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TABLA DE CONTENIDO

Eje temático ENETS 2014 ………………………………………………...………………. 2

Feminicidios: entre la naturalización y la resistencia, una construcción cultural………….. 5

Cuando lo escrito en el papel es poco para lo vivido en la historia: invisibilización de las


mujeres trans en el marco del conflicto armado colombiano en el departamento de
Bolívar…………………………………………………………………………………….. 19

Participación política de las mujeres en organizaciones campesinas colombianas: formación


con perspectiva de género en el contexto rural…………………………………………… 36

Género y conflicto armado. El quehacer del trabajo social en los contextos locales: en la
búsqueda de una intervención triangular………………………………………………….. 50

El reto profesional de trabajo social frente a lxs otrxs inapropiadxs/bles………………… 61

El cuerpo de la mujer como campo de lucha para la guerra; el caso paramilitar. Acciones
desde el trabajo social…………………………………………………………………….. 71

Afectaciones  psicosociales en las mujeres víctimas de conflicto sociopolítico armado en


Colombia. Reflexiones para una intervención/acompañamiento con perspectiva  de género
y derechos…………………………………………………………………………………. 88

El papel del departamento de trabajo social en la historia de los estudios de mujer y géneros
en la Universidad Nacional de Colombia – sede Bogotá………………………………... 102

Trabajo social frente a la construcción del género y la influencia de la


multiculturalidad………………………………………………………………………… 116

Victimización y resistencia femenina en el escenario del conflicto armado


colombiano………………………………………………………………………………. 129

Construcción de nuevas masculinidades en estudiantes hombres de trabajo social. Una


reflexión-acción epistemológica, en alternativa al constructo cartesiano, propio de la
hegemonía patriarcal del discurso moderno de occidente………………………….......... 145
GÉNERO Y DIVERSIDAD SEXUAL: PERSPECTIVAS, INVESTIGACIÓN Y RETOS
DESDE TRABAJO SOCIAL.

Colombia como oleo diverso de culturas, saberes, razas, etnias y creencias. Hoy por hoy
diverso en géneros y sexualidades; una diversidad que se define y redefine la sociedad
desde las bases que le constituye y se resiste en parte por la hegemonía patriarcal inmerso
en un contexto histórico de conflicto social, político, económico y/o armado que desconoce,
rechaza, estigmatiza y agrede lo distinto generando una ruptura del tejido y las dinámicas
sociales. Por tal razón, Trabajo Social asume retos desde la investigación y la actuación
profesional en escenarios y fenómenos sociales emergentes, buscando visibilizar, reconocer
y reivindicar a las y los sujetos desde dinámicas globales en contextos locales. De esta
manera, se hace necesario apostarle a una mirada diferente, que no equivale a desigualdad,
respecto a hechos inherentes al quehacer profesional. Por lo tanto, espertinente evaluar la
acción ético-política de la profesión, para así apuntar a una visión del Trabajo Social, una
visión que incluya una participación horizontal con los actores sociales comprendidos como
seres humanos que exigen un reconocimiento y el cumplimiento de sus derechos. En este
sentido, género y diversidad sexual es un eje central en la reflexión del trabajo social, ya
que cuestiona maneras de pensar y proceder muy arraigadas en el accionar, pero que
demandan renovación, debate, propuestas fundamentadas propias de la profesión.

SUB EJE 1: PERSPECTIVAS TEÓRICAS, EPISTEMOLÓGICAS PARA EL


ABORDAJE DE GÉNERO DESDE EL TRABAJO SOCIAL.

Partiendo de reconocer que la perspectiva de género debe ser integrada como fundamental
en el quehacer del Trabajo Social, es necesario y oportuno realizar un análisis frente a las
bases epistemológicas, teóricas y metodológicas que son pertinentes para el planteamiento
de una intervención que no esté sujeta a una única postura y que al contrario, el género
como construcción socio-cultural pueda ser abordada de una forma holística.

Por otra parte, el ejercicio profesional requiere ser proyectado al planteamiento de posturas
y fundamentación propios de trabajo social que generen mayor claridad frente a las
dinámicas de género que se presentan en la sociedad

SUB EJE 2: INFLUECIA DE LAS INSTITUCIONES FRENTE AL GÉNERO Y LA

DIVERSIDAD SEXUAL.

Trabajo Social debe estar siempre dispuesto a comprender la trascendencia de instituciones


tales como: el estado, la iglesia, la familia y el tercer sector, cuya estructura se ha venido
dando a través de la historia.

Así mismo, interpretar dinámicas y escenarios sociales que subyacen en el interior de las
relaciones configuradas en el género. Ligado a esto, es necesario abarcar las diferentes
representaciones sociales dentro del marco de la diversidad sexual, puesto que es pertinente
tener una mirada crítica que conlleve a la participación de los actores que inciden
diariamente en esta.

SUB EJE 3: PERSPECTIVA DE GÉNERO EN LA ACCIÓN POLÍTICA: AVANCES

Y RETOS DESDE LA PROFESIÓN.

Partiendo de los principios de equidad, respeto y cooperación entre los diferentes miembros
de la sociedad es fundamental reconocer y plantearse tanto el quehacer del trabajador social
en distintos contextos, como su aporte y apuesta hacia la conformación y consolidación de
la acción política, por la vía del derecho basada en un proyecto ético-político que tenga en
cuenta la perspectiva de género desde el proceso de formulación hasta su implementación.

Esto con el fin de alcanzar un accionar político que logre ser más inclusivo y que reconozca
y tenga en cuenta las diferentes voces que reclaman por la visibilización de sus propias
concepciones e identidades referentes al género, permitiéndoles la participación activa,
plausible y acorde a diferentes espacios de la realidad.

Del mismo modo este eje temático busca abrir paso a diferentes alternativas de acción
política que hagan manifiesta la reivindicación, exigencia y reconocimiento de los derechos
desde formas antihegemónicas y creativas que transversalicen al ser humano (corporalidad,
roles, demostraciones artísticas, etc.).

SUB EJE 4: ACTUACIÓN DEL TRABAJO SOCIAL FRENTE A LAS PERSPECTIVAS


DE GÉNERO EN LOS CONTEXTOS MULTICULTURALES.

Colombia es un contexto multicultural, en el cual se presenta una serie de conflictos, donde


lo étnico-racial y el reconocimiento de las identidades de género se hacen diversos. En este
contexto, se complejizan las condiciones de discriminación, exclusión en los discursos, en
la relación de profesionales en su accionar y que al mismo tiempo se presentan como retos
y desafíos a los que el trabajador social debe enfrentar.

En este sentido, la perspectiva de género se debe mirar como una construcción social y
cultural que se configura en la relación con los sujetos, teniendo en cuenta que cada
contexto presenta unas particularidades y problemáticas complejas, donde se hace necesario
analizar, comprender y reflexionar la concepción de género dentro de un ámbito
multicultural. Así mismo, cabe reconocer que con el devenir del tiempo, el impacto de la
globalización y la crisis de la modernidad han conllevado a repensar, teorizar y reflexionar
sobre las formas de intervención del Trabajo Social.

Por lo anterior, el Trabajo Social como disciplina debe abordar las perspectivas en género a
partir del análisis y propuestas de intervención, pensadas desde un enfoque multicultural
con relación al quehacer profesional. Por lo tanto, es importante que las y los trabajadoras
(es) sociales tengan en cuenta los diferentes actores inmersos en un contexto social diverso.

SUB EJE 5: TRABAJO SOCIAL Y GÉNERO EN EL MARCO DEL CONFLICTO

SOCIAL, ECONÓMICO, POLÍTICO Y /O ARMADO EN COLOMBIA.

Trabajo Social requiere identificar los retos y perspectivas de la profesión en el marco de la


búsqueda de la paz. Las desigualdades de Género, la estigmatización, la discriminación y
las diversas manifestaciones de violencias que se evidencian en un contexto dinámico y
complejo, en donde convergen múltiples conflictos. Así mismo, este sub eje busca generar
un espacio para el reconocimiento e investigaciones que surgen desde los distintos ámbitos
de acción y/u organizaciones.

SUB EJE 6: SEXUALIDADES DISIDENTES Y GÉNEROS TRANSGRESORES

FRENTE A LAS CONCEPCIONES HEGEMÓNICAS, UN ABORDAJE DESDE EL

TRABAJO SOCIAL.

En busca de derechos como la libertad y la libre expresión, se visibilizan otras formas


estéticas, corporales y mentales de concebirse como ser humano, que van en contravía de lo
que la religión y el sistema han impuesto, es decir, los prototipos socialmente establecidos.
Estos fenómenos no han pasado por alto en el accionar de nuestra profesión, pues desde las
ciencias sociales y humanas las consideraciones de género, sexo y orientación sexual han
sido objeto de estudio, generando nuevos campos de acción e investigación.
FEMINICIDIOS: ENTRE LA NATURALIZACIÓN Y LA RESISTENCIA, UNA
CONSTRUCCIÓN CULTURAL

Yineth Zapata Zuluaga


Erika Yolima Cardona Zapata
Universidad de Antioquia

Sub-eje 5: Trabajo Social y género en el marco del conflicto social, económico, político
y /o armado en Colombia.

Ampara, pero ampárate primero


Guarda las distancias
Constrúyete. Cuídate.
Atesora tu poder, defiéndelo, hazlo por ti.
Te lo pido en nombre de todas nosotras.
(Gioconda Belli)

Resumen

La presente ponencia parte de una breve contextualización de lo que han sido las luchas de
las mujeres y de los movimientos feministas desde su nacimiento, reivindicaciones y
logros. Luego se hace una problematización de los imaginarios culturales de la
construcción de ser hombre y ser mujer en la sociedad actual. Se aborda el feminicidio
como síntoma de una sociedad mal concebida que combate con violencia todo intento de
oposición al orden establecido.

Finalmente, se presenta una aproximación a los conceptos propuestos por teóricas


feministas sobre feminicidio y se hace un intento por ubicarlo en el contexto de Medellín,
declarada la ciudad más innovadora del mundo en el 2013 y que es reconocida como centro
de la moda del país, lo que genera una reflexión en torno al papel del Trabajo Social en esta
problemática que está tomando la vida de las mujeres y, por ende, está afectando las
dinámicas sociales de gran relevancia y pertinencia para la profesión en tanto cuenta con
múltiples campos desde los cuales intervenir.

Introducción

El movimiento social feminista tiene sus raíces en las contradicciones sociales que se
derivan de relaciones desiguales entre hombres y mujeres, en un mundo donde las mujeres
deben “conquistar sus derechos” mientras que los hombres nacen con ellos. Esta inequidad,
donde unos son considerados más importantes que otras, se soporta en distintas razones y
excusas para justificar el trato diferencial; una de ellas y quizás la más difícil de erradicar es
la diferencia biológica, que da cuenta de una supuesta inferioridad a nivel hormonal,
muscular e incluso cerebral, de las mujeres frente a los hombres. Al no ser consideradas
iguales no hay un trato respetuoso y esto se materializa en formas simbólicas y físicas de
violencia debido a la autoridad que los primeros sienten que tienen, sobre las segundas.

Esta concepción diferencial, es perpetuada culturalmente de una generación a otra por


medio de las prácticas discursivas; además, define los roles y funciones de varones y
hembras, la maternidad se asume como razón para delegar a la mujer la crianza de los hijos
y al hombre se le adjudica el espacio público y laboral, dejando como resultado que lo
público sea considerado de mayor relevancia social, política y económica, que el lugar
ocupado por las mujeres no adquiera dicha importancia. Es justo esta particularidad la que
le interesa al feminismo pues busca resignificar y reivindicar el papel de la mujer en la
historia.

La Revolución Francesa trae consigo las consignas de libertad, igualdad y fraternidad para
los varones no para las mujeres, pues ellas siguen siendo subordinadas, sin presencia ni
injerencia en las decisiones, sin voz ni voto, invisibles. De manera contestataria a la
Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano en Francia en 1789, Olympe de
Gouges una ciudadana francesa, redacta la Declaración de los derechos de la mujer y la
ciudadana en 1791, sin embargo, no es aprobada en la Asamblea General y como castigo es
guillotinada (Nash, 2012). Siguiendo esta misma línea en 1792 Mary Wollstonecraft
escribe Vindicación de los derechos de la mujer, pues está convencida de que mujeres y
hombres son iguales en inteligencia y capacidad de razonamiento, pero que los procesos de
educación y socialización son distintos y ahí radica la diferencia (Fuster, 2007). Estos
planteamientos siguen estando vigentes y serán visibilizados en la contemporaneidad con la
categoría género propuesta más de un siglo después por feministas académicas.

Este camino, trazado desde acciones afirmativas como las anteriormente descritas,
demuestran la búsqueda de las mujeres para ser escuchadas y reconocidas como seres
humanos iguales en derechos a los hombres, lo que manifiesta su deseo de libertad para
actuar, pensar, hablar y ser sin la tutela del varón, ellas anhelaban autonomía sobre sus
vidas, reconocimiento y visibilización; esta época representa el feminismo de la primera
ola.

Esta búsqueda de autonomía continúa con el Movimiento Sufragista, que representaba el


deseo de las mujeres para poder votar e incidir en las decisiones públicas y políticas. El
sufragismo da sus frutos y consigue el derecho de las mujeres a votar. Estas acciones
encarnan la segunda ola del movimiento, que buscaba la materialización del
reconocimiento como ciudadanas ante el estado, lo que implicaba la consecución de otros
derechos como la educación, que en el fondo hacían evidente la necesidad de establecer
libertades adicionales para la mujer, porque hasta entonces sus incidencias se reducían al
ámbito privado que no representaba ningún valor.

La mujer pasa a tener presencia en el ámbito laboral y educativo por lo que representa una
parte importante de la fuerza de trabajo, sin embargo, en lo doméstico sigue estando en
función de unos roles que la determinan en su deber ser. Es así como hacia los años 60 y 70
surgen inquietudes que apuntaban a la búsqueda de nuevos ideales de construcción de
sujetos y el movimiento de mujeres no estuvo ajeno a esta influencia. Por esta misma época
se emprenden unos esfuerzos desde el feminismo académico por comprender y separar el
determinismo biológico de las construcciones socio-culturales. Este tiempo representa la
tercera ola o el feminismo contemporáneo.

El papel de la cultura patriarcal

Para hablar de cultura patriarcal se debe mencionar, en primer lugar, qué se entiende por
cultura desde las vivencias, las experiencias y los saberes previos de las autoras, así pues, la
cultura es entendida como una construcción social de saberes y cosmovisiones que
constituyen un modo de vivir y hacer las cosas, comprende los pensamientos, las
actuaciones, las tradiciones, las preferencias, la alimentación, la forma de relacionarse con
el otro y la otra y la forma de resolución de los conflictos, entre muchos otros aspectos.
Este componente cultural ejerce sobre hombres y mujeres una presión casi imperceptible
que se inserta en el modo en que se ve el mundo, sin embargo, de manera histórica la
sociedad ha percibido, por diversos motivos y de forma sistemática, que los hombres tienen
más valor o relevancia social, política y económica que las mujeres, debido a esto las
diferencias se traducen en desigualdad.

La cultura, es construida por los actores que viven en ella, en ese sentido, puede ser
desconstruida y reconstruida, y es Trabajo Social una de las profesiones que más injerencia
puede tener en esta reconstrucción, pues finalmente lo que se busca es tener incidencia en
las comunidades, generar procesos de concientización, organización y movilización.

El elemento cultural está presente en el día a día, en el olor de los cauces de Santa Elena, en
el desconsuelo que sienten los Colombianos un lunes en la mañana y en la alegría de los
viernes en la tarde, en el calor de las calles de Medellín, en el abrumador bochorno que se
siente al subir al metro, en la pasión desbordada de los hinchas cuando juega su equipo, en
la cosmovisión de una universitaria o en el momento en que una hija, una madre o una
hermana deja sus quehaceres escolares o laborales para servir a su padre mientras él
sostiene el control remoto del televisor.

Así pues, este componente cultural asigna lugar a hombres y mujeres basados en la
diferencia sexual. Esta situación no pasa desapercibida para las mujeres, quienes levantan la
voz para expresar su desacuerdo, no con la diferencia, sino con la interpretación que se
hace de ésa diferencia, en la cual ellas llevan la peor parte siendo destinadas al ámbito
privado, en algunas ocasiones siendo despojadas de su subjetividad y capacidad de decisión
sobre su vida y sobre sus cuerpos.

Debido a esto, se emprenden entonces, unos esfuerzos desde el feminismo académico por
comprender y separar el determinismo biológico de las construcciones socio-culturales, es
así como en los años setenta se impulsa la categoría género para diferenciar las relaciones
biológicas y sociales, es decir, el género es diferente al sexo.

Joan Scott afirma que “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales
basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de
relaciones significantes de poder” (Lamas, S/A). El género entonces, da cuenta de los
atributos otorgados a los individuos por la diferencia anatómica como una forma de
organización, el género alude a la dimensión socio-cultural, lo que pone en escena la
relación entre subjetividad y cultura.

En ese orden de ideas y en razón de que el género pone distancia entre lo anatómico e
identitario, es importante dejar de lado las verdades absolutas que promulgan la separación
del mundo en términos de binarismo y contraposición, dando espacios a nuevas
resignificaciones y reconstrucciones de los conceptos.

Para desmontar estas determinaciones “naturales” es importante investigar desde una


perspectiva feminista porque ésta permite develar las relaciones de poder entre hombres y
mujeres, que ubican a esta última en una posición de subordinación debido a la valoración
social que se ha construido en torno al imaginario que se tiene del mundo femenino, dicha
perspectiva permite descubrir asuntos que son invisibles pero tienen incidencia en la forma
como se dan las exclusiones.

Estas exclusiones son marcadas por una cultura patriarcal hegemónica. Según el diccionario
de la RAE, patriarca es una "persona que por su edad y sabiduría ejerce autoridad en una
familia o en una colectividad". Sin embargo, aun cuando en el diccionario se conceptualiza
como persona, se especifica que es una palabra masculina, por lo tanto, la persona siempre
será un hombre. La concepción patriarcal está inmersa en la familia y en la sociedad y
presenta una idea de otredad donde "la otra" no tiene la capacidad de ser y adquiere la
dimensión de propiedad que necesita estar bajo tutela de un varón, llámese padre, hermano
o esposo, para existir y subsistir.

Lo anterior trae como consecuencia que las mujeres sean consideradas seres de segunda
categoría, frágiles, sensibles, débiles, que deben ganarse su lugar. Estas condiciones las
deshumanizan, es decir, les quita valor y las convierte en un instrumento, un objeto que se
rechaza y se agrede, dicha agresión se dirige no solo a la mujer sino a todo lo que
represente lo femenino.
Ubicándolo en la cultura antioqueña, vale decir, una cultura de línea patriarcal, machista,
conservadora y donde predominan los estereotipos de la mujer delgada, blanca y
voluptuosa, construida al imaginario de los más media, convertida en un ideal sexual y
estético, un adorno, un objeto para el disfrute de los hombres, las violencias adquieren unos
matices particulares, debido a que la ciudad de Medellín tiene unas condiciones que hacen a
las mujeres proclives a discriminaciones, por ser el centro de la moda del país, donde se
celebran dos importantes ferias a nivel internacional Colombiatex y Colombiamoda, donde
se instituye una cultura del modelaje que sensibiliza a las mujeres a estar más preocupadas
sobre su apariencia y su cuerpo, esto se une a otras lógicas de turismo sexual que denotan la
objetivación del cuerpo e imagen de las mujeres. Dicha objetivación de la mujer concluye
en las violencias expresadas al interior de las familias: violencia simbólica, violencia sexual
y psicológica, entre muchas otras formas sutiles y directas o irreversibles, como los
feminicidios.

Acercamiento al concepto de Feminicidio

"El día que la mujer pueda amar con su fuerza y no con su debilidad,
No para huir de sí misma sino para encontrarse,
No para renunciar sino para afirmarse...
Entonces el amor será una fuente de vida y no un mortal peligro"
Simone de Beauvoir

El feminicidio está directamente relacionado con la soberanía sobre el cuerpo de las


mujeres, es una lucha por el poder, quién lo ejerce y sobre quién se ejerce, pues
generalmente las mujeres deben buscar la defensa y el respeto sobre su territorio, su cuerpo
y su capacidad de decisión.

Entendiendo que el feminicidio es un fenómeno social cuya definición se encuentra en


construcción, existen varias acepciones y formas de leerlo. Según Russell y Harmes (2006),
este concepto es usado desde antes de 1801 por autores como John Corry y Carol Orlock.
En 1976 es acuñado por Russell en el Tribunal Internacional de Crímenes contra mujeres en
Bruselas y desde allí se empieza a hablar del fenómeno con este término de manera global.
Llega a América Latina de la mano de Marcela Lagarde, antropóloga y feminista mexicana
quien trabaja de cerca con Russell.

Russell y Radford (2006) lo definen como el asesinato misógino de mujeres por parte de los
hombres, una forma de violencia sexual, comprendiendo ésta como todo "acto físico,
visual, verbal o sexual, experimentado por una mujer o una niña, al mismo tiempo o
después de una amenaza, invasión o asalto que tenga como efecto herirla o degradarla y que
le quite su posibilidad de controlar el contacto íntimo".
De acuerdo a lo anterior, se deduce que el asesinato de una mujer en manos de su pareja o
expareja es un feminicidio, porque subyace en el hecho la concepción de propiedad que
asume un hombre sobre la mujer cuando se trata de relaciones; la violación y posterior
homicidio de una mujer en la calle o en su casa calificaría como un feminicidio porque se
puede leer la intención sexual en el acto; los ataques con ácido a mujeres representan
violencia feminicida, que lo que busca es degradar y dañar física y psicológicamente a las
personas, fenómeno que se presenta en su mayoría con las mujeres como víctimas; el
suicidio de una mujer a causa del abuso de su pareja se ubica también como feminicidio
porque representa coacción en su decisión.

Para Lagarde “el feminicidio”, se produce cuando las autoridades no realizan


eficientemente sus deberes de prevenir y sancionar [el asesinato de mujeres] y, de esta
manera, crean un ambiente de impunidad” (Sánchez, 2009). Así, la muerte de una mujer en
la calle por asalto o violación representa una incapacidad del Estado para proteger y brindar
seguridad a sus ciudadanas, la legitimación de la muerte de una mujer por parte de las
autoridades competentes u operadores de justicia denota debilidad del estado en materia de
capacitación y sensibilización ante el fenómeno, de igual manera la muerte de las mujeres
por causa de un aborto mal practicado representa un feminicidio por ser una medida
desesperada de una mujer que no desea ni está en capacidad de asumir la maternidad y un
estado que no le garantiza libre decisión en este aspecto, aun cuando está estipulado en la
ley.

Hay otras interpretaciones de la problemática como la que ofrece Julia Monárrez. Ella habla
de feminicidio sexual sistémico y lo define como:

Es el asesinato de una niña/mujer cometido por un hombre, donde se encuentran


todos los elementos de la relación inequitativa entre los sexos: la superioridad
genérica del hombre frente a la subordinación genérica de la mujer, la misoginia, el
control y el sexismo. No sólo se asesina el cuerpo biológico de la mujer, se asesina
también lo que ha significado la construcción cultural de su cuerpo, con la pasividad
y la tolerancia de un estado ausente. El feminicidio sexual sistémico tiene la lógica
irrefutable del cuerpo de las niñas y mujeres que han sido secuestradas, torturadas,
violadas, asesinadas y arrojadas en escenarios sexualmente transgresores. Los
asesinos por medio de los actos crueles fortalecen las relaciones sociales
inequitativas de género que distinguen los sexos: otredad, diferencia y desigualdad.
Al mismo tiempo, el Estado secundado por los grupos hegemónicos, refuerza el
dominio patriarcal y sujeta a familiares de víctimas y a todas las mujeres, a una
inseguridad permanente e intensa, a través de un período continuo e ilimitado de
impunidad y complicidades al no sancionar a los culpables y otorgar justicia a las
víctimas (Monárrez, 2000).
Monárrez (2000) afirma que los feminicidios son posibilidades que facilita la cultura a los
hombres, ya que pueden ser ejecutados por cercanos o extraños por razones de odio,
venganza, placer o maldad y que se legitiman, en el caso local, a través de afirmaciones
como éstas: ella se lo buscó porque lo provocó, se lo merece por andar en la calle tan tarde,
quién la manda a exponerse a los peligros, es que él es hombre y no puede controlarse, etc.

Otro aporte, lo hace Rita Laura Segato (2004) quien califica los feminicidios como
crímenes de Segundo Estado, que consisten en aquellos crímenes que suceden en el ámbito
de territorios controlados por colectivos, corporaciones o grupos armados que ejercen la
autoridad, proveen seguridad y deciden qué se hace y qué no, como un estado paralelo. Este
ejemplo parece calzar con el caso de Colombia donde hay un conflicto armado interno que
en más de medio siglo de guerra ha direccionado sus acciones violentas en territorios
rurales y urbanos donde la victimización de las mujeres se da de manera particular dado
que la mayoría de ellas no forma parte del conflicto. Además, según los Informes Forenses
de 2012 y 2013, el mecanismo de muerte más común en las mujeres es por arma de fuego,
lo que demuestra que en el contexto nacional quienes tienen acceso a armas se convierten
en feminicidas potenciales, que aprovechan dicha ventaja para ejercer violencia o someter a
las mujeres aplicando los métodos aprendidos en la lógica de la confrontación armada.

En materia legal, en Colombia se ha dispuesto un proyecto de ley para sancionar los


feminicidios, presentado por la senadora Gloria Inés Ramírez con motivo de la muerte de
Rosa Elvira Cely, una mujer atacada, violada, empalada y cuyas lesiones la llevaron a la
muerte en el año 2012, un caso que causó indignación, movilización y acciones jurídicas a
nivel nacional. Dicha propuesta concibe la violencia feminicida como “la forma extrema de
violencia de género contra las mujeres, ya sea en ámbito público o privado, conformada por
un conjunto de conductas que conllevan a la muerte violenta contra las mujeres" y define
los feminicidios como la muerte violenta de una mujer por su condición de ser mujer, es
decir, el factor de riesgo es la diferencia sexual tal como lo afirma Sánchez (2009).

En el ámbito local, la comisión primera del Consejo de Seguridad Pública para las Mujeres
de la Secretaría de las Mujeres de Medellín, retoma la definición de la Federación
Internacional de Derechos Humanos, la cual plantea que feminicidios son “los homicidios
de las mujeres por su condición de género, que pueden suceder en cualquier espacio,
público o privado, en los cuales había existido algún tipo de relación entre víctima y
victimario, o bien se traten de crímenes seriales o con otras modalidades delictivas
relacionadas con el crimen organizado” (Andrade, 2014). Es evidente que la definición
asumida por la administración municipal ignora la responsabilidad del Estado y sus
instituciones en las muertes de las mujeres y las sitúa únicamente en el plano de los
homicidios, reduciendo la amplitud del fenómeno.
El feminicidio es un fenómeno mundial que ha acompañado a todas las épocas y es el
resultado de la violencia ejercida contra la mujer, lo que lleva a preguntarse ¿cuál es la raíz
de este ataque violento? En las cifras de violencia intrafamiliar del Informe Forense la
proporción de víctimas niñas, niños y adolescentes es de 53% para mujeres y 47% para
hombres en 2012 y de 53.42% para mujeres y 46.58% para hombres en 2013; en personas
de la tercera edad sigue el mismo patrón para 2012 53% mujeres y 47% hombres, para
2013 52.57% mujeres y 47.43% hombres; en violencia de pareja para 2012 fueron 88%
para mujeres y 12% para hombres, mientras que en el 2013 fueron de 87.21% para mujeres
y 12.79% para hombres. Los principales motivos para ésta última son la intolerancia y la
celotipia, lo que habla de una violencia de género que tiene que ver con el ejercicio del
poder de los hombres sobre las mujeres.

Si tenemos en cuenta que el feminicidio es la máxima expresión de la violencia contra la


mujer, las anteriores cifras de violencia intrafamiliar dicen que las mujeres en cualquier
etapa de su vida son altamente sensibles a ser asesinadas y este es un asunto que debe
atenderse desde todos los ámbitos sociales, incluyendo Trabajo Social como una profesión
que tiene en su centro el ser humano y sus interrelaciones.

Para el caso de los feminicidios, según Andrade (2014), no existe aumento en el fenómeno
sino que se evidencia mayor atención al tema, por lo tanto, el concepto sufre cambios a
partir de una revisión constante que amplía su concepción y registro, no es que se maten
más mujeres, sino que se visualizan otros casos de muertes de mujeres que antes no se
consideraban. Es decir, el fenómeno se ha mantenido constante en el tiempo sólo que hasta
ahora se empieza a visualizar y problematizar el asunto.

Según los resultados del Informe de Medicina Legal de 2012 y 2013, los hombres
asesinados son más que las mujeres, sin embargo, para el primer año de las 1.316 muertes
de mujeres hay 138 asesinadas por su pareja o ex pareja, mientras que en el caso de los
hombres fueron 24, es decir, por cada víctima hombre se registraron 6 mujeres; en el
segundo año de las 1.163 mujeres asesinadas 89 fueron efectuadas por su pareja o ex
pareja, en el caso de los hombres fueron 10; además, el lugar en que más asesinan mujeres
es en la calle y la casa, lo que no deja un lugar seguro para ellas; el mecanismo de muerte
más común es por arma de fuego y la muerte por delito sexual muestra una proporción de
12 víctimas para las mujeres y 1 para los hombres en 2012 y 7 para las mujeres y 3 para los
hombres en 2013. El informe de 2013 expone que el 20% de las muertes de las mujeres son
en calidad de venganza y ajuste de cuentas como una estrategia de la delincuencia común y
organizada, asunto que resulta preocupante si se tiene en cuenta la situación de conflicto
armado que presenta el país. Cabe anotar que los sistemas de información en Colombia no
son exactos y que los registros son altos, en algunos casos sobre el 80% (Andrade, 2014) lo
que debe dar una panorámica de la dimensión del fenómeno de la violencia contra las
mujeres.
El asesinato selectivo de mujeres pone en evidencia la objetivación, eliminación y
deshumanización hacia ellas, que de no detenerse, instaurará el genocidio y naturalizará la
dominación a través de medios violentos a todo aquello que desee salirse del orden
establecido o desee dominarse, lo que se hace impensable en un mundo diverso,
heterogéneo, multicultural y que propende por la protección de los derechos humanos.

Aportes desde la intervención profesional de Trabajo Social

El/ La Trabajadora Social debe iniciar por comprender que la cultura no es inmutable, que
su principal característica es que es histórica y, por lo tanto, cambiante. En ese orden de
ideas, frente la emergencia del momento cultural se hace imperativo la promulgación de
leyes como la 1257 de 2008 que apunten a la protección de los derechos de los actores
vulnerados, en este caso las mujeres, pero en muchas ocasiones esta situación se queda en
las letras y en el deber ser, y no trasciende al cumplimiento de la norma.

Tal como lo plantea Segato (2003), la retórica de los derechos debe ser continua, hacer uso
de la publicidad, es decir, hay que ser consecuentes entre la realidad y lo que se propone
desde la normatividad, es incongruente tener una ley que proteja la mujer contra la
violencia doméstica y que este tipo de violencia sea expuesta de manera abierta y de forma
jocosa en telenovelas en horario prime time. Por lo tanto, el proyecto socio-cultural-político
debe tener tal concordancia que pueda llegar a apuntar a un mismo fin.

Como Trabajadoras Sociales en formación y mujeres insertas en la realidad, se evidencia


cómo los cuerpos de las mujeres son regulados (a través de métodos de planificación que
las tiene como punto central), homogenizados (por estereotipos de belleza), quemados (por
misoginia y venganza), cubiertos (en el caso de los países islámicos) y descubiertos (en el
caso occidental donde para vender cualquier producto se expone el cuerpo de las mujeres y
no cualquier mujer, mujeres que satisfacen los estándares de belleza y cumplen con los
ideales de los hombres, aludiendo a que el público objetivo es el hombre proveedor),
situación que las mujeres normalizan y asumen, en una cultura donde se ha dispuesto de
ellas como un objeto.

Trabajo Social como profesión debe intencionar sus intervenciones e incluir en sus
prácticas la perspectiva de género para realizar lecturas de realidades, pero además brindar
elementos a las mujeres que les permita formarse como sujetas críticas y reflexivas y así
consolidar tejido social.

Es por esta razón, que el reto para los y las Trabajadoras Sociales es deslegitimar la
violencia como una forma de relacionarse con el otro y la otra en un comportamiento
continuo de la vida cotidiana. La práctica profesional debe problematizar la violencia
presente en las relaciones familiares, fraternas y amorosas y para lograrlo debe llegar a
aquellas mujeres que desconocen sus derechos y las leyes que las cobijan y protegen. Es
imperativo fomentar una formación ciudadana que apunte a desmitificar los postulados
sobre hombres y mujeres que tanto los limitan, para ello hay que tener en cuenta el trabajo
en red con organizaciones sociales de mujeres que llevan experiencia en este tipo de
escenarios y que desde su fortaleza colectiva crean valor social en las mujeres que llegan a
sus organizaciones. Esto debido a que según información obtenida en la Secretaría de la
Mujer de Medellín, hay leyes pero no se conocen, hay garantías pero no hay confianza, hay
cierto grado de conocimiento pero no hay reflexión, ni conciencia en las mujeres de la
importancia del papel de ellas en la sociedad. En este sentido el reto es pues, llegar
efectivamente a las víctimas potenciales, a aquellas que sufren violencia en todas sus
formas pero que no tienen herramientas que las lleven a hacer valer sus derechos, a detectar
situaciones de riesgo, a aumentar su valor social en términos de sujetas activas, para que se
les posibilite enfrentar las barreras que se les presentan al momento de buscar protección y
amparo y poder intervenir de manera preventiva en el feminicidio.

El reto es propiciar la cualificación de las mujeres para que ellas mismas se constituyan y
defiendan su palabra como seres capaces e independientes, reconociéndolas como sujetas y
facilitando espacios de formación política y feminista donde éstas puedan escucharse,
tomar la palabra y estructurar sus ideas y posturas frente a la realidad que viven a diario.
Las mujeres son seres llenos de capacidades y potencialidades únicas, que no deben
subyugarse ante nadie con el pretexto de edificar su felicidad en aras del amor. Se debe
propender por una concepción del amor que no involucre al otro u otra como propiedad ni
que limite la felicidad propia a la ausencia o presencia de alguien, llenar de sentido esas
construcciones sentimentales y que se basen en la libertad y el cariño auténticos, en donde
el sufrimiento no sea una constante y la violencia sea suprimida de raíz.

Así pues, el llamado que se hace desde la profesión es desnaturalizar y deslegitimar las
violencias contra las mujeres desde intervenciones intencionadas que puedan generar
transformaciones, para ello hay que problematizar lo evidente, enrarecer lo común,
cuestionar lo cotidiano, criticar el orden y escuchar la voz de quienes no la tienen. Para
alcanzarlo se debe empezar por auto-concientizarse de que la sociedad tal cual está
planteada deja por fuera a muchos y muchas y que esos exiliados están a la merced del
discurso dominante que los y las moldea y pre-configura sin tener en cuenta sus deseos.

Se propone entonces la construcción de dispositivos pedagógicos que promuevan la


movilización del pensamiento divergente, para buscar estrategias y formas de revertir el
orden social, donde se hable de fenómenos sociales, de los distintos tipos de violencia, del
feminicidio, sus atenuantes y características, así como las formas de protección y auto-
protección. Estas acciones enmarcadas en estrategias de educación popular a través del arte
y el trabajo comunitario auto-gestionado que busque fortalecer las relaciones y las
capacidades de los y las miembros de las comunidades.
Un elemento importante de estos dispositivos es promulgar la conmemoración simbólica de
los feminicidios como crímenes de odio contra las mujeres, en aras de rescatar la memoria
histórica de lo que no debe volver a ocurrir, como un recordatorio de lo que la violencia, la
intolerancia y la misoginia han ocasionado a las mujeres.

Todo lo anterior traería como resultado que las mujeres puedan convertirse en sujetas
conscientes de su problemática, que deciden cambiar su entorno y actúen efectivamente
para lograrlo, constituyéndose en ciudadanas demandantes que fuercen al estado a
brindarles salud, educación, seguridad ciudadana y políticas públicas que las protejan y les
garanticen el derecho a tener una vida libre de violencias.

Para finalizar, se recalca la importancia de implementar en los procesos de interacción


profesional la perspectiva de género para develar las instancias de poder que se desprenden
de las relaciones desiguales entre hombres y mujeres y que van en detrimento de la vida
social; por tanto y cuanto el programa curricular de la profesión debe implementar en la
formación el estudio y discusión de la categoría género como principio fundante de la
sociedad actual que debe de-construirse y dar un énfasis especial en que, si no se lucha en
contra de la cultura hegemónica patriarcal, desde pequeñas acciones de resistencia y
educación, seguirán muriendo mujeres, seguirán violando mujeres, seguirán explotando
mujeres, seguirán discriminando mujeres, seguirán descuartizando mujeres, seguirán
desplazando mujeres y el Estado y sus agentes seguirán siendo responsables de estas
violencias feminicidas.

¡Hoy, levantamos nuestras voces para expresar que no existe NADA que justifique la
violencia en contra de las mujeres, que esta violencia nos está matando y que todos y todas
debemos actuar para detenerla!

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CUANDO LO ESCRITO EN EL PAPEL ES POCO PARA LO VIVIDO EN LA
HISTORIA: INVISIBILIZACIÓN DE LAS MUJERES TRANS EN EL MARCO
DEL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO EN EL DEPARTAMENTO DE
BOLÍVAR.

Damary Margarita Ballestas León1


Universidad de Cartagena

Sub-eje 5: Trabajo Social y género en el marco del conflicto social, económico, político
y /o armado en Colombia.

“…Nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal en su persona,
aunque piense y diga diferente”.
Jaime Garzón

Resumen

Este trabajo es el resultado de un riguroso análisis documental orientado en preguntas y


reflexiones sobre la situación que vivencian las mujeres trans en el conflicto interno
Colombiano. ¿Qué viene para las mujeres trans del departamento de Bolívar después de
haber vivido un episodio de guerra? Una profesión como trabajo social que gira en torno al
bienestar social, la justicia social, la igualdad y equidad, no puede desconocer lo que sucede
con las mujeres trans, con la invisibilización de las mismas y con la carencia del
reconocimiento de derechos para ellas por parte del Estado Colombiano. El presente trabajo
plantea como principal objetivo el reconocimiento de los derechos humanos a través de la
recuperación de la memoria histórica y brinda elementos históricos, argumentos legales
desde el enfoque de derecho y de género que sustentan la propuesta operativa de las
acciones dirigidas desde el Trabajo Social.

Para poder comprender la situación en que se encuentran inmersas las mujeres trans, a
continuación se realizará una contextualización de lo que ha sido el conflicto en un país
como Colombia y lo que ha representado para ellas. A posteriori se desarrollará un abordaje
teórico conceptual que permitirá entender mejor desde donde está basada la ponencia; a
partir de él, emergen las reflexiones desde la profesión de Trabajo Social. Continúo a esto,
se realizará una propuesta de investigación-sistematización.2

1
Damary Margarita Ballestas León. Estudiante de décimo semestre de Trabajo Social. Universidad de Cartagena.
2
El presente documento está referido para el año 2014.
Introducción

Esta ponencia se funda en investigaciones que distintas organizaciones de la sociedad civil 3


han realizado sobre la población LGTBI (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans, Intersex); a
su vez, retoma la historia del conflicto armado en Colombia desde documentos que han
abordado la temática. El análisis, se abarca desde fuente secundaria de organizaciones de la
sociedad civil, puesto que no existen otro tipo de registros realizados desde las instituciones
públicas que den sustento a la realidad abordada. Desde aquí, se muestra lo que en la
historia de Colombia no se ha dicho y no se ha escrito. Aun así, no es posible desconocer el
esfuerzo de algunas organizaciones que intentan sistematizar los pocos casos conocidos de
mujeres trans víctimas del conflicto Colombiano.

Ese silencio que viven las mujeres trans en el conflicto armado, está representado en las
pocas denuncias existentes en los centros de atención a víctimas (en Bolívar). En palabras
de Bonder (2005) lo que se vive es el mal de no poder, que coarta, limita y restringe. Se
refleja lo que Preciado (2012), llamaría el miedo tanato político del sistema, que controla
la libertad del ser y del sentir. Es la intriga de estar entre la vida y la muerte, situación que
se agrava al encontrarse en un contexto machista y patriarcal como el que se vivencia en la
región Caribe. La invisibilización se presenta como la categoría principal y con ella, la
vulneración de los derechos humanos, el no reconocimiento, el rechazo y el repudio de la
población civil y el abandono estatal.

