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Jeffrey Bruno
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El pueblo judío inició una tradición de rezar tres veces al día: mañana,
tarde y noche. Esto creció hasta desarrollar un programa de
oraciones de salmos en particular, ya que expresaban los
múltiples deseos del corazón humano.
Más tarde, esta tradición se extendió en los monasterios a rezar los salmos
siete u ocho veces al día, en un esfuerzo por vivir las palabras de san Pablo
de “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).
La Iglesia extendió los 150 salmos a lo largo de estas horas y con el tiempo
terminó creando un ciclo de oración. Actualmente consiste en un
Salterio de cuatro semanas con el que se rezan todos los salmos
en un periodo de cuatro semanas (si se observan todas las “horas” de
oración).
Los monasterios contemplativos mantienen este ritmo de oración,
mientras que los sacerdotes u otros religiosos activos tienden a “agrupar”
las horas juntas. Por ejemplo, si un párroco tiene reuniones toda la tarde y
noche, rezará la Oración del Atardecer y la Oración de la Noche seguidas
inmediatamente antes de retirarse a dormir. El momento del día es menos
importante para los que viven en el mundo que para los hombres y
mujeres enclaustrados, que acatan un ritmo sagrado de oración y trabajo.
la primera parte de nuestra exposición hemos podido afirmar que la liturgia, y en concreto
de Cristo, diálogo de amor eterno con su Padre, que caracteriza de modo esencial su vida
pascual y configurados con Cristo, por acción del Espíritu Santo, podemos entrar en este
diálogo filial con el Padre que es la liturgia, y hacerlo personalmente217 como miembros del
comunión de Dios con el hombre, que es Cristo en persona. A su vez, el encuentro con
Cristo crea comunión con Él mismo y, por tanto, con el Padre en el Espíritu Santo, y, a
partir de ahí, une a los hombres entre sí. Y este encuentro con Cristo llega a los hombres a
través del anuncio de la Iglesia. Así nace la comunión de los hombres entre sí, la cual, por
su parte, se funda en la comunión con el Dios uno y trino. Y todo esto se expresa por
medio de la oración, diálogo de amor, presente en la Trinidad, que se nos hace visible en
acceso219
En definitiva, los dos aspectos que constituyen la base de la Liturgia de las Horas
sin cesar, alaba al Señor e intercede por la salvación de todo el mundo no sólo celebrando
Por eso podemos afirmar también que la eclesialidad de la Liturgia de las Horas se
funda en su estrecha conexión con la persona y el mensaje de Cristo: ‚Ser amigo de Jesús,
ser sacerdote significa, por tanto, ser hombre de oración. Así lo reconocemos y salimos de
la ignorancia de los simples siervos. Así aprendemos a vivir, a sufrir y a obrar con él y por
él. La amistad con Jesús siempre es, por antonomasia, amistad con los suyos. Sólo
podemos ser amigos de Jesús en la comunión con el Cristo entero, con la cabeza y el
todos los tiempos, para que se transforme en expresión de la belleza y de la sublimidad del
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Índice
1Historia
2Estructura
2.1Horas Mayores
2.2Horas Menores
3Normativa canónica
4Bibliografía
5Enlaces externos
Historia[editar]
Jesucristo mandó a sus discípulos "orar siempre" (Lc 18,7) y los primeros cristianos tuvieron la
costumbre de rezar el Padre Nuestro 3 veces al día (Didaché VIII,3), Clemente de
Alejandría (+215) atestigua ya un oficio formulado con tiempos precisos ( Stromata 7,7) pero no
fue sino hasta que cesó la persecución (siglos IV y V d. C.) cuando se impuso uniformemente
la liturgia de las horas llamado también Oficio divino en las catedrales. Hay que añadir que la
oración monástica desarrolló plenamente las horas de Vísperas y Laudes aumentado los textos
bíblicos, y en ese ambiente es donde alcanzó su plenitud el canto salmódico y la música
litúrgica con el canto gregoriano. Su importancia se debe a la necesidad de rezar y elevar
oraciones al Padre por Jesucristo. La Iglesia ve esto realizado por medio de la Liturgia de las Horas
En el siglo X la ley carolingia extiende la obligación del rezo a todas las iglesias y hacia 1230 la
extensión y movilidad de los franciscanos cristaliza las primeras ediciones del breviario, que sufre
muchos intentos de reforma y unidad principalmente después del concilio de Trento pero no será
hasta 1568 cuando se edite al fin el libro unificado. Posteriormente hacia 1911 San Pío X asigna
salmos a cada día y establece un nuevo orden que retocará el Concilio Vaticano II teniendo la
primera edición completa en lengua española hacia 1979.
