. 4
46
Collin, Francois (1999): “El Diferendo Entre Los Sexos. Las Teorías Contemporáneas”, En Travesías Nº 8, Cecym
Género es la caracterización que le damos o le dan inicialmente a nuestro cuerpo según el
sexo, y que va a generar mediante los patrones de interacción social, gestados en las
diferentes culturas, una diferencia estructurada, que se convierte en una condición política,
que permite u obstaculiza el ejercicio de diversos poderes. Y que al tomarse desde el
positivismo se singulariza ya que solo hay uno: el femenino, pues el masculino no es un
género. Porque lo masculino no es lo masculino, sino lo general 47. Su estudio parte del
análisis de las interacciones entre hombres y mujeres, el acceso de unos y otros a los bienes
y servicios, los cambios culturales, la formación de las identidades, su énfasis en la
comparación y las diferencias entre los sexos.
El género en la relación con Trabajo Social y mujeres, se puede criticar ya que parte de un
paradigma identitario heterosexual que no cuestiona la sexualidad normativa. Según Butler
“tener un género significa haber establecido ya una relación heterosexual de
subordinación”48, además de generarse otras tensiones con respecto al accionar de Trabajo
Social y su objetivo ético político, de buscar el reconocimiento e igual valoración de la
diferencia, se puede decir que en la categoría género se encuentran muchas confusiones
conceptuales por ejemplo para las mujeres indígenas, ya que si se introducen en las lógicas
de diferenciación existe entonces un rompimiento con las identidades, a consecuencia que
las demandas de las mujeres occidentales no corresponden con las categorías de género que
existen dentro de los pueblos indígenas, y los procedimientos que se enuncian en el
feminismo o los feminismos atentan contra la autonomía y la toma de decisiones sobre sus
procesos e identidades.
Ahora bien, en cuanto a las mujeres y el feminismo, considero que el Trabajo Social
feminista es una opción para el ser y hacer del Trabajo Social. Una opción que no es la
elección de buena parte de los estudiantes y las estudiantes, ya que suscriben concepciones
que se distancian de las ideas feminista, una de las consecuencias de la poca participación
de estudiantes en la construcción de los estudios de mujeres y géneros. Con respecto al
Trabajo Social feminista se suscriben algunas prácticas, tales como el hecho de re significar
los problemas sociales, tomando las necesidades de las mujeres, y materializándolas en
experiencias transformadoras, como centros para mujeres violadas, clínicas para mujeres
etc. Lo que requiere de un estudio de los problemas sociales que tome como punto de
partida la experiencia de las mujeres sobre estos, ver que el problema no reside en las
mujeres sino en la construcción patriarcal de las relaciones sociales, que permita un Trabajo
Social que observe la problematización del género y actué sobre esta.
Me permito señalar algunas de las causas para que se genere la relación de lejanía y
cercanía entre Trabajo Social - Mujeres y géneros. Encontré dos características: Una
primera que une las categorías y una segunda que las aleja. Primero, existe un interés por la
cientificidad, aunque desde sus debates internos se critiquen los discursos hegemónicos de
racionalidad (En los estudios de mujeres y géneros, por la necesidad de un conocimiento
situado desde el feminismo, una localización que le permitiera producir conocimiento y
darle la especificidad a lo estudiado). Y segundo se buscan transformaciones a nivel micro
y macro social, pero se llevan a la práctica discursos que caen en la homogenización y
universalización de los sujetos y las sujetas.
Me atrevo a señalar otras razones por las cuales no existe una relación estrecha entre las
estudiantes y los estudiantes de Trabajo Social, así como de los docentes y las docentes con
los estudios de mujeres y géneros: primero la falta de compromiso de las administrativas
del Departamento porque se trabaje en torno a objetivos feministas, de las mujeres y con
enfoque de género; Segundo por las políticas y prácticas impregnadas de ideologías
dominantes que subordinan a las mujeres en la sociedad; Y tercero por la falta de
compromiso de las Trabajadoras Sociales y los Trabajadores Sociales de trabajar con bases
populares, enfoque de mujer y género y experiencias alternativas que no se enmarcan
dentro del ámbito institucional.
49
PUYANA, Yolanda. “Los Estudios De Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia” En: GÉNERO,
MUJERES Y SABERES EN AMÉRICA LATINA: Entre El Movimiento Social, La Academia Y El Estado / Comps. Luz
Gabriela Arango, Yolanda Puyana. – Bogotá: Universidad Nacional De Colombia. Facultad De Ciencias Humanas, Escuela
De Estudios De Género, 2007. Pg. 120
Para explicar las relaciones y prácticas dadas en torno la triada géneros- mujeres y Trabajo
Social, es imprescindible hablar de subjetividades y complejidad en la sociedad. En esa
medida debe ser claro que tales relaciones y prácticas son producto de una serie de
discursos que han permeado la vida cotidiana de los sujetos y las sujetas, generando
mediante patrones de interacción social una serie de sesgos que implementados por la
colonialidad del poder y el saber, permiten que construyamos, tácitamente o
reflexivamente, un proyecto de vida que reproduzca o no el discurso hegemónico, euro
céntrico, heterosexual, de raza blanca, cultura occidental, cristiano y de familia nuclear.
50
PUYANA VILLAMIZAR, Yolanda. Nacen Los Estudios Sobre Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia .
En: CUATRO DECADAS DE COMPROMISO ACADEMICO EN LA CONSTRUCCION DE LA NACIONAL. (Comp.)
ARCHILA, Mauricio. Ed. U NAL DE COLOMBIA. Año De Edición: 2006. Pg. 133
51
CURIEL. Ochy (2003). Identidades Esencialistas O Construcción De Identidades Políticas: El Dilema De Las Feministas
Negras. Disponible En: Www.Creatividadfeminista.Org. Pg. 7
52
Ibíd. Pg. 14
Es necesario que comprendamos en nuestra formación como Trabajadoras Sociales y
Trabajadores Sociales que el género, la raza, el propio mundo, todos parecen ser efectos
creados para escurrirse, en el juego de los significantes dentro de un terreno de fuerzas
cósmicas. Pero no podemos permitirnos estos juegos de palabras, ya que los proyectos de
poner a punto conocimientos creíbles a propósito del mundo natural no pueden dedicarse al
género de la ciencia ficción cínica o paranoica53.
En este punto es bueno entonces, articular los tres elementos antes analizados con la
sociedad en general, con la vida fuera de la Universidad Nacional de Colombia. Para tal es
necesario aclarar que los estudios de mujer y géneros no se paran sobre un enfoque
positivista, y que en esa medida su construcción alterna con el Trabajo Social puede
acelerar transformaciones en la sociedad, pero para esto sí encuentro algunas falencias que
debemos propender por minimizar.
Inicialmente considero necesario reconocer que se tienen falencias, pero que en el reto por
una ciencia contemporánea se deben manejar construcciones, pero también
deconstrucciones y reconstrucciones, partiendo de las críticas y autocriticas.
53
HARAWAY, Donna. Conocimientos Situados: La Cuestión Científica En El Feminismo Y El Privilegio De La Perspectiva
Parcial” En Ciencia, Cyborgs Y Mujeres. La Reinvención De La Naturaleza, Madrid, Cátedra, 1995. Pg. 316
54
SÁNCHEZ NÉSTOR, Martha. Mujeres Indígenas En México: Acción Y Pensamiento, Publicado En
NouvellesQuestionsFeministes (NQF), Edición Especial Verano 2005.
De esta manera considero a su vez, que tanto el Trabajo Social como los estudios de mujer
y géneros, deben trascender con sus objetivos de transformación a la sociedad, a las
comunidades, a esos movimientos sociales de mujeres que se han formado a raíz de las
necesidades sentidas, mujeres que se aglutinan en función de resolver problemas a tenientes
a la pobreza, la discriminación étnica, el conflicto armado, la atención de los niños y niñas,
y la demanda por servicios sociales.
