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Kevin Lynch resume la tarea de comprender la ciudad a un problema de orden, la cual consiste en

descubrir las pequeñas estrategias de organización espacial que llevan al ciudadano medio o al
turista a sentir con rapidez que la ciudad está bajo control y ya puede relajarse y dedicarse a sus
tareas, a vivir la ciudad de las muchas o pocas maneras en que las vive. La ciudad queda definida así
según la metáfora del recorrido, de una red de caminos, cruces y señales, más o menos compleja,
que es transitada en busca de claves que sirvan para localizar cada lugar en relación con otros
recorridos conocidos o posibles. Lynch menciona que una de las formas en las cuales se debe
comprender el espacio urbano, es mediante la imagen urbana. y como dice en su libro, La imagen de
la ciudad, "No somos solo espectadores, sino actores que compartimos el escenario con todos los
demás participantes" ya que uno (usuario), no es ajeno al entorno en el cual habita y realiza sus
actividades diarias. es precisamente el usuario, el que debe ser partícipe de las modificaciones que
se realicen en el espacio que utiliza.

Según Lynch una ciudad legible será aquella en la cual sus residentes o usuarios identifiquen,
estructuren y den significado a los lugares frecuentados. La legibilidad sirve para la correcta
organización del usuario que habita en la ciudad, así como también personas ajenas que visitan
dicha ciudad. La imagen urbana se conforma de una serie de elementos que hacen de un lugar o
espacio identificable.

El ciudadano ejemplar de Lynch es el taxista, que recorre la ciudad incansablemente (es un decir) sin
llegar nunca a sitio alguno, sin detenerse, sin entrar en ningún lugar, pues sus lugares son siempre la
movilidad del recorrido a pie de calle, un vehículo entre vehículos que ha sido capaz de completar el
ejercicio lógico de trazar el mejor mapa posible de los caminos y los hitos que los conforman.

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