Estructura[editar]
Se distinguen en general dos niveles de celebración en la liturgia, las llamadas horas mayores o
principales y las horas menores, según el Concilio Vaticano II: «Los Laudes y las Vísperas...se
deben considerar y celebrar como las Horas principales (Sacrosanctum Concilium 89a,100)» (OGLH
37), también se ha considerado el oficio de lecturas como hora mayor. Dentro de las horas
menores podemos indicar las horas de Tercia, Sexta, y Nona además del rezo de Completas.
Cada hora está compuesta por los siguientes elementos:
Invocación Inicial
Himno
Salmodia (a la que se añaden en las horas mayores textos bíblicos no sálmicos llamados cánticos)
Lectura Bíblica (y Lectura Patrística en el oficio de lectura)
Responsorio
Cántico evangélico (Benedictus o Magnificat), las Preces y el Padre nuestro, estos sólo en el caso
de Laudes y Vísperas.
Oración final y despedida.
Horas Mayores[editar]
Oficio de Lectura conocido antiguamente como Maitines
Laudes corresponde a las alabanzas primeras de la mañana desde las 3:00 a.m. hasta las 9:00 a.m.
Horas Menores[editar]
Horas intermedias
Hora Tercia a las 9 de la mañana
Hora Sexta a las 12 del mediodía
Hora Nona a las 3 de la tarde
Completas
Antiguamente existía la hora Prima, que se rezaba entre laudes y tercia.
Normativa canónica[editar]
El rezo de la liturgia como parte oficial de la alabanza que la Iglesia tributa al Señor es obligatoria
para quienes llevan algunas formas de vida consagrada, como los sacerdotes y religiosos/as,
siendo para aquellos obligatorio su rezo "sub gravis" (la omisión voluntaria equivale a materia de
pecado mortal, según la dubbia respondida por la Congregación para el Culto Divino y la
Congregación del Clero).
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A estas se añaden las del medio día (tercia, sexta, nona) y las de antes de
acostarse (Completas), así como el oficio de lecturas, sin hora fija.
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Estos cantos pueden tener más de mil quinientos años de historia, pero
tratan de nosotros y se dirigen a nosotros, tan actuales y a menudo mucho
más reales que lo que leemos en los periódicos.
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Pero si una comunidad religiosa o una parroquia reza las Horas no muy
lejos de su casa, ¿por qué no unirse a ellos cuando pueda?
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A él, que rezaba y cantaba estos salmos, le gustaba levantarse ante el sol
para la oración de la mañana (Mc 1, 35) y a veces prolongaba la oración de
la tarde toda la noche (Lc 6, 12).
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CÓMO REZAR LA LITURGIA DE LAS HORAS-.
Es una pregunta que se repite una y otra vez, en todos aquellos que
desearían comprometerse más a fondo en la oración de la Iglesia, pero que al mismo
tiempo se sienten confundidos y como rechazados por una serie de textos y de
conceptos que a simple vista parece que requiriesen saber demasiado para poder
comprenderlos...
