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UNIDAD REGIONAL LOS MOCHIS

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

LIC. PSICOLÓGIA

10° TRIMESTRE

GRUPO 01

ALTERNATIVAS TERAPÉUTICAS EN EL NIÑO Y EL ADOLESCENTE

ANÁLISIS: LAS TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN EN DIVEROS


CASOS CLÍNICOS EN EL NIÑO

PROFESORA

LOURDES ELENA LÓPEZ NEVAREZ

ALUMNA

BETSI MICHELLE GUERRERO VALENZUELA

MATRICULA

1720019
Tratamiento de problemas de aprendizaje
Para el psicoanálisis, la simbolización es posible a partir de la pérdida y esta es
la principal diferencia con el resto de las disciplinas. Es un objeto partido en
dos, lo que se podría vincular con la concepción de sujeto del psicoanálisis,
que es justamente la de sujeto dividido en consciente e inconsciente.
Freud introduce el concepto clave de experiencia de satisfacción, lo que llevará
a afirmar que es fundante de la división psíquica, dando cuenta de este modo
de la experiencia de una pérdida. A su vez, formuló algunas hipótesis acerca
de cómo se estructura el psiquismo como huella mnémica. Esto quiere decir
que cada vez que en el bebé la tensión de la necesidad se reactiva la imagen
mnémica que contiene en sí la representación de aquel objeto que hizo posible
la primera satisfacción, es decir, la representación boca-pezón. A raíz de esto,
el bebé buscará siempre la repetición de la satisfacción a través de la
satisfacción alucinatoria del deseo, que para Freud constituye el primer acto
psíquico.
Las reiteradas experiencias de satisfacción- insatisfacción, permiten entrar en
juego a la noción de presencia- ausencia, es por medio de la ausencia del
objeto deseado que se produce el reconocimiento del otro, permitiendo enlaces
de representaciones y haciendo intervenir así, procesos de simbolización.
Aspecto ampliamente tratado por Freud en el juego del carretel o fort da que
luego desarrollaré detenidamente.
Freud afirma que el pensar tiene la virtud de volver a hacer presente en la
representación algo que alguna vez fue percibido y para lo cual no hace falta
que el objeto siga estando presente; la adquisición del lenguaje cumple un
papel prioritario, posibilitando la representación de relaciones aún en ausencia
del objeto.
Por su parte, Jaques Lacan retoma la definición de la RAE, la cual nos dice que
“representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos
que se asocian con esta por una convención socialmente aceptada”, por lo que
se puede establecer una conexión entre la misma y algunos de los
planteamientos metapsicológico lacanianos. Lacan adscribe a un
posicionamiento determinado que es el estructuralismo, basándose en las
teorías del antropólogo Levi Satrauss y el lingüista Ferdinand de Saussure.
Lacan aclara que prefiere hablar de conjunto y no de totalidad, pues cuestiona
la idea de una estructura completa. Mediante la investigación de las psicosis
descubre que en la estructura puede haber faltas. Esta noción de la falta es
algo que diferencia a Lacan de todos los demás estructuralistas.
Lacan aplicó una estrategia estructuralista en el campo del psicoanálisis.
Articulará la teoría analítica con principios tomados de la lingüística estructural
que generará un cambio epistemológico muy importante en las elucidaciones
metapsicológicas. Planteo que el acto mismo del lenguaje hace surgir el
inconsciente y el lugar donde se expresa.
Lacan toma el famoso juego de Freud, “fort-da”, considerando que brinda la
ilustración más explícita de la realización de la metáfora del Nombre del Padre
en el proceso de acceso a lo simbólico. Aparece entonces, como la
intervención intrapsíquico que asegura el pasaje de lo real vivido a su
simbolización en el lenguaje.
Por otro lado, Lacan explica el funcionamiento psíquico estructurado en tres
registros: el real, el imaginario y el simbólico, los cuales se encuentran
interrelacionados. Dicho registro imaginario hace referencia a la imagen
especular (del espejo), no tiene que ver con la imaginación o la fantasía, sino
con una imagen externa. Antes del estado del espejo, el niño no percibe su
cuerpo como una totalidad unificada, sino como algo fragmentado. Es decir,
que la función de la dialéctica del espejo consiste en neutralizar la dispersión
angustiante del cuerpo a favor de la unidad del cuerpo propio. Por último, el
registro real, es el más complejo de los tres, es lo que no se puede simbolizar,
lo que queda por fuera de lo posible a ser simbolizado, como también de la
imagen.
Por su lado, Melanie Klein ha dejado valiosas descripciones del psiquismo
temprano y del proceso por el cual se construyen los símbolos. Klein piensa la
simbolización como un proceso de sustitución defensiva frente a las
ansiedades persecutorias a las que se ve sometido el incipiente yo del bebé.
Dicha autora sostiene que en la estructuración del psiquismo hay un primer
momento al que denomina posición esquizoparanoide en la cual las fantasías
son de naturaleza persecutoria y hostil y no hay discriminación entre yo- no yo,