Deben existir luchas conjuntas con los feminismos, estos no pueden quedarse en definición
académico socialista de clase media, de ser una expresión política que lucha contra las
formas patriarcales o androcéntricas. Cuando en esa búsqueda por un cambio cultural
profundo y la construcción de una sociedad sin inequidades de género, no tienen en cuenta
las campesinas, afro descendientes, raizal, gitanas, indígenas, entre otras.
De esa manera no debemos caer en los esencialismos, y así como en Trabajo Social no caer
en la romantización de las comunidades perfectas, en los feminismos y estudios de mujer y
géneros, comprender que existen las particularidades.
Ahora bien considero necesario acoger el consejo que nos hacen las feministas
latinoamericanas: “No neguemos los conflictos, las contradicciones y las diferencias.
Seamos capaces de establecer una ética de las reglas de juego del feminismo, logrando un
pacto entre nosotras, que nos permita avanzar en nuestra utopía de desarrollar en
profundidad y extensión el feminismo en América Latina55.
Finalmente en esta parte considero que para que exista una relación más armónica entre
Trabajo Social – mujeres – géneros y las comunidades, también debe existir el reto de
generar ciencias nuevas sin caer en verdades ideológicas, sino una serie de saberes que en
correlación con los demás, logren una subversión de potencialidad material y potencialidad
intelectual, (que proponen Sotologo y Delgado) para la nueva construcción de ciencia
contemporánea. Mediante la ampliación de posibilidades de uso, que permita la interacción
y no solo el uso como en el paradigma clásico, y la autonomía en las creaciones mediante
una comunicación libre “no clásica”.
En esa medida se deben utilizar las llamadas epistemologías feministas que constituyen un
pensamiento crítico acerca de la producción del saber, desde la perspectiva de las mujeres.
“a una vida social generizada corresponde una producción científica también
generizada”56 Y que desarrollan la crítica con base en tres argumentaciones centrales. El
primer supuesto hace referencia a la pretensión de la objetividad en la ciencia y, por tanto, a
la consideración de la neutralidad científica; De allí surge la reflexividad social de la
55
PUYANA VILLAMIZAR, Yolanda. Nacen Los Estudios Sobre Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia .
En: CUATRO DECADAS DE COMPROMISO ACADEMICO EN LA CONSTRUCCION DE LA NACIONAL. (Comp.)
ARCHILA, Mauricio. Ed. U NAL DE COLOMBIA. Año De Edición: 2006.
56
Ibíd. Pg. 129
ciencia, la cual invita a desentrañar intereses políticos o económicos que al interior del
discurso hegemónico se producen57.
Es importante generar soluciones ante esa “racionalidad indolente y perezosa”. Que es una
racionalidad que no se ejerce mucho, no tiene necesidad de ejercitarse bastante, (…) la
razón indolente, perezosa, que se considera única, exclusiva, y que no se ejercita lo
suficiente como para poder mirar la riqueza inagotable del mundo. Pienso que el mundo
tiene una diversidad epistemológica inagotable, y nuestras categorías son muy
reduccionistas59.
Tenemos muchas cosas por hacer, y la invitación es a, mediante un trabajo colectivo poder
en esa relación cuádruple, profundizar en estudios como son el medio ambiente, la
reflexión filosófica y epistemológica en las disciplinas, o la incursión en los proyectos
económicos, la biogenética y muchos más. La trasversalización del tema en la investigación
de las ciencias naturales en la Universidad aún es inexistente, y apenas se inician algunos
estudios en las ciencias económicas y de la salud, por ejemplo.
Debemos reconocer los otros saberes y en esa medida generar espacios para el diálogo de
intersubjetividades, sin barreras de orden discursivo, debemos generar espacios para
alternar con los movimientos de mujeres que han proporcionado un gran avance para
posicionar la problemática de género en los contextos locales, nacionales y globales,
reivindicando sus derechos, y la apertura de espacios de participación en condiciones de
équidas e igualdad, en la toma de decisiones, siempre en constante cuestionamiento de la
dominación y la supremacía masculina en ámbitos como la educación, la salud, las
decisiones en torno al cuerpo, el trabajo, entre otros, proponiendo nuevas formas de
participación política para la transformación de sus problemáticas como mujeres, con estos
continuos cuestionamientos sobre sus dificultades, les han permitido a las mujeres agrupar
las situaciones de vulneración en diversas culturas entre esas la indígena, en varios
escenarios internacionales . (La cuarta conferencia mundial sobre la mujer Beijing, 1995, el
decenio internacional de las poblaciones indígenas del mundo 1994 a 2004), y con las
mujeres que no están adscritas en ningún movimiento, mujeres que nunca en su vida han
escuchado la palabra género o emancipación.
57
Ibíd. Pg. 130
58
Ibíd.
59
BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS. La Sociología De Las Ausencias Y La Sociología De Las Emergencias: Para Una
Ecología De Saberes. En: RENOVAR LA TEORÍA CRÍTICA Y REINVENTAR LA EMANCIPACIÓN SOCIAL.
Alternar, compartir y construir con las mujeres que han participado en procesos que han
servido para que las indígenas sean tomadas en cuenta como protagonistas, para desarrollar
planes y todo tipo de actividades que visibilicen la importancia de los pueblos indígenas,
mediante dinámicas en las cuales algunas mujeres han aceptado todo el discurso occidental
sobre género, empoderando y dando una formación legal sobre los derechos de las mujeres;
otras han negado rotundamente estos cuestionamientos, fundadas en que los problemas son
globales que afectan directamente sus comunidades y no sus dinámicas internas, pero
también existe una tercera forma de participación de las mujeres indígenas donde hablan
sobre una complementariedad de los géneros, además de una articulación en diferentes
espacios políticos y culturales, nacionales e internacionales.
Debemos a partir de nuestro accionar cotidiano, articular prácticas que afecten en macro ese
poder colonial que despoja identidades, y crea una única identidad racial, colonial, con
“productores de culturas inferiores”60, que se une con un sistema patriarcal, que no nos
permite tener una relación naturaleza –sociedad, hombre mujer como unidad ante la
naturaleza, en una ecología profunda como paradigma de cambio, en el que la naturaleza es
el centro y no el hombre.
Así existe la esperanza, la convicción de que somos muchas y muchos los que pensamos en
la utopía, que se puede lograr en la medida en que mediante un accionar reflexivo la
repetición logre discursos transformadores de vida, mediante esa subversión material y
espiritual. Es un arduo camino porque como lo constate, hasta para las propias feministas es
complicado liberarse de los condicionamientos de las formas patriarcales.
Pero es un reto que debemos enfrentar sobre todo por que hay realidades que necesitan un
accionar urgente. Según las especialistas en violencia, en todo el mundo, uno de cada cinco
días de ausencia femenina en el ámbito laboral es consecuencia de una violación o de la
violencia doméstica. Las mujeres constituyen el 70% de los 1.500 millones de personas que
viven en la pobreza absoluta en todo el mundo. Mientras el 80% de los alimentos básicos
para consumo los producen las mujeres, sólo son propietarias de alrededor del 1% de las
tierras. En Latinoamérica, son 154 millones de mujeres las más pobres de entre los pobres.
Si bien las feministas participaron y consiguieron introducir modificaciones en las
legislaciones de nuestros países en relación con el divorcio, la patria potestad compartida,
el cupo en los cargos públicos electivos, etc. Lo que vemos a diario indica que aún estamos
muy por detrás de haber solucionado con las leyes las situaciones concretas que vivimos las
mujeres del continente61.