Conceptualizaciones y perspectivas sobre las mujeres trans y el conflicto en Colombia

“¿Por qué pensamos que la mejor manera de entender la vida y de actuar con la mejor
intención es en términos de formulaciones teóricas que nos suministran los especialistas, y
no de acuerdo con formas cotidianas más prácticas de conocimiento?”
Jhon Shotter

Es esencial para hablar de mujeres trans, entender a lo que se refiere por esta categoría.
Pero es prioritario abordar el génesis del surgimiento de ella, que está inmerso en la
definición de lo que es género y el significado que recibe la sigla LGTBI (Lesbiana, gay,
bisexuales, trans, intersexuales), en la que las mujeres trans se encuentran estratégicamente
ubicadas, como símbolo de inclusión colectiva4. A partir de ello, en la presente ponencia se
3
La sociedad civil organizada y activa se concibe como un grupo de sujetos y sujetas sociales autónomos y dinámicos,
capaces de funcionar libremente, bien informados (as) y competentes que trabajan para ayudar a las sociedades en
conflicto, investigar y monitorear los derechos humanos y tienen como meta modelar las políticas públicas influyendo en
ellas. (Naciones Unidas para los derechos humanos. S.F. Pág. 2).
4
Las siglas LGTBI se han establecido como una forma de auto-identificación y han sido adoptadas por la mayoría de
grupos poblacionales y medios de comunicación en muchos países. No obstante, en ocasiones pueden causar desagrado
por parte de algunas personas de la población que literalmente engloba o acoge, por no sentirse parte de ella o
excluidas en la cifra misma. (Leer mas en: The National Association of Lesbian, Gay, Bisexual and Transgender
Community Centers. 2008).
hará referencia al género como los “estereotipos
o roles sociales, que marcan una condición o
posición adquirida, comportamientos y atributos
apropiados que cada sociedad en particular
construye y asigna a hombres y mujeres”(Caribe
Afirmativo, 2013. P, 138)5. Lo que implica una
denominación social de femenino y masculino
en el ámbito privado y público; teniendo en
cuenta que por ser social se construye en las
esferas tanto micro sociales como macro
sociales. (Chávez. 2006. P, 13). El género, se
convierte en este sentido, en una categoría
asignada por la cultura y en un acto de
interpretación cultural, que se reproduce a través del discurso y de esa forma se mantiene
socialmente. Es un constructo social, no es algo dado y permanente, sino que va
concurriendo y es voluble. Butler (1990) plantea que es una actuación que en ocasiones
puede volverse performativa.6

Se retomará el concepto de lo trans como: “... una personas que se siente, identifica y
construye una identidad de género diferente a la asignada social y culturalmente al nacer,
de acuerdo a las características sexuales de su cuerpo”. (Revista Marineras Fucsia. 2013. P,
13) Esta definición abarca otras categorías, como lo son: transformista, travesti, transexual,
en las que la identidad se expresa, se construye y se siente del género opuesto.7

Por otro lado, el conflicto armado, social, político, y económico en Colombia, es un


fenómeno que se presenta en el país desde hace aproximadamente siete décadas. En él, se
han podido encontrar diferentes tipos de actos violentos, que han impactado de manera
directa a sus víctimas. Para el informe ¡Basta Ya! (2013, P. 304.), la guerra en Colombia
afecta de forma diferente a hombres, mujeres, niños, niñas y la población LGTBI. Esta

5
La Corporación Caribe Afirmativo, trabaja por el respeto y reconocimiento de la diversidad sexual y las identidades de
género diversas en el Caribe Colombiano, proponiendo agendas investigativas, sociales, políticas y de movilización en la
región, con miras a generar reflexión y provocar acciones transformadoras que garanticen el respeto y reconocimiento
de los derechos a la diversidad sexual y las identidades de género diversas. (Caribe Afirmativo. 2013)
6
Judith Butler utiliza la palabra performativa para hacer referencia a momento donde el sujeto (a) no es dueño (a) de su
género, y no realiza la performance, es decir lo que más le satisface, sino que se ve obligado a actuar el género en
función de algo normativo e impuesto socialmente, que se promueve, legitima sanciona y excluye. (Butler, 1990).
Nota: La palabra ‘performace’, era una acción artística utilizada en los noventa, donde el (la) artista debía improvisar
mucho.
7
Transformista: “Hombre o mujer que expresa su identidad de manera transitoria a partir de atuendos y actitudes del
otro género, especialmente para espectáculos”. (Cuaderno de políticas públicas No 5, 2013. P. 13)
Travesti: “Hombre o mujer que construye su identidad de manera permanente, con actitudes, atuendos y acciones del
otro género, como un asunto de su vida cotidiana”. (Cuaderno de políticas públicas No 5, 2013. P. 13)
Transexual: “Hombre o mujer que nace con el sexo biológico de un género que no corresponde con su sexo psicológico.
Se siente y se concibe así mismo-a como pertenecientes al género opuesto…” (Cuaderno de políticas públicas No 5, 2013.
P. 13)
última, manteniendo invisibilidad dentro del conflicto armado, demostrado en la poca
aparición que tienen en la historia del país, frente a otras poblaciones.

Colombia es un país azotado por una violencia que nos ha vuelto discriminatorios,
inequitativos, sexistas y racistas en un país multicultural y diverso. Una violencia sin
distintivo que no tiene características específicas, porque ha sido lo suficientemente
creativa para golpear a sus víctimas de diferentes formas. Una violencia, que no deja ver
más que un pensamiento egoísta, en el que creemos que lo que les pasa a los demás está
lejos de mí, y “como no me afecta directamente no lo asumo, no hago propuestas y no
actúo para transformarlo”. Olvidamos que, como lo plantea Shotter (1993) hay situaciones
del mundo externo, pero que no son externas a nosotros (as) como sociedad, y que al no ser
ni tuyas ni mías, construyen una ‘otredad’ que termina siendo nuestra.

Las personas LGTBI han sufrido dentro del conflicto armado, violencia física, psicológica
y emocional. Según el informe ¡Basta ya! (2013. P, 322) existen casos de desplazamiento
forzado, ‘ridiculización’, ‘burla’, sometimiento, discriminación, exclusión y algunos que
aún siguen bajo la manta del silencio.

Para hacer memoria…

Para comprender como ha sido la invisibilización de las mujeres trans en el conflicto


colombiano, es elemental conocer y/o recordar cómo se ha vivido la historia del conflicto
en Colombia, un conflicto que a través de los años ha sido diverso, desde la forma de
generar violencia, hasta la razón de ser del mismo. Ha pasado por ser tener intereses
sociales, políticos, económicos y territoriales. Según el informe “¡BASTA YA!” (2013. P,
111) del Centro Nacional Grupo de Memoria Histórica –GMH- el conflicto armado desde
sus orígenes ha estado por momentos determinantes. A posteriori se presenta una tabla con
el resumen de los que han sido acontecimientos claves para la historia del conflicto armado
y de la población LGTBI.

DECÁDAS ACONTECIMIENTOS DEL CONFLICTO ¿QUE PASABA CON LA POBLACIÓN


LGTBI?

-“La Declaración Universal de los Derechos


Humanos de 1948 declara en su artículo 29
que toda persona tiene deberes respecto a la
comunidad, puesto que sólo en ella puede
desarrollar libre y plenamente su
personalidad”. (Comunidad Gay, ‘historia y
avances en Colombia’ (I). 2013).

-Surgió el primer grupo de liberación gay en


-Se marca el primer referente coyuntural con el Colombia, que se hacían llamar ‘Los
asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, acto que trae Felipitos’. Eran clandestinos y limitado, solo
Finales de los consigo la respuesta del sector popular y las luchas hacían parte un pequeño grupo de individuos
40’s armadas entre la policía versus guerrillas liberales y de las clases altas, y su propósito era
las autodefensas campesinas, que no mucho tiempo simplemente crear un espacio para
después se convierten en las Fuerzas Armadas socializar.
Revolucionarias de Colombia –FARC-.
-Aparecen los primeros bares gays. (Historia
del movimiento social LGTBI. 2012)

-Empieza la lucha por el poder político de los


liberales y los conservadores, mediante
enfrentamientos armados. Consecuencia de esto,
surge el periodo llamado ‘La Violencia’.
50’s
-En el 1959, el actual presidente Alberto Lleras
Camargo pide ayuda a Estados Unidos.

-Estados Unidos presenta un informe en el que


caracteriza la violencia en Colombia y propone
soluciones como: ejercer actividades militares y
gestionar reformas que permitieran darle
cumplimiento a las leyes para eliminar la injusticia
social.

-Se crea la reforma agraria sin éxito en algunas -Para los años 50’s y 60’s no se registraron
regiones. casos o movimientos referidos a la población
60’s LGTBI.
-1962 Guillermo León Valencia (actual presidente de
Colombia) decide acabar con las llamadas repúblicas
independientes. Embiste a Marquetilla, y este
responde con ataques a pueblos, caserías y veredas.

-Se crea el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

-Se crea el Ejército Popular de Liberación (EPL)

-El 1970 nace “…un nuevo movimiento en


Medellín fundado por León Benhur Zuleta
-El 19 de abril de 1974 se crea el M-19 dirigido por Ruiz, considerado pionero de la liberación
Jaime Bateman Cayón. homosexual en nuestro país, asimismo se
declaraba ‘sexo – izquierdista’”.
-Se desvía el foco de la lucha de la tierra, hacia la
(Comunidad Gay, ‘historia y avances en
política.
Colombia’ (I). 2013).
Los 70’s -Llega la inflación, la crisis económica y se
incrementa el malestar social.

-Belisario Betancur, con la ayuda de Estado Unidos


inicia un proceso de paz con la guerrilla, que para el
momento contaba con nueve frentes.

-Se da una propuesta de paz que para el ministro de -En el 1980 el congreso despenalizó la
guerra de la época Fernando Landazábal, le daba homosexualidad. (Colombia Diversa. Leyes
paso a la revolución comunista, mediante la y normas. S.f)
paralización de la propuesta armada del ejército.

-Toma del palacio de justicia por parte del M-19.


-A mediados de los 80’s se acaba el
-1987 debido a los constantes asesinatos de militantes movimiento creado por Leòn Benhur Zuleta
de Unión Patriótica, se cancela la tregua. León.

-De 1981 a 1986 el EPL pasó de dos frentes a doce;


el ELN pasó de tres frentes a diez; y las FARC de
diez frentes a 31.

Los 80’s -Bajo el Gobierno de Virgilio Barco surge el Plan


Nacional de Rehabilitación, que no era más que
invertir en infraestructura para unir geográficamente
el país. Apuntando a un control territorial.

-Mutan las autodefensas en paramilitares y con ellos


aparece el narcotráfico siendo sus principales
financiadores.

-Inicia una guerra del narcotráfico con el Estado


colombiano.

-Se generan transformaciones económicas. Colombia


pasa de ser un país cafetero a un país minero y
cocalero. Se abrieron nuevos sectores de la
agroindustria como el banano, las flores y la palma
africana.

-En el año 1991 se reforma la constitución del 1886.

-Cerca de la mitad del territorio nacional era de los


narcotraficantes.

-Reinicia la lucha por la tierra.

-Se transforma el contexto en el que se venía


presentando el conflicto armado.

-Con la aparición del narcotráfico se permea la clase


política y las Instituciones del Estado.

-Inicia una guerra contra las drogas desde los EE.UU


-Con la constitución de 1991 se logra un
en cabeza del entonces presidente George H. Bush.
avance en materia del derecho a la igualdad
-El M-19 se consolida como una fuerza política. como principio constitucional.

-Se abrió el mercado de la esmeralda. Inicia el auge


Los 90’s de la minería, y el carbón. El incremento en el precio
-Nacen las siglas LGTBI como una forma de
internacional del oro fue clave, tanto como el
auto-identificación, una apuesta política y
descubrimiento de pozos petroleros. una estrategia para lograr la exigibilidad de
los derechos.
-Surge una propuesta de descentralización y elección
de alcaldes.

-La Ley de la Reforma Agraria y Desarrollo Rural


crea el Sistema Nacional de Reforma Agraria y
Desarrollo Rural (para la restitución de tierras).

-Se expande el paramilitarismo.

-Inicia el proceso de paz con Andrés Pastrana como


presidente y Manuel Marulanda como cabecilla de las
FARC.

-1993-2005 la guerra vivía su máxima expresión, -Se da la primera convención Nacional de


amplificación y victimización. Las masacres fueron Gays y Lesbianas y en ella se estructuró una
los signos característicos de este periodo. agenda en la que participan varias
organizaciones y tiene por objetivo la
-La política muta a lo local y la intimidación, la visibilización de la población gay. (Historia
muerte y el destierro estaban en su máximo del movimiento social LGTBI. 2012).
esplendor.
Los 2000 -Se da el surgimiento de nuevas
-Ejecución del Plan Colombia. organizaciones LGBTI.

-Las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) -El Congreso estableció en el Código Penal
realizan una negociación fallida. una norma que agrava la pena cuando se
verifique que el delito fue motivado por la
-Llega Álvaro Uribe Vélez a la presidencia con su
orientación sexual de la víctima. (Colombia
propuesta de seguridad democrática.
Diversa. Leyes y normas. S.f).
-Surgen los falsos positivos, que cobran la vida de
personas inocentes.

-El presidente Juan Manuel Santos inicia en La


Habana Cuba un nuevo proceso de paz.

Tabla 1. RECORRIDO HISTORICO DEL CONFLICTO EN COLOMBIA. (Cuadro de


elaboración propia)

Como se ha mencionado con anterioridad el conflicto en Colombia ha pasado por diferentes


momentos que a veces pueden ser lineales y en otras ocasiones pueden converger. Con la
aparición del narcotráfico y con la llegada del narco-paramilitarismo, la narco-política, y la
parapolítica es evidente el cambio del contexto de los años 80’s y décadas después, ahora
más denso, más complejo, surgiendo otro tipo de problemáticas sociales.

Con la propuesta de la descentralización de los años 90’s se vivió una economía


paradójicamente centrada en las periferias (Silva. 1993), que había sufrido de abandono
estatal, esto advertía la necesidad de un control territorial y político de estos sectores; la
lucha por el poder económico, para entonces era disputada por el Estado y los grupos
armados al margen de la ley, resultado de eso, eran los constantes combates que se
presentaban a lo largo y ancho del país. (GNMH, 2013). Para la época ya se experimentaba
más de un intento fallido en busca de la paz 8. Una paz descontextualizada de la realidad
social, una paz que apuntaba al control más que a propuestas de transformación social.
Como se puede observar en el cuadro anterior, la época de 1993 al 2000 fue la más violenta
recordada en la historia y narrada en los libros para el país a causa del conflicto armado. No
por coincidencia los grupos minoritarios encuentran una estrategia de organización para los
años 90’s, respaldada por la constitución de 1991, que para este caso inicia con la puesta en
marcha de las siglas LGTBI como apuesta política para lograr el reconocimiento de los
derechos humanos.

Después de contextualizar la situación nacional, es de esperarse que el contexto local no sea


el más deseado. En este sentido nos encontramos con un Caribe Colombiano que su
territorio es campo de batalla para el narcotráfico, la guerrilla, los paramilitares y la fuerza
pública. De alguna forma podría decirse que las luchas son tantas y tan constantes en el país
que los casos que se presentan como resultado de la guerra en Bolívar, han sido sosegados
ante los índices nacionales y lo devastador de ella a nivel general. “El departamento de
Bolívar tiene unas particularidades que lo convierten en un escenario complejo
geográficamente y que lo enfrentan a tensiones e intereses por territorio y por ser una
zona estratégica donde se asientan y transitan grupos paramilitares y guerrilleros (…) la
presencia de actores al margen de la ley es un factor que agudiza y agrava la situación de
las personas LGTBI en el departamento”. (Caribe afirmativo, 2014. Pág. 91, 92) Estos
grupos utilizan como estrategia la persecución hacia otros grupos que consideran
representan una amenaza para el orden moral y social por lo que acuden seguidamente a
panfletos y acciones amenazantes. (Caribe Afirmativo. 2014. Pág. 91, 92).

Por otro lado, no existe una atención socio-


geográfica a las poblaciones, es decir, no se
llega a una caracterización para la atención.
Ejemplo de ello, es la poca información que
existe de los casos específicos de víctimas del
conflicto armado de la población LGTBI, que
son registradas en los documentos requeridos
con el nombre de la cédula, no permitiendo
una separación más allá de los géneros
establecidos por el orden social; no se tiene en
cuenta que los impactos sufridos son
8
Si bien es cierto que existieron pactos de paz que aún permanecen, como los realizados entre el Gobierno colombiano
y el M19; también hay que reconocer que otros han fracaso. El primer intento de paz que se dio en Colombia fue en el
1964 con Belisario Betancur como presidente conservador. En marzo de 1984 las Farc pactaron una tregua que tuvo su
Bolívar
rupturaseenencuentra enelelasesinato
el 1985 por primer lugar en laMarino
de Iván RegiónOspina. Durante la presidencia del Liberal Cesar Gaviria se inició otro
Caribe
procesoconde más casos
paz en registrados
1991 de víctimas
pero terminó deEn
sin éxito. la 1999 con el gobierno de Andrés Pastrana inicia otro proceso que duro
población LGBTI.
casi los cuatro (Tabla
años, peroN°1. Fuente:
fracaso. (El Caribe Afirmativo.
Universal. 2012)
2013. P, 33).
diferentes, como lo plantea el informe ¡Basta Ya! (2013. P, 304). En otras palabras, no
existe una diferenciación frente a las formas de intervención con la población víctima del
conflicto armado, y “… las personerías municipales manifiestan que cuando las víctimas
se acercan a sus oficinas y van a declarar no manifiestan su orientación sexual, por lo que
no tienen una cifra con el número de personas de la población LGTBI víctimas del
conflicto, pero en algunas ocasiones se percibe cuando esta persona tiene una orientación
sexual diferente por su expresión de género”. (Caribe Afirmativo. 2014. Pág. 93).

Una de esas principales características que limita o restringe la diferenciación de género


para un contexto como Bolívar, es la cultura patriarcal concurrente en el departamento.
“…Se maneja un poder que es fundamentado por una serie de prejuicios que aseguran la
supremacía de los hombres, de lo masculino, sobre la inferiorización de las mujeres y de lo
femenino” (Caribe Afirmativo, 2013. P, 35) de esta manera se definen ciertos roles que
debe poseer cada género, para tener la aceptación social; donde lo heterosexual es
heteronormativo y es de obligatoriedad (Preciado, 2012). Roles que son limitados a ciertos
parámetros, que si no se cumplen marcan de inmediato lo ‘diferente’, y lo ‘diferente’ ante
lo ‘tradicional’ es castigado, siendo esta una causa primordial por las que el departamento
de Bolívar se encuentra ocupando para agosto de 2013 más casos registrados de víctimas
del conflicto armado, a pesar de esto no existe un registro de mujeres trans. Sin embargo,
según Caribe Afirmativo, la unidad de Atención y Reparación a Victimas, identificó y
documentó 80 casos, y 21 de ellos registrados en Bolívar. (Ver tabla N° 1).

En Bolívar se han registrado mayor porcentaje de casos de violencia, y las más afectadas
son las mujeres trans. Del 2007 al 2013 se registraron más casos de mujeres trans (después
de los gays) victimas de homicidio (Ver tabla N°2), y los casos con menos víctimas son la
población de lesbianas, hombres trans y bisexuales, lo que de inmediato pone en evidencia
que lo que se percibe con el sentido de a vista se encuentra más vulnerable.

Prueba de lo anterior son los panfletos


amenazantes de muerte que durante años han
rondado por el departamento de Bolívar; el
desplazamiento; los casos registrados de abuso
policial hacia las mujeres trans; las
prohibiciones de salidas, de visitas a lugares, de
horarios, de manifiestos de identidad de género
diversa por parte de los grupos armados; las
Colombia Diversa. Conflicto armado y desplazamiento
violaciones; las agresiones sexuales; lo no
por violencia. Pág. 1. privado; la negación de empleo, de ingreso a
los planteles educativos; el no reconocimiento
de los derechos humanos, y así continua la lista. (Caribe Afirmativo, 2013). Mostrando que
a pesar de ser la orientación sexual una decisión subjetiva y/o personal, tiene evidentemente
implicaciones en la vida pública de las personas.
¿Lo que no se menciona, no existe?

Uno de los principales


obstáculos que se
encuentran al momento
del reconocimiento es
que existen pocas
claridades conceptuales
frente a ‘lo que soy’, en
la atención a las víctimas
del conflicto armado, es
decir, no hay una
diferenciación entre ser
gay o ser una mujer
trans, lo que no permite
realizar una atención
OTRA FORMA DE TRANSGRESIÓN DEL GÉNERO . Tomado de:
http://www.buzzfeed.com/alanwhite/23-year-old-woman-grows-beard-says-she-feels- diferenciada para ellas.
more-feminine-t. Acceso: 25 de febrero de 2014.

Se percibe el temor de denunciar por la falta de reconocimiento como sujetas de derechos,


la discriminación y exclusión de una sociedad civil que sigue empeñada en mantener un
supuesto orden natural, y la incuestionable invisibilidad por parte del Estado, quien hasta le
fecha no cuenta con una línea base que permita identificar casos, y lograr aportes
cuantitativos que estén prestos para realizar análisis cualitativos desde la profesión de
Trabajo Social.

Es manifiesto lo complejo que termina siendo ser mujer en el Caribe Colombiano, por todo
lo que envuelve lo cultural, lo masculino, y ciertos privilegios que se le atribuyen a este
género. Ahora bien, si nacer hembra y ser mujer es de alta complejidad, que se deja para los
que nacen machos y no asumen su “rol de masculinidad” que es una ventaja en un contexto
patriarcal. La transgresión del género, el ir más allá de lo culturalmente establecido, de
inmediato marca un señalamiento que se convierte en una persecución violenta, porque se
concibe que se debe castigar el cuerpo. Resultado de ello, tenemos (entre las pocas cifras
existentes) el primer lugar en víctimas del conflicto y el segundo en muertes violentas para
la población LGTBI en Bolívar. La mitad de la cifra es de mujeres trans, eso implica lo
visible que es su condición. A las mujeres trans se les aprecia físicamente la transgresión
del género, por esto son sujetas más vulnerables a la violencia, a las burlas, a las agresiones
y la humillación.

Por lo anterior, se puede afirmar que las mujeres trans reciben de forma duplicada la
violencia en el conflicto armado. Tienen que pasar por todos los actos de violencias
causados por los victimarios, pero a su vez tienen que asumir otro tipo de violencia solo por
ser ellas; además de eso, cargar con el peso del silencio porque existe una auto-
discriminación al no reconocerse como sujetas (os) de derechos, todo articulado a un
Estado Colombiano que hoy por hoy no es garante de derechos y que no ha sido capaz de
poner en marcha el cumplimiento de algunos artículos constitucionales. En esta misma
línea, aparece lo institucional como primer obstáculo en el proceso de restitución a víctimas
con enfoque diferenciado para las mujeres trans.

En el marco legal se encuentra la Ley 1448 de 2011, la que hace referencia al enfoque
diferenciado para la población LGTBI exclusivamente cuando se trata de actos de
violaciones sexuales, de lo contrario para otro tipo de violencias no se encuentran incluidas
penas legales.

Los esfuerzos en el departamento por transformar esta realidad social son pocos a
diferencia de otras experiencias que han sido recuperadas y que llevan numerosos avances.
Ejemplo de ello es “A Mí Me Sacaron Volada de Allá” (2012) para el caso de Bogotá y
“Marineras Fucsia, En Búsqueda de Tierra Firme” para el caso de Cali. (2013). Las
anteriores son experiencias que deben multiplicarse, y para ello es esencial el abordaje
desde una profesión como Trabajo Social para liderar estos procesos que rescaten las voces
de esas mujeres que aún siguen callando.

Recuperar historias para construir nuevos mundos

El desafío desde una profesión como Trabajo Social, está orientado hacia una propuesta
profesional alternativa, desde un proceso de investigación-sistematización que permita
guiar la intervención. A través de una apuesta de vinculación e inserción del (la)
profesional con las organizaciones sociales, que permitan incursionar el tema de las
expresiones de género desde lo trans. Cómo se ha sustentado hasta ahora, existe una
invisibilización estatal; y una forma práctica de luchar por los derechos constitucionales es
a través de la organización social, lo que permitirá un mayor acercamiento a esta población.

Por ser una población que en su mayoría está oculta, demostrado en las pocas denuncias
que existen sobre casos en el Departamento, resulta más complejo abordarla cuando se es
un (a) profesional externo a las vivencias y a las lógicas del mundo de las vidas de ellas, es
decir, para poder comprender, construir y trasformar se debe establecer una relación sujeta
– sujeto (a), no se puede ser un profesional externo, tiene que ser una relación dialéctica –
dialógica, puesto que de alguna manera ha existido un temor de volver público el atropello,
y ser señaladas por ello. Esto permite que estas vivencias sigan siendo invisibles por el
estigma que se les designa, situación que hace más compleja la labor del profesional en
Trabajo Social, por la poca sistematización de los datos que lo hagan visibles.

Para trabajo social es clave no solo manejar el discurso de los derechos humanos, sino
lograr gestionar y hacer propuestas encaminadas a sustentar y amparar este enfoque, desde
el que se nos permite mirar al otro (a) como un sujeto (a) de derechos, independientemente
si está dentro del binomio asignado socialmente del ser masculino o femenino. La visión de
el/la profesional debe trascender prejuicios, abrir nuevos discursos, que permitan reconocer
a las mujeres trans como ciudadanas garantes de derechos sin revictimizar.

En esta misma línea, se esboza la propuesta principal de esta ponencia: recuperar las
historias de las mujeres trans desde lo que Shotter (1993) llama conocimiento de tercer tipo,
que no es más que conocer la realidad desde adentro, utilizando la conversación y el
dialogo como herramienta, teniendo en cuenta que permite, como lo plantea el autor, no
solo construir identidades, sino mundos sociales. Se trata de recuperar las libertades del ser
a través de la voz, que las fisuras y nudos que guían la vida de estas mujeres, sean
transformados por una voz que le apueste a la visualización humana y el reconocimiento.

El planteamiento de Shotter, se respalda desde el enfoque fenomenológico retomado desde


Briones (2002, P. 31) quien cita a Edmund Husserl para definirlo como un “método” y
como una “manera de ver” el mundo, es decir, es la forma en que las personas le dan
significados a sus vivencias, a partir de lo que perciben de ellas, de sus experiencias e
interacciones. Desde aquí se define a la realidad tal cual como se presenta, dejando a un
lado los supuestos.

Lo fenomenológico entonces, concibe al mundo como una constante construcción y a la


realidad social como un flujo inacabado, donde los sujetos y sujetas sociales tienen la
habilidad de darle sentidos y significados singulares a los acontecimientos que viven día a
día, esto nos permite afirmar que las realidades sociales son heterogéneas, distintas y
cambiantes para cada persona que las vivencia.

Shotter (1993) plantea que lo que se habla es un acontecimiento que solo conocen desde el
interior quienes lo producen, es decir, que las cosas que ocurren en el mundo de la vida solo
las pueden contar quien las vivencia, y que así mismo el significado de las palabras con las
que se narran los hechos serán definidos según su experiencia, por tanto es necesario crear
significados en común entre las relaciones sujeta-sujeto (a). En este sentido será de gran
aporte para rescatar las voces de las sujetas el construccionismo social retorico-
respondiente (estando este en la misma línea fenomenológica), que no es más que la forma
en la que construimos y re-construimos y en esa misma relación nos hacemos y re-
hacemos, existiendo siempre un proceso formativo entre las relaciones yo-otro (a) y
viceversa. Mediante la investigación-sistematización que rescata la fenomenología, se
propone lograr un proceso formativo de reconocimiento y auto-reconocimiento, que
permita mirar al otro (a) como una sujeta garante de derechos.

Lo que se busca es escuchar otras voces, voces que hoy en día precisan ser atendidas, y que
urgen el cumplimiento de los derechos humanos y constitucionales del ser igual en un país
de diversos (as). A partir de aquí, conseguir que los casos que se presenten sean
denunciados y evidenciar la necesidad de gestionar y promover acciones profesionales con
enfoque diferenciado y de derecho, que promuevan la participación social y que permitan la
inclusión y el bienestar de las mujeres trans en el departamento. Para transformar las
realidades sociales hay que conocerlas y para conocerlas hay que buscarlas, escucharlas y
contarlas.

Conclusiones

A partir de la revisión y el análisis documental realizado, surgen las siguientes


conclusiones:

La creación de la constitución de 1991 abrió las puertas para oportunidades de


reconocimiento de los derechos humanos de los grupos minoritarios, lo que ha permitido un
avance, frente a la comparación de los años 80’s y sus décadas anteriores. No obstante, en
la actualidad nos encontramos frente a un Estado poco garante de derechos.

Dentro del conflicto armado Colombiano la población LGTBI no solo vivencian daños
físicos, sino psicológicos como la “burla” o la “ridiculización”, porque la orientación sexual
no se vive como una decisión privada, por el contrario tiene inminentes implicaciones en lo
público.

No se puede desconocer el trabajo que han realizado organizaciones de la sociedad civil


conformadas en el departamento de Bolívar para la reivindicación de los derechos humanos
de la población LGTBI, sin embargo, existen vacíos que no llena el papel, y que como
Trabajadores y Trabajadoras Sociales debemos asumir el reto del rescate de los discursos
que se han invisibilizado a lo largo de la historia de un país azotado por la violencia como
lo es Colombia.

Queda demostrado que siete décadas no han sido suficientes para avanzar en un proceso
incluyente de garantías de derechos humanos y constitucionales, que nos permitan lograr la
paz. Frente a esto, el Trabajo Social debe mantener una lucha permanente por el
cumplimiento de derechos, es indispensable entonces, el conocimiento de las realidades
sociales de las mujeres trans, para poder lograr cambios mediante un proceso investigativo
y sistemático que brinde como resultado propuestas y alternativas de transformación social,
que tengan un impacto en el aparato gubernamental o en procesos estatales, que den como
resultado líneas de base, políticas públicas, procesos de reparación con las mujeres trans
víctimas del conflicto armado, entre otros, teniendo como referente la exigibilidad de
derechos ante los funcionarios públicos y los entes gubernamentales. Todo esto que
conlleve al reconocimiento del grupo poblacional Colombiano de las mujeres trans como
sujetas de derechos iguales ante todos y todas.
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http://www.buzzfeed.com/alanwhite/23-year-old-woman-grows-beard-says-she-feels-more-
feminine-t. 24 de febrero de 2014.
PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES EN ORGANIZACIONES
CAMPESINAS COLOMBIANAS: FORMACIÓN CON PERSPECTIVA DE
GÉNERO EN EL CONTEXTO RURAL9.

Vanessa Bravo Escarraga10

Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca 

La lucha por la Paz en campos y ciudades, exige que la Universidad se traslade a la calle,
a la vereda, y a las carreteras a construir un país al alcance de nuestros sueños. 

A las compañeras de las diferentes Organizaciones Campesinas de Colombia: a las que


luchan día a día y también a aquellas que fueron silenciadas pero no olvidadas y a los
hombres Campesinos que han tenido el valor y la disposición de ver a las mujeres como
personas capaces de transformar su realidad: muchas gracias por cada enseñanza
brindada.

Resumen

El rol de la mujer en diferentes contextos ha cambiado históricamente debido a las


transformaciones económicas, sociales, culturales y políticas: las cuales dan lugar a la
pertinencia de  realizar una lectura de las realidades sociales en las cuales hoy se
desarrollan las acciones políticas de quienes construyen caminos a fin de transformar su
entorno en el territorio rural. Sin embargo, es indispensable recalcar la importancia de los
matices culturales cuando se desea hablar de nuevos escenarios para las mujeres, pues deja
ver que hay espacios desde la cotidianidad en los cuales las mujeres mantienen las labores
domésticas y rurales que generan dinámicas sociales que les permite afianzarse en el campo
del ejercicio político.  

La siguiente ponencia  ve a las mujeres campesinas11 desde la perspectiva de


género, iniciando por realizar un recorrido histórico. Así mismo busca reconocer la
participación política dentro de las apuestas organizativas, tomando como ejemplo a
ASCAMCAT (Asociación Campesina del Catatumbo), teniendo presente a lo largo del

9
Ponencia adscrita al eje Género y diversidad sexual: perspectivas, investigación y retos desde trabajo social,
sub-eje 3: perspectiva de género en la acción política
10
Estudiante de sexto semestre de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca- Bogotá.

11
Entiéndase por mujer Campesina a aquella mujer que realiza sus labores en el ámbito rural y que a su vez
reconoce la tierra y el territorio como propio y por ende lo defiende.
escrito que la concepción de género y de mujer campesina se hace partiendo de las
características de la realidad rural.  

Finalmente se desarrolla una propuesta en torno a la actuación profesional de Trabajo


Social, la cual está orientada a establecer estrategias y líneas de acción para la formación
con perspectiva de género, que a su vez tenga en cuenta las necesidades de quienes habitan
los territorios y fortalezca la participación política en espacios organizativos en el escenario
social colombiano y donde las mujeres sean reconocidas como actoras sociales. Por ultimo
cabe recalcar que para la realización de esas acciones profesionales es indispensable la
posición ética- política que se tiene.

Introducción

Reconocer el papel de las Organizaciones Sociales constituidas a través de la lucha y de la


movilización Social y popular de diferentes sectores, no es solo una labor de una
determinada profesión u oficio, sino una tarea que se realiza desde la sociedad en general y
que busca legitimar dichos procesos. Sin embargo se debe dar cuenta también del rol y los
aportes de las diferentes profesiones, en este caso Trabajo Social a través de la acción
profesional y la investigación en escenarios rurales.

La situación histórica de conflicto político, económico, armado y social del país ha


despojado y desplazado a comunidades Indígenas, Afro Colombianas, Campesinas,
suburbanas y urbanas de los territorios, que a su vez, llevan consigo la vulneración y
violencia hacia las mujeres, presentándose abusos físicos y psicológicos que transgreden el
cuerpo de la mujer como primer territorio de paz. Por otra parte se genera un desarraigo
respecto a los lugares de procedencia, lo cual rompe con lazos familiares, culturales,
sociales y afectivos; marcando aún más la problemática en torno al uso, propiedad y
tenencia de la tierra; estos factores han dado lugar a la puesta organizativa que cuente con
la participación política de mujeres, para la búsqueda de soluciones que permitan procesos
de asociación para la articulación de propuestas y estrategias para la reconciliación y la paz
con justicia social. De acuerdo con lo anterior, es necesario realizar un análisis del contexto
para identificar las dinámicas que han establecido a la Mujer Campesina como ser
transformador, teniendo en cuenta el ejercicio político donde las mujeres trazan una pauta
en la búsqueda de mejores condiciones sociales desde una perspectiva incluyente.

Visto de esta manera, uno de los retos profesionales está encausado a leer las realidades
sociales a través de sujetos y sujetas reconsiderando de esta forma que la acción profesional
está ligada al interés de los actores y las actoras sociales por participar en procesos de
transformación, la satisfacción de las necesidades, la solución de las problemáticas y la
oportunidad de construir alrededor de los saberes populares.
Comprendiendo a la mujer campesina desde una perspectiva de género...

Partiendo de que el sexo se refiere a las cuestiones biológicas y el género se orienta hacia la
lectura de lo que se construye social y culturalmente, comprender la mujer campesina a
través de una perspectiva de género, busca llevar las discusiones en cuanto a participación y
trabajo de las mujeres más allá del cambio de roles y las funciones de la mujer dentro de la
sociedad, en el sentido que busca definir a la mujer como una sujeta social y política. Por
tanto “La perspectiva de género tiene como uno de sus fines contribuir a la construcción
subjetiva y social de una nueva configuración a partir de la resignificación de la historia, la
sociedad, la cultura y la política desde las mujeres y con las mujeres”. (Lagerde, 1996), lo
cual da cuenta del interés por resignificar desde las mujeres y con las mujeres.

Teniendo en cuenta las particularidades que el mismo contexto establece, “La perspectiva
de género implica reconocer que una cosa es la diferencia sexual y otra cosa son las
atribuciones, ideas, representaciones y prescripciones sociales que se construyen tomando
como referencia a esa diferencia sexual”. (Lamas, 1995, pág. 17). Desde la postura de
género se busca cimentar a través del estudio histórico dándole lugar relevante a las
características del contexto en el cual se ha desarrollado la realidad rural, la cual lleva
inscrita en sus páginas la construcción cultural, social y política de los campos
colombianos. Si bien hay una puesta universal de género, las particularidades respecto a la
región y los territorios también son necesarias ya que la cultura orienta una postura respecto
a la realidad y permiten ver los aspectos de comunidad, las experiencias, las tradiciones y la
historia.

Con base a lo expuesto se debe diferenciar lo rural de lo urbano, partiendo de que la


construcción social y cultural es diferente y se busca encontrar cómo esa lectura desde la
perspectiva de género, comprende a la mujer Campesina como participante en el marco de
las Organizaciones Campesinas trabajando en un contexto social Colombiano que tiene
especificidades dada la situación de conflicto interno en el cual está inmerso el país.

Las mujeres en el escenario de la participación política: de la mano de las


Organizaciones Campesinas y de acuerdo a la realidad rural colombiana…

La participación no se puede limitar a ejercicios democráticos plateados


constitucionalmente, sería una postura cerrada que no da cuenta de alternativas y estrategias
que se plantean desde las diferentes organizaciones que se agremian con objetivos
específicos partiendo de sus necesidades, problemáticas y fortalezas. De acuerdo a lo
mencionado el papel de las mujeres Campesinas se puede resaltar a través de la muestra de
iniciativas y figuras de agremiación que permiten que sus roles se visibilicen dentro de
ejercicios políticos, trabajo comunitario y en el caso colombiano de garantías para la paz y
tenencia y propiedad de la tierra.
Las Organizaciones Campesinas en Colombia nacen a comienzos del siglo XX, desde la
década de 1920 con exigencias orientadas y sustentadas en la propiedad de la tierra, debido
a la monopolización de la misma, en 1928 ya se veían las primeras Organizaciones de base
con exigencias políticas y económicas para garantizar la vida digna del Campesinado
Colombiano lo cual generó diferentes tipos de expresiones de apoyo organizativo al sector
Campesino del país.

Dado el contexto nacional, para 1929 la gran depresión produjo la caída de precios de
muchos productos, y en 1956 se formó la Asociación nacional de Usuarios Campesinos
(ANUC). A través de todos estos años de fortalecimiento y unión se han realizados
movilizaciones, mandatos agrarios, congresos, foros y muchas más actividades a fin de
visibilizar la situación de quienes labran la tierra, y aunque cada vez los tiempos van
abriendo camino a nuevas realidades, la historia asociativa en Colombia siempre ha estado
marcada por el señalamiento, la estigmatización y la vulneración de Derechos Humanos
sean sociales o políticos. En los anteriores espacios la presencia de mujeres era muy
limitada dado que se consideraba que la lucha por la tierra era solo de aquellos quienes la
trabajaban directamente, es decir los hombres, pero debido a los largos años de conflicto
del país las Mujeres asumieron como necesidad la organización definiendo desde esas
mismas estructuras que desde sus posturas las situaciones que las aquejaban también
estaban definidas por la necesidad de garantizar la permanencia en los territorios.

Una de las primeras Organizaciones de Mujeres en el país fue ANMUCIC (Asociación


Nacional de Mujeres Campesinas, Negras e Indígenas de Colombia) nacida en 1984 que
más allá de germinar como una iniciativa gubernamental de organización femenina que a su
vez permitiera la formulación de la política agraria de mujer Campesina, surge para formar
una asociación en busca la agremiación a través del género en pro de la defensa de las
iniciativas de las mujeres rurales campesinas e indígenas. Dicha organización lucha por los
derechos de mujeres afro descendientes, campesinas e indígenas a través de la formación y
del fortalecimiento político acompañando a víctimas de la violencia y del desplazamiento
forzado. Sin embargo, al igual que la mayoría de las organizaciones sociales del país, dada
la condición del conflicto cuenta con “Siete mil mujeres obligadas a abandonar sus tierras,
35 mujeres líderes han sido asesinas y otro tanto violadas, torturadas, perseguidas y
amenazadas junto a sus familiares” (Colectivo Maloka Colombia), un indicador que
permite ver claramente como las iniciativas organizativas buscan ser frustradas.