El «año litúrgico»
Porque el año litúrgico no consiste en 365 días todos iguales entre sí,
como el año civil, sino en un conjunto de días todos distintos entre sí, que van
alternando días "fuertes" y "débiles"1, "festivos", "conmemorativos", etc, de carácter
más alegre, más (triste) (sereno?), más penitencial, etc. Por eso comienzan con la
espera (del nacimiento) del Señor2, el Adviento ("advenimiento") y se va desarrollando
hasta la celebración de "Jesucristo, Rey del universo" (hacia fines de noviembre del
siguiente año), pasando por todo el camino de la redención: el Nacimiento, la Pasión,
la Resurrección, la venida del Espíritu Santo ... hasta la glorificación definitiva de
nuestro Señor (la dicha celebración de Cristo Rey).
Además del ritmo anual de los tiempos débiles y fuertes, la Liturgia de las
Horas contiene un ritmo mensual de cuatro semanas, que se llaman las "cuatro
semanas del Salterio", porque a lo largo de ellas se utilizan todos los salmos (excepto
tres y algunos pocos fragmentos), pero que no afecta sólo a los salmos sino a todos
los textos: en las cuatro semanas se suceden antífonas, lecturas, preces, etc, que se
volverán a repetir cuatro semanas más tarde.
Entonces, cada día será la conjunción de los textos del salterio en cuatro
semanas, con los textos del «propio del tiempo», es decir, de los textos que varían a
lo largo del año.
El calendario santoral
Resumiendo:
La semana litúrgica
Como vemos, recorre esta semana el triple acento en el dolor del pecado,
el silencio de la espera y la alegría de la salvación.
Estos caracteres son generales, y no significa que todos los textos hagan
inmediata -ni mucho menos exclusiva- mención de cada uno de ellos. En cada día se
alude a todo junto, sólo que con un mayor acento en uno u otro aspecto.
Las Horas
Dentro de cada día se suceden las Horas, que se dividen en dos: Mayores
y Menores.
Las Horas Mayores son las dos que contienen el Padrenuestro: Laudes y
Vísperas, y que junto con la Misa dan su ritmo celebratorio de tres momentos fuertes
en cada día.
Las Horas son oración bíblica por excelencia, en ella todos los textos son
o directamente bíblicos o inspirados en textos bíblicos, por lo que a la vez son una
escuela de Biblia para quien se deja guiar por sus resonancias y sus ritmos.
Las Horas son también oración muy estructurada, y en donde cada parte
está puesta en fuerte relación con los demás textos. Es una experiencia muy bella ir
percibiendo esas relaciones y ritmos, cómo va resonando una acción de gracias junto
a un pedido de perdón, cómo se superpone al ruego personal el recuerdo de la
Jerusalén que nos espera, etc...
El peligro de esa estructuración, y quien acometa el rezo de las Horas
debe evitarlo, es convertirla en una estructura externa, y farisea en definitiva. Por el
contrario: el ritmo de las Horas debe impregnar nuestro corazón, pero que sea
verdaderamnte el ritmo de las horas el que lo impregne, y no las rúbricas y pequeños
"preceptos" de cómo celebrarlas.
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Esquemas generales de Laudes, Vísperas
y Completas
Fecha: 26 noviembre, 2014Autor/a: ctobonc0 Comentarios
A continuación presento el esquema general de la celebración del rezo de las Laudes, las Vísperas
y las Completas, señalando las intervenciones de los ministros a lo largo de la oración. Como todo
acto litúrgico, el orden es importante, aunque no es lo más importante si lo que se busca es
habitar en oración ante la presencia del Dios vivo.
LAUDES
La oración de las Laudes corresponde a la oración de la mañana. En ella se celebra la luz del
amanecer, que es signo de Cristo: “el sol que alumbra de lo alto”. Su esquema, aunque, similar a la
de Vísperas, difiere en que cántico de la salmodia brota de la lírica del Antiguo Testamento. Se
puede rezar entre las 5:00 a.m. y las 8:00 a.m.
2. Invitatorio (CM/asamblea)
3. Himno (CM/asamblea)
4. Salmodia
Cántico (Cm/asamblea)
7. Silencio sagrado: como eco a la Palabra proclamada. Homilía: a cargo del presidente o
alguien designado con anterioridad, si se considera pertinente.