60
QUIJANO, Aníbal. Pg.115
61
D’Atri, Andrea. Feminismo Latinoamericano: Entre La Insolencia De Las Luchas Populares Y La Mesura De La
Institucionalización. Artículo Publicado En: Panorama Internacional, Www.Fg.Org.Ar.Pg. 8
Si el feminismo latinoamericano no ambiciona transformar la realidad del continente,
padecida por millones de mujeres que desconocen sus premisas pero enfrentan
cotidianamente el hambre, la explotación, la violencia, el abuso y las humillaciones,
entonces quedará reducido a las elaboraciones académicas, a los lobbys políticos y a
proveer de “cuadros” a la tecnocracia de género que se ha incorporado a los estamentos
gubernamentales y los organismos multilaterales62.En esa medida debe existir una
articulación con Trabajo Social, y las comunidades para trasformar un espacio tiempo que
muestra que “Mientras una parte del feminismo se pregunta, individual y cómodamente
recostada en el diván „¿quién soy yo?‟, y otra parte busca afanosamente la referencia
necesaria para una nota a pie de página que acredite como fiable su trabajo (…), he aquí
que el mundo revienta de pobreza: millones de criaturas, nacidas de mujer, se asoman a
un modelo de sociedad que les reserva una cuna de espinas…”63
Bibliografía
Bedregal, Ximena (2002): “Los Encuentros Feministas, Lilith Y El Todo Poder Uno”, En
Www.Creatividadfeminista.Org
Collin, Francois (1999): “El Diferendo Entre Los Sexos. Las Teorías Contemporáneas”, En
Travesías Nº 8, Cecym
62
D’Atri, Andrea. Feminismo Latinoamericano: Entre La Insolencia De Las Luchas Populares Y La Mesura De La
Institucionalización. Artículo Publicado En: Panorama Internacional, Www.Fg.Org.Ar.Pg 9
63
Sau Victoria, “Mientras No Esté Analizada Al Cien Por Cien , La Realidad No Se Transforma” (En Línea)
Http://Mys.Matriz.Net/Mys15/15_8.Htm
Haraway, Donna. Conocimientos Situados: La Cuestión Científica En El Feminismo Y El
Privilegio De La Perspectiva Parcial” En Ciencia, Cyborgs Y Mujeres. La Reinvención De
La Naturaleza, Madrid, Cátedra, 1995. Pg. 316
Sub eje 4: actuación del trabajo social frente a las perspectivas de género en los contextos
multiculturales
Resumen
El siguiente trabajo analiza y cuestiona diferentes representaciones del género en el
contexto multicultural de la ciudad de Cartagena. En tal orden de ideas, plantea una
concepción compleja de la identidad genérica, pues explora cómo las construcciones
sociales de lo femenino: a) producen violencias de diversa naturaleza; b) son fomentadas
mediante instituciones (escuela, religión, familia); y c) están ligadas a otros aspectos como
la raza, la clase social y el lugar de origen.
Por otro lado, la investigación alude a una serie de discursos (normativos, teóricos) y
prácticas que permiten reformular los esquemas anteriores, con el fin de promover nuevas
formas de libertad, tolerancia y resistencia.
Palabras claves:
Multiculturalidad, género, diversidad sexual, realidad social, derechos, igualdad y equidad.
Introducción
64
Estudiante de IV semestres de trabajo social. Corporación universitaria Rafael Núñez Cartagena. E-mail:
Rramirezr19@curnvirtual.edu.co
65
Estudiante de VI semestre de trabajo social. Corporación universitaria Rafael Núñez Cartagena. E-mail:
pedritorres@hotmail.es
El siguiente trabajo intenta analizar/cuestionar algunas construcciones sociales de género
que circulan en el contexto multicultural de la ciudad de Cartagena. Esto implica atender a
la forma en la que tales construcciones moldean la identidad y la interacción entre los
sujetos, produciendo diversas significaciones y efectos sobre los cuerpos sexuados. Por otro
lado, la investigación apela a una serie de prácticas y discursos que permiten criticar los
esquemas anteriores, con el fin de promover nuevas formas de libertad y resistencia. En
este último sentido, el estudio parte de la orientación de la disciplina Trabajo Social, en la
que subyace una clara intención política: reconocer/respetar la diversidad de los individuos
y transformar la realidad social. Por todo lo anterior, el artículo se inscribe bajo el
paradigma crítico que, de acuerdo con Jairo León (2006, p.1)
(...) tiene como objetivo el análisis de las transformaciones sociales y dar respuesta a
determinados problemas generados por estas. Algunos de sus principios son: a)
conocer y comprender la realidad como praxis; b) unir teoría y práctica:
conocimientos, acción y valores; c) orientar el conocimiento a emancipar y liberar al
hombre, y d) implicar al docente a partir de la auto reflexión (Popkewitz, 1988,75).
En tal orden de ideas, lo primero que habría que definir son los conceptos. "Desde el
criterio descriptivo, el género se define como la red de creencias, rasgos de personalidad,
actitudes, valores, conductas y actividades que diferencian a mujeres y a hombres" (Burin,
1998, p. 20). En otras palabras, sería algo así como un conjunto de formas de actuar,
pensar, sentir, vestir que las sociedades atribuyen a los personas dependiendo de su sexo, y
a través del cual establecen las fronteras entre lo masculino y femenino. Estos repertorios
culturales pueden variar conforme a la época, el tipo de cultura en la que se habita, la
interacción con los otros. Así mismo pueden ser reproducidos a través de diferentes medios
e instituciones: televisión, radio, cine, escuela, religión, trabajo, familia. Sin embargo,
también son objeto de discusión y pueden reformularse, reestructurarse. En resumidas
cuentas, el género, al igual que la etnia y la clases sociales son discursos estructurales/
estructurantes de las identidades de los sujetos y motivo de pugnas políticas.
Ahora bien, desde el inicio se ha planteado el estudio sobre las representaciones de género
femenino en un entorno multicultural como lo es Cartagena. ¿Qué se entiende por ello? ¿Es
equivalente a los términos multiculturalismo e interculturalidad? A este respecto, se
sostiene que “lo multicultural es un hecho, el multiculturalismo una Intención política y lo
intercultural una relación social” (Lorente y Zambrano, 2000, p. 206). Desde este trabajo se
considera, en primer lugar, lo multicultural o lo pluricultural como elemento definitorio de
nuestras sociedades; en segundo lugar, el multiculturalismo se concibe como una política
que se sitúa más allá de lo institucional o estatal y que afecta a todo el sistema político:
(educación, bienestar, equidad e inclusión de género, etc.); y en tercer lugar, lo intercultural
se entiende como un conjunto de relaciones sociales que ponen en interacción a los sujetos
a partir del reconocimiento recíproco de las diferencias culturales. Ahora bien, es posible
que se presenten algunas tensiones entre los fenómenos anteriores. El hecho de que en una
sociedad existan sujetos con diferentes culturas (escenario multicultural) no significa o
garantiza que se den entre ellos relaciones mediadas por el respeto ideológico
(interculturalidad). Tampoco supone, necesariamente, que exista una política tendiente al
bienestar y protección de todas las culturas existentes en un espacio determinado.
Una vez definidos los términos, a continuación se analizará cómo las representaciones de
género femenino que circulan en el entorno pluricultural de Cartagena
a) producen violencias de diversa naturaleza;
b) son fomentadas mediante aparatos ideológicos (escuela, trabajo),
c) experimentan variaciones cuando se pasa de un estrato social a otro, de un color de piel
a otro, de una nacionalidad a otra. De manera que, siguiendo a Meler, "Percibimos la
necesidad de realizar estudios que destaran el carácter racional de la masculinidad y la
feminidad así como su articulación con otras variables tales como el sector social, la edad y
el origen étnico” (1998, p.261).
