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La época del terror en el Perú dejó más afectados que las dictaduras de

Argentina, Chile y casi tantos como en las guerras civiles de países de


Centroamérica.

“El conflicto armado interno dejó más de 148 mil víctimas en dos décadas,
entre muertos, desaparecidos, torturados y desplazados por la violencia"

El 17 de mayo de 1980 en Chuschi, un olvidado pueblo de los Andes al pie del


río Pampas, empezó una de las épocas más sangrientas y traumáticas vividas
por el Perú republicano. Temporada oscura que solo puede ser comparada con
los años de la cruenta guerra con Chile y la ocupación de Lima en el siglo XIX.
Desde aquella fecha aciaga, origen de la arremetida de la organización
terrorista Sendero Luminoso contra el Estado, hasta la caída del gobierno
autoritario de Alberto Fujimori en el 2000, el país vivió casi en las sombras
respecto de la cantidad aproximada de las víctimas producto del conflicto
interno desatado por la prédica violentista de un viejo profesor de filosofía
llamado Abimael Guzmán

Los casos más emblemáticos por violación de derechos humanos en el Perú –


como los crímenes en la base militar Los Cabitos y las matanzas de Putis y
Soras en Ayacucho – representan el 4% del total de afectados en dichas
décadas.
El 92% de estas víctimas fueron civiles, el 70% de los casos ocurrieron en
Ayacucho, Huánuco y Junín y el 12% de los afectados era menores de edad.

La documentación del Registro Único de Victimas (RUV), heredera de millones


de legajos de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), la Defensoría
del Pueblo y la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, fue incluida en
el Programa Memoria del Mundo de la Unesco en noviembre del 2016, un
hecho que casi pasó desapercibido. Estos papeles de la verdad en tiempos de
la violencia, hoy patrimonio documental de la humanidad junto a los archivos
del terror de las dictaduras del Plan Cóndor en Sudamérica; del Jemer Rojo en
Camboya; de la invasión japonesa de China y del holocausto israelí en la
Segunda Guerra Mundial– concluyen que la ofensiva de Sendero Luminoso y
del MRTA contra el Estado dejó más de 148 mil víctimas. Gran parte de ellos
afectados por el desplazamiento forzoso y la tortura, así como asesinados y
desaparecidos.

El principal archivo de datos sobre la violencia revela detalles de la hora más


oscura del Perú. De los 33 mil casos de víctimas fatales, 12% corresponden a
menores de edad, 38% ocurrieron en tres años, 1984, 1989 y 1990 (en los
gobiernos de Fernando Belaunde, Alan García y el inicio del régimen de Alberto
Fujimori), 70% acontecieron en Ayacucho (cuna de Sendero Luminoso y la
región más golpeada del país), Huánuco y Junín; mientras que el 92% afectó a
civiles.

La cifra de 33 mil peruanos ausentes supera largamente las casi 24 mil


víctimas mortales identificadas por la CVR en el 2003 y representa uno de los
mayores dramas de América ya que rebasa el mismo tipo de afectación
causada por las dictaduras militares de Chile y Argentina e iguala a las
ocurridas en El Salvador y Guatemala entre los años ‘70 y ‘90.

También estableció que la jornada única con mayor cantidad de muertos fue el
16 de julio de 1984. Aquel día, Sendero Luminoso, que asesinaba a lo largo y
ancho del bucólico valle de Huanta y de las montañas de Cangallo y La Mar,
perpetró una de sus operaciones más salvajes: la matanza de Soras, un pueblo
del sur de Ayacucho.

Entre las 33 mil víctimas mortales que hemos identificado en el RUV (24 mil
fallecidos y 9 mil desaparecidos) figuran afectados en los mayores casos de
violaciones de los derechos humanos de la época: las ejecuciones
extrajudiciales y entierros clandestinos en el cuartel del Ejército Los Cabitos
(1983-1985) y las masacres de poblaciones enteras en las localidades de Putis
y Soras (ambas en 1984 en Ayacucho), así como el arrasamiento militar en el
río Huallaga (en Huánuco, 1993) y la matanza en el valle de Tsiriari en
Mazamari (en Junín, 1993).

Al cruzar información del RUV, con los casos de la CVR y los expedientes del
Poder Judicial se confirma que otras fechas con gran cantidad de víctimas
fatales ocurrieron entre los años 1983 y 1993. Las mismas que coinciden con
masacres conocidas como Lucanamarca y Accomarca (Ayacucho), y otras de
notoriedad menor como las ocurridas en Anco, Umasi, Huayao, Chungui,
Socos y Acosvinchos, ubicadas en la misma región; al igual que Tsiriari (Junín).
La data rescata del olvido hechos y momentos que apenas son recordados en
el calendario oficial del país. En estos tiempos, solo los deudos cargan el luto
durante estas fechas.

No es extraño, incluso que en la actualidad la sociedad se muestra indiferente


con el recuerdo de lo ocurrido entre las décadas de 1980 y el 2000. El 21 de
noviembre del 2016, Guilherme Canela, alto representante del Programa
Memoria del Mundo de la Unesco, vino a Lima y comparó el archivo del RUV
con el diario escrito por Ana Frank antes de fallecer en un campo de
concentración en Alemania y con los expedientes del juicio a Nelson Mandela
en Sudáfrica.

Por todo la antes mencionado en la Región Policial de Arequipa (anteriormente


denominada XI Dirección Territorial Policial de Arequipa), existió una unidad
altamente especializada en la lucha Contra Subversiva, la misma que se
encargó de realizar operaciones policiales reservadas en el Sur del País, que
comprendían los Departamentos de Arequipa, Moquegua y Tacna, de igual
modo participaban en operaciones policiales en los Departamentos de
Ayacucho, Apurimac, Cusco y Puno.

Las operaciones policiales que realizábamos principalmente se ejecutaban en


las zonas rurales de los departamentos, antes mencionados; durante el tiempo
que tomaba ejecutar dichas acciones se efectuábamos patrullajes urbanos y
rurales, tanto en vehículos como a pie, que duraban como mínimo uno o dos
día y como máximo hasta dos meses, en todo el tiempo que permanecí
trabajando en esta unidad especial (seis años), participe en diversos
enfrentamientos armados con Delincuentes Terroristas, como resultado de los
mismo fallecieron varios compañeros y otros quedaron heridos; la mayor
cantidad de enfrentamientos los tuvimos en las Provincias Caraveli, La Unión y
Caylloma como también en la zona Sur de Ayacucho.

BIBLIOGRAFÍA

Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación

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