9. Preces (Presidente/asamblea)
Las Vísperas se rezan cuando la luz del día comienza a retirarse (5:00 p.m. a 7:00 p.m.), en ellas se
da gracias por el día que ha pasado, se encomienda la noche y se ora por los difuntos. Sus cánticos
se centran en el Nuevo Testamento.
2. Himno (CM/asamblea)
3. Salmodia
Salmo (CM/asamblea)
Salmo (Cm/asamblea)
Cántico (CM/asamblea)
6. Silencio sagrado: como eco a la Palabra proclamada. Homilía: a cargo del presidente o
alguien designado con anterioridad, si se considera pertinente.
8. Preces (Presidente/asamblea)
COMPLETAS
Las Completas son la última hora del día. En ellas se encomienda el descanso nocturno, aunque
haya pasado ya la media noche. En esta hora se enfatiza en el examen de conciencia y se recuerda
a Cristo que bajó al lugar de los muertos, metáfora del sueño nocturno. Es la única hora del día en
la cual es litúrgico y no devocional, una oración a María, la cual, aunque se pueda cambiar por
alguna más conveniente, se sugiere que se tomen las propuestas por el breviario ya que poseen
una antigüedad considerable, por lo que la Iglesia las conserva en alta estima.
3. Himno (CM/asamblea)
4. Salmodia
Salmo (CM/asamblea)
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A continuación presento el esquema general de la celebración del rezo de las Laudes, las Vísperas
y las Completas, señalando las intervenciones de los ministros a lo largo de la oración. Como todo
acto litúrgico, el orden es importante, aunque no es lo más importante si lo que se busca es
habitar en oración ante la presencia del Dios vivo.
laudes
La oración de las Laudes corresponde a la oración de la mañana. En ella se celebra la luz del
amanecer, que es signo de Cristo: “el sol que alumbra de lo alto”. Su esquema, aunque, similar a la
de Vísperas, difiere en que cántico de la salmodia brota de la lírica del Antiguo Testamento. Se
puede rezar entre las 5:00 a.m. y las 8:00 a.m.
2. Invitatorio (CM/asamblea)
3. Himno (CM/asamblea)
4. Salmodia
Primer salmo (CM/asamblea)
Cántico (Cm/asamblea)
7. Silencio sagrado: como eco a la Palabra proclamada. Homilía: a cargo del presidente o
alguien designado con anterioridad, si se considera pertinente.
9. Preces (Presidente/asamblea)
Vísperas
Las Vísperas se rezan cuando la luz del día comienza a retirarse (5:00 p.m. a 7:00 p.m.), en ellas se
da gracias por el día que ha pasado, se encomienda la noche y se ora por los difuntos. Sus cánticos
se centran en el Nuevo Testamento.
2. Himno (CM/asamblea)
3. Salmodia
Salmo (CM/asamblea)
Salmo (Cm/asamblea)
Cántico (CM/asamblea)
6. Silencio sagrado: como eco a la Palabra proclamada. Homilía: a cargo del presidente o
alguien designado con anterioridad, si se considera pertinente.
8. Preces (Presidente/asamblea)
9. Padre nuestro (Presidente/asamblea)
Completas
Las Completas son la última hora del día. En ellas se encomienda el descanso nocturno, aunque
haya pasado ya la media noche. En esta hora se enfatiza en el examen de conciencia y se recuerda
a Cristo que bajó al lugar de los muertos, metáfora del sueño nocturno. Es la única hora del día en
la cual es litúrgico y no devocional, una oración a María, la cual, aunque se pueda cambiar por
alguna más conveniente, se sugiere que se tomen las propuestas por el breviario ya que poseen
una antigüedad considerable, por lo que la Iglesia las conserva en alta estima.
3. Himno (CM/asamblea)
4. Salmodia
Salmo (CM/asamblea)
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–La Eucaristía y las Horas. «La Liturgia de las Horas extiende (PO 5) a los
distintos momentos del día la alabanza y la acción de gracias… que se nos
ofrecen en el Misterio eucarístico, “centro y cumbre de toda la vida de la
comunidad cristiana” (CD 30)» (OGLH 12). Jesucristo manifesta máximamente su
amor al Padre precisamente en la ofrenda total de la Eucaristía, es decir, de la
Cruz: «conviene que el mundo conozca que yo amo al Padre, y que, según el
mandato que me dio el Padre, así hago» (Jn 14,31). Y una vez resucitado y
ascendido a los cielos junto al Padre, «vive siempre para interceder por nosotros»
(Heb 7,25).