Cartagena es una ciudad histórica en la que residen nativos y sujetos que provienen de otros
lugares. En ella coexisten diferentes sistemas de creencias que no siempre conviven
pacíficamente. Lo cierto es que la inmensa mayoría trata de imponer sus costumbres como
verdad absoluta, excluyendo así a todos los que se consideran diferentes en términos
culturales. Quizá, una de las problemáticas más recurrentes tiene que ver con la circulación
de estereotipos machistas que modelan la construcción género femenino (en sus cruces
complejos con la raza, la clase, el origen geográfico, por ejemplo). Estos estereotipos
simplifican la personalidad de los individuos, los confinan a un cierto tipo de conductas,
pensamientos, vestuarios, expectativas. Con ello, "cierran" otras posibilidades de desarrollo
individual. Ciertamente, como ya se anunciaba, la representación tradicional del género
femenino margina a aquellos que se desvían de los lineamientos. Esto conlleva la pérdida
del reconocimiento de los sujetos al momento de interactuar con los demás. También
comprende malestares y agresiones diversas.
Como se sabe, la visión machista plantea la idea de una mujer- objeto a la cual puede
sometérsele. De manera que son múltiples las violencias que se despliegan en este contexto:
verbales, físicas, sexuales y psicológicas. Gran parte de este maltrato proviene de sujetos
masculinos; sin embargo, no puede eludirse el hecho de que algunas mujeres han
interiorizado la ideología patriarcal y reproducen algún tipo de intimidación o censura hacia
sus pares.
Con el objeto de exponer estas formas de agresión, es importante citar los datos que
arrojaron unas encuestas realizadas por estudiantes de tercero y cuarto semestre del
programa Trabajo Social, pertenecientes a la Corporación Universitaria Rafael Núñez-
Cartagena, bajo los elementos teóricos que les brindó el curso “Perspectiva de Género”. La
actividad fue realizada en los periodos del 2012 y 2013 (segundo del 2012 y primer periodo
del 2013), en diferentes sectores de la ciudad. Allí se encuestaron a 212 mujeres, con
edades comprendidas entre 2 y 80 años. Vale mencionar que todas ellas habían sufrido
algún tipo de violencia que quebrantaba su dignidad 68
68
Es importante tener en cuenta que la información ha sido registrada a partir de los relatos proporcionados
por diferentes agentes. No siempre los sujetos allí registrados hablaron por sí mismos; sino que fueron
referidos por otros o fueron observados por los estudiantes que hacían las encuestas, mientras eran víctimas
de violencias físicas, verbales, psicológicas. Tal es el caso de algunos niños.
El rango de edad en el que las mujeres están más expuestas a violencias físicas y verbales
es de 11 a 20 y de 41 a 50 años. Aunque esto no implicar eludir las categorías restantes.
Como se observa en el cuadro, si bien las mujeres adultas han venido siendo vulneradas
desde las diferentes modalidades de agresión, también las niñas son sometidas e
intimidadas por estos maltratos. Otro dato importante concierne al hecho de que solo 34
mujeres denunciaron las diferentes violencias perpetradas por hombres.
¿Cómo es posible que se despliegue tal nivel de violencia? A pesar de que en pleno siglo
XXI poseemos leyes que se han encargado de proteger los derechos de las sujetas
femeninas, el maltrato se ha naturalizado en la ciudad, como consecuencia de una
estructura patriarcal que se transmite a través de los legados familiares, y que además es
reforzada en las telenovelas, en el cine más comercial, en las escuelas y religiones.
Por ejemplo, de acuerdo con Patricia Guerrero (s/f, p.1), en las escuelas se produce una
discriminación femenina:
Además, la autora agrega que la formación que las mujeres reciben en la escuela cuando
son niñas genera consecuencias negativas en el futuro:
Las mujeres en nuestra sociedad actual reciben una socialización muy diferenciada,
en la mayoría de las instituciones sociales y específicamente en la escuela. Tal como
se señaló, esta discriminación de género influye en la adquisición de habilidades
específicas que implican roles productivos más bajos en la escala social, con menores
remuneraciones (o ausencia de remuneraciones en el caso de las dueñas de casa) y
con malas condiciones laborales (sin previsión, sin leyes laborales) (Guerrero, s/f,
p.1).
Como si fuera poco, existen otras instituciones que afianzan estereotipos machistas, los
cuales han naturalizado; aunque en realidad, a nuestro juicio, se trata de significados
históricos, inventados. Es el caso de la iglesia, que por mucho tiempo ha influido en las
identidades de numerosos sujetos(as). Por otro lado, está la familia, que impone reglas
nutriéndose de discursos religiosos y políticos, y se convierte en un espacio de cohibición
en el desarrollo de los seres humanos.
En definitiva, las relaciones con figuras de autoridad como padres, madres, docentes
convencionales, líderes religiosos que invitan a repetir los modelos patriarcales impiden
que los sujetos puedan formarse y consolidarse de forma autónoma.
Si comparamos una mujer negra y analfabeta, con una de raza blanca, ubicada en estrato
alto, saltan a la vista claras diferencias. La primera sufre mayores discriminaciones y
limitaciones. Su color de piel suele ser rechazado (a nivel laboral, atención en servicios de
salud); es objeto de burlas y asociado a la lujuria. Pero, además, su pobreza le impide el
acceso a una educación básica de calidad y parece jugar en su contra cuando trata de
reclamar justicia.
Ello nos conduce, casi que inevitablemente, al tema de la dignidad humana, o más bien, al
de su ausencia. Al parecer, en el contexto multicultural de Cartagena existen seres que de
acuerdo con su posición en la escala de ingresos y su color de piel, han sido
deshumanizados. También es complicada la situación de una mujer que, además de ser
pobre y afro-descendiente, tiene inclinación homosexual.
Por otro lado, es posible contrastar la situación de las mujeres locales negras y de escasos
recursos con las extranjeras. Estas últimas, si son blancas y aparentan (o poseen) cierto
poder adquisitivo, no suelen ser excluidas de escenarios culturales o centros de diversión,
como tampoco vigiladas en centros comerciales y tiendas.
Los casos anteriores ejemplifican cómo las relaciones sociales, vistas desde el ángulo de la
identidad de género, varían dependiendo de factores diversos. Esto quiere decir que las
posibles soluciones son complejas: deben atender a esta pluralidad de dimensiones.
Por desconocimiento de los grupos sociales con los cuales interactuamos, se pueden
utilizar en nuestro discurso términos discriminatorios, los cuales nos pueden hacer caer en
categorizaciones de los sujetos, conllevándonos a la formación de perjuicios o estereotipos.
Por ello, conviene identificar los modos mediante los cuales operan las prácticas
discriminatorias y segregacionistas, para evitar reproducirlas.
En este mismo sentido, es preciso reconocer que la educación es otro de los escenarios en
los que se difunden discursos y prácticas homogeneizadoras, los cuales limitan, oprimen o
castigan lo diverso, lo multicultural. Tales ideas y acciones "pedagógicas" parecen sugerir
que todos los sujetos tienen un mismo devenir histórico, un mismo destino. De acuerdo
con Bello y Rangel (2002):
La educación formal es otro núcleo de inequidad, no tan sólo por los problemas de
acceso y cobertura, sino porque los sistemas educativos han pretendido que a través
de la educación, y en un plano opuesto al reconocimiento de la diversidad y el respeto
a sus derechos colectivos, se consiga la asimilación e integración de los distintos
grupos étnico-raciales a la cultura e “identidad nacional" (p.41).
Las políticas públicas de la mujer fueron difundidas en el año 2002, cuando se elaboró la
Política Nacional “Mujeres constructoras de paz y desarrollo”, cuyo propósito era incluir y
visibilizar a los sujetos femeninos, con el objeto de cumplir con los derechos que todos y
todas poseemos por ser humanos y ciudadanos. A fin de cuentas, se trataba de generar
cambios y transformaciones en los imaginarios creados sobre las relaciones de poder. Tal
iniciativa tuvo entre sus temáticas principales el empleo, el desarrollo, la educación, la
cultura, la salud sexual y reproductiva, violencia contra las mujeres, la participación
política, la mujer rural, la comunicación y el fortalecimiento institucional. Bastaría citar el
Artículo 13 de la Constitución Nacional, para legitimar esta clase de alternativas: “todas las
personal nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las
autoridades y gozaran de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna
discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión,
opinión política o filosófica” (Constituyente, 1991).