sujeto-objeto.
Los mecanismos de defensa utilizados son predominantemente la escisión y la
identificación proyectiva. A través del mecanismo de escisión, pretende dividir
al objeto (la madre-pecho) en uno ideal al cual querría unirse y en uno malo al
que querría destruir junto a las partes malas de sí mismo proyectadas en él.
Pero el símbolo propiamente dicho, aparece en un segundo momento, llamado
por Klein, posición depresiva. Es la constatación de que lo que se pensaba
dividido, en realidad es un mismo objeto. Los sentimientos predominantes son
los depresivos, se puede tolerar la separación del objeto, la ambivalencia, la
culpa y la pérdida, por lo tanto se puede sustituir. Los símbolos entonces,
sirven para desplazar la agresión del objeto original y disminuir la culpa y el
temor a la pérdida. Sin embargo, estas posiciones son irreversibles.
Kachinovsky, distingue entre tres niveles de abordaje psicopedagógico:
La mirada psicopedagógica comprende los procesos de diagnóstico y
orientación, ya sea individual, grupal o institucional. La intervención
psicopedagógica consiste en la utilización de un conjunto de dispositivos y
procedimientos técnicos propios del psicoanálisis o inspirados en su doctrina.
Por último, el tratamiento psicopedagógico supone el abordaje de por lo menos
dos técnicas de abordaje terapéutico, sustentadas en fundamentos teóricos
distintos (pedagogía y psicoanálisis), operando en un mismo espacio
profesional.
Partiendo de que los niños con problemas de aprendizaje, presentan
restricciones, fracturas e inhibiciones en su producción simbólica, que pueden
ser evaluadas a través de sus formas de interpretar la realidad y relacionarse
con el mundo; el trabajo terapéutico que realiza este equipo tiene como objetivo
focalizarse en las restricciones características de la producción simbólica del
niño. Y también tratar de intervenir para recuperar su deseo por el investimento
de los objetos de conocimiento, para en consecuencia de esto, poder modificar
su problemática educativa.
Schlemenson menciona que la especificidad del tratamiento psicopedagógico
está en que se encuentra dirigido exclusivamente a la asistencia de niños que
presentan dificultades de aprendizaje. Asegura que quienes tienen problemas
para transitar la etapa escolar quedan socialmente expuestos, por lo que
padecen de un sufrimiento psíquico que se agrega al provocado por las
dificultades de aprendizaje en sí mismas. Las restricciones, fracturas e
inhibiciones en las producciones simbólicas de estos niños, se pueden evaluar
mediante los modos de concretar su actividad gráfica, narrativa y lecto-escrita.
El tratamiento psicopedagógico con enfoque psicoanalítico entonces, se
focaliza en “las características particulares de la producción simbólica de cada
niño y trata de encontrar el sentido clínico e histórico-subjetivo en el cual se
sostiene, intentando modificarla clínicamente para ampliar la relación que el
sujeto tiene con el mundo”.
Es por eso que se debe llevar un encuadre en el cual se establece
explícitamente el tiempo y el espacio en cual se desarrolla el proceso
terapéutico, marca la dinámica interna de cada sesión, esta se dividirá en tres
momentos distintos, usar material escolar y un cuaderno individual para cada
niño y analizar tres tipos de transferencias: sobre los otros, sobre el terapeuta y
sobre el producto o tarea. Debe haber estabilidad del tiempo y del espacio,
cada sesión debe ser dividida en tres momentos: actividad discursiva, escritura
y lectura, uso de material escolar y cuaderno individual y el análisis de tres
tipos de transferencias.
Cuando aparece una forma de actividad representativa correspondiente a uno
solo de los momentos característicos de la organización del psiquismo, queda
perdida la relación gradual con todas las otras, por lo tanto, su articulación con
las demás será de manera rígida y restrictiva. Los niños con perturbaciones en
la simbolización quedan fijados a un solo tipo de actividad representativa
excluyente. Esto se puede observar en los siguientes aspectos: las actividades
psíquicas son predominantemente de descargas, siendo estas características
del proceso originario; las producciones están atravesadas mayoritariamente
por elementos fantasmáticos, característicos del proceso primario; o son
extremadamente ordenadas y controladas, características del proceso
secundario.
Tratamiento del trastorno narcisista en niños
El niño narcisista presenta una fuerte necesidad de control de la relación.
Aunque tiene capacidad simbólica y puede jugar, en la relación despliega lo
que considera sus mejores cualidades “para quedar bien” y asegurarse toda la
atención no se encuentra psíquicamente seguro y tranquilo como para explorar
otros aspectos del ambiente terapéutico como pueden ser los juegos y
juguetes; o estar abierto a otras propuestas.
Las motivaciones de apego juegan un papel importante. Stern cuando habla de
la articulación entre las representaciones previas (tanto conscientes como