Entre las otras propuestas organizativas de mujeres también se encuentra la Organización


Femenina Popular, que se abrió lugar en los años sesenta en Barrancabermeja- Santander
de la mano de la iglesia debido a las difíciles condiciones de vida y con el fin de generar
programas para mujeres amas de casa; tiempo después la realidad rural y las luchas sociales
hicieron que la organización asumiera autonomía. Desde ese momento la organización tiene
incidencia en el campo social territorial del Magdalena Medio, Sur de Bolívar, Nordeste
Antioqueño, Barrancabermeja y de sectores de Cartagena, Neiva y Bogotá, orientando las
acciones al desarrollo desde programas de cultura, educación, salud y solidaridad dentro del
contexto de guerra y violencia creando la propuesta del Movimiento Social de Mujeres
contra la guerra.

Debido al llamado de las comunidades Colombianas afectadas por la violencia nace la


propuesta feminista y pacifista Ruta Pacifica de las Mujeres con el principal objetivo de
la salida dialogada y negociada del conflicto, allí se recogen más de 320 agrupaciones de
mujeres desde el 25 de noviembre del 1996 donde la movilización es una forma de
recuperar los territorios y de denunciar las violaciones de Derechos Humanos y los efectos
de la guerra en la vida de las mujeres exigiendo justicia y reparación a las víctimas.

Cuando se ve a la Mujer en el marco de la organización Campesina y su participación


política en las mismas, se debe comprender más allá de los roles y las funciones que
determinadas sociedades establecen respecto al quehacer con base a las prácticas sociales y
culturales que tengan, donde esto permite que se haga una construcción en cuanto a las
mismas condiciones que han generado desigualdad históricamente.

Varias agencias internacionales de Derechos Humanos y varias ONG han visibilizado la


importancia de la mujer, pero hace falta incluir a la mujer campesina teniendo en cuenta
que aunque el posicionamiento de la mujer ha cambiado, aún en el ámbito rural existen
varias desventajas y desigualdades.

El anterior ejercicio permite ver como la organización de mujeres está dada respecto a las
realidades colombianas que se enmarcan en el conflicto interno del país, más allá de
destacar algunas organizaciones, la idea es a través de algunos ejemplos cómo se ha
presentado una clara división entre mujeres y hombres para la reivindicación, exigencia y
reconocimiento de los derechos. La mujer campesina hoy se reconoce y adopta identidad en
los espacios de participación organizativa aunque aún asume lógicas de lo femenino y lo
masculino es así como “Uno de los grandes retos de la democracia actual es suscitar, en
mujeres y hombres procesos de participación e incidencia política que los lleven a
constituirse en sujetos que conocen, exigen y defienden sus derechos.” (Sánchez Olvera,
2006, pág. 01) Partiendo de las condiciones culturales de lo rural donde las conductas de las
mujeres son más restringidas que las de los hombres incluyendo en esto la participación en
los espacios de decisión.
El papel de las mujeres en Organizaciones Campesinas el ejemplo de Catatumbo-
Norte de Santander- ASCAMCAT

“Durante el paro las mujeres no solo se hicieron sentir, sino que direccionaron y
orientaron el proceso y es parte del éxito que hasta el momento he tenido está
movilización”.
Cesar Jerez- Líder campesino
Declaraciones dadas durante el paro del Catatumbo- 2013

Las comunidades Campesinas hacen parte de las organizaciones rurales más importantes
del país, el anterior recorrido permite identificar varias propuestas organizativas
conformadas netamente por mujeres que establecen a través de esos espacios organizativos,
alternativas para la solución de las diferentes situaciones a las cuales se enfrentan, el
siguiente ejemplo recoge las iniciativas de las mujeres pero muestra la participación política
dentro de Asociaciones Campesinas que cuentan con ambos sexos.

La propiedad y uso de tierra es una lucha que las mujeres han tenido que asumir, uno de los
ejemplos que permiten ver claramente en el contexto Colombiano el avance y la posición
que han tomado las mujeres en el marco del contexto político y social, está representado
por ASCAMCAT Asociación Campesina del Catatumbo 12, que nace en el 2005 ante las
prácticas de violación de derechos humanos por parte de la fuerza pública y las infracciones
al Derecho Internacional Humanitario (DIH) por parte de los grupos ilegales que operan en
la región. Su lucha está construida en torno al derecho a la tierra y a la permanencia en el
territorio, desde sus inicios ha trabajado en la organización de base del campesinado,
realizando un importante trabajo colectivo de talleres y encuentros de sensibilización, en
temas como derechos humanos, derecho internacional humanitario, pertenencia con el
territorio, medio ambiente y formación de líderes y lideresas entre otros y a su vez ha
generado estrategias como la propuesta de constitución de la Zona de Reserva Campesina
(ZRC).

“Me puse unas botas y me fui a buscar agua. En el camino me encontré con los
paramilitares, quienes me agarraron, me tiraron al suelo y me señalaron de ser guerrillera
solo por andar con las botas. Me llevaron a una casa donde vivía un mando de ellos que,
en la noche y aprovechando que estaba amarrada, me tiró al piso, me quitó la ropa y
abusó de mí. Después llegaron otros y también abusaron de mí”.
Mujer Campesina del Catatumbo

Hoy las mujeres Campesinas se asumen como sujetas puesto que la concepción de este
término como bien diría en sus estudios (Torres Vindas, 2007) se trata de aclarar que aun

12
La región del Catatumbo está ubicada el noroccidente del país en el departamento de Norte de Santander-
Colombia.
perteneciendo a colectividades y formando a través de procesos teóricos y prácticos el auto-
reconocimiento de la propia realidad y generando reflexión acerca las experiencias; la
individualidad debe ser reconocida.

Cuando conocí a María13, una mujer del Catatumbo quise comprender porque una mujer
“tan de casa” como ella lo manifestaba, estaba allí lejos de su hogar, ya que su casa distaba
a varias horas del lugar de concentración en el que nos encontrábamos, durante varios días
era ella junto con más personas (incluyendo en esté grupo varios hombres) quien se
encargaba de nuestra alimentación, con el pasar de los días pude acercarme más a ella
inclusive me hizo partícipe de varios relatos acerca de sus hijos, hijas y de su esposo quien
se encontraba cuidándolos en casa mientras que ella estaba allí. Días después María me
contó su historia, que estaba relacionada con conflicto y la guerra, su vida y la de su familia
había sido permeada por la pérdida de muchos de sus seres queridos a causa de los
paramilitares…. La vida de María “una mujer de casa”, es la historia de miles de mujeres
Colombianas que ante la realidad han asumido movilizarse y organizarse por rescatar y
mantenerse en su territorio, esto también ha generado nuevas formas de comprender su
papel y rol dentro de los territorios incluyéndose así como mujeres- sujetas de acción con el
firme interés hacer parte de ese espacio público que como dijo (Rousseau, 1979) solo
estaba destinado para los hombres delegando a la mujer el espacio privado conformado por
los quehaceres domésticos, sin embargo María me enseño que dichos quehaceres
conformaban un claro espacio de socialización entre las mujeres, “la rancha” como ellas y
ellos la llaman teje más lazos de fraternidad que cualquier taller o encuentro.

Muchas mujeres al igual que María, se han sumado al movimiento social dentro de su
región reconociendo que es desde la alternativa de organización se dará la oportunidad de
mejorar sus condiciones de vida y de garantizar la permanencia en el territorio, pero más
allá de eso lo cierto es que la Asociación ha permitido el voz y voto de la mujer campesina,
donde ésta no solo representa el hogar sino que hace parte de la construcción de las
diferentes alternativas, en pro de la solución de los problemas que aquejan a la región, las
mujeres se forman, aprenden y tienen la palabra y el mando para poder definir qué es lo que
se quiere para el territorio, por tanto ¿Cómo negar que existe una oportunidad de pensar a
la mujer campesina ejerciendo acciones políticas como sujeta social en ambientes en los
que aún el machismo y el patriarcado son una constante?.

Sin embargo es de recalcar que éste es un reconocimiento a aquellas mujeres que han
dejado el temor al lado y que por diferentes situaciones hoy están defendiendo su sueño de
estar en el Campo construyendo país.

Labrando desde trabajo social y su quehacer…

13
María no es el nombre real de la mujer de quien se habla en la historia.
“Creo que el contacto con las mujeres y mi experiencia con la mujer van muy de la mano
con esa opción profesional que nace en el trabajo comunitario, es decir en la participación
activa en procesos de organización comunitaria, de búsqueda de acciones de desarrollo
comunitario y de procesos que se inspiran en lo que en Trabajo Social se llama: principio
de defensa…. El ejercicio profesional siempre me ha obligado a preguntarme qué pasa con
la situación de las mujeres”. (Barreto Gamma, 2004)

Es preciso aclarar que lo siguiente no responde a la lógica de un manual puesto que no hay
uno (y afortunadamente es así) en el que diga como asumir la puesta ético-política y la
defensa y acompañamiento a las Organizaciones Campesinas. Tampoco hay un libro en el
que se especifique lo que se debe decidir cómo proyecto profesional (otro error para
algunos y fortuna para otros). Esta propuesta es una opción para quienes vemos la
profesión, como lugar donde el aprendizaje se genera con las personas con las cuales
interactuamos en diferentes espacios que en definitiva nos construyen como profesionales y
como personas.

Ahora la pregunta es: ¿Y entonces cual es la propuesta desde el Trabajo Social?

Trabajo Social como aquella profesión que busca promover el cambio social a través de la
acción profesional y resolución de problemas y necesidades sociales debe cuestionarse los
cambios que se generan en los contextos y hacen que esa realidad dinámica de la que tanto
se habla requiera de estrategias y herramientas que permita abordarla. El Trabajo Social
desde la visión de género ha sido poco abordado si de comprenderlo en dinámicas
comunitarias se trata, y mucho menos en espacios rurales con mujeres Campesinas
comprendiéndolas como sujetas que transforman su realidad.

Educar es una práctica política: Formación de género con mujeres Campesinas, una
propuesta desde la Educación popular y el Trabajo social.

“La idea es que no desfallezcamos, que no nos dejemos vencer…. Está bien, sentimos
cansancio pero ya estamos aquí y la idea es seguir aquí hasta que nos escuchen”

Elizabeth Pavón- Lideresa Campesina de ASCAMCAT

Así pues, cuando se habla de la función educativa y formadora que se tiene desde la
profesión, relacionar educación popular con el quehacer de Trabajo social no es una
discusión nueva y más cuando se afirma que estamos en un momento de cuestionamiento
de enfoques y a su vez de formas de asumir y establecer la práctica con sectores populares.

Aquella propuesta de Educación Popular naciente en Latinoamérica a fines de la década del


60 a partir del pensamiento de Paulo Freire reconoce en sus postulados el compromiso con
los sectores populares de la sociedad que han sido marginados, la mayoría de prácticas
están orientadas a comunidades Campesinas, Indígenas, Étnicas y suburbanas donde los
sujetos son los protagonistas que a su vez reflexionan acerca de las condiciones sociales,
políticas y culturales de su misma realidad, son ellos y ellas quienes desde sus saberes
construyen, y por tanto la orientación está dada hacia un proceso transformador que
transgreda los esquemas de la educación formal y genere espacios de interacción
respetando las diferencias, así pues dicha propuesta permite el acercamiento desde Trabajo
Social a la realidad rural de las mujeres para establecer desde allí la formación en cuanto lo
que respecta a género.

“Escuela es sobre todo, gente, gente que trabaja, que estudia, que se alegra, se conoce, se
estima”

Paulo Freire

La situación actual de la mujer rural se ha definido en torno a las dinámicas marcadas por
arraigos histórico-culturales, cuando se trabaja con mujeres que hacen parte de las
organizaciones sociales Campesinas, es indispensable tener presente que hoy las mujeres
Campesinas están en la búsqueda de espacios que les permitan de recocer el mundo y
comprenderlo desde sí mismas.

Partiendo del pensamiento de Paulo Freire, la propuesta desde Trabajo Social y género en
un espacio de educación popular abarca identificar el aspecto de educación bancaria que se
ha replicado aún más en los campos, donde las mujeres Campesinas requieren educación
que les permita rescatar su identidad cultural y territorial donde la educación no cumpla con
darles un conocimiento que no responde a sus necesidades, sino que por el contrario
reconozca que el conocimiento está en construcción a la par con ellas. Ante lo anterior la
educación de género se desarrolla mediante lo que (Freire, 1989) denomina la educación
problematizadora-diálogo liberador que se genera a través de un proceso de diálogo donde
el Trabajador o trabajadora social no solamente forma sino que así mismo le apunta
claramente a la transformación y a la libertad.

Así pues una de las propuestas es la de Desarrollar la pedagogía de la pregunta aquí se


desenvuelve esa oportunidad de cuestionar a través de la posibilidad de preguntar, donde
respecto a género y a los espacios formativos se le responda a lo que las mujeres quieren
saber en cuanto a género, no a lo que profesionalmente se considere. Así mismo se inicia el
ejercicio de Comprender la formación donde la alfabetización va más allá de leer y
escribir, la alfabetización responde a la lectura de la realidad y también requiere identificar
cuáles son los aspectos que a las mujeres se les dificulta manifestar.

Algo que está en permanente construcción es el incentivar aquella oportunidad de


Escuchar a la otra persona, lo cual en el desarrollo de los ejercicios pedagógicos requiere
que se le dé lugar al otro para manifestar sus ideas, propuestas y observaciones y va de la
mano con el Respetar los saberes, ya que las mujeres están arraigadas con sus saberes
culturales educar en género parte de comprender dichos saberes y usarlos como
herramientas, lo cual termina siendo un reto profesional para Trabajo Social puesto que
requiere permitir usar los lentes de la tradición a fin de comprender esas pautas sociales y
culturales.

La Educación Popular declaro que los procesos pedagógicos son una alternativa de
liberación en la medida que la denominada “no formal” garantizaría la oportunidad de
acceder al conocimiento construyéndolo desde y con los mismo actores.

Algunos profesionales de Trabajo Social, conciben esta propuesta como una metodología,
olvidando el verdadero sentido de esa Educación Popular, que está orientada hacia la
transformación y la emancipación de los sectores históricamente oprimidos, aplicando solo
en técnicas vanas que “pretenden” ser la forma de darle el lugar que merecen los saberes
populares, algo que no se dice en la academia es que uno de los requerimientos de la
Educación Popular es que solo se puede desarrollar cuando desde el proyecto profesional se
opta por el cambio de la mano con los sujetos y las sujetas, con aquellos y aquellas con
quienes se comparte algo: no se teme a la libertad… por eso desde la profesión se orientan
acciones para traspasar las brechas de la educación formal a través de la práctica, es así
como se tienen dos opciones: Verlos y verlas caminar, o caminar de la mano con las
Organizaciones Campesinas y con las mujeres que hacen parte de las mismas.

Por tanto el o la profesional que opta por orientar su quehacer hacia los procesos de
transformación tal y como los maneja la Educación Popular, ha de apostarla a comprender
y mostrar la realidad soñando y construyendo la tan anhelada emancipación sin limitar la
utopía a algo irrealizable y solo soñado.

En esa misma línea una de las propuestas que es pertinente para complementar el proceso y
que contribuye a la realización de un diagnóstico como fase necesaria para desarrollar una
propuesta de acción profesional y que a su vez hace parte del esquema metodológico, nos
encontramos con el Diagnóstico rural participativo (DRP) como forma de sentar precedente
para el establecimiento de la Organización comunitaria.

Uno de los objetivos claros y concisos del DRP es fortalecer los procesos de Organización
Comunitaria en los diferentes territorios rurales, cuando el DRP nació en los años 80
haciendo parte de la corriente que buscaba analizar los enfoques participativos
fundamentándose a través de las teorías y metodologías de la educación popular, partía de
reconocer a quienes habitaban los territorios como aquellas personas que estaban en la
capacidad de dimensionar su propia realidad y bajo dicha tesis claramente el conocimiento
local prima para el desarrollo de los procesos organizativos como lo afirma (Sandoval
Cervantes & Hernandez Romero, 2013, pág. 8)

Con base a lo anterior está propuesta se genera con la intencionalidad de búsqueda de datos
mediante la participación del “grupo meta” quienes reconocen sus necesidades y realidades.
“El Diagnóstico Rural Participativo (DRP) es un conjunto de técnicas y herramientas que
permite que las comunidades hagan su propio diagnóstico y de ahí comiencen a auto-
gestionar su planificación y desarrollo.” (Exposito Verdejo, 2003) De acuerdo a lo anterior
para las mujeres campesinas asumir los espacios de participación requieren comprender a
través de momentos formativos la perspectiva de género que les garantiza estar en espacios
políticos.

Después de clarificar las bases más importantes del DRP surge la pregunta que enlaza con
la propuesta para el quehacer profesional y es ¿por qué aplicar la idea del DRP con
mujeres Campesinas?

De este modo los principios de la propuesta metodológica funcionan como pautas


orientadoras en ese sentido el principio de respetar la sabiduría y la cultura del grupo deja
ver que la realización del diagnóstico desde la perspectiva de las mujeres lo cual permite
que las acciones de formación orientadas hacia ellas para el trabajo de género partan de sus
necesidades y de la manera en que interpretan su realidad. Aquí el profesional tiene como
función escuchar.

Es indispensable entender las distintas percepciones: a través de esto se reconoce las


subjetividades y la lectura que tiene cada uno de la realidad, lo cual permite la
comunicación y el aprendizaje bidireccional entre los actores sociales a su vez escuchando
a las desfavorecidas de la comunidad sin que el “desfavorecidas” implique una forma de
estigmatizar, sino que por el contrario permita que se reconozca la heterogeneidad de las
mujeres- sujetas de acción y su realidad.

Es factible aplicar el principio de triangulación ya que permite confrontar la información


obtenida a través de diferentes puntos de vista respecto a una determinada realidad, por
tanto el tan nombrado trabajo interdisciplinario juega un papel importante en el desarrollo
de la propuesta, y así mismo da oportunidad de analizar a través del trabajo en el terreno
teniendo presente que la investigación en el contexto rural debe hacerse en el territorio y
con las comunidades con las cuales se va a realizar el diagnóstico en esa medida ninguna
propuesta que no reconozca este principio y pauta puede cumplir con el objetivo dado que
si no se lee el contexto a partir de las mujeres- sujetas de acción ninguna propuesta
responderá a las necesidades.

A modo de conclusión…
“Que le diré a mi pueblo cuando camine por su pobreza y me reprocharía pues su pasado
no me interesa, me lamentaré por no ser parte ni de su historia si no he de sufrir ni con mi
pueblo esperar la gloria….
…si he de buscar las palabras que a los discursos revolucionen caminen, pidan, exijan,
busquen su mundo y reflexionen”.
Qué le diré a mi pueblo- Carlos Lugo.

 La necesidad de Organización social de las mujeres en el país está casi en su mayoría


generada por las condiciones y realidades del conflicto político, social, económico y
armado.
 La perspectiva de género desde la profesión de Trabajo Social es pertinente, ya que
permite ahondar y hacer partícipes a las mujeres, quienes históricamente han exigido
respeto e inclusión para hacerse participes de espacios de ejercicio político.
 La participación de las Mujeres Campesinas vinculadas a Organizaciones Sociales es
una clara muestra de alternativas incluyentes de Género que están enmarcadas en la
reivindicación, exigencia y reconocimiento de los derechos, es esta una alternativa de
acción política que desde la profesión de Trabajo Social se debe leer no solo desde los
roles, sino que por supuesto se incluye la identidad, la participación, la realidad social,
económica, política y cultural dentro del territorio, además es vital verlo en diferentes
contextos planteando el accionar profesional bajo una puesta ético-política no solo en la
teoría sino también en la praxis, pero teniendo presente que en los procesos sociales no
somos los protagonistas, puesto que ese lugar está dado para aquellos y aquellas a
quienes acompañamos en la lucha por transformar, teniendo en cuenta que son
necesarias todas las herramientas y propuestas que salen desde los y las profesionales.

 Por último cabe agregar desde la experiencia personal que estar en la ruralidad y
aportarle a está como espacio laboral y de continua formación como profesional y como
persona, hace que se apliquen todas esas habilidades, actitudes, técnicas y estrategias
que no se deben quedar en la academia sino que necesitan presentarse allí en las
realidades para establecer diálogo y a través de éste poder comprender que cuando se
asume como proyecto de vida el amor a los procesos, aquellas enseñanzas de que no hay
que sentir afecto y afinidad por “usuarios” cambian radicalmente y enseñan que el sentir
amor por personas y por organizaciones que terminan convirtiéndose en compañeros y
compañeras que requieren asesoría pero que tienen un mar de aportes, es una bandera de
lucha para quienes hoy pensamos en un país diferente y vemos la profesión de Trabajo
Social allí… de la mano con el pueblo.

Como dicen por ahí, no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace.
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Torres Vindas, J. (05 de 10 de 2007). Obtenido de Agencia Latinoamericana de


información: http://alainet.org/active/20042&lang=es
GÉNERO Y CONFLICTO ARMADO

EL QUEHACER DEL TRABAJO SOCIAL EN LOS CONTEXTOS LOCALES: EN


LA BUSQUEDA DE UNA INTERVENCIÓN TRIANGULAR.

Luis Felipe Ruiz Cossío


Universidad del Valle-Sede Norte del Cauca
Santander de Quilichao-Cauca

SUB EJE 5: Trabajo social y género en el marco del conflicto social, económico, político y
/o armado en Colombia.

Resumen

Frente a la situación particular de las mujeres en el país, el conflicto armado ha


profundizado la discriminación y violencia que históricamente han sufrido. “Las
necesidades específicas de las mujeres todavía no reciben una atención integral de parte del
Estado colombiano y sus voces no son efectivamente incorporadas en el diseño de políticas
públicas para remediar el impacto especial del conflicto armado en ellas” (Villarán, 2005,
p.4).

En este sentido, la ponencia inicia con una conceptualización de términos como: Género,
Conflicto Armado, entre otros que serán fundamentales para el documento; de ahí, se
realizara un análisis de la situación del género en el conflicto armado del país, y se
concluye con un análisis de la intervención del trabajo social en este contexto y la
presentación de lo que se denomina la intervención triangular.

Introducción

En Colombia, durante años se ha documentado e investigado el impacto del conflicto


armado y las consecuencias de la violencia sociopolítica en la población. La mayor parte de
las investigaciones toman como referencia las violaciones de derechos humanos y un
enfoque jurídico del derecho internacional de los derechos humanos. Sin embargo, son
pocas las investigaciones que documentan los efectos de la violencia, específicamente en
las vidas de las mujeres, las cargas que les son impuestas, las mayores vulnerabilidades a
que están sometidas y las dificultades para el ejercicio y reconocimiento de sus derechos en
un contexto de conflicto, que acentúa las diferencias y las inequidades de género que
tradicionalmente han caracterizado los ámbitos económicos, políticos y culturales.
Por lo tanto, al develar la forma como la dimensión de género penetra las estructuras y las
lógicas del conflicto armado, es fundamental para lograr una comprensión de esta
problemática. Asimismo , la vinculación de hombres y mujeres a la guerra, los impactos
que ellas y ellos reciben, la manera como procesan estos, el tipo de atención que ofrecen del
Estado, los organismos internacionales de cooperación, las organizaciones de la sociedad
civil, las posibilidades de reconstrucción individual, familiar, comunitaria y social, las
organizaciones y los modos de resistencia social que se articulan en los territorios de
conflicto, son elementos que permiten evidenciar la complejidad de este conflicto y de las
relaciones en las que este se genera, se mantiene, se limita o se exacerba, atravesado por las
lógicas, los intereses y las necesidades diferentes de los géneros.

Además, “existe un creciente reconocimiento del impacto diferenciado que las guerras y
los conflictos tienen sobre las mujeres y los varones. Si bien estas últimas son la mayoría
de las víctimas mortales, las mujeres se ven sometidas a violencia, embarazos forzados,
esclavitud y violencia sexual y constituyen, conjuntamente con niños y niñas, la mayoría de
la población en desplazamiento forzado en el mundo” (PNUD, 2005, p.158.). Si bien es
cierto que, a pesar de estas claridades, escasamente esta situación ha sido tomada en cuenta
y ha sido silenciada la vulneración de sus derechos e ignoradas las medidas dirigidas a su
reparación.

Por lo tanto, esta ponencia se ha propuesto en un primer momento ahondar y analizar la


relación entre género y conflicto armado en nuestro país y seguidamente reflexionar sobre
la intervención de los y las trabajadores/as sociales con población víctima del conflicto
armado, a partir, de los alcances y sentidos del empoderamiento de género como estrategia
metodológica en la profesión y base fundamental para lo que se denomina intervención
triangular.

De donde partimos:

 El género, es un concepto que hace referencia a un sistema de roles y relaciones entre


mujeres y hombres que está determinado no por la biología sino por el contexto social,
político y económico.

 El género puede ser visto como un “proceso por el cual los individuos que han nacido
[…] varones o hembras, devienen en las categorías sociales de mujeres y hombres
mediante la adquisición de atributos de masculinidad y feminidad localmente definidos”
(Cockburn, 2005, p.4).

Entonces, Para Castellano (2006), “el género involucra el conjunto de saberes, discursos,
prácticas sociales y relaciones de poder, que dan contenido específico a las relaciones e
influyen en nuestra conducta. El concepto se relaciona con el cuerpo sexuado, con la
sexualidad y con las diferencias (físicas, socioeconómicas, culturales y políticas) entre los
sexos histórica y contextualmente establecidas. (p. 132)”
A partir de todo esto, se considera que la base para acercarse al reconocimiento de las
dinámicas del conflicto armado interno y a la forma como los hombres y las mujeres
participan directa o indirectamente o son afectados por ellas, es fundamental comprender
que las relaciones de género “se caracterizan típicamente por un acceso desigual al poder
o una distribución desigual de éste”. (Mesa de trabajo, mujer y conflicto armado, 2003-
2004, p.15).

Conflicto armado

En Colombia la historia del conflicto armado, es larga y compleja. Por tanto, se puede
explicar desde diferentes épocas o momentos históricos, con la presencia de múltiples
actores (legales e ilegales) con características particulares. Dicho conflicto viene
desarrollándose en un periodo de tiempo que completa 6 décadas de existencia. En esta
medida, siguiendo a Guillermo Botero Nieto quien divide los últimos 26 años en dos
períodos diferentes en la confrontación armada donde “en el primero, hay una
preponderancia de eventos realizados mayoritariamente por la guerrilla; en el segundo,
los actores  más frecuentes  son las autodefensas y grupos paramilitares. Ambos grupos
armados ilegales están en gran medida financiados  por sus vinculaciones con el
narcotráfico.” (Botero, 2012, p: 25)

En este sentido, el autor expone a su vez que es necesario dimensionar la violencia en


Colombia desde el punto de vista cuantitativo y a la vez la extensión de los hechos que
victimizan:

“Solo así se puede entender y aceptar el esfuerzo social que implica


diseñar y financiar intervenciones públicas para atender y reparar los
daños inmensos a la población civil.
Desde el 1 de enero de 1985 Colombia perdió 134.000 vidas atribuibles
directamente al conflicto armado interno; se presentaron 830.000 hechos
victimizantes,  que entre otras generaron el desplazamiento forzado de al
menos 618.000 hogares. No menos de 1.800.000 personas tuvieron que
dejar sus comunidades, su entorno y su proyecto de vida. Además, estas
situaciones castigaron más duramente a los niños, niñas, adolescentes y a
las mujeres.”  (Botero, 2012, p: 35)

Relación género/conflicto armado

“La categoría de género en la investigación social sobre la guerra es definitiva porque


permite ubicar, en el marco de la cultura patriarcal, los determinantes masculinos que
posibilitan la violencia como vía para afrontar las diferencias y los conflictos”. (Mesa de
trabajo, mujer y conflicto armado, 2003, p.15).

Es así como en Colombia, los contextos de conflicto están permeados por concepciones de
género (que circulan en los discursos propios de cada contexto y se recrean en las
relaciones intersubjetivas), por prácticas sociales generalizadas, sustentadas en
normatividades y significados que se reproducen en la vida cotidiana de los colectivos
sociales a través de ejercicios sutiles de disciplina y control de formas contundentes y
asimétricas y de utilización del poder para someter a quienes están situados en los lugares
subordinados del ordenamiento social, entre quienes suelen contarse las mujeres.

Por esta razón, en contextos de conflicto se exacerba por la fuerza de las armas, por las
estrategias bélicas y por las tácticas de control social a través de las cuales se busca
instaurar poderes hegemónicos por parte de los grupos armados, cuyos intereses de control
traspasan lo militar y lo público, para llegar hasta los espacios más íntimos de la vida
privada de quienes habitan los territorios de conflicto; donde se tiende a mantener la
tradicional y asimétrica distribución de poder entre hombres (sujetos activos) y mujeres
(sujetos pasivos), bien sea de quienes participan directamente en los grupos armados en
confrontación o de quienes soportan los efectos de estar ubicados en zonas de conflicto,
aunque quieran mantenerse al margen de este.

En concordancia con lo anterior, Ana Cristina Pino (2004) plantea que “Parece ser que en
la guerra se reproduce en términos generales el rol asignado tradicionalmente en la
sociedad a hombres y mujeres. Los hombres aparecen en la acción armada como héroes o
víctimas heroicas enfrentando al enemigo y las mujeres como víctimas indirectas o como
apoyo afectivo de los actores armados” (Pino, 2004 p: 138.). Ahora bien, es prudente dejar
claro que quienes se involucran directamente en el conflicto, cuando se alude a las
mujeres, la vinculación a los grupos armados no puede ser vista siempre desde una
perspectiva de victimización de ellas (coherente con los estereotipos de género), es decir,
en ciertos casos la incorporación es voluntaria por diferentes razones (económicas,
familiares y emocionales, entre otras) en las que es posible vislumbrar no sólo actitudes de
sumisión, sino búsqueda de emancipación de las condiciones de sometimiento, lo que, dada
la estructura de relaciones de género en los grupos armados, resulta un objetivo de difícil
consecución.

En investigaciones revisadas, se encontró que algunas mujeres:

 “Encuentran en los grupos armados posibilidades de reivindicación frente a las


condiciones de sujeción y maltrato que han sufrido en sus familias y por tanto, buscan
respeto por sus propias capacidades y la oportunidad de desplegar estas en el ejercicio
de roles diferentes a los afectivos y a los domésticos.
 Establecen vínculos afectivos con los miembros de los grupos, quienes las presionan a
insertarse para facilitar sus relaciones y como demostración de amor. Las jóvenes
suelen disponer de pocos recursos personales y familiares para resistir a esta presión,
por cuanto son mínimas las condiciones de arraigo en contextos de maltrato,
subvaloración y falta de oportunidades.”(Cifuentes, 2009, p.135)

Finalmente, en los grupos ellas pueden realizar tareas de guerra que van desde las prácticas
que renuevan las funciones tradicionalmente asignadas a las mujeres, en este caso para el
sustento práctico y estratégico de los guerreros hombres (alimentación, servicios sexuales,
comunicación, información, etc.), hasta la participación en actividades militares, combate,
inteligencia militar y ejecución de decisiones bélicas (secuestros, asesinatos, ataques a
poblaciones, extorsiones, entre otras), lo que no significa opciones de ubicación en lugares
privilegiados de la estructura jerárquica militar, ni participación suficiente y significativa en
los procesos de negociación, ni posibilidad de desempeñar alguna clase de vocería o de
autoridad que supere los lugares de subordinación.

Además, debe anotarse que las combatientes, se enfrentan a una disminución sustancial de
su red social de apoyo, pues sus propias familias y amistades tienden a repudiarlas por
haber asumido un papel no sólo ilegal, sino además reñido con las representaciones sociales
generalizadas sobre la feminidad.

Por tanto, en cuando las mujeres deciden abandonar las filas de los grupos insurgentes y
“reinsertarse”, ellas deben enfrentar en forma aún más aguda este doble rechazo social, por
su condición de excombatientes y nuevamente, por haber transgredido las normas,
renunciando a la suavidad y pasividad que se suponen son característicos de las “mujeres
normales”. Tal situación, resulta ser ajena a los hombres que cuentan con una mayor
continuidad en sus roles sociales, antes, durante y después de su participación en el
conflicto.

Cuando las mujeres se insertan en los grupos armados, tienden a ubicarse en tramas de
subordinación política, “su compromiso activo en la guerra no trae la igualdad de las
mujeres con los hombres; ni consigue que el carácter, la cultura y la jerarquía de las
fuerzas armadas se vuelva más femenino por la presencia de las mujeres.” (Cockburn,
1999, p.135).

El que hacer de la profesión en los contextos de conflicto

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos señaló, en su informe de 2009, que el


“conflicto armado en Colombia afecta de forma distinta a las mujeres que a los hombres,
agravando la discriminación y la violencia histórica que ellas han vivido. La violencia
física, psicológica y sexual contra las mujeres se llevan frecuentemente a cabo con
objetivos de control de territorio, destinadas a causar el desplazamiento forzado y
desarraigo, y el control social de la población por parte de los grupos armados en
poblaciones o territorios bajo su control” (Comisión interamericana de derechos humanos,
2005,p.56).

Así pues, a la par de la violencia visible, el conflicto armado conlleva muchas víctimas
directas e indirectas no reconocidas. Además, en un contexto de impunidad crónica como el
de Colombia, los obstáculos en la búsqueda de justicia afectan especialmente a las mujeres:
el acceso a la justicia continúa dificultado por el miedo, las amenazas y hostigamientos,
entre otras barreras históricas y cotidianas para las víctimas; así como por la falta de
atención y debida diligencia frente a sus derechos por parte de las instituciones del Estado.
(Afonso y Beristaín, 2013)

De tal forma que, al llegar a este punto, se cree que se tienen elementos suficientes para
preguntarse ¿hacia dónde se deben direccionar actualmente las intervenciones desde el
trabajo social, partiendo de las complejidades de la relación género/conflicto armado?
Al respecto antes de responder a la pregunta, conviene advertir que este texto solo busca
aportar algunas reflexiones desde la experiencia e investigaciones del autor frente al tema.

Ahora bien, frente a la interrogante que surge se considera como fundamental que la
intervención profesional salga a la calle, vuelva a tener un protagonismo social. De tal
forma, apoyándonos en Marchioni (1987) se coincide que al creer que la intervención debe
ser productiva, que llame a los/as ciudadanos/as, no sólo en carácter de usuarios; para ello
es primordial que estos/as ciudadanos/as sean protagonistas activos en la solución de sus
problemas (que también son de los demás), a la vez que se cuente con el apoyo y la ayuda
de las administraciones locales y los profesionales. (Marchioni, 1987:55)

De este modo, la intervención debe dirigirse al trabajo mancomunado entre comunidad


(específicamente las mujeres para este caso), la administración y los profesionales
(intervención triangular), donde cada una de las partes ponga a disposición sus capacidades,
herramientas, habilidades y recursos para la planeación, ejecución y desarrollo de los
planes, programas y proyectos que se deben construir conjuntamente entre las partes. Es
aquí, donde se debe hacer uso de los métodos y modelos del trabajo social para guiar y
organizar el camino a recorrer en el proceso con aportaciones teóricas, técnicas y
metodológicas acordes al contexto local en donde se desarrollara la intervención triangular.
Por que como plantea Marchioni ya antes citado “no es suficiente luchar por objetivos
justos; hay que luchar con métodos concretos” (Marchioni, 1989: p.16).

En esta medida, el actuar debe enfocarse en acciones sociales para la comunidad, en


comunidad y con la comunidad. Donde, la primera está orientada a responder aquellos
servicios y prestaciones que el estado está obligado a dar (por ejemplo la escuela); la
segunda se caracteriza por el acercamiento de los servicios al ciudadano, más que hacer
mover al ciudadano hacia los servicios y buscando una mayor versatilidad, productividad y
eficacia; y la tercera, busca que las acciones sociales se dirijan a toda la comunidad, a todos
los ciudadanos y ciudadanas, aunque se articule por áreas de intervención, por barrios o por
sectores de población (como las veredas en nuestro contexto local). Según esto, el reto
ahora es entender al profesional como parte de la sociedad y que el trabajo se planea en la
calle con los ciudadanos que garantice una participación crítica y activa por parte de estos.

En este orden de ideas, los profesionales deben ser un actor más en el proceso, que junto a
la comunidad y las administraciones construyen los pasos necesarios para el actuar,
utilizando las herramientas que les brinda su formación académica, los recursos del
contexto y lo más importante a nuestro pensar es el uso de una buena interacción entre los
miembros sin pretender jerarquizar los espacios con formas de dominación o
estratificación. Lo anterior, conlleva a crear símbolos particulares de interacción, donde la
base principal sea el entender al otro como sujeto con herramientas necesarias para lograr la
materialización del objetivo común.

De esta manera, al haber tratado de responder la pregunta que antecedió estas líneas y
apostándole a una intervención triangular, es decir; entre la comunidad, la administración y
los profesionales. Habría que agregar también la importancia de que esto se realice desde
un trabajo interdisciplinario e interinstitucional, que ayude a impulsar las actividades con
las familias, grupos, subcomunidades y organizaciones. En efecto, con todas las formas de
organización que se encuentren en el contexto y sufren de una u otra forma las
consecuencias del conflicto armado. También es claro que las actividades primarias deben
generar un empoderamiento y sentido de pertenencia (de todos y todas) para la prevención,
mitigación y solución de los flagelos que trae consigo el conflicto armado.

En definitiva, lo que se ha denominado la intervención triangular se relaciona con los


planteamientos de Belén Lorente Molina de la Universidad de Cádiz, quien en su texto
“Perspectivas De Género Y Trabajo Social. Construyendo Método Desde El Paradigma
Intercultural”, expone la metodología del empoderamiento que se sustenta en un marco
comunitario, el cual tiene como objetivo:

 la reorganización de las relaciones de poder que producen formas de opresión


sostenidas en el tiempo en diversos colectivos sociales y culturales. La redistribución
del poder constituye, por tanto, un horizonte de transformación social que apunta a
cambios estructurales.

 La toma de conciencia de las formas de opresión a las que está sometida una persona o
sujeto colectivo, y la adquisición de recursos y habilidades con la finalidad de potenciar
la capacidad de transformación que cada individuo o colectividad posee, conforman
dos metas sucesivas de intervención social bajo el enfoque del empoderamiento.
De esta forma la acción de empoderar según la autora se dirige a 1) democratizar los
procedimientos de participación pública, 2) a incluir necesariamente, las voces y decisiones
de los otros distintos a la mayoría hegemónica, con la intención de generar visiones de la
vida comunitaria que tiendan a una nueva concepción de ciudadanía política, 3) a incidir
con ello en la re significación de ámbitos de la vida cotidiana que articulen nuevos sentidos
de la existencia.(Molina, 2003, p. 8)

En ese sentido, el enfoque del empoderamiento persiste en que sean los mismos afectados,
para el caso las mujeres, las que tienen el derecho de valorar y dimensionar la magnitud de
los cambios que deseen incorporar en sus vidas. A este propósito, en el documento de
Lorente Molina se cita a Kaaber (1997) que sostiene que las organizaciones de base, la
presencia activa de la mujer en la vida local y el papel de la administración en los
resultados de las dinámicas de empoderamiento prioriza la perspectiva de acción.
Finalmente, cerramos este capítulo con Kaaber (1997) quien establece tres niveles de
intervención desde el empoderamiento que brevemente se definen: 1) el “empoderamiento
desde dentro” hace énfasis en el trabajo de deconstrucción de aquello que se considera
natural y dado como femenino; 2) “el poder con” se incide en priorizar las alianzas y
solidaridades de los movimientos de base de forma que se destaque el carácter compartido
de la subordinación y se valore la potencialidad de la acción colectiva, 3) “el poder para”
se refiere más a una posición estratégica respecto del poder cambiante e ideológico del
Estado, se procura la articulación con otros colectivos que también padecen exclusión
(Kaaber,1997: 23).

Conclusiones

A modo de conclusión, señalaremos lo siguiente:

 como no se busca que lo aquí expuesto se convierta en verdad absoluta o si se considera


por alguna razón que lo dicho no presenta coherencia entre sí. se deja abierta la puerta
para la retroalimentación que se pueda adquirir por medio de los debates o inquietudes
que genere a los lectores o receptores de esta propuesta en los espacios donde sea
estudiada.