Justamente, el proyecto respondía a los altos niveles de violencias contra los sujetos
femeninos. Además, tenía en cuenta el contexto multicultural en el que se encuentra
Cartagena, así como las desigualdades y estratos sociales que la conforman. Una de los
programas derivados de la anterior iniciativa se denominó “Formación a servidoras y
servidores públicos", “El Servidor soy yo”, y buscaba la inclusión social de los sujetos
femeninos en diversos campos de trabajo, especialmente en la conducción de vehículos
(taxis, motos, maquinaria pesada).
Por otro lado, y como complemento de lo anterior, se plantea una segunda propuesta:
organizar un colectivo de mujeres que hayan trabajado en ámbitos laborales asignados más
frecuentemente a los varones. En nuestro caso particular, se pretende convocar a las
beneficiadas en la política pública “Mujeres en pleno goce de nuestros derechos”,
específicamente a las que hicieron parte del ya mencionado programa Formación a
servidoras y servidores públicos". Lo que se busca con la articulación del colectivo es que
las trabajadoras relaten sus experiencias, con el fin de promover, en primer lugar, una
valoración de los sujetos femeninos como agentes que pueden transformar sus condiciones
socioeconómicas; en segundo lugar, propiciar un firme cuestionamiento a los discursos a
partir de los cuales se subestiman sus capacidades físicas e intelectuales.
Conclusiones
En un plano teórico, desde el Trabajo Social se conciben las relaciones de género como
problemáticas interculturales, que implican socializaciones previas y se desarrollan en
contextos específicos y diversos. Estos vínculos son el resultado de los discursos y prácticas
difundidas mediante instituciones como la escuela, la iglesia y la familia. También se busca
superar una concepción simple de la identidad. Reconocedora de las múltiples afiliaciones
de las mujeres, y de sus identidades plurales, esta disciplina propone que, además del
género, la "raza”, etnia, nacionalidad, sexualidad y la clase social son elementos que
configuran la subjetividad. Por otro lado, el enfoque crítico defendido a lo largo del ensayo,
permite subrayar la capacidad que tienen los sujetos de modificar sus realidades culturales;
es decir, su condición de agentes.
Bibliografía
Bello, Alvaro; Rangel, Marta. (2002) . "La equidad y la exclusión de los pueblos indígenas
y afrodescendientes en América Latina y el Caribe". Revista Cepal, 76. Recuperado de
http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/equidad%20exclusion%20Bello
%20rangel.pdf
Burin, Mabel. (1998). "Estudios de género. Reseña histórica". Género y familia: poder,
amor y sexualidad en la construcción de la subjetividad. Argentina: Paidós, SAICF
Guerrero, Patricia (s/f)). "Escuela y género: Una revisión de las prácticas discriminadoras
de las mujeres en contexto escolar". Recuperado de http://www.biblioteca.org.ar/libros/ge-
esc.pdf
http://190.90.57.169/BOA/?
q=system/files/093PARADIGMA+INTERPRETATIVO+Y+SOCIO+CRITICO.swf
Sub eje 5: trabajo Social y género en el marco del conflicto social, económico, político y /o
armado en Colombia
Resumen
Esta ponencia surge en el marco del análisis del conflicto armado colombiano, en el cual las
mujeres históricamente han sido víctimas invisibilizadas, de diversas formas, distintos
escenarios y por diferentes actores. Por lo tanto este escrito busca dar reconocimiento tanto
a su victimización como a su lucha contra los vejámenes de la guerra. De esta manera, se
abordan categorías como la “victimización”, las mujeres como objeto sexual y botín de
guerra y también los procesos reivindicativos que ellas han liderado. En relación con ello se
busca reconocer las iniciativas que ha tenido el Movimiento Social de Mujeres desde una
apuesta política por las reivindicaciones y resistencias de los derechos de género en el que
el Trabajo Social asume grandes retos. Tanto desde la producción académica e investigativa
de cara a la transformación, reconocimiento y visibilización de los derechos que les han
sido violados a ellas, como desde la potenciación y acompañamiento a la lucha de estas
mujeres.
Introducción
Se hace alusión a la palabra victimización como eje más concreto que confluye tanto en
la cultura, como en el proceso histórico que configura nuestro país como patriarcal, en el
cual los crímenes cometidos contra las mujeres no sugieren la importancia que debieran
tener. Por otro lado, nombrar a una mujer exclusivamente como víctima, invisibiliza la
larga labor que han tenido varias mujeres activistas, que luchan por la reivindicación de
sus derechos y por la libertad identitaria que les ha enajenado la sociedad.
Por lo cual se quiere mostrar en este trabajo cuál ha sido el lugar de las mujeres en el
contexto del conflicto y cómo han sido tomadas como “Botín de guerra 69” recurriendo a
artículos, discursos de movimientos reivindicativos y a los discursos que al respecto
exponen feministas.
En las siguientes líneas se pretende compartir algunos de los términos y categorías que
se encuentran problemáticos en el marco del reconocimiento de los derechos de las
mujeres. Asimismo se espera presentar las relaciones que se han logrado identificar
entre el trabajo social, los movimientos sociales y el reconocimiento de los derechos de
las mujeres.
Mujeres en el conflicto
69
Este concepto será abordado con mayor claridad más adelante.
El tejido social se compone por las relaciones sociales. Las cuales contienen el poder y
su contracara, el contrapoder, lo cual permite que exista un dinamismo en las relaciones
sociales y que a su vez éstas impacten en la sociedad, posibilitando de esta manera los
cambios. Por ello, se presenta el proceso del contraste social que significa el conflicto
armado en Colombia, en particular con las mujeres.
En el sentido más amplio es posible reconocer cómo desde los inicios del movimiento
feministas –principalmente en occidente- se establece una relación excluyente entre los
ámbitos de la guerra y la cultural femenina. Uno de estos aspectos se puede contemplar
con el análisis de uno de los tres ejes que se utilizan para analizar la guerra desde
Cynthia Cockburn. A saber, se contempla el ámbito político, el económico y el ámbito
militarista. Éste último, se refiere a la relación que se establece entre la masculinidad y
la apología de la guerra. Ello en el sentido que ambos escenarios se alimentan recíproca.
Con ello se hace referencia a la dominación como una característica que se le atribuye a
lo masculino. Entonces el ser dominante, para un hombre, implica la aceptación cultural
patriarcal en la medida que reafirma sus valores.
En ese sentido, también es necesario diferenciar y reiterar que la violencia que se ejerce
contra las mujeres, se convierte más que en objetivo, en instrumento de la reinstalación
de la dominación ejercida históricamente, elemento que se constatará, a través de las
descripciones de las modalidades que se utilizan para ejercer determinado poder.
Para empezar a retratar las variadas formas de sumisión en que viven muchas mujeres
en Colombia, es preciso nombrar los tipos de violencia psicológica ejercida por los
actores armados, que involucra la comprensión desde lo cultural.
En primer lugar, se encuentra como una forma de opresión, Los estereotipos, que
afirman la inferioridad de la mujer insinuando su papel antagónico y “poco productivo”
en materia de guerra. En segundo lugar, se encuentra La dominación cultural, que es la
que ya se ha venido anotando, característica de las sociedades patriarcales. Lo anterior
se reconoce de manera problemática teniendo en cuenta que al ser de orden cultural se
arraiga en los principios básicos de la educación y es de esta manera que se naturaliza,
situación por la cual resulta tan difícil de identificar no sólo en los escenarios del
conflicto armado, sino también en las prácticas cotidianas. Y por último, existe La
objetivación sexual, elemento preponderante en el conflicto armado colombiano, que
aún no deja de tener una connotación que va más allá de lo físico (Coral-Díaz, 2010).