inconscientes) nos menciona que los padres tienen de lo que es la
maternidad/paternidad, cargadas de experiencias anteriores relacionadas con
su propia infancia, con la realidad que se presenta y el temperamento del niño,
que facilitarán o dificultarán la crianza.
El niño también puede manifestar una dificultad en la triangulación. En los
niños pequeños, reclamar la atención, tener dificultades para esperar, para
compartir; sentir envidia y celos es algo normal. Poco a poco, gracias al
reconocimiento y la regulación de los padres, el niño va incorporando
necesidades y deseos narcisistas de valoración a través de comportamientos
más adaptados. Si la regulación de esas demandas a través de la relación con
el otro significativo no ha podido ser adecuada, el niño puede no sentirse
valorado globalmente, en todos o en algunos de los aspectos necesarios para
un equilibrio en su sentimiento del self y puede comenzar a manifestarse un
trastorno narcisista.
Otro aspecto son las tendencias oposicionistas como defensas frente a las
ansiedades del niño. Da valoraciones desde su percepción de la realidad, Sus
miedos inconscientes en su calidad de débil y temeroso y su temor a las
represalias emocionales por su oposicionismo, posiblemente estén detrás de
su interés por el juego o cuento utilizado en el tratamiento.
Emilce Dio-Bleichmar, habla de la exploración del balance narcisista como el
interjuego entre varias dimensiones: Representaciones valorativas en múltiples
áreas. La comparación con otros niños a los que el niño y/o los padres admiran
y que funcionan como modelos ideales. Grado de vigilancia de su imagen y
desempeño y la cualidad valorativa (severidad o tolerancia) que acompañan a
esa vigilancia. Recursos del que dispone el niño para satisfacer las
expectativas de valoración. Modos de compensación del desequilibrio
narcisista. Capacidad del entorno para reconocer y equilibrar. Grado en que los
padres funcionan como objetos del self y como imagos parentales idealizadas.
Sus ansiedades debido a sus conflictos narcisistas le hacen reaccionar con
violencia verbal, con coacción y manipulación, destructividad en las relaciones
o con los objetos, conducta tiránica, como una forma de reestructuración del
self.
El tratamiento depende mucho de la disposición de los padres para poder
trabajar con el niño. Por eso es importante que las pautas educativas que se
infieren de la comprensión de las posibilidades evolutivas de un niño concreto
se consensuen con los padres y el terapeuta valore cuáles pueden ser
incorporadas en función de la paralela ampliación de la capacidad reflexiva del
self que se alcanza en el proceso terapéutico.
Con empatía y todo el apoyo que la relación terapéutica puede ofrecer, se
comienza analizando minuciosamente los temores de los padres sobre la salud
del niño y sobre su sentimiento interno, muy profundo y angustioso. El
tratamiento impone ritmos. Estos se imponen conforme a las posibilidades de
las relaciones en su familia de origen.
Tratamiento de niños con fobia
Cuando el sufrimiento es elevado y las consecuencias de la fobia perjudiciales
para el desarrollo del niño y el funcionamiento familiar, es recomendable el
tratamiento, aunque no se cumplan otros criterios como la persistencia de la
fobia durante al menos seis meses o aunque el miedo sea muy común a su
edad. Para el tratamiento de las fobias específicas existen numerosos
procedimientos cuya eficacia ha sido demostrada en diversos estudios.
El refuerzo material motiva a los niños a aproximarse al objeto de la fobia y
repetir dicha interacción. La importancia de la inclusión del manejo de
contingencias en la intervención en la fobia a la oscuridad se ha demostrado en
estudios anteriores.
Respecto a la eficacia diferencial de los tratamientos, se alcanzan los mejores
resultados con programas que incluyen, la exposición a la fobia, el modelado
de las conductas adecuadas, el refuerzo de las conductas de aproximación y el
juego en las sesiones. Este último componente y el refuerzo material se
perfilaron como elementos importantes en el tratamiento, a la vista de los
resultados obtenidos en el resto de condiciones experimentales. Con menos de
11 sesiones de intervención, las conductas de valentía pueden llegar a
aumentar de forma significativa y a su vez ayudar a que desciendan las
conductas de temor y evitación al objeto de fobia.
El juego ayuda al niño a aproximarse en un principio al objeto de fobia, facilita
su inmersión en la terapia y minimiza la naturaleza aversiva del estímulo
temido. El juego, como forma de terapia, tiene su origen en la perspectiva
dinámica y en la perspectiva centrada en el cliente. Para conseguir la
exposición del niño, diversos autores han recurrido al juego como elemento que
suscita respuestas incompatibles con el miedo, logrando reducir la fobia de los
niños e incrementando a su vez la validez social del tratamiento, ya que su
aceptación por parte de los niños y sus padres es mayor.