La Iglesia se une, pues, a Cristo muy especialmente en la Eucaristía y en el rezo
de las Horas, y así se entrega siempre con El en ofrenda de alabanza y expiación,
para que el mundo conozca su amor al Padre, y que también ella con Cristo
resucitado vive siempre para interceder ante el Padre por los hombres. De este
modo, la oración común y permanente de la Iglesia extiende la Eucaristía a todas
las horas del día, asociándola al sacerdocio de Jesucristo, cuya «función sacerdotal
se prolonga a través de su Iglesia, que sin cesar alaba al Señor e intercede por la
salvación de todo el mundo no sólo celebrando la Eucaristía, sino también de otras
maneras, principalmente recitando el Oficio divino» (SC 83).
–«De la salida del sol hasta su ocaso alabado sea el nombre del
Señor» (SaI 113,3). Todas las horas del día deben ser santificadas por la
oración, «porque nuestros tiempos son malos» (Ef 5,16). La Iglesia tiene como
misión levantar los tiempos hacia Dios, orientarlos a la glorificación del Padre, no
sólo en una glorificación mediata realizada en el cumplimiento de acciones
buenas –«todo cuanto hagáis de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del
Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por El» (Col 3,17)–, sino también, y más
aún, por la glorificación inmediata de Dios,plena, explícita, gratuita, realizada
visible y socialmente en la dimensión vertical de la liturgia.
La oración litúrgica de la Iglesia es, pues, una oración «de horas», destinada a
santificar para Dios el curso de nuestros días. Por eso el Vaticano II dispuso que
«siendo el fin del Oficio la santificación del día, restablézcase el curso tradicional
de las horas» (SC 88). «Ayuda mucho, tanto para santificar realmente el día como
para recitar con fruto espiritual las Horas, que en su recitación se observe el
tiempo más aproximado al verdadero tiempo natural de cada Hora canónica»
(ib. 94).
La fidelidad a ese consejo debe cuidarse con empeño, sobre todo en el rezo de
las Horas principales. «Laudes, como oración de la mañana, y Vísperas,
como oración de la tarde, según la venerable tradición de toda la Iglesia, son el
doble quicio sobre el que gira el Oficio cotidiano, y se deben considerar y celebrar
como las horas principales» (ib. 89). «Se recomienda incluso su recitación
individual a los fieles que no tienen la posibilidad de participar en la celebración
común» (OGLH 40).
–Las Horas menores, Tercia, Sexta y Nona. «Conforme a una tradición muy
antigua de la Iglesia, los cristianos acostumbraron a orar por devoción privada en
determinados momentos del día, incluso en medio del trabajo, a imitación de la
Iglesia apostólica. Esta tradición, al paso del tiempo, cristalizó en diversas
maneras de celebraciones litúrgicas» (OGLH 74).
«Tanto en Oriente como en Occidente se ha mantenido la costumbre litúrgica de
rezar Tercia, Sexto y Nona, principalmente porque se unía a estas horas el
recuerdo de los acontecimientos de la Pasión del Señor y de la primera
propagación del Evangelio» (ib. 76). «Fuera del Oficio coral, cabe elegir una de
estas tres Horas, aquella que más se acomode al momento del día. Los que no
rezan las tres Horas, habrán de rezar una al menos, a fin de que se mantenga la
tradición de orar durante el día en medio del trabajo» (ib. 77).
Las Horas menores son, en el laborioso avanzar de cada día, como un alto en el
camino: en ellas pedimos a Dios que por su gracia nos mantenga
permanentemente orientados hacia El en nuestros trabajos, para que nuestras
actividades no nos alejen de El, sino que nos acerquen, y le glorifiquen en medio
del mundo por nuestro Señor Jesucristo.