 Las discusiones que se abordaron en la ponencia y la propuesta para el que hacer


desde la profesión, no buscan construir una igualdad de condiciones económicas,
políticas, culturales y sociales para las mujeres que se involucran en la guerra a
partir de una decisión propia o por casos de reclutamiento. Sino generar procesos de
empoderamiento de las comunidades donde se puedan prevenir y reparar las
secuelas del conflicto armado, construyendo nuevas concesiones de género que
permita reconocer al otro como un sujeto de derechos y transformar los roles
tradicionales y asimétricos atribuidos a los hombres y las mujeres en nuestros
contextos.
 Por otra parte, resulta fundamental para nuestra profesión avanzar en la búsqueda de
estrategias, métodos y modelos intervención que articulen o coloquen en un mismo
escenario a los profesionales, al Estado (y sus instituciones) y las comunidades (en este
caso a las mujeres). Para que conjuntamente se construyan los procesos de
mejoramiento de nuestros territorios.

Bibliografía

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EL RETO PROFESIONAL DE TRABAJO SOCIAL FRENTE A LXS OTRXS
INAPROPIADXS/BLES14

Jessica Tatiana Castaño Urdinola


Universidad de Caldas
Colectivo de investigación-acción: Pluriversos, Cultura y Poder

Sub eje 6: Sexualidades disidentes y géneros transgresores frente a las concepciones


hegemónicas, un abordaje desde el Trabajo social.

Resumen

La presente ponencia pretende exponer una posibilidad desde la profesión para ubicarse
teóricamente frente a los actuales movimientos sociales de disidencia sexual y de género,
que cuestionan al régimen heteronormativo, a partir de los postulados que ha venido
deconstruyendo la teoría queer en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.

Esta postura parte de una forma disidente de nombrar(se) que se aparta de las tipologías
binarias que configuran el discurso de los géneros y las sexualidades en nuestras sociedades
(hombre/mujer, heterosexual/homosexual, normal/anormal), retomando la expresión de
Donna Haraway “otros inapropiados/bles” como una noción en la que se incluyen quienes
se desubican frente a las identidades, los lenguajes, las categorizaciones, la pureza, las
definiciones forzadas y las geografías impuestas.

En medio de esta propuesta surgen enormes desafíos para el quehacer profesional de


Trabajo Social, que debe empezar a contemplar y configurar nuevas formas de comprender
y ejercer la actuación profesional, repensando la clasificación de los sujetos a partir de las
tipologías tradicionales y de los adjetivos creados por los regímenes médico y jurídico del
siglo XVII y que se mencionan en el párrafo anterior. Cabe preguntarse si Trabajo Social
debe construir su trasegar por otros caminos que se proponen desde locus de enunciación
distintos y contra hegemónicos, que crean propuestas latentes para trascender lo meramente
discursivo, que ya tan ampliamente se ha explorado en la profesión.

Palabras clave: Trabajo Social, otrxs inapropiadxs/bles, teoría queer.

Introducción
14
Cabe aclarar que algunas vocales las remplazo por la letra “X” como forma de transgresión gramática y
discursiva, pues la lengua castellana impone que cada adjetivo tenga un género masculino o femenino, sin
posibilitar lo neutro o lo no clasificable, que es lo que se propone desde lo queer.
Durante los últimos años se ha puesto de moda hablar de género y diversidad sexual,
debido a que las luchas de las comunidades LGBTI (Lesbianas, Gais, Bisexuales,
Transgéneros e Intersexuales) del mundo por ser incluidas en la normatividad
exclusivamente heterosexual se han hecho visibles a partir de sus masivas movilizaciones y
sus cuestionamientos frente a la “igualdad de derechos”, de la que tanto se habla en
múltiples escenarios sociales.

Sin embargo, parece que la atención se ha centrado en estas comunidades, como si fuesen
las únicas que disienten del régimen heteronormativo, entendido como el “conjunto de las
relaciones de poder por medio del cual la sexualidad se normaliza y se reglamenta en
nuestra cultura, y las relaciones heterosexuales idealizadas se institucionalizan y se
equiparan con lo que significa ser humano” (Warner, 1991, p. 28), sobreentendiendo
entonces, que toda persona se asume como hombre o mujer, dependiendo de sus
características somáticas, y que gusta de su sexo opuesto.

En este sentido entonces, vale la pena mencionar una de otras tantas expresiones que
confrontan este orden social, como lo son los movimientos queer, que articulan el trabajo
teórico y académico con el activismo político, utilizando sus cuerpos como principal
instrumento de lucha. Con ello quisiera que se reconozca el valor que subyace en estos
movimientos y la posibilidad de articularlos al quehacer profesional de Trabajo Social, pues
existen hilos conductores que permiten entretejer redes para la subversión del orden social
imperante y eminentemente homogeneizante.

Para explicar lo anterior, esta ponencia tendrá varios momentos: en el primero de ellos se
propone un acercamiento histórico a lo queer como movimiento y como teoría; después, se
abordarán los conceptos de “desidentificación” y “otrxs inapropiadxs/bles”, para
posteriormente mencionar algunos de los retos que se le presentan a la profesión frente a
los géneros y las sexualidades disidentes, y las posibilidades que emergen para afrontarlos,
visibilizando otras perspectivas distintas a las de las comunidades LGBTI que continúan
pensándose desde nominaciones creadas por otros.

Cabe aclarar que este escrito no pretende dar respuestas indiscutibles, sino visibilizar otras
propuestas que emergen desde otros locus y generar cuestionamientos que no sólo le
incumben a la profesión, sino también a cada unx de nosotrxs como habitantes de nuestro
propio territorio corporal.

Acercamiento histórico a lo queer como movimiento social y como perspectiva teórica

El movimiento queer aparece en Estados Unidos en 1980. Emerge como una apropiación
del insulto que posibilita la acción política. La palabra “queer” expresaba en ese entonces
una forma de ridiculizar y humillar a los sujetos considerados raros y/o excéntricos,
especialmente aquellos que llevaban a cabo relaciones homoeróticas, o por simple sospecha
de ello. Esta palabra significaba entonces lo que en castellano sería: cacorro, maricón,
machorra, arepera.

El nacimiento del movimiento queer también se ve impulsado por las revueltas de


Stonewall en Nueva York en el año 1969, a partir de las cuales algunxs activistas
“buscaban autodenominarse queers para diferenciarse de lo que ellas consideraban un
activismo abarcado casi en exclusiva por sujetos hombres, blancos, de clase media y muy
ligados al consumo del naciente mercado rosa en Estados Unidos” (Ramírez, 2010, p. 2), es
decir, como rechazo a la mercantilización de la cuestión homosexual y la invisibilización de
los otros vectores de discriminación, como lo son la clase, la raza, el género, entre otros.
Entre estxs inconformes se encontraban feministas lesbianas, chicanas y afroamericanas
que empezaron a resignificar lo queer, para desde allí reubicarse como sujetxs políticxs y
criticar al clasismo, sexismo y racismo que imperaban en la sociedad estadounidense, pero
principalmente, al interior del movimiento gay, lo que hoy se conoce como
endodiscriminación.

Años después de la emergencia de lo queer como movimiento, se empieza a consolidar en


el escenario académico como posibilidad teórica, a partir de la influencia de la italiana
Teresa de Lauretis, quien acuña el término “teoría queer”. Según Ramírez (2010), para esta
feminista será importante mantener estos atributos políticos de transgresión en la academia,
lo cual se reflejaba en su producción de conocimiento, donde a través de ponencias,
seminarios, libros y artículos se proclamaban, mantenían y reproducían las intenciones de
rebelión y subversión que se venían aplicando en las calles. Sin embargo, tiempo después
ella prefiere identificarse como lesbiana, pues según ella, el término queer se convirtió en
una “moda académica”.

La teoría queer entonces, propone varios postulados a partir de los cuales centra su
discusión:

1. Articulación de raza, clase, etnia y otras categorías e identidades con sexo y género: hoy
la producción académica la ha conceptualizado como interseccionalidad.

2. Discursos y relaciones de poder: lo queer analiza simultáneamente lo que crea, mantiene


y refuerza las discriminaciones ante la diferencia de género y sexualidad. “Desplaza el foco
de atención de la investigación fuera de un sujeto constituido de antemano (“mujeres”, en el
caso de algunos paradigmas feministas), hacia quien lo produce” (Ramírez, 2010, p. 6),
pues considera que distintas categorías que se dan por sentadas y verdaderas son
construcciones sociales legitimadas históricamente.

3. Críticas a los binomios y a la producción fija y a-histórica de las identidades, por lo


mencionado anteriormente, y por el cuestionamiento a los distintos regímenes discursivos
producidos a partir de la modernidad.
4. Antinormalización y antinormación: “El tono que acompaña los estudios queer es el de la
resistencia a la normalización, asimilación y puesta en norma de vidas de género y
sexualidad” (Ramírez, 2010, p. 8), por lo cual rechaza ese deseo de “ser aceptadxs en la
sociedad”, que es una de las banderas de comunidades como la LGBTI.

5. Performatividad de género y el sexo como ficción de género: “la performatividad no es


un acto único, sino una repetición y un ritual que consigue su efecto a través de su
naturalización en el contexto de un cuerpo, entendido, hasta cierto punto; como una
duración temporal sostenida culturalmente” (Butler, 2007, p. 17). Frente al sexo como
ficción, esta misma autora argumenta que el sexo aparece como una categoría construida
socialmente que pretende justificar biológicamente las disparidades entre géneros.

6. Heteronormatividad y homonormatividad: entendidos como regímenes construidos


socialmente que idealizan y normalizan ciertas formas de relación erótico-afectivas como
las únicas posibles; para el caso de la heteronormatividad (término propuesto por Michael
Warner) lo son las heterosexuales, y para la homonormatividad (término acuñado por Lisa
Dougan) se hace referencia a seguir los parámetros heteronormativos en la vida
homosexual.

En conclusión:

La teoría y la praxis queer problematizan las políticas de la representación que


emergen de los movimientos sociales americanos de los 60, en especial, el
movimiento feminista y el movimiento de liberación gay-lésbico. La identidad
basada en oposiciones binarias tales como heterosexual/homosexual, hombre/mujer
fue criticada como naturalizante y esencialista. Para la teoría queer, y esta será una
de sus nociones clave, las diferencias y las identidades sexuales deben entenderse
como efectos de la performance de género y de sus apariencias. (Butler, citado por
Maristany, 2008, p. 19)

Así, lo concerniente a los géneros y las sexualidades no puede predeterminarse a partir de


lo dicho por la biología y por lo que se ha acordado socialmente, sino que puede ser
trascendido, dinamizado y re-apropiado a partir de las reflexiones de cada sujetx.

¿Quiénes son lxs otrxs inapropiadxs/bles?

Siguiendo a Anzaldúa (et al., 2004), influyente autora chicana en la teoría queer, las otras
inapropiadas/inapropiables son las “desubicadas de las cartografías occidentales y
modernas de la política, de la identidad, del lenguaje, del deseo; desbordando las categorías
claras y distintas,…proponiendo nuevas geometrías posibles para considerar relaciones
atravesadas y constituidas por diferentes diferencias” (p. 9). Es decir, lxs otrxs
inapropiadxs/bles es una expresión que permite articular no sólo las disidencias en cuanto a
los géneros y las sexualidades, sino también aquellas nociones como las de la raza, clase,
ubicación geográfica, entre otras, por lo cual, ésta expresión guarda una estrecha coherencia
con lo que propone la teoría queer.

Para Haraway (1999), la expresión “Otros inapropiados/bles” se usa para:

…designar las redes de actores multiculturales, étnicos, raciales, nacionales y


sexuales que emergen a partir de la Segunda Guerra Mundial,…remitía a la posición
histórica de aquéllos que no pudieron adoptar ni la máscara del «yo» ni la del «otro»
ofrecida por las narrativas occidentales modernas de la identidad y la política
anteriormente dominantes.

Ser un «otro inapropiado/ble», desde la misma autora, se traduce en estar en una relación
crítica y deconstructiva permanente, en una racionalidad “difractada más que refractaria”,
es decir, que intenta desviarse y salirse del molde. También, se entiende como maneras de
establecer nexos potentes que trasgredan la dominación. Ser inapropiadx/ble es no encajar
en el lugar asignado, es “estar desubicado en los mapas disponibles que especifican tipos de
actores y tipos de narrativas, pero tampoco es quedar originalmente atrapado por la
diferencia” (Haraway, 1999, p. 125-126), es reconstruir o crear formas de percibirse cuando
no se encuentra un lugar en lo existente.

Estxs sujetxs que deciden no apropiarse ni ser apropiadxs pasan por un proceso de
desidentificación que les permite articularse con lo que otrxs sueñan, e incomodar a quienes
se aferran a las ficciones impuestas como identidades. La desidentificación entonces, se
refiere a ese “desanclarse” de las bases que inconscientemente se adoptan para ubicarse en
el mundo y que provienen de los discursos normalizadores de los regímenes médico y
jurídico que se configuran a partir de las tipologías binarias: heterosexual/homosexual,
hombre/mujer, negro/blanco, legal/ilegal, normal/anormal, rico/pobre, norte/sur,
sano/enfermo, y en las cuales puede evidenciarse siempre una posición que aparece como
superior, ideal y deseada, frente a otra que pone en riesgo de marginalidad a quien se
clasifica de ese modo.

De acuerdo a lo anterior, en la actualidad puede problematizarse el hecho de asumirse como


mujer u homosexual, sólo por mencionar dos ejemplos, pues ambas categorías se
construyeron con el fin de otorgar el dominio sobre ciertxs sujetxs, justificando sus
desmanes a partir de la concepción de inferioridad de lxs clasificadxs como “lxs otrxs”. Es
así como históricamente se fueron produciendo los regímenes patriarcal y heteronormativo,
que establecen como superiores a los “hombres” y a los heterosexuales” y que se basan en
argumentos de índole biológica para volverlos imposibles de interpelar, pero que se han
construido socialmente con claras intenciones hegemónicas.

Los retos de la profesión frente a lxs otrxs inapropiadxs/bles


Es en este panorama descrito en párrafos anteriores, en el que se desarrolla la actuación
profesional de Trabajo Social, en la cual se presentan distintos obstáculos pero también
múltiples intersticios o puntos de fuga para re-inventarnos, que se expresa en lo que
menciona Travi (citado por Escalada, et al., 2001):

Los trabajadores sociales podemos realizar un aporte de incalculable valor en el


proceso de dar “existencia explícita” a situaciones naturalizadas de hecho, a la
práctica cotidiana de los sectores populares, de hacer público lo privado, de hacer
visible lo invisibilizado, de ponerle palabras a lo no dicho, a lo silenciado, haciendo
trascender a lo colectivo la práctica y las experiencias particulares. (p. 107)

Así, se hace necesario que desde la profesión se empiecen a (de) construir ciertos discursos,
en vista de que el régimen sexo-político actual, que disciplina la producción de cuerpos y
placeres, intenta impedir que se evidencien nuevas formas de nombrar(se) y de resistir
frente los dispositivos de la sociedad de control que se han impregnado en los propios
cuerpos, imponiendo unas formas de ser, de pensarse y de verse.

Habría que dejar volar la imaginación y empezar a vincular a la profesión de una manera
más directa con los movimientos sociales, pues como bien lo expresa Araníbar (2009), “No
se puede pensar ahora en un Trabajo Social ajeno a los movimientos sociales, (…) por eso
cabría indagar sobre el por qué no estamos presentes en algunos espacios u organizaciones
que trabajan con estos movimientos” (p. 9). Posiblemente el orden social actual ha
permeado al Trabajo Social de forma tal que ha hecho que se invisibilicen otras formas de
acción que se apartan de lo institucional.

Al respecto Amuchastegui (et al., 2008) comenta que:

Esta presencia y acción de las organizaciones populares y movimientos sociales y


sus procesos socio históricos de construcción son parte de la realidad en la que
intervenimos desde diferentes espacios de ejercicio profesional. El trabajo social y
otras disciplinas están siendo interpelados por esta realidad, la cuestión es si
buscamos comprenderla para aportar a procesos de transformación y si pensamos
nuestras prácticas con mayores grados de organicidad a sujetos colectivos de
cambio. (p. 13)

Este comentario refleja que en Trabajo Social solemos decir que la realidad es dinámica al
igual que sus actores, pero no nos acercamos a esas formas de pensar y hacer que se
reconstruyen desde allí para reconfigurar la profesión.

¿Qué hacer entonces desde Trabajo Social? Puede empezarse por superar la idea de que los
únicos movimientos de disidencia sexual y de género actuales son las comunidades LBGTI,
pues éstas continúan legitimando las formas hegemónicas de nombrar(se) que se han
configurado a partir de los regímenes ya nombrados, especialmente los términos de gay y
lesbiana. Estos movimientos también esperan una “normalización” legal para equipararse a
quienes se asumen heterosexuales, opacando el sentido de su transgresión. Perlongher
(citado por Maristany, 2008), argumenta al respecto que:

La política de minorías no debería pasar, hoy, por la afirmación "enguetizante" de la


identidad, acompañada por invocaciones rituales a la "solidaridad" con otros grupos
minoritarios, ni por la reserva de un lugar (generalmente secundario) en el teatro de
la representación política [...] Sin rehusar dogmáticamente la importancia de la
conquista de ciertos espacios jurídicos y legales, ni renegar de las experiencias
vividas bajo el enunciado de la identificación, la crisis (o incluso la disolución) de
esos movimientos, además de indicar la extenuación de la estrategia identitaria,
podría quizás propiciar una demanda de salida de los microcircuitos fagocitantes,
una expansión extensa de las diferencias, no sólo entre los propios "minoritarios",
sino abierta al campo social. (p. 20)

La vía alterna a “enguetizarse” en estos movimientos clasificatorios y poner en juego esa


desidentificación de lxs otrxs inapropiadxs/bles es lo que Beatriz Preciado llama multitudes
queer, que es una expresión que permite la explosión de las distintas manifestaciones de los
género y las sexualidades, que suelen asumirse contrasexuales, entendiendo que el sexo y la
sexualidad deben comprenderse como tecnologías socio-políticas complejas:

Ya no hay una base natural (“mujer”, “gay”, etc.) que pueda legitimar la acción
política. Lo que importa no es la “diferencia sexual” o la “diferencia de l@s
homosexuales”, sino las multitudes queer. Una multitud de cuerpos: cuerpos
transgéneros, hombres sin pene, bolleras lobo, ciborgs, femmes butchs, maricas
lesbianas... La “multitud sexual” aparece como el sujeto posible de la política queer.
(Preciado, 2003, p. 1)

Según Preciado (2003), las estrategias políticas de las multitudes queer giran en torno a la
des-identificación, a las identificaciones estratégicas, al uso alternativo de las tecnologías
del cuerpo y desontologización del sujeto de la política sexual.

Frente a las identificaciones estratégicas, Butler (citado por Maristany, 2008) menciona
que: “…la identidad se debe utilizar instrumentalmente como imperativo político con el fin
de reunir y representar a un grupo oprimido en una coyuntura precisa, pero vigilando que su
uso no se convierta en imperativo de regulación” (p. 19), impidiendo que posteriormente
pueda re-significarse para otras reapropiaciones que no se habían contemplado al inicio y
terminen haciendo parte de los discursos hegemónicos; “se trata de la idea de una coalición
abierta que afirme identidades que se instituyen y se abandonan de acuerdo con los
objetivos del momento; un conjunto abierto que permita múltiples convergencias y
divergencias sin obediencia a una normativa, a una definición cerrada” (Butler, citado por
Maristany, 2008, p. 19).
Trabajo Social puede ser entendido como parte de las multitudes queer, pues se ha
mantenido en el tiempo y ha encontrado múltiples formas de involucrarse en las dinámicas
sociales, a pesar de ser estigmatizado como una profesión que se centra en el hacer, y que
ha configurado una relación parasitaria con las Ciencias Sociales que son las que “piensan”
y teorizan. El Trabajo Social posee un desafío fundamental: reconstruir las maneras de
entender las representaciones y las identidades, pues las definiciones hegemónicas de éstas
desembocan ineludiblemente en exclusiones, silencios y márgenes, al ignorar la
especificidad que resulta de la intersección de variables de género con aquellas otras de
sexualidad, etnia, clase, cultura, morfología anatómica, etc. Existen múltiples razones para
enfrentarse a éste reto, pues guarda estrecha coherencia con los principios de justicia social,
equidad, respeto por las distintas formas de vida, ejercicio pleno de la ciudadanía, entre
otros, que guían el quehacer profesional en Colombia.

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EL CUERPO DE LA MUJER COMO CAMPO DE LUCHA PARA LA GUERRA;
EL CASO PARAMILITAR. ACCIONES DESDE EL TRABAJO SOCIAL15

Andrés Torres Mateus16


Universidad Colegio Mayor De Cundinamarca

A las Kollontais, Kahlos, Luxemburgos, Espin


A las mujeres colombianas hijas de Bachue y Bolívar
A las que heredaron el sentimiento y espíritu de María Cano,
A las compañeras heroínas del 8 de marzo,
A las luchadoras por la paz,
A las patriotas,
A las que históricamente han resistido la guerra sucia colombiana,
A ellas mi admiración.

Resumen

Esta ponencia se desarrolla bajo cuatro aspectos fundamentales, primero una


contextualización acerca de los elementos que permiten comprender el origen histórico y
la concepción del paramilitarismo, es decir, que elementos condicionaron el origen del
paramilitarismo y sus funciones, teniendo en cuenta todo ello en relación a las violencias
que han tenido estas estructuras hacia el cuerpo dela mujer. Posterior, se abordará un
análisis coyuntural del paramilitarismo intentando desmentir la idea semántica de las
Bandas Criminales (BACRIM). Por otro lado se abordara la violencia paramilitar directa
hacia el cuerpo de la mujer, enfatizando en la violencia sexual en donde se desarrollaran los
tipos de violencia ejercidos por estos grupos a través de relatos que permitirán un mejor
análisis. Cabe aclarar que estos aspectos están atravesados por una serie de reivindicaciones
y luchas de la mujer contraatacando y rechazando enfáticamente este tipo de violencias.

Para finalizar, se realizará un acercamiento acerca de cómo el Trabajo Social a través de su


compromiso ético político debe generar procesos de reivindicación de la mujer que le
permitan el reconocimiento como sujeta en la conquista de sus derechos participe de la
transformación social.

Introducción

El Encuentro Nacional de Estudiantes de Trabajo Social del año 2014 se desarrolla bajo la
temática de género y diversidad sexual: perspectivas, investigación y retos desde trabajo

15
Ponencia adscrita al Sub-eje 5: “trabajo social y género en el marco del conflicto social,
económico, político y /o armado en Colombia.”.
16
Estudiante de 8 Semestre de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca andrestorrests@hotmail.com
social y esta ponencia, específicamente se desarrolla en el eje de Trabajo Social y Genero
en el marco del conflicto social, económico, político y/o armado en Colombia, siendo
primordial hablar en clave de perspectiva de género, de mujer en términos de las históricas
violencias a las que se ha visto sometida y como producto de esto, sus reivindicaciones.

Es por ello que es fundamental contextualizar a la mujer en el marco del conflicto


colombiano en donde uno de sus principales actores y perpetradores han sido las estructuras
paramilitares producto de un sistema social imperante que naturaliza la opresión, el
patriarcado, el machismo, las leyes naturales y la violencia a la mujer.

En ese sentido, el Trabajo Social en la construcción de un proyecto ético político


profesional tiene una tarea fundamental, la cual es el conocimiento y análisis crítico de la
realidad social como elemento dinamizador y generador de praxis que permitan articular
procesos de base con las mujeres, que logren una transformación real de la sociedad.

Antecedentes del paramilitarismo

En primera instancia vale la pena resaltar y evaluar en términos históricos la existencia del
paramilitarismo; su concepción y conformación histórica en la guerra colombiana que ha
desangrado al país, este análisis se realizara teniendo como punto nodal el cuerpo de la
mujer y como este ha sufrido las imposiciones patriarcales y machistas del conflicto del
país.

Partiendo de esto es importante resaltar y demostrar las fuentes y las raíces que ha tenido el
fenómeno paramilitar dentro del conflicto, estos fundamentos permitirán además
comprender las formas en que el paramilitarismo ha actuado en torno a las violencias hacia
la mujer.

En términos de la investigación sociológica y política, las "estructuras paraestatales son


mecanismos complementarios ilegales para solucionar los problemas e insuficiencias de la
capacidad coercitiva del Estado. Tales mecanismos sirven para evitar el descrédito
generado por el uso arbitrario de la fuerza, y para mantener intacta la legitimidad del poder
estatal, incluso en condiciones de ejercicio de formas de extrema violencia contra la
población civil.”17
Estas estructuras en contextos como el colombiano en donde se presenta un conflicto
armado de más de 50 años sirven como mecanismo estatal para el fortalecimiento de las
políticas de seguridad.

Por otro lado la ciencia política menciona este fenómeno como el surgimiento de una serie
17
CEPEDA. Iván Paramilitarismo en Colombia: Pacto de lealtades e impunidad. 2004. Enero del
2003. En: http://www.rebelion.org/hemeroteca/plancolombia/040107cepeda.htm
de acciones contra insurgentes que permiten mantener el desarrollo institucional y más allá
de esto, garantizar el ejercicio coercitivo y de poder de las clases dominantes (Es decir del
poder estatal y de sectores corporativos), esto a través de diferentes conformaciones
armadas y militaristas o en especies de bandas criminales que actúan en torno a la "limpieza
social" a la seguridad privada, las infiltraciones en universidades, partidos políticos y las
violencias hacia la mujer entre otras formas de operar del paramilitarismo.

En base a este contexto es importante señalar el caso colombiano en términos de la


conformación del paramilitarismo, en el cual han existido estructuras y conformaciones
paramilitares desde las mismas guerras independentistas, atravesando por la década de los
40 previo al asesinato de Gaitán en las cuales también existían conformaciones de este corte
en el conflicto bipartidista que enfrentaba el país18, más adelante en el año 1965 con la
creación de "un marco legal para el desarrollo de entidades de civiles armados o de
servicios de seguridad privada (el caso más sobresaliente es el de las llamadas
"Cooperativas de Seguridad 'Convivir'"); y posteriormente la conformación de un ejército
paramilitar que cuenta con el sostenimiento del aparato estatal, pero que tiene elementos de
mercenarismo corporativo, expresados en las múltiples alianzas y apoyos que le han
ofrecido influyentes sectores”19 dentro de ellos empresarios al servicio de transnacionales,
ganaderos, latifundistas, altos mandos del ejército, entre otros.

Este fenómeno además ha ocasionado grandes tragedias y procesos de exterminio como el


que se desarrolla durante la década de los 80 y 90 (y que aun continúan siendo perseguidos)
con la Unión Patriótica por estructuras como él grupo Muerte A Secuestradores (MAS)
junto con apoyo estatal en el cual mueren más de 5000 personas dentro de estas alrededor
de 1000 mujeres aspecto además que hoy sigue en la impunidad.

Posterior a este proceso de exterminio se desarrolla la conformación y consolidación del


fenómeno paramilitar con el gobierno del ex presidente Álvaro Uribe, gobierno en el cual
se desarrolló una persecución sistemática a los movimientos y organizaciones sociales bajo
la excusa de ser conformaciones guerrilleras, además de las víctimas de los asesinatos
extrajudiciales y estatales mal llamados "falsos positivos" y también entré otras cuestiones;
el apoyo estadounidense a partir de planes como fueron el plan Colombia en el cual se
realizaron más de 400 masacres colectivas en solo el año 2000, desaparición de
sindicalistas y terribles violencias hacia la mujer en términos de las fumigaciones, de las
violaciones de militares estadounidenses, de desplazamiento y de generación de pobreza y
feminización de la misma.

18
Recordando el papel que jugaban los “Chulavitas” o también llamados “Pajaros” que eran conformaciones
armadas en la época de la violencia, producto de la guerra bipartidista más específicamente integrado por
los conservadores
19
CEPEDA, Op.Cit.
Además de esto, durante este gobierno el cual participó activamente en la fundación de las
convivir, se otorgaron una serie de beneficios jurídicos bajo la excusa de la desmovilización
de las AUC, la cual no pasa por una negociación puesto que la característica histórica de
una negociación en medio del conflicto es que existan posiciones contradictorias o
diferentes y que claramente no se desarrollan durante este proceso. Como resultado de esta,
el gobierno nacional pretendió exterminar la figura del paramilitarismo a partir de un
cambio en su semántica y significado con la conformación de las mal llamadas Bandas
Criminales (BACRIM) quienes han ejercido la violencia desde la supuesta
desmovilización.

Todo este recorrido histórico ha estado atravesado por la violencia sistemática a la mujer a
partir de grotescas como son la del empalamiento, es decir la penetración forzosa a una
víctima con un palo agrediendo sus órganos internos, práctica que se desarrolla desde los
inicios de la "violencia conservadora a mediados de los ‘40, en innumerables veredas y
zonas rurales, donde las cuadrillas de chulavitas, pájaros o paramilitares (como se les ha
llamado en diferentes épocas y regiones a los ejércitos privados al servicio de terratenientes
y caciques políticos del establecimiento) se han desplazado aterrorizando a la población,
utilizando a la violencia sexual como una forma de amedrentamiento y control" 20. Además
de otras prácticas sádicas e irracionales como son extraer el feto del vientre de mujeres
embarazadas, entre otras formas de guerra, que son implementadas y si se quiere diseñadas
por el paramilitarismo

En otras palabras, esta práctica “no- ha sido percibida por la sociedad e incluso por las
leyes- como un acto de perversión individual, sino que ha sido permitida como una práctica
sistemática de guerra, aplicable solamente a comunidades específicas” en este caso a la
mujer”.21

Esta práctica absurda, busca excusas y pretextos como mencionar que las mujeres víctimas
de diferentes violencias paramilitares son aliadas, colaboradoras, amantes de la guerrilla.
Este es el caso de la masacre del Salado, en los Montes de María, en el 2000 en donde
"Neivis Arrieta, de 18 años, fue empalada al ser acusada de amante de un guerrillero de las
FARC-EP".22  
A partir de estas violencias que se han generado históricamente por parte de los grupos
paramilitares, es necesario entender que las mujeres también han desarrollado procesos de
resistencia y de conquista de sus derechos pasando por la lucha por la independencia
económica en el matrimonio, el acceso a la educación universitaria, el acceso al voto y
20
GUTIERREZ, José. “Colombia empalada” Junio del 2012. En:
http://tenacarlos.wordpress.com/2012/06/10/colombia-empalada-por-jose-antonio-gutierrez/
21
PEÑARANDA,R. SÁNCHEZ,G. Victims and Survivors of War in Colombia –Three Views of Gender Relations”
en “Violence in Colombia 1990-2000” SR Books, 2001, p.154. Ed. Charles Bergquist.
22
LLANOS.R. Apartes del informe sobre la masacre del Salado. 12 de Septiembre del 2009. El Tiempo.
Sección otros.
sobretodo la búsqueda de la paz, que se solidifica en la época de la violencia con los
movimientos de mujeres liberales que pretenden poner fin a las violencias. Además de estos
procesos se han desarrollado movimientos específicos de mujeres por la verdadera
desestructuración del paramilitarismo, es el caso de las Madres de Suacha y su papel
determinante en la denuncia de estos actos y también las dirigentas políticas en campos y
ciudades en pro de la equidad y la paz.

Este proceso histórico; sin ánimos de trascender al amarillismo pretende dar a entender el
nexo histórico y la situación del cuerpo de la mujer como un campo de batalla para la
guerra colombiana en este caso para la guerra paramilitar y que se pretenderá analizar
posteriormente.

El paramilitarismo hoy

"Hoy no hay paramilitarismo" menciona el ex presidente Uribe en una asamblea general de


las Naciones Unidas en el año 2007.23

En el 2008 José Obdulio Gaviria menciona en Washington que el "Paramilitarismo no


existe hoy. No se dejen “engrupir” con los sectores que vienen a echar el cuento de que el
paramilitarismo dizque se camufló, que hubo un acuerdo de “yo con yo”, o que fue una
fórmula espuria para la impunidad. No, el paramilitarismo se acabó. (...) Esa noche terrible
terminó."24

En el contexto actual esta es la estrategia semántica que pretende desdibujar la existencia


del paramilitarismo, mencionando que ahora existen las BACRIM que son “totalmente
diferentes” a los paramilitares y que curiosamente tienen el mismo modus operandi a
diferencia de que supuestamente no existen conformaciones militaristas, pero pretendiendo
tomar distancia de estas declaraciones y afirmaciones, y además intentando desmentirlas se
realizará el análisis.

Con la expedición de la ley 975 del 2005 llamada de manera violenta "ley de justicia y paz"
que además no estaba ajustada a la normatividad internacional "en relación al respeto y la
garantía de los derechos humanos de las mujeres" 25, alrededor de “3000 mil
"desmovilizados" se rearmaron, se entregaron 24 mil hectáreas de las 4 millones que se
estima fueron arrebatadas”, alrededor de 4000 víctimas en el año 2007 han sido víctimas
del paramilitarismo y según el instituto de estudios para el desarrollo y La Paz (INDEPAZ)
“antes de la implementación de esta ley, en el territorio colombiano existía alrededor de

23
Guribe3@gmail.com. “Uribe y Merlín, Paracos y Bacrim”. Revista Semana, sección opinión. 2010.
24
Ibid
25
CHAPARRO, L. "ley de justicia y paz, perpetuando la impunidad de los crímenes sexuales y de género
cometidos contra las mujeres”. Bogota, 2008. Sismo mujer. Pág. 2
12000 paramilitares y que actualmente hay alrededor de 9000 conformados en más de 70
grupos en alrededor de 25 departamentos del país"26

En ese sentido, se aclara que el fenómeno paramilitar en Colombia no se ha acabado sino


que evidentemente ha tenido sólo un cambio en su denominación y que además de estas
cifras, este fenómeno sigue violentando enfáticamente a la mujer, quien a partir de los
procesos organizativos y de base ha demostrado su intencionalidad en la búsqueda de la
paz, dentro de estas iniciativas se encuentra el movimiento de mujeres por la paz quienes
bajo la arenga de ¡Mujeres contra la guerra, mujeres contra el capital, mujeres contra el
machismo, contra el Terrorismo Neoliberal! Han demostrado un análisis de la realidad que
permitirá generar procesos emancipatorios y que además se demuestra en acciones
concretas como son las iniciativas de “nunca más violencia contra las mujeres”, la
interpelación de la negociación con las AUC y muchos más actos que manifiestan la
intencionalidad y los objetivos de dichos movimientos que deben ser enfáticamente
apoyados por los y las trabajadores(as) Sociales.

El cuerpo de la mujer como campo de batalla para la guerra, el caso paramilitar.

Antes de iniciar con el tema central (la violencia paramilitar) se pretende contextualizar el
papel que tiene el cuerpo de la mujer en términos del conflicto social político y armado que
existe en nuestro país.

La burguesía nacional, es decir la clase que históricamente ha dominado como resultado de


la instauración y consolidación del capitalismo ha pretendido naturalizar la división, es
decir que han pretendido mostrar como "ley divina" y legítima el hecho de que siempre han
existido ricos y pobres (relacionado esto con el fin de la historia), es decir que siempre
existirá esta división, además de esto obligando a la clase social oprimida a desempeñar
roles específicos para el enriquecimiento de la burguesía.

De un modo similar, se ha pretendido naturalizar el orden patriarcal y machista que


pretende dibujar a la mujer como el ser inferior ante el hombre y esto se traduce entre otras
a las funciones y roles asignados históricamente a la mujer por el sistema capitalista y que
pretenden su sostenimiento y reproducción, es decir que la mujer sufre doble opresión en el
sistema capitalista, primero estar inmersa en dicho sistema y segundo por ser mujer.
Esto se traduce en que la violencia a la mujer no es un problema privado, no es un
problema simplemente familiar sino que es claramente un problema político que sólo se
librará con una transformación radical del sistema social en términos de enfatizar en la
educación, la cultura y la ideología, acciones que no se presentarán en el marco capitalista
que procura suprimir la violencia con apaciguamientos.

26
INDEPAZ. “VIII informe sobre grupos narco paramilitares” 2012.
Este mismo sistema es el que origina las condiciones objetivas para el surgimiento del
conflicto y en ese sentido la necesidad estatal de generar estrategias de coerción a partir de
estructuras paramilitares y ¿cuál ha sido el papel del cuerpo de la mujer dentro de esta
guerra?

Dentro del conflicto colombiano el cuerpo de la mujer ha sido violentado de diversas


formas que se plasmarán a continuación enfatizando en el fenómeno paramilitar, sin
pretender desdibujar que los demás actores del conflicto, es decir el ejército e inclusive las
insurgencias (quien también ha hecho parte de este fenómeno paramilitar) han generado
procesos de violencias hacia las mujeres.

En ese sentido se intentará caracterizar específicamente cuatro puntos fundamentales de las


violencias paramilitares hacia la mujer las cuales son:

 Guerra “contra insurgente” contra “colaboradoras de la guerrilla”,


“simpatizantes”, “informantes”

Esta primera forma clara de violencia paramilitar está referida a aquellas mujeres que
bajo la excusa de la "guerra contra insurgente" son violentadas con pretextos como las
sospechas de los paramilitares de que ellas sean colaboradoras, milicianas,
simpatizantes o informantes de los grupos guerrilleros. 

"El primer caso a retratar es el de Olga 20 años de edad, quien viajaba


desde Yopal a Tame para visitar a sus padres en junio de 2004. El bus en el
que se transportaba fue interceptado por paramilitares, quienes se fijaron
en esta mujer, la interrogaron, le preguntaron si era informante del
Ejército o esposa de un guerrillero y, ante sus respuestas negativas, la
retuvieron.

La mujer fue amordazada y trasladada a una zona cercana al río Casanare,


donde la presentaron ante el jefe paramilitar de la zona, Alexander Acosta,
alias ‘Polocho’, quien al saber que ella conocía la zona ordenó que fuera
llevada ante el grupo que operaba en Puerto Gaitán y les sirviera de guía.

La joven relató que en ese poblado la presentaron ante Giovanni


Contreras, alias ‘El Enano’, quien le aseguró que la salvó, pues habían
ordenado su muerte. Al mismo tiempo la amenazó diciéndole que debía ser
su compañera sentimental o, de lo contrario, quedaría “a merced de los
otros integrantes del grupo”.
La mujer contó que durante su retención fue obligada a tener relaciones
sexuales con alias ‘El Enano’. También padeció los abusos de un
paramilitar identificado con el alias de ‘El Paramédico’. Solo hasta un mes
después de su rapto pudo avisarles a sus padres en Tame que estaba con
vida.

Una vez se desmovilizó el grupo, el 23 de diciembre de 2005, la mujer


quedó en libertad, pero siguió ligada sentimentalmente a alias ‘El Enano’.
El 24 de julio de 2006, durante los controles médicos de su embarazo, le fue
detectado el virus del Sida. Su compañero la habría contagiado. El
paramilitar murió en el hospital de Kennedy, en Bogotá, el 13 de diciembre
de 2008." 27

Este relato muestra cómo bajo la excusa de la guerra insurgente se utiliza el cuerpo de
la mujer como acompañante, como compañera sentimental y aún más grave, se utiliza
como reproductora de una vida, es decir su embarazo producto de la violencia
paramilitar ocasionando en la mujer secuelas físicas y afectaciones a nivel emocional,
este caso permite evidenciar como el paramilitarismo a partir de diversas violencias
utiliza el cuerpo de la mujer como campo de batalla, en este caso como si fuera el
“enemigo” a derrotar a partir del abuso sexual.

 El cuerpo como estrategia de la guerra paramilitar

Esta forma de violencia pretende establecer como estrategia y táctica militar las violaciones
y las violencias que sufren las mujeres en términos de lo que amnistía internacional
contextualiza de la siguiente manera “Las mujeres son objetivo de los grupos armados por
diversas razones: por transgredir roles de género o desafiar prohibiciones impuestas por los
grupos armados, o por ser consideradas un blanco útil a través del cual humillar al enemigo;
así no sean las directas implicadas dentro de un enfrentamiento este tipo de tácticas han
sido utilizadas durante centurias, en diferentes guerras, conflictos y lugares del mundo” 28.

En este caso se encuentra que los abusos son contra familiares de integrantes de la
insurgencia o contra desertores del paramilitarismo.