Tratamiento de niños con estrés postraumático


El Trastorno de Estrés Postraumático lo entendemos como el producto de un
estado alterado de conciencia instintivo que afecta al organismo. Entramos en
ese estado alterado cuando percibimos que nuestra vida está ante una
amenaza. Este estado está diseñado en nuestro organismo para activar
respuestas defensivas de corto plazo, pero se quedan activadas con el tiempo
y dejan de tener su función positiva para convertirse en síntomas. No es el
evento en sí, sino la forma, el cómo lo significa el niño y su capacidad de
responder al evento ya que hay una fuerte activación del sistema nervioso
autónomo.
Cuando un individuo se ve ante una amenaza, se activan diferentes respuestas
fisiológicas, tanto metales como físicas. Principalmente se da la respuesta
instintiva-biológica, secundariamente las emocionales y después las cognitivas.
La base de estas alteraciones está en las repuestas que el sistema nervioso
desarrolla. Son tres tipos de respuesta ante la amenaza: huida, lucha,
inmovilización en un ciclo de activación del sistema nervioso.
Por su parte, los síntomas que se presentan por el estrés postraumático son
causados por la congelación de la respuesta a la movilización que queda
atrapada en el sistema nervioso. Son las respuestas fisiológicas incompletas
que han quedado suspendidas por el miedo y el terror.
Cuando la amenaza es abrumadora, la diferencia que se da entre la carrera
interna del sistema nervioso motor de huir o luchar contra la inmovilidad
externa del cuerpo, crean una poderosa turbulencia que forma un proceso en
espiral, una especie de tornado en el interior del organismo. En el centro de
este proceso vive la respuesta a la inmovilización con su agregado emocional
de ansiedad que se ha generado a partir de la energía atrapada en el sistema
nervioso. Muchas veces dan paso a la impotencia, convirtiéndola en ira, y esto
puede ayudar para que el organismo organice una nueva y frenética respuesta
de huida o un feroz contra-ataque. Y síntomas EPT se pueden originar pero en
menor escala.
Por el contrario, cuando la inmovilización mantiene la energía atrapada dentro
del cuerpo, se empieza a generar la ansiedad postraumática.
El cerebro del niño está en constante desarrollo bajo patrones que van desde lo
más primitivo hasta lo más complejo. El desarrollo del sistema nervioso del niño
y de sus funciones requiere determinados estímulos y patrones de actividad en
determinados momentos del crecimiento, estos períodos críticos de crecimiento
son ventanas de vulnerabilidad a muchas situaciones extremas con el entorno.
El trauma puede ser instalado por un solo evento, o a base de repetidas
experiencias y estos generan un patrón conocido como núcleo de la reacción
traumática, el cual está constituido por cuatro respuestas instintivas: la
hiperexcitación, la cual consiste en un aumento de latidos cardiacos, cambio en
la respiración, pensamientos desbocados, agitación y puede llegar a los
ataques de ansiedad o la hiperactividad ansiosa. La constricción, en la que el
sistema nervioso actúa para que todos los esfuerzos se concentren en la
amenaza real o imaginaria de la forma más óptima posible y la conciencia
perceptiva del entorno se contrae para que toda la atención se dirija a la
amenaza, puede ir desde el estado de hipervigilancia y llegar a producir fobias
y psicosis. La disociación, en esta se da la desconexión entre el Yo y el cuerpo,
con una parte del cuerpo o con una parte de la experiencia. Y la inmovilización,
que es cuando la sensación de impotencia es tan abrumadora, que se provoca
una respuesta de parálisis profunda desde la cual el niño no puede gritar,
moverse o sentir.
Cuando estas respuestas de estrés se establecen en el organismo, se
convierten en el fundamento y el resorte para el desarrollo de síntomas
subsecuentes. Los síntomas de estrés postraumático que se desarrollan más
que una patología hay que verlos como el estilo de adaptación predominante
del niño ante la situación traumática. El estilo de adaptación general del niño a
las experiencias determinará el tipo de síntomas que desarrollará y pueden ser:
físicos, afectivos, cognitivos o conductuales.
Los síntomas del trauma en el niño se presentan la mayoría de las veces
dentro del contenido del juego del mismo niño. En el juego postraumático el
tema del trauma siempre está presente, debido a que el núcleo de la reacción
traumática está instalado y este permanecerá hasta que no se resuelva. El
juego del niño es el esfuerzo inútil que hace por resolver el conflicto interno y
se caracteriza por la repetición compulsiva, la conexión inconsciente entre el
juego y el evento real, no alivia la ansiedad, la ausencia de espontaneidad y
gozo y los temas del trauma se presentan literalmente o simbólicamente.
El Proceso de sanación del trauma es más efectivo cuanto menos dramático y
más gradual sea. Pero este proceso de sanación creativo generalmente se ve
bloqueado por el uso de medicación para suprimir los síntomas, por el énfasis
excesivo en el ajuste y control. Y por la negación o invalidación de los
sentimientos y sensaciones que el niño experimenta después del evento.
El instinto de completar el ciclo del trauma y completar la activación lleva al
niño a la representación. La representación tiene la función descargar la
energía atrapada y el necesidad de completar la experiencia. La representación
se manifiesta en las conductas del niño: golpes, abuso, juego, dibujos. No hay
plena conciencia de esto aunque si alivio temporal, de aquí que no se
interviene directamente con el recuerdo, ya que este conlleva a más dolor, más
angustia y a la retraumatización. Nunca enfrentamos al niño al trauma en forma