Uno de los mayores flagelos que sufren las mujeres en el conflicto interno, es la
objetivación sexual. Tal elemento es el que las ha convertido en instrumento de guerra,
identificando sus cuerpos como un medio para la destrucción parcial del enemigo. En
palabras de Milena Coral (2010), hablando sobre Michel Foucault, él
En este orden de ideas se identifica la categoría de botín de guerra con el cuerpo de las
mujeres. Esta identificación se expone desde dos perspectivas, la primera, teniendo en
cuenta que las acciones que se cometen en contra del cuerpo de las mujeres se significa
en la memoria colectiva como una amenaza de repetición y de “esto también le puede
pasar a usted”. Y la segunda, como la representación de un hecho desestructurante para
la concepción normativa y en la misma medida de seguridad, de las poblaciones en las
que esto ocurre. Ya que, implícitamente, se entiende que si no hay castigo o represión de
los sujetos transgresores de esta norma71, no hay asociación o acuerdo alguno que le
asegura a la comunidad la defensa de la propia integridad, en este caso, frente a los –
perpetradores- actores del conflicto.
“Los actores armados utilizan el cuerpo de las mujeres como botín de guerra
para sembrar el terror en las comunidades, imponer control militar para obligar a
la gente a huir de sus hogares y apropiarse de su territorio, vengarse de los
adversarios, acumular “trofeos de guerra” y explotarlas como esclavas sexuales.”
[CITATION Pro06 \l 9226 ].
Otro punto que es indispensable aclarar, son los actores que confluyen en el conflicto y
que dan continuidad a la violencia contra las mujeres. Aquí, se destacan agentes que
incurren en la violencia, como los actores insurgentes, dentro de los que sobresale el
grupo guerrillero las FARC; por su accionar más activo. Asimismo, los paramilitares,
cuyas dinámicas dentro del conflicto realizan nuevos modos de operar y por último las
Fuerzas Armadas de Colombia, quienes además de ser otro de los actores armados, así
sean con carácter legal, incurren en prácticas de dominio sobre el cuerpo de las mujeres
que, vale mencionar, no solo se representa a sí mismo –el cuerpo- también se extiende
hacia la dominación de los hombres y a la población de la comunidad en general.
71
Se está hablando de la violación sexual como hecho que transgrede la norma.
72
Para profundizar en el tema ver http://issuu.com/casmujer/docs/feminicidios.
víctimas, se formulan desde un pensamiento orientado en su mayoría por hombres, con
un accionar claramente pasivo por parte de las mujeres colombianas. Por ende, la
reparación en términos de garantías de no repetición, reconocimiento y devolución del
patrimonio arrebatado, así como de atención, por llamarla de alguna manera, en crisis y
en el campo de la salud; se convierte en una ley generalizada, desde la perspectiva de los
hombres, ausente del reconocimiento de los rasgos característicos que acompañan el
sufrimiento de las mujeres dentro del conflicto armado.
“Las mujeres son muy visibles como seres sexuales, pero como seres sociales
son totalmente invisibles (…) Solo ellas son sexo, el sexo, y se las ha convertido
en sexo en su espíritu, su cuerpo, sus actos, sus gestos; incluso los asesinatos de
que son objeto y los golpes que reciben son sexuales” (Wittig, 1992).
En la práctica del conflicto actual, las complejidades que se infieren son múltiples. Los
registros culturales que se siguen retratando en los cuerpos y mentes de las mujeres,
proyectan los referentes pautados socialmente, tal es el caso de los crímenes que se
cometen por parte de los actores armados en las dinámicas del conflicto. En ello
comparten varios crímenes cuya barbarie se comete contra la población civil más
vulnerable73. En términos más específicos, durante las arremetidas de los diferentes
actores armados, con notoriedad se presentan violaciones sexuales, agregado a ello, los
paramilitares adoptan nuevas modalidades para ejercer control, tanto territorial, como
psicológico.74
73
Cuando se hace referencia a la población vulnerable, hay que destacar que dentro de la
población más golpeada por la violencia, están inscritos desde la lógica de la exclusión étnica,
aunque en este texto nos compete hablar de la discriminación generalizada contra las mujeres,
también es importante resaltar que la exclusión y discriminación surge desde varias perspectivas,
lo que deja a poblaciones de mujeres indígenas y afrocolombianas, con cosmologías diferentes,
totalmente expuestas a la doble retaliación de los actores armados.
74
Para ilustrar mejor estos hechos ver: Consultoría para los derechos y el desplazamiento-
CODHES. Las masacres ¿Dónde estaban las mujeres? En: El día en que se dañó la tranquilidad.
Violencia sexual en las masacres de la Gabarra y el Alto Naya. Anthropos Ltda. Bogotá. En donde
se puede observar cómo las mujeres fueron objetos de tortura física, verbal y psicológica en el
marco de la violencia sexual.
A lo que se hace referencia es a la nueva modalidad práctica, que es más que
contemporánea, cotidiana, se habla, claro, de la re-colonización de los cuerpos, es decir,
la esclavitud sexual; que según Verdad Abierta (2009), consiste en la escogencia de
mujeres, en muchos casos jóvenes, que reclutan forzosamente, para ser esposas de
comandantes paramilitares que superan en grandes proporciones su edad. Es una hazaña
que tiene un doble fin, por un lado someter a la mujer a trabajos laboriosos y
explotación sexual y por otra parte, la convierten en objetivo militar del enemigo.
En el mismo informe se hace referencia a las prohibiciones a las que están sometidas las
mujeres, como lo son la anticoncepción y el aborto forzado, a los que las mujeres están
expuestas dentro de los grupos guerrilleros, como las FARC y el ELN.
Como efecto de los rasgos nombrados que se suceden dentro del conflicto armado, está
el estigma que llevan consigo las mujeres por haber sufrido tales aberraciones. En
consecuencia, ellas además de padecer daños físicos, son objeto de daños psicológicos,
ya que el miedo de ser de nuevo agredidas las lleva al silencio, lo que conlleva la
impunidad para quienes atentaron contra su integridad. En lo que respecta a la
impunidad de los victimarios, se considera que requiere de un análisis más profundo,
tanto en la presentación de las causas como en la identificación de su incidencia, en los
marcos jurídico y psíquico. Tema que va más allá de los objetivos de este escrito.
De acuerdo con lo anterior vale resaltar que es imperativo, desde la profesión introducir
la lucha femenina que gesta y promueve la reivindicación plena de los derechos de las
mujeres en su conjunto. Con ello también se hace referencia, no solo, al reconocimiento
de la mujer como ser de derechos, sino a que la reivindicación va más encaminada a
proponer cambios estructurales.
Para la mención de los hitos históricos que se presentan en los albores del movimiento
social de mujeres en Colombia se retoma la historia planteada en un ensayo presentado
para la materia Movimientos Sociales y Trabajo Social de esta unidad académica. Vale
la pena aclarar, que las iniciativas aquí mencionadas no contemplan la totalidad, ni
mucho menos, las generalidades del movimientos social de mujeres en el país. Esta
breve caracterización forma parte de la información a la que las autoras han podido
acceder durante su proceso de formación académica.
Desde este punto de vista, las mujeres sí han tenido incidencia en las luchas sociales.
Ellas han sido mujeres emprendedoras y soñadoras que permanecen en la plataforma del
reconocimiento por sus logros y por sobresalir como mujeres beligerantes que
reivindican ser personas activas políticamente y soslayan la sumisión impuesta desde
tiempos inmemorables.