"es el caso de Gloria, una ama de casa de 35 años, quien fue secuestrada por
miembros del Frente Celestino Mantilla y se le acusaba de ser una supuesta
ideóloga de las Farc, pues uno de sus hermanos había sido parte del grupo

27
VERDAD ABIERTA. Los pecados de la guerra paramilitar contra las mujeres. Enero del 2014. En:
http://www.verdadabierta.com/los-pecados-de-la-guerra-paramilitar-contra-las-mujeres
28
AMNISTIA INTERNACIONAL. “Colombia, cuerpos marcados, crímenes silenciados; violencia sexual contra
las mujeres en el conflicto armado” Editorial Amnistía Internacional (EDAI). Madrid, España.2004
guerrillero. Los paramilitares la retuvieron durante 15 días en un
campamento, donde la interrogaron y torturaron.

Todas las mañanas, cuando Gloria se iba a bañar, era custodiada por
Samael Samir Rubio, alias ‘Alfonso’, quien la intimidaba colocándole un
cuchillo en el cuello mientras la tocaba y en más de una oportunidad intentó
violarla. Luego de 15 días y tras comprobarse que no tenía ningún vínculo
con las Farc, fue liberada, pero desaparecieron a uno de sus hermanos."29

Este es un caso que refleja la violencia hacia la mujer como parte de una estrategia de
guerra que refleja la imposición paramilitar sobre su cuerpo como mecanismo de terror
y de demostración de poder frente a alguien que deserta de este fenómeno.

 Violencia a la mujer en zonas paramilitares

Este tipo de violencia se desarrolla en términos de la construcción e imposición territorial


de los paramilitares a partir de leyes, mandatos y regímenes en diferentes zonas del país.
Dentro de esta forma de violencia se encuentra el caso de:

“Carmen que apenas tenía 14 años cuando llegaron al pueblo los primeros
hombres del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc).
Ella no comprendía la diferencia que existía entre un soldado, un
guerrillero y un paramilitar, pues todos vestían igual. En su inocencia de
niña, acostumbrada a la vida campesina de su familia, a sus recorridos
todas las tardes por la cancha y las calles de su pueblo, no tenía la
experiencia para desviar las miradas incisivas de los paramilitares que al
verla pasar le lanzaban frases subidas de tono.

Era septiembre de 1998 cuando llegó por primera vez al corregimiento de


La Mesa, a 25 minutos de Valledupar y poco menos del Batallón de
Artillería La Popa, David Hernández, alias ‘39’, comandante del frente
Mártires del Cesar, quien por encargo del mismo Rodrigo Tovar, alias
Jorge 40, tenía la tarea de limpiar de guerrilla la zona de La Mesa Azúcar
Buena, una extensa región que hace parte de la Sierra Nevada de Santa
Marta.
“Lo primero que dijo 39 cuando vino a La Mesa fue que iba a poner orden,
que cualquiera que se saliera de la línea debía atenerse a las consecuencias
y el marido que se portara mal con su mujer y la mujer que se le viera en
malos pasos, serían castigados”. Así lo recuerda uno de los hombres que
estuvo en esa primera reunión a la que los obligaron a asistir y que se
29
VERDAD ABIERTA, Op. Cit.
realizó en el colegio del pequeño caserío.

Carmen, ajena a todas esas advertencias y a los fines del grupo armado que
había llegado, siguió su acostumbrada rutina de pasear por el pueblo. A
finales de 1998 ella fue abordada por un hombre de las Auc, quien le dijo
que el comandante ‘39’ la había mandado a buscar. Ella se fue con él a una
cita a ciegas, que al final terminó siendo una trampa. “El abuso de mí y me
dijo que no podía decírselo a nadie, que si le contaba a mi mamá o a mi
papá, o algún otro miembros de los paramilitares, me mataba. Por eso me
quedé callada y no se lo dije a nadie”.

Ahí terminaron los paseos de Carmen, quien se volvió más callada, pero a
la vez más realista. “El pueblo cambió. Ya no era igual. Mataron a varias
personas de La Mesa y ya ellos vivían ahí. Controlaban todo”, cuenta esta
joven que hoy tiene 29 años, quien ha tratado de recuperar su vida, pues
después aquella noche que fue abusada, fue buscada una y otra vez por su
victimario sin poder hacer nada.

“Un día él me dijo que había otros muchachos que también tenían sus
necesidades y que si yo quería podía ganarme una platica. Me dijo que si
yo quería, él me hacía las citas y me pagaban por acostarme con ellos”. Así
terminó Carmen, prostituyéndose, al igual que otras muchachas del pueblo.
No acabó sus estudios y comenzó una vida desordenada, de la que aún se
arrepiente: “Si ese hombre no me hubiera violado esa noche, yo no habría
entrado en esa vida, pues yo quería estudiar y ayudar a mi familia”.30

En este caso se utiliza el cuerpo de la mujer desde las imposiciones territoriales y


más allá de esto se observa la mercantilización y utilización del cuerpo de la mujer
como imposición paramilitar. 

 Violencia hacia la mujer producto de la ideología machista-paramilitar 

La idea fundamental del machismo es la violencia hacia las mujeres, acción que reflejan los
grupos paramilitares en términos de su ejercicio del poder a través de su cuerpo, el cual está
constituido como una dinámica de guerra paramilitar.

Estas dinámicas se ven reflejadas en la conformación de las estructuras paramilitares, en su


mayoría compuesta por hombres y cuando existen dentro de dichas estructuras mujeres, son

30
Ibíd.
asignadas a cargos como el aseo, la cocina, la prostitución, entre otros roles impuestos
históricamente a la mujer.

Un ejemplo claro del machismo dentro de estas estructuras, es el jefe paramilitar apodado
“el patrón de la sierra” Hernán Giraldo quien tiene más de 50 casos de violencia sexual
reconocidos en el expediente de la fiscalía, actos que se cometen todos con niñas menores
de 15 años con quien tuvo 24 hijos reconocidos, todas estas atrocidades bajo sus ansias de
mostrar poderío frente a su estructura y quien "Luego de pedir perdón se justificó diciendo
que sus hijos están registrados y responde por ellos".

El machismo inmerso y arraigado dentro del paramilitarismo se refleja en los testimonios


anteriormente mencionados y en las cifras oficiales en donde se encuentra que:

 En el marco del conflicto armado que vive el país, entre el 2001 y el 2009 94.565
mujeres fueron abusadas sexualmente

 El 66% del territorio nacional los paras cometieron delitos sexuales incrementando
los casos durante el año 2000-2005

 De estas víctimas 643 se encuentran en la ley de justicia y paz, en la cual se han


presentado 86 responsables de los cuales solo 9 están siendo juzgados.

 De 601 abusos sexuales, alrededor de 458 son perpetrados por paramilitares, el 143
restante es de insurgencia y ejercito.31

Sin mencionar que estas cifras son oficiales, es decir que solo se establecen los casos
denunciados.

Trabajo Social frente a la búsqueda de la paz desde la perspectiva de género,


perspectivas y acciones.

A continuación se realizará un acercamiento a las diferentes acciones y perspectivas que él


o la Trabajador(a) Social debe tener en cuenta, regido por el compromiso ético político que
tiene con los sectores históricamente oprimidos e invisibilizados, en este caso las mujeres,
así mismo destacar su compromiso con la articulación en movimientos sociales con
perspectiva de género (feministas) en la búsqueda de la paz y de la equidad.

31
REDACCION EL TIEMPO. Cuando los cuerpos se volvieron armas de guerra. El tiempo 28 de noviembre del
2011. En: http://www.eltiempo.com/violencia-contra-las-mujeres/mujeres-en-el-conflicto/ARTICULO-WEB-
NEW_NOTA_INTERIOR-10846529.html
Partiendo de esto, es importante evidenciar que el Trabajo Social tiene una presencia
mayoritaria de las mujeres, haciendo de la profesión, una disciplina predominantemente
femenina que debe asumir, en el papel de la división social del trabajo una postura frente a
las relaciones sociales de dominación enmarcadas en el género permitiendo así reflexionar
sobre el espacio de intervención desde el Trabajo Social y desde la vida cotidiana que
incida en el conjunto de la sociedad a través de los movimientos sociales que buscan la
equidad de género. Además de esto la situación actual de la mujer debe permitir al o a la
profesional diseñar y desarrollar estrategias que permitan encaminar su actuar hacia la
equidad de género, con temas fundamentales como la participación política, la reparación
integral a las víctimas, educación, políticas públicas y sobretodo la exigencia de la
terminación del conflicto que vive el país y dentro de ello el desmonte de las estructuras
paramilitares.

En búsqueda de la materialización de las propuestas anteriormente mencionadas, se


proponen una serie de puntos en términos de las acciones del o de la Trabajador(a) Social.

 Análisis científico e histórico de la realidad social

El análisis de la realidad consiste en “hurgar en el trasfondo de los procesos, y no quedarse


prisionero en el mundo de las apariencias”. 32 Es en este punto en donde se debe hace
necesario, a partir de la radicalidad investigar cuales son los mecanismos que mantienen la
explotación, marginación y exclusión de la mujer entendiendo desde las dinámicas de
totalidad y las imposiciones creadas por el sistema capitalista.

Este análisis debe permitir entender primero las causas objetivas que originaron el conflicto
dentro del país y dentro de esto, las causas que obligan al sistema a legitimarse bajo
estructuras como el paramilitarismo. Así mismo entender que las conductas machistas que
se aceptan con normalidad tienen su origen en la estructura del sistema social imperante y
es por ello que la solución a estas problemáticas no se desarrollara con paliativos y mucho
menos individualmente sino que será en una dinámica colectica que permita la
emancipación de las mujeres como parte de la liberación de la clase históricamente
oprimida.

Es por ello que se debe mencionar que la emancipación de la mujer no se desarrollara


dentro del sistema capitalista y en ese marco cabe aclarar que la superación del mismo
sistema acabe instantáneamente la opresión a la mujer, sino que se debe desarrollar una
tarea ardua, en la que deben participar los y las trabajadores(as) sociales por medio de la
educación, el aniquilamiento de los prejuicios machistas y los valores del sistema social.

Entendiendo esto él y la profesional en Trabajo Social deben actuar siempre en el marco de


la paz, una paz establecida en términos de la igualdad social y la equidad entre géneros, en
32
VEGA CANTOR, Renán (2012) El elogio al pensamiento crítico.
la cual debe desaparecer cualquier forma capitalista violenta de dominación como es el
paramilitarismo.

 Practicas investigativas y de intervención con perspectiva de equidad

El papel fundamental que juega en las ciencias sociales la investigación y la intervención a


partir del conocimiento de la realidad es vital para el desarrollo de la profesión, es por ello
que ”la cuestión que debe movilizarnos a investigar es el ejercicio crítico de la reflexión,
sobre la práctica y sobre las intervenciones que realizamos como TS, como también sobre
la manera en que “categorizamos” el mundo y “clasificamos” las problemáticas con las que
trabajamos”33 enmarcadas en un sistema social, es por ello que hoy es primordial actuar en
pro de la conquista de los derechos de la mujer y de la equidad, además de la constante
búsqueda de la paz que debe caracterizar al o a la profesional.

Estos aspectos en términos del conocimiento de la realidad también deben permitir generar
procesos psicosociales con las victimas del fenómeno paramilitar, en este caso las mujeres
violentadas que permitan generar procesos encaminados hacia la atención de las mismas sin
olvidar el marco totalitario en el que fueron violentadas y el objetivo principal de la acción
profesional que es la superación y transformación del sistema social de la mano de los
movimientos, de las organizaciones y en general de la clase históricamente oprimida.

 Construcción de un proyecto ético político con perspectiva de emancipación de


la mujer

En este punto es importante retomar el PEPP como un proceso de construcción, histórico,


dialectico, radical y abierto, como plantea Montaño quien evidencia que el PEPP es
hegemónico, que integra las visión ética y política del Trabajo Social, que debe tener un
objetivo claro en cuestión del sistema social y que su construcción implica un debate
constante que permita la generación de un consenso, el cual no equivale a la ausencia de
disensos y que se construye a partir de la articulación de los mismos. 34 Es decir que la
disciplina debe abrir el debate en términos del género y de la opresión, debate que se debe
generar a partir del análisis científico de la realidad social y que debe permitir además
generar acciones y estrategias frente a la búsqueda de la paz y la emancipación de la mujer.

 Articulación con movimientos sociales en búsqueda de la equidad

Uno de los puntos fundamentales de la acción profesional y de la construcción de un


proyecto ético político emancipador debe referirse a los movimientos sociales y el papel del

33
WIGDOR, G, BARRIONUEVO. L y ECHAVARÍA, C. Investigación militante como praxis emancipadora.
Reflexiones desde el trabajo social. Revista de Trabajo Social – FCH – UNCPBA. Plaza Publica. Tandil, Año 5 -
Nº 7 Volumen 4, Julio de 2012 – ISSN 1852-2459
34
MONTAÑO. Carlos, (2004) Hacia la construcción del Proyecto Ético-Político Profesional crítico. Costa Rica.
XVIII SEMINARIO LATINOAMERICANO DE ESSCUELAS DE TRABAJO SOCIAL –ALAETS.
o de la Trabajador(a) Social dentro de los mismos, en términos de la conquista de los
derechos.

En este caso el o la profesional debe enmarcarse en las luchas feministas que han generado
avances en el proceso de la garantía de los derechos de la mujer, pero que evidentemente no
generaran un proceso emancipatorio en el sistema social capitalista, es en ese sentido en
que la profesión debe entender a partir del debate y la experiencia su actuar y compromiso
en dichos movimientos que han caracterizado a la región latinoamericana.

Conclusiones

“Por un mundo donde seamos


socialmente iguales, humanamente
diferentes y totalmente libres”
Rosa Luxemburgo

Las conclusiones se desarrollaran bajo puntos, en ese sentido encontramos que:

 La derrota del capitalismo, evidentemente no acabara directamente la opresión hacia


la mujer, pero si la reproducción de las relaciones sociales de dominación, esto
permitirá un mejor desarrollo en las tareas educativas que impacten en la cultura e
ideología de las personas de la cual el o la Trabajador(a) social debe participar
activamente, siempre con un fin específico; acabar con la opresión a la mujer, tarea
que se debe llevar a cabo junto con la derrota del sistema capitalista.

 El o la Trabajador(a) Social debe realizar un proceso que reconozca a la mujer como


sujeta política que participó y participa activamente en el movimiento social
producto de las violaciones patriarcales y machistas.

 El o la Trabajador(a) Social debe replantear el modelo de educación, en la medida


en que se reconoce que este cumple un papel fundamental en la formación
ideológica de las personas. Formación que actualmente reproduce formas de
exclusión, violencia y anulación hacia la mujer dificultando procesos posteriores en
cuanto a la temática de género.

 Es primordial dentro del compromiso ético y político del o de la Trabajador(a)


Social hacerse participe de los movimientos sociales, permitiendo que se convierta
en un actor colectivo para la conquista de los derechos.

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– UNCPBA. Plaza Publica. Tandil, Año 5 - Nº 7 Volumen 4, Julio de 2012 – ISSN 1852-
2459
AFECTACIONES  PSICOSOCIALES EN LAS MUJERES VÍCTIMAS DE
CONFLICTO SOCIOPOLÍTICO ARMADO EN COLOMBIA. REFLEXIONES
PARA UNA INTERVENCIÓN/ACOMPAÑAMIENTO CON PERSPECTIVA
DE GÉNERO Y DERECHOS

Angela María Tolosa Rivera


Universidad Nacional de Colombia – Bogotá

Sub eje 5: Trabajo Social y Género en el marco del conflicto social, económico, político
y /o armado en Colombia

Resumen

El presente texto tiene como objetivo generar reflexiones en lo concerniente a la


intervención o acompañamiento psicosocial brindado por los y las profesionales del
Trabajo Social, a las víctimas/sobrevivientes de la violencia ejercida en el marco del
conflicto armado colombiano y las repercusiones que de este se derivan. Lo anterior lo
presentaré haciendo especial énfasis en las afectaciones que se producen en la vida de las
mujeres a quienes distintos tipos de violencias en el devenir histórico, tanto en ámbitos
públicos como privados, han generado en ellas secuelas que condicionan muchos de sus
aspectos económicos, sociales, culturales y familiares como producto del conflicto, y que
están susceptibles a intervenciones en lo social, de allí que sea de interés para los y las
profesionales del Trabajo Social.

Busco señalar elementos a mi consideración importantes, para tener en cuenta en la


intervención e investigación, como una suerte de pistas que puedan orientar el quehacer
profesional frente a las distintas posibilidades de actuación en escenarios de conflicto,
procurando una mirada transversal hacia la comprensión del fenómeno, con una perspectiva
de género y derechos revisando las múltiples vulneraciones a las cuales  se ven sometidas
las mujeres por el hecho de serlo.

Palabras clave: Conflicto armado, Mujeres, atención psicosocial, Perspectiva de género,


afectaciones psicosociales.

Introducción

De las 6.073.453 personas registradas como victimas ante la Unidad para la Atención y
Reparación Integral a las Victimas (UEARIV) desde 1985 hasta la actualidad, un total de
3.335.891 son mujeres que han sido víctimas de los 12 hechos incluidos en la ley 1448 de
2011 “Ley de víctimas y restitución de tierras” (UEARIV: Agosto, 2014) ello presenta un
panorama de victimización hacia las mujeres que es de interés revisar en este texto.
El contexto colombiano atravesado por múltiples situaciones problemáticas, dado el
conflicto sociopolítico- armado que presenta desde hace más de 5 décadas, ha generado en
la población civil afectada de manera directa o indirecta diversas secuelas de tipo
emocional, social, familiar, económico, material y simbólico entre otros, que nos permiten
dimensionar de manera más amplia su trascendencia en la vida política y social del país y
las repercusiones que ha traído consigo desde sus inicios hasta la actualidad.

El conflicto armado colombiano originado en la década de los años 60 se ha configurado


con características particulares pues señala Bello (2005) que  “el conflicto armado interno
es un proceso dinámico y cambiante, las estrategias de guerra los intereses en disputa, los
actores protagónicos e incluso los discursos para referirse a él, no permanecen
inamovibles, por lo que es preciso caracterizarlos constantemente” (p. 10).  
De igual manera señala que sus principales características son:
-    Su larga duración y la naturalización generalizada en la población civil y armada.
-    La expansión en zonas rurales y urbanas.
-   Heterogeneidad de actores, regiones, intereses en disputa, accionar, ideologías entre
otros.

El conflicto en su paso, ha dejado múltiples afectaciones en quienes han vivido de cerca la


tragedia que produce como manifestación de acciones enfocadas a la destrucción,
generación de terror, control territorial y de la vida, movilidad y participación política de
las poblaciones a las cuales llega, por ello, se hace necesario revisar este fenómeno y así
incidir en aspectos que puedan disminuir las secuelas que han quedado en quienes se han
convertido en sus víctimas.

Esta problemática interna ha modificado visiblemente las dinámicas propias de quienes se


han convertido en víctimas y que por tanto, hacen parte de un Estado que como imperativo
ético y para garantizar el restablecimiento de derechos de sus ciudadanos y ciudadanas,
debe orientar  su mirada para acogerles y dar cumplimiento a las normas del Derecho
Internacional Humanitario (DIH) y las medidas de reparación que se establecen para tal fin,
por haber sido víctimas del conflicto y por la vulneración de derechos constitucionales a la
que se vieron sometidos, en muchas ocasiones por las omisiones del Estado para garantizar
su bienestar.

A su vez y debido a la dimensión que el conflicto ha generado en el ámbito social, se


convierte en un campo de acción profesional que por las afectaciones psicosociales
producto de los hechos victimizantes a la población civil, requieren del acompañamiento de
los y las profesionales de las áreas Sociales y Humanas y específicamente de la
intervención y/o acompañamiento de profesionales del Trabajo Social.
Si bien aquí se generan algunas recomendaciones y conclusiones al respecto, estas parten
de posiciones personales con respecto a lo que considero es pertinente trabajar en los
procesos de acompañamiento e intervención con y para las mujeres víctimas-
sobrevivientes, teniendo como eje transversal una reflexión frente al quehacer profesional y
las actuaciones éticas en el acompañamiento.

Abordaje de la perspectiva de género en la intervención con mujeres víctimas

Es importante mencionar para fines de este texto que se entenderán como víctimas a las
mujeres que como consecuencia del conflicto hayan sufrido afectaciones de tipo físico,
moral, psicológico, emocional, económico y material por parte de los actores armados
legales e ilegales. Esta apreciación implica un distanciamiento respecto de la definición
“legal” de víctima que se plantea mediante la Ley 1448 de 2011 ya que en esta no se
incluyen afectaciones y daños generados por actores estatales.

Si bien el conflicto armado interno genera múltiples secuelas o huellas en diferentes


ámbitos, estas se hacen presentes de manera diferenciada y desproporcionada en hombres y
mujeres, pues aunque en los hombres también existen afectaciones, son ellos quienes en
menor medida acuden o manifiestan requerir de algún tipo de acompañamiento psicosocial
o presentar daños de tipo emocional que afecte su cotidianidad, lo anterior no significa que
ello no deba contemplarse como una afectación, por el contrario debe ser evaluada en tanto
allí también se ubican secuelas.
Por otro lado, en espacios familiares, terapéuticos o grupales las mujeres si manifiestan con
mayor frecuencia las afectaciones que en ellas ha dejado la experiencia del conflicto, de
manera que a partir de lo que ellas identifican y consideran necesario abordar, es posible
acompañarlas, ya que las afectaciones presentes en las mujeres no sólo son producto del
conflicto armado sino de diferentes cadenas de violencias y afectaciones a las cuales han
estado expuestas de manera previa y que se exacerban en el conflicto armado.
De esta manera se puede identificar que las violaciones a Derechos Humanos se cometen
con poblaciones particulares, en este caso las mujeres:

el uso de estrategias de guerra, violatorias de los Derechos Humanos y el Derecho


Internacional Humanitario, ha afectado principalmente a la población civil y de
manera particular, a campesinos, indígenas y afrocolombianos, entre los que
sobresalen las mujeres, los niños y las niñas como los grupos mayormente
vulnerados por las dinámicas de la guerra “(Bello, 2010, p.11).

Un mayor acompañamiento en las secuelas del conflicto hacia las mujeres se debe a la
focalización que se realiza en materia de programas sociales para la atención diferencial de
estas, que obedece a acciones afirmativas tendientes a la garantía de derechos hacia las
mujeres que, como producto de los hechos victimizantes del conflicto armado y
especialmente el desplazamiento forzado, han agudizado sus condiciones de vida tal, como
lo señalan las organizaciones sociales de mujeres y la Corte Constitucional en el Auto 092
de 2008 al igual que el Informe Alternativo presentado a la CEDAW- 2013 en materia de
derechos de las mujeres víctimas.

A través de estos mecanismos jurídicos y de la movilización social, se han establecido


medidas para garantizar y proteger sus derechos, ya que las mujeres -por el hecho de serlo-
se ven en mayor medida expuestas a condiciones de desigualdad, impunidad y
discriminación derivadas del conflicto, que como resultado generan afectaciones en su
calidad de vida, su dignidad, auto percepción y en ámbitos emocionales, relacionales
sociales, culturales económicos y familiares entre otros.
 
En este sentido, es importante reconocer que las afectaciones se profundizan cuando la
víctima es una mujer en tanto que como se ha mencionado anteriormente, previo al hecho
victimizante se han ejercido otras formas de violencia que componen su historia de vida por
patrones culturales estructurantes, que han naturalizado la idea de que las diferencias
biológicas entre hombres y mujeres se convierten en factor de desventaja social tal como lo
señala Scott (citado por Meertens, 2006) planteando que:

El género como categoría de análisis remite a un principio estructurante de las


relaciones sociales en todas las sociedades, que se manifiesta en dos sentidos:
como una construcción cultural (identidades, roles, valores, normas de
comportamiento) a partir de la diferencia sexual -biológica, y como una relación
social asimétrica entre hombres y mujeres” (p.112).

Así, el género como categoría de análisis en el estudio de las realidades sociales se


convierte en un elemento que permite abordar realidades más concretas, situadas y
estudiadas desde la observación de factores estructurales protectores y/o vulnerantes, para
hacer una lectura compleja pero comprensiva de situaciones que a nivel estructural e
individual posicionan al sujeto, en este caso a las mujeres que agudizan su condición de
victimas con posterioridad al hecho violento,  pues las condiciones de calidad de vida y
bienestar se hacen difíciles en tanto allí se interceptan otras formas de opresión que las
sitúan en un lugar  en el cual sus derechos y estabilidad se ven menoscabados.

Para comprender la importancia del estudio diferenciado de las afectaciones psicosociales


de las mujeres en contextos de conflicto, es indispensable revisar los aportes en términos
teóricos del estudio de la dinámica social con perspectiva de género entendiendo esta
última como:

(…) una herramienta de análisis teórico-metodológica que permite el


examen sistemático de las prácticas y los roles que desempeñan las mujeres
y los hombres en un determinado contexto económico, político, social y/o
cultural. Sirve para captar cómo se producen y reproducen las relaciones
de género dentro de una problemática específica. Sirve para visualizar y
reconocer la existencia de relaciones de jerarquía y desigualdad entre
hombres y mujeres expresadas en opresión, injusticia, subordinación,
discriminación mayoritariamente hacia las mujeres. Sirve para observar y
entender el impacto diferenciado de programas, proyectos, políticas y
normas jurídicas sobre los hombres y las mujeres. Asimismo, el análisis en
perspectiva de género se caracteriza por ser inclusivo al contener otras
variables tales como: clase, etnia, edad, procedencia rural/urbana, credo
religioso, preferencia sexual, entre otras, para evitar hacer
generalizaciones que obvien las especificidades del contexto donde se
producen las relaciones de género.

La perspectiva de género, implica una forma de ver la realidad y una


forma de intervenir o actuar en ella, con el fin de equilibrar las
oportunidades de los hombres y las mujeres para el acceso equitativo a los
recursos, los servicios y el ejercicio de derechos “ (Guillerot, 2006,p. 61).

Así, revisar el lugar de las mujeres dentro del contexto del conflicto armado permite
ampliar la mirada para intentar la comprensión de esos elementos estructurales que han
estado presentes en sus vidas, condicionando muchas de sus acciones pero que de igual
manera, permiten dimensionar aquellas circunstancias que las han atravesado y que, a fin
de revisar su historia de vida o generar estrategias de intervención, nos aporten aspectos
relevantes de análisis para una reparación transformadora entendiendo esta como la
posibilidad no de regresar a las condiciones en las cuales se encontraba la persona con
anterioridad al hecho, sino la generación de transformaciones en su contexto que garanticen
la realización de derechos y condiciones de vida humana digna.

En el marco de generar acciones tendientes a la reparación para las víctimas de territorios


en conflicto, se establecen entre otras, las medidas de rehabilitación como posibilidad para
brindarles una atención en ámbitos médicos y psicosociales para generar una contención en
cuanto a factores protectores de la vida, la salud y el bienestar emocional y social de las
personas afectadas.  Es este el escenario en el cual los y las profesionales de Trabajo Social
en particular podemos inscribirnos, para llevar a cabo procesos de reparación y
acompañamiento a poblaciones y comunidades afectadas por el conflicto, esto mediante lo
establecido desde el DIH como “regulador” de conflictos, de allí la importancia en su
abordaje.

La atención psicosocial como posibilidad para abordar la situación de las mujeres en


contextos de conflicto.
Aquello a lo que se denomina lo Psicosocial presenta 2 componentes lingüísticos (Cardozo:
2009,) el prefijo psico hace referencia al aspecto subjetivo y las características que a nivel
personal se tienen; y lo social se relaciona con aquellas interacciones de la persona dentro
del mundo en el que se desenvuelve y que, por tanto le genera sentido de pertenencia e
identidad, implica el contexto socio-político, cultural, religioso, ideológico etc. En otras
palabras “(…), lo psicosocial parte de preguntar por la experiencia subjetiva de una
persona inscrita en espacios más amplios de relación con otros, un sujeto en relación o,
como lo llamarían Becker y Weyermann, un sujeto   en contexto” ( Bello, 2010:14.)
La atención psicosocial como enfoque de intervención en contextos de conflicto ligada a la
ayuda humanitaria surge después de la primera guerra mundial, a partir del análisis de las
consecuencias que dejan los conflictos y guerras en la vida social de las personas que han
estado presentes y se han visto afectadas en ámbitos personales, familiares, económicos y
sociales.
Al reconocer la multiplicidad de aspectos psico-sociales en el análisis situacional de los
individuos, y específicamente los impactos generados en quien ha vivido hechos de
violencia, cobra gran importancia al abordarlo como campo de construcción de
conocimiento e intervención en Trabajo Social en ámbitos de conflicto.

De allí la relevancia de trabajar en  este campo, no sólo direccionando las intervenciones


hacia un sentido meramente humanitario -que es necesario-, sino que debe fortalecerse en el
marco de la defensa de los DD.HH, la construcción de ciudadanías activas y la promoción
de capacidades de agencia por parte de las mujeres víctimas/sobrevivientes como sujetos
transformadores de su realidad.

La atención psicosocial con miras a alcanzar condiciones de bienestar, vida digna, y aportar
a la contención de situaciones de riesgo en crisis, se convierte en un proceso muy relevante
pues “supone una mirada comprensiva capaz de reconocer los daños en las subjetividades
y en los constructos culturales los cuales se vinculan de manera profunda con los
sentimientos de indignidad y de vulneración de la condición humana” (Corporación Avre
2005. 22).

Se hace necesario reconocer que las afectaciones en las mujeres producto de los hechos
ocurridos en el conflicto generan un duelo que, como menciona Calvo (citando a Pereira,
2005), por su definición etimológica en latín, es dolus, y significa dolor, lastima y aflicción.
El duelo entonces es  una “respuesta emotiva a la pérdida de alguien o de algo” en este
sentido lo que se hace necesario es revisar la carga emocional que se le atribuye a la
pérdida, lo que ellas representan y las aflicciones que han podido generar tanto a nivel
individual como familiar para que de esa manera se pueda orientar la intervención o
investigación.
Ámbitos de afectación psicosocial en las mujeres víctimas-sobrevivientes del conflicto
armado identificadas durante o posterior al hecho victimizante.

Es importante mencionar que los impactos o afectaciones en el marco del conflicto no se


refieren exclusivamente a las situaciones de manera particular, directas e intencionadas,
sino que a su vez “debe considerar pérdidas que alteran de manera catastrófica y
repentina la vida de muchas mujeres” (CNRR 2010), aquí se incluyen esas afectaciones
colaterales a la persona y que por tanto, involucra al núcleo familiar o comunidad de la cual
se hace parte.

De esta manera es posible abordar entonces los distintos ámbitos en los cuales se hace
presente el duelo que expresa las pérdidas y aflicciones, que como menciona Calvo (2005)
se presentan como un proceso de desapego “del objeto amado que cuando este ya no está,
parte de nosotros se va también”. Lo anterior permite reconocer no sólo una pérdida a nivel
material sino especialmente a nivel simbólico e identitario.

Las afectaciones psicosociales que a continuación presento hacen parte de una recopilación
e indagación de diversos textos y de igual manera, surge a partir de reflexiones
experienciales en torno a la escucha de narrativas de mujeres que han sido víctimas de
distintos hechos, y que con sus relatos, han buscado poner de manifiesto sus historias de
vida y las situaciones dolorosas por las cuales han atravesado como consecuencia del
conflicto.

Señalo entonces 4 tipos de afectaciones que se producen:

-          Afectaciones en el ámbito individual (la subjetividad y corporalidad.)

-         Afectaciones en el ámbito familiar. (Con consecuencias a nivel relacional, sexual y


reproductivo.)

-          Afectaciones en el ámbito comunitario. (Los vínculos y lazos sociales)

-          Afectaciones a nivel moral, cultural e identitario.

Estas se hacen visibles cuando se presenta:

- Separación de la unidad familiar derivadas de las difíciles condiciones de vida como


consecuencia del conflicto (por amenazas, reclutamiento forzado de niños, niñas y
adolescentes, la familia tiende a redistribuirse por zonas del país por razones de seguridad o
para incorporarse en nuevas actividades económicas que aseguren la sostenibilidad
familiar.)
- Daños producidos por violencia física y sexual El cuerpo de las mujeres en contextos de
guerra siempre ha sido un factor determinante para que esta tenga mayores secuelas pero
adicionalmente, se generan afectaciones en la comunidad de la cual hacen parte las
mujeres. Así, ellas, sus familias y comunidades resultan siendo afectadas por la humillación
y trato degradante al cual se hallaron expuestos, a esto RashidaManjoo le ha denominado
“comunidad de daños”.( ONU, 2010)

- Transformaciones negativas en los proyectos de vida a nivel personal y familiar,


especialmente por la pérdida de miembros del núcleo o las pérdidas a nivel material o
económico que representan condiciones de vida distintas a las que se tenía previo al hecho.

- Lesiones físicas, secuelas, heridas, marcas de las agresiones vividas, discapacidades,


amputaciones. Presencia de temor generalizado y constante frente a la posibilidad de
nuevas agresiones hacia sus cuerpos o sus familias.

- Los daños en la configuración de la sexualidad e impactos emocionales producto de delitos


sexuales: existe desconfianza frente al establecer relaciones conyugales, a su vez
consecuencias a nivel emocional como aislamiento, deseos suicidas, tristeza, culpa,
alteraciones del sueño entre otras.

- Señalamientos de su comunidad por presunta vinculación o información a grupos armados


ilegales o grupos en disputa.

- Las mujeres también se encuentran en una afectación con respecto a la


condición/denominación como víctimas, pues si bien es necesario asumirla en términos del
reconocimiento y exigibilidad de derechos que ello implica, se pasa de tener una identidad
construida a una atribuida a partir de la discriminación generada por la comunidad
receptora, (esto particularmente cuando ha habido desplazamiento forzado), genera
estereotipos, desdibujando otras características del ser de las mujeres y sus hijos e hijas,
para quienes en su cotidianidad este señalamiento se va constituyendo en su principal forma
de nombrase frente a otros.

- Existe Impacto en la salud sexual y reproductiva: Riesgo de adquirir Enfermedades de


Transmisión Sexual / VIH, afectaciones por haber sido sometidas a embarazos, desnudos,
prostitución forzados entre otros; no se brindan posibilidades de acceso a servicios de salud
sexual, métodos anticonceptivos o Interrupción Voluntaria de Embarazo.
 
- Afectaciones al presenciar actos violentos masacres, homicidios, violaciones torturas.
- Se generan cambios en los roles de hombres y mujeres esto debido a dinámicas urbanas,
generando conflictos intra-familiares por las funciones que cada quien desempeña en el
hogar respecto de las que se tenían en ámbitos rurales. Señala Ramírez (2001) que:

La huida de los grupos familiares para salvar la vida y la búsqueda de lugares de


refugio transitorio o de asentamiento, suscita cambios en las relaciones
intrafamiliares que propician las redefiniciones en las identidades de género. Es
decir, la consideración de los efectos del desplazamiento sobre la familia, la niñez y
la juventud, contribuyen a revelar los cambios en las relaciones de pareja y en el
ejercicio de la maternidad y la paternidad (p.21).

- Pérdida de redes sociales de apoyo de tipo familiar, comunitaria, religiosa, espiritual,


económica etc.

-  Los usos y costumbres se van perdiendo, ya que las acciones se ponen en función de la
adaptación al medio social al que la familia se incorpora en los lugares de llegada, dejando
atrás las tradiciones y costumbres propias del lugar y comunidad de origen.

- Las familias que como se ha señalado tienden a convertirse en mono-parentales con


jefatura femenina, al desplazase se enfrentan a las problemáticas sociales de la ciudad
especialmente en las periferias: aparecen situaciones de  delincuencia común, consumo y
expendio de sustancias psicoactivas que afectan principalmente a sus hijos e hijas, déficit
en condiciones de bienestar y servicios públicos, control territorial por “bacrim” entre
otros.

- Afectación por embarazos no deseados producto de delitos sexuales que en el ámbito


familiar cobran daño directo en las relaciones de las mujeres con los niños y niñas al
encontrar en ellos la representación del acto violento.

- Disminución en la interacción, espacios y prácticas familiares. Los tiempos se destinan a


actividades laborales, de traslado y educativas disminuyendo así el espacio de encuentro
entre los miembros de la familia, afectando los canales de comunicación y las prácticas y
costumbres tradicionales de la familia   Incertidumbre frente a las desapariciones forzadas e
imposibilidad de realizar ritos fúnebres, hecho que dificulta el proceso de elaboración de
duelo.

- Prohibición o limitación de la movilidad y participación política-organizativa en sus


territorios. Cuando los actores en conflicto aún se encuentran en el territorio restringen la
movilidad y la participación política de las mujeres, en ocasiones se les atribuye
colaboración con uno u otro grupo para justificar acciones violentas en contra de ellas o las
organizaciones. Se les expulsa, asesina y/o amenaza de manera individual o junto con sus
familiares o la organización a la cual pertenecen, dañando de esta manera la posibilidad de
participación e incidencia que puedan tener en sus regiones y se instaura el temor hacia la
idea de pertenencia a grupos.

- Pérdida de bienes muebles e inmuebles. El despojo de sus territorios genera en las mujeres
no sólo la sensación de ausencia material de aquello que habían construido, sino que
además es una pérdida de lo vivido, en el sentido de que no existe forma de nombrar
aquello que ya no se tiene -o está lejano- y que perdura en sus recuerdos como huella de
añoranza o perturbación.

- Un aspecto relevante consiste en las afectaciones que genera la re victimización


institucional durante el proceso de reparación e inclusión en el Registro único de Víctimas
u otros instrumentos diseñados para recoger la información respecto de quienes son
víctimas en el país, pues se sienten señaladas, se desconfía de lo que manifiestan o no se
brinda una atención adecuada. Por otro lado sienten que cobra mayor relevancia el relato de
los hechos proveniente del victimario generando así tensiones en tanto existen verdades en
disputa y se propician beneficios para los victimarios.

- Afectaciones por la Impunidad, ausencia de verdad y justicia.


No existe reconocimiento, penalización y verdad frente a los delitos cometidos por fuerzas
militares legales, ello genera continuidad en la impunidad como forma de revictimización
en el marco de un conflicto que no ha cesado y que por lo tanto, complejiza el panorama de
la reparación cuando la amenaza de riesgo es latente.

Conclusiones y recomendaciones

En el campo de la intervención en lo social con respecto a las mujeres víctimas que ha


dejado el conflicto armado, las acciones que pueden realizarse son múltiples dependiendo
de las orientaciones que los y las profesionales realicen, esto último obedeciendo al
principio de que son ellas mismas quienes atribuyen y le dan sentido a sus experiencias de
vida, a los duelos, pérdidas y afectaciones que hayan tenido con relación al conflicto
vivido.

El reconocimiento de la identidad como víctimas para las  mujeres implica el


reconocimiento de las violaciones de sus derechos, sin embargo esta es una más de las
identidades o nominaciones a las que pueden referirse por sí mismas, sin que esta se
considere como la única. Por otro lado el acompañamiento en los procesos de memoria son
vitales para fortalecer y reflexionar sobre las identidades de género y la incidencia que las
mujeres han tenido en la construcción de sociedad y las costumbres que en comunidades
étnicas-especialmente- se mantienen gracia a su presencia.
Dado que existen obstáculos para el acceso a justicia que se profundizan especialmente en
casos de delitos sexuales, considero necesario abordar la problemática de violencia en la
cotidianidad y en el marco del conflicto armado con el apoyo de herramientas jurídicas que
con perspectiva de género, den luces frente a las posibles actuaciones para abordar el tema
y que el acompañamiento brindado desde un enfoque psicosocial con perspectiva de género
a su vez se integre a un enfoque de derechos, para dar reconocimiento a la condición de
sujeto de derechos a las víctimas y que por tanto implique un abordaje crítico y político del
conflicto y no meramente humanitario.

Para pensar en una transformación de las relaciones cotidianas de desigualdad e inequidad


por razones de género, es necesario incluir la mirada de quienes han naturalizado conductas
y comportamientos violentos, incluyendo a las propias mujeres y personas con opciones
sexuales diversas, es decir, debe trabajarse sobre la raíz del problema y no sólo sobre sus
consecuencias.

Por otro lado, el reconocimiento de la dignidad humana pasa por el respeto del cuerpo de
las mujeres y de las acciones que en materia de alcance de la equidad social deban
realizarse en las relaciones cotidianas y en el ámbito de las políticas sociales.

Es importante hacer la transición de victimas a sobrevivientes para la transformación del


lenguaje y así mismo de las realidades e identidades que trazan la vida de las mujeres que
padecieron situaciones de conflicto. Es una responsabilidad y compromiso ético de los y las
profesionales el estar constantemente investigando sobre la realidad social y los contextos
en los cuales interviene, para así reconocer dinámicas del conflicto y en general de las
relaciones sociales que generan inequidades, revisando sus causas, efectos y dinámicas de
manera que podamos tener una mayor comprensión del fenómeno con el objetivo de revisar
mejores estrategias de acompañamiento.