directa, si lo hiciéramos podemos atraparlo e inmovilizarlo por el miedo una vez
más. El terapeuta que trabaja con este tipo se situaciones necesita una
preparación específica para dar una atención realmente efectiva y sanadora al
niño. La representación del trauma aparece en el juego del niño en dos formas:
Externalizando los sentimientos asociados al trauma, especialmente la ira,
agrediendo a los otros. Y la internalizando la experiencia El niño se convierte
en su propia víctima, conteniendo los sentimientos asociados al trauma y
vertiendo su rabia, miedo y vergüenza hacia adentro. En la mayoría de las
veces transformándolos en problemas somáticos.
La clave para salir, está en la capacidad de ser conscientes de la propia
experiencia interna. El trauma debe ser transformado con el trabajo interior. La
intervención terapéutica completa consiste en permitir la descarga de la
activación no resuelta y encerrada en el sistema nervioso (nivel sensorial),
procesar los sentimientos (nivel emocional) y re-significar la experiencia (nivel
racional). El trabajo terapéutico emplea elementos originales del trauma
combinado con fuerzas y recursos que no estaban disponibles en el momento.
Cuando trabajamos con las intensas y catárticas expresiones de ira, terror e
impotencia, es mejor avanzar en pequeños pasos, independientemente del
tiempo que haya estado contenido el trauma. La clave para el trabajo con las
poderosas energías ligadas a los síntomas del trauma reside en la habilidad de
trabajar de manera delicada y gradual.
Freud definió en 1914 al trauma “como la rotura en la barrera protectora contra
el estímulo que conduce a un sentimiento de impotencia abrumadora”. La
conmoción humana puede visualizarse como una fuerza externa que destruye
el contenedor que protege nuestra experiencia.
El niño traumatizado puede resultar arrastrado a este remolino del trauma
(hiperexcitación) o bien puede evitar la rotura permaneciendo distanciado de la
zona (disociación, constricción). Este remolino absorbe buena parte de su
energía vital reduciendo la fuerza de la corriente principal afectando a los tres
niveles: 1. sensaciones, 2. sentimientos, 3. recuerdos y creencias. Al intervenir
con el niño con trauma camino a la renegociación, empezaremos a reparar el
margen fracturado mediante círculos que rodean la periferia de los remolinos y
que se desplazan hacia sus centros.
El proceso terapéutico tiene como objetivo que el niño resuelva y resignifique la
experiencia del trauma y renegocie consigo mismo las fuerzas positivas que lo
han ayudado a sobrevivir, a salir adelante hacia una existencia más feliz. Este
proceso se da en varias etapas.
1. Juego sensorio-motor. Trabajo con el cuerpo y el movimiento. La
respiración. Trabajo con las funciones de contacto (ver, oír, tocar, oler,
probar.) Muchos niños con Trastorno de EPT llegan a terapia con una
hiperactividad ansiosa o con estados disociativos muy fuertes. Con esta
parte del proceso empezamos a construir el vórtice positivo del trauma.
Esta es una etapa del proceso muy importante antes de avanzar hacia
otros temas del niño. Al estar el trauma alojado a nivel del cerebro
instintivo, el juego del niños aparece hiperactivo, instintivo y
descontrolado o por el contrario desmotivado, ausente y apagado.
2. Trabajo con las funciones de auto-apoyo. El niño que llega a terapia y
que ha sufrido trauma, se vive con una autoestima muy baja, se vive
muy vulnerable y débil ante las circunstancias y personas que rodean los
eventos traumáticos. En esta parte del proceso es importante trabajar la
autoestima del niño, sus habilidades, recursos, capacidades, gustos y
las resiliencias que están aún presentes. Se recomiendan los juegos de
mesa para trabajar aspectos como el ganar-perder, tolerancia a la
frustración, toma de decisiones, planteamiento de estrategias, resolución
de problemas y todo aquello que genere sentimientos de maestría en el
niño. Esto contribuye a consolidar apoyos en el vórtice positivo del
trauma.
3. Trabajo con la energía agresiva. La energía agresiva es la energía
natural que usamos los seres humanos para vivir, sobrevivir y crecer. El
niño hiperactivado tiene esta energía fuera de su control voluntario, es
agresivo, está en acting out constante, es decir, vertiendo toda su
agresividad hacia el exterior, está hiperactivo, impulsivo e irreflexivo. El
juego agresivo en terapia es catártico, se hace con respeto, es no
destructivo, es alegre, es jovial. Se juega sin contenido, no se explora
ningún tema.
4. Trabajo con la expresión emocional. Una vez restaurada la energía
agresiva, las emociones van a surgir y junto con estas los temas del
niño. Las tensiones en la vida del niño generan conflicto emocional. La
expulsión del conflicto interno tiene que ser natural y a través de la
descarga emocional. Esta descarga se lleva a cabo dentro del juego
sobre un objeto substitutorio del objeto real o bien, sin objeto. Esto
permitirá que la descarga se haga de forma regulada y amortiguada por
el terapeuta. El momento más importante es en cuanto se llega a la
expresión y descarga de estos sentimientos reprimidos adheridos a los
temas del trauma. Es peligroso enfrentar directamente al niño a los
recuerdos del trauma, lo más importante es la expresión del enfado, el
miedo y la tristeza. Cuando estos sentimientos se descargan con toda
conciencia sobre el material o los juguetes se produce curación.
También es importante recurrir a los recursos de niño si vemos que está
quedando atrapado por los recuerdos para así evitar la retraumatización.
Tenemos que escuchar los significados que el niño le da a las