“(…) también estamos cansadas de la doble opresión que nos afecta, la de una clase
dominante que explota nuestro trabajo para producir una riqueza que no disfrutamos
y la de una cultura machista que limita nuestra libertad de autonomía (...) estamos
cansadas que esta doble opresión nos impida aportar más decididamente a la
transformación social. Aquí reunidas anunciamos que ese cansancio se ha traducido
en la decisión irrevocable de hacernos más protagonistas en la lucha por la conquista
de la plenitud de nuestros derechos y por la construcción de una sociedad más
igualitaria (…) pero este desafío no es solo nuestro, es también un desafío en que
obligatoriamente deben estar vinculados los hombres (…) porque el acceso a la
plenitud de nuestros derechos como mujeres implica necesariamente una
transformación honesta de las actitudes opresoras de los hombres, así como salir de la
opresión y la injusticia económica, política y social, requiere del compromiso del
trabajo hombro a hombro entre hombres y mujeres” (Declaración Política del Primer
Encuentro de Mujeres del Magdalena Medio, 2006).
Es así, como las mujeres han promovido sus luchas desde diferentes organizaciones,
entre ellas se destaca la iniciativa “Mujeres Colombianas por la Paz”, que es el resultado
75
La información antes presentada, como ya se dijo, pertenece al ensayo “Movimiento Social de Mujeres en
Colombia”. Realizado por las estudiantes Andry Paola Berdugo Pérez, Shirley Esmeralda Burgos Beltrán,
KettyZamiraLandázury Segura, María Alejandra Urdinola Correa. En el marco de la asignatura Movimientos
Sociales y Trabajo Social.
de una alianza entre varias organizaciones femeninas, de la que hacen parte 246
procesos regionales y siete sectores (indígenas, campesinas, sindicalistas, jóvenes,
académicas y feministas, paz y cultura y afrodescendientes), dedicadas a “atender las
especiales necesidades de las mujeres, garantizar protección de derechos, prevención de
efectos e incrementar la participación de las mujeres en todos los niveles de decisión,
prevención, manejo y resolución de conflictos” (Mujeres colombianas por la paz, 2012).
Un claro ejemplo de lucha desde y para las mujeres, se ve también reflejado en la Mesa
de trabajo Mujer y conflicto armado, “Espacio de trabajo colectivo que busca
documentar y dar seguimiento a las formas de violencia que afectan las vidas de
mujeres, jóvenes y niñas en el contexto del conflicto armado colombiano” (Mesa de
trabajo Mujer y Conflicto Armado, 2012); igualmente la Casa de la Mujer, organización
feminista que se ha dedicado desde finales del siglo pasado a denunciar las torturas,
atropellos, humillaciones y maltratos contra las mujeres sin aceptación alguna de la
opresión y subordinación de las mismas (Casa de la Mujer, 2012).
“(…) las mujeres del país –en particular aquellas ubicadas en zonas rurales o
marginadas y en las áreas especialmente afectadas por el conflicto armado o por
la presencia de grupos armados ilegales- deben afrontar, además de los peligros
generales que representa la violencia armada para toda la población, los diez
riesgos y vulnerabilidades de género en el contexto del conflicto interno (…)”
(Sisma mujer, 2012).
Finalmente, para ilustrar dicha situación se hace referencia a los diferentes informes
presentados por el Centro de Memoria Histórica de la CNRR 76, donde reconstruyen
casos emblemáticos e ilustran los procesos y dinámicas del conflicto en el territorio
colombiano, específicamente el informe sobre “La masacre de El Salado: esa guerra no
era nuestra”, donde ilustra con claridad la problemática desde la perspectiva femenina y
su lugar en el conflicto armado.
Reflexiones generales
En medio de las diferentes luchas sociales han estado involucradas de manera directa las
mujeres ya fuere como colectivo o de manera individual, aunque a veces ello se ha visto
desdibujado de la memoria nacional. No obstante, ellas siempre han estado presentes
como compañeras, como reivindicadoras tanto de sus derechos como de los demás. Han
sido mujeres que piensan, creen y accionan en torno a un futuro mejor, como también
76
CNRR (Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación).
mujeres agotadas por la violación a sus derechos y la deshumanización que ha
representado el conflicto en Colombia, lo cual confiere la introducción de ellas dentro
de los marcos legales de las organizaciones cuyos objetivos no se restringen, sino que
abanderan una lucha social constante y que acapara varios sectores sociales.
La historia la han construido mujeres y hombres, sin embargo ésta historia ha sido
contada por los hombres. Por ello es menester visibilizar tanto los vejámenes cometidos
contra ellas, como también las reivindicaciones que se han construido a lo largo de la
historia y que prevalecen frente a una sociedad contradictoria que impone y a su vez
estigmatiza un modelo femenino, y que a la vez, oculta problemas estructurales.
De la misma manera, vale la pena rescatar las contribuciones que desde los movimientos
feministas se han hecho para la conceptualización del conflicto armado. Dentro de las
propuestas que se pueden aplicar a la acción investigativa dentro de la disciplina,
sobresale la diferenciación entre conflicto armado y guerra. Y de la misma manera es
necesario encuadrar adecuadamente el contexto en el que se encuentra inmerso el país.
En este punto, se hace la claridad que la guerra se destaca por ser un escenario más
recrudecido; dentro del cual aparecen elementos como la legitimidad del asesinato. Si
bien dentro del conflicto armado el asesinar, es un acto que se encuentra contemplado,
en la guerra éste se ve con mayor impunidad que en otros escenarios.
De acuerdo con lo anterior se reconoce que el trabajo social tiene mucho que aportar,
destacando los avances y experiencias que se han realizado en investigación cualitativa.
Reconociendo, de paso, a esta última como una realización alternativa a las
investigaciones, a las que se ha hecho referencia en líneas anteriores.
Con ello se abre una apuesta por una investigación que no obedezca a los intereses del
mercado, sino que represente y construya las memorias que desde escenarios de
dominación se han invisibilizado.
Bibliografía
Declaración Política del Primer Encuentro de Mujeres del Magdalena Medio. . (2006).
Revista La Marcha.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD. (2006). El cuerpo femenino
como arma de guerra. Hechos del Callejón(19). Obtenido
de:http://www.google.com.co/url?
sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=2&ved=0CDQQFjAB&url=http%3A%2F
%2Fcmap.upb.edu.co%2Frid
%3D1232507571527_1511315964_4223%2FCuerpoFemeninoArmaDeGuerra.doc&ei
=LL1UU8-
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.65058239,d.cWc
Introducción
El Trabajador social como sujeto intérprete de su acción, está llamado a un re-pensar-se con
el otro y lo otro, permitiendo hacer-se des-hacer-se en el pragmatismo de su existencia, con
la pretensión de re-nombrar el paisaje de acontecimientos del devenir ontológico mediado
por la intervención, “referida a la práctica en Trabajo Social, no en su connotación negativa
de interferencia o acción pasiva unidireccional, sino aludiendo a su etimología: inter=entre
y viniere=venir; es decir, estar entre o actuar-participar en reciprocidad con otros; la praxis
como crítica a la razón instrumental”. (Duque 2013:17).
Ésta alternativa se nombra como una nueva masculinidad que encuentra su significado en
un ser-saber-convivir en la diferencia, con un pensamiento situado en el aquí y el ahora que
es consecuente con las transformaciones sociales y las nuevas maneras de intervenir en
trabajo social. En otras palabras, “un saber-hacer-se-trascendente, como seres
autopoiésicos. Saber que involucra un permanente ejercicio de pensamiento al hacer-se y
des-hacer-se en la con-vivencia, objeto de conocimiento/acción (interacción social)”.
(Duque, 2013:24).
● Las teorías que consideran la masculinidad como atributo individual, producto de las
diferencias de socialización de los roles sexuales entre hombres y mujeres. Esta
perspectiva se basa en el positivismo Comtiano y en la validación del método científico
para asignar un conjunto de atributos personales “deseables” que comparten los hombres
en todos los sectores culturales.