Es importante también acompañar el proceso de desinstalar la culpa de quien ha sido


víctima, esto es un proceso vital, pues permite a la persona reconocer los factores que
produjeron su situación y por tanto generar reparación emocional y descarga de
sentimientos de culpa frente a los hechos ocurridos.

Es un campo de acción y un compromiso importante en el Trabajo Social acompañar y


conocer los movimientos sociales de mujeres que se han enfocado en construir propuestas
de paz y trabajo en torno a la equidad, defensa de los derechos y acompañamiento a sus
procesos de duelo, exigibilidad de verdad y justicia, pues ello no sólo contribuye al
aprendizaje de los y las profesionales, sino que a su vez permite reconocer factores
protectores de mujeres que en la dinámica de exigencias y en constante movimiento por la
búsqueda de justicia, se fortalecen y ello de alguna manera tiene efecto reparador para sus
proyectos de vida.
La intervención realizada por los y las profesionales debe contar con la trascendencia de un
carácter asistencial a un carácter político. Las acciones que en materia de reparación se
hacen necesarias para garantizar condiciones de bienestar a quienes han sido víctimas
requiere de acciones que van  más allá de condiciones inmediatas de satisfacción de
necesidades como respuesta humanitaria, se convierte en una apuesta por garantías a la
dignidad humana, el bienestar , la justicia, la exigibilidad y garantías de derechos.

Las mujeres tienen lugar en el rumbo de su proceso de reparación, debe reconocerse en


ellas su papel de sujeto activo, transformador de su realidad, que si bien puede encontrarse
en condiciones difíciles derivadas del conflicto, es quien sostiene su vida y la de los
miembros de su familia, reconocer la existencia de sus capacidades es también aportar a la
dignificación de su condición humana y de mujer.

Bibliografía

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#·7. Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de
Trabajo social Bogotá.
EL PAPEL DEL DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL EN LA HISTORIA
DE LOS ESTUDIOS DE MUJER Y GÉNEROS EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL
DE COLOMBIA – SEDE BOGOTÁ

Diana Lucetty Tobar Gómez


Universidad Nacional de Colombia

Sub-eje temático

“Perspectivas teóricas, epistemológicas para el abordaje de género desde el Trabajo Social”

"Estar juntas las mujeres no era suficiente, éramos distintas.


Estar juntas las mujeres gay no era suficiente, éramos distintas.
Estar juntas las mujeres negras no era suficiente, éramos distintas.
Estar juntas las mujeres lesbianas negras no era suficiente, éramos distintas.
Cada una de nosotras teníamos sus propias necesidades y sus objetivos y alianzas muy
diversas. La supervivencia nos advertía a algunas de nosotras que no nos podíamos
permitir definirnos a nosotras mismas fácilmente, ni tampoco encerrarnos en una
definición estrecha... Ha hecho falta un cierto tiempo para darnos cuenta de que nuestro
lugar era precisamente la casa de la diferencia, más que la seguridad de una diferencia en
particular."

AudreLorde

Resumen

Al escribir este documento busqué analizar la relación Trabajo Social – mujeres - géneros,
en el presente, y en la Universidad Nacional de Colombia, a partir de la comprensión del
papel del Trabajo Social en la historia de los estudios de mujer y géneros en la misma
unidad académica.

Así como intentar dar respuesta al interrogante: ¿El método de análisis utilizado para la
realización de estudios de mujeres y géneros caen o no en la utilización del paradigma
positivista?

Reconocer en el pasado y presente los limitantes para la articulación entre Trabajo Social,
género y mujeres. Para de esta manera atreverme a proponer salidas que logren una
interconexión de saberes, luchas y resistencias
Introducción

La falta de una reflexión explícita en las disciplinas sociales acerca de las relaciones de
género produjo sesgos androcéntricos en el seno del mismo pensamiento científico, los
cuales serán criticados y retomados como objeto de estudio por el feminismo académico en
la década de los 70 del siglo XX35.

En la Universidad se institucionalizó el programa de estudios de Género, Mujer Y


Desarrollo, en 1994, con el fin de contribuir al conocimiento de las cambiantes relaciones
entre mujeres y hombres, impulsar la equidad de género no sólo en términos del
crecimiento sino en el ejercicio de la democracia36.

La academización, la incorporación a las instituciones de los regímenes políticos y los


distintos estamentos de gobierno y la “oenegización”37 son las operaciones más importantes
que comienzan a reconfigurar al movimiento feminista en este período, produciendo
también, junto con una multiplicidad de nuevas experiencias, acciones y saberes, su
incipiente fragmentación y creciente cooptación. Durante este período, el feminismo
latinoamericano comenzó a recorrer el camino de la insubordinación a la
institucionalización.38

La cuestión de la “doble militancia entendida como el compromiso con el feminismo, por


un lado, y organizaciones o movimientos políticos no específicamente feministas, fue uno
de los debates fundamentales”39.

“Todo esto eran manifestaciones y expresiones de diferentes concepciones políticas


expresadas desde el primer encuentro, era lucha política de proyectos políticos y
filosóficos, pero se ocultaban en una aparente homogeneidad y tras el deseo de una especie
de romántica hermandad de mujeres que ha dificultado siempre reconocernos, más allá del
discurso declarativo, como diversas, pensantes y actuantes de distintos proyectos y tras una
identidad de género más fácilmente centrada en tanto víctimas del sistema patriarcal que en
tanto constructoras de nuevas culturas.”40

35
Puyana Villamizar, Yolanda. Nacen Los Estudios Sobre Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia. En:
Cuatro Décadas De Compromiso Académico En La Construcción De La Nacional. (Comp.) ARCHILA, Mauricio. Ed. Unal De
Colombia. Año De Edición: 2006. Pg. 127.
36
Ibíd.
37
 Bellotti, M. Y Fontenla, M.(1997): “Feminismo Y Neoliberalismo”, En Brujas Año XVI, Nº 24, Bs. As.
38
D’Atri, Andrea. Feminismo Latinoamericano: Entre La Insolencia De Las Luchas Populares Y La Mesura De La
Institucionalización. Artículo Publicado En: Panorama Internacional, Www.Fg.Org.Ar.Pg. 4
39
Vargas, Virginia (2002): “Los Feminismos Latinoamericanos En Su Tránsito Al Nuevo Milenio”; En AA.VV.: Feminismos
Latinoamericanos: Retos Y Perspectivas, México, PUEG 
40
Bedregal, Ximena (2002): “Los Encuentros Feministas, Lilith Y El Todo Poder UNO”, En Www.Creatividadfeminista.Org 
El papel del Departamento de Trabajo Social en la historia de los estudios de mujer y
géneros en la Universidad Nacional de Colombia – Sede Bogotá

Para comenzar es necesario, reconocer que la participación en la historia de los estudios de


mujeres y géneros no ha sido como tal del Departamento. Puesto que desde el Grupo Mujer
y Sociedad, existió la participación de Trabajo Social, no como departamento sino con
profesoras (3) procedentes de este departamento, ya que no era prioridad para otras
docentes o para las estudiantes de la época.

El Grupo Mujer y Sociedad, se crea planteando una propuesta de establecer cambios y


transformaciones al interior de la Universidad, en cuanto a prácticas discriminatorias o
transformación de los roles de género tradicionales que conllevarán a una equidad de
género al menos dentro de ésta y en las prácticas de vida cotidiana de las y los estudiantes.
Este interés se genera en un contexto en el cual se hacen evidentes las consecuencias, de la
falta de una reflexión explícita en las disciplinas sociales acerca de las relaciones de género,
producto de sesgos androcéntricos en el seno del mismo pensamiento científico (que fueron
criticados y retomados como objeto de estudio por el feminismo académico en la década de
los 70 del siglo XX)41. Por tal impulso de éste grupo de mujeres, se constituye en un evento
significativo, que se verá más adelante fortalecido de cierta manera por la
institucionalización de un saber en un medio poco flexible ante conocimientos emergentes,
en especial cuando exige trabajo interdisciplinario y contiene una perspectiva política que
cuestiona las ciencias androcéntricas.42

El inicio de los estudios de mujeres y géneros estuvo marcado por la participación de sus
impulsoras en grupos socialistas y de izquierda, lo que marcaba el seguimiento a un
paradigma marxista, del que después se apartaron los estudios de mujer y género. Pues las
mujeres se encontraron con disparidades en ese discurso y modelo occidental, que
presentaba la lucha por una búsqueda de la redistribución de la riqueza entre las clases
sociales, y no tenía objetivos de emancipación para las mujeres. Florence señala: Cada vez
que preguntábamos por la discriminación específica de las mujeres, los compañeros de la
izquierda nos respondían: ¡compañeras! Ante todo la lucha de clase y después de la gran
revolución arreglaremos los problemas de ustedes43.

En esa medida se inicia la búsqueda por otras teorías, por la construcción de una episteme.
El género en este camino tenía una validez mucho más universal que el concepto clase,
porque en sociedades comunistas donde el problema de la clase no existía, ahí había
41
PUYANA VILLAMIZAR, Yolanda. Nacen Los Estudios Sobre Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia .
En: CUATRO DECADAS DE COMPROMISO ACADEMICO EN LA CONSTRUCCION DE LA NACIONAL. (Comp.)
ARCHILA, Mauricio. Ed. U NAL DE COLOMBIA. Año De Edición: 2006. Pg. 127.
42
PUYANA VILLAMIZAR, Yolanda. Nacen Los Estudios Sobre Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia .
En: CUATRO DECADAS DE COMPROMISO ACADEMICO EN LA CONSTRUCCION DE LA NACIONAL. (Comp.)
ARCHILA, Mauricio. Ed. U NAL DE COLOMBIA. Año De Edición: 2006. Pg. 128
43
Entrevista A Florence Thomas Por Martha Bohórquez.
problemas de género44. Un camino que en la Universidad Nacional de Colombia se da a
partir de la década de los ochenta. Para la aparición de los estudios de mujeres y géneros en
la Universidad Nacional de Colombia, se explican dos posibles causas: Una primer causa
desde el exterior, como motivación del movimiento social, el apoyo del Estado y la
cooperación internacional; y otra causa desde el interior por motivación del grupo Mujer y
Sociedad, el programa de estudios de Género, Mujer Y Desarrollo (que se institucionalizó
1994), con el fin de contribuir al conocimiento de las cambiantes relaciones entre mujeres y
hombres, e impulsar la equidad de género no sólo en términos del crecimiento sino en el
ejercicio de la democracia, y por último el programa y posterior escuela de estudios de
género y mujer.

En la historia, y los relatos eran comunes las reflexiones acerca de la importancia que tuvo
la participación de las ONG´s en el impulso de proyectos investigativos, que junto con la
academización, la incorporación a las instituciones de los regímenes políticos y los distintos
estamentos de gobierno45 son las operaciones más importantes que comienzan a
reconfigurar al movimiento feminista en este período, produciendo también, junto con una
multiplicidad de nuevas experiencias, acciones y saberes, su incipiente fragmentación y
creciente cooptación. Durante este período, el feminismo latinoamericano comenzó a
recorrer el camino de la insubordinación a la institucionalización 46.Un proceso que a partir
de la colonialidad del poder del saber nos muestra como esa expectativa social de lograr un
estatus científico, impulsado por occidente, también permea la historia de los estudios de
mujeres y géneros.

Me permitiré, a continuación, analizar la relación Trabajo Social – mujeres - géneros, en el


presente, en la Universidad Nacional de Colombia. Para de esta forma profundizar el
objetivo general que es transversal en todo el desarrollo de los resultados.

Inicialmente debo decir que en esa relación Trabajo Social- mujeres.- géneros, el análisis
mas complejo se da al intentar describir el Género, ya que en torno a este surgen una serie
de definiciones que construyen y deconstruyen continuamente el concepto, uno de los
componentes, que a mi parecer, hacen de los estudios de mujeres y géneros la construcción
de una ciencia contemporánea, que no se constituye a partir de definiciones absolutas y
rígidas.
Son bastantes las definiciones que existen de género o géneros, para la relación de Trabajo
Social – mujeres y géneros, me atrevo a explicar lo que entiendo por género, en la triada.

44
PUYANA, Yolanda. “Los Estudios De Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia” En: GÉNERO,
MUJERES Y SABERES EN AMÉRICA LATINA: Entre El Movimiento Social, La Academia Y El Estado / Comps. Luz
Gabriela Arango, Yolanda Puyana. – Bogotá: Universidad Nacional De Colombia. Facultad De Ciencias Humanas, Escuela
De Estudios De Género, 2007. Pg. 134
45
D’Atri, Andrea. Feminismo Latinoamericano: Entre La Insolencia De Las Luchas Populares Y La Mesura De La
Institucionalización. Artículo Publicado En: Panorama Internacional, Www.Fg.Org.Ar.Pg. 4
46
 Collin, Francois (1999): “El Diferendo Entre Los Sexos. Las Teorías Contemporáneas”, En Travesías Nº 8, Cecym 
Género es la caracterización que le damos o le dan inicialmente a nuestro cuerpo según el
sexo, y que va a generar mediante los patrones de interacción social, gestados en las
diferentes culturas, una diferencia estructurada, que se convierte en una condición política,
que permite u obstaculiza el ejercicio de diversos poderes. Y que al tomarse desde el
positivismo se singulariza ya que solo hay uno: el femenino, pues el masculino no es un
género. Porque lo masculino no es lo masculino, sino lo general 47. Su estudio parte del
análisis de las interacciones entre hombres y mujeres, el acceso de unos y otros a los bienes
y servicios, los cambios culturales, la formación de las identidades, su énfasis en la
comparación y las diferencias entre los sexos.

El género en la relación con Trabajo Social y mujeres, se puede criticar ya que parte de un
paradigma identitario heterosexual que no cuestiona la sexualidad normativa. Según Butler
“tener un género significa haber establecido ya una relación heterosexual de
subordinación”48, además de generarse otras tensiones con respecto al accionar de Trabajo
Social y su objetivo ético político, de buscar el reconocimiento e igual valoración de la
diferencia, se puede decir que en la categoría género se encuentran muchas confusiones
conceptuales por ejemplo para las mujeres indígenas, ya que si se introducen en las lógicas
de diferenciación existe entonces un rompimiento con las identidades, a consecuencia que
las demandas de las mujeres occidentales no corresponden con las categorías de género que
existen dentro de los pueblos indígenas, y los procedimientos que se enuncian en el
feminismo o los feminismos atentan contra la autonomía y la toma de decisiones sobre sus
procesos e identidades.

Ahora bien, en cuanto a las mujeres y el feminismo, considero que el Trabajo Social
feminista es una opción para el ser y hacer del Trabajo Social. Una opción que no es la
elección de buena parte de los estudiantes y las estudiantes, ya que suscriben concepciones
que se distancian de las ideas feminista, una de las consecuencias de la poca participación
de estudiantes en la construcción de los estudios de mujeres y géneros. Con respecto al
Trabajo Social feminista se suscriben algunas prácticas, tales como el hecho de re significar
los problemas sociales, tomando las necesidades de las mujeres, y materializándolas en
experiencias transformadoras, como centros para mujeres violadas, clínicas para mujeres
etc. Lo que requiere de un estudio de los problemas sociales que tome como punto de
partida la experiencia de las mujeres sobre estos, ver que el problema no reside en las
mujeres sino en la construcción patriarcal de las relaciones sociales, que permita un Trabajo
Social que observe la problematización del género y actué sobre esta.

Una apuesta para el Trabajo Social contemporáneo es el fortalecimiento de los estudios de


mujeres que contienen diferentes enfoques; desde aquellos de corte feminista hasta los que
47
WITTIG," ThePonint Of View, Universal Or Particular" Citado Por JUDITH BUTLER, En El Género En Disputa, El
Feminismo Y La Subversión De La Identidad
48
CURIEL. Ochy (2003). Identidades Esencialistas O Construcción De Identidades Políticas: El Dilema De Las Feministas
Negras. Disponible En: Www.Creatividadfeminista.Org.
se centran en hacer visibles a las mujeres en distintos planos de la vida social y de la
historia49.

Me permito señalar algunas de las causas para que se genere la relación de lejanía y
cercanía entre Trabajo Social - Mujeres y géneros. Encontré dos características: Una
primera que une las categorías y una segunda que las aleja. Primero, existe un interés por la
cientificidad, aunque desde sus debates internos se critiquen los discursos hegemónicos de
racionalidad (En los estudios de mujeres y géneros, por la necesidad de un conocimiento
situado desde el feminismo, una localización que le permitiera producir conocimiento y
darle la especificidad a lo estudiado). Y segundo se buscan transformaciones a nivel micro
y macro social, pero se llevan a la práctica discursos que caen en la homogenización y
universalización de los sujetos y las sujetas.

En los estudios de mujeres y géneros, veíamos anteriormente la crítica al termino género, y


además los sectarismos generados muchas veces por los grupos feministas, que continúan
reproduciendo, acciones separatistas y prácticas excluyentes de raza, etnia y clase social.

Y en el Trabajo Social la reproducción de dos sesgos androcéntricos, que alejan a los


estudiantes y las estudiantes de los estudios de mujeres y géneros: Un sesgo familista que
parte de considerar a la familia como unidad esencial, como un todo que se articuló en el
que prevalecen los intereses de la unidad sobre los intereses de los y las integrantes. Y un
sesgo maternalista, que tiene como base un reconocimiento político de ser madre, que le
atribuye a las mujeres una serie de características culturalmente atribuidas. De lo cual dan
cuenta los adagios populares “si es madre está realizada, y es beneficiara de algunos
programas”.

Me atrevo a señalar otras razones por las cuales no existe una relación estrecha entre las
estudiantes y los estudiantes de Trabajo Social, así como de los docentes y las docentes con
los estudios de mujeres y géneros: primero la falta de compromiso de las administrativas
del Departamento porque se trabaje en torno a objetivos feministas, de las mujeres y con
enfoque de género; Segundo por las políticas y prácticas impregnadas de ideologías
dominantes que subordinan a las mujeres en la sociedad; Y tercero por la falta de
compromiso de las Trabajadoras Sociales y los Trabajadores Sociales de trabajar con bases
populares, enfoque de mujer y género y experiencias alternativas que no se enmarcan
dentro del ámbito institucional.

49
PUYANA, Yolanda. “Los Estudios De Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia” En: GÉNERO,
MUJERES Y SABERES EN AMÉRICA LATINA: Entre El Movimiento Social, La Academia Y El Estado / Comps. Luz
Gabriela Arango, Yolanda Puyana. – Bogotá: Universidad Nacional De Colombia. Facultad De Ciencias Humanas, Escuela
De Estudios De Género, 2007. Pg. 120
Para explicar las relaciones y prácticas dadas en torno la triada géneros- mujeres y Trabajo
Social, es imprescindible hablar de subjetividades y complejidad en la sociedad. En esa
medida debe ser claro que tales relaciones y prácticas son producto de una serie de
discursos que han permeado la vida cotidiana de los sujetos y las sujetas, generando
mediante patrones de interacción social una serie de sesgos que implementados por la
colonialidad del poder y el saber, permiten que construyamos, tácitamente o
reflexivamente, un proyecto de vida que reproduzca o no el discurso hegemónico, euro
céntrico, heterosexual, de raza blanca, cultura occidental, cristiano y de familia nuclear.

En esa medida estudiantes, docentes y administrativos, crecimos en su mayoría inscritos en


esas lógicas, bajo unos parámetros en los cuales, para el hombre es clara su relación con el
contrato social, en su rol de trabajador, que le garantiza la supervivencia y ciudadanía.
Mientras que las mujeres (que según el feminismo no han logrado una ciudadanía plena) el
contrato puede ser o no puede ser. Muchas veces por no contar con ese contrato que le
garantice sus derechos queda expuesta a la caridad y dominio del otro llámese marido o del
gran Otro. Sin querer decir que en la opción de acatar el contrato social no se tengan
relación de opresión. Y mediante prácticas que permiten que cada subjetividad incorpore
los imaginarios sociales en su propio yo, y forme su identidad de género al definirse como
persona sexuada en el entramado social y cultural, estableciendo relaciones no conscientes
ligadas a la subjetividad, e integrando los imaginarios sociales que legitiman su actuar en la
vida cotidiana50.

La anterior explicación me permitió responder en parte, el porqué de la relación de la triada


- géneros- mujeres y Trabajo Social-, mas no justificar el hecho de que exista esa
separación entre la misma, pues aunque la identidad es algo complejo, entendiendo las
dimensiones psicosociales en la que existe una relación individual y social, desde el punto
de vista individual podríamos entenderla como un proceso íntimo y subjetivo en el cual la
persona, a través de su propia experiencia, de representaciones, de referencias en la
interrelación con otros y otras se concibe y actúa consigo misma/o y con los otros y otras51
El análisis de la política de la identidad debe partir de un entendimiento de cómo se van
elaborando los conflictos sociales y los discursos hegemónicos, para poder visualizar sus
profundas contradicciones. No debemos asumir una posición simplista de rechazarlas o de
asumirlas. Es un tema complejo en la acción política, pues al tiempo que podemos pensar
que estamos contrarrestando sistemas de dominación, podríamos estar contribuyendo a su
perpetuación y viceversa52.

50
PUYANA VILLAMIZAR, Yolanda. Nacen Los Estudios Sobre Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia .
En: CUATRO DECADAS DE COMPROMISO ACADEMICO EN LA CONSTRUCCION DE LA NACIONAL. (Comp.)
ARCHILA, Mauricio. Ed. U NAL DE COLOMBIA. Año De Edición: 2006. Pg. 133
51
CURIEL. Ochy (2003). Identidades Esencialistas O Construcción De Identidades Políticas: El Dilema De Las Feministas
Negras. Disponible En: Www.Creatividadfeminista.Org. Pg. 7
52
Ibíd. Pg. 14
Es necesario que comprendamos en nuestra formación como Trabajadoras Sociales y
Trabajadores Sociales que el género, la raza, el propio mundo, todos parecen ser efectos
creados para escurrirse, en el juego de los significantes dentro de un terreno de fuerzas
cósmicas. Pero no podemos permitirnos estos juegos de palabras, ya que los proyectos de
poner a punto conocimientos creíbles a propósito del mundo natural no pueden dedicarse al
género de la ciencia ficción cínica o paranoica53.

Es un compromiso ético y político tratar de deconstruir desde nuestras prácticas, mediante


acciones reflexivas pautas de comportamiento que reproducen desigualdades,
individualismo, verdades absolutas, sectarismos racionales, y sufrimientos. Es decir,
independientemente de nuestro interés o no por ser mujer feminista u hombre pro feminista,
debe existir un propósito común, que parta del compromiso personal con los otros y las
otras de, no solamente, decir ellos y ellas sin reflexión. Se trata de tomar una posición que
permita dirigir nuestro accionar profesional y de vida, no debemos seguir actuando sin
escuchar que tienen para decir las demás personas. Debemos analizar la indexicalidad de
acciones como: Una canción que dice “la liberación solo es para las ricas porque las pobres
estamos en la olleta con un marido que si es el que manda, si nos negamos nos dan en la
jeta, y ni modos de mandarlo pa´ la porra con cinco chinos…”: o la práctica en el lenguaje
cotidiano de frases como “pinche india”, “esclava”, o “sirvienta” 54”negra” “perra”
“hijo de puta”. No gratis nunca decimos “hijo de puto”.

Detrás de todas las acciones a la vista de simplistas y racionales o irracionales, de la vida


cotidiana sin importancia, van las muestras de problemáticas a nivel macro, de un sistema
patriarcal opresor, que atraviesa a las mujeres y a la sociedad con discursos de falsa moral
frente al aborto y/o el divorcio, con el argumento católico de la no disgregación familiar por
encima de cualquier cosa.

En este punto es bueno entonces, articular los tres elementos antes analizados con la
sociedad en general, con la vida fuera de la Universidad Nacional de Colombia. Para tal es
necesario aclarar que los estudios de mujer y géneros no se paran sobre un enfoque
positivista, y que en esa medida su construcción alterna con el Trabajo Social puede
acelerar transformaciones en la sociedad, pero para esto sí encuentro algunas falencias que
debemos propender por minimizar.

Inicialmente considero necesario reconocer que se tienen falencias, pero que en el reto por
una ciencia contemporánea se deben manejar construcciones, pero también
deconstrucciones y reconstrucciones, partiendo de las críticas y autocriticas.

53
HARAWAY, Donna. Conocimientos Situados: La Cuestión Científica En El Feminismo Y El Privilegio De La Perspectiva
Parcial” En Ciencia, Cyborgs Y Mujeres. La Reinvención De La Naturaleza, Madrid, Cátedra, 1995. Pg. 316
54
SÁNCHEZ NÉSTOR, Martha. Mujeres Indígenas En México: Acción Y Pensamiento, Publicado En
NouvellesQuestionsFeministes (NQF), Edición Especial Verano 2005.
De esta manera considero a su vez, que tanto el Trabajo Social como los estudios de mujer
y géneros, deben trascender con sus objetivos de transformación a la sociedad, a las
comunidades, a esos movimientos sociales de mujeres que se han formado a raíz de las
necesidades sentidas, mujeres que se aglutinan en función de resolver problemas a tenientes
a la pobreza, la discriminación étnica, el conflicto armado, la atención de los niños y niñas,
y la demanda por servicios sociales.

Deben existir luchas conjuntas con los feminismos, estos no pueden quedarse en definición
académico socialista de clase media, de ser una expresión política que lucha contra las
formas patriarcales o androcéntricas. Cuando en esa búsqueda por un cambio cultural
profundo y la construcción de una sociedad sin inequidades de género, no tienen en cuenta
las campesinas, afro descendientes, raizal, gitanas, indígenas, entre otras.

De esa manera no debemos caer en los esencialismos, y así como en Trabajo Social no caer
en la romantización de las comunidades perfectas, en los feminismos y estudios de mujer y
géneros, comprender que existen las particularidades.

Ahora bien considero necesario acoger el consejo que nos hacen las feministas
latinoamericanas: “No neguemos los conflictos, las contradicciones y las diferencias.
Seamos capaces de establecer una ética de las reglas de juego del feminismo, logrando un
pacto entre nosotras, que nos permita avanzar en nuestra utopía de desarrollar en
profundidad y extensión el feminismo en América Latina55.

Finalmente en esta parte considero que para que exista una relación más armónica entre
Trabajo Social – mujeres – géneros y las comunidades, también debe existir el reto de
generar ciencias nuevas sin caer en verdades ideológicas, sino una serie de saberes que en
correlación con los demás, logren una subversión de potencialidad material y potencialidad
intelectual, (que proponen Sotologo y Delgado) para la nueva construcción de ciencia
contemporánea. Mediante la ampliación de posibilidades de uso, que permita la interacción
y no solo el uso como en el paradigma clásico, y la autonomía en las creaciones mediante
una comunicación libre “no clásica”.

En esa medida se deben utilizar las llamadas epistemologías feministas que constituyen un
pensamiento crítico acerca de la producción del saber, desde la perspectiva de las mujeres.
“a una vida social generizada corresponde una producción científica también
generizada”56 Y que desarrollan la crítica con base en tres argumentaciones centrales. El
primer supuesto hace referencia a la pretensión de la objetividad en la ciencia y, por tanto, a
la consideración de la neutralidad científica; De allí surge la reflexividad social de la
55
PUYANA VILLAMIZAR, Yolanda. Nacen Los Estudios Sobre Mujer Y Género En La Universidad Nacional De Colombia .
En: CUATRO DECADAS DE COMPROMISO ACADEMICO EN LA CONSTRUCCION DE LA NACIONAL. (Comp.)
ARCHILA, Mauricio. Ed. U NAL DE COLOMBIA. Año De Edición: 2006.
56
Ibíd. Pg. 129
ciencia, la cual invita a desentrañar intereses políticos o económicos que al interior del
discurso hegemónico se producen57.

La crítica va dirigida a la visión cartesiana que reduce el conocimiento a variables


específicas, como acontece con los modelos de la física de Newton, contra la creencia de la
separación entre el sujeto y el objeto mismo de conocimiento. Y la extrema sacralización
del pensamiento racional como base de la actividad científica58.

Es importante generar soluciones ante esa “racionalidad indolente y perezosa”. Que es una
racionalidad que no se ejerce mucho, no tiene necesidad de ejercitarse bastante, (…) la
razón indolente, perezosa, que se considera única, exclusiva, y que no se ejercita lo
suficiente como para poder mirar la riqueza inagotable del mundo. Pienso que el mundo
tiene una diversidad epistemológica inagotable, y nuestras categorías son muy
reduccionistas59.

Tenemos muchas cosas por hacer, y la invitación es a, mediante un trabajo colectivo poder
en esa relación cuádruple, profundizar en estudios como son el medio ambiente, la
reflexión filosófica y epistemológica en las disciplinas, o la incursión en los proyectos
económicos, la biogenética y muchos más. La trasversalización del tema en la investigación
de las ciencias naturales en la Universidad aún es inexistente, y apenas se inician algunos
estudios en las ciencias económicas y de la salud, por ejemplo.

Debemos reconocer los otros saberes y en esa medida generar espacios para el diálogo de
intersubjetividades, sin barreras de orden discursivo, debemos generar espacios para
alternar con los movimientos de mujeres que han proporcionado un gran avance para
posicionar la problemática de género en los contextos locales, nacionales y globales,
reivindicando sus derechos, y la apertura de espacios de participación en condiciones de
équidas e igualdad, en la toma de decisiones, siempre en constante cuestionamiento de la
dominación y la supremacía masculina en ámbitos como la educación, la salud, las
decisiones en torno al cuerpo, el trabajo, entre otros, proponiendo nuevas formas de
participación política para la transformación de sus problemáticas como mujeres, con estos
continuos cuestionamientos sobre sus dificultades, les han permitido a las mujeres agrupar
las situaciones de vulneración en diversas culturas entre esas la indígena, en varios
escenarios internacionales . (La cuarta conferencia mundial sobre la mujer Beijing, 1995, el
decenio internacional de las poblaciones indígenas del mundo 1994 a 2004), y con las
mujeres que no están adscritas en ningún movimiento, mujeres que nunca en su vida han
escuchado la palabra género o emancipación.

57
Ibíd. Pg. 130
58
Ibíd.
59
BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS. La Sociología De Las Ausencias Y La Sociología De Las Emergencias: Para Una
Ecología De Saberes. En: RENOVAR LA TEORÍA CRÍTICA Y REINVENTAR LA EMANCIPACIÓN SOCIAL.
Alternar, compartir y construir con las mujeres que han participado en procesos que han
servido para que las indígenas sean tomadas en cuenta como protagonistas, para desarrollar
planes y todo tipo de actividades que visibilicen la importancia de los pueblos indígenas,
mediante dinámicas en las cuales algunas mujeres han aceptado todo el discurso occidental
sobre género, empoderando y dando una formación legal sobre los derechos de las mujeres;
otras han negado rotundamente estos cuestionamientos, fundadas en que los problemas son
globales que afectan directamente sus comunidades y no sus dinámicas internas, pero
también existe una tercera forma de participación de las mujeres indígenas donde hablan
sobre una complementariedad de los géneros, además de una articulación en diferentes
espacios políticos y culturales, nacionales e internacionales.

Debemos a partir de nuestro accionar cotidiano, articular prácticas que afecten en macro ese
poder colonial que despoja identidades, y crea una única identidad racial, colonial, con
“productores de culturas inferiores”60, que se une con un sistema patriarcal, que no nos
permite tener una relación naturaleza –sociedad, hombre mujer como unidad ante la
naturaleza, en una ecología profunda como paradigma de cambio, en el que la naturaleza es
el centro y no el hombre.

Así existe la esperanza, la convicción de que somos muchas y muchos los que pensamos en
la utopía, que se puede lograr en la medida en que mediante un accionar reflexivo la
repetición logre discursos transformadores de vida, mediante esa subversión material y
espiritual. Es un arduo camino porque como lo constate, hasta para las propias feministas es
complicado liberarse de los condicionamientos de las formas patriarcales.

Pero es un reto que debemos enfrentar sobre todo por que hay realidades que necesitan un
accionar urgente. Según las especialistas en violencia, en todo el mundo, uno de cada cinco
días de ausencia femenina en el ámbito laboral es consecuencia de una violación o de la
violencia doméstica. Las mujeres constituyen el 70% de los 1.500 millones de personas que
viven en la pobreza absoluta en todo el mundo. Mientras el 80% de los alimentos básicos
para consumo los producen las mujeres, sólo son propietarias de alrededor del 1% de las
tierras. En Latinoamérica, son 154 millones de mujeres las más pobres de entre los pobres.
Si bien las feministas participaron y consiguieron introducir modificaciones en las
legislaciones de nuestros países en relación con el divorcio, la patria potestad compartida,
el cupo en los cargos públicos electivos, etc. Lo que vemos a diario indica que aún estamos
muy por detrás de haber solucionado con las leyes las situaciones concretas que vivimos las
mujeres del continente61.

60
QUIJANO, Aníbal. Pg.115
61
D’Atri, Andrea. Feminismo Latinoamericano: Entre La Insolencia De Las Luchas Populares Y La Mesura De La
Institucionalización. Artículo Publicado En: Panorama Internacional, Www.Fg.Org.Ar.Pg. 8
Si el feminismo latinoamericano no ambiciona transformar la realidad del continente,
padecida por millones de mujeres que desconocen sus premisas pero enfrentan
cotidianamente el hambre, la explotación, la violencia, el abuso y las humillaciones,
entonces quedará reducido a las elaboraciones académicas, a los lobbys políticos y a
proveer de “cuadros” a la tecnocracia de género que se ha incorporado a los estamentos
gubernamentales y los organismos multilaterales62.En esa medida debe existir una
articulación con Trabajo Social, y las comunidades para trasformar un espacio tiempo que
muestra que “Mientras una parte del feminismo se pregunta, individual y cómodamente
recostada en el diván „¿quién soy yo?‟, y otra parte busca afanosamente la referencia
necesaria para una nota a pie de página que acredite como fiable su trabajo (…), he aquí
que el mundo revienta de pobreza: millones de criaturas, nacidas de mujer, se asoman a
un modelo de sociedad que les reserva una cuna de espinas…”63

Bibliografía

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Entrevista A Florence Thomas Por Martha Bohórquez.

62
D’Atri, Andrea. Feminismo Latinoamericano: Entre La Insolencia De Las Luchas Populares Y La Mesura De La
Institucionalización. Artículo Publicado En: Panorama Internacional, Www.Fg.Org.Ar.Pg 9
63
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Género En Disputa, El Feminismo Y La Subversión De La Identidad
TRABAJO SOCIAL FRENTE A LA CONSTRUCCIÓN DEL GÉNERO Y LA
INFLUENCIA DE LA MULTICULTURALIDAD

Rafael Ramírez Rhenals.64


Pedro Roberto Torres Pérez.65
Corporación Universitaria Rafael Núñez - Cartagena

Sub eje 4: actuación del trabajo social frente a las perspectivas de género en los contextos
multiculturales

“Cuando exista paz, amor y libertad real mente,


Cuando a la gente no le importe el color de la gente,
Cuando muchas mentes y muchos corazones acepten que en este
Mundo hay lesbianas y [homosexuales],
Cuando son 100 contra uno no es justo,
Cuando no gusto y caigo mal por mi forma de ser
Cuando dejes de maltratar físicamente a una mujer.”
Randy Acosta

Resumen
El siguiente trabajo analiza y cuestiona diferentes representaciones del género en el
contexto multicultural de la ciudad de Cartagena. En tal orden de ideas, plantea una
concepción compleja de la identidad genérica, pues explora cómo las construcciones
sociales de lo femenino: a) producen violencias de diversa naturaleza; b) son fomentadas
mediante instituciones (escuela, religión, familia); y c) están ligadas a otros aspectos como
la raza, la clase social y el lugar de origen.
Por otro lado, la investigación alude a una serie de discursos (normativos, teóricos) y
prácticas que permiten reformular los esquemas anteriores, con el fin de promover nuevas
formas de libertad, tolerancia y resistencia.

Palabras claves:
Multiculturalidad, género, diversidad sexual, realidad social, derechos, igualdad y equidad.

Introducción

64
Estudiante de IV semestres de trabajo social. Corporación universitaria Rafael Núñez Cartagena. E-mail:
Rramirezr19@curnvirtual.edu.co
65
Estudiante de VI semestre de trabajo social. Corporación universitaria Rafael Núñez Cartagena. E-mail:
pedritorres@hotmail.es
El siguiente trabajo intenta analizar/cuestionar algunas construcciones sociales de género
que circulan en el contexto multicultural de la ciudad de Cartagena. Esto implica atender a
la forma en la que tales construcciones moldean la identidad y la interacción entre los
sujetos, produciendo diversas significaciones y efectos sobre los cuerpos sexuados. Por otro
lado, la investigación apela a una serie de prácticas y discursos que permiten criticar los
esquemas anteriores, con el fin de promover nuevas formas de libertad y resistencia. En
este último sentido, el estudio parte de la orientación de la disciplina Trabajo Social, en la
que subyace una clara intención política: reconocer/respetar la diversidad de los individuos
y transformar la realidad social. Por todo lo anterior, el artículo se inscribe bajo el
paradigma crítico que, de acuerdo con Jairo León (2006, p.1)

(...) tiene como objetivo el análisis de las transformaciones sociales y dar respuesta a
determinados problemas generados por estas. Algunos de sus principios son: a)
conocer y comprender la realidad como praxis; b) unir teoría y práctica:
conocimientos, acción y valores; c) orientar el conocimiento a emancipar y liberar al
hombre, y d) implicar al docente a partir de la auto reflexión (Popkewitz, 1988,75).

En tal orden de ideas, lo primero que habría que definir son los conceptos. "Desde el
criterio descriptivo, el género se define como la red de creencias, rasgos de personalidad,
actitudes, valores, conductas y actividades que diferencian a mujeres y a hombres" (Burin,
1998, p. 20). En otras palabras, sería algo así como un conjunto de formas de actuar,
pensar, sentir, vestir que las sociedades atribuyen a los personas dependiendo de su sexo, y
a través del cual establecen las fronteras entre lo masculino y femenino. Estos repertorios
culturales pueden variar conforme a la época, el tipo de cultura en la que se habita, la
interacción con los otros. Así mismo pueden ser reproducidos a través de diferentes medios
e instituciones: televisión, radio, cine, escuela, religión, trabajo, familia. Sin embargo,
también son objeto de discusión y pueden reformularse, reestructurarse. En resumidas
cuentas, el género, al igual que la etnia y la clases sociales son discursos estructurales/
estructurantes de las identidades de los sujetos y motivo de pugnas políticas.

Junto a la cuestiones de género aparece el tema de la orientación sexual. En este marco, lo


que ha prevalecido es una heteronormatividad66 (la heterosexualidad como regla) y una
objeción a otras elecciones: bisexualidad, homosexualidad67. Esta clase de problemáticas
66
Según Beatriz Gimeo (s/f, s/p), La heteronormatividad "Es un término acuñado por Michael Warner
que hace referencia “al conjunto de las relaciones de poder por medio del cual la sexualidad se normaliza y
se reglamenta en nuestra cultura y las relaciones heterosexuales idealizadas se institucionalizan y se
equiparan con lo que significa ser humano”. Es decir, la heteronormatividad es el régimen social y cultural
que impone que la heterosexualidad sea la única sexualidad ‘normal’, natural y aceptada, y también su
correlato: la persecución y la marginación de las personas no heterosexuales".
 
67
De acuerdo con el DRAE,una persona homosexual es la que tiene "Inclinación erótica hacia individuos
del mismo sexo". Por su parte, una persona bisexual es aquella "que alterna las prácticas homosexuales con
las heterosexuales".
serán importantes a la hora de abordar los nexos entre inclusión, exclusión y diversidad
sexual en Cartagena.