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LITURGIA DE LAS HORAS Y CATECISM,O
IGLESIA CATÓLICA.
OFICINA PARA LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS DEL SUMO
PONTÍFICE
Considerada «desde lo alto», la LdH fue traída a la tierra por el Verbo, cuando se
hizo hombre para redimirnos. Por eso, el Oficio Divino se define como «el himno
que se canta en el Cielo por toda la eternidad», introducido «en el exilio terreno»
por el Verbo encarnado (cfr. Pío XII, Mediator Dei: EE 6/565; también: Concilio
Vaticano II, Sacrosanctum Concilium [SC], n. 83). Podemos cantar las alabanzas de
Dios, porque Dios mismo nos permite esto y nos enseña cómo hacerlo. En este
sentido, la LdH representa la reproducción, obrada por la Iglesia peregrina y
militante, del canto de los espíritus celestiales y de los bienaventurados, que
forman la Iglesia gloriosa del Cielo. Es por esta razón que el lugar donde los
monjes, frailes y canónigos se reúnen para rezar el Oficio ha tomado el nombre
de «coro»: el cual quiere reproducir visiblemente las órdenes angelicales y los
coros de los santos, que constantemente alaban la majestad de Dios (cfr. Is. 6,1-4;
Ap. 5,6-14). Por lo tanto, el coro está estructurado en forma circular no para
facilitar la mirada del uno al otro, mientras se celebra la LdH, sino para
representar el «asomarse el cielo sobre la tierra» (Benedicto XVI, Sacramentum
caritatis, n. 35) que se produce cuando celebramos el Culto Divino.
En segundo lugar, una dinámica que refleja la LdH «desde abajo» hacia «lo
alto», es el movimiento por el cual la Iglesia terrena alaba, adora, agradece a su
Señor y le suplica, en el transcurso del día. En todo momento recibimos
beneficios de parte del Señor, por lo que es justo que le demos las gracias por
ello, a cada hora del día.
Por eso santo Tomás de Aquino considera que la oración es un acto que,
perteneciendo a la virtud de la religión, hace referencia a la virtud de la justicia
(cf. S. Th. II-II, 80, 1, 83, 3). Con el «Prefacio» de la Santa Misa, podemos decir
que «en verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación» alabar al Señor
en todo momento del día. Cristo ha sido el primero en dar el ejemplo de una
oración constante, día y noche (cf. Mt. 14,23, Mc. 1,35; Heb. 5,7). El Señor
también ha recomendado orar siempre y no desfallecer (cf. Lc. 18,1). Fiel a las
palabras y al ejemplo de su Fundador (cf. 1 Ts. 5.17, Ef. 6,18), desde los tiempos
apostólicos, la Iglesia ha desarrollado su propia oración diaria según un ritmo
ordenado que cubriese la jornada entera, asumiendo en una forma nueva, las
prácticas litúrgicas del templo de Jerusalén. Es cierto que las dos horas canónicas
principales (Laudes y Vísperas) han surgido en relación con los dos sacrificios
diarios del templo: el matutino y el vespertino. Incluso las oraciones de Tercia,
Sexta y Nona corresponden a tantos otros momentos de oración en la práctica
judía. En el día de Pentecostés, los apóstoles estaban reunidos en oración en la
Hora Tercia (cf. Hch. 2,15). San Pedro tuvo la visión de la tela que bajaba del
cielo, mientras estaba en oración en una terraza hacia la Hora Sexta (cf. Hch.
10,9). En otra ocasión, Pedro y Juan subían al templo a rezar a la Hora Nona (cf.
Hch. 3,1). Y no olvidemos que Pablo y Silas, encerrados en la cárcel, oraban
cantando himnos a Dios a la medianoche (cf. Hch.16,25).
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OFICIO DIVINO EN LAS
CONSTITUCIONES Y ESTATUTOS
GENERALES.
