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La veracidad entre la modificación de las fotografías periodísticas

Verónica Lezcano Restrepo

Con los avances de la tecnología, año tras año se aumenta la existencia de aplicaciones y

programas informáticos, capaces de transformar las fotografías en diferente medida, para

alcanzar el efecto deseado por su autor, como los retoques para realzar colores y sombras,

mejorar figuras o transformar la totalidad de una foto, entre otras ediciones que se ofrecen

enlos los diversos softwares especializados en editar imágenes.

Este tipo de aplicaciones se encuentran a la mano no solo de aquellos especialistas

fotográficos, si no que las encontramos en los celulares y demás artículos tecnológicos que se

usan a diario en nuestra sociedad, casi siempre con una menor calidad y con mayores

facilidades para ser utilizadas por los usuarios. Igualmente, las encontramos con gran

variedad para los distintos gustos, en las redes sociales, en donde su uso es tomado como algo

normal y con simples intenciones de “embellecer” una fotografía.

Estos programas no son la única herramienta para poder lograr un efecto deseado en las

instantáneas. Un método un poco más antiguo, pero igualmente utilizado en la actualidad

para varios modelos de fotografía, es organizar el retrato que será fotografiado para obtener el

resultado planeado, lo que se conoce como la escenificación. Asimismo, existen maniobras

manuales, en la actualidad menos utilizadas.

Todos estos procedimientos, algunos en mayor medida que otros, son tildados por

especialistas en el fotoperiodismo, como una manipulación de la imagen. Para algunos

críticos como, Fernando Gutiérrez, fotoperiodista y jurado de concursos de esta índole,

conocer dicho tratamiento hecho en las instantáneas es considerado un fraude y hasta puede

llegar a ser planteado como una crisis de la legitimidad de la imagen. Hasta en los concursos

en donde los fotoperiodistas participan, como World Press Photo donde ya han ocurrido

varios casos, o el concurso de fotos de prensa que organiza la Asociación de Entidades


Periodísticas Argentinas (Adepa), cualquiera de estas u otras alteraciones, provocan la

descalificación del concursante y hasta puede llegar a ocasionar su despido, tal como lo

señala un artículo de La Voz, “en ese medio, estos trucos se pagan caro, y Google y las

propias agencias noticiosas no dejan que nadie haga de cuenta de que no ha pasado nada.”

No obstante, si tuviéramos en consideración que los efectos agregados a la imagen, son para

generar una mejoría visual que no comprometa la “realidad” de los acontecimientos

retratados, la manipulación de tal no debería ser nombrada como una falsificación, ni como

una falta ética dentro del periodismo. Siendo la veracidad uno de los pilares de este oficio, es

inconcebible creer que los cambios que permitan una mayor calidad del producto

periodístico, sean sancionados argumentando que no cumplen con ser verdaderos. También,

deberíamos de tener en cuenta, si el autor lo que busca es encontrar un equilibrio entre esa

veracidad y la verosimilitud a los ojos de la audiencia.

Por otro lado, desde otra perspectiva, en cierta medida siempre un fotoperiodista, está

realizando la manipulación de la imagen. Pues se encuentra constantemente interfiriendo en

la “realidad total” de los sucesos, puesto que el encuadre, la luz escogida, el ángulo y los

demás factores de la fotografía, son escogidos por él para transmitir la idea de lo que sucedió.

Sin embargo, todas estas características que deben ser tomadas en cuenta a la hora de tomar

la instantánea, repercuten en la percepción que obtendrá todo aquel que observe la imagen,

pudiendo llegar a trastocar la información que se desea hacer llegar a los consumidores de tal

producto.

El problema con estas modificaciones, recae realmente en qué tan sinceros tenemos que

llegar a ser con el público. Una fotografía manipulada, en mi opinión, debe contener un

aparte con la señal de que la imagen fue modificada y el porqué de los cambios. Sin embargo,

no se deben de utilizar términos técnicos que no sean de la compresión de los lectores. De tal

manera, el observador podrá tener en cuenta que se realizó un cambio a la imagen original a
causa de un importante factor. Además, al anexar el porqué de haber realizado la

transformación, posiblemente se minimice la idea que puede llegar a algunos, de que esa

modificación, haya sido para generar un sesgo en la información.

En el caso específico del uso de la escenificación, según La Voz “viola una de las principales

reglas de la ética del fotoperiodismo, que se basa en la captación de eventos reales tal y como

suceden”. Además, pese a que sea la recreación de los sucesos, la imagen solo podrá alcanzar

la verosimilitud de la audiencia, más no obtendrá el valor de ser veraz, y tales dos cualidades

deberían ser sinónimos de fotoperiodismo.

Ejemplo de ello, es la fotografía titulada El valle de las sombras de la muerte del reconocido

Roger Fenton, quien fue un fotógrafo britanico y uno de los primeros en reportear con

instantáneas la guerra. Esta

imagen fue tomada mientras

ocurría la guerra de Crimea en

1855 y en ella se ve reflejado lo

que acompaña la guerra,

utilizando balas de cañón, las

cuales se encuentran dispersas

en un camino. Sin embargo, otra

fotografía, también tomada por

él, que data del mismo día y que

según Elon Morris fue tomada primero, muestra las balas en una zanja cerca al camino, lo

cual ha sido interpretado como que fueron movidas por quien tomó la imagen, ocasionando el

cuestionamiento de su autenticidad.

Posiblemente, puede que el autor haya realizado tal intervención en el recuadro de la imagen

para lograr una mayor dramatización, pues no se ven muertos, masacre o desolación que
contribuyan a crear la percepción o a generar la verosimilitud de que es el reflejo de una

guerra. No obstante, aunque este haya sido el plan de Fenton, la manipulación es existente y

condiciona la veracidad de los sucesos relatados por medio de aquella imagen.

Como resultado a todo esto, nos queda la duda si algún día serán aceptadas las herramientas

de modificación dentro de los productos del fotoperiodismo, aún más cuando cada día la

tecnología avanza no solo para mejorar la calidad de las fotografías, sino también para

realizarles ajustes. Lo que sí es claro, es que tal como lo afirmó Javier Bauluz, ganador del

premio Pulitzer en 1995, por ahora "todo el mundo puede hacer lo que quiera con sus fotos,

salvo si eres fotoperiodista”.

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