Ahora bien, desde el inicio se ha planteado el estudio sobre las representaciones de género
femenino en un entorno multicultural como lo es Cartagena. ¿Qué se entiende por ello? ¿Es
equivalente a los términos multiculturalismo e interculturalidad? A este respecto, se
sostiene que “lo multicultural es un hecho, el multiculturalismo una Intención política y lo
intercultural una relación social” (Lorente y Zambrano, 2000, p. 206). Desde este trabajo se
considera, en primer lugar, lo multicultural o lo pluricultural como elemento definitorio de
nuestras sociedades; en segundo lugar, el multiculturalismo se concibe como una política
que se sitúa más allá de lo institucional o estatal y que afecta a todo el sistema político:
(educación, bienestar, equidad e inclusión de género, etc.); y en tercer lugar, lo intercultural
se entiende como un conjunto de relaciones sociales que ponen en interacción a los sujetos
a partir del reconocimiento recíproco de las diferencias culturales. Ahora bien, es posible
que se presenten algunas tensiones entre los fenómenos anteriores. El hecho de que en una
sociedad existan sujetos con diferentes culturas (escenario multicultural) no significa o
garantiza que se den entre ellos relaciones mediadas por el respeto ideológico
(interculturalidad). Tampoco supone, necesariamente, que exista una política tendiente al
bienestar y protección de todas las culturas existentes en un espacio determinado.

Una vez definidos los términos, a continuación se analizará cómo las representaciones de
género femenino que circulan en el entorno pluricultural de Cartagena
a) producen violencias de diversa naturaleza;
b) son fomentadas mediante aparatos ideológicos (escuela, trabajo),
c) experimentan variaciones cuando se pasa de un estrato social a otro, de un color de piel
a otro, de una nacionalidad a otra. De manera que, siguiendo a Meler, "Percibimos la
necesidad de realizar estudios que destaran el carácter racional de la masculinidad y la
feminidad así como su articulación con otras variables tales como el sector social, la edad y
el origen étnico” (1998, p.261).

Cartagena como contexto multicultural: una perspectiva desde la realidad local

Cartagena es una ciudad histórica en la que residen nativos y sujetos que provienen de otros
lugares. En ella coexisten diferentes sistemas de creencias que no siempre conviven
pacíficamente. Lo cierto es que la inmensa mayoría trata de imponer sus costumbres como
verdad absoluta, excluyendo así a todos los que se consideran diferentes en términos
culturales. Quizá, una de las problemáticas más recurrentes tiene que ver con la circulación
de estereotipos machistas que modelan la construcción género femenino (en sus cruces
complejos con la raza, la clase, el origen geográfico, por ejemplo). Estos estereotipos
simplifican la personalidad de los individuos, los confinan a un cierto tipo de conductas,
pensamientos, vestuarios, expectativas. Con ello, "cierran" otras posibilidades de desarrollo
individual. Ciertamente, como ya se anunciaba, la representación tradicional del género
femenino margina a aquellos que se desvían de los lineamientos. Esto conlleva la pérdida
del reconocimiento de los sujetos al momento de interactuar con los demás. También
comprende malestares y agresiones diversas.

Como se sabe, la visión machista plantea la idea de una mujer- objeto a la cual puede
sometérsele. De manera que son múltiples las violencias que se despliegan en este contexto:
verbales, físicas, sexuales y psicológicas. Gran parte de este maltrato proviene de sujetos
masculinos; sin embargo, no puede eludirse el hecho de que algunas mujeres han
interiorizado la ideología patriarcal y reproducen algún tipo de intimidación o censura hacia
sus pares.

Con el objeto de exponer estas formas de agresión, es importante citar los datos que
arrojaron unas encuestas realizadas por estudiantes de tercero y cuarto semestre del
programa Trabajo Social, pertenecientes a la Corporación Universitaria Rafael Núñez-
Cartagena, bajo los elementos teóricos que les brindó el curso “Perspectiva de Género”. La
actividad fue realizada en los periodos del 2012 y 2013 (segundo del 2012 y primer periodo
del 2013), en diferentes sectores de la ciudad. Allí se encuestaron a 212 mujeres, con
edades comprendidas entre 2 y 80 años. Vale mencionar que todas ellas habían sufrido
algún tipo de violencia que quebrantaba su dignidad 68

Edades V. física V. verbal V. sexual V. psicológica


De 2 a 10 años 2 1 2 2
De 11 a 20 13 12 5 5
años
De 21 a 30 17 14 5 9
años
De 31 a 40 15 19 5 8
años
De 41 a 50 18 15 3 8
años
De 51 a 60 13 7 2 4
años
De 61 a 70 3 2 - 1
años
De 71 a 80 1 1 - -
años
El esquema anterior hace un muestreo subjetivo de los actos que cometen los hombres
contra las mujeres, bajo las creencias y los patrones del machismo.

68
Es importante tener en cuenta que la información ha sido registrada a partir de los relatos proporcionados
por diferentes agentes. No siempre los sujetos allí registrados hablaron por sí mismos; sino que fueron
referidos por otros o fueron observados por los estudiantes que hacían las encuestas, mientras eran víctimas
de violencias físicas, verbales, psicológicas. Tal es el caso de algunos niños.
El rango de edad en el que las mujeres están más expuestas a violencias físicas y verbales
es de 11 a 20 y de 41 a 50 años. Aunque esto no implicar eludir las categorías restantes.
Como se observa en el cuadro, si bien las mujeres adultas han venido siendo vulneradas
desde las diferentes modalidades de agresión, también las niñas son sometidas e
intimidadas por estos maltratos. Otro dato importante concierne al hecho de que solo 34
mujeres denunciaron las diferentes violencias perpetradas por hombres.

¿Cómo es posible que se despliegue tal nivel de violencia? A pesar de que en pleno siglo
XXI poseemos leyes que se han encargado de proteger los derechos de las sujetas
femeninas, el maltrato se ha naturalizado en la ciudad, como consecuencia de una
estructura patriarcal que se transmite a través de los legados familiares, y que además es
reforzada en las telenovelas, en el cine más comercial, en las escuelas y religiones.

La educación en la configuración del género

Las instituciones forman parte fundamental en la construcción del género. Proporcionan


conocimientos y prácticas sobre la masculinidad y la feminidad. En tal sentido, pueden
entenderse como fuentes de cierta "educación", de cierta modelación de los sujetos(as), que
varía según se trate de hembras o varones. Tal como ha dicho Bleichmar (1986), “existen
estudios que señalan la existencia de claras diferencias en el estilo de crianza de niñas y
varones a fin de construir su identidad de género”. Estas instituciones, entre las cuales se
encuentra la familia, la escuela y la religión, se han encargado de reproducir y transmitir a
generaciones (niños y jóvenes) sus conocimientos, costumbres, creencias, estereotipos y
ejemplos a seguir; también han marginado a todos los que dentro de sus límites.

Por ejemplo, de acuerdo con Patricia Guerrero (s/f, p.1), en las escuelas se produce una
discriminación femenina:

Se entenderá por discriminación femenina aquel fenómeno en que se perpetúan


prácticas sociales que generan una identidad femenina sexista, que implica que la
mujer está segregada al mundo de lo privado y al cuidado de los otros, fomentando la
rigidez de los roles de uno y otro sexo. De esta manera, la escuela es una de las
instituciones que realiza esta discriminación al no instaurar procesos de respeto y
cooperación entre los sexos, que ayuden a la determinación de una identidad femenina
que permita ejercer los roles que cada mujer desee, entre ellos el ocupar el espacio
público y el ejercer poder a través del liderazgo.

Además, la autora agrega que la formación que las mujeres reciben en la escuela cuando
son niñas genera consecuencias negativas en el futuro:

Las mujeres en nuestra sociedad actual reciben una socialización muy diferenciada,
en la mayoría de las instituciones sociales y específicamente en la escuela. Tal como
se señaló, esta discriminación de género influye en la adquisición de habilidades
específicas que implican roles productivos más bajos en la escala social, con menores
remuneraciones (o ausencia de remuneraciones en el caso de las dueñas de casa) y
con malas condiciones laborales (sin previsión, sin leyes laborales) (Guerrero, s/f,
p.1).

Como si fuera poco, existen otras instituciones que afianzan estereotipos machistas, los
cuales han naturalizado; aunque en realidad, a nuestro juicio, se trata de significados
históricos, inventados. Es el caso de la iglesia, que por mucho tiempo ha influido en las
identidades de numerosos sujetos(as). Por otro lado, está la familia, que impone reglas
nutriéndose de discursos religiosos y políticos, y se convierte en un espacio de cohibición
en el desarrollo de los seres humanos.

En definitiva, las relaciones con figuras de autoridad como padres, madres, docentes
convencionales, líderes religiosos que invitan a repetir los modelos patriarcales impiden
que los sujetos puedan formarse y consolidarse de forma autónoma.

Diversidad de género desde los diferentes contextos

¿Cómo puede comprenderse la diversidad de género desde los diferentes contextos? La


incógnita puede ser respondida a partir de lo que ha planteado Handel (1983): “se han
detectado diferencias, de acuerdo con la clase social y la etnia, como construcción del
género”. Esta clase de reflexiones son útiles no solo para entender que las diferencias de
contexto contribuyen en la variación de prejuicios, sino para abordar específicamente el
caso de Cartagena. Sin embargo, es necesario agregar otra variable, no mencionada por el
autor: el color de la piel.

Si comparamos una mujer negra y analfabeta, con una de raza blanca, ubicada en estrato
alto, saltan a la vista claras diferencias. La primera sufre mayores discriminaciones y
limitaciones. Su color de piel suele ser rechazado (a nivel laboral, atención en servicios de
salud); es objeto de burlas y asociado a la lujuria. Pero, además, su pobreza le impide el
acceso a una educación básica de calidad y parece jugar en su contra cuando trata de
reclamar justicia.

Ello nos conduce, casi que inevitablemente, al tema de la dignidad humana, o más bien, al
de su ausencia. Al parecer, en el contexto multicultural de Cartagena existen seres que de
acuerdo con su posición en la escala de ingresos y su color de piel, han sido
deshumanizados. También es complicada la situación de una mujer que, además de ser
pobre y afro-descendiente, tiene inclinación homosexual.
Por otro lado, es posible contrastar la situación de las mujeres locales negras y de escasos
recursos con las extranjeras. Estas últimas, si son blancas y aparentan (o poseen) cierto
poder adquisitivo, no suelen ser excluidas de escenarios culturales o centros de diversión,
como tampoco vigiladas en centros comerciales y tiendas.

Los casos anteriores ejemplifican cómo las relaciones sociales, vistas desde el ángulo de la
identidad de género, varían dependiendo de factores diversos. Esto quiere decir que las
posibles soluciones son complejas: deben atender a esta pluralidad de dimensiones.

Multiculturalidad y construcción de identidad en la actuación profesional desde el


trabajo social

Desde la formación profesional es pertinente analizar la necesidad de incluir el tema la


multiculturalidad y la construcción de identidades, ya que desde la academia debemos
fomentar la aceptación y el respeto por las diferencias, para que el sujeto adquiera sentido
de pertenencia y auto reconocimiento.

Por desconocimiento de los grupos sociales con los cuales interactuamos, se pueden
utilizar en nuestro discurso términos discriminatorios, los cuales nos pueden hacer caer en
categorizaciones de los sujetos, conllevándonos a la formación de perjuicios o estereotipos.
Por ello, conviene identificar los modos mediante los cuales operan las prácticas
discriminatorias y segregacionistas, para evitar reproducirlas.

Las prácticas discriminatorias y segregacionistas son inspiradas en la idea de separar


y distinguir una cosa de otra. Sin embargo, ambas prácticas traen incorporadas no
solo la idea de distinguir sino de hacerlo interiorizando a personas o colectividades
por motivos que pueden ser raciales, religiosos o políticos. Cuando estas prácticas son
de tipo racista estos conceptos se distinguen: por una parte, la segregación mantiene
al grupo racializado a distancia y le reserva espacios propios, que solo lo pueden
abandonar en determinadas condiciones; de otra parte la discriminación impone un
trato diferenciado en diversos ámbitos de la vida social, en los cuales se llega a la
humillación. Por lo tanto el racismo y la discriminación étnico-racial son formas de
discriminación y segregación que se expresan de distintas maneras entre sujetos y
grupos sociales, a través de mecanismos simbólicos y acciones concretas o como
políticas sistemáticas y oficiales de Estados o Gobierno (Wieviorka, 1992) ( Rangel,
2004, pp.37-38).

En este mismo sentido, es preciso reconocer que la educación es otro de los escenarios en
los que se difunden discursos y prácticas homogeneizadoras, los cuales limitan, oprimen o
castigan lo diverso, lo multicultural. Tales ideas y acciones "pedagógicas" parecen sugerir
que todos los sujetos tienen un mismo devenir histórico, un mismo destino. De acuerdo
con Bello y Rangel (2002):

La educación formal es otro núcleo de inequidad, no tan sólo por los problemas de
acceso y cobertura, sino porque los sistemas educativos han pretendido que a través
de la educación, y en un plano opuesto al reconocimiento de la diversidad y el respeto
a sus derechos colectivos, se consiga la asimilación e integración de los distintos
grupos étnico-raciales a la cultura e “identidad nacional" (p.41).

En contrapartida, es importante que desde la investigación se identifiquen los trabajos que


se han adelantado en materia de reconocimiento. A este respecto, pueden apreciarse
notables avances en el reconocimiento constitucional que algunos países, especialmente
Colombia, han hecho de las culturas y lenguas indígenas presentes dentro de sus fronteras
nacionales. No obstante, los conflictos recientes que se han desatado en el país demuestran
que aún queda mucho por hacer en materia de derechos humanos, derechos colectivos,
multiculturalismo e interculturalidad. En este marco también surge la necesidad de pensar
el reconocimiento sociopolítico y económico de las mujeres en el contexto colombiano,
para luego pasar un escenario más local, el de Cartagena. Justamente, este tema será objeto
de análisis en los apartados que siguen.

Política pública para las mujeres en Colombia

Las políticas públicas de la mujer fueron difundidas en el año 2002, cuando se elaboró la
Política Nacional “Mujeres constructoras de paz y desarrollo”, cuyo propósito era incluir y
visibilizar a los sujetos femeninos, con el objeto de cumplir con los derechos que todos y
todas poseemos por ser humanos y ciudadanos. A fin de cuentas, se trataba de generar
cambios y transformaciones en los imaginarios creados sobre las relaciones de poder. Tal
iniciativa tuvo entre sus temáticas principales el empleo, el desarrollo, la educación, la
cultura, la salud sexual y reproductiva, violencia contra las mujeres, la participación
política, la mujer rural, la comunicación y el fortalecimiento institucional. Bastaría citar el
Artículo 13 de la Constitución Nacional, para legitimar esta clase de alternativas: “todas las
personal nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las
autoridades y gozaran de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna
discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión,
opinión política o filosófica” (Constituyente, 1991).

A partir del anterior proyecto, en la ciudad de Cartagena se propuso “Cartagena en pleno


goce de nuestros derechos” (por la identidad de género e igualdad de derecho) (Desarrollo
social, 2008). Dicha política fue desarrollada bajo la administración de la alcaldesa Judith
Pinedo en el año 2008 y tenía como objetivo.
La transformación institucional y de las prácticas culturales necesarias para garantizar
el ejercicio pleno de derechos de las mujeres de Cartagena se lograría, según esta
propuesta, con la aplicación de estrategias en cinco ejes específicos:
1. Mujeres con autonomía económica.
2. Una vida libre de violencia.
3. Las mujeres decidimos sobre nuestro cuerpo.
4. Las mujeres decidimos sobre el ejercicio del poder.
5. Cartagena libre de cultura machista (Desarrollo, 2009).

Justamente, el proyecto respondía a los altos niveles de violencias contra los sujetos
femeninos. Además, tenía en cuenta el contexto multicultural en el que se encuentra
Cartagena, así como las desigualdades y estratos sociales que la conforman. Una de los
programas derivados de la anterior iniciativa se denominó “Formación a servidoras y
servidores públicos", “El Servidor soy yo”, y buscaba la inclusión social de los sujetos
femeninos en diversos campos de trabajo, especialmente en la conducción de vehículos
(taxis, motos, maquinaria pesada).

Apuesta profesional frente a la participación de género y su influencia en la


multiculturalidad

La importancia del tema de la equidad de género radica en la necesidad de construir una


sociedad con equidad en las oportunidades, en la que el respeto por las diferencias sea la
base en las relaciones entre personas. Esta tendencia crea las condiciones para el acceso
igualitario en el mercado de trabajo y el cambio cultural en mujeres y en hombres. Con lo
que se favorece a una sociedad más justa. El trabajo social como disciplina transformadora,
crítica y creativa puede ser determinante al momento de intervenir en un contexto
multicultural, atravesado por desigualdades. Así las cosas, ¿cómo contribuir, desde la
profesión, al respeto por las múltiples construcciones de la identidad femenina, más allá de
los esquemas tradicionales? ¿Qué se puede hacer para defender los derechos de las
mujeres? Desde la profesión, es posible sugerir dos alternativas. Por un lado, plantearemos
la necesidad de elaborar un plan de acción que promueva una ética del reconocimiento de
las sujetas femeninas como seres que tienen la libertad de construir su identidad de formas
diferentes a las que la tradición dicta, como humanos con capacidades intelectuales,
provistos derechos, de dignidad.

Por otro lado, y como complemento de lo anterior, se plantea una segunda propuesta:
organizar un colectivo de mujeres que hayan trabajado en ámbitos laborales asignados más
frecuentemente a los varones. En nuestro caso particular, se pretende convocar a las
beneficiadas en la política pública “Mujeres en pleno goce de nuestros derechos”,
específicamente a las que hicieron parte del ya mencionado programa Formación a
servidoras y servidores públicos". Lo que se busca con la articulación del colectivo es que
las trabajadoras relaten sus experiencias, con el fin de promover, en primer lugar, una
valoración de los sujetos femeninos como agentes que pueden transformar sus condiciones
socioeconómicas; en segundo lugar, propiciar un firme cuestionamiento a los discursos a
partir de los cuales se subestiman sus capacidades físicas e intelectuales.

A continuación, se expone un cuadro que describe la metodología de las propuestas ya


planteadas.

Metodología de la propuesta 1 Metodología de la Propuesta 2

Ética del reconocimiento Colectivo de trabajadoras


a) Conformar grupos de estudios y talleres 1- Convocar a las mujeres trabajadoras a
en diferentes espacios sociales (sectores de partir de cartas formales.
la ciudad) donde participen todas las
personas interesadas en construir 2) Una vez organizado el colectivo, diseñar
conocimientos reflexivos sobre la temática un cronograma de visitas a instituciones
del reconocimiento de las mujeres. educativas públicas y privadas (colegios,
universidades, centros culturales o
b) Crear una página en Facebook llamada " barriales)
Hablemos de identidades femeninas", en la
que se divulguen los conocimientos Vale afirmar que esta propuesta se sustenta
producidos en los grupos de estudio y en las modalidades
talleres. En esta página los(as) visitantes
tendrán la oportunidad de encontrar apoyo a) Preventiva: el proyecto busca alertar
de profesionales, así como podrán redactar sobre los peligros de una visión machista,
mensajes alusivos a la temática en cuestión. desde la cual se justifican y afianzan
distintos tipos de violencia, como ya se
c- Plantear movilizaciones (actividades señaló previamente.
positivas) bajo la consigna "Hablemos de
identidades femeninas". b) Promocional: a través de las historias de
vida de las mujeres conductoras, se
e- Proponer un Congreso Anual de Estudios promoverán la capacidad crítica y la
de Género en la U. Rafael Núñez, con el perseverancia.
propósito de intercambiar reflexiones,
preguntas y propuestas investigativas con
respecto a los modos en los que los
sujetos(as) construyen o subvierten los
conceptos de lo femenino.

Conclusiones
En un plano teórico, desde el Trabajo Social se conciben las relaciones de género como
problemáticas interculturales, que implican socializaciones previas y se desarrollan en
contextos específicos y diversos. Estos vínculos son el resultado de los discursos y prácticas
difundidas mediante instituciones como la escuela, la iglesia y la familia. También se busca
superar una concepción simple de la identidad. Reconocedora de las múltiples afiliaciones
de las mujeres, y de sus identidades plurales, esta disciplina propone que, además del
género, la "raza”, etnia, nacionalidad, sexualidad y la clase social son elementos que
configuran la subjetividad. Por otro lado, el enfoque crítico defendido a lo largo del ensayo,
permite subrayar la capacidad que tienen los sujetos de modificar sus realidades culturales;
es decir, su condición de agentes.

En un plano ético-político, el abordaje intenta promover la autonomía y libertad como eje


de las identidades. Esto supone aceptar la diversidad como realidad indiscutible, y sostener
que la tolerancia es una de las virtudes más requeridas en los contextos multiculturales. En
último término, este trabajo se convierte en una invitación: entender el tema de género en
medio del contexto plural de Cartagena, significa incluir propuestas de trabajos que sean
capaces de romper los imaginarios naturalizados en torno a los conceptos de lo femenino y
lo masculino, lo permitido y lo prohibido

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VICTIMIZACIÓN Y RESISTENCIA FEMENINA EN EL ESCENARIO DEL
CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO

Andry Paola Berdugo Pérez

María Alejandra Urdinola Correa

Edna Rocío Zambrano Benítez

Universidad Nacional De Colombia

Sub eje 5: trabajo Social y género en el marco del conflicto social, económico, político y /o
armado en Colombia

Resumen

Esta ponencia surge en el marco del análisis del conflicto armado colombiano, en el cual las
mujeres históricamente han sido víctimas invisibilizadas, de diversas formas, distintos
escenarios y por diferentes actores. Por lo tanto este escrito busca dar reconocimiento tanto
a su victimización como a su lucha contra los vejámenes de la guerra. De esta manera, se
abordan categorías como la “victimización”, las mujeres como objeto sexual y botín de
guerra y también los procesos reivindicativos que ellas han liderado. En relación con ello se
busca reconocer las iniciativas que ha tenido el Movimiento Social de Mujeres desde una
apuesta política por las reivindicaciones y resistencias de los derechos de género en el que
el Trabajo Social asume grandes retos. Tanto desde la producción académica e investigativa
de cara a la transformación, reconocimiento y visibilización de los derechos que les han
sido violados a ellas, como desde la potenciación y acompañamiento a la lucha de estas
mujeres.

Palabras clave: Victimización, conflicto armado, movimientos sociales, métodos


cualitativos, Trabajo Social.

Introducción

La responsabilidad que ha tenido la sociedad civil frente a las violaciones de los


derechos de las mujeres, debe reconocerse en tanto se han impuesto unos ideales y roles
que son funcionales a una cultura patriarcal y capitalista, en donde converge un
conflicto que se inscribe en lo social, económico, político y que también ha trascendido
en el conflicto armado.
La subordinación de mujeres en el contexto colombiano, en general, ha sido una práctica
simultánea que aún prevalece en nuestra sociedad. Por lo tanto, es imperativo identificar
el papel que han jugado las mujeres dentro del escenario del conflicto armado en
Colombia, en donde la sociedad y el Estado subestiman su integridad y las re
victimizan, en tanto no se les reconocen sus derechos y tampoco se promueven los
cambios culturales necesarios que propendan por el respeto hacia ellas.

Se hace alusión a la palabra victimización como eje más concreto que confluye tanto en
la cultura, como en el proceso histórico que configura nuestro país como patriarcal, en el
cual los crímenes cometidos contra las mujeres no sugieren la importancia que debieran
tener. Por otro lado, nombrar a una mujer exclusivamente como víctima, invisibiliza la
larga labor que han tenido varias mujeres activistas, que luchan por la reivindicación de
sus derechos y por la libertad identitaria que les ha enajenado la sociedad.

Por lo cual se quiere mostrar en este trabajo cuál ha sido el lugar de las mujeres en el
contexto del conflicto y cómo han sido tomadas como “Botín de guerra 69” recurriendo a
artículos, discursos de movimientos reivindicativos y a los discursos que al respecto
exponen feministas.

En las siguientes líneas se pretende compartir algunos de los términos y categorías que
se encuentran problemáticos en el marco del reconocimiento de los derechos de las
mujeres. Asimismo se espera presentar las relaciones que se han logrado identificar
entre el trabajo social, los movimientos sociales y el reconocimiento de los derechos de
las mujeres.

La exposición de los temas se encuadra a partir de las reflexiones que la comprensión de


la realidad nacional, suscita a las autoras. Para lo cual se espera abordar la
problematización de la inclusión de los cuerpos de las mujeres en los campos de guerra
y en esta medida se identifica como una de las principales consecuencias, las mujeres
como botín de guerra.

Posteriormente, se abordan algunos casos que se han destacado sobre la participación de


las mujeres en las luchas sociales, en la historia nacional, y en esta medida presentar
algunas de las acciones que desde el movimiento de mujeres se han realizado para
enfrentar dicha realidad. Finalmente se expresan las reflexiones generales y aquellas que
presentan la pertinencia y la relación del trabajo social con lo problematizado y expuesto
a lo largo de este escrito.

Mujeres en el conflicto

69
Este concepto será abordado con mayor claridad más adelante.
El tejido social se compone por las relaciones sociales. Las cuales contienen el poder y
su contracara, el contrapoder, lo cual permite que exista un dinamismo en las relaciones
sociales y que a su vez éstas impacten en la sociedad, posibilitando de esta manera los
cambios. Por ello, se presenta el proceso del contraste social que significa el conflicto
armado en Colombia, en particular con las mujeres.

Las mujeres en el conflicto armado colombiano se han convertido en un instrumento de


guerra que sirve para ejercer los objetivos de destrucción del enemigo que tienen los
diferentes actores armados. En los cuales, los maltratos más aterrorizantes son dirigidos
a los cuerpos y mentes de las mujeres, por lo que el término victimización es
característico para expresar el proceso que se ha cometido contra ellas. Es por esta razón
que esta categoría debe ser entendida como el sumario que determina tanto el contexto
histórico, como el cultural. Al hablar en un sentido más preciso, y presentando una
crítica epistémica a la victimización, se reconoce como “Modelo conflictual”, un
concepto derivado del conflicto social, en el que además de la controversia personal del
agresor, existe una estructura social que facilita esa confrontación victimal” (Gómez,
2007).

En el sentido más amplio es posible reconocer cómo desde los inicios del movimiento
feministas –principalmente en occidente- se establece una relación excluyente entre los
ámbitos de la guerra y la cultural femenina. Uno de estos aspectos se puede contemplar
con el análisis de uno de los tres ejes que se utilizan para analizar la guerra desde
Cynthia Cockburn. A saber, se contempla el ámbito político, el económico y el ámbito
militarista. Éste último, se refiere a la relación que se establece entre la masculinidad y
la apología de la guerra. Ello en el sentido que ambos escenarios se alimentan recíproca.
Con ello se hace referencia a la dominación como una característica que se le atribuye a
lo masculino. Entonces el ser dominante, para un hombre, implica la aceptación cultural
patriarcal en la medida que reafirma sus valores.

En el caso colombiano, se pone en discusión los discursos de los gobiernos que se


limitan a declarar la no repetición de actos inhumanos y sin embargo en la práctica no
tienen una real incidencia, puesto que los crímenes cometidos dentro del conflicto
armado interno son simultáneos y las leyes70 que se postulan para disminuir las
diferentes problemáticas son, en su mayoría, nulas en su cumplimiento.

Así, en el caso de la violación de derechos de las mujeres, uno de los mayores


obstáculos para que se proceda al cumplimiento de la justicia y reparación por ésta, es la
falta de difusión de la documentación de informes que realizan las organizaciones de
mujeres, para la visibilización del sufrimiento contenido por ellas en el escenario del
conflicto armado,
70
Para mayor claridad sobre estas leyes ver: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. (2011) “El
ABC de la ley de víctimas”. En: http://www.pnud.org.co/hechosdepaz/echos/pdf/61.pdf
“…no hay cifras solo porque no se denuncie, sino porque el Estado no tiene un
registro sólido de los casos de violencia contra la mujer. Los casos denunciados
por mujeres que la comunidad y la Fiscalía tienen conocimiento, no están
registrados, observa Chaparro, quien añade que la Policía, la Fiscalía, las
Comisarías, Medicina Legal deben hacer un trabajo interinstitucional, pero se
cree que la violencia sexual es un delito menor. Cuando una mujer es violada, se
habla de que por lo menos quedó viva” (Verdad Abierta, 2009).

En ese sentido, también es necesario diferenciar y reiterar que la violencia que se ejerce
contra las mujeres, se convierte más que en objetivo, en instrumento de la reinstalación
de la dominación ejercida históricamente, elemento que se constatará, a través de las
descripciones de las modalidades que se utilizan para ejercer determinado poder.

Las mujeres: objeto sexual – botín de guerra.

Para empezar a retratar las variadas formas de sumisión en que viven muchas mujeres
en Colombia, es preciso nombrar los tipos de violencia psicológica ejercida por los
actores armados, que involucra la comprensión desde lo cultural.

En primer lugar, se encuentra como una forma de opresión, Los estereotipos, que
afirman la inferioridad de la mujer insinuando su papel antagónico y “poco productivo”
en materia de guerra. En segundo lugar, se encuentra La dominación cultural, que es la
que ya se ha venido anotando, característica de las sociedades patriarcales. Lo anterior
se reconoce de manera problemática teniendo en cuenta que al ser de orden cultural se
arraiga en los principios básicos de la educación y es de esta manera que se naturaliza,
situación por la cual resulta tan difícil de identificar no sólo en los escenarios del
conflicto armado, sino también en las prácticas cotidianas. Y por último, existe La
objetivación sexual, elemento preponderante en el conflicto armado colombiano, que
aún no deja de tener una connotación que va más allá de lo físico (Coral-Díaz, 2010).

Uno de los mayores flagelos que sufren las mujeres en el conflicto interno, es la
objetivación sexual. Tal elemento es el que las ha convertido en instrumento de guerra,
identificando sus cuerpos como un medio para la destrucción parcial del enemigo. En
palabras de Milena Coral (2010), hablando sobre Michel Foucault, él

“…ha identificado al cuerpo y la sexualidad como lugares propios del despliegue


del poder en las emergentes sociedades disciplinarias de los siglos XVIII y XIX.
Uno de los mecanismos del poder fue la construcción del sexo como punto
central de la identidad. En el siglo XX, esta identidad se volvió más demandante
durante la liberación sexual. El sexo también se convirtió en el punto central de
las demandas de los grupos de homosexuales y lesbianas” (Coral-Díaz, 2010).
De lo anterior es posible entender que la objetivación sexual se convierte en un arma
psicológica que es utilizada para combatir al enemigo y desagregar el tejido social.

En este orden de ideas se identifica la categoría de botín de guerra con el cuerpo de las
mujeres. Esta identificación se expone desde dos perspectivas, la primera, teniendo en
cuenta que las acciones que se cometen en contra del cuerpo de las mujeres se significa
en la memoria colectiva como una amenaza de repetición y de “esto también le puede
pasar a usted”. Y la segunda, como la representación de un hecho desestructurante para
la concepción normativa y en la misma medida de seguridad, de las poblaciones en las
que esto ocurre. Ya que, implícitamente, se entiende que si no hay castigo o represión de
los sujetos transgresores de esta norma71, no hay asociación o acuerdo alguno que le
asegura a la comunidad la defensa de la propia integridad, en este caso, frente a los –
perpetradores- actores del conflicto.

Dicho de otra manera,

“Los actores armados utilizan el cuerpo de las mujeres como botín de guerra
para sembrar el terror en las comunidades, imponer control militar para obligar a
la gente a huir de sus hogares y apropiarse de su territorio, vengarse de los
adversarios, acumular “trofeos de guerra” y explotarlas como esclavas sexuales.”
[CITATION Pro06 \l 9226 ].

De la misma manera, es necesario reflexionar en torno a las agresiones cometidas en


contra de los cuerpos de los hombres y las mujeres. Ello, teniendo en cuenta que las
mujeres no solo las asesinan, también sus cuerpos son torturados y perpetrados de
diferentes maneras antes de que se les asesine72.

Otro punto que es indispensable aclarar, son los actores que confluyen en el conflicto y
que dan continuidad a la violencia contra las mujeres. Aquí, se destacan agentes que
incurren en la violencia, como los actores insurgentes, dentro de los que sobresale el
grupo guerrillero las FARC; por su accionar más activo. Asimismo, los paramilitares,
cuyas dinámicas dentro del conflicto realizan nuevos modos de operar y por último las
Fuerzas Armadas de Colombia, quienes además de ser otro de los actores armados, así
sean con carácter legal, incurren en prácticas de dominio sobre el cuerpo de las mujeres
que, vale mencionar, no solo se representa a sí mismo –el cuerpo- también se extiende
hacia la dominación de los hombres y a la población de la comunidad en general.

La sociedad colombiana, culturalmente hablando, se identifica por haberse apropiado de


manera práctica de la calificación “machista”. De ahí, la dificultad para garantizar los
derechos de las mujeres, puesto que incluso leyes que propenden por reparar a las

71
Se está hablando de la violación sexual como hecho que transgrede la norma.
72
Para profundizar en el tema ver http://issuu.com/casmujer/docs/feminicidios.
víctimas, se formulan desde un pensamiento orientado en su mayoría por hombres, con
un accionar claramente pasivo por parte de las mujeres colombianas. Por ende, la
reparación en términos de garantías de no repetición, reconocimiento y devolución del
patrimonio arrebatado, así como de atención, por llamarla de alguna manera, en crisis y
en el campo de la salud; se convierte en una ley generalizada, desde la perspectiva de los
hombres, ausente del reconocimiento de los rasgos característicos que acompañan el
sufrimiento de las mujeres dentro del conflicto armado.

Con respecto a la sumisión identitaria de la cual la mujer es objeto, se incluyen varios


sectores de la sociedad que promueven la dependencia de la mujer a imaginarios
culturales. En la sociedad actual una mujer no es autónoma de su sexualidad por lo tanto
tampoco de su cuerpo, lo que quiere decir que ella, es objeto sexual-reproductivo, a
conveniencia. Se involucran una serie de valores como el “honor” que debe guardar la
mujer frente a pautas dirigidas por la religión católica y la sociedad conjuntamente, para
salvaguardar la moral y las “buenas costumbres”, tendencias que están profundamente
arraigadas en el pensamiento colombiano. MoniqueWittig (1992) con respecto a esto
plantea que

“Las mujeres son muy visibles como seres sexuales, pero como seres sociales
son totalmente invisibles (…) Solo ellas son sexo, el sexo, y se las ha convertido
en sexo en su espíritu, su cuerpo, sus actos, sus gestos; incluso los asesinatos de
que son objeto y los golpes que reciben son sexuales” (Wittig, 1992).

En la práctica del conflicto actual, las complejidades que se infieren son múltiples. Los
registros culturales que se siguen retratando en los cuerpos y mentes de las mujeres,
proyectan los referentes pautados socialmente, tal es el caso de los crímenes que se
cometen por parte de los actores armados en las dinámicas del conflicto. En ello
comparten varios crímenes cuya barbarie se comete contra la población civil más
vulnerable73. En términos más específicos, durante las arremetidas de los diferentes
actores armados, con notoriedad se presentan violaciones sexuales, agregado a ello, los
paramilitares adoptan nuevas modalidades para ejercer control, tanto territorial, como
psicológico.74

73
Cuando se hace referencia a la población vulnerable, hay que destacar que dentro de la
población más golpeada por la violencia, están inscritos desde la lógica de la exclusión étnica,
aunque en este texto nos compete hablar de la discriminación generalizada contra las mujeres,
también es importante resaltar que la exclusión y discriminación surge desde varias perspectivas,
lo que deja a poblaciones de mujeres indígenas y afrocolombianas, con cosmologías diferentes,
totalmente expuestas a la doble retaliación de los actores armados.
74
Para ilustrar mejor estos hechos ver: Consultoría para los derechos y el desplazamiento-
CODHES. Las masacres ¿Dónde estaban las mujeres? En: El día en que se dañó la tranquilidad.
Violencia sexual en las masacres de la Gabarra y el Alto Naya. Anthropos Ltda. Bogotá. En donde
se puede observar cómo las mujeres fueron objetos de tortura física, verbal y psicológica en el
marco de la violencia sexual.
A lo que se hace referencia es a la nueva modalidad práctica, que es más que
contemporánea, cotidiana, se habla, claro, de la re-colonización de los cuerpos, es decir,
la esclavitud sexual; que según Verdad Abierta (2009), consiste en la escogencia de
mujeres, en muchos casos jóvenes, que reclutan forzosamente, para ser esposas de
comandantes paramilitares que superan en grandes proporciones su edad. Es una hazaña
que tiene un doble fin, por un lado someter a la mujer a trabajos laboriosos y
explotación sexual y por otra parte, la convierten en objetivo militar del enemigo.

En el Informe de Amnistía Internacional: Cuerpos marcados, crímenes silenciados


(2004), se indica la discriminación de género como otro de los componentes que hay
que erradicar y que confluye en el conflicto armado. Un ejemplo de los estereotipos que
se han creado y que alientan la discriminación de las mujeres y que es formulado en este
informe, en donde se relata que “En noviembre de 2002 se supo que el ejército
colombiano había distribuido almanaques y volantes con imágenes de mujeres ligeras de
ropa para invitar a los combatientes a la desmovilización” (Amnistía Internacional,
2004). Situación que legitima costumbres en detrimento de la figura de las mujeres y
que las enmarca y restringe como objeto sexual, visto como una mercancía gratificante.

En el mismo informe se hace referencia a las prohibiciones a las que están sometidas las
mujeres, como lo son la anticoncepción y el aborto forzado, a los que las mujeres están
expuestas dentro de los grupos guerrilleros, como las FARC y el ELN.

Como efecto de los rasgos nombrados que se suceden dentro del conflicto armado, está
el estigma que llevan consigo las mujeres por haber sufrido tales aberraciones. En
consecuencia, ellas además de padecer daños físicos, son objeto de daños psicológicos,
ya que el miedo de ser de nuevo agredidas las lleva al silencio, lo que conlleva la
impunidad para quienes atentaron contra su integridad. En lo que respecta a la
impunidad de los victimarios, se considera que requiere de un análisis más profundo,
tanto en la presentación de las causas como en la identificación de su incidencia, en los
marcos jurídico y psíquico. Tema que va más allá de los objetivos de este escrito.

En determinados casos las cifras proporcionan y redimensionan las discusiones en


términos cuantificables de las víctimas de la guerra, no obstante, hay que tener en cuenta
que los datos cuantificables de alguna manera desconocen los datos cualificables; y es
éste último método del que se espera hacer mención en el texto, ya que los efectos de
una guerra sin tregua, son ya lo suficientemente generalizados como para reducirlos a
cifras.

Movimientos de lucha femenina

De acuerdo con lo anterior vale resaltar que es imperativo, desde la profesión introducir
la lucha femenina que gesta y promueve la reivindicación plena de los derechos de las
mujeres en su conjunto. Con ello también se hace referencia, no solo, al reconocimiento
de la mujer como ser de derechos, sino a que la reivindicación va más encaminada a
proponer cambios estructurales.

Reconociendo que el sistema patriarcal, imbricado en lo más profundo del acervo


cultural del contexto al que ya se ha hecho referencia, legitima el desconocimiento de
los derechos de las mujeres y las prácticas culturales que las cosifican. Se entiende como
necesario el replanteamiento, deconstrucción y reconstrucción de los preceptos que
enarbola el proceso de dominación de las mujeres, que bien se puede identificar en las
prácticas cotidianas, y en ese orden de ideas se considera necesario empezar con el
proceso de desnaturalización de la violencia en contra de las mujeres, que en éstas se
manifiesta de forma latente.

Para la mención de los hitos históricos que se presentan en los albores del movimiento
social de mujeres en Colombia se retoma la historia planteada en un ensayo presentado
para la materia Movimientos Sociales y Trabajo Social de esta unidad académica. Vale
la pena aclarar, que las iniciativas aquí mencionadas no contemplan la totalidad, ni
mucho menos, las generalidades del movimientos social de mujeres en el país. Esta
breve caracterización forma parte de la información a la que las autoras han podido
acceder durante su proceso de formación académica.

Dentro de las contribuciones individuales, se destaca la participación de mujeres como


Felicita Campos en 1890, quien encabezó las luchas de los campesinos en contra de los
terratenientes de aquel tiempo. También, se rescatan los procesos liderados por Juana
Julia Guzmán, precursora de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Córdoba y la
Sociedad de Obreras Redención de la Mujer. Esta última organización se enfocó en la
búsqueda de la reglamentación del trabajo de las mujeres y los y las menores explotadas
en ese tiempo. E incluso antes de estos sucesos, sobresale la participación de
PetronaYancé, quien con 800 mujeres más apoyaban a los trabajadores de las bananeras
en el marco de la lucha campesina. Ya en la década de 1920 se identifica la
participación de Betsabé Espinoza y María Cano en los procesos de sindicalización y
organización de mujeres obreras.