circunstancias para ayudarlo a resignificar la experiencia. Recordemos
trabajar a los tres niveles (sensorio-motor, emocional y cognitivo) si
queremos realmente descongelar el trauma. Usemos todo: el cuerpo, las
emociones y las ideas. La curación del trauma llevará a la resignifcación,
a la reconciliación y al perdón. Al atravesar el trauma, el niño surge más
fuerte, más poderoso, más en paz consigo mismo. En muchas
ocasiones antes de entrar en esta etapa el niño parece retroceder y
regresar a momentos aparentemente ya superados. No importa,
sigamos adelante respetando estas regresiones ya que el niño necesita
regresar a tomar más fuerza para entrar a una etapa de mayor
seguridad, cuando se sienta listo avanzará y completará el trabajo.
5. Trabajo de auto-nutrición. Una vez habiendo trabajado a fondo las
emociones del niño, entramos en una nueva fase donde el niño necesita
enfrentar todos aquellos mensajes y creencias que tiene acerca de sí
mismo ya sea porque se las han dicho o porque él las ha elaborado.
Esas son ideas acerca de sí mismo y del evento traumante.
Sentimientos de culpa, vergüenza y enfado hacia sí mismo. Al mismo
tiempo se debe ir restableciendo las resiliencias, que son las habilidades
y capacidades propias que el niño tiene para enfrentar momentos
difíciles. Todas las creencias e ideas se confrontan para que el niño
pueda generar nuevos significados. Los sentimientos igualmente se
procesan ayudándolo a que se dé cuenta que es solo una parte de él
que se siente así y que hay que nutrirlas con otras partes que son
fuertes, alegres y buenas. Hasta lograr el auto-perdón. Finalmente al
restablecer las resiliencias el niño generará altos y positivos
sentimientos acerca de sí mismo y de sus experiencias y estará más
fuerte para enfrentar los nuevos retos que la vida le presente.
Terapia de niños con abuso y negligencia
Un niño, es maltratado o abusado cuando su salud física o mental o su
seguridad están en peligro, ya sea por acciones u omisiones llevadas a cabo
por la madre o el padre u otras personas responsables de su cuidado.
Existen distintos tipos de maltrato infantil, tales como: Maltrato físico, que es
cualquier acción no accidental efectuada por parte de los padres, cuidadores u
otras personas que pueda provocar daño físico o enfermedad al menor. Abuso
sexual, se refiere a cualquier clase de contacto o actividad sexual con un
menor realizado desde una posición de poder o autoridad sobre aquel. Abuso
emocional, este incluye abuso verbal, castigo cruel no físico o amenazas de
maltrato. Maltrato emocional, cualquier conducta psíquicamente destructiva de
tipo intencional por parte del adulto, que cause o pueda causar deterioro en el
desarrollo emocional, social e intelectual del niño. Negligencia en el cuidado
físico y/o psicoafectivo, se refiere al daño como resultado de una falta de
cuidados básicos, supervisión o atención que afecte al desarrollo físico,
emocional y/o intelectual del niño, por parte de los padres o cuidadores, siendo
el máximo grado de negligencia es el abandono. Maltrato prenatal: toda
conducta que influye negativa y patológicamente en una embarazada y por lo
tanto en el feto, ya sea por parte de la propia gestante o causada por otras
personas. Maltrato institucional, cualquier legislación, programa o
procedimiento, ya sea por actuación u omisión, procedente de los poderes
públicos y/o privados, que vulnere o pueda vulnerar los derechos básicos del
menor, con o sin contacto directo con el niño.
Las víctimas de abusos poseen un gran riesgo para una gran variedad de
diagnósticos psiquiátricos infantiles y juveniles, incluyendo trastornos
depresivos, trastornos de ansiedad, trastornos de conducta, trastorno
oposicionista desafiante, trastorno por déficit de atención e hiperactividad y
consumo de sustancias. El grado en que aparece cada trastorno varía con la
edad del sujeto, el estado socioeconómico, las características familiares y la
importancia del abuso.
Diversas investigaciones muestran que los niños que han sufrido abusos
presentan un deterioro en la eficacidad del sueño con un aumento de actividad
durante el sueño y un estado latente del sueño prolongado. En cuanto a la
relación entre niños que han sufrido abusos y la percepción del dolor: tienen un
umbral de dolor más bajo, en respuesta a la presión de un dedo, que los
sujetos control, más frecuentemente se culpan a sí mismos del dolor e informan
de estrategias de emulación del dolor desadaptativas.
La psicoterapia para niños que han sufrido abusos, en su mayoría toman una
aproximación al uso de la terapia de juego, aunque también se ha descrito el
manejo y control de la ira, el entrenamiento en habilidades sociales y las
técnicas cognitivo conductuales, su efectividad no ha sido evaluada
empíricamente. Sin embargo, estos niños pueden mostrar un funcionamiento
social resistente y comportamiento desadaptativo, incluyendo la autoestima, la
capacidad para modular los impulsos y sentimientos y la capacidad para
adaptar el comportamiento a las demandas del entorno, lo cual puede
comprometer el desarrollo de las diferentes estrategias terapéuticas.
Tratamiento del niño autista
El Dr. Greenspan denominó a su enfoque psicoterapéutico y educativo con
niños preverbales o no verbales con problemas de comunicación y relaciones
interpersonales, lo cual él denominó Floortime, que se traduce al español
“Juego circular”, y consiste básicamente en seguir la acción espontánea y
natural del niño, en lugar de tratar de dirigirlo y decirle qué hacer, para buscar
ampliar y prolongar cada vez más la comunicación verbal y no verbal. Se trata
de unirse a la actividad del niño para involucrarlo en una secuencia de
