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Casos de la vida real presenta.

¡Hay poder!

Los pueblos del departamento del Atlántico siempre han estado llenos de historias de espantos y
aparecidos, normalmente involucran accidentes trágicos como el de una novia accidentada en
vísperas de su boda y que aun deambula por las oscuras calles de una vía al mar, o de una madre
que llora desconsolada por la desaparición de sus hijos y los fantasmas de niños como Jimmy de
quien ya hablé en su momento, monjas o sacerdotes difuntos que habitan en los viejos colegios e
iglesias. No hay rincón del Caribe donde no se haya escuchado la historia de aquella bruja que
saltaba de techo en techo convertida en lechuza o corría por las calles transformada en algún
animal. En está ocasión queremos narrar los eventos que permitieron la conversión del pastor
John, hombre incrédulo e irrespetuoso de las cosas de Dios pero no tan violento como el pastor
Miguel aunque tenía una esposa igual de devota, y el no perdía ocasión para burlarse cada vez que
ella en medio de sus arrebatos de emoción gritaba ¡hay poder! Expresión muy común sobre todo
entre los cristianos evangélicos, todos sabían que John era un buen hombre que gustaba de andar
paseando por Tubará montado en su fiel caballo del que se desprendió cuando se convirtió, todos
en el pueblo lo vieron entregarse a la congragación de su esposa y aunque no era un mal hombre
nadie entendía los motivos de su cambio pues todos sabían que cada vez que la escuchaba decir
¡hay poder! Él soltaba una carcajada, pero ahora era él quien a cada rato repetía ¡hay poder! toda
la historia de su conversión fue un profundo misterio hasta el día del “testimonio” que consiste en
una reunión en la cual el creyente narra los motivos que lo hicieron abrazar la fe. Y como muchos
en el pueblo desbeban saber a qué se debía el cambio de actitud de aquel hombre la iglesia se
llenó de curiosos.

El servició trancurrió con normalidad, se cantaron alabanzas y se hicieron oraciones hasta que
llegó el tan esperado momento del testimonio, luego de una larga doxología los oídos atentos de
los curiosos se aguzaron caundo el pastor John dijo: ¡hay poder! Aun recuerdo hermanos aquella
noche que dejé a la hermana Ana (su esposa) en esta iglesia para que se quedara en la vigilia
mientras yo me devolvía a mi casa aun cuán ella me decía: “mijo quédate ve que hoy vamos a
hacer guerra espiritual y el enemigo anda revuelto” ombe que enemigo ni que ná vas a creer tu en
esas cosas, más bien cuidado los va a venir a busca a ustedes por andá hablando mal de él, y mi
mujer me dice enojada ¡hay poder! Yo la dejo en su vigilia con sus hermanas y parientes pues yo
era el incorverso y tomo rumbo en mi caballo , por la trocha, y ustedes saben que eso es oscuro
pero yo nunca había tenido miedo… pero esa noche hermanos había un frio en el ambiente, casi
no había estrellas y la luna se ocultaba detrás de las nubes, y justo antes de poder salir de la trocha
noto que la respiración del caballo se hace más rápida y que no quería avanzar, pero yo terco le
doy espuela para que siga y estando en eso miro hacia adelante y veo un perro negro y grande,
con ojos rojos como la sangre y echando babas por el hocico, y en ese momento me acordé de mi
mujer pero en vez de devolverme seguí adelante y cuando estaba cerquita del perro lo escucho
decir: yo soy el enemigo ¿para donde van? Y cuando escucho eso doy vuelta con el caballo me
acuerdo de mi mujer y primero sin fuerza y luego con fe grito ¡hay poder! Y a todo galope me
devuelvo pa la iglesia hasta que llegué corriendo y con la lengua afuera gritando hay poder… la
gente daba la gloria, y gritaba ¡Hay poder! ¡Hay poder! ¡Hay poder! Y cuando la emoción había
pasado un curioso dijo ¿ajá hermano y el caballo? a lo que el pastor John respondió: del caballo
me tiré cuando nos faltaba un kilometro para llegar a la iglesia porque cuando ya me vi lejos del
perro y el dejamos de galopar escucho que el caballo gritó: ¡joda que susto el perro habló menos
mal hay poder!

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