En 1930, se inició un proceso encabezado por Georgina Fletcher, el cual presentó al


gobierno de Olaya Herrera una propuesta de reforma a la legislación, la cual buscaba
reconocer el derecho de las mujeres a manejar sus propios bienes, ésta se conoció como
el “Régimen de Capitulaciones Matrimoniales”. Sin embargo en este año el proceso fue
acallado y quien se identificó como su principal representante fue señalada y
estigmatizada, ella muere años más tarde en estado de abandono y pobreza absoluta. No
fue sino con la Ley 28 de 1932 que se acepta en la legislación colombiana este régimen.
Más tarde, en 1933 con el decreto 1972 se les reconoce a las mujeres el derecho a la
educación, y fue a partir de este año que las mujeres colombianas acceden a la
educación superior. Es importante resaltar que nada de esto habría sido posible de no ser
por las luchas y presiones que desde el joven movimiento de mujeres se dieron en ese
tiempo.

Hacia 1936 las mujeres conquistan el reconocimiento de su derecho a ocupar cargos


públicos. Hasta este momento se han destacado los perfiles de mujeres como la ya
mencionada Georgina Fletcher, Ofelia Uribe de Acosta –precursora del sufragio en el
país-, Lucila Rubio de Laverde75.

Desde este punto de vista, las mujeres sí han tenido incidencia en las luchas sociales.
Ellas han sido mujeres emprendedoras y soñadoras que permanecen en la plataforma del
reconocimiento por sus logros y por sobresalir como mujeres beligerantes que
reivindican ser personas activas políticamente y soslayan la sumisión impuesta desde
tiempos inmemorables.

La participación de las mujeres en las organizaciones campesinas e indígenas, que


orientan sus acciones para los procesos dentro de los movimientos sociales, permanece
en el seno de la resistencia. Así lo constata la siguiente declaración de mujeres ligadas a
la ACVC (Asociación Campesina del Valle del Rio Cimitarra), durante el primer
encuentro de mujeres del Magdalena Medio:

“(…) también estamos cansadas de la doble opresión que nos afecta, la de una clase
dominante que explota nuestro trabajo para producir una riqueza que no disfrutamos
y la de una cultura machista que limita nuestra libertad de autonomía (...) estamos
cansadas que esta doble opresión nos impida aportar más decididamente a la
transformación social. Aquí reunidas anunciamos que ese cansancio se ha traducido
en la decisión irrevocable de hacernos más protagonistas en la lucha por la conquista
de la plenitud de nuestros derechos y por la construcción de una sociedad más
igualitaria (…) pero este desafío no es solo nuestro, es también un desafío en que
obligatoriamente deben estar vinculados los hombres (…) porque el acceso a la
plenitud de nuestros derechos como mujeres implica necesariamente una
transformación honesta de las actitudes opresoras de los hombres, así como salir de la
opresión y la injusticia económica, política y social, requiere del compromiso del
trabajo hombro a hombro entre hombres y mujeres” (Declaración Política del Primer
Encuentro de Mujeres del Magdalena Medio, 2006).

Es así, como las mujeres han promovido sus luchas desde diferentes organizaciones,
entre ellas se destaca la iniciativa “Mujeres Colombianas por la Paz”, que es el resultado

75
La información antes presentada, como ya se dijo, pertenece al ensayo “Movimiento Social de Mujeres en
Colombia”. Realizado por las estudiantes Andry Paola Berdugo Pérez, Shirley Esmeralda Burgos Beltrán,
KettyZamiraLandázury Segura, María Alejandra Urdinola Correa. En el marco de la asignatura Movimientos
Sociales y Trabajo Social.
de una alianza entre varias organizaciones femeninas, de la que hacen parte 246
procesos regionales y siete sectores (indígenas, campesinas, sindicalistas, jóvenes,
académicas y feministas, paz y cultura y afrodescendientes), dedicadas a “atender las
especiales necesidades de las mujeres, garantizar protección de derechos, prevención de
efectos e incrementar la participación de las mujeres en todos los niveles de decisión,
prevención, manejo y resolución de conflictos” (Mujeres colombianas por la paz, 2012).

Un claro ejemplo de lucha desde y para las mujeres, se ve también reflejado en la Mesa
de trabajo Mujer y conflicto armado, “Espacio de trabajo colectivo que busca
documentar y dar seguimiento a las formas de violencia que afectan las vidas de
mujeres, jóvenes y niñas en el contexto del conflicto armado colombiano” (Mesa de
trabajo Mujer y Conflicto Armado, 2012); igualmente la Casa de la Mujer, organización
feminista que se ha dedicado desde finales del siglo pasado a denunciar las torturas,
atropellos, humillaciones y maltratos contra las mujeres sin aceptación alguna de la
opresión y subordinación de las mismas (Casa de la Mujer, 2012).

La violencia de género en este contexto, significa para la mujer un sinnúmero de


opciones en las cuales se encuentra en situación de vulnerabilidad, como bien lo nombra
la Corporación Sisma mujer en su investigación acerca del tema

“(…) las mujeres del país –en particular aquellas ubicadas en zonas rurales o
marginadas y en las áreas especialmente afectadas por el conflicto armado o por
la presencia de grupos armados ilegales- deben afrontar, además de los peligros
generales que representa la violencia armada para toda la población, los diez
riesgos y vulnerabilidades de género en el contexto del conflicto interno (…)”
(Sisma mujer, 2012).

Finalmente, para ilustrar dicha situación se hace referencia a los diferentes informes
presentados por el Centro de Memoria Histórica de la CNRR 76, donde reconstruyen
casos emblemáticos e ilustran los procesos y dinámicas del conflicto en el territorio
colombiano, específicamente el informe sobre “La masacre de El Salado: esa guerra no
era nuestra”, donde ilustra con claridad la problemática desde la perspectiva femenina y
su lugar en el conflicto armado.

Reflexiones generales

En medio de las diferentes luchas sociales han estado involucradas de manera directa las
mujeres ya fuere como colectivo o de manera individual, aunque a veces ello se ha visto
desdibujado de la memoria nacional. No obstante, ellas siempre han estado presentes
como compañeras, como reivindicadoras tanto de sus derechos como de los demás. Han
sido mujeres que piensan, creen y accionan en torno a un futuro mejor, como también
76
CNRR (Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación).
mujeres agotadas por la violación a sus derechos y la deshumanización que ha
representado el conflicto en Colombia, lo cual confiere la introducción de ellas dentro
de los marcos legales de las organizaciones cuyos objetivos no se restringen, sino que
abanderan una lucha social constante y que acapara varios sectores sociales.

La sociedad colombiana nos presenta grandes desafíos para el reconocimiento de las


mujeres en un escenario en donde el patriarcalismo es el principal referente cultural, por
ello es necesaria la visibilización y participación de parte de las mujeres con el
acompañamiento estatal, gestando así, cambios estructurales remitidos a la cultura.

La historia la han construido mujeres y hombres, sin embargo ésta historia ha sido
contada por los hombres. Por ello es menester visibilizar tanto los vejámenes cometidos
contra ellas, como también las reivindicaciones que se han construido a lo largo de la
historia y que prevalecen frente a una sociedad contradictoria que impone y a su vez
estigmatiza un modelo femenino, y que a la vez, oculta problemas estructurales.

En cuanto los escenarios emergentes, es necesario reconocer la resistencia que se hace


frente al patriarcalismo y su construcción recíproca con la guerra. Dentro de ellos, se
destaca la pugna antimilitarista que los objetores de conciencia plantean, frente a la
prestación del servicio militar obligatorio.

Retos y reflexiones desde el trabajo social

El Trabajo Social es una disciplina privilegiada, en la medida que tiene un amplio


campo de acción, como es el tema de género y los movimientos sociales, para el caso el
Movimiento Social de Mujeres.

En primera medida, es posible identificar la profesión con los movimientos sociales.


Pues se comprende que ambos se constituyen al interior de la estructura pero se
encuentra en constante tensión con ella, reconociendo que ambos están en una lucha
patente por transformarla.

Habiendo establecido esta relación es pertinente retomar la propuesta de Belén Lorente,


sobre la comprensión del Trabajo Social como una profesión subordinada a partir de dos
de los elementos que lo constituyen. Se habla, claro, del trabajo con los sectores
históricamente reconocidos como marginales por la sociedad; y de la constitución de la
profesión a partir de la acción feminizada en sus inicios (Lorente, 2002).

Esto último evidencia la pertinencia de la acción profesional en la contribución y


acompañamiento al Movimiento Social de Mujeres, y en la misma vía justifica la
investigación para enriquecer este proceso. En esta misma medida se abre la reflexión
en pro del reconocimiento de las interseccionalidades que aluden a las mujeres, en este
caso no basta con desnaturalizar la inequidad entre géneros, también es necesario pensar
en categorías como la clase y la etnia.

Desde el ejercicio profesional resulta necesario repensar el accionar del mismo


constantemente, así como cuestionar a la estructura social y sus diferentes campos de
acción, en donde las mujeres a pesar de los diferentes obstáculos se han introducido en
una sociedad aún patriarcal y machista, en la que ya no solo se trata de violaciones a los
derechos como educación, trabajo, sufragio. También se habla de cómo en la actualidad
las mujeres son vistas, con más acentuación, como objetos sexuales y a disposición de
placer masculino.

Desde el Trabajo Social como reto y objetivo, en el acompañamiento a procesos


reivindicativos, se propone lograr que las mujeres, asuman la relevancia que ellas
mismas tienen en la sociedad, de tal modo que reflexionen y generen iniciativas para la
apropiación de su derecho a decidir sobre sus propios cuerpos y no que terceros
dispongan tanto roles y funciones, como leyes y prohibiciones sobre éste. Este proyecto
se hace posible en el marco de la Educación Popular que nos convoca a comprender
cuáles son los rasgos de las opresiones, reconocerlas para modificarlas y así acabarlas.

De la misma manera, vale la pena rescatar las contribuciones que desde los movimientos
feministas se han hecho para la conceptualización del conflicto armado. Dentro de las
propuestas que se pueden aplicar a la acción investigativa dentro de la disciplina,
sobresale la diferenciación entre conflicto armado y guerra. Y de la misma manera es
necesario encuadrar adecuadamente el contexto en el que se encuentra inmerso el país.
En este punto, se hace la claridad que la guerra se destaca por ser un escenario más
recrudecido; dentro del cual aparecen elementos como la legitimidad del asesinato. Si
bien dentro del conflicto armado el asesinar, es un acto que se encuentra contemplado,
en la guerra éste se ve con mayor impunidad que en otros escenarios.

Con lo anterior no es posible comprender, la incoherencia en la que se encuentra el


régimen legal del país. Pues bien se habla del conflicto armado, para negar la
legitimidad de uno de los “bandos”, no obstante, la naturalización –y en algunos casos,
hasta celebración- de la muerte de actores armados, apunta a un escenario de guerra en
Colombia.

Partiendo de la premisa “Lo que no se nombra no existe”, hacemos especial hincapié en


la necesidad de reconocer a las mujeres como partícipes de la historia que sucedió y la
que está en construcción. Desde esta perspectiva, se abre un espacio para el Trabajo
Social como disciplina que se dispone a reconstruir la historia, que ha sido unilateral,
que oculta y suprime hechos que son precedente de los resultados actuales.
Si bien es cierto, existen varias investigaciones sobre el conflicto armado colombiano
éstas carecen de una postura ética, en la medida en que reducen a las personas a sólo
cifras. En este sentido nuestro papel desde la producción académica e investigativa debe
propender por el reconocimiento a las víctimas como personas integrales, con lazos
sociales y territoriales vigentes, así se promueve el respeto y no la lástima.

De acuerdo con lo anterior se reconoce que el trabajo social tiene mucho que aportar,
destacando los avances y experiencias que se han realizado en investigación cualitativa.
Reconociendo, de paso, a esta última como una realización alternativa a las
investigaciones, a las que se ha hecho referencia en líneas anteriores.

Con ello no se habla de la investigación cualitativa como la panacea para trabajar la


situación de las mujeres inmersas en la guerra colombiana, más bien se abre una apuesta
por no negar los saberes que han construido al Trabajo Social, y de la misma manera
tomarlos para reconstruir alternativas a la investigación deshumanizante de la que se han
servido algunas ciencias sociales para presentar resultados.

Con ello se abre una apuesta por una investigación que no obedezca a los intereses del
mercado, sino que represente y construya las memorias que desde escenarios de
dominación se han invisibilizado.

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PROPIO DE LA HEGEMONÍA PATRIARCAL DEL DISCURSO MODERNO DE
OCCIDENTE

Juan Felipe Buitrago Osorio


Universidad de Caldas

Sub eje 6: Sexualidades disidentes y géneros transgresores frente a las concepciones


hegemónicas, un abordaje desde el Trabajo social

Introducción

Esta ponencia narra la ficción ontológica en analogía autopoiésica, “posibilidad de


existencia en la continua re-producción de sí mismo”, en la de-construcción, re-
construcción ideacional del ser-sujeto “hombre-trabajador social”. Metamorfosis subjetiva
de la aprehensión del mundo de la vida a partir de la reflexión-acción del yo y de la
alteridad, con el sustento del análisis conceptual de la teoría social, en contraste con la
vivencia experiencial como hombre, estudiante de Trabajo Social, y en apropiación del arte
como narrativa estética que posibilita una comprensión de lo humano, en este particular la
representación-tangible e ideal-intangible de lo masculino. Subyace en esta ponencia la
propuesta de una postura ético-política, a partir de una alternativa al constructo cartesiano
de la identidad nombrado como nuevas masculinidades, en correspondencia a una
heurística en la habitabilidad ecológica, re-presentada en la intervención del Trabajo Social
hecho por hombres. Eufonía estética y práctica del concebir-se y relacionar-se
transgrediendo al imperativo categórico de la hegemonía patriarcal propia del discurso
moderno de occidente. Campo de investigación y conocimiento el tema de la masculinidad
como imaginario simbólico y práctica cultural trasversaliza la intervención del Trabajo
social.

El Trabajador social como sujeto intérprete de su acción, está llamado a un re-pensar-se con
el otro y lo otro, permitiendo hacer-se des-hacer-se en el pragmatismo de su existencia, con
la pretensión de re-nombrar el paisaje de acontecimientos del devenir ontológico mediado
por la intervención, “referida a la práctica en Trabajo Social, no en su connotación negativa
de interferencia o acción pasiva unidireccional, sino aludiendo a su etimología: inter=entre
y viniere=venir; es decir, estar entre o actuar-participar en reciprocidad con otros; la praxis
como crítica a la razón instrumental”. (Duque 2013:17).

La construcción de las nuevas masculinidades, desde un enfoque histórico-relacional.


“Desvelar los efectos que la dominación masculina ejerce sobre los hábitos masculinos, no
es, como algunos podrían creer, intentar disculpar a los hombres. Es explicar que el
esfuerzo para liberar a las mujeres de la dominación, o sea, de las estructuras objetivas y
asimiladas que les imponen, no puede avanzar sin un esfuerzo por liberar a los hombres de
esas mismas estructuras que hacen que ellos contribuyan a imponerlas” (Bourdieu,
2000;138).

En el acaecer histórico occidental, se ha condicionado a los individuos por medio de


dispositivos de poder, la masculinidad hegemónica patriarcado: “Es un orden social
genérico de poder, basado en un modo de dominación cuyo paradigma es el hombre. Este
orden asegura la supremacía de los hombres y de lo masculino sobre la inferiorización
previa de las mujeres y de lo femenino. Es así mismo un orden de dominio de unos
hombres sobre otros y de enajenación entre las mujeres” (Lagarde, 1997: 52). El
patriarcado como dispositivo de poder y subjetivación es un claro ejemplo de
diferenciación esencialista definida por la fisiología sexual, que como absoluto, fija un ser-
saber-convivir de lo masculino como lo no femenino, “de lo uno en contraposición de lo
otro”, que en su carácter de representación social se reproduce a través de prácticas
culturales que perpetúan la interacción social de inter-subjetivación del ser en tanto su
connotación biológica, con la atribución de roles socialmente establecidos, que para la
particularidad masculina le ha cosificado y sometido a una relación machista consigo
mismo y con los otros. “La distinción entre sexo y género ha sido extraordinariamente
eficaz para resaltar los roles, atributos y comportamientos de mujeres y hombres, el género
es variable, heterogéneo y diverso, porque dependen de factores eminentemente culturales.
Son algo adquirido y no innato, son fruto de la articulación específica entre maneras de
representar las diferencias entre los sexos y asignar a estas diferencias un estatuto social”
(Comas, 1995: 40).

En este escenario de reducción, lo masculino se debate una insistente lucha de auto-


demostración de capacidades atribuibles a un ser-sujeto-hombre “helénico-homérico”, que
se re-afirma en el mundo público de la democracia, del ágora, de la guerra y la conquista,
proveedor de su familia nuclear, amo y señor de su vida privada, un hombre que cuenta con
la infaltable compañía del vino y la complicidad de eros con sus amantes diversos “ellas y
ellos”, un personaje flanqueado por la aceptación social de sus batallas y faenas sexuales,
que se mide a pulso con otros hombres en la fuerza y promiscuidad sexual, como
consagración meritoria exigida por sí mismo y por el común del deber-ser masculino de la
sociedad moderna de occidente, trazando la representación socio-histórica del ser-saber-
convivir hombruno que se sustenta en la naturalidad de ejercicios de poder que niegan un
reconocimiento de lo otro y someten a las mujeres, otros hombres y la naturaleza,
cosificando la diversidad en una normalidad de lo uno que se reconoce en lo mismo como
eufemismo peyorativo de la condición humana.
Esta corta descripción de lo que se ha considerado común al deber-ser masculino, en el
llamado “sistema patriarcal (patriarcado)” o “masculinidad hegemónica” como relato mito-
poético, recoge la evidencia de lo que aún en muchas prácticas subsiste a manera de
prototipo-ideal de hombre, que en el concebir-se y relacionar-se niega la diferencia, al
someterla a la normalidad metódica de un monismo de identificación sustentado en el
método científico, que cosifica la condición humana a sentencias universalizadoras en
coacción individualizadora del nombrar la existencia masculina en desconocimiento e
invisibilización de las variedad de gamas en que se re-presenta la condición humana. "… la
masculinidad se funda en la exclusión de todo lo femenino y todo lo que no parezca de
hombres” (Campos y Salas, 2002: 25). Estas lógicas vetustas de sumisión y negación,
constriñen a una transformación de la aprehensión del mundo de la vida y con este a la
manera de concebir-se y relacionar-se. De allí que el trabajador social hombre, tanto en la
intervención como en la practicidad de su existencia se enfrenta a unas realidades que
demandan de renovadas estrategias de reflexión-acción oportunas, que se vislumbran en la
adopción de un diferente modelo de construcción de identidad, alternativo al constructo
“cartesiano” tradicional, disyuntivas que transgredan los preceptos moralista-valorativos
con los que se ha modelado la masculinidad en occidente, permitiendo dar paso a una nueva
estética que se re-presenta como de-construcción re-construcción de lo que como hombre
demanda la sociedad contemporánea.

Ésta alternativa se nombra como una nueva masculinidad que encuentra su significado en
un ser-saber-convivir en la diferencia, con un pensamiento situado en el aquí y el ahora que
es consecuente con las transformaciones sociales y las nuevas maneras de intervenir en
trabajo social. En otras palabras, “un saber-hacer-se-trascendente, como seres
autopoiésicos. Saber que involucra un permanente ejercicio de pensamiento al hacer-se y
des-hacer-se en la con-vivencia, objeto de conocimiento/acción (interacción social)”.
(Duque, 2013:24).

Las nuevas masculinidades como una reflexión-acción pertinente en la intervención


del trabajador social

Es necesario retomar la existencia de varias teorías explicativas de las masculinidades de


acuerdo con Guevara (2001):

● Las teorías que consideran la masculinidad como atributo individual, producto de las
diferencias de socialización de los roles sexuales entre hombres y mujeres. Esta
perspectiva se basa en el positivismo Comtiano y en la validación del método científico
para asignar un conjunto de atributos personales “deseables” que comparten los hombres
en todos los sectores culturales.

● Las basadas en la perspectiva antropológica y sociológica. Desde estas teorías es


posible explicar las masculinidades como una construcción cultural, lo que supone la
existencia de masculinidades construidas de forma diferente en distintas clases sociales,
culturas y grupos poblacionales.

Re-valorar y re-considerar el género, en particular la masculinidad, desde una perspectiva


antropológica y sociológica como construcción cultural la cual se reproduce por medio de
representaciones de los imaginarios y significados que hechos prácticas culturales
perpetúan estructuras sociales, es en parte el objetivo de esta ponencia, junto con la
visibilización de una propuesta para los escasos hombres que se aventuran a la experiencia
de ser trabajadores sociales, a tener la capacidad de re-conocer-se en la construcción de un
modelo de identidad masculina alternativo al constructo cartesiano de la misma, y que para
efectos de esta ponencia será nombrado como Las nuevas masculinidades concepto que se
encuentra en constante construcción. Los aportes de Segarra y Carabí (2000), hacen
referencia esencialmente a dos dimensiones del concepto, por un lado la dimensión socio
política, y por el otro la dimensión ideológica. En esta medida, pensar otras formas de
entender la construcción del concepto de masculinidad es enfatizar en cómo el conjunto de
acciones en la vida cotidiana que se evidencian en las prácticas sociales y que van en contra
de los ideales de una masculinidad basada en una relación jerárquica y no democrática
(inclusiva de unas consideraciones de la masculinidad hegemónica) es pensar en una
perspectiva de la identidad de género basada en el reconocimiento de la diferencia y otras
formas de reconocimiento de sí mismo.

Un abordaje conceptual, como marco de reflexión-acción en la propuesta de las


nuevas masculinidades en estudiantes hombres de trabajo social

En la recomendación de Duque: “el problema, en últimas, es metodológico y se sustenta en


el marco de una reflexión educativa que se resuelve mediante las preguntas gnoseológicas-
epistemológicas, pedagógicas-filosóficas, ontológicas-axiológicas y metodológicas-éticas
para definir principios, conceptos y supuestos básicos orientadores de la acción. (2013:25).
De allí que asentir en la necesidad de hacer visible un argumento teórico-conceptual que
despliegue, en un horizonte de sentido, la confluencia entre las representaciones simbólicas
de la masculinidad en tanto hecho presto de asumirse de manera modificable, es proponer
que las sugestiones desde los indicativos de poder aseguran ubicarse de manifiesto toda vez
que no se atenta contra la simbología del otro, ni de sí mismo.

En aras de sustentar epistemológicamente la propuesta de esta ponencia, se abordó la teoría


social que permitió un acercamiento conceptual al tema, a la vez que le proporcionó un
cuerpo de ideas que convergen en puntos comunes. Para esto se débito apartes de las
premisas de varios autores: entre ellos Anthony Giddnes con algunas bases de la identidad
del yo, AxxelHonneth y la teoría del re-conocimiento y, cerrando, Michel Foucault con los
apócrifos del poder como voluntad del saber en la inter-subjetivación; con esta triada
epistemológica se pretende disentir en los racionamientos conceptuales y la verificación
empírica de la contingencia existencial, del replantear la masculinidad como necesidad de
transformación del concebir-se en el mundo de la vida en concordancia con la gnoseología
del trabajador social, lo cual únicamente podrá lograrse desde la vivencia de la seguridad
ontológica que reconstruya los idearios de la identidad del yo, a manera de re-conocimiento
representado en el ejercicio de un saber-poder en la constitución de la identidad y a su vez
en la acción desplegada en la intervención.

Las construcciones masculinas como un reto enigmático en la constitución ontológica


del ser

En la perspectiva de Giddens “hay pocos países en el mundo donde no haya un debate


intenso sobre la igualdad sexual, la regulación de la sexualidad y el futuro de la familia. Y
donde no hay discusión abierta es, sobre todo, porque es reprimida activamente por
gobiernos autoritarios o grupos fundamentalistas” (2007:26). El sujeto en la posibilidad de
su existencia es producto y productor del entramado histórico social, demarcando la
contingencia de su aprehensión subjetiva con la que delinea la formación de una identidad
tanto en el actuar personal como en el que-hacer profesional.

El marco de seguridad ontológica circunscrito por las rutinas o esquemas tipificados a partir
de los cuales se construyen las nuevas masculinidades, se convierten en dispositivos
vulneradores por las prácticas culturales de la tradición social, que a la vez los vulneran
para producir dilemas y contradicciones, y que en palabras de Giddens: “llevan a que los
individuos se las compongan con los peligros y los miedos ligados a ellas recurriendo a
fórmulas emocionales y de comportamiento que pasan a ser parte de la conducta y el
pensamiento cotidiano”. (1991:62) La construcción de las nuevas masculinidades
encuentra su razón ontológica en la seguridad del yo, el cual se constituye a partir de la
confianza básica Eriksoniana como condición para la elaboración de identidades (Erikson y
Giddens).En la reflexión-acción de una nueva masculinidad confluyen diferentes aspectos,
que van del orden personal al orden social, que como particularidades subjetivas
caracterizan la constitución ontológica del ser, producto de un trasegar de la guerra y el
conflicto con su yo y con la intersubjetividad, que en esta propuesta se constituye como un
trasgredir las atribuciones identatarias del modelo hegemónico de identidad masculina a
partir de un marco de seguridad ontológica del yo, como un nivel inicial de complexión en
tanto proporciona una “sospecha” de la normalidad cotidiana del con-vivir y, que para los
efectos de la propuesta teórica y en su consecuencia, se integra la contribución de Honneth
y su abordaje del re-conocimiento como auto-determinación mediadora en la constitución
de sí mismo.

Continuando en Giddens: “La noción de seguridad ontológica se relaciona íntimamente


con el carácter tácito de la conciencia práctica (o, dicho en términos fenomenológicos, con
la “puesta en paréntesis” que supone “la actitud natural” en la vida cotidiana)” (1991:52).
En la sociedad tradicional (hasta la burguesía moderna), el marco constitucional se legitima
mediante interpretaciones míticas, religiosas y metafóricas de la realidad en su conjunto;
dicho marco legitima un sujeto alienado y enajenado quien reproduce las mismas prácticas
políticas.

El re-conocimiento desde la relación consigo mismo, en la perspectiva de Honneth

La perspectiva de un re-conocimiento implica un discernimiento de situaciones que son


consideradas como normales y que encierran todo un entramado de relaciones de poder y
sometimiento; dé allí que en el aporte teórico de esta perspectiva se evidencie que: “ la
mirada debe dirigirse a las prácticas de humillación o envilecimiento a través de las cuales
se escatimada a los sujetos una forma fundada de reconocimiento social y con ello una
condición decisiva de la formación de su autonomía” (Honneth 2000). La propuesta de
Honneth es consecuente con el enfoque de de-construcción re-construcción de identidad; al
desconfiar de la normalidad masculina se pone al descubierto la existencia de una
inconformidad en cuanto a la manera en que históricamente el conocer-se y el concebir-se
se han instaurado en la identidad occidental, a la vez que abre paso a la propuesta de las
nuevas masculinidades en respuesta a ese descontento como un re-conocimiento que se
entreteje en la noción de “seguridad ontológica”.

El reconocimiento de las formas alternativas de la construcción identataria visualiza las


perspectivas contemporáneas del análisis interpretativo. Según Honneth (1997), la
construcción de la subjetividad cumple la función de corporeizar las acciones que la
forman; dicha subjetividad es comprendida como una construcción alternativa al
constructo cartesiano, la cual otorga un rol fundamental a la corporeidad, abordando la
identidad como una decisión de saber-poder sobre sí, sobre el cuerpo, que permite una auto-
realización consistente en la auto-confianza, auto-respeto y auto-estima, lo que implica un
re-conocimiento a manera de saber-poder, el cual es fundado en la relación con el otro, con
el semejante o el diferente en las prácticas cotidianas que configuran la visión social de la
realidad, de la que Berger y Lukmann (1986) consideran una construcción simultánea entre
individuos y sociedad; con la salvedad de que los sujetos tienen la decisión de continuar
reproduciendo este modos de ser o están en la capacidad de trasgredir y trascender al
construir sus propios significados, categorías y conceptos con los que nombran e
interactúan en la trama de la vida, según su aprehensión cosmogónica.

La ideación de sí mismo como constructo de poder, en relación biopolítica

En complemento a la triada del abordaje conceptual como marco de reflexión-acción, se


considera conveniente triangular el proceso con las reflexiones del poder desde la postura
vigorizante de la voluntad del saber que permea la postura de la ideación de sí mismo, a
manera de una “Bio-política” o “regulación política de la vida”, como derecho sobre sí,
normalización de los cuerpos y los pensamientos. De allí que en consideración de un re-
conocimiento como seres sociales no conformes con la subjetivación tradicional que se
muestra en detrimento de la seguridad ontológica de la identidad del yo. Las nuevas
masculinidades en el marco de reflexión-acción se presentan como una de Las prácticas de
gobierno: tecnologías del yo, que como prácticas sobre si, se ejercen sobre uno
permitiendo al sujeto adquirir un modo de ser, resultado de la reflexión-acción sobre los
modos de vida, sobre las relaciones de existencia, sobre los modos de regular la propia
conducta, de fijarse fines, medios; un ethos (Foucault, 1984). La identidad es concebida
como resultado de un proceso histórico; las nuevas masculinidades como modelación
identataria comprenden el movimiento por el que los seres humanos se objetivan, se
constituyen en objetos de una teoría o una práctica para los otros y para sí subjetivando a
partir de este movimiento.

La propuesta foucaultiana pretende dar cuenta de una construcción histórica de la identidad


a partir del concepto “modo de subjetivación” como práctica histórica de constitución del
sujeto operada por un doble juego de objetivación-subjetivación, (relación que se establece
entre los modos de pensar y de obrar en cada época histórica). La subjetivación es posible
en tanto el sujeto se objetiva en (se pone como) objeto de relaciones de saber y de poder de
distinto tipo, ambas íntimamente vinculadas. La nueva masculinidad cómo saber-poder, de-
construye la identidad del modelo patriarcal postulando el hecho de que los sujetos son
interpelados a reconocerse como sujetos de (placer, deseo, tentación, etc.), sostenidos en un
juego de lo verdadero y lo falso, es decir “en la inmanencia de un dominio de saber y
conocimiento”.

Además, el indagar en la identidad y su historia, posibilita que los sujetos sean estudiados
por medio del análisis de las prácticas por las que se ven prestos a llevar la atención a sí
mismos. Las consideraciones del poder como fuerza de voluntad del saber, concierne al
tema de las nuevas masculinidades en el sentido que recapitula un intangible e invariable
movimiento de las voluntades, ya que en la perspectiva foucaultiana (1991) “el poder no es
algo que esté relegado a una sola persona, a una sola institución o a una sola práctica, el
poder está aquí y allá, en todos los escenarios de la vida diaria” en las relaciones e
interacciones, de allí que quien decide asumir una postura que simpatiza con las relaciones
democráticas intra-inter género, cuestiona un saber-poder establecido históricamente que ha
dictado el modo de relacionarse entre hombres y mujeres con la naturaleza y el entorno que,
como practica y como acción sobre sí, acentúa aún más la ficción de las nuevas
masculinidades al cuestionar el modelo hegemónico de masculinidad y proponer un modelo
de acción alternativo desde la seguridad ontológica y el re-conocimiento en la construcción
social de la realidad.
Las nuevas masculinidades como reflexión-acción permite un empoderamiento de los
estudiantes hombres de trabajo social para su relación e interacción con la trama de la vida
y su intrínseca producción de la realidad social en un convivir como seres no conformes
con las prácticas culturales que van en detrimento de la condición humana, por esto, el
poder como acción del ser, se expresó en la tendencia a la toma de decisiones consecuentes
con la praxis como trabajadores sociales. El cuestionamiento del convivir como hombres en
occidente demuestra cómo la masculinidad patriarcal o hegemónica es la manera común de
representar el saber-poder de la identidad, y en la medida en que se habla de nueva
masculinidad se trasgrede ese saber-poder tradicional lo que genera un nuevo conocimiento
de la teoría social puesta en función de la intervención social.

Una lectura semiótica77, cercanía sensitiva a la alternativa de de-construcción de la


identidad masculina

En el acercamiento a la exploración en la construcción de las nuevas masculinidades, la


imagen y la lectura semiótica, permiten exponer una quimera poiético-poética de la
diversidad de visos con los que plasma la estética narrativa de la expresión del pensamiento
y la condición humana, delineando la trama de la vida como muestra de la vivencia
sensitiva de emociones y colores que sitúan un momento histórico a partir de la
visualización eternizadora de una aprehensión momentánea de lo sensible. Para esto, la
puesta en escena de dos obras cumbres del arte: primero: “(Leonardo Da Vinci, “Vitruvio,
homo-cuadratus” 1511) y contrastada con (EdvarMunch “El grito” 1895)”, plasmadas en
diferentes épocas, permiten diversificar la propuesta de las nuevas masculinidades al
realizar un aporte desde la ontología misma de la pintura como objeto-tangible y desde su
representación estética como significado ideacional-intangible en tanto que existe la
posibilidad de verificación de una axiología derivada de dicho significación.

77
La Semiología o Semiótica como disciplina aborda la interpretación y producción del sentido, estudiando
fenómenos significantes, objetos de sentidos, sistemas de significación, lenguajes, discursos y los procesos a
ellos asociados: la producción e interpretación. Toda producción e interpretación del sentido constituye una
práctica significante, un proceso de semiosis que se vehiculiza mediante signos y se materializa en textos.
La visión matemática de la perspectiva genérica de la identidad queda en evidencia en los
lienzos de Da Vinci y su Súper-hombre (Vitruvio, “homo-cuadratus” 1511), “canon de
proporciones perfectas” obra del renacimiento europeo e iconografía particular del ideal del
hombre en su armonía con los teoremas de las ciencias exactas, que a manera de encuadre,
emplaza la perspectiva humana a una representación artística sustentada en las
formulaciones de la geometría y la matemática asumidas en calidad de criterios
cuantitativos con las que se rige el mundo, después visto como “maquina newtoniana”. En
este, el ser humano hombre, sujeto regido por la especificidad de una normalidad lineal,
que dicta la manera de ser-saber-convivir como expresión del ideal-intangible de lo humano
que insta concebir-se y relacionar-se a partir de la validez sistemática (en la medida de un
tamizar que da prevalencia a lo cuantificable, medible y verificable, negando todo lo que
por la razón del método como conocimiento científico no sea aparentemente válido),
sustenta el imperativo de la masculinidad hegemónica en tanto la cooptación de la
corporeidad a la unificación existencial de mismidad consensual.

Esta muestra ejemplar de una aprehensión del mundo y del ser en situación, se presenta en
esta ponencia como una postura Cartesiana de la construcción de la masculinidad, a partir
de la disposición exacta del cuerpo en ejes de ordenadas y abscisas enmarcadas en la
exactitud de las medidas geométricas del círculo y el cuadrado perfecto que parecen
ordenar la estética y la consideración de sí mismo a partir de la atención a las formulaciones
matemáticas estándar de visiones simétricas de un deber-ser, que mecaniza y reduce a la
norma homogenizante-homogenizadora que acomoda a la diversidad de la condición
humana a una cosificación de mismidad existencial propia del discurso moderno occidental
y su visión de lo apetecible, lo apreciable, lo fiable, y si es de considerar, lo real, tanto en
la corporeidad como en la interpretación del mundo como absoluto regido por la mismitud,
paz y quietud que otorga la exactitud. Este emplazamiento de la proporcionalidad humana
identifica a un ser en la veracidad de un sincretismo universal de lo que se hace y lo que se
espera haga el otro en su diferenciación sexual, como una relación dialógica altruista de lo
propio a la identidad masculina y sus representaciones sociales.

En contraste con la representación vitruviana de la identidad, se transfigura el diseño de los


lineamientos identatarios en la distorsión espectral de la reconocida obra “El grito” (1895
de EdvarMunch), considerado icono cultural de la corriente del expresionismo alemán.
Refleja el sentir de un momento histórico en el que aún perdurando un ser-saber-convivir
unidireccional de la condición humana de bases en peroratas metódicas del concomiendo
científico, se adviene como una de-construcción re-construcción de lo humano en tanto
ideación de una anormalidad en lo representado, en un primer plano colorido que irradia
incertidumbre y desesperación como las características de la identidad, contenido en un
fondo luminoso que sublima la figura desdibujada de un espectro de forma humana que
parece tomar su rostro en signo de incapacidad. En el “grito” se aprecia el descuadre del
prototipo de las proporciones perfectas de identidad, dando paso a una estética de la
condición humana que se plasma en la re-configuración de un sujeto situado en la
modernidad, en el aquí y el ahora de un habitar en si mismo acosado por la emocionalidad,
que le paremia a una diversidad de su aprehensión cosmogónica, descentralizando la
mismidad cartesiana apreciable en la idea vitruviana de identidad.
El grito como alternativa representacional de la identidad masculina, transgrede la
representación exacta que se aprecia en el homo cuadratus de Da Vinci, dando prioridad a
otro signo de lo humano como una relación conflictiva con sí mismo, en la que se
desvincula la normalidad de la masculinidad hegemónica para des-figurarse en un diferente
hombre que en la construcción de la identidad se proporciona a una abstracción de la
voluntad del saber. Para el análisis de la postura de esta ponencia se ajusta a la ideación de
las nuevas masculinidades, re-presentada en lo tangible de la pregunta existencial como
base de la reflexión-acción, en la que se percibe un sujeto que se piensa y en esa misma
medida se agobia en la búsqueda de una existencia autentica en la que no hay cabida para
la mismidad, perfilando otra manera de concebir-se en la que se posibilita un pensamiento
situado en el aquí y el ahora propicio a las condiciones del contexto como inapelables para
un transformar-se en la interacción.

El anterior análisis semiótico fue utilizado para identificar otras maneras en las que se
evidencia lo humano como obra del legado de los modos de vida, que como prácticas de
saber se direccionan a la corporeidad, posibilitando el llamado a la armonía visual como
medición de la naturaleza (y su encuadre a un ideal común a todos los hombres), hasta la
condición humana en la muestra de la pregunta por la existencia que arroja lo humano a un
mundo de posibilidades, al matizar los conceptos de lo que es la identidad en términos del
arte.

A manera de reflexión final

“Una nueva concepción de la masculinidad debe de constituirse a partir de la diversidad


de opiniones y posiciones mantenidas por varones con diferentes tendencias e
inclinaciones; y, sobre todo, plantearse como una concepción abierta, plural, flexible y
dinámica que pueda dar cabida a toda esa diversidad de formas que la masculinidad
puede adquirir”. (Boscán 2008:95).

● La construcción de las nuevas masculinidades por los estudiantes hombres de Trabajo


Social, permite la ruptura del modelo tradicional del reconocimiento social del ser en su
búsqueda continua de existencia a partir de la identidad del yo, circunscrita en la
seguridad ontológica del re-conocimiento de sí a manera de saber poder que dé-
construye y re-construye la vivencia masculina en una relación autopoiésica consecuente
con la intervención en trabajo social y su apuesta de justicia social, equidad, solidaridad
y dignidad humana, como premisas para la intervención. Se desprende así una arista de
reflexión-acción avocada a los procesos que desde el escenario de praxis social para la
profesión en mención toman lugar. En la inteligibilidad del situar-se en el mundo de la
vida al habitar-se en sí mismo (que ofrece las nuevas masculinidades) como posibilidad
de una existencia auténtica, enmarcada en función del que-hacer práctico y profesional,
que se encuentra ligado de manera indisoluble a la capacidad intelectiva que precede a
las configuraciones del hacer-se y des-hacer-se cómo hombres estudiantes de trabajo
social en los contextos sociales de la posmodernidad.

● Las nuevas masculinidades pueden considerarse como una necesidad del género y la
profesión, con un enfoque que permite un acercamiento a la realidad social a partir de un
previo ejercicio de conocimiento para la acción. Este modelo relacional adquiere su
validez en la contrastación con la vivencia empírica y el análisis conceptual como
soporte onto-epistemológico, en este sentido se hace pertinente contar con sustentos
teóricos-prácticos mediados por la reflexión-acción, que posibiliten un ser-saber que
configure el modelo de otra masculinidad inclusiva, armónica como un horizonte de
sentido en la búsqueda de seguridad ontológica. En este sentido se propone un concepto
propio que permita la identificación de la propuesta de esta ponencia en el que se
nombra las nuevas masculinidades como: “una vivencia propia de quien decide asumir
una postura ético-política en la construcción de su identidad, no sexista, no
homofóbica, basada en un modelo de relaciones de equidad y armonía intra-inter
genéricas para el ser-saber-convivir” (Buitrago 2014).

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