interacciones con el terapeuta, maestro o padre de familia, abrir y cerrar
círculos de comunicación incesantes y ampliar el rango de relaciones e ideas.
Esto se logra a través de sentarse en el suelo con pequeños, cuyas edades
pueden ir de meses de nacidos a preescolares de 4 a 5 años, con problemas
de desarrollo psicológico, incluyendo autismo, para jugar y relacionarse
naturalmente con ellos.
Se dio cuenta de que las bases del desarrollo emocional y cognitivo de los
bebés ocurrían más temprano de lo que se creía. Se observó que los niños que
no se conectaban emocionalmente con sus padres perdían la oportunidad de
adquirir habilidades cognitivas y conductuales que más tarde les ayudarían a
crecer y a aprender. Las relaciones interpersonales juegan un papel muy
importante en la organización del desarrollo, ya que permiten la comunicación
con otros, siendo esto lo que se quiere promover.
Cada niño tiene un perfil específico e individual de habilidades y debilidades,
relaciones con otros miembros de la familia y nivel de desarrollo, aunque
tengan el mismo diagnóstico. Esto porque cada niño tiene un perfil especifico e
individual de habilidades y debilidades. Greenspan reconoció la naturaleza
psicológica única del niño y sus necesidades por integrar dichas habilidades
con la intención de comunicar deseos, emociones, necesidades e ideas con
quienes lo rodean para después ser capaz de resolver problemas de la vida
diaria.
Los bebés nacen con diferentes predisposiciones a registrar y procesar la
información sensorial, así como a dar distintos tipos de respuesta a esta
información. Hay bebés muy sensibles o hiperreactivos a cierto tipo de
estimulación sensorial. . O, al contrario, son menos sensibles, o hiporreactivos,
y responden de manera menos intensa a la estimulación en los mismos
canales sensoriales.
Una vez recibida la información, es necesario procesarla, lo cual casi se hace
simultáneamente. Para unos es difícil procesar información visual; para otros,
la auditiva o la táctil. Las capacidades motoras finas o gruesas, de expresión
verbal, coordinación motora, ejecutivas, etc., a su vez modificaran el tipo de
respuesta que el niño dará a la información sensorial que ha recibido, la cual
será matizada o particularizada de acuerdo a sus habilidades y deficiencias.
Aparte de las diferencias individuales y constitucionales, es necesario
considerar la forma o estilo de la relación entre el niño y cada una de las
personas adultas con las que interactúa a diario. Esto puede facilitar o impedir
el desarrollo. Es posible que los adultos se sobreinvolucren, o no lo hagan
suficientemente, con el niño.
Para facilitar el desarrollo, o remediar las deficiencias y rezagos, es
indispensable reconocer en qué etapa se encuentra el niño, ya que esto va a
guiar la intervención terapéutica y educativa.
Greenspan describió seis etapas y tipos de experiencias socioemocionales que
promueven el crecimiento intelectual:
1. Regulación y atención (del nacimiento a los tres meses). En esta primera
etapa es crucial la capacidad del bebé para estar calmado, alerta y
atento a los estímulos medioambientales.
2. Enamorándose o en vinculación (de 2 a 7 meses). Aquí es muy
importante la relación emocional entre el niño y sus padres, o los que lo
cuidan.
3. Comunicación intencional (de 3 a 10 meses). Cuando el niño ha logrado
establecer una relación afectiva con los padres o adultos que lo cuidan,
es capaz de comunicarse intencionalmente de manera sencilla, y
manifestar deseos o emociones básicas.
4. Emergencia de un sentido organizado del sí mismo (self). Comunicación
gestual compleja (de 9 a 18 meses). Después de iniciar y cerrar círculos
de comunicación, el niño organiza secuencias de interacción más
complejas, y utiliza gestos y expresiones verbales simples.
5. Ideas emocionales (18 a 36 meses). La capacidad para representar
eventos y actividades de la vida cotidiana, a través del juego simbólico
aparece en esta etapa.
6. Pensamiento emocional (30 a 48 meses). Aquí el niño realiza
conexiones lógicas entre ideas y emociones, y permite el pensamiento
emocional y la habilidad de diferenciar la realidad de la fantasía.
El tratamiento requiere de un grupo o team interdisciplinario. Requiere no sólo
maestros de educación especial, pediatras y enfermeras, sino especialistas en
patología del lenguaje, terapia ocupacional, rehabilitación, psicología y otras
disciplinas. Los padres juegan un papel muy importante en el esfuerzo, ya que
entre más tiempo pase el niño en Floortime, mejores los resultados, y son los
padres los que más tiempo le dedican al niño. Es posible entrenar no sólo a
otros profesionales, sino a miembros de la familia, estudiantes, vecinos y
voluntarios, para que interactúen con los pequeños pacientes o alumnos.
Tratamiento de paranoia en niños
El paranoico puede pensar que si alguien sabe y trata de convencerle de que
tal cúmulo de pruebas como le han sido presentadas acerca de la persecución
y amenazas de destrucción que sufre, no son más que el producto de sus
pensamientos enfermos , es porque quiere hacerle creer que está enfermo,
para así destruirlo con más facilidad. El pensamiento paranoico no carece de
lógica, ya que del mismo modo nadie puede saber desde fuera si determinado
complot para destruir a una persona es falso, habría que entrar a formar parte
del complot, al menos hasta el punto de conocer sus reglas de funcionamiento,
sus razones, para estar en situación de juzgar.
Podemos pensar que el centro del pensamiento paranoico, el punto en el que
se trata de adecuarse a los Significantes del Otro, de satisfacer la Demanda del
Otro, punto paradójico que permite la existencia sólo a cambio de una nueva