El marco de seguridad ontológica circunscrito por las rutinas o esquemas tipificados a partir
de los cuales se construyen las nuevas masculinidades, se convierten en dispositivos
vulneradores por las prácticas culturales de la tradición social, que a la vez los vulneran
para producir dilemas y contradicciones, y que en palabras de Giddens: “llevan a que los
individuos se las compongan con los peligros y los miedos ligados a ellas recurriendo a
fórmulas emocionales y de comportamiento que pasan a ser parte de la conducta y el
pensamiento cotidiano”. (1991:62) La construcción de las nuevas masculinidades
encuentra su razón ontológica en la seguridad del yo, el cual se constituye a partir de la
confianza básica Eriksoniana como condición para la elaboración de identidades (Erikson y
Giddens).En la reflexión-acción de una nueva masculinidad confluyen diferentes aspectos,
que van del orden personal al orden social, que como particularidades subjetivas
caracterizan la constitución ontológica del ser, producto de un trasegar de la guerra y el
conflicto con su yo y con la intersubjetividad, que en esta propuesta se constituye como un
trasgredir las atribuciones identatarias del modelo hegemónico de identidad masculina a
partir de un marco de seguridad ontológica del yo, como un nivel inicial de complexión en
tanto proporciona una “sospecha” de la normalidad cotidiana del con-vivir y, que para los
efectos de la propuesta teórica y en su consecuencia, se integra la contribución de Honneth
y su abordaje del re-conocimiento como auto-determinación mediadora en la constitución
de sí mismo.
Además, el indagar en la identidad y su historia, posibilita que los sujetos sean estudiados
por medio del análisis de las prácticas por las que se ven prestos a llevar la atención a sí
mismos. Las consideraciones del poder como fuerza de voluntad del saber, concierne al
tema de las nuevas masculinidades en el sentido que recapitula un intangible e invariable
movimiento de las voluntades, ya que en la perspectiva foucaultiana (1991) “el poder no es
algo que esté relegado a una sola persona, a una sola institución o a una sola práctica, el
poder está aquí y allá, en todos los escenarios de la vida diaria” en las relaciones e
interacciones, de allí que quien decide asumir una postura que simpatiza con las relaciones
democráticas intra-inter género, cuestiona un saber-poder establecido históricamente que ha
dictado el modo de relacionarse entre hombres y mujeres con la naturaleza y el entorno que,
como practica y como acción sobre sí, acentúa aún más la ficción de las nuevas
masculinidades al cuestionar el modelo hegemónico de masculinidad y proponer un modelo
de acción alternativo desde la seguridad ontológica y el re-conocimiento en la construcción
social de la realidad.
Las nuevas masculinidades como reflexión-acción permite un empoderamiento de los
estudiantes hombres de trabajo social para su relación e interacción con la trama de la vida
y su intrínseca producción de la realidad social en un convivir como seres no conformes
con las prácticas culturales que van en detrimento de la condición humana, por esto, el
poder como acción del ser, se expresó en la tendencia a la toma de decisiones consecuentes
con la praxis como trabajadores sociales. El cuestionamiento del convivir como hombres en
occidente demuestra cómo la masculinidad patriarcal o hegemónica es la manera común de
representar el saber-poder de la identidad, y en la medida en que se habla de nueva
masculinidad se trasgrede ese saber-poder tradicional lo que genera un nuevo conocimiento
de la teoría social puesta en función de la intervención social.
77
La Semiología o Semiótica como disciplina aborda la interpretación y producción del sentido, estudiando
fenómenos significantes, objetos de sentidos, sistemas de significación, lenguajes, discursos y los procesos a
ellos asociados: la producción e interpretación. Toda producción e interpretación del sentido constituye una
práctica significante, un proceso de semiosis que se vehiculiza mediante signos y se materializa en textos.
La visión matemática de la perspectiva genérica de la identidad queda en evidencia en los
lienzos de Da Vinci y su Súper-hombre (Vitruvio, “homo-cuadratus” 1511), “canon de
proporciones perfectas” obra del renacimiento europeo e iconografía particular del ideal del
hombre en su armonía con los teoremas de las ciencias exactas, que a manera de encuadre,
emplaza la perspectiva humana a una representación artística sustentada en las
formulaciones de la geometría y la matemática asumidas en calidad de criterios
cuantitativos con las que se rige el mundo, después visto como “maquina newtoniana”. En
este, el ser humano hombre, sujeto regido por la especificidad de una normalidad lineal,
que dicta la manera de ser-saber-convivir como expresión del ideal-intangible de lo humano
que insta concebir-se y relacionar-se a partir de la validez sistemática (en la medida de un
tamizar que da prevalencia a lo cuantificable, medible y verificable, negando todo lo que
por la razón del método como conocimiento científico no sea aparentemente válido),
sustenta el imperativo de la masculinidad hegemónica en tanto la cooptación de la
corporeidad a la unificación existencial de mismidad consensual.
Esta muestra ejemplar de una aprehensión del mundo y del ser en situación, se presenta en
esta ponencia como una postura Cartesiana de la construcción de la masculinidad, a partir
de la disposición exacta del cuerpo en ejes de ordenadas y abscisas enmarcadas en la
exactitud de las medidas geométricas del círculo y el cuadrado perfecto que parecen
ordenar la estética y la consideración de sí mismo a partir de la atención a las formulaciones
matemáticas estándar de visiones simétricas de un deber-ser, que mecaniza y reduce a la
norma homogenizante-homogenizadora que acomoda a la diversidad de la condición
humana a una cosificación de mismidad existencial propia del discurso moderno occidental
y su visión de lo apetecible, lo apreciable, lo fiable, y si es de considerar, lo real, tanto en
la corporeidad como en la interpretación del mundo como absoluto regido por la mismitud,
paz y quietud que otorga la exactitud. Este emplazamiento de la proporcionalidad humana
identifica a un ser en la veracidad de un sincretismo universal de lo que se hace y lo que se
espera haga el otro en su diferenciación sexual, como una relación dialógica altruista de lo
propio a la identidad masculina y sus representaciones sociales.
El anterior análisis semiótico fue utilizado para identificar otras maneras en las que se
evidencia lo humano como obra del legado de los modos de vida, que como prácticas de
saber se direccionan a la corporeidad, posibilitando el llamado a la armonía visual como
medición de la naturaleza (y su encuadre a un ideal común a todos los hombres), hasta la
condición humana en la muestra de la pregunta por la existencia que arroja lo humano a un
mundo de posibilidades, al matizar los conceptos de lo que es la identidad en términos del
arte.
● Las nuevas masculinidades pueden considerarse como una necesidad del género y la
profesión, con un enfoque que permite un acercamiento a la realidad social a partir de un
previo ejercicio de conocimiento para la acción. Este modelo relacional adquiere su
validez en la contrastación con la vivencia empírica y el análisis conceptual como
soporte onto-epistemológico, en este sentido se hace pertinente contar con sustentos
teóricos-prácticos mediados por la reflexión-acción, que posibiliten un ser-saber que
configure el modelo de otra masculinidad inclusiva, armónica como un horizonte de
sentido en la búsqueda de seguridad ontológica. En este sentido se propone un concepto
propio que permita la identificación de la propuesta de esta ponencia en el que se
nombra las nuevas masculinidades como: “una vivencia propia de quien decide asumir
una postura ético-política en la construcción de su identidad, no sexista, no
homofóbica, basada en un modelo de relaciones de equidad y armonía intra-inter
genéricas para el ser-saber-convivir” (Buitrago 2014).
Bibliografía
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utopía y praxis latinoamericana. No. 41, Vol. 13. Maracaibo: Universidad de Zulia.
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rica: Lara segura editores.
Foucault, Michel. (1991). Verdad, individuo y poder. En: Tecnologías del yo y otros textos
afines. Barcelona: Paidós Ibérica.
Lagarde, Marcela. (1997). Género y feminismo. En: Cuadernos inacabados. No. 25. (2 ed).
Madrid.