Art. 2 – Comunidad de oración
029 – Más o menos un día cada mes, y durante ocho días todos los
años, se entregarán con más intensidad al trato interior con Dios por
medio de los ejercicios espirituales.
Aplicación pastoral
La Liturgia de las horas alimenta la fe y en ella ciertamente “se abre santificación copiosa por
medio de la palabra salvadora de Dios” (IGLH, 14; cfr. SC 24. 33). Bien sabemos lo apostólica que
es la liturgia en sí misma. Los que oran con la Liturgia de las horas “hacen crecer el pueblo de Dios
por medio de una misteriosa fecundidad apostólica” (cfr. Perfectae Caritatis 7). Pues el objetivo de
la liturgia es “que todos los que se hicieron hijos de Dios por la fe y el bautismo se reúnan, alaben
a Dios en la comunidad eclesial, participen del sacrificio y se alimenten de la cena del Señor” (SC
10). “Mediante el culto público y la oración, los creyentes abrazan toda la humanidad y pueden
lograr mucho por la salvación de todo el mundo” (IGLH, 27).
Los ministros ordenados y los religiosos, guardianes mayores de la Liturgia de las horas,
“desempeñan el servicio del Buen Pastor, que ruega por los suyos para que tengan vida y sean
perfectos en la unidad (cfr. Jn 10,11; 17,20-23)… y encuentran no solamente una fuente de piedad
y alimento para su oración personal (cfr. SC 90), sino que nutren e incentivan en la contemplación
su actividad pastoral y misionera para bien de toda la Iglesia de Dios”. (IGLH, 28; cfr. LG 41). En el
Oficio de lecturas, “los predicadores de la Palabra de Dios entran en contacto diario con ilustres
ejemplos de predicación sagrada”.
Liturgia de la Oración
Un excelente camino para seguir y continuar al Redentor es “la fiel meditación de la Palabra de
Dios, sobre todo en los evangelios” (est. 056). Meditación u oración mental tenida como
indispensable por san Alfonso, que decía: “Todos los santos se hicieron santos con la oración
mental”. Y en otro libro: “¡Oración, oración! Mucho más porque nos dedicamos a la salvación de
las almas y tenemos necesidad de más fuerzas, de más luz, pues tenemos que comunicar a los
demás luz y calor. Y ¿qué luz o qué calor puede comunicar a los demás el cirio que está medio
encendido y en peligro de apagarse?” (Necesidad de la oración mental).
Se debe “dar importancia prioritaria a la oración mental”, alimento abundante de vida espiritual,
que lleva a “participar más íntima y fructuosamente en el sacrosanto misterio de la eucaristía”
(const. 31), a la cual los redentoristas “consideran como cumbre y fuente de toda su vida
apostólica y signo de la solidaridad misionera” (const. 29; cfr. 27). En este contexto, la Liturgia de
las horas es como el complemento necesario de todo culto divino, que tiene su culmen en la
eucaristía y repercute en cada hora de la existencia humana.
De esta manera la Liturgia de las horas irradia sobre las demás horas del día “las alabanzas y
acciones de gracias, como también la memoria de los misterios de salvación, las peticiones y aquel
gozo anticipado de la gloria celeste que se contienen en el misterio eucarístico”. Y si la prolonga en
el tiempo, también “la Liturgia de las horas prepara para la eucaristía” (IGLH, 12).
Dejémonos interpelar por estas llamadas, para que la alabanza de la Iglesia resuene más
espléndida, integrada al coro de los ángeles y de los santos y en camino hacia el trono del Cordero
(cfr. Ap 5,13). Y nosotros, “como ciervos sedientos, suspiremos por la fuente que llega en el
momento de la oración, cuando vamos a entretenernos a solas con nuestro Dios” (san Alfonso).
1. ¿Es el “Oficio divino” una alegría o un peso para mí? ¿Se integra en mi vida espiritual?
2. ¿Prefiero orar con la Liturgia de las Horas de modo privado o con la comunidad?
3. ¿Soy consciente de que la celebración de la Liturgia de las Horas es auténtica liturgia? ¿Cómo se
manifiesta?