amenaza sobre esta existencia ganada, se sitúa en el tema del miedo del niño,
pues le teme a la muerte. Parece que ha decidido que su cuerpo está para dar
existencia a unos significantes, así su cuerpo también existe, pero sólo para
encontrar la amenaza de muerte en la representación de una persona objeto,
él mismo pero otro.
Existe un riesgo transferencial en el paranoico. El cual puede servir para cortar
la posición del analista el introducir un tercer elemento en las sesiones para
permitirle una historización al paciente. A partir de aquí se puede seguir un
movimiento de construcción delirante que, sin embargo, tiene efectos
terapéuticos.
Freud plantea que puesto que parece que la formación de los conceptos parte
de la oposición de los contrarios, la manera de proceder con las palabras
uniendo opuestos, ya sea mediante la utilización de una palabra con dos
sentidos opuestos posibles o mediante la reunión de dos palabras de sentidos
opuestos para designar una de las dos posibilidades, recoge el proceso de
formación de los conceptos. Aquí se puede señalar la función de semblante del
analista, jugando un papel en la formación de la idea del semejante. El analista,
en tanto semblante, participa de los dos lados señalados en la lectura
propuesta, del semejante amenazador y de un ideal, unas palabras que lo
definen y lo tranquilizan, pero que pueden convertirse en lo contrario, en la
muerte, pues nunca van a alcanzar a definirlo.
La introducción de un tercer elemento durante las sesiones, la construcción de
un delirio que debe entenderse como un intento de curación y que puede tener
efectos terapéuticos. El paciente empieza a realizar preguntas y a hablar sobre
temas que estén fuera de su estructura común.
Llegados a este punto podemos preguntarnos qué ha ocurrido respecto de la
estructura. Desde algunas escuelas de psicoanálisis, se ha planteado que el
tratamiento de niños psicóticos puede desembocar en una transformación de la
estructura. Un niño comienza un psicoanálisis con una estructura psicótica y
puede terminarlo viendo el mundo desde la neurosis obsesiva, planteamiento
criticado por Lacan. Por consiguiente, se da un desplazamiento del síntoma
parece claro, pero que haya un cambio en la estructura hay que analizarlo
detenidamente.
Durante las representaciones de los elementos que observa en la consulta se
asombra de que todo esté siempre igual. Carece de una experiencia subjetiva
del tiempo.
En el niño paranoico, vemos cómo los números ordinales son los que tienen un
sentido para el. En un texto titulad o Las Cifras, historia de una invención, se
plantea el estudio evolutivo de la aparición de las diversas ideas y función es
alrededor de las cifras.
En las psicosis se puede plantear que hay una escisión entre los dos ejes, el
código y el mensaje. Se puede representar gráficamente. Sin embargo la
escisión del Código y del mensaje continúa.
En cualquier caso modificar la estructura es algo que tampoco está al alcance
de la neurosis, un a histérica comienza y termina su análisis percibiendo el
mundo, escribiendo su historia, desde la neurosis histérica. Un psicoanálisis
puede permitirle un a construcción fantasmática que le aporte el
desplazamiento del síntoma, o lo que viene a ser lo mismo, que le permita so
portar la vida, por ejemplo, no tener síntomas en su cuerpo.
Las psicosis responden a una determinada posición respecto del Otro, respecto
del Lenguaje, que tiene sus consecuencias en el conocimiento. No hay una
forma “normal” de conocer, si no es la media estadística que en clínica
encuentra sus limitaciones. También la historia del conocimiento plantea
limitaciones a esta referencia normativa.
Es importante que los padres aprendan en el proceso terapéutico
conocimientos básicos sobre las fobias infantiles, para que así puedan eliminar
conductas inadecuadas que podrían reforzar la fobia de los niños, lo que podría
ayudarles a prevenir o resolver posteriormente otros problemas del niño o de
otros hijos de la pareja.
Conclusión personal
A lo largo del trabajo, se han podido observar los distintos tratamientos que se
le pueden dar a un niño, fundamentalmente, se puede decir que hay algunos
puntos en común que todos estos tratamientos tocan en común.
Si bien la psicoterapia puede acompañar al otro tratamiento por los efectos que
estas dificultades causan en el psiquismo del niño y en sus relaciones, sería
solamente como algo secundario, no exclusivo.
Aunque los niños están muy cercanos al inconsciente, a la sabiduría de los
pensamientos que corren dentro de ellos, a los sueños que hemos aprendido a
olvidar; cerca del amor y del temor, de la generosidad y la crueldad, es
indispensable que el terapeuta realice un trabajo distinto al que haría con un
adulto.
Es por eso que la terapia de juego nos brinda la posibilidad de entrar al mundo
del niño con respeto y humildad, solo así podremos ayudarlo verdaderamente a
sanar sus heridas. Es importante enfatizar la eficacia de tratamientos que
incluyan juego, modelado y refuerzo. Todos los tratamientos activos alcanzan
una mejoría clínica y estadísticamente significativa. Así como brindarle al niño
un lugar llamativo y amigable para realizar los juegos y distintas actividades a
realizar, adaptar y capacitar un consultorio para dar atención infantil.
Otro de los elementos que destaca en todo estos tratamientos es la importancia
de que los padres se involucren en el proceso psicoterapéutico del niño, para
que pueda haber cambios significativos en este.
Es por eso que se considera aún más complejos los tratamientos de
psicoterapéuticos infantiles que los que se aplicarían a un adulto.

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