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Eusebio de Cesárea 

Eusebio de Cesárea (c.263-30 de mayo de 339, probablemente en Cesárea de


Palestina, la fecha y el lugar exacto de su nacimiento son inciertos y se sabe poco
de su juventud) fue obispo de Cesárea, exégeta y se le conoce como el padre de
la historia de la Iglesia porque sus escritos están entre los primeros relatos de la
historia del cristianismo primitivo.
De la extensa actividad literaria de Eusebio una parte relativamente grande
perduró. Las obras literarias de Eusebio reflejan el curso de su vida. Al principio se
dedicó a la crítica de los textos bíblicos, bajo la influencia de Pánfilo y
probablemente de Doroteo, de la escuela de Antioquía.
Con las persecuciones de Diocleciano y de Galerio, dirigió su interés hacia los
mártires (tanto los de su época, como los anteriores). Ese interés lo llevó a
escribir, prácticamente, una historia de la Iglesia y, también una historia universal,
que, según el punto de vista de Eusebio, sería apenas la base para la historia
eclesiástica. Nótese que, para Eusebio, la Iglesia aparece como el motor de la
Historia de la Humanidad.

La Historia de la Iglesia
En su Historia de la Iglesia o Historia eclesiástica, Eusebio trató, de acuerdo con
sus propias palabras, presentar la historia de la Iglesia desde los apóstoles
(historia conocida como "Hechos de los Apóstoles") hasta sus días, teniendo en
cuenta los siguientes aspectos:

1. la sucesión de los obispos en los sínodos principales;

2. la historia de los Doctores de la Iglesia;

3. la historia de las herejías;

4. la historia de los judíos;

5. las relaciones con los paganos;


6. el martirologio.

Su doctrina
Del punto de vista dogmático, Eusebio se apoya totalmente en Orígenes. Tal como
este teólogo, partió de la idea fundamental de la soberanía absoluta de Dios.
Dios es la causa de todos los seres. Pero no es, meramente, una causa; en Él,
todo lo bueno está incluido; de Él, toda la Vida se origina; y es el origen de toda
Virtud. Es el Dios Supremo, al cual, Cristo está sujeto como Dios segundo
(secundario). Dios envió a Cristo al mundo para que este participase de las
gracias incluidas en la esencia divina. Cristo es la única criatura realmente buena,
poseyendo la imagen de Dios, y siendo un rayo de luz eterna; esta comparación
con el rayo de luz es, no obstante, de tal forma limitada que Eusebio necesita
enfatizar expresamente la auto-existencia de Jesús.
Eusebio trata, así, de enfatizar la diferencia de las Personas de la Trinidad,
manteniendo la subordinación de Jesús a Dios (Eusebio nunca aplica a Jesús el
término theos) porque, según él, todo lo que está defendido por otra parte es
sospechoso de politeísmo o de sabelismo. Cree que Jesús es una criatura de Dios
cuya generación (creación) ocurrió antes del Tiempo. Jesús es, por su actividad, el
órgano de Dios, el creador de la vida, el principio de todas las revelaciones
divinas, que, en su carácter absoluto está entronizado sobre toda la creación. Este
Logos Divino asumió un cuerpo humano sin que su ser fuese en ninguna manera
alterado. La relación del Espíritu Santo con la Santísima Trinidad es explicada por
Eusebio en términos similares a relación entre el Padre y el Hijo. Nada de lo que
es presentado en esta doctrina es original de Eusebio, remitiendo casi todo al
sistema teológico de Orígenes. La falta de originalidad de Eusebio se revela en el
hecho de que nunca presentó sus propias ideas de forma sistemática.

Eusebio pensó más allá y trascendió una forma de ver la figura de Dios, no tanto
humana, sino explicativa y arraigada a las necesidades sociales a modo de
explicación fenomenológica.

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